[Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Encuentro entre Fátima y Saito

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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 7:10 pm

Me alegra que te guste. De corazón—respondió Fátima a Alice.

Ahora solo podía esperar que funcionara. Solo entonces se alegraría de haber empezado esa locura. Pero no era el momento para dudar de sus habilidades.

Saito procedió tal y como le ordenó mientras ella murmuraba las palabras y veía cómo ambos círculos se extendían. Lo que sucedió a continuación fue rápido, tanto como un rayo. La temperatura se desplomó y Fátima echó un vistazo de reojo hacia el lugar donde estaba su anillo. No parecía que le hubiera afectado. Continuó adelante: detenerse podía ser peligroso.

Saito cayó de rodillas. Fátima se mantuvo en sus trece. Había que llegar hasta el final.

De pronto, el cuerpo de Alice se movió. Pero no se atrevió a suspirar tranquila hasta que pronunció la última palabra y la luz de los círculos se apagó. Solo entonces avanzó hasta ambos, sin saber muy bien a quién atender primero. Saito resolvió sus dudas al caer inconsciente.

Se arrodilló a su lado con rapidez y puso una mano frente a su nariz. Seguía respirando con normalidad. Asintió para sí misma. No debía haber sido fácil para él. Luego miró a Alice —¿por qué habría hecho un cuerpo tan alto?— y le sonrió.

Esta vez sí: es un placer, Alice.

Le ofreció la mano, todavía sin levantarse, si bien Harun acudía rápidamente a su lado para darle apoyo, y se la estrechó.

*


No dejó que Alice hiciera nada, al menos no hasta que la revisara. Le pidió que comprobara que podía mover todos los miembros y caminara un poco. Ella, entre tanto, tiró de Saito con ayuda de Harun hasta un rincón donde lo envolvió en un par de mantas. Luego le indicó al dragón que se acostara a su lado para darle calor.

Vigílalo, ¿de acuerdo?

Harun ronroneó cuando ella le rascó la barbilla. Luego se acercó a Alice, para comprobar cómo se desenvolvía. No pudo evitar quedarse impresionada y bastante satisfecha. No era igual a que naciera uno de sus niños pero ¡por favor!, había sido algo increíble.

¿Cómo te encuentras? ¿Alguna molestia? No sé cuándo empezarás a sentir tu cuerpo, pero debería ser dentro de poco. Sobre todo cuando vayamos probando más cosas. ¿Puedes sentarte y levantarte sin problemas? Ven, vamos a preparar algún reconstituyente para Saito cuando se despierte.

Empezó a preparar leche y algo de pan mientras estudiaba a Alice con curiosidad, interés y orgullo al mismo tiempo.

No te preocupes, se despertará en unas horas.

En teoría, claro. Era la primera vez que hacía algo así. Pero Alice no necesitaba preocuparse… de momento.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 7:48 pm

Todo había sido demasiado rápido, lo suficiente como para que mi grito nunca llegara a salir de mi boca. Mi esencia, mi alma o lo que fuera salió arrancada por el poder de la magia. Mi alrededor perdió consistencia de manera gradual, hasta el punto en el que era incapaz de moverme, hablar o siquiera percibir.

Ni tan solo oscuridad. Nada. ¿Estaba asustada? Desde luego. Confiaba en Fátima, pero había muchos otros factores a tener en cuenta. Factores que no tuve tiempo a pensar porque entonces todo cambió de nuevo.

Reconocía el lugar, se trataba de la cueva. Los círculos del suelo estaban apagándose, como si estuvieran perdiendo su poder. Vi a Saito, frente a mí, cayendo al suelo. Y entonces fue cuando intenté gritar y acercarme con todas mis fuerzas.

¡Saito!

Quedé en silencio cuando avancé un paso, todavía sin salir del círculo. Parecía sonreír cuando perdió la consciencia. Mi voz retumbó por todos los recovecos de la estancia, haciéndome sentir extraña. Era un poco más ronca, pero se trataba de mi propia voz.

Y de mis piernas. Alcé los brazos, algo aturdida. Cubierta por la túnica, alcanzaba a ver mis manos. Por un momento no pude creérmelo. Había funcionado. Estaba en el cuerpo del gólem que Fátima había hecho.

La luz del suelo se disipó del todo y me atreví a avanzar un poco más. No noté el tacto del suelo la primera vez, y tampoco esta. Era como si los pies fueran insensibles a lo que fuera que los tocara. Avancé con cuidado hasta la Maestra de Tierra de Partida, que se encontraba arrodillada al lado de Saito.

Sonrió al verme llegar.

Esta vez sí: es un placer, Alice. —La Maestra estiró el brazo, ofreciéndome una mano.

Le devolví la sonrisa y me aclaré la voz antes de estrecharle la mano. Como esperaba, tampoco sentí nada al tacto. Pero a pesar de eso, era capaz de percibir un extraño calor en mi pecho. ¿Era aquello estar viva de verdad? ¿Poder hacer las cosas por ti misma?

Por un momento, creí que arrancaría a llorar.

Nunca podré agradecértelo lo suficiente, Fátima.

***

Mientras Fátima ponía a Saito a buen recaudo, con la ayuda del «pequeño» dragón, yo probaba a ver como me movía. Estaba anonadada, y sin contar la falta de sensibilidad, era algo muy distinto a la de las veces que había utilizado el cuerpo de Saito.

Notaba mi vista, olfato y oído más agudizados, no me cansaba —vale, tampoco estaba haciendo grandes esfuerzos— y me sentía desbordante de energía mágica. Quería correr por aquellas montañas y dar volteretas, pisar otros mundos por mí misma, conocer gente y aprender a hacer tantas de las cosas que antes solo podía imaginar. Quizá aprender magia por mi cuenta y vivir una vida de elecciones propias.

Se habían abierto tantísimas puertas para mi al mismo tiempo... pero mejor ir paso a paso.

Bajo la atenta mirada de la Maestra, continué realizando los ejercicios. Cada vez con menos dificultad, era como si poco a poco desapareciera un entumecimiento invisible que hubiera estado cernido sobre el gólem.

Me percaté entonces de que seguía sin necesitar respirar. Era algo a lo que me había acostumbrado en todo aquel tiempo, pero ahora que tenía un cuerpo propio quería intentar practicarlo.

Al menos para cuando conociera a otras personas, no necesitaban saber la verdad de mi naturaleza.

¿Cómo te encuentras? ¿Alguna molestia?

Estoy bien —me apresuré a responder—. Lo único que... bueno, no soy capaz de sentir nada al tacto. Ni cuando me muevo, ni cuando entro en contacto con alguien.

No sé cuándo empezarás a sentir tu cuerpo, pero debería ser dentro de poco. Sobre todo cuando vayamos probando más cosas. ¿Puedes sentarte y levantarte sin problemas? —Asentí con vehemencia mientras le hacía una breve demostración. ¡Aquello era fácil!—. Ven, vamos a preparar algún reconstituyente para Saito cuando se despierte.

La seguí y mientras ella se ocupaba de ir preparando el reconstituyente, yo intenté imitarla y prepararle un té a Fátima. Al coger el asa de la primera taza la agarré con tanta fuerza que se partió en dos. Me disculpé y traté de servir una segunda taza con mucho más cuidado, en vista de que no era capaz de controlar mi fuerza lo más mínimo. Fruncí los labios.

La taza estuvo a punto de resbalarse de mi mano, pero la rescaté a tiempo. Eso sí, tardé diez minutos más de lo que hubiera necesitado cualquier otro. Con toda la cautela que pude reunir y empleando la fuerza mínima, conseguí servirle una taza que todavía humeaba.

