[Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Encuentro de Fátima Malik, Ragun, Celeste y Simbad

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[Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Suzume Mizuno » Lun Oct 30, 2017 12:54 am

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Había situaciones que no eran apropiadas, pero Fátima imaginaba que nunca habría encontrado el momento correcto. Ni siquiera sabía si ella o Malik sobrevivirían a la siguiente misión. Antes de lo sucedido en Ciudad de Paso, Simbad le preguntó si no sentía miedo por Malik. Y sí, lo tenía.

Por eso había decidido dar el paso, antes de que fuera demasiado tarde.

Levantó el móvil y miró con lástima los mensajes sin responder. Desde luego, había imaginado que su boda sería… Un cuento de hadas. O que, al menos, sus amigos asistirían.

Pero algunos habían muerto y otros tantos se habían marchado.

Notó el peso de las garras de Harun en el hombro y su húmedo hocico contra la mejilla.

No te preocupes, estoy bien—le aseguró, rascándole debajo de la mandíbula—. No voy a deprimirme. No es lo que había soñado, pero no importa. Ha dicho que sí—dijo, ruborizándose.

Se dio la vuelta y continuó con las últimas puntadas del traje. No podía ir a que alguien le hiciera un traje de novia, así que se había apañado ella uno sola. Un vestido blanco puro, muy sencillo pero que conseguía disimular su cuerpo al no pegarse demasiado al mismo. Se pondría un chal para disimular su simplicidad y el velo era largo, muy largo, para asegurarse de que cubriera sus hombros. También tendría que apañar algo con el peinado…

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*


Le pidió que se encontraran en el jardín, en el banco donde solían sentarse a descansar tras los entrenamientos. Tenía el estómago tan revuelto que todavía no entendía qué más podía tener dentro después de todas las veces que había ido al escusado.

Se retorcía las manos sin parar e hizo crujir varias veces los dedos hasta que se hizo daño. No dejó de levantarse y sentarse antes de que Malik apareciera. Entonces se preguntó si sería buena idea. Si no se sentiría ofendido. Lo normal era que lo hicieran los hombres y no conocía las costumbres de su tierra.

Ni siquiera tenía un anillo.

Pero Malik era bueno. Malik no querría imponerle algo así cuando estaba «tan ocupada» siendo Maestra. Nunca quería interponerse en tu camino. A veces quería darle un bofetón por ser tan amable.

«Sí, tengo que ser yo.»

Hola—saludó cuando se acercó. Casi no le salió la voz.

Empezaba atardecer y una luciérnaga madrugadora parpadeaba entre las flores.

«Dios, dame valor.»

*



Guardó rápidamente el vestido en una cesta junto al chal, el velo y los zapatos, además del maquillaje, y se puso de pie. Llevaba una semana, una semana horrorosa, preparando aquello. Estaba nerviosa, con falta de sueño, y tenía que darse una ducha antes de marcharse.

Pero, sobre todo, le ponía nerviosa volver a casa.

Y saber que no podría invitar a sus padres. Pero, con suerte, Vaan… Meneó la cabeza y corrió al baño. Más le valía no llegar con esas pintas.

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Muchas gracias a Orb por el diseño del vestido 8D.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Tanis » Lun Oct 30, 2017 1:02 am

No, no, no es así, no, espera, Asah, estate quieta…

Malik suspiró con frustración cuando la conejita le hizo caso omiso y continuó estampando las huellas de sus patitas entintadas sobre el papel en lugar de hacer los trazos que le había indicado. Ella rió, volando y rodando en el aire y plantó las esponjosas zarpas en la mesa, sobre el resto de papeles.

Lo siento ~

Malik alzó las cejas y frunció el ceño, con un resoplido y los brazos cruzados.

Qué vas a sentir tú…

El hombre meneó la cabeza, le dejó los papeles manchados a su amiga para que siguiera jugando y él se concentró en la escritura. Desde hacía tiempo se dedicaba mucho más a la recopilación de información que en tiempos anteriores, cuando empezó con el diario de sus aventuras. La verdad era que aquella historia la había dejado aparcada para ayudar en la medida de lo posible a sus maestros con nuevas fuentes y compendios de datos, aparte de las misiones. Todavía no habían visto la luz, salvo por Fátima y Asah, pero pronto lo harían. Mientras escribía, con otros tantos fajos de papeles y algunos libros abiertos lejos de las garras negras de la conejita manchada de tinta, miró el reloj del teléfono móvil y sin darse cuenta se quedó con la vista fija en la pantalla hasta que Asah le empujó la mano con el hocico suave y verde de forma preocupada. Malik sonrió a la conejita y le acarició entre las orejas de libélula.

Estoy bien. —murmuró suavemente.

Asah bufó, porque no le creía y revoloteó hasta sus papeles llenos de pequeñas huellas para tumbarse sobre ellos y estirarse un poco. Malik observó sus movimientos hasta que continuó con la escritura poco después, sin embargo ya absorto en otras cosas. A su espalda, colgado del pomo alto del armario, descansaba y a veces balanceaba un traje como los que antaño llevó cuando era mercader en Agrabah. Un traje suntuoso, blanco y dorado, que se asemejaba a una túnica rígida de cuello alto. Los bordados dibujaban elefantes y pájaros en los puños y los cierres y a la luz de la habitación parecía brillar. Lo había rescatado de su casa de Agrabah, donde Sherek se lo había entregado con gusto incluso más entusiasmada que él por la boda.

Malik se echó hacia atrás contra el respaldo de la silla y se recogió el pelo en una cola de caballo larga y baja con una pequeña gomita que llevaba en la muñeca. Si alguien le preguntaba él diría que no tenía miedo, pero lo cierto era que estaba aterrorizado.

* * *


Para ser sinceros, Malik había pensado una y otra vez en el matrimonio y en pedirle a Fátima que se casara con él. Claro estaba también que si no lo había hecho era porque con su puesto de maestra, el suyo propio de aprendiz, y la situación en la que se encontraba el universo en general, Malik no creía que fuera exactamente buena idea. Le daba miedo que Fátima pensara mal de él, y pedirle matrimonio no sonaba exactamente como una prioridad en esos momentos. ¿Sería muy egoísta pedir su mano? ¿Lo vería como un chantaje para que pasasen más tiempo juntos?

Levantó un poquito la mano cuando se acercó a ella. No se le ocurrió pensar que a Fátima se le había ocurrido la misma idea que a él y se había atrevido a llevarla a cabo.

Hola—saludó en voz baja.

Hola… —respondió él, casi en idéntico tono de voz.

Se quedó quieto, callado, y esperó a que le dijera aquello tan importante que le tenía que decir. De repente se sintió intranquilo, mientras la primera luciérnaga de la tardía tarde titilaba cerca de ellos. Entonces se dio cuenta y entreabrió los labios.

«Oh, joder… ».

* * *


Malik no estaba nervioso, no. Estaba aterrado. No a casarse, en lo absoluto, si no más bien a estropear algo. Durante aquella larga semana apenas había dormido, y cuando lo había hecho soñaba que llegaba tarde o iba en pijama a la boda. Había estado leyendo sobre casamientos hechos en Atlántica y más o menos recordaba el procedimiento completo, parecido al de Agrabah. Y la perspectiva de ir en pijama al altar había sido uno de sus peores sueños con diferencia en mucho tiempo incluyendo los sincorazón.

Iba vestido de paisano para encajar adecuadamente en Atlántica sin levantar sospechas y llevaba una mochila al hombro donde había guardado la túnica, los zapatos y los pequeños adornos de las orejas que había podido encontrar. Apenas eran las doce menos cuarto y ya estaba temblando. No podía creérselo aún. Cuando dijo que sí, con la garganta seca y la voz casi rota, no se lo creía. Cuando la abrazó no se lo creía. Y en ese momento, casi a punto de atravesar el portal, se lo estaba empezando a creer.

Y estaba aterrorizado de no hacerlo bien.

Asah revoloteaba entre las flores. No podía acompañarles, pero quería despedirse de él. A Malik aun le sorprendía que a otros les importase la relación que tenía con Fátima, sin darse cuenta realmente de que su historia la habían seguido de cerca.

«Voy a casarme».

Iba a casarse.

Malik inspiró hondo, se tocó el parche como un gesto nervioso, intentando tranquilizarse, y metió la mano en el bolsillo del pantalón. Sacó un pequeño papelito, una nota escrita rápidamente y que llevaba encima desde hacía cinco días. Como tantas otras veces, la leyó en silencio, como último recurso para calmarse.

Hermano,
Sé que querías que fuera a tu boda pero lo único que haría sería llevarme la plata y el oro que hubiera por ahí, si es que has dejado de ser un peregrino pobretón de esos. No llores por mí, cásate, ten hijos y todas esas cosas. Y deja de ser un amargado, por amor de Alá, ya nos veremos las caras.
Farid


Sin quererlo bufó medio riéndose por las palabras de su hermano menor, que le había dejado aquella nota en casa de Sherek. Cómo se había enterado de que se casaba era un misterio para él, pero no le importaba. Con esas palabras en el bolsillo de nuevo, se sintió más tranquilizado.

Creía que ibas a ir a buscarme —comentó Clío a sus espaldas.

