[Trama] Lectura obligatoria

[Soul Artist]

El moguri pareció contentarse de que Enok le pidiese ayuda. Se llevó su pequeña mano (¿o tal vez pata?) al pecho, orgulloso, y comenzó a hablar en alto.

—¡Ah, un joven que me reconoce como autoridad, kupó! Te ayudaré orgulloso, muchacho. ¿Qué libro estás buscando? ¡Podré encontrarlo, kupó!

* * *
Mientras tanto, Zait intentaba hacerle comprender a la niña que no era un peligro para ella, pero la chica se alejó y abrazó con más fuerza a su libro.

—Soy de fiar. No como el "Oso Marchoso" ese —aseguró el chico.

La niña bajó un momento la guardia y miró a los ojos al aprendiz. Dio un lento paso hacia él, temblando un poco... Y lanzó el libro del oso marchoso a la cabeza del chico, acertándole en la frente. Después de darle con el duro tomo, le sacó la lengua, se bajó el párpado de un ojo y automáticamente echó a correr en dirección contraria.

[Little Sho]

La niña me miró fijamente, e incluso percibí que quizá bajo la guardia, acercándose lentamente hacia mí. Pero, repentinamente y machacando mis esperanzas, me lanzó el libro a la cara, dándome un duro golpe el la frente, que me jaló de la cabeza hacia atrás con mucha fuerza. Teniendo en cuenta que estaba de cuclillas, incluso perdí el control y me caí al suelo. Me levanté en seguida y me llevé una mano a la cara. Me sobé la frente a la vez que di un enorme suspiro. La cría por su parte, me sacó la lengua y salió corriendo. Sacudí la cabeza y la agaché. Seguramente tendría una gran raya roja, con la forma del lomo del libro, en la frente.

— Agh... —refunfuñé. — Menudo bicho... Ya me gustaría a mí verla en las frías calles de Londres... —dije con algo de enfado. A mi cabeza vino la imagen de un viejo cansado y enfurruñado. Me di por vencido y simplemente busqué con la mirada a Enok, no me valdría de nada seguir a la niña. Por su parte, el joven estaba hablando con el Moguri bibliotecario. Recé para que al menos aquel serio peluchito flotante tuviese una respuesta. Me acerqué a Enok para ver qué tal le iba.

— ¿Qué tal te va? ¿Hay buenas noticias? —pregunté esperando mejores respuestas que las que había tenido.

[Sheldon]

El moguri, llevándose una de sus cortas manos al pecho, aceptó ayudar al joven en la búsqueda de su libro. Ahora solo quedaba que el moguri comprendiera la naturaleza del encargo.

— Ese es el problema, señor...No se siquiera que libro busco — dijo Enok lamentándose. — El maestro...Kazuki me ha mandado encontrar un libro especial que se supone que se encuentra en la sección infantil. El problema radica en...la inmensidad de esta sección. Si le ayuda...el libro es un ejemplar único... —explico el joven intentando mirar al moguri.

Antes de que el moguri pudiera hablar, Enok pudo escuchar una voz tras de si. Se volvió lentamente y vio a Zait.

— ¿Qué tal te va? ¿Hay buenas noticias? —

— Mas o menos...Este señor moguri se ha prestado a darme su ayuda.—informó el chico intentando no dar la espalda al moguri. No quería parecer un maleducado y menos en una ocasión como esta.

[Soul Artist]

Zait se había rendido con la niña, tras comprobar que no sería posible convencerla de que el chico no le haría nada malo. Enok parecía estar logrando más éxito con el bibliotecario, aunque este miró mal a Zait cuando habló a su compañero con toda la naturalidad del mundo.

—¡Sssshhh! —le calló el moguri—. ¡Joven impertinente! ¡Esto es una biblioteca, se exige silencio, kupó! ¡Lo pone en aquel cartel! ¿Es que no sabes leer?

El bibliotecario se dirigió a Enok, al que parecía haberle incluso cogido cariño tras sus buenos modales y haberle soportado la regañina.