Suspiré, más que satisfecha.

No te preocupes, se despertará en unas horas.

Por un momento me he asustado —reconocí, mientras le tendía la bebida—. No estaba segura de lo que nos estaba pasando y verle ahí tendido nada más abrir los ojos... —Negué con la cabeza—. Se pondrá bien, sí.

Desvié la mirada un momento, mientras esbozaba una sonrisa.

Esto es como un sueño. Tengo un cuerpo propio. Te parecerá una tontería, pero ya no recordaba lo que era mover tus propias piernas.

Di media vuelta, sin dejar de asombrarme por el resultado. Tropecé en el proceso con una roca y caí al suelo de culo. Eché a reír por no haberla notado. Entrecerré un momento los ojos, un poco más seria, mirando a la Maestra.

¿Podría pedirte un último favor? —Me levanté sin esfuerzo—. Llevo mucho tiempo viéndolo en vuestros festivales, y los de otros mundos. Siempre he querido aprender pero... no he tenido la ocasión.

»¿Y qué mejor forma de celebrarlo? —Di un par de pasos y cogí con cuidado las manos de la mujer, ilusionada—. ¿Me enseñarías a bailar? Algo lento por supuesto… y solo si quieres.

Había rescatado un recuerdo muy lejano, y era el principal motivo de que aquello fuera lo primero que quisiera aprender ahora que tenía cuerpo propio. Era otro mundo, uno olvidado. Eran otros tiempos, dónde los Entes podían vivir en paz. Dónde nadie derramaba sangre.

Yo era una niña cuando la vi bailar. Eran movimientos gráciles, acompañados de una música suave que se filtraba por el ambiente. La luz de dos lunas eran lo único que iluminaba su rostro mientras que las sombras creaban un sutil juego a su derredor.

Le pedí que me enseñara al acabar la última nota, que se perdió en la noche.

«Cuándo seas mayor.» Había dicho. «No tengas prisa por crecer, cariño.»

Pero nunca tuvimos la oportunidad. Ni la tendríamos ahora que País de los Mosqueteros había caído, y no había quedado ni rastro de ella.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 7:54 pm

La taza reventó.

¡Huy! No, no te preocupes. Es normal. Lo sorprendente es que ya tengas tanto control. ¡Es impresionante, Alice!

Sí que lo era, aunque tampoco es que fuera una experta. Las palabras de Alice todavía resonaban en su interior y la llenaban de felicidad y alivio. No creía que pudiera sentirse de mal humor el resto del día.

Vigiló a Alice con la segunda taza, que casi se le resbaló porque intentó cogerla con más delicadeza. Al final apartó la vista para no molestarla mientras seguía intentándolo. No quería que pensara que estaba juzgándola. Al final consiguió servirle el té. Fátima sonrió. Sentía una euforia extraña. Se preguntó si experimentaría algo similar cuando diera a luz y el bebé empezara a gatear y…

No, tenía que concentrarse.
Por un momento me he asustado.—Alice le tendió la taza y Fátima la cogió. Inclinó la cabeza con agradecimiento—. No estaba segura de lo que nos estaba pasando y verle ahí tendido nada más abrir los ojos... Se pondrá bien, sí.

No te preocupes. Incluso si le pasara a algo, contamos con los mejores sanadores.

Estaba segura de que a Nithael no le haría mucha gracia lo que había hecho, sin supervisión, pero podría ocuparse de Saito en caso de que necesitara ayuda.

Esto es como un sueño. Tengo un cuerpo propio. Te parecerá una tontería, pero ya no recordaba lo que era mover tus propias piernas.

Puedo… intentar imaginarlo. No igual, pero algo parecido. Aunque no tan horrendo como lo tuyo.

Al menos tenía cuerpo, incluso si no le había gustado durante años. Alice echó a caminar y tropezó. Fátima se levantó y se apresuró a ir tras ella. Alice rió como una niña pequeña antes de girarse hacia ella.

¿Podría pedirte un último favor?

Alice se levantó antes de que llegara hasta ella.

Por supuesto.

Llevo mucho tiempo viéndolo en vuestros festivales, y los de otros mundos. Siempre he querido aprender pero... no he tenido la ocasión. ¿Y qué mejor forma de celebrarlo? —Se acercó a ella. Fátima le tendió las manos de forma inconsciente para impedir que se cayera y ella se las cogió con ilusión. La miró con expectación—. ¿Me enseñarías a bailar? Algo lento por supuesto… y solo si quieres.

¿Bailar?—repitió, boquiabierta.

Era la última petición que se habría imaginado. Primero le entraron ganas de reír, pero luego pensó en la emoción de su voz, de sus palabras y se mordió la lengua. Había hablado todo el rato de «vosotros». Frunció el ceño. ¿Qué niño no sabía bailar? Aunque solo fuera tambalearse sobre las piernas y hacer el tonto…

Solo que ¿por qué iba a mentirle? No necesitaba despertar su compasión. Podría haberle dicho que quería aprender de nuevo a bailar o algo nuevo. Tenía que ser cierto. Acusó un pinchazo en el corazón, pero se recuperó rápidamente y apretó con delicadeza las manos de Alice.

Eso está hecho. Lástima que no tengamos música… Pero nos las apañaremos. Yo seré el chico.—Rió para sus adentros. Hacía no mucho, la mera idea la habría echado atrás a menos que fuera durante una misión. Por pura dignidad. Ahora ya no tenía importancia. Podría enseñarle las danzas de su pueblo, pero dudaba que fuera eso lo que buscaba. Además, no estaba para dar brincos, por mucho que aguantara bien el ejercicio—. Dame la mano. Aquí, en mi hombro. La otra así. Perdón por la barriga, je.—Atrajo a Alice por la cintura—. Vamos suave. Tú me sigues. Primero a la derecha. Así. Ahora tú hacia atrás y yo adelante. No son pasos, solo aprender a dejarte llevar.

Empezó a tararear mientras llevaba el ritmo. Cada vez que parecía que iban a tropezarse iba con más cuidado y sujetaba a Alice fuerte antes de que ella tuviera el impulso de agarrarse y romperle el hombro o la mano.

Y ahora… gira. Con cuidado, apóyate más en la pierna derecha. Eso es, muy bien. Ahora… cógete y otra vez. Un, dos, tres. Adelante y atrás. Prepárate que en nada viene la vuelta. Un dos tres y… ¡giro! Muy bien—rió—. Por lo que has dicho, parece que Saito no es de los que bailan. Podrías enseñarle tú también. Sería divertido verlo. Cuidado y… gira. Eso es.—La ayudó a dar una vuelta sobre sí misma. Cada vez se tambaleaba menos—. Ah… ¿Qué vas a hacer con lo de… dormir? No creo que tu cuerpo lo necesite pero querrás una habitación propia, me imagino. Y ropa y… ¿Quieres que vayamos de compras? Te podemos arreglar para disimular un poco. Tengo buenos amigos que eran de Ciudad de Paso. Habrá de lo que quieras. Podríamos comprar música para bailar…

Calló. Tampoco quería apabullarla. Bailaron un poco más.

En realidad, yo toco a veces el violín. Podríamos practicar de vez en cuando. Si quieres, claro.—Se detuvo y sonrió, sin saber si estaba presionando demasiado. Echó un vistazo hacia el anillo. Dio un pequeño respingo.—.¿Te importa venir un momento? Creo que no le falta mucho para nacer.

Se acercó al círculo y se sentó con cuidado cerca. Le tendió la mano a Alice por si necesitaba apoyo.

