[Trama] Viva la monotonía

[Deja]

Se habían presentado todos, uno por uno tal y como había dicho la Maestra Nanashi. Todos después de mí. Había aprendido algo de la naturaleza humana observando todo lo que me rodeaba y todo lo que he había rodeado, del carácter de las personas que siempre habían estado cerca de ella, tanto en Agrabah como en Tierra de Partida. Iba aprendiendo poco a poco la naturaleza humana y me fijaba hasta en los rasgos más diminutos e inapreciables de cada persona. Me dije a mi misma "No estoy dispuesta a afrontar el vacío existente en mis experiencias personales."


Ciertas evidencias apuntaban que Fyk era un simple extraterrestre que no sabía hacer nada. Insolente, infantil, irritante eran los mejores adjetivos que se me ocurrían para definir al extraterrestre. Venía de un lugar lejano —como todos— pero era diferente.


Muevo ligeramente mis pensamientos y los dirijo a Hitori. Un hombre un tanto niño, inútil, tímido, desinteresado. Aparentaba justo lo mismo de lo que era, un auténtico inútil. Extremadamente tímido, demasiado. No acertaba a dar una conversación fructífera ni interesante. Aunque, bueno, era normal. Dentro de lo que cabía, era normal.


Kit "Que te jodan Kit." se me ocurrió al pensar en él aunque no transformé la idea en palabras. Tan solo me la guardé como un pequeño apunte en mi gran memoria. Era egocéntrico, muy egocéntrico. Ser egocéntrico no es malo me dije, es normal. Cada uno es como es y no se puede cambiar. Eso es lo que me atormentaba, no se puede cambiar la personalidad de alguien sin un esfuerzo desde dentro. Una pena, Kit podría haber servido para algo más si fuera mas comprensivo con Hitori y los demás.


Al tanto de la intervención de mis compañeros la maestra Nanashi soltó un gran discurso cambiando de postura constantemente, parecía decidida. Nos quería amedrentar, eso estaba claro. "Es satisfactorio comprobar que los nuevos aprendices progresan adecuadamente y de manera tan magnífica." Ironía. Eso para mí significaba un "a ver si sabéis sujetar la Llave Espada sin haceros daño, para algo estáis en esta sala conmigo." A ella lógicamente le dábamos igual los cuatro. Mis intenciones eran coger un poco de afecto con la única mujer de la misteriosa tierra que habitábamos como simples marionetas de un gran juego repleto de oscuridad. Un universo desbordado de mundos y historias perdidas o sin destino.


—Dejay —me llamó—. Dime. ¿Qué sabes sobre los sincorazón?


—Sobre los sincorazón —replanteé la pregunta en alto—, no sé nada. Absolutamente nada. He de decir que la parte teórica no entraba en los entrenamientos con Akio. Estamos aquí para defender los mundos de las bestias oscuras a las que tú, maestra Nanashi, llamas sincorazón. Me parece estupendo que empecemos por sus características físicas antes de un combate cuerpo a cuerpo. Yo no sé esas características de las que me hablas. Sé que son, bestias oscuras que merodean por todos los mundos. Siento decepcionarla pero no sé más sobre ellos.


Sin dar más importancia a la respuesta negué con la cabeza y centré mi atención en escuchar las respuestas de los demás. "Después de todo, nosotros somos los aprendices y ella la maestra. Estamos aquí para aprender."

[Soul Artist]

Escuché atentamente con los brazos cruzados las palabras de la Maestra Nanashi acerca de nuestro deber como Caballeros, y de que este sería a partir de ahora mi hogar. Por una parte, ¿por qué mi labor debía deberse únicamente por el universo? Antes del universo había algo mucho más importante para mí: yo. Podría luchar por preservar el equilibrio, el bien, aunque todo aquello no fuese conmigo. Había aceptado un enorme poder y pagaría la deuda que había desarrollado al hacerlo. Pero nunca, jamás, interpondría algo a mí mismo; eso lo tenía claro.

Por otra parte, ¿que aquel era nuestro hogar? Nuestro hogar temporal, en todo caso. Yo tenía a mis padres en Ciudad de Paso, y aunque no fuésemos la familia más unida porque mi padre fuese un tremendo pesado y mi madre una cariñosa de cuidado, seguía teniendo claro en mi mente que volvería con ellos algún día y me asentaría en Ciudad de Paso. ¿O no podía? Ronin me prometió que podría volver cuando quisiera. Yo lo había interpretado como volver allí permanentemente cuando diese por suficiente mi entrenamiento. Quise preguntar a la Maestra acerca de ello, pero cambió de tema sin darme oportunidad para expresarme.

Bla, bla, bla, en peligro el universo... Mi mirada se volvió ligeramente a Hitori, el cual no estaba seguro de si atendía a la Maestra o se aburría tanto como yo. En cuanto vi que entraba ligeramente en su campo de visión le hice unas señas para divertirme, indicándole que ante esos peligros él mojaría los pantalones. No tardé en darme cuenta de que nadie en aquel mundo conocía mi lenguaje de señas, así que no debía comprenderme. Me reiría dentro de mi cabeza entonces.

— Y ahora, tú, Ivan. ¿Sabes qué consecuencias a nivel mundial acarrea la presencia de los sincorazón?

Me asusté al oír las palabras de la Maestra y me puse firme, pero no parecía haber captado mis señas al chico inútil. Tragué saliva y esperé a que preguntara a los demás algo. Mientras Dejay contestaba a su pregunta, reflexioné sobre lo que iba a contestar. No sabía si la pregunta tenía trampa o no, y tampoco sabía contestarla sin mostrarme algo prepotente. Lo intentaría igualmente.

Dejay calló, a lo que avancé yo para contestar.

—Bueno, a nivel mundial los Sincorazón no son un peligro, puesto que en este mundo no tenemos presencia de ellos —contesté, pensando en Tierra de Partida; no, allí nunca había visto ninguno, y de aparecer alguno con la cantidad de Llaves Espada que había no durarían mucho—. Sin embargo, a nivel universal, Los Mundos Oscuros explica que las consecuencias pueden ser catastróficas en cada mundo. Las bestias buscan alimentarse de corazones, y los de los mundos son el manjar por excelencia. Si lo alcanzan... Pueden destruírlo.

Me paré a reflexionar aquello por un momento. Y todo lo provocaban unas criaturas tan monas, ¿cómo era posible? El libro me había dado a entender en su momento que no eran malvados, así que no debía juzgarlos. Sea como fuese, me di por satisfecho con la respuesta.

