[Tierra de Partida] La guerra ha cambiado

[Light]

Por favor, que todo salga bien, no podemos fallar... no podemos...

—Una... dos... ¡Y TRES! ¡A POR ÉL!

Axel había dado la señal de salida, tenían que correr hacia el moguri y derrotarlo. El plan estaba en marcha, y no había vuelta atrás. Light salió disparado hacia el moguri tras escuchar la señal de su compañero, y empezó a correr, situándose a la derecha de éste, el portador del escudo. Sus compañeros ahora dependían del plan que había urdido. Su objetivo era simple, ninguno de los tres podía caer en combate. Debían conseguir una victoria limpia y perfecta. Debían mantenerse unidos, tras el gran escudo.

—¡Mantengámonos unidos no lo olvidéis! ¡Ah! —se asustó tras escuchar el ruido del primero impacto de la pintura, en el escudo por supuesto. Su plan iba a la perfección, el moguri desesperado seguía disparándoles—. ¡¡A por él!! —exclamó, con la intención de que sus compañeros aumentaran la velocidad de carrrera. El moguri se aterrorizaría aún más.

En efecto, más pintura impactaba contra el escudo, ¡el moguri se encontraba en estado de pánico! ¡Ningún disparo lograba atinarles y seguía malgastando tuda su munición!

Todo fue muy rápido, la sensación de la adrenalina le superaba...

Le gustaba

Se sentía más vivo que nunca y se sentía preparado para acabar con él. Sacó el bote de nata, le aturdiría y daría la pelea por finalizada, pero en el momento preciso claro. Cuando dejara de disparar, saldría corriendo hacia su presa sin compasión, hasta que se encontrara lo suficientemente cerca para aturdirle.

Ahora...

El cese de los sonidos de la pintura era la señal, el moguri ya se había quedado sin balas. No hizo falta ningún aviso ni maniobra complicada alguna, pues ya habían ganado la batalla. Se alejó de sus compañeros, el gran escudo ya no le protegía. Apuntó con el bote hacia el moguri y saldría a correr hacia él. De todas formas ya estaba... ¿derrotado?

Sí, la criatura había caído en combate, le habían disparado en un ala. En aquel momento se encontraba arrojada en el suelo, paralizada y sin energías, estaba fuera de combate. Maya o Axel le habían disparado.

—¡Ha caído! Increíble, ¿Quién lo ha hecho? —preguntó el sonriente muchacho a sus compañeros, su rostro expresaba satisfacción, y alivio. El chico respiró hondo y liberó un soplido, lo habían logrado.

A continuación clavó su mirada hacia la puerta de la biblioteca. Allí había tres enemigos armados que perseguían a alguien. ¿Qué podían hacer ahora? Esta no era una pregunta para Light.

—Vamos a salvarle, ¿no? Esa persona está en peligro. Además, cuantos más seamos, más posibilidades tendremos de vencer a Akio, ¿verdad? —le preguntó a sus compañeros, esperaba una respuesta obvia—. Yo voy a la biblioteca...

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No olvidéis llevar el recuento de vuestras balas xD

[Axelpower]

El plan funcionó muchísimo mejor de lo que esperaba. Tal y como imagino Light, el moguri se puso a disparar como un loco nada más ver que nos acercábamos corriendo. No me hizo falta ni sacar la metralleta, puesto que cuando llegamos a donde él estaba ya había agotado toda su munición. Me bastó con asomar un poco la pistola y asestarle un balazo en el ala.

—¡Ha caído! Increíble, ¿Quién lo ha hecho? —exclamó Light, pletórico. Parecía que no creyera en su propio plan.

—He sido yo —le respondí. Comprobé mi cargador por si acaso y vi que, efectivamente, me faltaba una bala.

Me agaché junto al moguri y cogí su arma, manteniendo la pequeña esperanza de que aún quedara alguna bala que pudiéramos usar. Pero, desgraciadamente, estaba completamente vacía. Aun así, la tendí a Light y a Maya.

—Está completamente vacía, pero tal vez la podamos usar para algo. ¿Alguno de los dos quiere quedársela por si acaso, o la tiro?

Dicho esto, me giré hacia la biblioteca. Tres moguris y alguien más nos aguardaban allí dentro. Si era un Aprendiz más podíamos obtener un valioso aliado, pero, ¿y si se trataba de una trampa? Íbamos a enfrentarnos a cuatro enemigos, nos superarían en número. Tendríamos que ir con muchísimo cuidado si pretendíamos tener alguna posibilidad, porque no contaba con que fueran tan débiles como el que se había quedado con nosotros.

