[Port Royal] Arrr, marinero de agua dulce.

[Sombra]

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Podéis continuar vosotros solos una ronda de post para que vuestros personajes decidan que hacer.

Solo aviso: Hay sincorazón por la calle, aunque solo han atacado esa taberna, que os tiréis por la ventana no es una opción y bajar por las escaleras tampoco es recomendable.

[Demyx]

Edge estaba removiendo cosas de las habitaciones en busca de algo útil cuando la chica le interrumpió. Se alegró de que por lo menos hubiera subido, pero con el reproche le dio a entender que ella tenía un plan algo distinto al suyo y mucho más osado. El soldado se acercó a la ventana y observó que en la calle había también demonios negros. Se quedó pensado unos segundos y sonrío amablemente.

―Hay una línea muy fina entre el coraje y la temeridad. Si en algún momento se ha planteado intentar saltar por la ventana sin más, suya es la decisión ―empezó mientas ocupaba el espacio que separaba la chica de la ventana―. Mas se halla en mi juicio la voluntad de aconsejarle que haga lo contrario. Pues debo advertirle de que en la calle se encuentran también esas oscuras criaturas y si tuviera la desdicha de hacerse daño en la caída, sería una presa fácil para esos demonios.

Quizá la chica no se diera por vencida tan fácilmente. No obstante le quedaban pocas alternativas, un mal descenso equivalía a su fin, y no parecía haber ni escaleras ni cuerdas en la habitación. Tal vez usar algún tipo de tejido fuera suficiente para amortiguar el aterrizaje, aunque una vez en la calle sólo podrían confiar en sus piernas para escapar de los demonios negros. ¿Acaso no tenían ningún punto débil?

[Nell]

El plan de Hana tenía un fallo. O eso creía el chico.

La joven se acercó junto a él a la ventana, para observar aquello que le decía. Los demonios negros estaban por doquier, de modo que bajar a la calle equivalía a huir del humo para enfrentarse a aquellos monstruos. Enseguida Hana resopló. ¿Y qué? Temía mucho más al fuego, un elemento del que el agua siempre le había protegido, que a esos extraños seres que parecían, ¿quitar gemas? Hana no tenía ninguna de esas encima, como el borracho. Aunque tampoco le haría gracia que le vaciasen los bolsillos.

Pero, antes de nada, había otra cosa mucho más urgente. Algo que a Hana ya le ponía los pelos de punta.

—¿Por qué no hablas bien de una jodida vez? —le reprochó. Pero, viendo que no era el momento, cambió nuevamente al tema principal—. Da igual. Esos demonios están en el piso de abajo, así que tarde o temprano subirán. Si no hay ninguna salida, me haré una.

Sí, en efecto, Hana seguía con la intención de tirarse por la ventana. Pero algo había cambiado. ¿No estaban esas criaturas en la calle? Sólo tenía que calcular bien su caída y… bueno, no importaría si se desestabilizaba o no, pues pensaba utilizar al demonio más asequible como colchoneta. Uno menos y luego, correr. Correr hacia el barco, hacia la salvación. Una vez regresase a alta mar, no tendría nada que temer.

Nunca, en ningún momento, se le pasó por la cabeza a Hana que no volvería de nuevo a embarcar.

[Sombra]

Antes de que Hana pudiese llegar a saltar, pudo ver a una chica vestida con un extraño uniforme verde con un lazo y una falda. Una vestimenta realmente extraña en aquellos lares. ¿De dónde sería? ¿Por qué caminaba tan tranquila entre aquellas criaturas?

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Si uno se fijaba lo suficiente podría ver una especie de arma bastante hermosa, tenía aspecto de haber sido forjada por alguien realmente talentoso y tenía algo que parecían ser gemas incrustadas. ¿Sería un arma valiosisima? Al menos lo parecía a simple vista.

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La chica se movió rapidamente por la calle eliminando una por una a todas las criaturas de un solo golpe, ninguna de ellas logró reaccionar ante la destreza de la muchacha. En cuanto no quedaron más de aquellas bestias en las cercanías apuntó con su arma hacia la taberna.

—Aqua —un chorro de agua salió disparado de la punta del arma como por arte de magia apagando las llamas sin ningún problema, la chica, en cuanto vio que ya no había peligro por las llamas entró dentro perdiéndose a la vista de los dos. Se escucharon varios ruidos que venían de abajo, como si una lucha se estuviese llevando a cabo.