[Final Fan]

El discurso de Nanashi había sido... no tenía palabras para describirlo. Me hizo pensar... hacerme volver a cuestionar cosas que creía tener ya asimiladas.

—Vuestra única misión es por y para el Universo.

Cierto. El Universo. Todos los mundos. Pero no sólo eso... todas las personas que habitan esos lugares. Todos los niños, todas las madres, todos los ancianos, todos los jóvenes, todos los animales, todas las plantas... todo. El Universo no es una cosa, sino infinitas. Aquella era la visión que tenía de mi misión.

—No importa vuestra procedencia, ni vuestro pasado.

¿Acaso tenía yo algo de eso? "Soy de Espacio Profundo", es lo que solía decir. Pero sabía que era mentira. ¿Cuál consideraba yo mi procedencia? ¿Cuál era mi pasado? Hasta que no me había visto alejado de mi familia, no me lo había planteado nunca. Conocer la respuesta a estos interrogantes... ¿acaso tenía más importancia para mí de la que creía?

—Éste es, y será siempre, a partir de ahora, vuestro hogar.

No pude evitar esbozar una sonrisa. "Mi hogar". Aquella mujer no tenía derecho a decirnos cuál era nuestro hogar. Tierra de Partida no era sino un peldaño en la escalera de nuestra aventura. Volveríamos allí al acabar una misión. Viviríamos allí. ¿Pero acaso aquello lo convertía en un hogar?

"Mi hogar es mi familia" pensé, convencido.

Tierra de Partida no era nuestro hogar. Era nuestra casa. Otra de tantas.

—Espero que sí que hayáis tenido tiempo para prestar atención a la grave amenaza que se cierne sobre el universo ahora mismo. Y espero, también, que no hayáis tenido aún que enfrentaros a tales perversas criaturas.

Claro que eran una amenaza. Yo comenzaba a darme cuenta de ello. Al fin y al cabo, aquel recuerdo... la mano que me soltaba... la criatura oscura detrás, atacándonos... ¿atacándonos?

La memoria me volvió a bailar. Allí estaba yo, aferrándome como podía a la misma mano de siempre, en una nave que volaba frenética a través del espacio. También estaba allí la criatura oscura... el "sincorazón". Sin embargo, el recuerdo era más nítido. Más concreto. Aquel ser negro no nos atacaba a nosotros, sino... ¿a otra nave?

—Durante el tiempo en el que llevas aquí, ¿qué has escuchado acerca de cierto lugar llamado “Vergel Radiante”?

La voz de la Maestra Nanashi me liberó de las redes de aquel recuerdo. Todo se volvía tan... confuso. ¿Entonces los sincorazón no nos atacaban aquel día? ¿Por qué la nave volaba tan rápido? ¿Y por qué había otra? Intenté convencerme de que aquel no era el momento de pensar en el pasado, aunque cada vez sentía más y más curiosidad por conocer la verdad sobre aquella memoria.

Vergel Radiante... claro que había oído hablar de él. El Maestro Kazuki había dado buena cuenta de que reconociese la peligrosidad del lugar. Tras las respuestas de Dejay (con su característico desparpajo) y de Ivan (al que parecía haberle dado un tic nervioso antes de comenzar a hablar), hablé en voz alta a la Maestra.

—Vergel Radiante es... un lugar que se nos está vedado a los aprendices —expliqué—. Es de conocimiento básico saber que este mundo es un lugar que ha sido consumido por la oscuridad, la cual rebosa de él como si de una fuente se tratase. Debemos evitarlo a toda costa, a no ser que una misión de importancia máxima nos sea encomendada. Además... —intenté recordar—, he oído rumores de que uno de los nuevos aprendices viene de allí.

Al acabar de responder, caí en la cuenta de que aquello tenía toda la pinta de ser un examen. ¿Me dejaba algo? ¿Había algo más? ¿Había dicho algo incorrecto? Mi expresión comenzó a denotar un obvio nerviosismo... aunque tuve suerte de que no me hubiese pasado mientras hablaba.

[Hitori]

Tras las respectivas presentaciones de cada alumno, la maestra Nanashi se dispuso a iniciar un largo discurso que Hitori procuró seguir atentamente. Tras un breve comentario de la maestra mostrando una supuesta satisfacción ante los progresos (a pesar de que ésta se mantuvo con la misma expresión, sin demostrar realmente que estaba satisfecha), comenzó una explicación que hizo reflexionar a Hitori en varios aspectos.

—Desde el momento en el que aceptasteis la Llave Espada, vuestro única misión es por y para el universo —les recordó Nanashi.

Hitori desvió la mirada ligeramente, sin mirar a ningún punto en concreto. Esa era la razón por la que estaba allí, única y exclusivamente. El joven era consciente de ello, y aún así, sentía como que fallaba algo...
"¿He venido de verdad aquí para luchar por el universo?", se dijo, abstrayéndose cada vez más en sus pensamientos.

—Cuando conocí a Akio, le dije claramente que quería conocer la verdad... —rememoró en sus adentros—. Vine aquí por mí mismo, para saber, para dejar de vivir en la ignorancia... y también para escapar de la rutina y normalidad de mi pueblo. Sin embargo... ¿Qué es lo que quiero saber? No sé qué es lo que quiero conocer. Supongo que se debe a que no sé nada. El que nada sabe, sin medios, no puede conocer nada más. Por eso...

El joven alzó la mirada levemente. "...Por eso estoy aquí. Aquí tengo los medios para empezar a conocer la realidad".

—No importa vuestra procedencia, ni vuestro pasado.

El chico expresó una extraña mueca de desagrado al escuchar la última palabra. Rápidamente se centró en la explicación de la maestra para evitar pensar en nada más.

—...éste es, y será siempre, a partir de ahora, vuestro hogar.