Malik se volvió y vio a la muchacha arreglada para la boda. Fátima la había invitado y él no podría haber estado más de acuerdo pese a que sabía seguro que Fátima se sentiría… rara como siempre que Clío andaba cerca. La muchacha le saludó con un gesto de cabeza que él correspondió en silencio y con una débil sonrisa. Aun después de todo era raro, le era raro, verla. Era, según las palabras de la propia Fátima, como Fátima querría haber sido y que hubiera sido el cerdo de Andrei el que la hubiera construido así todavía le retorcía los nervios y el estómago. Claro que de eso Clío no tenía la culpa y Malik la veía como una joven hermana menor a pesar del físico que compartía con Fátima.

Lo siento, se me ha ido el santo al cielo y… bueno, ya sabes —se excusó él.

Estás nervioso.

Malik se sintió como si Clío se estuviera burlando de él, en el buen sentido, y lo único que hizo fue fruncir el ceño para luego bufar a medio camino de la risa.

¿Cómo podría no estar nervioso?

Es una boda, creo que te has enfrentado a cosas peores, ¿no?

Malik cabeceó y despacio se sentó en uno de los bancos de piedra del jardín. Clío, al verlo, se sentó a su lado. No era capaz de expresar su miedo con palabras, Malik lo sabía. Y quizá hacerlo le haría sentir aun más vulnerable, pero…

Ha pasado tanto tiempo y han pasado tantas cosas… —empezó a decir, con la vista al frente, en la hierba y los setos más allá del camino empedrado—. Sé que quiero esto, pero tengo miedo, tengo miedo a hacer algo mal…

A su lado Clío le miró con expresión serena y suave y le puso una mano en el hombro. Malik la miró a su vez y de repente se reconfortó, porque era como si Fátima le dijera que todo iba a estar bien, que todo iría bien… Que no pasaría nada, que mañana sería otro día, uno aun más brillante, mejor… El aprendiz cabeceó y volvió a mirar hacia adelante, a la vez que Clío apartaba la mano y le imitaba.

No hablaron más, no les hacía falta.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Sombra » Lun Oct 30, 2017 2:04 am

Nunca había asistido a una boda Cristiana ni Católica pese a tener conocimiento del tipo de ceremonia que era. Aquello hacía que estuviese un poco nervioso, ya que no tenía claro si iba a tener que hacer algo… Y aquello me asustaba. Sabía que debía ir bien vestido, por lo que había comprado un traje sencillo y clásico. Pantalones pitillo negros, camisa blanca, americana negra y una corbata también negra, pero con líneas finas azules. Me costó bastante anudar la corbata, ya que no estaba acostumbrado a llevar y había acabado preguntando a Nanashi como se hacía una. Siguiendo sus instrucciones fui capaz de anudarla, pero no al primer intento.

En la última semana me había esforzado a aprender a convertir mi brazo un poco a una forma más humana, por lo que no tenía problema para ponerme la parte de arriba de la ropa… Aunque temía que perdiese el control y de golpe mi brazo se convirtiese en una zarpa una vez más, lo cual destrozaría toda la manga izquierda del traje.

Suspiré imaginando lo ridículo de la escena.

Era la boda de Fátima y Malik. No podía negar que me sorprendió que me llegase una invitación. Del mismo modo, había acabado sabiendo que otro miembro de Bastión Hueco (un aprendiz llamado Simbad) también había sido invitado. No sabía quien más iría, aunque seguramente algún que otro Maestro más y tal vez amigos de ambos. Había hablado con Simbad previamente para ir juntos a través de un portal, ya que el camino hasta Atlántica era largo y evitaríamos pasar por el Intersticio, que estaba lleno de sincorazón… Y los trajes no eran muy cómodos para luchar precisamente.

Había comprado un regalo de boda para los dos, no era la gran cosa, pero lo poco que sabía sobre bodas era que había que llevar un regalo, aunque no tenía muy claro lo qué. Había optado por unos anillos a juego que me parecían bonitos, aunque eran condenadamente caros. ¿Por qué un accesorio tenía que costar tanto?

Volví a suspirar y miré una vez más el reloj algo nervioso. “Amor”, que extraña palabra. Había estado con mujeres, pero nunca había sentido algo parecido por ninguna. Todavía necesitaba aprender mucho sobre los humanos pese a llevar tanto entre ellos.

* * *


Cuando terminé de prepararme, no perdí el tiempo más de lo necesario. Mientras que no llegaba la hora acordada, puse comida y agua para que Nyx pasase el día sin mí. Salí de la habitación en dirección a los elevadores que me llevarían al hall del castillo, donde había quedado encontrarme con Simbad.

Quedaban diez minutos para las doce todavía, por lo que no debería tardar demasiado en llegar.

Observé el lugar donde en el pasado había luchado contra la ahora llamada Iwashi, quién iba a decir que Bastión Hueco iba a ser abandonado para irnos todos a Tierra de Partida. Tan solo me quedaban unas pocas cosas para poder mudarme completamente al otro castillo… Y no tenía claro si me gustaba aquello.

Finalmente, el aprendiz apareció por las escaleras, alcé la mano en señal de saludo y esperé a que las bajase.

Buenos días, Simbad —dije sin evitar echarle un buen vistazo a las prendas que había escogido llevar a la boda de Malik y Fátima—. Hasta donde yo sé, nadie más de Bastión Hueco va a venir, por tanto creo que podemos partir. ¿Todo listo? —pregunté para asegurarme.

Si Simbad no necesitaba nada más, asentiría con la cabeza y apuntaría con mi mano hacia un lateral del Hall, donde desde el suelo surgiría una bruma que se convertiría en un Portal de Oscuridad que nos transportaría al lugar de Atlántica que la pareja había escogido para su casamiento.

Nunca he ido a una boda de éste estilo —admití—. Los dioses de mi mundo de origen eran muy distintos a los de estos y les importaba más bien poco los pecados o la tradición. Lo único que querían eran sacrificios para darles más poder, así que las bodas de donde vengo se resumían en un contrato para compartir riquezas y ganancias o títulos nobiliarios—expliqué por hablar de algo mientras atravesábamos el Portal de Oscuridad.

»Venías de La Cité, ¿cierto? Cristianos, si mal no recuerdo. ¿Los invitados como Testigos tenemos que realizar algún tipo de ritual o similar?
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor xXOrbOOkXx » Lun Oct 30, 2017 2:10 am

Habían pasado varias semanas desde el desastre en Ciudad de Paso, y todavía no podía quitármelo de la cabeza. A veces me arrepentía por haber huido y en otras ocasiones era completamente indiferente. Y no era solo eso. Había estado investigando sobre lo que me reveló Marjory, y no había encontrado nada por ahora.

Así que cuando me llegó la invitación para la boda estaba en un humor taciturno, y no me apetecía ir bajo ningún concepto. Luego vi los novios: Fátima y Malik.

No sé si me sorprendí o me confundí. Puede que ambas cosas a la vez. Apenas conocía a Malik, y a Fátima solamente de aquella vez en los jardines de Tierra de Partida, pero no llegamos a forjar un vínculo más fuerte. Estaba claro que si había sido invitado era por influencia directa de la mujer, pero aún así se me hacía rarísimo. Me sentí como un invitado parche.

Sea como fuere no podía hacerles el feo, y además una boda me sentaría bien para olvidarme de todo. En la Cité eran sinónimo de pasarse varios días de fiesta por todo lo alto, con mucho alcohol y peladillas. Por no hablar de los cantos de alboreá. No había nada mejor que un corrillo gitano tocando y bailando alrededor de una hoguera junto a mujeres preciosas.

Por supuesto aquello solo era en la etnia gitana, así que no tenía ni idea de cómo sería la boda de Fátima. Lo único que me imaginaba era que había que ir bien vestido y llevar un regalo.

Buenos días, Simbad.

Ragun era alguien que inspiraba respeto, y no solo por sus habilidades de combate. No le conocía del todo, pero había algo en su carácter que inspiraba fortaleza y dotes de líder. Así que cuando me citó para ir juntos a la boda no me pudo negar. O más bien no me quise negar, puesto que nadie más de Bastión Hueco parecía que iba a asistir.

Hasta donde yo sé, nadie más de Bastión Hueco va a venir, por tanto creo que podemos partir. ¿Todo listo?[/]

Miré mi humilde traje. Era gris oscuro con chaleco. Nada ostentoso desde luego, pero con mi pobre dote era lo único que podía alquilar. Sin embargo me sentía orgulloso de admitir que el regalo me lo había currado un poco más. Se trataba de una vajilla de cristal fino, aunque solo poseía cubiertos, platos y lujosas copas para dos. La había conseguido casi por casualidad en la Cité, gracias a un orfebre que se empeñó en devolverme el favor tras rescatarle de la hoguera. Y menos mal, porque si no tendría que habérselo pedido a Raphaël, y no me sentía cómodo debiéndole favores. En cuanto a Gédéon, me partiría la cara si me viera por allí.

Asentí. Ragun me devolvió el asentimiento e invocó un Portal de Oscuridad hacia el lugar de la boda.

—[b]Nunca he ido a una boda de éste estilo
—comenzó algo titubeante—. Los dioses de mi mundo de origen eran muy distintos a los de estos y les importaba más bien poco los pecados o la tradición. Lo único que querían eran sacrificios para darles más poder, así que las bodas de donde vengo se resumían en un contrato para compartir riquezas y ganancias o títulos nobiliarios.

No era muy distinto a los matrimonios de conveniencia de la nobleza parisina, pero desde luego sus deidades sí. Además de ser de lo más inquietantes. ¿De qué clase de mundo vendría?