—Vamos a salvarle, ¿no? Esa persona está en peligro. Además, cuantos más seamos, más posibilidades tendremos de vencer a Akio, ¿verdad? —dijo Light, dejando claro que él iba a correr el riesgo—. Yo voy a la biblioteca...

Tenía que reconocer que no me hacía demasiada gracia la idea. Si era una trampa, estábamos perdidos. Y tal vez, aunque no lo fuera, ya habían abatido al otro Aprendiz y los esfuerzos eran en vano. Pero Light parecía decidido a entrar y no pensaba dejar que se metiera sólo allí dentro.

—Hay tres moguris ahí dentro, y no sabemos si aquel a quien perseguían es un Aprendiz o también está con ellos. Entrar ahí dentro en tromba sería un suicidio. Debemos de ir con cuidado, y arriesgar lo menos posible.

>>Hagamos una cosa: abriré la puerta y asomaré un poco la cabeza para contemplar la situación; dado que llevo la cacerola, aunque me disparen no me harán nada, porque dudo que metan la bala en una de las rendijas de los ojos. En caso de que el Aprendiz ya haya sido abatido, cerraré y nos iremos, puesto que sería estúpido enzarzarnos en una pelea si no vamos a sacar nada de ella. No obstante, si aún está vivo, tampoco entraremos.

>>En caso de que esté vivo aún, llamaré la atención de los moguris para que me vean. Entonces saldré dejando la puerta medio abierta y vosotros os esconderéis o bien detrás de ella o bien en el pasillo que da al comedor. Entonces, cuando salgan, les dispararéis sin que se percaten de vuestra presencia. Yo mientras tanto estaré cubierto con el escudo, para protegerme de sus balas. Una vez acabemos con ellos, entraremos a por el rehén.

>>No obstante, no bajéis la guardia en ningún momento. Si el muchacho al que perseguían está con ellos, nos disparará nada más tenga la oportunidad. Así que, aunque sólo esté él, mantened vuestras protecciones en alto por si nos intenta disparar. Cuando haya dejado su arma en el suelo y se haya alejado de ella ya intentaremos dialogar.

No sabía si iba a gustarles mi idea, pero desde luego no era mala. A la espera de que Maya diera su opinión, me acerqué a la puerta y me dispuse a poner en marcha el plan.


EDIT:

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Cuando nos encontramos con Ronin en la cocina, antes de coger su metralleta intenté (porque no sabía si podría, o si quedaría algo) vaciar el cargador y repartir las balas entre los tres de forma equitativa. ¿Se nos añade alguna bala al cargador por esto, o fue un gesto inútil?

Y por cierto, como no sé si me he explicado bien cuando comentaba la estrategia, lo resumo aquí para que no muramos por un fallo mío de vocabulario xD

Axel asoma un poco la cabeza (como lleva la cacerola, no podrán dispararle): si el Aprendiz ha muerto, cerraré sin que nos vean y nos iremos. Si sigue vivo, llamaré la atención de los moguris para que salgan. Entonces me cubriré con el escudo para que no me den y Light y Maya que estaban escondidos les dispararán. Lógicamente, si el Aprendiz ha muerto pero los moguris me ven llevaremos a cabo el segundo plan.

[Zodiark]

El moguri se volvió loco al ver cómo nos acercábamos y se puso a disparar a todas partes sin control, desperdiciando así todas sus balas de pintura y quedando vulnerable. Axel, aprovechando esto, asomó un poco su pistola y le asestó un disparo.
—¡Ha caído! Increíble, ¿Quién lo ha hecho? —exclamó Light.

—He sido yo —le respondió Axel.

Miré a Axel y le dirigí una sonrisa de complicidad como señal de enhorabuena.

Tras ello, el chico del escudo se acercó al moguri y se agachó para recoger su arma, pero comprobó que efectivamente estaba vacía.

—Está completamente vacía, pero tal vez la podamos usar para algo. ¿Alguno de los dos quiere quedársela por si acaso, o la tiro?

Sin mediar palabra, se la quité de las manos y la observé atentamente. No tenía nada de especial, sólo era una pistola como las nuestras con el cargador vacío. Pero, después de todo, cualquier cosa podía sernos de utilidad, así que me la guardé en el interior de la túnica, al otro lado de la pistola cargada que le habíamos quitado a los otros moguris.