La maestra Nanashi había llegado a un punto importante. Aquel mundo, Tierra de Partida, era ahora, según Nanashi, el nuevo hogar de todos los aprendices. Hitori se sintió algo incómodo, pero no lo expresó de ningún modo. La idea de que Villa Crepúsculo dejase de ser su hogar sólo le afectaba por dos personas. "Si no fuera por ellos, me daría igual no poder volver a ese mundo... no tengo nada más allí que a Ben y a mamá"

De repente, la maestra taconeó con fuerza en el suelo, sobresaltando a Hitori, quien dio un pequeño brinco que intentó disimular, aunque no pudo evitar sonrojarse. Dirigió entonces la mirada al resto de sus compañeros, comprobando si se habían dado cuenta de su sobresalto. Dejay le había observado un momento con expresión sombría y pensativa, lo que le dio pie al joven a imaginar que su compañera estaría cavilando algo acerca de él.
Al dirigir la mirada hacia Kit, vio cómo éste le hacía unas extrañas señas que Hitori no comprendió. Parecía divertirse al ver que el chico no le entendía, limitándose Hitori a ladear ligeramente la cabeza en señal de duda. Sin embargo, no le dio mucha más importancia y continuó atendiendo a la maestra, quien había terminado de advertirles acerca de los peligros que se encontrarían.

Comenzó entonces un interrogatorio a los cuatro aprendices, quienes contestaron en orden: Primero Dejay expresó su desconocimiento acerca de los sincorazón. A continuación, Kit se lució explicando lo que había aprendido en Los Mundos Oscuros acerca del poder de estos seres. Finalmente, Fyk puso en común lo que conocía de aquel mundo conocido como Vergel Radiante, zona prohibida y consumida por la oscuridad, y de la cual provenía un aprendiz que Hitori no conocía.

Por último, Nanashi dirigió la mirada hacia Hitori y formuló la pregunta final.

—Y bien, para ti, la que considero más difícil, ¿cuál es la misión de los Maestros de la Llave Espada en estos tiempos de crisis?

Hitori se puso un tanto nervioso ante la idea de que su pregunta era la más difícil, pero procuró tranquilizarse y contestar con aquello que conocía y lo que suponía.

—A pesar de que los Maestros son poderosos, no son suficientes para luchar contra la gran cantidad de sincorazón existentes —comenzó, exponiendo lo que él suponía—. Así que lo que los Maestros necesitan es contar con aliados. Estos aliados no pueden ser otros que elegidos de la Llave Espada, pero para lograr que haya elegidos capaces, éstos deben ser entrenados.

El joven cogió aire, evitando mirar a la maestra por miedo a que la expresión de su rostro denotase que estaba equivocado.

—Así que... supongo que la misión de los Maestros es entrenar aprendices capaces de hacer frente a la amenaza que sufre el universo —concluyó, esperando una respuesta afirmativa por parte de la maestra Nanashi.

[Nell]

La sinceridad y el atrevimiento de Dejay no fueron una buena combinación, a ojos de la Maestra. No parecía nada contenta con la joven, aunque el sentimiento no era extremo, al menos. Continuó tan inflexible como antes.

—Los sincorazón, como bien sabes, son seres creados a partir de la oscuridad. Se alimentan de los corazones de las personas para multiplicarse. Son, además, criaturas irracionales. No planean estrategias, ni meditan. Sólo se dejan llevar por el instinto —explicó Nanashi, pacientemente—. Sin embargo, tenemos una ventaja, e inconveniente al mismo tiempo, frente a ellos: la Llave Espada. Es un arma que temen y que, por tanto, buscan destruir. Somos sus principales objetivos, lo que significa que salvaremos más vidas pero, a la vez, tendremos que fortalecernos para hacerlos frente. Poco más se sabe de ellos.

El siguiente fue Ivan. Si el chico esperaba un trato especial como “alumno fuera de lo normal”, se llevó un chasco.

—Has sido una mala elección para la pregunta, por lo que veo —reconoció, antes de explicar más detalladamente—. En efecto, en este mundo, no hay sincorazón. Se debe a que antiguas fuerzas de venerables Maestros aún actúan para repeler la oscuridad. Y, aún en el caso de que llegaran aquí, acabaríamos con ellos rápidamente. Pero tu libro ha acertado: los corazones, su principal fuente de alimento, son gran parte de la esencia de las personas y de los mundos. Es, por tanto, necesario, evitar que causen conmoción tanto a nivel mundial como universal.

El rostro pareció suavizársele cuando se dirigió a Fyk, como si su aspecto infantil redujera su actitud estricta. Incluso pasó inadvertida la expresión del joven ante el tema sobre su “nuevo” hogar.

—No se os encomendará ninguna misión sobre el nuevo Bastion Hueco, como ahora se conoce, hasta vuestro ascenso a Maestros. Es un nido completo de sincorazón y ya hemos tenido bajas suficientes como para arriesgarnos a que haya más —comentó—. Sobre el nuevo aprendiz… No debemos olvidar que Vergel Radiante era, hasta hace poco, una esplendorosa ciudad. Se cree que la mayoría de sus ciudadanos han muerto a manos de los sincorazón, pero como el joven nos ha demostrado, eso no ha sido del todo así…

No quiso seguir hablando del tema. Pasó inmediatamente al último alumno, Hitori.

—Es una respuesta tan válida como cualquier otra. Y de las mejores que me podrías haber dado —aceptó Nanashi, asintiendo al mismo tiempo con la cabeza—. Sí. Puesto que la amenaza es demasiado grave como para afrontarla nosotros solos, es imprescindible aumentar nuestras filas. Sin embargo, hay algo en lo que te equivocas: cometes un grave error al pensar que los únicos aliados con los que podemos contar son portadores, como nosotros. No desprecies nunca a nadie si tiene los mismos objetivos que tú, aunque diferente arma. Porque incluso con la Llave Espada de tu lado, puedes estar desaprovechando una ayuda esencial.

A pesar de haber aceptado la respuesta de Hitori, no aclaró si había una más acorde, por lo que, en su caso, la corrección quedó en el aire. Nanashi no volvió a sacar el tema a relucir, así que cada uno debió de hacerse sus propias ideas al respecto.

—A juzgar por lo que he visto, estáis suficientemente informados como para que no necesitéis clases particulares teóricas, como me ha podido pasar con otros aprendices. Pasaremos, entonces, al entrenamiento práctico.

Giró la muñeca, formando un sospechoso gesto en dirección a la espalda de los chicos. Al girarse, pudieron comprobar cómo cinco esferas blancas aparecían misteriosamente, flotando sobre el suelo, en fila y estáticas.

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—Vuestra tarea es destruirlas. Podéis utilizar lo que queráis para ello —aclaró Nanashi—. Sólo un consejo: no desperdiciéis nada.

[Final Fan]

—Sólo un consejo: no desperdiciéis nada.

"¿Que no desperdiciemos nada, eh...?"