—Me das muy poca información; tenemos muchos ejemplares únicos entre todas las secciones, kupó. Aunque si te lo manda Kazuki supongo que hay dos opciones: el dichoso libro de Bahamut al que no le permitimos acercarse, kupó, y "ese" libro que tanto visita de vez en cuando... Suele escaparse mucho allí, kupó.

El moguri se alejó un momento de los chicos para dirigirse a la secretaría de la biblioteca. Rebuscó un poco entre los libros de devoluciones y finalmente sacó un libro marrón y casi brillante, cerrado con un candado dorado y de portada absolutamente en blanco. No tenía ninguna clase de título en él, solo una pequeña decoración y el precioso candado. Se lo entregó a Enok en mano y, si lo intentaba abrir, descubriría que no podía.

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—¡Cuidad bien de este libro! Es realmente único y muy, muy especial. Kazuki siente un gran aprecio por él, kupó, así que si os lo ha mandado no creo que lo dañéis.

Ya tenían el libro; debían regresar con Kazuki.

[Sheldon]

El moguri, que había visto como Zait se acercaba, le mando a guardar silencio. Tras esto, se acercó a Enok y divagó durante unos minutos. Se dirigió hacía una pequeña habitación que parecía una especie de secretaría. Parecía buscar algo. Tras un corto espacio de tiempo, el moguri volvió junto a los chicos. Portaba un libro que entregó a Enok, un libro sin título y con un candado bañado en oro que impedía la apertura de este. Antes de que los chicos se marcharan, les advirtió del aprecio que Kazuki tenía por este y les pidió que lo cuidaran.

— Que bien. Ya lo tenemos — susurró Enok mostrando una sonrisa de oreja a oreja. — Será mejor dárselo a Kazuki cuanto antes... — pensó en voz alta.

Justo antes de marcharse, Enok se volvió hacia el moguri que parecía mirar de reojo a un grupo de alborotadores.

— Señor moguri, muchas gracias por la ayuda. — dijo el joven agachando tímidamente la cabeza en señal de agradecimiento. — Cuando hayamos terminado, se lo devolveremos.

Enok junto a Zait emprendieron la marcha hacía el Maestro Kazuki.

[Little Sho]

Tras juntarme con Enok y hablar con él, el Moguri bibliotecario me echó una regañina. "Este moguri parece alimentarse de esto" pensé enseguida. A fin de cuentas me alegré, por que el pequeño peluche refunfuñón se volvió para buscar un libro. El libro. Lo trajo con sus pequeñas patitas y se me iluminó la cara. Tenía la portada en blanco y presentaba un candado de oro, con la marca de una cerradura.

— Que bien. Ya lo tenemos. Será mejor dárselo a Kazuki cuanto antes... —expresó Enok con una sonrisa. Al menos él no tenía un golpe en la frente. Pero estaba contento, eso sí.

Empecé a andar. Enok se paró antes de proseguir para girarse hacia el moguri.

— Señor moguri, muchas gracias por la ayuda. —dijo el joven mientras agachaba la cabeza. "Ya lo tiene en el bote", pensé. Y aunque no era de mi costumbre, pues las miradas se clavaban ante los maleducados por las calles, quería llegar cuanto antes junto con el seguramente dormido maestro Kazuki. — Cuando hayamos terminado, se lo devolveremos —reí para mis adentros, con mucha picaresca. Y bueno, mi educación inglesa me hizo meditar y también agradecí al moguri.

— Muchas gracias señor —dije sin mucho esmero.

De camino, miré a Enok. — ¿Qué crees que habrá ahí adentro? Pueden ser tantas cosas...

[Soul Artist]

Cuando volvieron con Kazuki, ya con el libro en su poder, los aprendices se encontraron al Maestro dormitando sobre la mesa. Parecía haberse metido en un sueño ligero del que salió cuando se acercaron, aunque no parecía estar del todo despierto incluso así. Al ver a Enok con el libro, se levantó de golpe con los ojos muy abiertos y una gran sonrisa.

—¡Ese es! Gracias, eh... Inofh —agradeció Kazuki, prácticamente arrebatándole el libro al muchacho—. Me preocupé cuando vi que no estaba en su sitio, alguien debió cogerlo sin permiso y se le olvidaría devolverlo adonde estaba. Vamos, aompañadme...