Alice, ¿cuánto tiempo has estado con Saito, si puedo preguntar?
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 8:03 pm

Me quedé mirando a Fátima, expectante, y sin soltarle las manos. Quizá lo último que quería la Maestra de Tierra de Partida era ponerse a bailar en su estado… tendría que haberle pedido algo más asequible.

Eso está hecho.

¿De verdad? —Mi voz salió en un discreto susurro. Me tentó apretar más sus manos, pero me contuve por miedo a pasarme. No pude impedir que se me escapara un pequeño gritito por la emoción.

Lástima que no tengamos música… Pero nos las apañaremos. Yo seré el chico. Dame la mano. Aquí, en mi hombro. La otra así. Perdón por la barriga, je.—Negué con la cabeza mostrando toda la rotundidad que pude, mientras ella me cogía por la cintura y yo trataba de dejar las manos en la posición que me había indicado. Me costaba por un leve temblor que las hacía tiritar un poco, fruto de los nervios y de tratar de suavizar el contacto. Suspiré hondo hasta que se me hizo imperceptible—. Vamos suave. Tú me sigues. Primero a la derecha. Así. Ahora tú hacia atrás y yo adelante. No son pasos, solo aprender a dejarte llevar.

Era complicado, más de lo que me había podido pensar. Si bien Fátima era más que buena llevando el ritmo, tardé varios minutos en conseguir que aquellos pasos se me antojaran naturales.

«Derecha, atrás. Derecha, atrás. Derecha, a...»

A pesar de estar bien agarrada sentí como si fuera a resbalarme. Tuve el impulso de cogerme con más fuerza a su hombro, pero la imagen de la taza de té reventada me hizo estremecer. Prefería caer, teniendo en cuenta que no sentía dolor, antes que hacérselo a ella. Una punzada de culpabilidad me hizo preguntarme entonces si no le habría hecho ya algo de daño al estrecharle la mano, o cogerle las manos cómo lo había hecho. ¿Y si no me lo decía por pura modestia?

La caída nunca llegó. Fátima se las ingenió para sujetarme con fuerza y firmeza, la suficiente como para que me hubiera ruborizado de mi propia torpeza, de haber podido hacer algo como eso.

«Tiempo al tiempo.»

G-Gracias —atiné a decir, mientras intentaba empezar de nuevo.

A pesar de no tener música como la Maestra había dicho, no cabía en mi del gozo. Era un espectáculo fascinante. Las luces de la cueva, producidas por la magia de la nueva Esencia de Fátima que se estaba creando, hacían que se vieran las sombras que se formaban mientras nos movíamos. ¡Estaba bailando!

El despiste y la exaltación hicieron que me moviera con torpeza, que tuvo que suplir de nuevo mi compañera de baile. Algo incómoda por pensar que quizá la estaba molestando con todas mis caídas, decidí centrarme en ser mejor alumna.

Y ahora… gira. Con cuidado, apóyate más en la pierna derecha. Eso es, muy bien. Ahora… cógete y otra vez. Un, dos, tres. Adelante y atrás. Prepárate que en nada viene la vuelta. Un dos tres y… ¡giro! —Contuve el aliento, nerviosa, mientras intentaba realizar la pirueta con elegancia. Por un momento, confundí mi pierna derecha con la izquierda—. Muy bien. Por lo que has dicho, parece que Saito no es de los que bailan. Podrías enseñarle tú también. Sería divertido verlo.

No me molesté en disimular una carcajada.

Saito prefiere cantar, o eso me ha dicho siempre. Aunque lo he visto bailar y… entre tú y yo, digamos que le habría venido bien que le ayudaras un poco. Será un placer enseñarle lo que haya aprendido —añadí—. Seguro que se queda boquiabierto.

Cuidado y… gira. Eso es. —Asentí con energía, le había cogido el truco. Y girar era muy divertido, el mundo se movía a mi alrededor al ritmo que Fátima marcaba—. Ah… ¿Qué vas a hacer con lo de… dormir? No creo que tu cuerpo lo necesite pero querrás una habitación propia, me imagino. Y ropa y… ¿Quieres que vayamos de compras? Te podemos arreglar para disimular un poco. Tengo buenos amigos que eran de Ciudad de Paso. Habrá de lo que quieras. Podríamos comprar música para bailar…

Fruncí los labios, algo indecisa. Agradecía toda la atención que me estaba brindando la Maestra de Tierra de Partida, pero hasta ese momento no me había planteado nada de todo eso. Bajé la mirada, sin saber qué pensar.

Estaría encantada de irme de compras contigo, la verdad. Música, ropa, todo suena... —Busqué las palabras con una sonrisa asomándome en los labios—. Genial. Sé que estás ocupada con la Orden, pero puedes contar conmigo para lo que quieras y cuando quieras.

»Respecto a lo otro... todavía no lo había pensado. No creo que estéis como para derrochar habitaciones en la Orden con tantos refugiados llegando y los nuevos Aprendices formándose. Podría intentar quedarme en la habitación de Saito, de momento. Le hará ilusión tener compañera, y después de todo, a mi me gustaría poder seguir contando con él.

Seguí el canturreo de la Maestra, mientras me sentía cada vez más cómoda con la ayuda y presencia de ésta. Para mis adentros pensé que quizá, era la primera amiga que hacía. Era un sentimiento cálido y extraño, pero a la vez muy reconfortante.

En realidad, yo toco a veces el violín. Podríamos practicar de vez en cuando. Si quieres, claro.

Sería un placer. —Le apreté un poco la mano, con mucho cuidado, para demostrarle mi complicidad—. ¿Crees que podría aprender a tocar un instrumento con el tiempo? —inquirí—. Aunque primero tengo que acabar de dominar esto. Pero los giros ya no son un misterio para mi, ¿eh?

¿Te importa venir un momento? Creo que no le falta mucho para nacer.

Claro. —Eché un vistazo a Saito, que seguía profundamente dormido. Vigilado por Harun, no había nada de lo que preocuparse—. ¿Has decidido ya su nombre?

Acepté la ayuda de Fátima para sentarme, observando el filamento que se escapaba del anillo buscando una salida al cristal que lo mantenía cautivo. El poder mágico que desprendía era admirable.

Alice, ¿cuánto tiempo has estado con Saito, si puedo preguntar?

Aquello me pilló desprevenida. Me llevé una mano a los labios, dándome pequeños toquecitos.

Demasiado tiempo. —Reí, negando con la cabeza y estirándome un poco en el sitio—. Pues no sabría decirte. Sé que unieron mi esencia a la de Saito mucho antes de que llegara a su mundo. Pero quedé en una especie de letargo hasta que un incidente en Bastión Hueco me despertó. Habrán pasado ya unos… ¿seis años?

»Con el tiempo nuestra conexión se hizo más fuerte. Aunque al principio fue raro, para los dos. ¡Imagínate que de pronto empezaras a oír voces en tu cabeza!

Me removí un poco, indecisa.

Pero supongo que dentro de lo que cabe, tuvimos suerte. Lo que tendría que haber pasado era mucho peor. Uno de los dos no habría sobrevivido y nunca habríamos llegado hasta aquí. ¿Puedo preguntarte yo algo? ¿Cómo es que me entiendes tan bien?

»Quiero decir. Hace tiempo conocí a otra amiga de Saito, también de la Orden. Y digamos que… bueno, no lo llevó tan bien como tú. Le recomendó un exorcismo.