Aquellas esferas luminosas tenían toda la pinta de tratarse de seres inertes. En efecto, no se acercaron a nosotros ni mostraron ningún signo vital, incluso al no haberlas atacado al instante. Tenía eso en mente, pero nada me podía asegurar que en el momento en el que tuviesen contacto externo cobrarían sensación y motilidad y se dispusiesen a... atacarnos o algo. Y no sólo eso... caí en la cuenta de que nosotros éramos cuatro, y las bolas brillantes eran cinco. Eso me dio una idea.

Me adelanté a paso ligero, aunque no corriendo hacia las esferas dispuestas en línea. Tras observarlas más de cerca, me dirigí al extremo izquiredo de la hilera, mirando desde el trono, y me encaré con la esfera más distal de aquel lado. Me puse "a la cola" de las esferas, como si ellas y yo estuviésemos esperando nuestro turno en un comedor o en una tienda.

Así, pegué un salto y le di un puñetazo con todas mis fuerzas a la primera esfera... si mi idea era buena y calculaba bien la trayectoria, ésta debía barrer a las demás como si de una bola de bolos se tratase.

Con aquella estrategia no me cansaba. No utilizaba mi poder mágico para convocar a mi Llave Espada. No corría más de lo necesario. Golpeaba a todos los objetivos con sólo un golpe...

"No desperdicio nada", pensé.

[Deja]

Al parecer la profesora Nanashi no estaba contenta con mis preguntas. Nada contenta con mi intervención se dispuso delante mía y como si de una interlocutora de radio se tratase empezó a absorber mis pensamientos y conseguir mi total atención y concentración en su discurso. Aunque solo capté las frases que me parecían más interesantes y incorporándome suavemente para ponerme más recta repasé con la memoria todo lo que había dicho para buscar equivocaciones.


­­­­—Se alimentan de los corazones de las personas para multiplicarse ­­­­—empezó. Me hizo pensar, los sincorazón atacaban a las personas para robar corazones dejándolas inválidas e inertes, sin vida. Un corazón, una persona muerta significaba un sincorazón más. Contabilizé los mundos y las personas que había en cada uno para intentar imaginarme la desmesurada cifra de sincorazón que podía haber vagando por ahí.


­­­­>>Son, además, criaturas irracionales. No planean estrategias, ni meditan. Sólo se dejan llevar por el instinto ­­­­—continuó. No piensan, pero sí actúan. Eso era un problema mayor, no se podía considerar como una ventaja. Intuí que quería decir que no tienen sentimientos, no tienen corazón y eso les supone una ventaja, no tienen miedo, no huyen.

>>Sin embargo, tenemos una ventaja, e inconveniente al mismo tiempo, frente a ellos: la Llave Espada. Es un arma que temen y que, por tanto, buscan destruir. Poco más se sabe de ellos­­­­—finalizó mi respuesta. La Llave Espada es un privilegio, no todo el mundo la tiene. Es un arma digna de un portador y aprendiz. Podía no ser una ventaja, o tampoco ser un inconveniente. Habría que valorar los daños de otras armas y compararlos con ella, es un punto importante.


Al acabar con mi pregunta un poco descontenta a causa de mi desinformación y torpeza se encomendó a Kit. "¿Quién se cree, profesora? Estamos aquí para aprender, no nacimos aprendidos. Vaya congénere." Desilusionada me alejé unos pasos y escuché atentamente la respuesta que había proponerle a Kit.


­­­­—En efecto, en este mundo, no hay sincorazón. Se debe a que antiguas fuerzas de venerables Maestros aún actúan para repeler la oscuridad­­­­ ­­­­—pequeña frase de interlocutor egócentrico. "'Los maestros actúan para repeler la oscuridad' ¿Y entonces para que coño nos necesitáis?" Pensé enfadada e impotente. Aquella Maestra me caía peor a pasos de gigante.


­­­­>>Los corazones, su principal fuente de alimento, son gran parte de la esencia de las personas y de los mundos ­­­­—lógicamente. Es irrefutablemente cierto que la esencia de los mundos está en las personas y bestias que viven en ellos. Ahí la había colado la profesora, a ver si apuntaba en una libretita Kit que eso era cierto.


Pasó directamente a Kit sin preocuparse lo más mínimo por Kit. Eso le habrá calado hondo, a Kit, el mejor. Sin hacerle mucho caso relató la historia de Vergel radiante a Fyk sin ninguna información importante, por lo tanto supe que el pequeño extraterrestre había acertado en su respuesta. "Bien Fyk, muy bien. Ablándanos a la maestra que está muy descontenta con todos." Fyk había respondido bien, quita que no. Es más, había ablandado a nuestra Maestra en funciones con su típica y cariñosa posición. Era un enano extraterrestre y tan infantil que seguramente no se preocupaba por nada. Satisfecha, blanda y decidida se dirigió a Hitori concluyendo su clase teórica. "Suerte Hitori, Fyk te la ha hablandado, suerte."


­­­­—Puesto que la amenaza es demasiado grave como para afrontarla nosotros solos, es imprescindible aumentar nuestras filas ­­­­—comenzó. Ahí quería llegar yo, en la parte en la que se nos otorga a nosotros, los aprendices, un ápice de importancia y protagonismo.


­­­­>>No desprecies nunca a nadie si tiene los mismos objetivos que tú ­­­­—concluyó con tono álgido a pesar de la respuesta de Fyk. Quizás era importante juntarse con alguien para conseguir un objetivo común, siempre y cuando no se reduzcan las ganancias. Y por qué no, pedir ayuda siempre que se necesite. El fin justifica los medios, y las personas. Y las personas...


"Has fallado amigo." Pensé mirando hacia Hitori. La respuesta ha sonado convincente pero desde luego parecido con la realidad, pura coincidencia. Fyk ha sido el único competente e inteligente que ha sabido encontrar el doble sentido de las preguntas y responder correctamente a la suya. Aunque perturbador e infantil el extraterrestre había demostrado una destreza y una sabiduría de un aprendiz imponente y sabio. Fuera de mis pensamientos —y de los demás— Nanashi había dado por finalizada la clase teórica y quería ver nuestros progresos en el arte de la Llave Espada.

Una a una aparecieron cinco bolas de luz en frente de nosotros. Sin movimientos ni reacciones se quedaron estancadas en el lugar hasta que, en un ataque torpe e inesperado Fyk decidió flanquearlas por el lado izquierdo. El golpe duro y firme a la primera bola me hizo pensar e inmiscuyendo en mis capacidades decidí hacer lo mismo pero atacando desde el otro lado. La idea de Fyk había sido perfecta.