—Vamos a salvarle, ¿no? Esa persona está en peligro —dijo Light mirando hacia la puerta de la biblioteca—. Además, cuantos más seamos, más posibilidades tendremos de vencer a Akio, ¿verdad? Yo voy a la biblioteca...

—Hay tres moguris ahí dentro, y no sabemos si aquel a quien perseguían es un Aprendiz o también está con ellos. Entrar ahí dentro en tromba sería un suicidio. Debemos de ir con cuidado, y arriesgar lo menos posible.

Axel propuso un plan para entrar en la biblioteca con el máximo cuidado posible. Yo no iba a ir por ahí sola, así que si los dos iban a entrar yo también lo haría.

—En fin, está claro que yo no voy a ir sola a por Akio y, además, si es de los nuestros será un buen aliado, supongo. ¡Vamos allá! —exclamé enérgicamente.

Axel se acercó a la puerta y se dispuso a entrar siguiendo su plan.

—Vamos, chicos, podemos hacerlo —les susurré mientras me acercaba a la puerta tras Axel.

[Soul Artist]

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Disculpen mi ausencia, muchachos. Complicaciones. No habrá más retrasos, palabrita de Narra.

Pawah. Sí, os quedáis con el cargador de la metralleta de Ronin, veinte balas (único cargador, no podéis repartirlas), aunque con todo lo que he tenido no sé ni cuántas balas os quedan... Hacedme vosotros el recuento, por favor. Así que cambio un poco el guión para que terminemos pronto.

Axel asomó la cabeza con la cacerola y comprobó que no había ningún moguri allí. Ni un solo alma; pintura por todas partes, algún cuerpo en las mesas, pero ni rastro de aquellos que acababan de entrar. Seguramente habrían echado a correr por la inmensa biblioteca.

—¡Socorro! ¡Aquí!

Un chico estaba tirado a unos veinte metros de la puerta, apoyado en el suelo contra la recepción, tras un par de estanterías de libros y al lado de unas escaleras que conducían al segundo piso de la biblioteca. El muchacho había soltado su escopeta, a unos centímetros de él, y se había llevado las manos a la pierna, manchada de rojo.

—¡Dios mío, estoy sangrando! —gritó el chico, lleno de dolor—. ¡Que alguien me ayude, por favor! ¡Necesito vendas! ¡No quiero jugar más a este juego, quiero ir a la enfermería!

Esa situación no estaba en los planes de Axel. Algo tendrían que hacer; tomar una nueva decisión al respecto. Algo seguro, con cómo tenía la pierna y recordando que el arma era una escopeta, en ningún momento parecía que fuesen a agarrar la escopeta, de aspecto pesado, y les iba a atacar.

[Axelpower]

Lo que vi en la biblioteca me descolocó completamente. Los moguris habían desaparecido, y únicamente podían verse rastros de pintura por doquier. ¿Adónde habrían ido?

De pronto, un grito rasgó el silencio que imperaba.

—¡Socorro! ¡Aquí!

¡Había un chico humano! Se encontraba al lado de la recepción, junto a las escaleras que subían al segundo piso. Desgraciadamente no sabía con certeza si se trataba del que había entrado minutos antes. Me fijé entonces en su pierna: ¡estaba sangrando! O al menos, eso parecía. La tenía completamente manchada de rojo, pero... ¿y si se trataba de pintura?

Su arma, una escopeta que tenía pinta de poseer un disparo muy potente, se encontraba a unos cuantos centímetros de él, lo suficientemente cerca como para que la cogiera sin problemas con solo estirar el brazo. Y, mientras yo pensaba, el chico seguía lamentándose.

—¡Dios mío, estoy sangrando! ¡Que alguien me ayude, por favor! ¡Necesito vendas! ¡No quiero jugar más a este juego, quiero ir a la enfermería!

Con cada sílaba que llegaba hasta mis oídos dudaba más sobre qué hacer. ¿Cómo podría haberse hecho una herida, si todas las armas eran de pintura? Además, Higashizawa había dicho que todos los que habían ido a comer habían caído, así que si realmente iba con nosotros, ¿dónde se había metido hasta entonces?

No sabía si Light y Maya lo habrían oído, pero estaba claro que antes de tomar cualquier decisión debía explicarles la situación. Cerré la puerta muy lentamente, sabedor de que tal vez no volvería a abrirla.