Callé, al ver como el anillo resplandecía cada vez con más intensidad y se lo señalé con cautela. ¿Eso era normal? Arqueé una ceja. Esperaba que sí. De lo contrario, estaría dispuesta a hacer lo que fuera para ayudar a mi nueva amiga.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 8:09 pm

En mi mundo teníamos leyendas de antiguos dioses de la tormenta, muy viejos, de los que a veces escuché historias. Mi madre a veces comentaba que cierto dios jugaba en el cielo cuando oíamos truenos. Me ha parecido apropiado llamar a este pequeñín como ese dios, Thor.—Sonrió para sí misma.


Escuchó en silencio la respuesta de Alice. No era eso lo que quería saber, sino más bien… Si había sido una niña entonces. Pero no encontró la forma de preguntarlo sin que fuera desagradable así que decidió dejarlo correr.

Gracias por contármelo.

¿Puedo preguntarte yo algo? ¿Cómo es que me entiendes tan bien?Quiero decir. Hace tiempo conocí a otra amiga de Saito, también de la Orden. Y digamos que… bueno, no lo llevó tan bien como tú. Le recomendó un exorcismo.

Fátima escondió su nerviosismo y se acarició el vientre. Ya no tenía motivos para ocultar nada pero, aunque lo dijera, dudaba que la creyera. Por algún motivo resultaba más fácil comprender que alguien deseara un brazo mágico o grabarse un tatuaje que asumir que una persona podía querer un cuerpo diferente porque no se sentía hombre. Era algo que hacía estallar la cabeza, suponía. A ella misma le costaba entenderlo a veces.

Sin embargo, no quería mentirle. Decidió suavizarlo:

¿Hablas de Celeste? Bien, ella es muy católica, es normal que piense así, y tampoco lleva tanto en la Orden. Desde que entré he visto alienígenas, hombres y mujeres-lobo, gente hechizada, personas poseídas, Sincorazón que aprenden a comportarse como humanos, chicos ángeles y he… tenido un clon. Mi propio marido estuvo poseído por el espíritu de un mago durante un tiempo. Creo que lo raro sería que no intentara ser más comprensiva, ¿no crees?—Suspiró y se inclinó hacia delante. Cada vez brillaba más—. Lo cierto es que yo también he sido extraña. Sé lo que es no… no ser tú, no tener el… cuerpo apropiado. Lo he sufrido más de lo que puedas imaginar, aunque no es comparable con lo tuyo y lo de Saito.

Iba a añadir algo más pero entonces el anillo comenzó a chisporrotear. Le hizo un gesto a Alice para que se alejara un poco y ella misma retrocedió, sintiéndose pesada y torpe.

Fue rápido, mucho más que el de Ondina o Celsius, aunque no tanto como el de Selene. Y, desde luego, fue más ruidoso. Hubo un trueno y luego una explosión de luz. Los pelos casi se le pusieron de punta y la electricidad le hizo cosquillas por todo el cuerpo. En cuanto sus ojos se recuperaron del súbito golpe de luz, vio que había aparecido una figura.

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El gigantesco hombre tenía un aspecto apergaminado, con los ojos hundidos y los largos cabellos blancos leoninos expandidos en una catarata desordenada. Llevaba una coraza, igual que Selene había aparecido directamente vestida tal y como Fátima terminó por imaginarla —había mejorado bastante, cada vez a formas más definidas desde Ondina. Claro que era complicado ponerle una imagen a una esencia de agua—, y una gran lanza que todavía parpadeaba con un rojo intenso por la fuerza del rayo. Se levantó con cuidado y se acercó a él. Despedía calor. Era tan diferente a sus hermanas mayores, todas mujeres y envueltas en frescor.

Y, aun así, percibió su desconcierto, las abrumadoras nuevas sensaciones y cómo la reconoció como su «madre». Sonrió, levantó una mano hacia él y habló con dulzura:

Hola, Thor. Bienvenido.

Él todavía no entendía el idioma humano, pero se aseguró de transmitirle su cariño y ternura. Thor, que debía medir algo más de dos metros, extendió una mano el doble de grande que la de Fátima. Ella le envolvió un dedo con la suya y le dio un beso en la piel apergaminada. Después se agachó y se puso el anillo. Con ese hacían cuatro, uno de agua, otro de hielo, un tercero de luna y rayo. Cerró los dedos con satisfacción.

****


No te preocupes, hay que dejarle ir un rato por su cuenta para que se acostumbre al mundo material y ellos se ocuparán de que no le suceda nada—le dijo a Alice.

Habían salido al exterior de la cueva y Thor recorría, tambaleante y curioso, el camino. A un lado iba Harun. Al otro, la pequeña y delicada Selene lo llevaba de la mano, señalándole cosas y comunicándose con él mediante sentimientos.

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Fátima se apoyó contra una roca y contempló las inmensas montañas de Tierra de Partida. Estaba exhausta, había sido un día muy largo, pero también sentía el alivio de haber terminado dos tareas demasiado complicadas. Le gustaría pensar que tendría un par de días para descansar, pero lo dudaba bastante. Dejó que el viento le acariciara la cara, arrastrando el olor de una lluvia cercana, y preguntó:

Y a partir de ahora, ¿qué? No eres una Caballero. ¿Qué pretendes hacer?
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 8:12 pm

Todavía estaba dándole vueltas a las palabras de Fátima cuando me pidió que me alejara un poco más. No estaba muy convencida… pero me limité a observar y esperar. Ella era la experta después de todo.

Al principio la cueva parecía seguir con la misma calma, hasta que el sonido reverberó con fuerza. Pegué un pequeño bote, fruto de la sorpresa, y ahogué un grito cuando la luz inundó la instancia. A pesar de no sentirlo, era capaz de notar la torrente de magia eléctrica que emanaba de la figura que teníamos delante.

¿E-Estás bien? —musité, casi en un susurro.

Fátima parecía maravillada con la llegada del hombre. Lo estudié con genuina curiosidad: estaba segura de que era un poco más alto que yo, incluso sin el voluminoso cabello largo y blanquecino cayéndole con majestuosidad. Era mucho más corpulento, de eso no había duda. Su rostro era lo más peculiar. Me quedé mirándole a los ojos, sin saber muy bien lo que buscaba. ¿Comprensión?

Ambos habíamos nacido —bueno, en mi caso, vuelto a nacer— el mismo día. Y aunque éramos criaturas diferentes, no podía dejar de sentir cierta afinidad con él. Y ver a Fátima tan emocionada con el nacimiento de aquel «hijo» suyo también me alegraba.

Hola, Thor. Bienvenido.

La mujer consiguió envolverle uno de sus dedos, y entonces le dio un beso. El calor de la lanza que la esencia tenía agarrada con la otra mano todavía estaba presente, el metal no se había enfriado y conservaba un tono rojizo. Uno que me recordaba la brusquedad con la que había llegado.

Detrás de Fátima, sin atreverme demasiado a acercarme, me di cuenta de que algo estaba goteando en el suelo. Miré al techo, en busca de una obertura o de lo que fuera. Pero no había nada. Y sólo entonces me percaté de que lloraba.

****


¡Hasta luego Thor! —Me despedí con la mano, agitándola con energía mientras el gigantesco hombre caminaba con cautela.

No te preocupes, hay que dejarle ir un rato por su cuenta para que se acostumbre al mundo material y ellos se ocuparán de que no le suceda nada

Asentí. A un lado tenía a Harun, y al otro una de las Esencias de Fátima. Su aspecto era más delicado que el de su hermano, pero me conmovía la manera en que ésta lo trataba. Poco a poco, se fueron perdiendo en la lejanía de las montañas.