El Maestro echó a andar entre las laberínticas estanterías de la sección infantil, con los chicos siguiéndole de cerca. Llegaron finalmente a una amplia zona donde podían sacar más libros y, frente a los enormes ventanales por los que entraba la luz del sol e iluminaba todo, un imponente pedestal descansaba. Kazuki dejó el libro con cuidado en él y este pareció incluso ganar más brillo.

—Este es su sitio —señaló—. Y ahora, eh...

Kazuki tocó el candado y se abrió, casi de forma mágica. La portada se echó atrás y las páginas comenzaron a volar rápidamente. El Maestro dio un paso hacia atrás, junto con los muchachos, y les dedicó una amplísima sonrisa mientras una gran luz proveniente del libro les inundaba.

—Es hora de viajar, niños.

... Y los tres desaparecieron para aparecer en una gran llanura vacía, con un bosque cercano y un gran árbol, aparentemente de miel, no muy lejos de allí.

—Bienvenidos —presentó Kazuki, expandiendo su brazo hacia el bosque— al Bosque de los 100 Acres.

[Sheldon]

Cuando los chicos regresaron a entregarle el libro a Kazuki, este se incorporó con una enorme sonrisa mientras lo cogía. Tras mostrar una leve preocupación hacia el libro, emprendió la marcha rapidamente. Atravesaron una multitud de estanterías repletas de libros infantiles. Enok podía oler el aroma a página envejecida, una fragancia que conseguía hacer que el chico se olvidara de aquel mundo en el que permanecía retenido.
Avanzaron hasta una especie de habitación enorme. Unos gigantescos ventanales dejaban paso a la luz, que se desplomaba en toda la sala. Estanterías repletas de aun mas libros rodeaban aquella estancia, aunque lo mas extravagante de aquel lugar era un adornado pedestal junto a uno de los ventanales. Kazuki se acercó con un delatador brillo en sus ojos y colocó aquel volumen sobre el soporte, que incluso pareció adquirir una tonalidad mas viva. Sus manos recorrieron la cubierta del libro, acariciándola, y se posaron en el candado. Inmediatamente, este se desbloqueo y las hojas comenzaron a pasar movidas por una extraña fuerza.

—Es hora de viajar, niños.

Una extraña luz recubrió al grupo. Enok cerró los ojos aunque cuando para cuando los había abierto ya no estaban en aquella gigantesca biblioteca. Una gran llanura se extendía en muchos kilometros a la redonda. El paisaje solo estaba adornado por gran árbol con unas gotas de una sustancia viscosa caían de él y un extenso bosque que se extendía a unos pocos metros.

—Bienvenidos al Bosque de los 100 Acres.

—Así que...¿Así son los otros mundos? -murmuró Enok mirando expectante todos los pequeños detalles que se le escapaban a simple vista y mostrando una sonrisa triunfal.

El paisaje era bastante simple y austero aunque para Enok todo aquello resultaba mas nuevo, aun si cabe. Suspiró una vez mas y miro a la celeste bóveda. Una muy leve brisa acariciaba los dorados mechones del joven y causaba un lento onduleo de sus ropajes.

[Little Sho]

Tras llegar pude ver que mis hipótesis eran ciertas, Kazuki estaba dormitando. En el fondo, me parecía bien. Se le veía alegre entre sueño y sueño. Nada más vernos con el libro, se levantó con un ánimo que no parecía normal en él.

—¡Ese es! Gracias, eh... Inofh —aunque desde luego, estaba despierto para lo que quería. Se acercó a Enok y le arrebató el libro de las manos —. Me preocupé cuando vi que no estaba en su sitio, alguien debió cogerlo sin permiso y se le olvidaría devolverlo adonde estaba. Vamos, aompañadme...

Kazuki nos guió por aquellos laberintos de estanterías y libros. Recorriendo un pasadizo que parecía saberse de memoria. Paramos al llegar a un enorme pedestal que descansaba frente a dos ventanales que le impregnaban de luz.

—Este es su sitio —dijo el maestro tras colocarlo encima de aquél altar que rebosaba magia—. Y ahora, eh...