—Me temo que nos toca un cambio de planes. Ha ocurrido algo que no habíamos previsto: no hay ni rastro de los moguris, pero sí hay un chaval al que nunca he visto por el Castillo y que tiene una enorme mancha roja en la pierna.

Cuando más hablaba, más dudaba. Pero tenía que terminar de explicar la situación.

—Tiene como arma una escopeta con pinta de ser muy potente, pero no la lleva en las manos. No obstante, está lo suficientemente cerca de él como para que pueda cogerla y dispararnos sin problemas si nos acercamos. Pero dice que está harto de este juego, y que lo único que quiere es que lo curen. Pero aun así...

Había demasiados factores a tener en cuenta en una decisión tan importante. ¿Y si se trataba de una trampa? Era muy extraño que los moguris hubieran huido dejando a alguien del bando contrario sin abatir. ¿Pero y si no lo era? ¿Dónde se habían metido entonces los moguris? ¿Y por qué lo habían dejado allí?

Miré a la puerta una vez más. Me intentaba convencer a mí mismo de que no iba a hacer lo que estaba pensando. De que realmente no estaba a punto de reaccionar como iba a hacerlo. Pero cuando más lo pensaba, más claro lo tenía. Y más asco me tenía a mí mismo. ¿Cómo podía estar pensando algo así? Y lo peor de todo, ¿por qué no cambiaba de opinión ni un ápice? ¿Por qué tenía tan claro que iba a hacerlo?

Pensé entonces en aquello que me dijo Rebecca una vez. "¿Serías fuerte no sólo para ti o para demostrar que los sueños se cumplen... sino para proteger a quienes lo necesitan?"

Le prometí que lo sería. Que defendería a quien lo necesitara y que sería un justo portador de la Llave-Espada. ¿Por qué estaba entonces a punto de hacer aquello? ¿Por qué estaba a punto de abandonar a su suerte a aquel muchacho, que lo único que había hecho es confiar en mí para que me ayudara?

Supongo que incluso los más grandes guerreros tienen que tomar decisiones duras.— pensé para mi mismo justo antes de comunicarle mi decisión a mis compañeros.

—Light, Maya, yo voy a seguir adelante. Lo que nos espera ahí dentro tiene toda la pinta de ser una trampa, y si nos tienden una emboscada tenemos todas las de perder. Es imposible que ese chico haya resultado herido, dado que las únicas armas que tenemos disponibles son de pintura y no pueden causar mayor herida que un moratón en el lugar de impacto. Además, si los moguris lo hubieran visto se habrían encargado de curarlo o de aturdirlo definitivamente para ganar esta guerra.

>>Incluso si no se tratara de una trampa, de nada serviría entrar y salvar a ese chico: en su estado actual, y dado que ninguno de nosotros conoce magias curativas, lo único que conseguiríamos sería un lastre más que terminaría conduciéndonos a la derrota. Y entonces fallaríamos a la Maestra Lyn, a Ronin, a todos los Aprendices de Tierra de Partida, a Higashizawa, a sus ayudantes en la cocina, y a todos los otros que han caído intentando defender aquello en lo que creían. Somos su última esperanza, y yo al menos no pienso dejar que toda la confianza que han depositado en nosotros sea en vano.

>>No quiero dejaros atrás, pero tampoco puedo obligaros a venir conmigo. Yo ya he tomado mi decisión, y bajo ningún concepto voy a cambiarla. Pero no os echaré nada en cara ni os guardaré ningún rencor si consideráis que es mejor aventuraros en la biblioteca.

Y tras comunicarles mi decisión y esperar a ver si decidían venir conmigo, di media vuelta y, armado con mi pistola, seguí avanzando hasta lograr llegar a la Sala donde Akio esperaba, mientras una lágrima descendía lentamente por mi mejilla. Sabiendo que, aunque creía haber hecho lo correcto, nunca iba a poder perdonarme una cosa así.

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Recuento de balas (incluye historial):


Inicio:

Axel: 6
Maya: 6
Light: 6

Axel recibe granada de pintura.


Cocina:

Light: 6 — 3 (ataque contra los moguris) -----> Coge también la de 6. Total: 9 balas + Nata picante
Maya: 6 — 3 (ataque contra los moguris) -----> Coge también la de 8. Total: 11 balas (dos pistolas)
Axel: 6 + Granada de Pintura + Cargador de Ronin (20, lo guarda para futuras necesidades). Total: 6 balas


Pasillo:

Axel: 6 — 1 (disparo al moguri). Total: 5 + Granada + Cargador Ronin
Light y Maya se quedan igual.