»Venías de La Cité, ¿cierto? Cristianos, si mal no recuerdo. ¿Los invitados como Testigos tenemos que realizar algún tipo de ritual o similar?

Pues no estoy seguro —admití—. La verdad es que solo he estado en bodas gitanas y nunca me he llevado especialmente bien con… Bueno, con la cristiandad.

»Aunque me he traído esto. —Maniobrando un poco con el regalo conseguí sacar una bolsa de almendras caramelizadas—. [color=BF0000]En mi tierra es costumbre lanzárselas a los novios y subirlos a cuestas, aunque viendo a Malik no sé yo…[/color] —bromeé tendiéndole la bolsa—. [color=BF0000]Puedes coger unas cuantas si quieres.[/color]

»Pensándolo bien también es usual que los invitados se arranquen la camisa, que las bodas duren días enteros de fiesta y que haya mucha música. —Fruncí el ceño—. Así que vamos, no creo que la boda siga por esa línea y desde luego no veo a Fátima haciéndose la prueba del pañuelo.

Carraspeé, mirando de reojo a Ragun sin caer en que no habría entendido la mitad de las costumbres. Sea como fuere, nos esperaba un día agotador.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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"Evento Global" El principio del fin
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Denna » Lun Oct 30, 2017 2:12 am

Te has vuelto a quedar embobada.

Lo había hecho otra vez, sí. Aparté los ojos del vestido, de la suave tela azulada cuidadosamente arreglada y miré a mi hermana con una sonrisa.

Perdona. Ha quedado muy bonito. Gracias otra vez por prestármelo —murmuré mientras acariciaba la falda—. ¿Seguro que estarás bien? Puedo quedarme...

Jaelle suspiró.

Me las arreglaré, tranquila. Ve y diviértete.

No tardaré, te lo prometo. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.

¡Brujería! —canturreó Jaelle. Por primera vez en días, la broma le salió casi con naturalidad y las oscuras sombras debajo de sus ojos parecieron perder borrarse un poco.

Pero esperó, como siempre, con la esperanza de que aquél fuera el día, el momento en que me abriría a ella y se lo contaría todo. Volví la mirada al vestido para no tener que enfrentarme a su decepción. Era demasiado buena, y yo demasiado mala.

Nos vemos dentro de unas horas. Si maman despierta, dile que he ido a hacer recados. Y si le sube la fiebre, tienes más frascos verdes de esos en el carromato. Je t’aime.

* * *


El olor a mar me arrancó una sonrisa emocionada cuando bajé del glider. Las vistas al océano, el aire cargado de sal, de vida. Ese salto que me daba el corazón cada vez que descubría un mundo nuevo...

Corrí a retocarme el peinado y me abaniqué la cara, ahora roja por los nervios y la culpabilidad. Me alegraba demasiado de haber salido de La Cité. Pero no, hoy no era día de pensar en mí misma. Era la boda de Fátima y de Malik. Ya que se habían tomado la molestia de invitarme, no podía hacer menos que comportarme. Comportarme... y coger fuerzas para volver a París en cuanto todo acabara.

Respiré hondo. Tratando de recordar cómo se llegaba al sitio indicado, eché a andar. Concentrada como estaba, ni siquiera pensé en canturrear. Por suerte, Atlántica era un mundo sencillito, y yo —noté con una punzada de orgullo— todavía conservaba esa intuición que todo Portador debía tener a la hora de recorrer calles desconocidas. Todavía faltaba un rato para que cayera el Sol cuando divisé siluetas familiares.

«Y ahora... tranquila.»

Carraspeé.

Simbad, Ragun, ¡hola! —Con cuidado de que el regalo no se me cayera, les saludé con la mano—. Bonitos trajes. ¿Cómo estáis?

La voz me tembló en la última sílaba y creí que la alegría terminaba de apagárseme. ¿En qué estaría pensando? Hablando como si no pasara nada, como si todo fuera normal. Como si pudiera charlar con antiguos compañeros de Bastión Hueco, del que había decidido «tomarme unas vacaciones» prácticamente sin decirle nada a nadie. Bastión Hueco, del que Ragun era Maestro.

«Esto está mal. Yo estoy mal.»

Eh... ¿Alguna idea de dónde está Fátima? —pregunté, casi imploré—. Me gustaría verla antes de que empiece la ceremonia y... ¿creo que puedo hacerlo? Nunca he asistido a una boda como esta, y voy perdida...
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Suzume Mizuno » Mar Oct 31, 2017 12:29 am

Nerviosa, se reunió con Malik y lo saludó. Le costaba hablar, así que no dijo mucho excepto cogerle la mano y saludarlo con un beso. La entristecía pensar que sus amigos no vendrían por un motivo otro y sentía un pico de rencor contra ellos, pero se obligó a no juzgarlos. Cada uno tenía sus propios problemas. No era nadie para decir si debían ir o no a algo como su boda.

Entonces empezaron a llegar los Maestros y la ausencia de Ronin se sentía casi como una puñalada. Pero Fátima se limitó a agradecer su presencia, en especial a Nithael, que se había ofrecido a oficiar de sacerdote para la ceremonia.

No será la primera vez—dijo con una sonrisa de entusiasmo.

Fátima se quedó mirando a Clío, a quien Malik había ido a buscar. La muchacha se había maquillado para disimular sus rasgos y aun así estaba preciosa. Fátima se sintió violenta y culpable. Sin duda sería algo muy desagradable para ella, pero se había mostrado contenta con ir a la boda. Y ella quería creer que habría sido horrible por su parte dejarla fuera. Se saludaron con un gesto.

«Bueno, vamos allá.»

Abrió un Portal.

****


Fátima se adelantó sola hasta el lugar de encuentro, nerviosa y emocionada al mismo tiempo.

La boda se iba a celebrar en un sitio apartado, para que nadie pudiera verlos. Al fin y al cabo, Fátima quería que Lyn o Nithael pudieran acudir sin tener que cubrirse sus elementos menos «humanos» una vez su hermano se marchara —porque tenía que regresar al ejército— y, de todas formas en una iglesia se habría sentido impostora. Porque en el fondo no podía dejar de pensar en sus padres y lo que dirían si se enteraran. Suponía que en el futuro les hablaría de su maravillosa esposa para que estuvieran más tranquilos. Tenía su gracia intentar imaginar a Malik como una mujer.

Había elegido una cala cerca del mar, rodeada de rocas. Con la caída del sol, se estaría lo suficiente bien con la brisa marina y podrían organizar una pequeña comida sin demasiados problemas. Cuando llegó, encontró que su hermano ya había llevado unas pocas mesas y estaba distribuyendo platos y algo de comida.

Fátima se quedó plantada un momento, incapaz de respirar y con el corazón en un puño. ¿Cuántos años habían sido? Vaan había crecido… bastante. Se había dejado el pelo largo y también ahora tenía los rasgos menos infantiles. Casi le costó reconocerlo.

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Sintió un repentino frío y se preguntó si él la reconocería. Una cosa era aprobar cómo era ella mientras era pequeña, pero ahora… Se llevó una mano a la boca, con tal ansiedad que se le quedó pastosa. ¿Qué diría cuando se diera la vuelta y…?

Vaan se giró y se quedó mirándola. Los pies de Fátima echaron raíces en el suelo y tuvo la sensación de que se convertiría en hielo ahí mismo. Pocas veces había sentido unas ganas tan horribles de salir corriendo.

Entonces Vaan sonrió y abrió los brazos.

¡Hermanita!

Fátima respiró hondo y luego salió disparada contra él, como llevaba haciendo desde que era pequeña. Casi lo tumbó con su placaje, pero Vaan también se había vuelto más fuerte con el tiempo y se las apañó para hincar los talones en la arena y resistir. Luego la abrazó tan fuerte que la dejó sin aliento.

Estás preciosa.

Fátima cerró los ojos, con un gemido de felicidad, y no le importó que el maquillaje se le corriera por culpa de las lágrimas.

****


Se dio cuenta de que Malik se había puesto tenso y la propia Fátima notó cómo se le retorcían los intestinos. Se le pasó por la cabeza, una vez más, ir corriendo al baño. Pero apretó los labios y se obligó a perseverar. Había cosas demasiado bonitas como para perderlas por culpa de su cobardía.

Pero estaba sudando mucho y le latía tan fuerte el corazón que casi tenía la impresión de estar enfrentándose de nuevo a un Coloso. Una parte de ella creía que si Malik la miraba aunque fuera un poco mal, caería allí mismo redonda.

La otra quería darse bofetadas por estúpida. Si podía vencer en una maldita batalla contra interminables Sincorazón, por Dios que podía pedirle matrimonio al hombre que más amaba del mundo.

Apretó los puños, respiró hondo y sonrió de lado.

Siento haberte hecho venir. Es que… es que últimamente no hablamos mucho y… quería hacerte una pregunta.—Se miró las manos. Maldita sea, por lo menos debería haber comprado un anillo—. Sé que me quieres y yo… Bueno, ya lo sabes también. Pero ahora, tal y como estamos, aunque soy todo lo feliz que podemos ser en estas circunstancias… Quiero algo… Algo un poco más…

Fátima miró hacia el cielo y resopló. ¿Por qué se le daban tan mal estas cosas? ¿Por qué no podía tener un poco más de confianza? ¿Por qué siempre debía ser Malik el que tuviera paciencia, el que fuera adulto y lo aceptara todo y cargara con el peso de la relación?