Kazuki tocó la cerradura del libro y éste se abrió repentinamente. Sus páginas pasaban a mucha velocidad, desprendiendo una luz que llenó parte de la estancia.

—Es hora de viajar, niños.

Cerré los ojos, y tras abrirlos, vislumbré una amplia llanura. Había un bosque cerca, y no muy lejos nuestra, se alzaba un gran árbol.

—Bienvenidos al Bosque de los 100 Acres.

Di un paso al frente y contemplé más a fondo el lugar. Respiré profundamente, con una gran bocanada de aire, y una ola de un intenso y empalagoso aroma a miel penetró dentro de mí.

[Soul Artist]

Kazuki fue capaz de escuchar el bajo murmullo de Enok, por lo que le dedicó una ligera sonrisa.

—La verdad es que este es un mundo muy particular —comenzó a explicar el Maestro, comenzando a caminar hacia el árbol cercano y haciendo una señal a los jóvenes para que le siguieran en aquella dirección—. Sí, este es, eh... Único y especial. Encontramos este lugar tras una ardua búsqueda y lo guardamos como uno de nuestros mayores tesoros; no en todos los libros se guarda un mundo tan puro y luminoso como este. Está lleno de magia; y su magia puede ayudarte a aprender a leer, eh, Zeta, pues todo está impregnado en realidad del poder de las palabras escritas en este libro.

Cuanto más caminaban, más aire a inocencia se podía respirar por aquel lugar. Algunas pequeñas plantas crecían sin mayor preocupación, unos pocos animales jugaban en la lejanía y algunas abejas viajaban de flor en flor, que perezosas del trabajo que tenían por delante se quedaban quietas entre los pétalos descansando. Era un lugar mágico, un lugar maravilloso; a algunos podía llegar incluso a asustar.

Llegaron finalmente al árbol, que aparentemente tenía una puerta por la que se podía acceder a su interior, una ventana a su lado y un buzón rojo y pequeño donde ponía "Pooh". Pero lo interesante es que, justo delante de la característica casa, sentado sobre un tronco vacío en mitad del claro del bosque, un pequeño oso amarillo parecía estar pensando. Su pequeña camiseta roja, su pequeñita nariz negra y sus dos diminutos ojos hacían pensar que se trataba de un oso de peluche, y quizá lo fuese.

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Muñeco o no, Kazuki se acercó al pequeño oso y se agachó para mirarle a la cara, apoyándose sobre sus rodillas. Le dedicó una amplia sonrisa y le saludó con la mano.

—¡Hola, Pooh! Hace tiempo que, eh... No nos veíamos.

El oso se movió de golpe, dejando de pensar, y dedicó otra sonrisa a Kazuki. Comenzó a hablar con una voz lenta y quizá algo atontada, pero encantadora a su modo.

—Oh, ¡hola, Kazuki! No sé cuánto tiempo ha pasado desde que nos vimos, pero para mí sí ha pasado tiempo desde que no como algo de miel —dirigió la mirada a los jóvenes aprendices—. ¡Y hola a vosotros también, personas que no conozco!

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Agregado a Winnieh the Pooh al registro de NPC's del Bosque de los Cien Acres

[Little Sho]

Kazuki escuchó a Enok, y enseguida nos dio unas palabras de explicación, muy entusiasmado.

—La verdad es que este es un mundo muy particular —empezó a hablar y caminar, haciéndonos un gesto para que le siguiesemos—. Sí, este es, eh... Único y especial. Encontramos este lugar tras una ardua búsqueda y lo guardamos como uno de nuestros mayores tesoros; no en todos los libros se guarda un mundo tan puro y luminoso como este. Está lleno de magia; y su magia puede ayudarte a aprender a leer, eh, Zeta, pues todo está impregnado en realidad del poder de las palabras escritas en este libro.