Costaba creer que estábamos en Tierra de Partida, con toda aquella naturaleza ahí mismo. Examiné el suelo, y miré mis manos. Cogí aire, tratando de relajarme.

Y a partir de ahora, ¿qué? No eres una Caballero. ¿Qué pretendes hacer?

Lo solté y cogí impulso, sin vacilar. Había visto hacerlo muchísimas veces, tenía que tener confianza en mí. Y un poquito de suerte.

La voltereta me dejó frente a Fátima, y no pude evitar avergonzarme un poco tras soltar una exclamación triunfal. ¿Estaría pensando que era demasiado infantil? A decir verdad, había sido genial.

Y aunque me moría de ganas por hacerlo, me contuve y pensé la respuesta, algo más calmada.

Quiero hacer mi vida. Aprender todo lo que nunca he podido, intentar averiguar más sobre la cultura de la que vengo. —Me llevé una mano al pelo y me lo acaricié con sumo cuidado, como si fuera a romperse—. Pisar otros mundos y tener amigas como tú... Y es por eso que no puedo desentenderme de todo esto.

Me apoyé en la roca de al lado, dejándole el suficiente espacio.

No soy una miembro, pero tampoco puedo hacer como si nada. —Sonreí con tristeza—. No puedo abandonaros e irme, sabiendo que todo puede desaparecer de un día a otro. Sería cruzarme de brazos y esperar, y me sentiría como una egoísta después de todo lo que habéis hecho por mí.

Negué con la cabeza.

Ayudaré en todo lo que pueda, tanto a la Orden como a Saito. Quizá eso retrase un poco alguno de mis planes de futuro, pero no me importa. Podría estudiar, aprender a pelear y a controlar mi cuerpo. Y sabes si… —Carraspeé un poco—. ¿Si podría llegar a hacer magia algún día?

Esperé a que respondiera mientras disfrutaba un poco más de su compañía.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 8:13 pm

Sin duda—dijo Fátima con seguridad—. Solo necesitas practicar y, quizá, recordar cómo la hacía Saito mientras estabas con él. Es bastante sencillo una vez le coges el truco, así que no creo que te cueste mucho.

En parte quiso decirle que se marchara, que aprovechara ahora que podía tener una vida. Después, sin amargo, se dio cuenta de que tampoco había muchos lugares a los que ir. Además, necesitaban todas las manos posibles. Manos fieles, dispuestas a quedarse hasta el final, por egoísta que fuera.

Serás una gran ayuda—dijo entonces—. Y si ya das volteretas, imagínate en un mes.

Se preguntaba qué dirían los demás Maestros. Dudaba que se quejaran, pero quizás tendría que explicarle mejor a Ryota lo que había hecho…

Puede que hasta pudieras hacerte con una Llave Espada…

No llegó a terminar la idea porque escucharon un grito desde la caverna. No parecía uno de dolor, pero sí bastante asustado. Miró a Alice.

Me parece que el bello durmiente se ha despertado.—Le tendió una mano—.¿Por qué no vas a darle la sorpresa de su vida? Solo… Solo entra en la cueva y salúdale, a ver qué pasa.

Y ella se aseguraría de estar cerca, sin interrumpir la escena, para poder ver la cara de Saito.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 8:20 pm

La idea bailó por mi cabeza, tentándome. No me lo había llegado a plantear, el hecho de hacer magia ya era más que suficiente reto para mí. Pero me atraía, lo suficiente como para que lo estuviera considerando en aquel momento.

Agarré, distraída, la mano que Fátima me ofreció tras el grito.

¿Por qué no vas a darle la sorpresa de su vida? Solo… Solo entra en la cueva y salúdale, a ver qué pasa.

Asentí con energía y esbocé una sonrisa. Eso podía esperar.

No tengo palabras para agradecerte esto. Nunca lo olvidaré. Vamos a ver la cara que pone.

***


Al abrir los ojos lo único que pude hacer fue gritar, desesperado. Había tenido una pesadilla horrible, una en la que el ritual había salido mal. Una en la que Alice se había perdido para siempre, desapareciendo de mi vida. Busqué en derredor, pero no había nadie.

Estaba bien abrigado con mantas. En la cueva había quedado un olor penetrante a quemado. No tuve tiempo de fijarme en nada más, porque un repentino mareo me obligó a apoyarme de nuevo en la pared. Respiré hondo, tratando de concentrarme. Lo último que había pasado era que me había quedado inconsciente, tras completar el ritual.

¿Había visto a Alice antes o habían sido imaginaciones mías? Fuera lo que fuera, no lo iba a averiguar quedándome ahí sentado. Traté de moverme, cuando una sombra se movió en la entrada a la cueva. Entrecerré los ojos, incapaz de distinguirla.

Antes de que pudiera abrir la boca se había plantado frente a mí y se sentaba con una enorme sonrisa en los labios. La contemplé, perplejo.

Hola Saito.

Alice tú… —Las palabras se me estancaron en la garganta, amontonándose unas encimas de otras.

Lo conseguimos —musitó mientras me tendía las manos tras retirarse un poco la toca—. Ha salido bien.

Las agarré con fuerza, mientras sentía como mis emociones se desbordaban sin control. Empecé a llorar, aliviado por ver que por fin estaba bien. Que ya no darían con ella, que podría esconderse. Que había cumplido la promesa que le había hecho a su madre. Y que, después de todo, nada había sido en vano.

Lo siento, siento haber tardado tanto —atiné a decir y me fijé en su rostro—. Estás preciosa.

No digas eso. Has hecho todo lo posible por ayudarme, mi Caballero.

La abracé. Nos quedamos un rato en silencio, sollozando ambos. Había pasado mucho, mucho tiempo. Y ahora por fin era libre.

¿Cómo se siente? —pregunté, separándome un poco— ¿Ya te vas acostumbrando?

¡No te haces a la idea! —exclamó entre risas—. ¡Incluso he dado volteretas ahí fuera!

Fruncí el ceño, divertido: ¿volteretas? Mi amiga miró entonces hacia atrás e hizo una señal mientras se levantaba y cogía un par de cojines para que Fátima se acomodara. La saludé, mientras la Maestra se sentaba junto a nosotros. Fue a buscar unas bebidas, las cuales nos tendió a ambos en un momento.

Es impresionante —comenté cuando me quedé a solas con la Maestra—. ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente para que ya se mueva con semejante soltura?

***


Había pasado el tiempo tan rápido mientras charlábamos que ya no tenía constancia de la hora que era. Veía lo cómoda y feliz que estaba Alice explicando sus anécdotas y cómo de viva se sentía. Aquello me hacía ver que acudir a Fátima había sido lo mejor que podía haber hecho.

¿Y cómo lleva Ondina lo de tener más hermanitos? —Después de escuchar la historia del nacimiento de Thor me había quedado con la duda.

Y ya no solo se trataba de las esencias que Fátima había creado, si no del pequeñín o pequeñina que se uniría a la familia dentro de un tiempo. Escuché con atención su respuesta, cuando vi aparecer una figura gigantesca. Estaba acompañado por otra desconocida, y al único que reconocí fue a Harun. Ese debía ser Thor, y la otra una de sus hermanas.

Parece que te reclaman. —Me estiré un poco, mientras Alice y yo la dejábamos ocuparse de él—. Podríamos ir volviendo ya, si queréis.

Claro.

Mi compañera se puso en pie de un salto y me ofreció la mano para levantarme. La acepté y tiró de mí con fuerza. Al intentar aguantarme tras el impulso, vi cómo era incapaz de mover las piernas. Me temblaban, sin fuerzas. Entré en pánico y moví las manos, interponiéndolas para no comerme el suelo de boca.