Le cogió una mano. Una mano grande, fuerte y áspera, pero calida y amable. Se obligó a mirarle a los ojos a la vez que apretaba con sus propios dedos.

Malik eh… No quiero que pienses que es solo por miedo lo que te voy a pedir. Porque en parte sí. Tengo miedo. Muchísimo. Puede que un día yo no vuelva. O quizás no lo hagas tú. Y no sé si habría sido capaz de decírtelo si no fuera por esto. Pero es porque te quiero y de verdad no quiero correr el riesgo de arrepentirme, de saber que debería habértelo pedido hace mucho y no… Mierda, ya estoy otra vez.—Soltó una risa nerviosa, respiró de nuevo y soltó con temblorosa, pero fuerte—: ¿Te gustaría casarte conmigo?

****


Clío encontró a los invitados de Bastión Hueco, y el aprendiz de Fátima, en el lugar acordado y carraspeó para llamarles la atención.

Muchas gracias por venir. Fátima me ha pedido que os acompañe hasta el lugar de la boda. Venís muy bien todos—añadió, guiñándoles un ojo—. Me llamo Clío. Soy… familiar de Fátima. Es un placer conoceros—se presentó a Simbad y Celeste, poco dispuesta a ponerse a explicar su extraña relación. Les ofreció mano para un apretón—. El hermano de Fátima está con ella y no tiene ni idea de los Caballeros, así que intentad no ser muy descarados cuando ande cerca. No tardará demasiado en irse, de todas formas.

Su expresión era alegre, pero por dentro le dolía el pecho. No pensaba acercarse a Vaan, a aquel chico al que había visto por primera vez ahora pero por el que sentía una lealtad y un amor para el que la habían programado, porque entonces el dolor la superaría. Ella no era su hermana. Ni siquiera sabía que existía.

Pero al menos tenía la oportunidad de verlo.

¿Habéis llegado sin problemas? ¿Puedo ayudaros con algo?—preguntó mientras dejaban atrás la ciudad y seguían la playa.

No tardarían nada en llegar a donde se celebraba la boda.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Tanis » Mar Oct 31, 2017 12:35 am

Cuando vio que Fátima por fin llegaba y se acercaba a ellos se levantó del banco de piedra y se adelantó unos pasos para saludarla. Le bastó medio vistazo para saber que estaba igual o más nerviosa que él y sintió ganas de tranquilizarla. Claro que sería difícil si él mismo no se tranquilizaba, así que cogió su mano, apretó sus dedos con cariño y la besó en silencio. Por su gesto también se dio cuenta de que estaba algo triste y supuso que era porque sus amigos no iban a venir, fueran los motivos que fueran.

A esas alturas a Malik tampoco le quedaba mucho, sus mayores amistades habían sido siempre los maestros…

«Pero él no va a estar».

Que Ronin no fuera a aparecer, pensar en su destino, le hacía querer chillar y desgarrarse, incluso ahora, incluso el día de su boda. La presencia de Lyn le tranquilizó un poco con respecto a eso. Aun que Ronin hubiera sido el maestro con el que mayor afinidad había sentido, Lyn no dejaba de ser su propia maestra y después de todos esos años, era como una figura sempiterna en la que siempre podía refugiarse. La saludó con una débil sonrisa y un gesto de cabeza. Nithael, quien iba a oficiar la ceremonia como sacerdote, había llegado junto a Lyn y Nanashi. A Malik no dejaba de impresionarle un poco que su boda la fuera a oficiar un ángel. Era casi como una de esas historias de los grandes Cuentos de la Esposa.

Malik suspiró, mirando al grupo.

«Quizá algún día escriba un cuento para añadirlo al libro».

Era la hora.

Junto a él, Fátima abrió un portal rumbo a Atlántica.

****


Cuando llegaron al mundo, Fátima se adelantó sola rumbo al lugar donde se casarían. Según habían acordado, era una cala oculta entere rocas, con una playa pequeña desde la que se podría ver el atardecer. En aquel lugar apartado Lyn y Nithael podrían estar a salvo de curiosos indiscretos, aunque no estaba seguro de cómo encajaba el hermano de Fátima en la ecuación.

En silencio, Malik observó la marcha de Fátima hacia la cala y carraspeó con la mochila al hombro. Tenía que colocarse el traje completo e iba a necesitar ayuda, y tenía que buscar un lugar cercano donde vestirse así que miró con ojos suplicantes a Nithael, que con expresión suave accedió a ayudarle. Si hubieran estado en Agrabah la preparación y celebración habría sido muy distinta, pero obviamente no podían amoldarse a sus tradiciones. Con unos pocos invitados y testigos bastaba. Si Dios estaba ahí arriba, o entre ellos, con eso bastaba.

Cuando Nithael le cerró el cuello del traje y se sintió por completo vestido, Malik mantuvo la espalda recta y le temblaron un poco las piernas. Salió del cuarto alquilado, y a la calle tras el ángel, cuyo hechizo de ilusión ocultaba sus alas a los inocentes. Lyn, al verlo, sonrió satisfecha y Nanashi asintió con aprobación. Malik se había recogido el pelo y la larga coleta descansaba a su espalda, mecida levemente por la brisa que venía del mar.

Deberíamos ir yendo, los invitados llegarán pronto también —comentó Nithael.

Cierto —asintió Nanashi.

Malik cabeceó también y tragó saliva, encaminándose junto con las maestras y el ángel hacia la cala. Por unos minutos se había olvidado de los nervios, pero habían regresado y le atenazaban el estómago.

****


Era difícil no darse cuenta de lo que Fátima estaba intentando decir y por qué le costaba tanto. Malik estaba seguro de que a él también le costaría mucho…

«Dios mío… ».

Siento haberte hecho venir. Es que… es que últimamente no hablamos mucho y… quería hacerte una pregunta.—Malik se quedó callado, sin soltar ningún chascarrillo oportuno o inoportuno, más que nada porque se le había pegado la lengua al paladar—. Sé que me quieres y yo… Bueno, ya lo sabes también. Pero ahora, tal y como estamos, aunque soy todo lo feliz que podemos ser en estas circunstancias… Quiero algo… Algo un poco más…

¿Un poco más…? —murmuró con un hilo de voz, asustado y nervioso, esperanzado y… emocionado al mismo tiempo, todo revuelto y a la vez.

Cuando cogió su mano le pareció aún más pequeña, blanca y suave en comparación a la suya, a pesar de que Fátima tenía más callos que él de coger la llave-espada. Al mirarlas se dio cuenta de que habían crecido un poco juntas, así cogidas, después de un camino demasiado largo para cualquiera.

Malik eh… No quiero que pienses que es solo por miedo lo que te voy a pedir. Porque en parte sí. Tengo miedo. Muchísimo. Puede que un día yo no vuelva. O quizás no lo hagas tú. Y no sé si habría sido capaz de decírtelo si no fuera por esto. Pero es porque te quiero y de verdad no quiero correr el riesgo de arrepentirme, de saber que debería habértelo pedido hace mucho y no… Mierda, ya estoy otra vez.

Sin querer sonrió y sacudió débilmente la cabeza, como si así le dijera que él habría sido peor. Se dio cuenta de que era el perfecto círculo cerrado que él había empezado aquella tarde bajo la lluvia de Villa Crepúsculo y que ella había cerrado, o estaba cerrando, ese día en Tierra de Partida. Eso era, allí estaban, después de todo, después de tanto, juntos contra las adversidades.

¿Te gustaría casarte conmigo?

Cuando hizo la pregunta, Malik inspiró hondo, se soltó de la mano de ella y acortando el paso que les separaba la cogió en volandas y la besó, igual que lo había hecho la primera vez, cuando confesó que le daba igual todo y que la quería. De repente en sus oídos volvió a resonar la música, los violines de una orquesta que en la vida real no tocaba jamás. Cuando se separó y la soltó, dejándola despacio y suavemente en el suelo, se inclinó un poco, besó su mano con una sonrisa radiante y respondió:

Más que nada en todos los mundos.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Sombra » Mar Oct 31, 2017 12:59 am

Pues no estoy seguro. La verdad es que solo he estado en bodas gitanas y nunca me he llevado especialmente bien con… Bueno, con la cristiandad. —se explicó Simbad.

Gitanos, conocía aquella raza más que de sobras ya que Andrei Saavedra pertenecía a ella, aunque nunca había pensado que tuviesen sus propias costumbres, había dado por hecho que toda la gente de La cité tenían las mismas costumbres y que los gitanos simplemente eran simplemente personas odiadas por temas raciales. Tonterías de humanos idiotas que odiaban por odiar.

Aunque me he traído esto. —Simbad rebuscó entre sus cosas y sacó un paquete lleno de lo que parecían ser frutos secos, o algo así—. [color=BF0000]En mi tierra es costumbre lanzárselas a los novios y subirlos a cuestas, aunque viendo a Malik no sé yo…[/color] —bromeé tendiéndole la bolsa

Yo tampoco quiero acabar con dolor de espalda. Malik es bastante grande —reí.

—[color=BF0000]Puedes coger unas cuantas si quieres.[/color]

¡Oh! Gracias —dije mientras cogía unas cuantas. Materialicé un recipiente de cristal que solía llevar (nunca se sabía cuando podía necesitarse) y las introduje en el interior del bote, tras aquello lo hice desaparecer con un gesto.