"Ese tal Zeta aprenderá mucho", pensé sarcásticamente. Pero me hacía ilusión. Atravesamos un pequeño trecho de aquel mundo fantasioso hasta llegar a una casa, que estaba construida entre las grandes raíces de un árbol. Tenía una puertecita de madera y una ventana, junto con un rojo buzón con algo grabado en él. Había letras sueltas, de las cuales reconocí dos grandes "O". Junto aquella casa, había un gran tronco que descansaba de lado, que prácticamente servía de banco, pues ya que un osito amarillo con una camisa roja descansaba sentado en él, con una mano en la cabeza. Tenía dos pequeños ojos negros y una nariz de igual color. Parecía de peluche, desde luego.

Kazuki se acercó a él, agachándose y apoyando sus manos en las rodillas.

—¡Hola, Pooh! Hace tiempo que, eh... No nos veíamos.

El oso le miró y se alegró bastante, con una sonrisa en la cara. Empezó a hablar detenida y tranquilamente.

—Oh, ¡hola, Kazuki! No sé cuánto tiempo ha pasado desde que nos vimos, pero para mí sí ha pasado tiempo desde que no como algo de miel —y nos miró a Enok y a mí—. ¡Y hola a vosotros también, personas que no conozco!

— ¡Hola osito Pooh! —dediqué una sonrisa—. Yo soy Zait. Seguro que entre todos encontramos algo de miel.

[Sheldon]

El Maestro Kazuki informó de manera algo mas detallada lo que significaba aquel mundo, la magia contenida en él y el aprecio que también sentían en Tierra de Partida. Emprendieron la marcha a través del bosque. Kazuki parecía saber donde dirigirse aunque a Enok todo aquello le resultaba desconocido. Se contentó con observar la ardua tarea que las diminutas abejas realizaban. Kazuki se detuvo junto a un árbol en el que se podía intuir la forma de una pequeña portezuela. Una ventana y un buzón rojo en el que se leía 'Pooh' decoraban la entrada. Justo en frente, un envejecido tronco descansaba sobre aquella arenosa tierra y sentado sobre él, un oso parecía reflexionar. Parecía totalmente inofensivo; una ajustada camisa roja recorría su amarillento cuerpo. Solo una pequeña nariz y dos pequeños ojos adornaban su rostro. Parecía un osito de peluche.

—¡Hola, Pooh! Hace tiempo que, eh... No nos veíamos.

—Oh, ¡hola, Kazuki! No sé cuánto tiempo ha pasado desde que nos vimos, pero para mí sí ha pasado tiempo desde que no como algo de miel —dijo mientras miraba a los dos jóvenes—. ¡Y hola a vosotros también, personas que no conozco!

Zait respondió al pequeño oso Pooh con una sonrisa y unas alentadoras palabras. Parecía que el turno pasaba a Enok, que absorto observando el delicado aleteo de unas mariposas no parecía haber comprendido que ocurría. Suspiró y volvió la mirada hacía los chicos y descubrió que todos parecían mirarle detenidamente, instándole a que se presentara al amarillento osito.

—Per...Perdón — dijo Enok en un profundo suspiro. — Soy...Enok — añadió con una sonrisa insegura.

[Soul Artist]

Kazuki dedicó una sonrisa a Zait al ver que había congeniado tan bien con Pooh, que hasta incluso se animaba a ir a buscar miel con él. Tras aquello, hizo un gesto de lavarse las manos y se dirigió a los aprendices.

—Bueno, eh... Aprovechando que ya conocéis el mundo, voy a retirarme —el Maestro bostezó energéticamente, mostrando desvergonzadamente su sueño (o quizá aburrimiento)—. Eh... Tengo mucho cansancio acumulado, gracias a esa loca de Yami... Zait, ¿lo he dicho bien? Visita a menudo este mundo, con un libro si puedes. Tardarás un tiempo, pero, eh... No tardarás en aprender a leer. ¡Y Enok! Tú también deberías visitar estos lugares, y ayudar a Zait todo lo posible para mejorar. Y con esto dicho, ¡adiós! Ah, y si os pregunta Nanashi, ha sido un entrenamiento muy rpoductivo.

Con aquello dicho, guiñó un ojo a los dos aprendices y se alejó en dirección contraria, aparentemente para salir del libro y meterse entre las sábanas de su habitación. Ambos aprendices eran libres: podían hacer lo que quisieran.