TOTAL:

Axel: 5 balas + Granada de Pintura + Cargador de Ronin
Light: 9 balas + Nata picante
Maya: 11 balas (dos pistolas).



(Creo que lo he contado bien. Si me he equivocado en algo avisad)

Y Narra, no te preocupes por los retrasos que precisamente nosotros no estamos para quejarnos demasiado xD Lo primero es lo primero.

[Zodiark]

Axel se asomó a la biblioteca, pero yo me quedé atrás, esperando a que él viera lo que había allí y nos informara a Light y a mí.

—Me temo que nos toca un cambio de planes. Ha ocurrido algo que no habíamos previsto: no hay ni rastro de los moguris, pero sí hay un chaval al que nunca he visto por el Castillo y que tiene una enorme mancha roja en la pierna.

¿Una mancha roja? Esperaba que fuera pintura... Porque si era otra cosa, aquello se nos estaba escapando de las manos.

—Tiene como arma una escopeta con pinta de ser muy potente, pero no la lleva en las manos. No obstante, está lo suficientemente cerca de él como para que pueda cogerla y dispararnos sin problemas si nos acercamos. Pero dice que está harto de este juego, y que lo único que quiere es que lo curen. Pero aun así...

¿Sólo quería que lo curasen? Yo aún no dominaba bien mi magia curativa y no poseía ningún hechizo que pudiera ayudar al chico. De todas formas, tenía toda la pinta de ser una trampa.

Axel nos dijo que, aunque no fuera una trampa, no íbamos a poder ayudar al chico porque no dominábamos hechizos curativos, además de que era imposible que le hubiesen herido y que si le llevábamos con nosotros acabaríamos perdiendo y habríamos fallado a Higashizawa y a los demás que habían depositado su confianza en nosotros, así que decidió marcharse al lugar donde se encontraba Akio para acabar de una vez con él. Miré a Light, luego dirigí mi vista hacia la puerta de la biblioteca y suspiré. ¿Qué iba a hacer? No podía curarle, así que iba a ser inútil intentar ayudarle, y, si se trataba de una trampa, entrar en la biblioteca supondría nuestra derrota.

—Voy contigo, Axel. Supongo que lo mejor será derrotar a Akio cuanto antes.

Aquello no era más que un juego, pero se estaba convirtiendo en algo más. ¿Me lo estaría tomando demasiado en serio? Realmente aquello era casi como una verdadera guerra...

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Vale, siento haber tardado tanto para hacer un post tan cutre, no tengo perdón D: Pero, en serio, no sé si será el verano, el calor o qué, pero últimamente no estoy nada inspirado para escribir. Bueno, ni para eso ni para nada. Pero bueno, ya he visto que ahora tengo margen de tiempo para postear así que intentaré ponerme las pilas.

[Soul Artist]

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En ausencia de Light, daré por hecho que os acompaña.

Sobre lo de los tiempos: sí, Zodi, lo siento, pero tengo que aplicarte márgenes: cuatro días por ronda. Por suerte no os queda mucho de Trama, solo la emocionante tanda de combates finales. ¿Estáis preparados?

Los tres aprendices se alejaron de allí, dejando al aprendiz abandonado a su suerte mientras gritaba de dolor por la herida que le habían provocado. Una vez hubiesen dado unos pasos alejándose verían que Axel tenía razón: una decena de metralletas automáticas marcarían el destino del muchacho, escuchándose los disparos por todos los pasillos del castillo.

Ya nada podían hacer por él.

* * *
—El mundo es caos.

El camino hasta la habitación del trono había sido arduo. Muchos cuerpos se habían encontrado los aprendices tirados por el suelo, suplicando y con expresiones de dolor. Nadie había sobrevivido a aquello. Ni siquiera los Maestros.

—La luz que gobierna sobre todos es la más brillante de todas. Tres motas de oscuridad como vosotros no acabarán con ella.

El camino escaleras arriba hacia la sala estaba, en una primera etapa, lleno de cuerpos. Pero al subir arriba del todo, vieron a una decena de moguris rodeando la habitación por completo, portando sus armas y firmas como nadie. Estaban preparados para cualquier situación, acabar con los intrusos. Pero no se movían; esperaban la orden.

—¿Creéis que vuestras acciones han servido de algo? ¿Que podéis vencerme?