¿Deberían bajar a ver que estaba pasando?

[Demyx]

La muchacha se acercó a la ventana. Edge no entendió a que se refería con lo de “hablar bien”, pero la joven parecía mantenerse en sus trece. No iba a rendirse tan rápido, empezó a pensar en algún modo para disuadirla cuando algo en la calle le llamó la atención. Una extraña chica estaba derrotando como si nada a cada uno de esos demonios negros.

―¿Refuerzos? ―no pudo evitar decirlo en voz alta a la vez que fruncía el ceño.

Poco después se quitó esa idea de la cabeza. Su compañera de pelo azul le había parecido extravagante, e incluso era capaz de reconocer que, por motivos que él no alcanzaba a comprender, él no era alguien típico y tópico propio del lugar. No obstante esa nueva aparición era algo totalmente fuera de lo común, no solamente por su indumentaria, sino y sobre todo por su bella arma, con la que eliminaba esas criaturas como si nada.

Si en aquel momento el chico había quedado sorprendido por esa actuación, lo que vino a continuación le dejó sin palabras. La misteriosa chica pronunció una palabra y del arma salió un chorro de agua que sofocó el incendio rápidamente. La perdió de vista cuando ésta se adentró en la taberna. Apretó los puños y miró a la muchacha.

―¡¿Ha visto usted eso?! ―exclamó ilusionado con un brillo en los ojos―. ¡Arte magnífica es!

Y sin esperar ninguna respuesta corrió de nuevo hacia el primer piso, maravillado, saltándose varios escalones a la vez en el descenso. ¿Qué había sido eso? ¿Qué encontraría allí abajo? ¿Era peligroso? Eso le daba igual, la admiración por lo que acababa de suceder ante sus ojos le podía.

[Nell]

Prácticamente estaba ya preparada para saltar, con el cuerpo en tensión y el objetivo colchoneta localizado, cuando apareció aquella chica, como la salvación a todos sus ruegos. Apenas hacía esfuerzo para derrotar a todas las criaturas que se cruzaban en su camino, y avanzaba directa y certera hacia el foco del problema, la taberna donde estaban.

Puesto que parecía no hacer ninguna falta que se tirara por la ventana, Hana finalmente desistió en su decisión. Lo cual, en parte, le decepcionaba un poco, porque nunca lo había hecho, y porque, de entrada, aquella mujer le inspiraba desconfianza. ¿Quién era ella y cuál era esa arma que destruía a los demonios? ¡Nunca había visto nada igual! Y, como el chico no tardó en señalar, era, de cierta manera, increíble. Con esas raras expresiones suyas, claro.

—Lo que me faltaba —no pudo evitar resoplar Hana, viendo cómo el muchacho se lanzaba hacia el piso de abajo a ver a la mujer. Lo cierto es que también quería ir a investigar, de modo que le siguió por las escaleras para averiguar más sobre su intervención.

Y, pese a que Hana nunca lo reconocería, había algo que le había llamado más poderosamente la atención que cualquier otra cosa: el agua. Había creado agua. ¿¡Cómo!? La chica estaba segura de que no la transportaba, sino que, de verdad, había surgido de la nada desde su arma. ¿Cómo lo habría hecho? ¿Qué brujería sería aquella? ¿Había sido dulce o salada?

«Sólo hay un modo de averiguarlo», pensó. Hana esperaba, además, que no fueran refuerzos auténticos de la guardia de la ciudad. Sino, tendría que tragarse su curiosidad y huir al barco, antes de que alguien averiguase que estaba con los piratas.

[Sombra]

Cuando bajaron pudieron ver que no había ya ningún fuego, había numerosas partes del local calcinadas, pero no parecía haberse expandido demasiado como para hacer daño a la infraestructura. Lo que sí había era enormes manchas rojas por todas partes, aunque no había ningún cuerpo. No había ningún superviviente ni ninguna criatura. Solo habían pasado unos minutos pero todos los demás debían haber muerto.

Solo estaba aquella chica, contemplando triste la escena. Estaba mirando un charco de sangre que cubría parte del suelo de madera y que se filtraba entre los tablones por lo que en aquel momento estaba de espalda a ellos.

—Es triste. ¿Verdad? —dijo la misteriosa chica en voz alta dando a entender que había visto o sentido a los dos supervivientes—. Tanto sufrimiento... Es horrible —la muchacha se giró enseñando sus facciones por primera vez.