Alice me sujetó a tiempo.

¿Qué pasa? —preguntó— ¿Te has mareado? ¡Fátima!

No es eso—negué, con un hilo de voz—. A-Apenas puedo mover las piernas…

Me quedé mirando a la Maestra, sin saber qué hacer.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 8:25 pm

¿Y cómo lleva Ondina lo de tener más hermanitos?

Pues muy bien. Al principio temí que se lo tomara mal, pero creo que está contenta porque así pueden intercambiar experiencias. El roce lo tuvo sobre todo con Celsius, porque fue la segunda, y todavía no se llevan muy bien. Celsius suele hacerle bromas y a nadie le termina de gustar que le congelen el cuerpo. Pero, por lo demás, todas se están aclimatando.—Sonrió al pensar en ello.

No pudo evitar preguntarse, a la vez que se acariciaba el vientre, si no seguiría el mismo camino después de este bebé. Le parecía abrumador tener ya uno, pero quién sabía… Además, su madre había sido muy fértil. No le extrañaría si podía tener más. Entonces escuchó los pasos de Thor y se dio la vuelta para comprobar que había regresado de su paseo. Lo saludó con una mano y los dos hermanos respondieron en silencio. Percibía que todo había ido bien.

Parece que te reclaman. Podríamos ir volviendo ya, si queréis.

Claro.

Bueno… Sí, supongo que sí.

La verdad era que le estaba volviendo el temor a las alturas, pero todo iría bien y sería más rápido. Además, Saito estaba cansado. Era normal que prefiriera regresar para descansar cuanto antes.

No llegó a ver qué había pasado, solo escuchó el resbalón y, de pronto, Alice luchaba porque Saito no se le escurriera hasta el suelo.

¿Qué pasa? ¿Te has mareado? ¡Fátima!

No es eso. A-Apenas puedo mover las piernas…

Los dos miraron a Fátima y a esta se le secó la boca, pero se apresuró a adoptar una máscara de neutralidad.

Recuéstalo de nuevo, Alice.

Se acercó a él y, tras pedirle permiso, le midió la temperatura. No parecía estar alta. ¿Sería el agotamiento? Por si acaso le presionó las piernas.

¿Notas el dedo? ¿Y aquí? ¿Aquí?—Suspiró con alivio—. Si no has perdido la sensibilidad, entonces no es un problema de columna. Creo que es agotamiento. Tu cuerpo no está acostumbrado a lo que ha sucedido, pero será mejor que pidamos ayuda a Nana… Mejor a Nithael.

No quería imaginar la cara que pondría ella.

Entre ella y Alice lo incorporaron y Fátima abrió un Portal de Luz directo a los jardines, ya que no sabía dónde estaba el dormitorio de Saito. Cruzaron al otro lado y quedó claro que no podrían llevarlo entre las dos sin más. De pronto se le ocurrió una idea y chasqueó los dedos.

Thor, cariño, ¿podrías llevarlo?

Con su altura y musculatura, lo raro habría sido no ser capaz. A pesar de que estaba preocupada, no pudo reprimir una risita. En brazos de Thor, Saito casi parecía un bebé.

Una vez llegaron al dormitorio, Fátima se aseguró de que todo estuviera bien antes de hacer irse a las esencias. Se sentó en el borde de la cama.

Voy a pedir ayuda. Estoy segura de que todo saldrá bien. ¿De acuerdo?—Miró a Alice—. ¿Vamos a… explicarles lo que ha ocurrido?
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 8:34 pm

Muchas gracias Thor. —Sonreí, sin fuerzas, después de que la esencia me hubiera dejado sobre mi cama. No estaba seguro de si me entendía.

Respiré hondo mientras la Maestra se sentaba al borde. Fátima tenía razón, debía tratarse de simple agotamiento mágico. A pesar de eso, no podía dejar de sentirme con el corazón acelerado. Por mucho que me esforzaba, no era capaz de comprenderlo.

En todo los años que llevaba como Portador, nunca había pasado por nada parecido. Noté la mano de Alice, agarrando con fuerza la mía.

Voy a pedir ayuda. Estoy segura de que todo saldrá bien. ¿De acuerdo?

De acuerdo. —Asentí, con un nudo en la garganta que no quería que notara. Lo disimulé a duras penas.

Y es que después de todo, si resultaba ser algo grave, los Maestros la señalarían a ella como culpable por actuar sin su consentimiento. Y eso sí que no podría perdonármelo. Nunca. Acababa de hacer algo por nosotros que no tenía precio, algo que nunca llegaría a agradecerle lo suficiente.

«Nervios de acero. Nervios de acero.»

Misifú había despertado de su siesta, y olisqueaba a las recién llegadas, desde una distancia prudencial. Desconfiado. No se atrevía a subir a la cama, de modo que intercalaba miradas de curiosidad conmigo y de recelo con Fátima y Alice.

¿Vamos a… explicarles lo que ha ocurrido?

Alice me soltó. Estaba hecha un amasijo de nervios.

S-sí. Es mejor que lo sepan todo, se tendrán que enterar tarde o temprano… te acompaño.

Hice un esfuerzo por acomodarme un poco en la cama. Le hice una señal al gatito, que subió por el lado contrario al que estaban las dos mujeres.

Diles que tú no has tenido nada que ver —le pedí a Fátima antes de que se marchara—. Lo digo en serio. Explícales a los Maestros que ya tenía todo preparado, que lo hice por mi cuenta. Y que cuando las cosas se complicaron, te llamé.

»No puedes cargar con la culpa, no voy a dejarte. No después de lo que has hecho por nosotros.

La puerta se cerró y, por primera vez en mucho tiempo, recé para que hubiera un verdadero milagro. Uno que nos sacara de este lío.

***


Por enésima vez, asentí a las directrices del ángel. Lo único de todo aquello que me hacía conservar una chispa de humor era ver a Misifú, escondido debajo del escritorio, bufándole desde la lejanía. No le había hecho mucha gracia la incursión de Nithael en mi habitación.

Al menos estuvo una hora realizándome un análisis exhaustivo, en el que comprobó cómo no me quedaba fuerza alguna en las piernas. En los brazos estaba mucho mejor, eso sí. También me hizo una pequeña prueba mágica, nefasta. Me agotaba enseguida. Y aunque no había perdido sensibilidad en el cuerpo, ni ninguna otra facultad, me esperaba rehabilitación si quería volver a reincorporarme a la Orden.

Nithael, siendo optimista, me daba tres meses de rehabilitación. No supe adivinar qué le habían contado Alice y Fátima, pero se abstuvo de decirme nada al respecto. Eso sí, me comentó que en los siguientes días tendría que responder a algunas preguntas del resto de Maestros.

Antes de irse, me contó con exactitud qué era lo que me pasaba. Se despidió y me deseó suerte con la recuperación.

Pasad, no os quedéis ahí.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 8:55 pm

Diles que tú no has tenido nada que ver —dijo cuando ella se estaba levantando para buscar a Nithael—. Lo digo en serio. Explícales a los Maestros que ya tenía todo preparado, que lo hice por mi cuenta. Y que cuando las cosas se complicaron, te llamé.

»No puedes cargar con la culpa, no voy a dejarte. No después de lo que has hecho por nosotros.

Fátima se quedó de piedra en el vano de la puerta. Luego notó algo cálido en el pecho y sonrió.