Aprovechando la velocidad que me otorgaban las piernas hice la misma maniobra que Fyk pero por el flanco derecho. Equiparando fuerzas y sin invocar la Llave Espada golpeé duramente la quinta bola. Seguramente produciría un ataque en cadena.


—¡Bien hecho Fyk, buena idea! —acerté a decir entre tanto. Había que reconocerlo, era inteligente—. En cuanto a vosotros, ¡labraros un ataque en equipo!

Dando ánimos a Hitori y a Kit, alumnos más aventajados en el combate, y agradeciendo la estrategia de Fyk continué el combate tratando de hacerlo lo mejor posible.

[Hitori]

Tras las respuestas de todos los alumnos, la imponente maestra Nanashi reflexionó un momento antes de emitir su dura crítica ante las respuestas que había recibido.
Comenzó, claramente insatisfecha, con la respuesta que le había dado Dejay, que le obligó a explicarle qué eran los sincorazón a todos los presentes. Hitori no prestó demasiada atención, pues lo que la maestra explicó ya lo conocía de lo poco que había leído en Los Mundos Oscuros.
Prosiguió con Kit, a quien le informó de la razón de que Tierra de Partida careciese de sincorazón: Tenían un fuerte sistema de defensa contra ellos. Esto alivió en cierto modo a Hitori, pues nunca tendría que vérselas con aquellos seres en su "nuevo hogar".
Acto seguido, y con una expresión mucho más amable en su rostro, Nanashi añadió datos importantes a la respuesta de Fyk. Los alumnos no tendrían que pisar Bastión Hueco; todo un alivio para el chico, pues temía los peligros que había escuchado de aquel mundo.
Finalmente, dirigió la mirada al joven Hitori, quien mostró una expresión algo nerviosa antes de recibir la respuesta.

—Es una respuesta tan válida como cualquier otra —Hitori suspiró al escuchar esto—. Sin embargo, hay algo en lo que te equivocas: cometes un grave error al pensar que los únicos aliados con los que podemos contar son portadores, como nosotros. No desprecies nunca a nadie si tiene los mismos objetivos que tú, aunque diferente arma. Porque incluso con la Llave Espada de tu lado, puedes estar desaprovechando una ayuda esencial.

Hitori afirmó con la cabeza, grabándose aquellas palabras en la mente. Nunca volvería a pensar que aquellos que careciesen de Llave Espada no serían de ninguna ayuda.

Terminada la clase teórica, la maestra inició la práctica. Con un ligero movimiento de mano, invocó unas esferas luminosas que flotaban grácilmente detrás de ellos. Les explicó que su tarea era destruírlas, y que evitasen desperdiciar nada. Hitori no comprendió a qué se refería con esto, pero no tuvo mucho tiempo de reflexionar antes de que el pequeño Fyk se encaminase hacia ellas con intención de efectuar su ataque.

De forma bastante eficiente, el extraterrestre se colocó a la izquierda de las esferas y, con fuerza, golpeó la esfera que tenía frente a él. Inmediatamente, Dejay corrió hacia el extremo derecho y efectuó el mismo movimiento. Hitori lo comprendió al instante: pretendían hacer un ataque conjunto para que todas las esferas chocasen entre ellas. Sin embargo, el joven pensó que el resultado de eso sería que todas se esparcirían por la sala, sin llegar a ser destruídas por completo. Antes de que eso pudiera pasar, ideó un plan.

—¡K-kit! —llamó, algo nervioso, a su arrogante compañero—. Tengo un plan... ataquemos ambos con magia. Q-quizás, con el golpe de Dejay y Fyk, las esferas acaben por toda la sala, así que... será mejor destruírlas antes de que eso pase.

Sin darle tiempo a su compañero a responder, inició su ataque. A pesar de que Hitori seguía siendo algo débil, estaba seguro de que sería capaz de hacerlo. Concentró todo su poder y, con decisión, extendió ambas manos, cada una en dirección a una esfera.

—¡Electro! —exclamó, haciendo aparecer dos rayos, que golpearon a las dos esferas que estaban en el medio.

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Como aclaración, esto cuenta como dos electros (dos ataques de nivel 2)

[Soul Artist]

Escuché atentamente solo a lo que la Maestra tenía que decir acerca de mi respuesta. ¿Una mala elección para mi pregunta? ¿Yo? ¿Se puede saber qué había dicho mal? Los Sincorazón no existían en Tierra de Partida, estaba claro. Y había contestado correctamente también acerca de su peligro en busca de corazones, en especial corazones de mundos. ¿Por qué decía que había sido una mala elección?

Contuve la rabia que me había provocado manteniendo cerrado mi puño con mucha fuerza. Tenía que respetar a la Maestra, tenía que hacerlo. Contestar de mala manera no me daría más que problemas, y probablemente me cogiese manía o algo. Algún día las tornas cambiarían, estaba seguro. Puesto que yo sería el mejor de todos ellos...

Ignoré las respuestas a Dejay y a Fyk y escuché en parte la de Hitori. Él habría cometido un error, pero no había sufrido la humillación que yo sentía. ¿Qué injusticia era aquella? Oh, claro, a la Maestra le gustarían feos y tontitos. Guapos e inteligentes, como yo, serían demasiado inalcanzables para ella; observándola bien se notaba que no era alguien de mucho noviazgo. Claro que no, con aquella actitud de...

Apreté más el puño. Debía dejar de pensar, estaba comenzando a perder el control de mí mismo. Enfadado no ganaría nada.

Nanashi invocó esferas luminosas en la sala. Eran bastante grandes y estaban quietas, allí, esperando a que hiciésemos algo. Nunca había visto nada igual; parecían preciosas, su luz llegaba hasta casi mi corazón. Las ignoré para escuchar a la profesora.

—Vuestra tarea es destruirlas. Podéis utilizar lo que queráis para ello. Sólo un consejo: no desperdiciéis nada.

"Podéis utilizar lo que queráis para ello"... ¿Contaría utilizar a Hitori como un bate de béisbol? Fyk y Dejay parecían estar preparados para destruírlos por los lados; yo pensaba en qué hacer.

Precisamente entonces, el chico inútil me dirigió la palabra. Le miré por encima del hombro, esperando a ver qué quería de mí; no tenía tiempo que perder con él.

—¡K-kit! Tengo un plan... Ataquemos ambos con magia. Q-quizás, con el golpe de Dejay y Fyk, las esferas acaben por toda la sala, así que... Será mejor destruírlas antes de que eso pase.