Lo primero que llamaba la atención de ella era una cicatriz en su rostro, parecía ser hecha por una quemadura o similar y parte de su negro, liso y largo cabello cubría dicha herida que no parecía muy reciente.

—P-perdon por hablar así —le tembló la voz, como si hubiese perdido de pronto toda aquella personalidad misteriosa que tenía al principio—. Soy Rebecca y v-vine a destruír esas... c-cosas. ¿Q-quienes sois v-vosotros?

[Demyx]

Todo su entusiasmo desapareció cuando llegó al piso de abajo. No había ningún cuerpo, sólo charcos de sangre, era un escenario dantesco. Tras haber visto cómo se había desvanecido el cuerpo de aquel borracho supo que todo el resto de personas habían muerto del mismo modo. Edge no pudo evitar sentirse afligido por ello.

Esa enigmática chica permaneció de espaldas durante unos instantes, se dirigió a ellos y a continuación se dio la vuelta. Ocultado por su negro cabello, se podía distinguir una gran cicatriz en su rostro. El chico, sin embargo, no prestó especial atención en ese detalle, seguramente por su tendencia a considerar habitual aquello que era propio en él; fuera el habla, el pelo azul o las cicatrices.

―Es un placer conocerla, Doña Rebecca. Nunca podremos agradecer la merced que nos ha hecho al salvarnos la vida ―la seguridad había vuelto en el chico―. Yo soy un humilde soldado, Edge Lemmons ―añadió sin recordar que hasta ahora había estado de incógnito―. Siento mi osadía pero, ¿cómo ha logrado usted hacer todo eso? ¿Fue magia lo que vieron mis ojos?

[Nell]

En pocos minutos, el local había cambiado radicalmente. Lo que antes había sido una ajetreada taberna, llena de borrachos y alcohólicos desvergonzados, se había convertido en un deplorable lugar, vacío, sin vida, engullido en parte por las llamas, y cubierto del escalofriante carmesí que a más de uno haría vomitar. A pesar de la masacre que había tenido lugar, no había ningún cuerpo a la vista. Hana no le dio ninguna importancia, ya que su atención se centraba principalmente en la chica.

La misteriosa muchacha comentó la tristeza de la escena que había tenido allí lugar. Hana resopló, en respuesta. Muchas cosas horribles pasaban todos los días, aunque la gente fuese incapaz de verlas hasta que no le ocurrían en primera persona. Una más no era motivo de lloro.

Sin embargo, varias cosas le llamaron la atención en pocos segundos. Primero, la cicatriz de la chica, de nombre Rebecca. Una marca así sólo podía ser producto de una batalla, o eso dedujo Hana, quizá, precipitadamente. Por lo tanto, se encontraba ante una guerrera (por si la lucha contra las criaturas había dejado alguna duda), con la que seguramente tuviese que tener mucho cuidado.

Y luego, en segundo lugar, estaba ese chico, el tal Edge… ¡que decía ser soldado! Hana habría soltado un par de maldiciones si no se hubiese contenido a tiempo. ¡Allí, al lado de un soldado, como si nada…! Tenía que marcharse, y cuanto antes. No quería tener nada que ver con la guardia. Pero, puesto que aún no la había pillado, lo mejor sería no delatarse.

—Hana —murmuró, secamente. Por razones obvias, su nombre no era reconocido (ni en tierra ni en mar), por lo que no tenía inconvenientes en darlo, aunque tampoco le gustase demasiado—. ¿Por qué lo hiciste? —se encontró preguntando, acto seguido, dándose cuenta la muchacha de que estaba realmente intrigada—. Podrías haber huido. Esos demonios negros no parecían tener compasión por nadie. Habría sido más fácil salvar el pellejo.

Había otra cosa más, una última, que Hana no podía pasar por alto, aunque le hubiese gustado. Edge había mencionado la magia. ¿Significaba eso que Rebecca era una bruja? Si así fuera… lo mejor sería mantenerse alejada de ella, o eso pensó en un principio Hana. No le gustaban las brujas. Por motivos obvios.

[Sombra]

La chica se acercó un poco aunque se mantuvo a una distancia prodencial de la pareja.

