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Entre todos lograron derrotar a los sincorazón pequeños sin demasiadas complicaciones. Sin embargo la cosa no acabó ahí, puesto que nada más eliminarlos aparecieron dos sincorazón gorditos que debían haber pasado mucho rato bajo una ventisca. Parecía que aún no iban a poder rescatar a los elfos.

Uno de sus compañeros decidió atacarlos, comprobando en el acto que se regeneraban al momento gracias a la nieve de su alrededor. Nicoxa se mordió un labio, aunque no se daría por vencida con un truco tan simple. Tendrían que ocuparse de todo trabajando en equipo.

—Tenemos que ir de uno en uno y evitar que se regeneren. Yo podría evitar por poco tiempo que lo hicieran, pero vosotros tendríais que encargaros de rematar la faena.

—Si tuviesemos un afín a fuego podríamos derretir la nieve para evitar que se regenerasen —puntualizó Ragun—. Confío en tus poderes, Saito.

—Yo no conozco ningún hechizo de fuego chicos, ¡sorry! —se excusó la bellísima joven, que se giró hacia Saito a continuación—. Así que me concentraré en atacar junto a Ragun mientras tú te ocupas de la nieve, guapetón.

Con la llave en mano fue directa hacia ellos coordinándose con el maestro, volviendo a hacer uso de su habilidad Pincho molecular las veces que hiciera falta.

En el establo, los renos estaban atemorizados por culpa de unos Sincorazón que eran una mezcla de perro y reno. Rápidamente, Kairi se puso en medio de los renos y los Sincorazon para protegerlos.

—¡No se hace daño a los animales!

Mientras Awa-chan se dedicaba a arañar y morder Sincorazon, Kairi se puso a lanzar Perla a todos los que se le acercaran a ella o a los renos.

Me quedé en el taller buscando a Santa Claus, pero me separé de Light y su aprendiza cuando estos fueron al piso superior. Decidí buscar con Ukki por el taller, sin éxito, cuando de pronto unos ruidos me alarmaron. Venían del lugar al que Light y Dos se habían dirigido, y parecían explosiones.

—¡¿Qué pasa allí arriba?! —exclamé preocupada, echando a correr hacia allí—. ¡Vamos, Ukki!

Allí, vi que estaban siendo atacados por unos Sincorazón de lo más peculiares.

—¡Light! ¡Te ayudo!

El chico utilizó su Latigazo, tras lo cual comencé a concentrar energía en mi garganta, preparada para lanzar mi más característico hechizo.

—¡Aguantad la respiración!

Ukki tomó aire y se tapó la boca y la nariz con las manos, tras lo cual lancé mi Dulce Aroma. Con los Sincorazón aturdidos por el hechizo, esperaba que la siguiente ofensiva de Light acertara de lleno y acabara con ellos para siempre.