¿E iban a creerte a ti? No, lo siento. La que más sabe aquí de cuerpos… soy yo. En cualquier caso, soy la responsable y una Maestra. No voy a rehuir la realidad cuando acepté hacer esto.

»Además… ¿Qué le van a hacer a una embarazada?


Les guiñó un ojo y dejó atrás la habitación.

*



Algo más de tres meses, eh… Es mejor de lo que había temido—confesó a Alice en cuanto Nithael se alejó—. Ha tenido suerte, la verdad. Había esperado algo mucho peor.—Acarició un hombro de Alice—. Piensa que ahora tienes la oportunidad de devolverle el favor y ayudarle.

Ante la invitación de Saito, entró y le sonrió.

Bueno, asumo que querrás la ayuda de Thor de vez en cuando para los grandes desplazamientos. Puedo prestártelo de vez en cuando. Parecías muy cómodo con él.—Se sentó en un borde de la cama—. Te recuperarás. Hace unos meses tuve un período en el que me encontré bastante mal y temí perder todo lo que había trabajado pero… Bien, mereció la pena. Aunque ahora estoy perdiendo la forma de nuevo, ay.—Miró a Alice y sonrió—. Solo intenta asegurarte de que no te esfuerzas demasiado. Creo que tenéis que aprovechar para estar juntos… De forma normal.

Fátima estaba cansada y quería dormir pero, antes, tenía algo que decir:

Gracias por preocuparte por mi. De verdad. Y también por confiar, a pesar de que es la primera vez que hago esto. Quiero pensar que podría haberlo hecho mejor, pero precisamente por eso tengo que hacerme cargo de mi responsabilidad. ¿Entiendes? Tu situación es mi responsabilidad. No puedo dejar que la cargues o carguéis vosotros.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 9:02 pm

Bueno, asumo que querrás la ayuda de Thor de vez en cuando para los grandes desplazamientos. Puedo prestártelo de vez en cuando. Parecías muy cómodo con él.

Eso sería de gran ayuda —apunté, y le sonreí a la Maestra—. No te lo robaré demasiado. Tiene que estar con su madre.

Empecé a pensar en cómo tendría que organizarme los próximos meses. Entre la ayuda de Thor y la de Alice saldría adelante, pero no podía confiarles a ellos dos el trabajo de tener que llevarme a todas partes. Iba a ser duro, pero tenía que estar a la altura.

Le temía a las preguntas de los Maestros, pero aún más a sus reacciones posteriores. No quería que Fátima ni Alice tuvieran problemas, así que tenía que ser convincente en mis explicaciones. Más que eso, tenía que ser brutalmente sincero con ellos. Era la única opción.

Te recuperarás. Hace unos meses tuve un período en el que me encontré bastante mal y temí perder todo lo que había trabajado pero… Bien, mereció la pena. Aunque ahora estoy perdiendo la forma de nuevo, ay.—Se dirigió a mi compañera que estaba a su lado, algo distraída—. Solo intenta asegurarte de que no te esfuerzas demasiado. Creo que tenéis que aprovechar para estar juntos… De forma normal.

Lo haremos —le aseguró, poniendo una mano sobre su hombro—. Me haré cargo de todo, pero con mesura. —Asintió con energía y se le escapó una risita—. Creo que ahora ya sabré cómo preparar un buen té.

Y no te preocupes por mí, en tres meses volveré a estar como nuevo, eso seguro.

Gracias por preocuparte por mi. De verdad. Y también por confiar, a pesar de que es la primera vez que hago esto. Quiero pensar que podría haberlo hecho mejor, pero precisamente por eso tengo que hacerme cargo de mi responsabilidad. ¿Entiendes? Tu situación es mi responsabilidad. No puedo dejar que la cargues o carguéis vosotros.

Negué con la cabeza.

Alice y yo elegimos esto. No nos hiciste más preguntas de la cuenta y nos ayudaste. Tienes razón, es tu responsabilidad... —Hice un ademán en dirección a Alice y sonreí con verdadera alegría—. Eres la responsable de habernos dado una esperanza, y de haberla llevado a cabo. De haber hecho posible algo que nos parecía un sueño. Acércate un poco.

Me removí y la abracé con torpeza.

Nunca podremos darte las gracias lo suficiente. Si tienes que cargar con la responsabilidad, hazlo también con lo bueno que has conseguido. Para mí que Alice haya conseguido un cuerpo propio significa que ha sido todo un éxito. Yo me recuperaré, tú misma lo has dicho.

»Si alguna vez necesitas algo Fátima, lo que sea, cuenta con nosotros.

Me fijé al separarme que la Maestra parecía cansada. Suficiente trabajo tenía ya encima cómo para tener que ocuparse de nosotros.

¿Te apetece que nos veamos en unos días? —propuse—. Para celebrar como se merece el nacimiento de Thor, y el de Alice.

¡Me parece una idea genial! —reafirmó esta última, encantada de la vida.

Esperé a la respuesta de la Maestra y le pedí a Alice que la acompañara hasta su habitación. A pesar de lo mucho que había estado descansando, sentía que los párpados me pesaban cada vez más. Y había sido una semana dura para todos.

Todo había cambiado y lo seguiría haciendo. Y necesitaba tiempo para asimilarlo.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 9:35 pm

Si alguna vez necesitas algo Fátima, lo que sea, cuenta con nosotros.

Fátima sonrió, un poco ida, al pensar en el abrazo que le había dado Saito. Selene, que la ayudaba a poner los platos en la mesa, ladeó la cabeza, interrogante.

Estoy bien, estoy bien. Es solo que… vaya, me sigue sorprendiendo. No me lo esperaba viniendo de él.

Desde luego, era la última persona a la que se esperaba dando un abrazo. Era un poco estirado y pomposo, además de terco, pero no una mala persona. Y ahora… bien. Parecía que había ganado dos nuevos amigos de golpe.

Dejó una silla de más, porque Malik se pasaría más tarde, y dejó que Celsius y Ondina se ocuparan los refrigerios mientras se lanzaban miradas asesinas. Ya les había asegurado que no las dejaría salir si volvían a destrozarle la vajilla en sus peleas, así que no les prestó mucha más atención.

Le gustaría que Saito y Alice le dieran algo más de crédito. Había escogido por su cuenta ayudarles y por eso tenía que ser la responsable, pero… Saber que había salido bien, que no la odiaban por el trabajo tan incompleto que había hecho con Alice…

Miró hacia el cuaderno con las investigaciones de Ivan que tenía en la estantería. Cada vez tenía menos tiempo que dedicarle, pero un día lo haría. No lo olvidaría.

Pero, al menos, esta vez sí había podido…

Escuchó un estruendo y se volvió con los ojos entrecerrados. Selene señalaba silenciosamente a Celsius y Ondina. La última se debatía con el té congelado en el suelo y Celsius retrocedía como si aquello no tuviera nada que ver con ella. Fátima se frotó la frente y miró a Thor, tan grande que resultaba cómicamente adorable en una de las sillas de tamaño natural.

Y ahora viene otro más. No puedo esperar a tener a un bebé gateando por aquí.

Por no hablar de que había ideado otra posible esencia, la última si era posible, para reforzar más su defensa, puesto que casi todas se especializaban en ataques. Selene necesitaba una compañera para cuando Fátima no pudiera entrar al combate, lo que cada vez sucedía más a menudo, y que la ayudara a guardarle las espaldas.

No quería ver lo que pasaría con una esencia de viento.

