Perdón por no escribir en tanto tiempo con lo pesao que fui u.U. Es que he estado liadillo (sobre todo con lo del fic, pero no era la única cosa que ocupaba mi mente y mi tiempo). En fin, siento también que voy a tener que cambiar a pasado, pues con el presente no me siento nada a gusto. No pensé que lo fuera hacer, pero en fin T.T Sorry.
-Tengo tanta sed, que me bebería el jugo de las lombrices. ¡Pero es que ni si quiera hay! -Pensé al poco de llegar a la cima-.
En esta mierda de desierto no hay ni cucarachas.Pero no sabéis lo equivocado que estaba, pues, nada más mirar al frente, pude observar como millones y millones de armas habían sido clavadas en una gran planicie de tierra. Como si sus portadores las hubieran dejado allí olvidadas.
Una curiosidad enorme me recorrió el cuerpo y cosquilleó el alma. Tenía que bajar, y no solo porque me llamara la atención aquel extraño suceso, si no para investigar, por si todavía pudiera haber alguien que me dijera como sobrevivir más tiempo en el páramo. Incluso... ¡Puede que me dijeran la clave para poder marcharme de allí! Sin embargo, mis tripas rugían feroces, y mi garganta estaba tan seca que parecía el mismísimo desierto. Pero... ¿Qué más podía hacer? Si intentaba bajar seguramente el cansancio acabaría conmigo. Pero si me quedaba allí, donde existía la total evidencia de que no había agua ni comida, me moriría por deshidratación.
Así pues, me aproximé al borde del barranco, desde el cual se podía ver el descampado con las armas, para ver asegurarme de que había (o no) una bajada segura hacia allí. Pero me llevé una desilusión, ya que lo único que había era una afilada pendiente, casi vertical, con varias rocas incrustadas. No se veía el fin de la susodicha pendiente pues otra montaña se cruzaba en su camino, muchos metros más abajo de mi posición.
-Si pudiera llegar a esa otra pendiente, el resto del camino sería tremendamente sencillo -Me dije para subirme un poco el ánimo-.
Pero... ¡AH! ¡AAAAAAAAAAAAAAAARGH!No me dio tiempo a terminar la frase, pues había cometido un fatal error: apoyarme aun más en el borde, produciendo que éste se rompiera y desprendiera, conmigo encima.
Caí rodando por la empinada ladera. Era totalmente doloroso, ya que las rocas se me clavaban y arañaban todas las partes del cuerpo. Además no conseguía orientarme, era tal la rapidez con la que iba que lo único que podía ver era un borrón, formado por varios colores, que daba vueltas, sin parar, a mi alrededor.
Intenté estabilizarme, pero era imposible. Hasta que fijé la vista en un sitio, siempre el mismo, para evitar marearme. En una afilada piedra que sobresalía del terraplén. Pero era muy difícil, pues implicaba coordinarse con la cabeza y el cuello. Y hacer eso cayendo por un terraplén, precisamente fácil no es.
En aquel momento se me ocurrió algo que podría salvarme la vida. Si pudiera agarrarme a la afilada roca cuando pasara cerca de ella... quizás pudiera estabilizarme por fin. Pero solo tenía una oportunidad, pues el suelo debía de estar cerca, y si me agarrara mal a la piedra... no quiero ni pensar lo que ocurriría. Pero pasara lo que pasara... tenía que intentarlo.
Cada vez estaba más cerca, ya podía verla con total nitidez, y cuando por fin estaba a mi alcance... ¡CRAC! La agarré fuertemente, y, aunque ésta se desprendió de la montaña, tuve el tiempo suficiente para apoyar el culo en la pared, y caer, al menos, con el susodicho culo y los pies por delante, que seguro que sería mejor que caer rodando. ¡Y efectivamente!, ahora podía apoyarme en muchas de las piedras que había en la ladera para equilibrar mi peso y frenar un poco la caída.
Por fin llegó la intersección con la otra montaña, y ya iba con la suficiente poca rapidez como para caer sin hacerme daño. Así que lo único que tuve que hacer fue saltar, y rodar al caer para asegurarme de no sufrir daño alguno.
Me incorporé como pude y miré hacia el frente. No me lo podía creer, ¡a unos pocos metros estaba la planicie! Ya solo tenía que andar un poco...