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Último mensaje y cerramos.

[Little Sho]

Pude apreciar una sonrisa de satisfacción en Kazuki cuando me entretuve hablando con Pooh. Siguió con un gesto de lavarse las manos y nos comunicó que se iba a marchar.

—Bueno, eh... Aprovechando que ya conocéis el mundo, voy a retirarme. Eh... Tengo mucho cansancio acumulado, gracias a esa loca de Yami... Zait, ¿lo he dicho bien?—Asentí con una gran sonrisa. Me hacía ilusión que el olvidadizo Kazuki hubiese dicho bien mi nombre —. Visita a menudo este mundo, con un libro si puedes. Tardarás un tiempo, pero, eh... No tardarás en aprender a leer. ¡Y Enok! Tú también deberías visitar estos lugares, y ayudar a Zait todo lo posible para mejorar. Y con esto dicho, ¡adiós! Ah, y si os pregunta Nanashi, ha sido un entrenamiento muy rpoductivo.

— Gracias por el libro, Maestro Kazuki —dije a modo de despedida, mientras le hacía un gesto con la mano.

Nos guiñó un ojo a Enok y a mí y se alejó por dónde habíamos venido, seguramente para volver a la biblioteca. Por mi parte, yo miré alrededor y contemplé la escena. ¿Qué podría hacer? Podría buscar Miel junto con Pooh y posiblemente Enok. O también podía traer un libro y dedicarme a leer. ¿Tendría Pooh libros en casa? Qué cosas decía, primero tendría que estrechar lazos con él. También pensé en el hecho de simplemente ir a por uno a la biblioteca. Total, el libro no saldría de ella. Reí para mí mismo. Luego me concentré en que quizá Enok estaría observándome charlar conmigo mismo mediante pensamientos.

— ¿Vas a quedarte? —pregunté. — Yo seguramente salga a la biblioteca para traer un libro y leerlo aquí—comenté a Enok mis planes, para que usase aquella información como ayuda en los suyos.

— Y después de traerlo podría ayudar a Pooh a buscar miel —me giré hacia Pooh y le dediqué una sonrisa.

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Aquí tengo una bifurcación muy grande. Sheldon, tú haz lo que creas preciso, ya sabes, quedarte o no. Sé que es el último post, pero omg >_>

Narra, tengo que hablar contigo antes de terminar >_>

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Edit: No me quedo con Pooh, seguramente cree un encuentro de continuación directa.

[Sheldon]

Kazuki, frotando sus manos, comunicó a los chicos que se marchaba de aquel lugar. Bostezó varias veces y guiñando uno de sus ojos de alejó. Zait, a modo de despedida, dio las gracias al maestro aunque Enok permaneció callado y observando al pequeño osito. Los tres quedaron solos en aquel claro, acompañados por el murmullo de unos pequeños grillos. Tras unos momentos de silencio en los que Zait parecía darle vueltas a algo, Enok suspiró y apartó la mirada del pequeño oso.

— ¿Vas a quedarte? Yo seguramente salga a la biblioteca para traer un libro y leerlo aquí—comentó superficialmente Zait — Y después de traerlo podría ayudar a Pooh a buscar miel —añadió dirigiendo una sonrisa al oso.

Enok sonrió para sus adentros antes de responder a Zait.

— Creo que iré a dar una vuelta por este bosque, a lo mejor hay algo...algo interesante... — casí recitó el chico — Si este osi...Pooh quiere venir conmigo... — murmuró Enok. — Zait...si no vuelves, ya nos veremos por Tierra de Partida y...podremos hablar mas tranquilamente — ofreció en una sonrisa.

La leve brisa que chocaba en los dorados cabellos del joven comenzaba a crear una atmósfera aun mas relajante. Las copas de los árboles se mecían suavemente. Diminutas formas de vida recorrían el entramado del suelo y la fresca hierba se mecía arropada por los finos rayos de sol. Todo el paisaje ofrecía una copia casi idéntica del paraíso, un paraíso condenado irrevocablemente a ser habitado por la oscuridad

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Ya está. Supongo que ya se ha terminado la trama.