Pensándolo bien también es usual que los invitados se arranquen la camisa, que las bodas duren días enteros de fiesta y que haya mucha música. —Explicaba—. Así que vamos, no creo que la boda siga por esa línea y desde luego no veo a Fátima haciéndose la prueba del pañuelo.

No me suena de nada esa prueba y no sé si quiero saber de qué se trata, aunque parece divertido. —Imaginé, erróneamente que la prueba era algún tipo de juego en el que se vendaba a la novia con un pañuelo y que tenía que hacer alguna cosa en particular.

Divertido, sin duda…

En aquel momento no pude evitar pensar que a día de hoy, sería imposible para nosotros tener varios días de fiestas. Ronin acababa de morir como quien decía y se había perdido todo un mundo. Los ánimos estaban bajos por lo general y aunque intentábamos ser fuertes y sobreponernos (sobre todo en un día como este) en el fondo todos estábamos de luto… Y no podía quitarme la mirada de reproche de Ryota y las duras palabras de Nanashi. Me sentía muy estúpido. Además… Estaba el asunto de Light, últimamente no hablaba con nadie. ¿Vendría también?

El túnel de oscuridad abrió paso a un destello de luz que nos cegó por un instante y pocos instantes después me llegó el olor del mar y el sonido de las olas.

Nos encontrábamos en un callejón solitario en un pueblecito portuario (cosa que deduje por la cantidad de redes y cajas con restos de conchas y la sequedad de la madera que tenían por culpa de la sal, seguramente. No pude evitar preguntarme si aquel lugar sería el pueblo natal de Fátima.

Salimos del callejón. Si mal no recordaba, las instrucciones que venían en la carta nos deberían llevar a una cala oculta donde se iba a celebrar el acto nupcial.

Simbad, Ragun, ¡hola! —saludó alguien al final de la calle—. Bonitos trajes. ¿Cómo estáis?

Vaya, hola Celeste. Muy bien todo, estábamos yendo hacia la boda de Fátima. No sabía que la conocieses. —Deduje que ella iría también por su atuendo—. Tu estás deslumbrante. —Desde luego, el azul le quedaba fabuloso.

No hice preguntas sobre dónde había estado los últimos días puesto que entre la mudanza a Tierra de Partida y todo el asunto de los superviventes de Ciudad de Paso ni siquiera yo sabía dónde andaba mi propio aprendiz; Bitron. Seguro que estaba metiéndose en líos. ¿Ser padre sería parecido a tener aprendices? Porque desde luego, sentía que eran similares.
Eh… ¿Alguna idea de dónde está Fátima? —preguntó nerviosa Celeste momentos después—. Me gustaría verla antes de que empiece la ceremonia y… ¿creo que puedo hacerlo? Nunca he asistido a una boda como esta, y voy perdida…

Intercambié una mirada de urgencia con Simbad esperando que tuviese más idea que yo. Ahora que lo pensaba, sabía a medias donde sería la boda, pero no como llegar ni donde estaban los novios.

Medité pensativo, pero finalmente me di por vencido.

A mí lo único que se me ocurre es buscar la cala. Tal vez allí encontremos a alguien que lo sepa… O incluso puede que estén allí ya, ¿no? —dudé mirando a los dos con urgencia y después a mi reloj.

Saqué la invitación de uno de un bolsillo interior de la chaqueta del traje y la releí para buscar la dirección.

Vale… La cala debería estar…— Según las instrucciones, era una cala bien escondida entre las rocas… No podía estar demasiado lejos, el problema era… ¿Dónde estaba?

Genial, no sabía llegar a la cala.

Por fortuna, alguien con mucha más idea que yo apareció. Por un segundo estuve a punto de llamarla Fátima por pura inercia, pero no tardé en darme cuenta de que aquella mujer no era la Maestra, sino su copia virtual Clío.

Es un placer volver a verte, te veo bien —sonreí. No tenía demasiado confianza con la chica (de hecho, quitando el Reaper´s Game y el día en el que nos enfrentamos a Datastream pocas veces más la había visto), pero había un buen ambiente en general y no perdía nada por ser amistoso.

Muchas gracias por venir. Fátima me ha pedido que os acompañe hasta el lugar de la boda. Venís muy bien todos—Nos guiñó un ojo de manera cómplice—. Me llamo Clío. Soy… familiar de Fátima. Es un placer conoceros—nos fue tendiendo la mano a todos, acepté estrechársela con mucho gusto—. El hermano de Fátima está con ella y no tiene ni idea de los Caballeros, así que intentad no ser muy descarados cuando ande cerca. No tardará demasiado en irse, de todas formas.

Me extrañó que se presentase como una familiar de Fátima, ¿realmente podía considerarse eso? Tal vez fuese más fácil para explicar el parecido de ambas.

¿Habéis llegado sin problemas? ¿Puedo ayudaros con algo?—Se preocupó mientras la seguíamos hacia el exterior de la ciudad y hacia la playa.

Bueno… Yo más bien tengo una pregunta, tengo entendido que hay un ritual en las bodas que tiene que ver con anillos y… —saqué una pequeña caja envuelta en papel de regalo violeta—. Desconozco si ha sido buena idea comprar anillos, pero no sabía qué elegir. ¿Debería darles el regalo antes de que empiecen?
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor xXOrbOOkXx » Mar Oct 31, 2017 1:28 am

No me suena de nada esa prueba y no sé si quiero saber de qué se trata, aunque parece divertido.

Reí por lo bajo. Ragun había demostrado ser una persona feroz, pero su buen humor era contagioso. Aunque también era cierto que el ambiente era raro, denso. Sin duda era por la caída de Ciudad de Paso y el fallecimiento de Ronin. Me mordí el interior de la mejilla. Me pasaba igual que con Kazuki: no le había conocido en absoluto, y aquella indiferencia era la que más culpable me hacía sentir.

Compuse una sonrisa algo forzada y atravesamos el portal. Todavía se me hacía rara la sensación, pero abstuve mis emociones. Lo último que pretendía era añadir más quejas a ya de por sí la delicada situación.

La luz nos dio la bienvenida. En seguida la sal me inundó las fosas nasales. Nos encontrábamos en un callejón de lo que me pareció un pueblo pesquero, no solo por el sonido de las olas, sino por el rumor de los comerciantes unas calles más allá. Respiré hondo. La nostalgia me invadió. Recordaba Cabo Blanco como una de mis mejores experiencias y una de las ciudades más bellas que había tenido el honor de presenciar.

En seguida salimos del callejón, y me alegré comprobar que no me había equivocado. Era un pueblecito magnífico, digno de una canción. Me dieron ganas de materializar el laúd.

Simbad, Ragun, ¡hola! —Me giré de golpe ante aquella voz—. . Bonitos trajes. ¿Cómo estáis?

Parpadeé. Volví a parpadear. ¿Celeste?

Vaya, hola Celeste. Muy bien todo, estábamos yendo hacia la boda de Fátima. No sabía que la conocieses —comentó Ragun—. Tú estás deslumbrante.

No podía reaccionar todavía. Era ella. No había querido hacerme ilusiones, pero allí estaba, como un espejismo. En algún sitio, en alguna parte recóndita de mi cabeza estaba convencido de que no volvería a verla. No desde aquella última y primera aventura que pasamos juntos. Noté como una sonrisa vaga se expandía por mi rostro, al igual que una mezcla de alivio y esperanza.

Estamos bien —respondí al final. Creo que le hubiera cogido de las manos si no las tuviera ocupadas por el regalo—. Qu’est-ce que c’est bon de te voir.

No le pregunté nada acerca de su actual paradero. Me valía con que siguiese viva y todo el mundo debía tener sus propios secretos.

Mi mirada se dirigió hacia su acompañante. Era un hombre fuerte, alto y con apariencia ruda. La desconfianza afloró un momento en mi pecho, pero me tranquilicé pensando que sería un nuevo Aprendiz. Al igual que Ragun, me presenté de forma escueta, aunque sin poder evitar echarle alguna que otra mirada de reojo.

Eh… ¿Alguna idea de dónde está Fátima? —intervino Celeste con aprehensión —. Me gustaría verla antes de que empiece la ceremonia y… ¿creo que puedo hacerlo? Nunca he asistido a una boda como esta, y voy perdida…

Creo que Ragun pensó lo mismo que yo, porque ninguno de los dos parecía haber caído en que no teníamos ni puñetera idea de cómo llegar. Me golpeé mentalmente. En las invitaciones había un arcaico mapa en el que indicaba el lugar de la cala, pero no servía de nada si no teníamos idea de donde estábamos nosotros. Era más complicado moverse en un mundo que entre ellos. Qué irónico.

A mí lo único que se me ocurre es buscar la cala. Tal vez allí encontremos a alguien que lo sepa… O incluso puede que estén allí ya, ¿no? —sugirió Ragun. La sugerencia me tranquilizó un tanto, pero el nerviosismo seguía estando presente.

Vale… La cala debería estar… —Me asomé por el hombro de Ragun tratando de mirar el mapa. La había tratado de buscar en mi chaqueta, pero había llegado a la conclusión de que la había dejado en Bastión Hueco o la había perdido. A veces odiaba ser tan despistado.