Dediqué una sonrisa falsa al muchacho. Intentaba dejarme en ridículo colaborando con él; y una porra.

—Claro que sí, campeón —le animé. El chico se dirigió entonces hacia las esferas, dispuesto a lanzar dos ataques mágicos simultáneos. Esperaba que, si de verdad rebotaban como él pensaba, se lanzase contra la pared y le diese de lleno en el rebote. Mientras, yo me quedaría allí quieto, observando qué sucedía.

"No despediciéis nada". Realmente no podíamos saber qué iban a hacer aquellas esferas. ¿Rebotarían por toda la sala? ¿Al tomar contacto tomarían la forma de un monstruo que atraparía a sus atacantes? ¿O igual robaba energía vital? Lanzarse contra ellas como habían hecho los demás lo veía inútil. Me quedaría allí quieto, observando reacciones y, sobre todo, calculando una estrategia.

[Nell]

La estrategia del pequeño extraterrestre no estaba nada mal. Con el golpe adecuado, se podrían haber creado un perfecto efecto dominó que hubiese derribado a todas las esferas y, dependiendo de su dureza, haberlas roto al chocar entre ellas o producirles severos golpes. Hitori habría acabado con ellas con un par de chispas e Ivan hubiese quedado como un inútil. Desgraciadamente, el chaval tuvo que apuntarse un tanto.

En el preciso momento en el que Fyk se colocó a la izquierda de la fila y golpeó la primera esfera, comenzó el caos. La bola cedió ante el golpe con relativa facilidad (y a juzgar por la textura que sintió el muchacho al rozarla, era bastante flexible). Con excesiva facilidad. El efecto fue inmediato: la fuerza provocó que se viera impulsada, como una canica de goma con el nivel justo de aire, hacia la siguiente, iniciando la reacción en cadena. En menos de cinco segundos, las esferas aumentaron su velocidad al rebotar unas con otras y fueron desperdigadas por toda la habitación.

El peor golpe se lo llevó Dejay, sin duda. Al situarse en el extremo derecho, con la intención de hacer lo mismo que Fyk por el otro lado, no tuvo en cuenta que el efecto dominó fuera a ser tan rápido. La cuarta esfera (segunda para ella) rebotó en la quinta, que salió disparada directamente hacia la joven, impactándole en el pecho. Por suerte, la superficie no era dura, sino más bien suave, así que el daño se vio reducido. Eso sí: doler, dolía.

El caos vino producido porque el movimiento de las esferas no paró ahí. Como si la inocente mano de Fyk hubiese estado imbuida de una fuerza superior a la que creían, las bolas comenzaron a rebotar a una vertiginosa velocidad por toda la sala, en columnas, pared, techo y suelo. Incluso Nanashi tuvo que formar un par de veces un escudo a su alrededor para que las esferas rebotaran en él. Los aprendices, en cambio, que no podían seguir la trayectoria de todas las bolas, se llevaron cada uno dos o tres golpes menores.

Por si aquello fuera poco, los rayos de Hitori no sirvieron para destruirlas. Y en menos de un minuto, el joven se había quedado sin reservas de energía. Además, debido al gasto excesivo, se empezó a encontrar cansado.

Mientras las esferas rebotaban como bolas de pinball, y su velocidad iba reduciéndose, los chicos se dieron cuenta de un curioso efecto. Cada vez que rebotaban contra una superficie, cambiaban de color. Al principio, debido a la rapidez, no pudieron procesarlos muy bien, pero poco a poco fueron registrando la secuencia: blanco, rojo, azul, amarillo, negro, gris, celeste, verde y morado.

Cuando el movimiento se hizo más lento y las bolas volvieron a quedar flotando sobre el suelo, inmóviles (sólo moviéndose un poco lentamente, en realidad), ya no había ninguna esfera blanca. Había una verde, una morada, dos azules y una celeste.

Durante todo el episodio, Nanashi no pronunció palabra, ni se dirigió a sus alumnos. Se limitó a observar y protegerse de sus propias esferas, imperturbable.

[Final Fan]

—¡¡Aaaaay!! —me asusté.

No pude evitar ponerme a correr como un loco intentando esquivar aquellas mortíferas esferas... aunque, claro al final alguna que otra me acabó dando.

—¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento! —gritaba mientras intentaba evadirlas.

Las pelotas cambiaban de color cada vez que chocaban contra una de las paredes. Intenté memorizar la secuencia, ya que deducía que nos sería útil para el desarrollo "correcto" de la prueba... primero eran blancas, pero luego: rojas, azules, amarillas (aparté la mirada un momento de ellas al dar una pequeña voltereta), negras, grises, cerúleas, verdes y... por último...

—¡Morad-! ¡Humf!

Una me dio justo en la cara y me tiró al suelo. Me pareció lo más inteligente quedarme tumbadito boca abajo hasta que el caos acabase... hasta que las pelotas luminosas hubiesen acabado de rebotar... Al fin, cuando mi oído me informó de que el movimiento había cesado, decidí levantarme y mirar a mis compañeros y a la maestra Nanashi, un tanto (mucho) avergonzado.

—V-vaya, q-quién se iba a esperar esa reacción, ¿eh? —comenté— Jajaja...

Deduje que con la fuerza no se rompían. Debería habérmelo imaginado, viendo que Nanashi era una profesora más teórica que práctica. Entonces... los colores. Me quedé quieto observando las bolas multicolor. Memoricé la secuencia actual (verde, morada, azul, azul, celeste) y cerré los ojos.

—Bueeeeeno...

Pensé en varias hipótesis... decidí que guardármelas para mí no era justo para el resto del grupo, así que me dispuse a pensar en alto. Me aclaré la garganta y comencé mi monólogo, casi hablando para mí, aunque con la acústica de la sala se me oía bastante:

—Hacer que todas sean del mismo color. Emm... No, no sé yo... Las bolas eran todas de color blanco al comienzo del entrenamiento, y aún así no se rompieron al golpearlas... —razoné— Pero... ¿y si se trata de un color concreto el que se tiene que repetir en las cinco? Mejor no dejo la idea de lado...

Comencé a pasear de un lado a otro, esta vez observando más detenidamente las bolas.

—Un código de colores concreto. ¿Podría ser que las cinco pelotas tengan que volverse de un color determinado, aunque no repetido? Los colores son eh... —me paré un momento a contarlos— nueve. Si mi hipótesis es cierta, cuatro de ellos sobran. Podríamos descartar los colores monocromáticos: negro, blanco y gris... ¿pero cuál del resto sería el que falta por quitar? —pensé un poco más detenidamente— Supongo que el celeste y el azul son tonos del mismo color general... aún así, es demasiado fácil. Mejor no probamos esta...