—Y-yo s-solo... S-sí... era un p-poco de mágia p-para apagar el fuego —tartamudeó muy nerviosa. Sus ojos (al menos el único visible) se movían freneticamente evitando cualquier contacto visual y a medida que hablaba su cara se iba tornando a un color rojo como un tomate.

Tras escuchar a Hana la muchacha uniformada la miró como si estuviese realmente sorprendida por su pregunta, como si con su mirada estuviese diciendo "Es lo que tenía que hacer".

—Y-yo en realidad... Este es mi t-trabajo y t-tal —le explicó a Hana. Rebecca abrió los ojos como platos y se acercó más a los dos para observarles de cerca cualquier posible herida con bastante preocupación—. ¿Estáis b-bien? ¿Os han hecho a-alguna herida? —preguntó a la pareja—. Algunos de esos sincorazón pueden enfermar a la gente con sus arañazos, s-son muy peligrosos.

[Nell]

Rebecca reconoció abiertamente que había empleado la magia. Bueno, al menos, eso tartamudeó. Tras aquella muestra de, ¿desconfianza?, o al menos así lo tradujo ella, Hana se envalentonó más. Sí, podía ser una bruja, pero parecía tan retraída que probablemente no supondría un problema para ella. A menos que, bajo aquella máscara, ocultase algo peor, cosa que la joven ni se planteaba, debido a su actitud.

A Hana, además, tampoco le gustó la respuesta a su pregunta. No es que esperase una mejor, claro, pero le hubiese sorprendido gratamente que fuera algo del estilo “¡Me di cuenta tarde de que el dinero desaparecía con ellos!”. Al menos, Hana lo veía mucho más normal.

—Deben de pagarte entonces mucho —dedujo sola Hana—. ¿Te refieres a los demonios? No, no nos han tocado. Y… ¿cómo los has llamado?

La curiosidad se hizo mucho más palpable a partir de aquel punto. ¿Sincorazón? ¿Qué nombre era ese? Es que aquellas criaturas… ¿no tenían corazón? El nombre no dejaba lugar a dudas, pero Hana se resistía a creerlo. ¿Cómo nacían entonces esos demonios? ¿Qué les ocurría para perder el corazón? ¿Y por qué…?

—Dímelo todo —exigió, más que pedir, la indisciplinada muchacha—. Cuéntame lo que sepas de los sincorazón.

Pronunciar el nombre en voz alta no le dio mejores vibraciones. Y esperó, anhelante, la respuesta de Rebecca.

[Demyx]

Parecía que Edge no era el único que buscaba respuestas en Rebecca. La chica del pelo azul también estaba intrigada. Ahora ya sabía su nombre, Hana. A pesar de que no dio más pistas sobre sí misma, el soldado ya había supuesto de antemano que trataba con una pirata, había estado jugando a cartas con unos corsarios, no necesitaba más indicios. Sin embargo él no se encontraba allí para arrestar piratas, su misión seguía siendo averiguar la verdad acerca de los demonios negros. Y parecía que había descubierto la caja de Pandora.

Rebecca no se anduvo con rodeos en reconocer que aquello que habían visto era magia verdadera. Por si fuera poco, le proporcionó otro dato, denominando a los demonios negros sincorazón. Sin lugar a dudas aquella chica sabía muchas cosas acerca de esas criaturas, al fin y al cabo se había justificado diciendo que aquello era su trabajo.

Era obvio que Hana también tenía prisa en conocer la verdad y, de hecho, ya había empezado su interrogatorio. Aun así Edge no se quedó atrás e insistió con peticiones y preguntas.

—Por favor, doña Rebecca, cuéntenoslo todo. ¿Qué son los sincorazón en realidad? ¿Para quién trabaja? —pensó en el arma de que había empleado la chica y no pudo ocultar su fascinación—. ¿Y el arma que portaba? ¿Qué maravillas esconde? ¿Tiene alguna relación con la magia?

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Posteando desde el trabajo~~

[Sombra]

—B-bueno, sí... Ganamos b-bastante dinero y recibimos bastantes r-regalos de los mundos que s-salvamos...¡Oh! —la joven se tapó la boca como si hubiese dicho algo que no debería haber mencionado, cosa que hizo que se pusiera roja de los nervios sin saber muy bien que decir. Tras unos instantes que la chica usó para tranquilizarse empezó a hablar de nuevo—. S-supongo que es justo q-que os lo diga. ¿No? —la extraña chica tomó aire y cambió su expresión nerviosa a una mucho más seria, como si hablar de los sincorazón le hiciese cambiar completamente de actitud—. Los sincorazón... son unas criaturas que nacen de la oscuridad del corazón de la gente. Se dedican a cazar seres con corazón o alma para multiplicarse. Cada vez que matan a alguien liberan su alma y esta cae en la oscuridad generando un nuevo sincorazón. Hace algún tiempo no había tantos, pero ahora son una plaga en todos los lugares y claro, con un arma normal es imposible derrotarlos para siempre.