Estaba a punto de sugerir que igual lo mejor era separarnos y tomar direcciones distintas en la orilla, pero por suerte alguien apareció. Portaba un sencillo vestido, y se movía con agilidad felina. La confundí con Fátima, pero en seguida salí de mi error.

Muchas gracias por venir. Fátima me ha pedido que os acompañe hasta el lugar de la boda. Venís muy bien todos —Nos guiñó un ojo, juguetona—. Me llamo Clío. Soy… familiar de Fátima. Es un placer conoceros

Claro, Clío. El clon de Fátima. La propia mujer me había hablado de ella y yo mismo me había cruzado con la muchacha, aunque en contadas ocasiones. Le estreché la mano con firmeza. Se había disimulado un poco los rasgos, pero el parecido era innegable.


»El hermano de Fátima está con ella y no tiene ni idea de los Caballeros, así que intentad no ser muy descarados cuando ande cerca. No tardará demasiado en irse, de todas formas.

Por eso se había presentado como una familiar. Explicar la historia entera sería complicado, y seguro que despertaría viejos recuerdos muy dolorosos para ambas.

Por otro lado me extrañó que un hermano asistiera a la boda. Fátima había dejado claro que no se llevaba especialmente bien con su familia, aunque no descartaba que pudieran haber excepciones. No lo niego, tenía mucha curiosidad por conocerle.

En el momento en el que caminamos tranquilamente por la playa y guiados por Clío, todos mis nervios se evaporaron. Me descubrí sonriendo varias veces.

Entonces… —me dirigiría a Celeste—. ¿Te va bien?

¿Habéis llegado sin problemas? ¿Puedo ayudaros con algo? —ofreció Clío.

Bueno… Yo más bien tengo una pregunta, tengo entendido que hay un ritual en las bodas que tiene que ver con anillos y… Desconozco si ha sido buena idea comprar anillos, pero no sabía qué elegir. ¿Debería darles el regalo antes de que empiecen?

El intercambio de los anillos, claro. Ragun había estado muy acertado, pero probablemente ya tendrían sus propias sortijas. Chasqueé la lengua. Podría haberles llevado una tarta de bodas y un cuchillo a juego, aunque era un poco tarde. Aunque… un momento. ¡Podía hacerlo!

¡Tengo que irme! —saltaría de pronto—. La cala está hacia esa dirección, ¿verdad? ¡Estupendo! ¡Llegaré un poco más tarde, pero llegaré, os lo prometo!

Y me fui corriendo. Tal cual.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Denna » Mar Oct 31, 2017 1:31 am

Sí, somos amigas. Con Malik sólo coincidí una vez en una misión, pero me alegra que pensaran en mí —expliqué, algo ruborizada—. G-gracias.

Me volví hacia Simbad. No sabía que también fuera amigo de ellos —en el caso de Ragun no me extrañaba, era veterano y Maestro—, y no estaba preparada para encontrarme con alguien de París tan lejos de casa. Justo en esa situación. Una parte de mí le echaba un poco en cara que dejara nuestro mundo a su suerte, pero otra me culpaba a mí por haberme alejado de la Orden.

Compuse una sonrisa. En el fondo, sin importar cuánto me arrepintiera o no de mis decisiones y las de los demás, me alegraba mucho de verle. Había echado de menos a demasiada gente.

Pareil pour moi, mon ami. Tu as l’air en forme.

Tras el breve intercambio de presentaciones, surgió la duda de cómo llegar a la cala. Ragun sacó el mapa de su invitación y me puse de puntillas para ver por encima de su hombro junto con Simbad. Justo entonces apareció Fátima —o ¿su hermana gemela?— para sacarnos del apuro.

Muchas gracias por venir. Fátima me ha pedido que os acompañe hasta el lugar de la boda. Venís muy bien todos. Me llamo Clío —se presentó la chica—. Soy… familiar de Fátima. Es un placer conoceros.

Celeste. Encantada, Clío —murmuré, mirando de reojo a mis compañeros.

El hermano de Fátima está con ella y no tiene ni idea de los Caballeros, así que intentad no ser muy descarados cuando ande cerca. No tardará demasiado en irse, de todas formas.

Enarqué las cejas a modo de interrogación, pero no me atreví a preguntar. ¿El hermano de Fátima...? ¿Por qué no se quedaría a la ceremonia? No sería hasta más tarde, cuando viera que Lyn o Nithael iban a estar presentes, cuando creería comprenderlo. Hasta entonces, me negué a darle muchas vueltas. Las relaciones entre hermanos podían ser... complicadas cuanto menos.

Entonces… ¿Te va bien? —preguntó Simbad entonces, sacándome de mis pensamientos.

Aparté los ojos de Clío y me encogí de hombros.

Ya sabes... Mucho jaleo en París —contesté, evasiva, bajando la voz para no molestarla a ella ni a Ragun, que conversaban en ese momento—. La gente sigue como loca por lo de Frollo y... y la situación es complicada en casa. ¿Tú qué tal? ¿Algo interesante por Bastión Hueco?

En cuanto contestó, abrí la boca para preguntarle a Clío por Fátima, pero Simbad se me adelantó. Con un estallido de euforia, exclamó una excusa incomprensible y salió corriendo en dirección contraria a la cala.

Petrificada, miré a Ragun, preguntándome si sabría qué se proponía. Y entonces, siguiendo un impulso totalmente repentino, decidí seguirle:

¡Id pasando sin nosotros! ¡Voy a asegurarme de que... de que no pasa nada, para variar!

* * *


¿Una tarta? ¿Ahora?

Había alcanzado a Simbad al final de la calle, y menos mal. Le obligué a detenerse para que me recuperara de la carrera y me contara qué pretendía. Pero, por una vez, la idea era incluso buena, para tratarse de nosotros.

Miré en dirección a la cala y luego al chico. No podía faltar mucho para que la boda empezara.

Está bien, te ayudaré —dije, quizás demasiado emocionada—. Busquemos una pastelería, con suerte van a tener una tarta bonita hecha y... ¿Llevas mucho dinero? Quizás haya que sobornar a alguien para tenerla pronto.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Suzume Mizuno » Mié Nov 01, 2017 12:29 am

Bueno… Yo más bien tengo una pregunta, tengo entendido que hay un ritual en las bodas que tiene que ver con anillos y… Desconozco si ha sido buena idea comprar anillos, pero no sabía qué elegir. ¿Debería darles el regalo antes de que empiecen?

Clío pareció divertida.

Los anillos normalmente son reliquias o compra de los novios, pero seguro que lo agradecerán. Es un gesto encantador. Dáselos antes de que empiece la ceremonia.

Clío no impidió que los dos Caballeros salieran escopetados, aunque se quedó mirándolos con las cejas arqueadas.

Pues… ¿seguimos? ¿Puedo ver los anillos?

****


Fátima estaba ayudando a poner los platos mientras Vaan miraba al grupo de Maestros con sorpresa. Desde luego eran variopintos, ahora que los miraba con ojos de un extraño, pero Vaan jamás lo comentaría en voz alta y se presentó animadamente a todos. Luego le estrechó la mano a Malik.

Tú tienes que ser Malik. En sus escasas cartas—Fátima se sonrojó e hizo como que no notaba el tonito de su hermano—me ha hablado bastante… de vosotros.—Su sonrisa dejó claro que lo sabía todo.

Entonces Clío llegó con… Ragun. A Fátima se le cayó el alma a los pies, pero esta se apresuró a susurrarle al oído que Simbad y Celeste habían desaparecido por algún motivo.

Creo que han ido a buscar algo de regalo o para la boda.

Fátima se relajó, le dio un apretón de agradecimiento en el brazo, y fue a saludar a Ragun.

Muchas gracias por venir. Qué guapo—añadió al ver su atuendo, con una sonrisa—. ¿Hay algo que quieras comer en particular? Vamos a esperar a que regresen Simbad y Celeste y luego iré a cambiarme.

****



Siempre la sorprendía cuando Malik la levantaba en volandas, como si no pesara nada. Esa vez, en cambio, consiguió hacerla sentir ligera y como si fuera a echar a volar. En especial cuando la besó, dejándola sin aliento. Se aferró a su cuello y correspondió, con los ojos húmedos y respirando fuerte de la emoción.

Más que nada en todos los mundos.

Una parte de ella siempre había sabido cuál sería la respuesta pero otra, más tonta, menos confiada y temerosa, fue barrida. Esta vez, esperaba, para siempre. De puntillas, Fátima hundió los dedos en la melena de Malik, le acarició la cara con la mano libre y lo besó de nuevo.

Te quiero tanto.

Casi dolía lo feliz que se sentía en ese momento. Lo abrazó y reposó la mejilla contra su pecho. Ni siquiera le dio vergüenza echarse a llorar. Pocas veces le habían sabido tan dulces las lágrimas.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Tanis » Mié Nov 01, 2017 1:17 am

Debería haber venido en pijama —rezongó Malik.

A su lado Nithael sonrió entre dientes.

No digas tonterías—gruñó Lyn, que caminaba junto a Nanashi un poco por delante del ángel y el aprendiz.

Malik no replicó porque no quería que su maestra le diera un puñetazo y porque le costaba un poco avanzar. El traje no le apretaba, pero no le permitía levantar mucho los brazos o dar zancadas muy largas así que andaba despacio. Además estaba nervioso, a pesar de que Nithael traba de tranquilizarle. No había nada por lo que estar nervioso nada que temer, le había dicho. Él propio ángel oficiaría la ceremonia, así que…

«Pero aún así no puedo evitarlo.»