>Afinidad elemental. Podría ser que cada color esté ligado a un tipo de hechizo, y que haya que destruirlas con el conjuro relacionado, o con el opuesto... —conté con los dedos los distintos colores para juntarlos con cada elemento— rojo para el Fuego, azul para el Agua, amarillo para el Rayo, celeste para el Hielo... ¿pero y el resto de colores? Las cosas no me cuadran demasiado... Blanco y negro podrían ser Luz y Oscuridad... ¿pero dónde queda la Tierra? ¿Y el Viento? ¿Verde y Morado? Una elección un tanto rara, aunque podrían estar para despistar... Y el gris... ¿sería para ataques físicos en ese caso?

Paré de caminar y aparté mi vista de las pelotas para mirar hacia mis compañeros y observar sus expresiones, un tanto expectante por saber qué les parecían mis ideas.

—¿Q-qué creéis vosotros? —pregunté, un tanto inseguro.

[Soul Artist]

Fyk estaba diciendo cosas que, para mí, se me antojaban como muy obvias. Como la trampa en la que todos habían caído; en vez de detenerse a pensar, se habían lanzado en contra de las bolas, y allí tenían sus consecuencias. Consecuencias, como las mías con aquel moguri del pinchito. No quería pensar en ello.

Había esquivado la esferas con más facilidad que otros (como Dejay), pero ni estando lejos había sido capaz de evitar todos los rebotes. Había sido caótico y horroroso; aquello pasaba por no moverse en equipo, en sincronía. Por suerte, me tenían a mí como gran estratega. Me ajusté las gafas y me acerqué a oír qué tenía que decir el azulado con respecto a las esferas.

Magias elementales. Obvio, simple... E igual una trampa. No me terminaba de fiar de Nanashi, la cual seguro que se tronchaba en su interior de nosotros. Sin embargo, era lo mejor que teníamos; pero había que probar.

—Lo que dices es obvio, Fyk, cualquiera con cerebro habría sido capaz de deducirlo... —"lo que excluye a Hitori", pensé—... Pero no está mal para un aprendiz como tú. La morada puede relacionarse con la magia Gravedad, la blanca con la Luz y la negra con la Oscuridad. Verde puede hacer referencia a Tierra o Natura... Y la gris, precisamente, con Viento. Debemos probar dos cosas y entonces sabremos si de verdad van por ahí los tiros.

Me giré hacia Hitori y hacia Dejay. Inútiles ahora mismo, en especial Hitori por no ser capaz de usar más ataques mágicos, pero quizá con paciencia...

—Escuchadme bien, tengo una teoría. Dejay, ataca con poca fuerza una de las esferas azules y utiliza tu Electro rápidamente sobre ella en cuanto esté en amarillo; si se destruye, estaremos en lo correcto. Sé que puedo confiar en usted, dulce dama.

Mi mirada fue directo hacia Hitori y suspiré. El pobre era un inútil, ¿quién le mandaría gastar dos Electros? Pero gracias a mí la situación todavía se podía solventar.

—Tú, pequeño idiota que no se para a pensar —le recriminé—, probarás otra cosa. Da tres golpes muy, muy suaves con la palma de tu mano a la otra esfera azul. Recuerda; no lo hagas fuerte, o rebotarán por todas partes. Cuando veas que se ha vuelto gris, prueba a atacarla.

"Y si mi teoría de que es afín a viento y no a golpes físicos es correcta, te llevarás un buen golpe", pensé. Pero no perdía nada intentándolo. Si de verdad se destruían mediante magia, tenía una idea clave. Solo habría que esperar y ver...

[Deja]

La fantástica idea de Fyk había desencadenado un terrible ataque en cadena del que acabé sufriendo la mayoría de las consecuencias. Las bolas, descontroladas y caóticas se dirigían hacia todas direcciones botando y rebotando sobre si mismas fueron a chocar contra mí. Usándome de pared rebotaron y chocaron en las esquinas para luego golpear a mis compañeros.

Noté un terrible dolor en la barriga que me provocó un pequeño temblor en las piernas. Como si mi cuerpo también quisiera formar parte del caos perdí la compostura y fui a chocar con las rodillas en el suelo. Una vez que las bolas dejaron de moverse me jacté de la maravillosa idea que había tenido.

—"Ha sido perfecta, he actuado de una forma maravillosa. Siguiendo los pasos de Fyk he recibido un par de golpes, pero no importa, lo importante es que les hemos hecho una cantidad considerable de daño a las bolas."

Cambiaron de color, eso me causo una confusión interna. Sumada al dolor de cabeza anterior pensé que había sido un duro golpe. Poco pudiente escuché la voz de Fyk diciendo que había una secuencia de colores. ¿Y que importaba eso ahora?

—Escuchadme bien, tengo una teoría. Dejay, ataca con poca fuerza una de las esferas azules y utiliza tu Electro rápidamente sobre ella en cuanto esté en amarillo; si se destruye, estaremos en lo correcto. Sé que puedo confiar en usted, dulce dama.

—"Que te follen Kit, ¿me oyes?"

—Tú, pequeño idiota que no se para a pensar, probarás otra cosa. Da tres golpes muy, muy suaves con la palma de tu mano a la otra esfera azul. Recuerda; no lo hagas fuerte, o rebotarán por todas partes. Cuando veas que se ha vuelto gris, prueba a atacarla.

—"En vez de dar órdenes y mandar prueba a moverte. Discrimina a Hitori, sí. Pero él por lo menos ha hecho algo."

Dolorida y encogida me dirigí hacia Nanashi. Tendría que recuperar fuerzas. Mostrarse un poco peor de lo que estaba y agravar mi situación no traería nada malo, si no todo lo contrario. Por el camino acerté a decir:

—Dulce caballero, debería agradecerle su generoso mandatario y sus cuán enormes y perfectas estrategias. Me gustaría saber que está haciendo usted en ese precioso altar sin haberse movido un pie de longitud si no es molestia. He de decir que su gran ingenio y sabiduría nos llevarán a la victoria. Pero, hazme un favor y pórtate como una persona normal —con un tono cargado de ironía me despedí dedicándole unas palabras lo más educadas que pude.