De pronto llamaron a la puerta y Selene se deslizó hasta abrirla. Saludó con una mano y una pequeña sonrisa a Alice y a Saito, que venía en silla de ruedas. Thor, con los puños sobre las rodillas, se inclinó con dignidad hacia delante, mientras que las otras dos hermanas se limitaron a saludar con un gesto de la cabeza.

¡Bienvenidos! ¿Cómo estáis los dos?—Fátima resistió el impulso de empezar a revisar el cuerpo de Alice nada más ofrecerle la silla—. ¿La rehabilitación es muy dura? ¡Celsius, te juro que como toques el té otra vez te pongo al lado de la chimenea! Perdón. Están bastante contentas y casi nunca las dejo cocinar. Como no comen ni nada por el estilo, para ellas es un juego.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor H.S Sora » Mié Dic 27, 2017 9:46 pm

Suspiré mientras el sonido metálico hacía eco por toda la habitación. Por mucho que lo intentaba, no avanzaba más. Me resigné. No era la primera vez que me pasaba.

¿Me ayudas? —inquirí, atascado en el quicio de la puerta. Misifú maullaba al otro lado.

Por supuesto. —Con más maña que fuerza, Alice logró dejarme en el pasillo. Al darme la vuelta la encontré con el ceño fruncido—. Tendremos que pedir que la cambien en la próxima sesión.

Me encogí de hombros.

No sé si tendrán muchas de estas para ser sincero. Pero supongo que no perdemos nada.

¿Has cogido el regalo? —miró mi regazo, vacío, y esbozó una sonrisa—. Vuelvo en un momento.

Se me había pasado por completo. Mi cabeza estaba dándole vueltas a las preguntas de los Maestros, a las que por ahora había sobrevivido por lo visto. Las cosas estaban cambiando en la Orden.

Las sesiones de rehabilitación habían empezado fuerte, pero no me quejaba en absoluto. Estaba claro que los inicios no iban a ser fáciles, pero... poco a poco. Tres meses había dicho Nithael, y no pensaba estar fuera de juego por mucho más tiempo. Además que tener a Alice a mi lado era algo que no me sentía capaz de describir. Algo maravilloso.

Antes de que pudiera darme cuenta, estábamos frente a la puerta de Fátima.

¿Seguro que estás bien? Te veo algo ausente.

Le agarré la mano que tenía apoyada en mi hombro y sonreí ladeando un poco la cabeza.

No pasa nada, de verdad.

Llamó entonces, y nos abrió una de las esencias de Fátima. La misma que había venido del paseo con Thor… Selene, si no me equivocaba. La esencia de Rayo se inclinó hacia delante, y traté de imitar el gesto. La habitación de la Maestra de Tierra de Partida era de lo más acogedora.

Fátima le ofreció asiento a Alice, que lo aceptó con gusto.

¡Bienvenidos! ¿Cómo estáis los dos?

Todo fenomenal Fátima, gracias —Alice miraba con curiosidad al resto de hijos de la mujer. Reparó en Ondina y Celsius.

¿La rehabilitación es muy dura?

No puedo quejarme, la verdad. Todavía no llevo muchas sesiones y por ahora no consigo hacer mucho… Pero es cuestión de dedicación. ¿Tú como te encuentras?

¡Celsius, te juro que como toques el té otra vez te pongo al lado de la chimenea! Perdón. Están bastante contentas y casi nunca las dejo cocinar. Como no comen ni nada por el estilo, para ellas es un juego.

Alice no pudo evitar reírse y yo la imité otro tanto.

¡Desde luego experiencia no te va a faltar cuando llegue el nuevo miembro de la familia! —exclamó mi compañera, con cariño, y me dio un suave toque en el hombro—. Dale eso, antes de que se nos olvide.

Saqué la pequeña caja envuelta con papel de regalo estampado y se la acerqué.

Alice me comentó que te gustaba la música y… —carraspeé un poco, sin saber como seguir—. Queríamos agradecerte todo lo que has hecho por nosotros. Aunque es solo un detalle, pensamos que quizá te haría ilusión.

Cuando lo abriera, se encontraría con algo peculiar: una cajita de música.

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Si en aquel momento la hacía sonar, se escucharía una dulce melodía de violín mientras la bailarina se movía al compás de la música.

¿Qué te parece?

¿Te gusta?

Todavía nerviosos, esperábamos haber acertado en el regalo a nuestra anfitriona.

***


Un rato después de haberle dado el presente, alcé el recipiente que tenía con bebida.

Creo que tenemos que hacer un brindis: por Thor y Alice. El nacimiento y renacimiento en un mismo día. —Hice una reverencia en dirección al primero—. Y por nosotros —me dirigí hacia Fátima también.

»Por lo mucho que ha cambiado y que tiene que cambiar nuestra vida. A mejor.
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Re: [Tierra de Partida] Barro, sangre y aliento de dragón

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 27, 2017 10:03 pm

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Fátima se quedó mirando la caja de música con los ojos abiertos como platos. Era preciosa. Con dedos temblorosos la hizo sonar y la bailarina giró, como en esa tienda que había visto una vez cuando era pequeña. Recordaba bien que uno de sus hermanos se rió de ella y le dijo que era un juguete para niñas. Niñas ricas, además.

La bailarina era tan bonita, tan grácil. Tan princesa. Todo lo que había querido ser cuando era pequeña. Y la música era preciosa. Se le anegaron los ojos en lágrimas y le entraron ganas de reír por lo tonta que estaba. ¿Sería cosa del embarazo?

¿Qué te parece?

¿Te gusta?

Les miró, secándose la comisura del ojo con un nudillo, y dejó con muchísimo cuidado la cajita en el sitio.

Me encanta.—La voz le temblaba un poco—. Se la pondré a la criatura, sin importar qué sea, una y otra vez. No teníais por qué hacerlo. Ay por favor, no te preocupes Ondina, estoy bien. A veces se escapan las lágrimas, ya sabes.—Apartó la mano de Ondina con suavidad y le dio un delicado apretón—. Gracias, de verdad.

***



Creo que tenemos que hacer un brindis: por Thor y Alice. El nacimiento y renacimiento en un mismo día. —Thor no dudó en devolverle la reverencia a Saito con solemnidad—. Y por nosotros. Por lo mucho que ha cambiado y que tiene que cambiar nuestra vida. A mejor.

¡Chin chin!

Sí, chin chin y tocar madera. Fátima dio un sorbo y luego se acarició el vientre. Ojalá fuera para mejor, aunque no lo pareciera.

Lo deseaba con todo su corazón.

Bueno. Espero que esto signifique que, a partir de ahora, Thor y Alice siempre celebrarán sus cumpleaños juntos. ¿Eh?—Sonrió.

Thor miró a Alice e inclinó la cabeza, elegantemente. Las esencias miraron a la joven con algo de desconfianza y puede que territorialidad —hasta Celsius y Ondina se permitieron un gesto de irritación—, en especial Selene, que se cogió a la mano de Thor, pero no protestaron. Fátima apuró su bebida. Alice tendría que hacer unos cuantos regalos, pero no dudaba que se ganaría el cariño de las chicas también. ¡Tenía que entenderlo, Thor era el pequeño y no iban a dejar que se lo quitaran!

¿Quién quiere tarta?

Se levantó y fue a buscarla. Eso hizo que la animosidad se olvidara de inmediato y las niñas corrieran a su alrededor para intentar llevar los platos, los cubiertos y lo que faltaba.

Se sintió bien. Celebraciones en familia y con amigos.

Debería ser así siempre.

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¡Pues fin por mi parte! Muchas gracias a Saito por este encuentro y a Denna que le tocará puntuarlo :3.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Suzume Mizuno
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