Cuando llegaron a la playa le reconfortó el tacto de la arena bajo la suela fina de las sandalias. A pesar de mancharse un poco los pies de arena fue como… sentirse en casa. Casi deseó el quitarse el calzado y andar tal cual por la playa, incluso mojarse los pies y el borde de la ropa, pero tenía que guardar las formas. Saludó a Fátima besando su mano, era tradición que el día de la boda el primer beso como tal fuera tras los votos. Luego dejó que continuara colocando platos mientras él saludaba a Vaan, su futuro cuñado.

Tú tienes que ser Malik. En sus escasas cartas—Le estrechó la mano y sonrió. Había captado su tono perfectamente—me ha hablado bastante… de vosotros.

Miró a Fátima de reojo y sonrió, soltando la mano de Vaan.

Podría decir lo mismo, me ha hablado mucho de ti.

Se alegraba de conocerlo en persona por fin. Vaan tenía mucho de Fátima en el rostro, unos rasgos que le eran familiares, aunque más adultos, menos suaves.

Malik ayudó a colocar lo poco que faltase, sin poder moverse mucho por culpa de la ropa. Para cuando llegaron Clío y Ragun, sin rastro de Celeste o Simbad, él ya se había quitado las sandalias y caminaba descalzo por la arena tan feliz que los nervios se le habían ido. Supuso desde el primer instante que los invitados que faltaban habían ido a hacer algo de última hora, ya que Clío no se los hubiera dejado en Tierra de Partida. Mucho más tranquilo y calmado, se acercó a Ragun tras Fátima y le estrechó la mano buena. No eran los mejores amigos, pero después de tanto tiempo y por todo lo que habían pasado, Malik sí que le consideraba un amigo.

Me alegro de verte —dijo, sincero.

Muchas gracias por venir. Qué guapo—Era verdad, Ragun iba hecho un pincel—. ¿Hay algo que quieras comer en particular? Vamos a esperar a que regresen Simbad y Celeste y luego iré a cambiarme.

Sí, ella ha sido lista, no como yo.

Hizo ademán de estirar los brazos pero se quedó parado, como si fuera de madera porque no podía elevarlos más allá del pecho. Más que ridículo se sentía gracioso. Se apartó lentamente de ambos y continuó su renqueante paso por la cala, intentando ayudar en algo más. Terminó otra vez junto a Lyn y Nanashi, que conversaban cerca de la línea del agua. Lyn le miró y compuso un gesto ufano. Nanashi sacó un pañuelo de los entrepliegues de su vestido y le secó el sudor al aprendiz. Malik tuvo que agacharse un poco, casi inconscientemente.

Gracias —murmuró.

Nanashi meneó la cabeza y esbozó una muy débil sonrisa.

Ya no te veo tan nervioso —comentó Lyn.

Malik le enseñó los pies llenos de arenas y volvió a esconderlos bajo el borde de la túnica. Su maestra resopló y le dio un amistoso puñetazo muy flojo en el hombro. Aun así a Malik le rebotó el dolor y compuso una mueca.

No seas quejica.

Malik sonrió. Tras la desaparición de Ronin su maestra se había vuelto mucho más dura y ruda de lo que nunca había sido, pero parecía que se día, probablemente debido a que era especial, su carácter había vuelto a como era antes. Nanashi también parecía mucho más suave, incluso si eso era algo posible. Malik miró al mar, pensativo y silencioso, y deseó que Ronin pudiera estar allí. Aunque no hubiese sido su maestro per se, había sido una de las personas con las que más afinidad había sentido, además de Fátima y Lyn.

«Estés donde estés, maestro, espero que puedas vernos.»

Pensó también en todos los amigos que habían muerto o desaparecido por el camino, en cómo ninguno iba a regresar y por un segundo sintió una honda tristeza, la pena mordiéndole la carne. A lo lejos, en el horizonte, el sol ya empezaba a ponerse y la luz naranja del atardecer le recordó a la luz de Villa Crepúsculo, el mundo donde Fátima y él se habían besado la primera vez.

Sí, era un buen paralelismo.

* * *


Creo que podemos empezar, ¿podéis reuniros todos aquí, por favor?

La voz de Nithael le llegó lejana. Fue la mano de Lyn en su brazo quien le hizo darse cuenta de que estaba todo preparado. Celeste y Simbad habían llegado y no faltaba nadie más. De nuevo y de repente nervioso, Malik inspiró hondo y avanzó hacia el lugar que el ángel le había designado para que pudiera iniciar la ceremonia.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Sombra » Mié Nov 01, 2017 1:24 am

Los anillos normalmente son reliquias o compra de los novios, pero seguro que lo agradecerán. Es un gesto encantador. Dáselos antes de que empiece la ceremonia.

—Supongo que es lo mejor, sí —suspiré decepcionado. Seguramente iba a quedar en ridículo.

¡Tengo que irme! —dijo de golpe Simbad haciendo que los tres lo mirásemos extrañado—. La cala está hacia esa dirección, ¿verdad? ¡Estupendo! ¡Llegaré un poco más tarde, pero llegaré, os lo prometo!

Celeste no tardó en reaccionar poco después en cuanto el aprendiz de Bastión Hueco echó a correr.

¡Id pasando sin nosotros! ¡Voy a asegurarme de que… de que no pasa nada, para variar!

Hubo unos instantes de silencio incómodo. Clío se giró hacia mí.

Pues… ¿seguimos? ¿Puedo ver los anillos?

Asentí con la cabeza refiriéndome a seguir rumbo a la cala.

No puedo abrir la caja, está envuelta en papel de regalo —negué mostrando la pequeña caja envuelta—. Pero te aseguro que son muy bonitos.

***


Llegamos a la cala, donde la mayoría de invitados habían llegado ya. Pude ver a Nanashi, Lyn, a un hombre desconocido (que supuse que se trataba del hermano de Fátima) y Nithael. Por supuesto, la pareja también estaba presente. Clío y yo nos acercamos a ambos.

—Me alegro de verte —saludó Malik estrechándome la mano.

Me has quitado las palabras de la boca Malik —sonreí.

Muchas gracias por venir. Qué guapo—Halagó la Maestra de Tierra de Partida, ante lo cual solté una risa nerviosa, avergonzado por escuchar aquello—. ¿Hay algo que quieras comer en particular? Vamos a esperar a que regresen Simbad y Celeste y luego iré a cambiarme.

—Sí, ella ha sido lista, no como yo.

Solté una carcajada.

Y como yo, de haberlo sabido me habría cambiado aquí. —Los zapatos se me hundían en la arena y aquello no era muy buena señal. Solo esperaba que no se me metiese arena por dentro, sabía de sobra lo incómodo que resultaba—. Miraré que hay para comer entonces —acepté la sugerencia de Fátima.

»Por cierto, antes de que me olvide.

Saqué la cajita, cuidadosamente envuelta en papel de regalo y se la tendí a la mujer.

Son un par de anillos. Había escuchado que la gente llevaba anillos a las bodas, aunque Clío me dijo que posiblemente ya tengáis unos propios, me aconsejó que os los diese antes de la boda de todos modos.

Tras entregar el anillo y dejar a Fátima para que se preparase me dirigí a una de las mesas, donde cogí algo de comida para quitar el apetito un poco. No había comido demasiado, por lo que me rugían las tripas. Nithael, que estaba cerca me hizo un gesto con la mano que devolví levantando la que tenía libre. Me acerqué a él mientras terminaba de comer unas lonchas de jamón serrano.

Hola, te veo bien.

—Lo mismo digo, Ragun. ¿Cómo vas con la mudanza a Tierra de Partida?

Me llevé la mano a la cabeza. Debía admitir que no me gustaba demasiado la idea de tener que llevar todas mis cosas de un lugar a otro. Lo bueno: Creando un portal que conectase mi habitación de Bastión Hueco con la de Tierra de Partida resultaba muy sencillo llevar las cosas de un lado para otro, además había mejorado mucho con mi precisión con los portales. En mis primeros meses con utilizándolos lo máximo que podía aspirar a hacer era a acertar el mundo al que quería ir.

Con todo el tema de la reconstrucción de las ruinas de Tierra de Partida… Mal. Llevé algunas cosas y de cuando en vez duermo en la que fue mi antigua habitación, aunque teniendo tanto trabajo es complicado, y me siento más cómodo en la de Bastión Hueco aún. Tengo demasiadas cosas allí.

Hablamos un poco más mientras no era la hora para empezar la ceremonia. En ese tiempo pude saludar al resto de presentes, incluyendo a Nanashi con quien fui algo más cuidadoso a la hora de saludarla, pues no había pasado mucho desde lo de Ciudad de Paso y me sentía algo avergonzado frente a ella.

***


Poco después de haber podido saludar a todo el mundo, Nithael llamó la atención de todo el mundo alzando la voz:

—Creo que podemos empezar, ¿podéis reuniros todos aquí, por favor?

Ahora que todos habían llegado (incluyendo a Simbad y Celeste) ya no teníamos que esperar más tiempo para comenzar. Obedecí colocándome en uno de los lugares para invitados.