>>Trabajo para una sociedad que se encarga de mantener la harmonía en el mundo y sobre la llave espada... N-no puedo contaros mucho acerca de ella pero bueno... Digamos que tenerla facilita el uso de la magia y que es la única manera de borrar la existencia de esos monstruos.

La chica tomó aire nuevamente y dejó de hablar para mirar las expresiones de los dos supervivientes. ¿La estarían mirando como a una loca o un bicho raro?

[Demyx]

Edge escuchó con atención todo lo que decía Rebecca. Lo que dijo era realmente alarmante, dudó un instante, pero la muerte del borracho lo confirmaba todo. Y la magia... él mismo lo había comprobado con sus propios ojos y ,quizá por su forma de ser, no le costaba creerse todo aquello. Corrían muchas historias entre piratas y soldados. Pero esta amenaza era real, se multiplicaba y parecía inmune a las armas convencionales. De ser así, todo Port Royal podría estar en peligro.

Una nueva idea empezaba a pasearse por la mente de Edge. Su deseo había sido siempre el de proteger a todo el mundo, de hecho solía pensar antes en otros que en él mismo. Y a pesar de su ingenuidad, hacía ya un tiempo que no estaba satisfecho en este sentido, aunque se empleara al máximo en su labor. Quizá fuera una idea algo arriesgada o precipitada, tal vez ni siquiera fuera posible, no obstante no se lo pensó mucho más.

—Se lo ruego, Doña Rebecca; ¡enséñeme! —cerró los ojos y juntó las manos en señal de súplica—. ¡Siento pedirle esto a pesar de que usted tuvo la merced de ponernos bajo su amparo! ¡Empero, quiero proteger a toda la gente dentro de lo posible, y estimo que todo esto no será posible a menos que me encuentre bajo la tutela de alguien como usted! Se lo suplico, enséñeme.

[Nell]

Nada habría hecho cambiar de opinión a Hana. Nada, absolutamente, nada. Desde que de los labios de Rebecca salió la afirmación de “ganamos bastante”, la muchacha estuvo completamente convencida de que tenía que averiguar el modo de conseguir aquellas mismas recompensas ella también. Quizá lo de salvar, o trabajar, no lo viese tan bien, pero desde luego, encontraría la forma de adaptar su ética a la esa ¿secta?

A Rebecca se le escapó un importante dato al mencionar la existencia de otros mundos, pero hecho el daño, les explicó todo lo que pidieron saber. Hana ni siquiera prestó atención a aquel error. No le interesaba, por el momento, la ampliación de sus horizontes. No, al menos, mientras tuviese cosas más importantes que saber: los sincorazón. Seres nacidos de la oscuridad. Hana y Edge los habían visto en acción, siendo su víctima primera el borracho, de modo que no hizo falta mayor información para entenderlo.

Antes de que Hana pudiese decir nada, Edge se lanzó a pedirle a Rebecca que le instruyese en aquellas artes, para proteger a todos. Hana resopló, otra vez. ¿Es que quería hacerse el héroe? ¿No sabía que los héroes siempre morían? Desperdiciando su vida, por supuesto.

En realidad, la chica no estaba del todo segura de querer unirse, como pedía Edge (aunque aún tenían que escuchar la respuesta de Rebecca). Proteger al resto de personas no era su estilo. Prefería la vida de pirata. O… ¿quizá no? Lo cierto es que hacía tiempo que se había cansado del barco de su tío. Navegar era fantástico. Pero navegar con ellos… no tanto.

—Entonces, ¿no hay ningún modo de protegerse de ellos, salvo con esa… llave espada? —el nombre le sonaba muy raro—. No quiero morir por esas criaturas —se le ocurrió, como excusa—. Así que, ¿no habría modo de que nos dieses una?

No es que el diseño le agradase mucho, tampoco, pero era lo que había. Ya se enteraría de si había armas más... imponentes.