Con un brazo en el costado, caminando pisando con la punta del pie, alejándome lo mayor posible de las bolas y acercándome a Nanashi le dirigí una cara de dolor y tristeza con un doble fin. Ablandar a la profesora y escabullirme por momentos de el combate. Era cierto que, no me dolía tanto, ya había parado de instigar el dolor.

—Creo que he recibido un golpe muy fuerte Nanashi —intervine breve y concisa.

Me apoyé contra la pared lo más cerca que pude de la maestra y con cara de dolor y disimulando me fijé en lo próximo que harían mis compañeros. Kit, mandar por supuesto; Fyk podría hacer algo positivo, contaba con él; Hitori, Hitori seguramente ayudaría a Fyk.

Spoiler: Mostrar

Aclaración: Dejay no "muere" ni queda sin energía.

[Hitori]

Tal y como Hitori había previsto, tras el ataque de sus dos compañeros, todas las esferas comenzaron no sólo a desperdigarse por la gran estancia, sino también a rebotar en todo aquello contra lo que chocaban, como si se tratasen de enormes pelotas saltarinas similares a las que usaban los niños de Villa Crepúsculo para jugar en las calles. La primera en ser golpeada fue Dejay quien, debido a su inadecuada posición al otro lado de las esferas, recibió el impacto directo de la que tenía en frente, la última desde el punto de vista de Fyk. Hitori no pudo comprobar si su compañera había sufrido mucho el golpe, pues otra bola de luz se aproximaba a toda velocidad hacia él, casi sin darle tiempo a esquivarla.

El joven procuró esquivar el mayor número de esferas posible, resultándole sencillo debido a que se encontraba a bastante distancia, pero no consiguió evitar que un par de ellas le golpeasen tanto en la cabeza como en la espalda. Debido al cansancio anterior por usar toda su magia, estos golpes le resultaron más duros al chico, pero no llegaron a aturdirle.

Mientras esquivaba las esferas, que iban adquiriendo menor velocidad a medida que pasaba el tiempo, pudo fijarse en el cambio de color que éstas sufrían al chocar contra algo. "Quizás eso tiene algo que ver, pero...", sus pensamientos fueron interrumpidos por otra esfera que tuvo que esquivar.

Cuando todas las esferas disminuyeron su velocidad hasta quedar completamente estáticas, sus compañeros se aproximaron, todavía temerosos y dolorosos. Pudo comprobar que la joven Dejay se agarraba la zona donde había sido golpeada, mientras los otros dos aprendices exponían sus teorías acerca de cómo derrotar a las esferas. Hitori imaginó que su hechizo no había hecho nada, pues una magia de tal fuerza hubiera destruído los objetivos si hubiese surtido efecto. Sin embargo, sus compañeros sugirieron que lo mejor sería atacar con magia, pero con un pequeño añadido: Cambiar el color de las esferas y, acto seguido, atacar con una magia indicada.

Hitori escuchó en silencio la conversación, evitando añadir ninguna información que los otros ya conociesen. Entonces, ya discutido el asunto, Kit tomó la iniciativa. Se dirigió hacia Dejay y le dio una orden clara y precisa de lo que debía hacer.

—Escuchadme bien, tengo una teoría. Dejay, ataca con poca fuerza una de las esferas azules y utiliza tu Electro rápidamente sobre ella en cuanto esté en amarillo; si se destruye, estaremos en lo correcto. Sé que puedo confiar en usted, dulce dama.

Inmediatamente, la joven contestó con un agrio tono sarcástico, negándose a obedecer a Kit. Tras esto, la chica se fue, todavía agarrándose la zona dolorida, hacia la maestra Nanashi, informándola de que estaba herida y quedándose al margen del entrenamiento.

Acto seguido, Kit, con una evidente rabia y desprecio, se dirigió a Hitori.

—Tú, pequeño idiota que no se para a pensar —el chico observó en silencio—, probarás otra cosa. Da tres golpes muy, muy suaves con la palma de tu mano a la otra esfera azul. Recuerda; no lo hagas fuerte, o rebotarán por todas partes. Cuando veas que se ha vuelto gris, prueba a atacarla —ordenó.

Hitori ignoró el hecho de que su compañero le había hablado irrespetuosamente, pues no le importaba en absoluto, y se limitó a llevar a cabo el plan. Se acercó a paso normal hacia la esfera de color azul y posó su mano sobre ella. Extrañamente, la esfera irradiaba un ligero calor, o eso le pareció al chico. También observó que era muy blanda, razón por la que había sucedido lo anterior.

Golpeó, como le habían indicado, tres veces la esfera, que iba cambiando de color cada vez. Tras los precisos golpes, la esfera tornó a un color grisáceo y, sin pensarlo, el chico le asestó un puñetazo con todas sus fuerzas, esperando que no rebotase por toda la sala como antes.

[Nell]

A ninguno de los aprendices le había agradado, por supuesto, el baile de las esferas por toda la habitación, usándoles a cada uno de parachoques.

Fyk, que se sentía responsable por la precipitada estrategia, no tardó en dar su opinión sobre la situación. Ivan no tardó en saltar con la misma conclusión, dando paso al primer plan del improvisado equipo, en el que todos tenían un papel clave… menos Fyk y él mismo.

Dejay fue el primero en recelar del plan. Se acercó a Nanashi para escabullirse del combate y buscar compasión en el rostro inexpresivo de la estricta Maestra. Por supuesto, se llevó un chasco.

—Puedes descansar cuanto te plazca. Descansar, o abandonar la prueba, tú decides. Pero ten en cuenta que estoy valorando todo. No me pasará nada desapercibido —le explicó a Dejay.

Por su parte, Hitori sí había decidido hacer caso a Ivan, sin ni siquiera contradecirle. Golpeó la esfera el número preciso de veces y, en cuanto le asestó el fuerte puñetazo, el mismo efecto volvió a suceder: rebotó por toda la sala, moviendo de paso a otro de sus compañeros inmóviles (el morado), cambiando de color en cada superficie que tocaba. En esta ocasión, consiguieron salvarse el propio Hitori y Dejay (aparte de Nanashi). Las esferas volvieron a su movimiento normal, pasando al color amarillo y blanco respectivamente.

Sin embargo, algo extraño había ocurrido en esta ocasión cuando Hitori tocó la esfera. Si bien a los demás les pasó desapercibido el detalle, claro. Mientras que Fyk había sentido la bola flexible y moldeable, Hitori sintió una frescura manando de ella. Si no fuera porque tenía la mano seca, habría jurado que tocaba el mar.