Cuando pasé cerca de Malik le di un golpecito en el hombro y le guiñé un ojo de forma cómplice. Me alegraba que ambos fuesen a ser felices. ¿Cómo sería la vida de casado? Aunque nunca me había interesado especialmente por tener una relación debía admitir que en el fondo sí que me gustaría intentarlo… Compartir mi vida con otra persona. Una boda te hacía pensar muchas cosas de ese estilo.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor xXOrbOOkXx » Mié Nov 01, 2017 1:29 am

¿Una tarta? ¿Ahora?

Era Celeste. Desde luego a su vestido no le había sentado nada bien la carrera, pero junto al brillo en sus ojos no hacía más que resaltar aquella faceta entrañable. Celeste y yo no nos conocíamos demasiado, pero lo suficiente. La verdad es que estaba convencido de que no la volvería a ver, así que encontrarla allí había sido toda una sorpresa.

En pocas palabras le expliqué la situación. Una boda sin tarta era como una canción sin acordes, como un vagabundo sin historias que contar.

Está bien, te ayudaré —accedió eufórica—. Busquemos una pastelería, con suerte van a tener una tarta bonita hecha y… ¿Llevas mucho dinero? Quizás haya que sobornar a alguien para tenerla pronto.

Ni un solo platín —admití. Reemprendí la marcha a paso rápido—. Pero no te preocupes: tengo un plan.

Atracar una pastelería siempre había sido mi ilusión de niño. Mi dulce favorito eran los bollitos con miel, me encantaban; y cuando era pequeño fantaseaba con poder bañarme en ellos. Con los años había ido olvidando mi pasión por lo dulce, pero los desayunos en la Orden se habían encargado de recordármelo.

Le expliqué mi plan en pocas palabras. Tendríamos que ir a hacer una visita al pastelero del pueblo.

****


Era la primera vez que una persona actuaba de semejante forma ante un atraco.

El hombre que flanqueaba el mostrador de la panadería tenía un rostro enjuto y una melena lacia y blanquecina. No había reaccionado en absoluto cuando habíamos entrado de golpe, con las armas en ristre exigiendo un pastel de bodas. Lo único que había hecho había sido arquear una ceja. Y la situación había degenerado hasta casi tomar tintes surrealistas.

¡Atchús! —estornudé en cuanto una polvareda de harina me dio de lleno en la cara.

No. Así no, patán. ¡Tienes que amasar con más delicadeza!

Y es que el sujeto nos había cogido de la oreja, nos había arrastrado a las cocinas, nos había puesto un delantal y nos estaba obligando a hacer la tarta; incluso nos estaba enseñando repostería. Aunque fuese a su manera claro está. No me entusiasmaba que nos estuviera pegando con el rodillo cada dos por tres. Miré a Celeste de reojo. ¿Dónde nos habíamos metido?

¡Y tú, señorita! ¡Tienes que poner los adornos así! —Le arrebató la manga pastelera a Celeste y le enseñó la forma correcta de hacerlo—. ¡Con más brío, muchachos! ¡O llegaréis tarde a la boda, que se os ve el plumero!

****


Tres tartas más tarde, Celeste y yo estábamos derrengados. Afortunadamente la ropa que llevábamos no había salido muy mal parada, de hecho la mayor parte la había recibido mi pelo, que estaba cubierto de nata y harina, aunque pude adecentarlo en una fuente cercana. Y menos mal, porque teníamos que salir pitando a la boda.

Fue toda una odisea tapar la tarta y llevarla con un carrito por la playa, pero por lo menos yo estaba orgulloso de nuestra obra: era una tarta gigantesca, de varios pisos y adornada de forma que disimulaba los grumos que nos habían quedado. No éramos maestros pasteleros, pero por lo menos nos habíamos podido defender.

Curiosamente, a pesar del mal genio del pastelero, se había negado a cobrarnos. Tenía un buen corazón a su manera, eso era indiscutible.

¡Y ni se os ocurra comerla antes de llegar, mequetrefes!

Asentí, aborrecido.

Bueno, podría haber sido mucho peor —le dije a Celeste mientras volvíamos a la boda. Le sonreí un poco—. Al menos esta vez no han habido viajes en el tiempo.

Me encontraba algo reticente a sacar ese tema con Celeste después de tanto tiempo, pero quería darle a entender que me acordaba. Me acordaba de aquella nefasta aventura y de todas sus consecuencias posteriores, y que además ya no era un tema que me afectara demasiado, después de todas las traumáticas experiencias que había tenido que vivir más adelante. Quería que ella lo entendiera. Y también que podía contar conmigo para cualquier cosa.


Llegamos al claro de la boda después de un rato largo. Para mi sorpresa no había demasiada gente, así que le indiqué a Celeste que nos apartáramos disimuladamente para dejar la tarta en algún lugar seguro. Al fin y al cabo tenía que ser una sorpresa para después de la ceremonia, y con el calor que hacía (no olvidemos que habíamos estado caminando sobre arena, bajo el sol y de punta en blanco), no estaba seguro de que se pudiera derretir.

Encontramos que el panorama estaba a punto de comenzar. No hubo mucho tiempo para presentaciones, así que rápidamente busqué el banco asignado para los invitados. Estaba presente Lyn, Nanashi, Ragun, Clío, un hombre que no conocí y Nithael. Se me revolvieron las tripas, pero intenté relajarme. Estaba claro que él iba a oficiar la ceremonia.

Saludé a todo el mundo de pasada, aunque no vi a la pareja por ningún lado. Supuse que se estarían cambiando.

—Creo que podemos empezar, ¿podéis reuniros todos aquí, por favor?

La boda iba a comenzar. Obedecí, intentando no pensar que la orden venía directamente del ángel; y me senté en un lugar con buena visibilidad.

Por un momento me sentí muy fuera de lugar. Fátima y yo solo nos habíamos cruzado una vez, y no conocía a Malik de nada; aunque desde luego me alegraba por ellos. Una vez más sentí el pecho vacío, como si me faltase algo muy importante, pero la sensación ya no era tan dolorosa como antes. Las bodas siempre me hacían pensar; pero mi tren había pasado hace mucho. Ni si quiera había tenido billete.

Sea como fuere, estaba deseando darles la enhorabuena. Se lo merecían. No eran tiempos fáciles para nadie.
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Re: [Atlántica] Perdona pero quiero casarme contigo

Notapor Denna » Mié Nov 01, 2017 1:33 am

No sabría decir qué me pareció más sorprendente: que de verdad llegáramos a tiempo para la ceremonia o que la tarta sobreviviera al viaje. ¡Y es que no se deshizo ni se rompió ningún piso! Quizás fuese por la tonelada de harina que le habíamos echado, que habría podido pegar edificios enteros, pero nunca lo sabríamos. El caso es que nos salió un resultado muy decente y que íbamos a presenciar la boda al completo.

Comprobé por última vez que la tarta estuviera en buen estado y dejé mi regalo junto a ella, todavía envuelto.

* * *


¿Vais a una boda y planeáis robar una tarta? —preguntó el pastelero con los ojos entrecerrados—. ¿Acaso se casa alguien a quien odiáis?

Te dije que era una mala idea —le susurré a Simbad, aprensiva.

El hombre, una mole de más de dos metros, se levantó y nos apuntó con un dedo amenazador.

La repostería es un arte que no vais a mancillar, ¡no en mi guardia! ¡Y menos en mi tienda! Ya estáis soltando esas estúpidas armas que no engañan a nadie. Los delantales están colgados detrás de la puerta.

Crucé una mirada con mi compañero y, temerosa, me atreví a preguntar:

Perdone... ¿los delantales?

¡Los delantales! Deduzco que ya vais tarde, a juzgar por vuestra desesperación, ¡así que ya podéis daros prisa! —Puso los brazos en jarras—. Lección número uno: ¡lo más importantes es ponerle amor y cariño!

* * *


Sonreí, todavía sin podérmelo creer. Tres enormes pisos de colores, uno hecho por Simbad, el otro por mí, y el tercero entre los dos. Estaban un poco torcidos, sí, pero seguían fríos y las florecitas de chocolate y nata se mantenían en su sitio. Y lo que era más importante, los muñecos aguantarían de pie sin problemas. Si ese hombre le había dado su visto bueno, era más de lo que podíamos pedir.

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Nos acercamos hacia el grupo de invitados, compuesto por Fátima y Malik, Clío, Ragun, un chico al que identifiqué como Vaan, Nithael, Lyn y... Nanashi. Frené en seco y contuve el impulso de esconderme detrás de Ragun.

«Nononono, calma. Camina y pon buena cara. Esto es una boda y todo va a salir bien. Nanashi te dio permiso para quedarte en París, ¿no? Y vas a volver pronto. No pasa nada. No has hecho nada malo. Todo va a salir bien».

¡Hola, perdón por tardar! ¿Os hemos hecho esperar mucho? —Le di un abrazo rápido a Fátima, con cuidado de no estropearle el maquillaje, y felicité a Malik. Tenía que conceder que estaba llevando el tema de la boda muy bien, al menos a simple vista. Había novios que, llegados a este punto, ya no sabían dónde meterse.

Aunque cuando un ángel de verdad oficiaba tu propio matrimonio...

Saludé a Nithael y a las Maestras con timidez, procurando no quedarme sola con ellos en ningún momento hasta que todo estuviera listo. Por si acaso.

Creo que podemos empezar, ¿podéis reuniros todos aquí, por favor?

Y llegó el momento de la verdad. Nerviosa y emocionada, les di ánimos a la pareja y fui a buscar mi sitio.
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