Akio les esperaba arriba del todo. Sentado en el trono principal, se había hundido en su silla con las manos en los respaldos, con los ojos brillándole con fuerza. Su sonrisa diabólica quizá les intimidase; parecía el gran monstruo al final de una mazmorra.

—¡Observad vuestra perdición!

Los moguris encendieron dos potentes linternas cuyos haces de luz señalaron directamente a una de las vidrieras, donde descansaba el cuerpo de Flynn crucificado y manchado de pintura. Parecía estar inconsciente, o cuanto menos sin energías.

—¡Es demasiado tarde para que os rindáis! —rió Akio—. Sois la última resistencia del castillo. ¡Hoy seré proclamado Rey del Paintball y nadie podrá evitarlo! ¡Mog! ¡Acaba con ellos!

El moguri afirmó con la cabeza y sacó su revólver, preparado para la batalla final. Les observó a los ojos a los tres mientras portaba su arma, decidido.

—No podéis ganar. Aquí acaba vuestra historia, kupó.

El combate final por sus vidas daba comienzo.

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No hay nada para que os cubráis de los ataques de Mog. Igual debisteis crear un escudo alternativo...

A ver qué se os ocurre para derribar a Mog. Está junto a Akio, que conste en acta.

[Zodiark]

El camino a la sala del trono estaba repleto de gente que no había conseguido huir de la pintura. El lugar se había convertido en un sitio bastante trágico, pero no dejé que aquello me afectara, estaba decidida a llegar hasta el final y derrotar a Akio.

Y, finalmente, llegamos al lugar... que estaba protegido por un ejército de moguris.

—El mundo es caos. La luz que gobierna sobre todos es la más brillante de todas. Tres motas de oscuridad como vosotros no acabarán con ella. —comenzó a decirnos Akio desde el trono—. ¿Creéis que vuestras acciones han servido de algo? ¿Que podéis vencerme? ¡Observad vuestra perdición!

Los moguris encendieron unas linternas, enfocando a una vidriera. Allí se encontraba Flynn, el traidor, crucificado, lleno de pintura y, aparentemente, inconsciente. Me llevé las manos a la boca, aterrada. No habían tenido ni un ápice de compasión con él.

—¡Sois horribles!

—¡Es demasiado tarde para que os rindáis! —exclamó el chico, riendo—. Sois la última resistencia del castillo. ¡Hoy seré proclamado Rey del Paintball y nadie podrá evitarlo! ¡Mog! ¡Acaba con ellos!

Mog asintió con la cabeza y sacó un revólver

—No podéis ganar. Aquí acaba vuestra historia, kupó.

—¡Ni hablar! —exclamé mientras sacaba la pistola con las ocho balas de mi túnica y con la otra mano agarraba con fuerza la tabla de cortar para usarla como protección—. ¡Axel, prepara el escudo, rápido! ¡Tenemos que pensar algo!

Mi vista estuvo fijada en Mog todo el tiempo. Tenía que ir con mucho cuidado, si hacía cualquier movimiento, no tendría más remedio que actuar lo antes posible, por lo que no podía apartar la vista de él en ningún momento.

[Axelpower]

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Por suerte para mí mismo, al girarme pude observar que tanto Light como Maya habían decidido seguir mis mismos pasos y avanzar hasta la Sala del Trono, abandonando a su suerte al joven chico herido de la biblioteca. Apoyo de mis compañeros era lo que más necesitaba en esos precisos momentos. Saber que había tomado la decisión correcta, que si había ignorado las súplicas de aquel chico fue porque era lo mejor para todos. Detalles como el que ellos acababan de tener me ayudaban a que mantuviera la entereza.

Pero aun así, no pude evitar derrumbarme cuando oí el sonido de una decena de armas, provenientes de la biblioteca, que disparaban sin cesar e impactaban contra el cuerpo del Aprendiz al que dejamos atrás. Caí de rodillas contra el suelo, usando mis manos para apoyarme, y maldije en lo más profundo de mi alma aquella guerra y toda la violencia innecesaria que estaba causando. Golpeé el suelo con fuerza, intentando descargar la impotencia que me recorría por no poder haber hecho nada, y por no haber podido poner fin aún a la contienda, sintiendo el frío mármol en mis nudillos. Lo golpeé otra vez, y otra, pero aun así no era suficiente. Seguía sintiendo el mismo dolor, la misma rabia.

No podía seguir así. Tenía que remediarlo como fuera, poner fin a todo. Y no iba a lograrlo estando allí tumbado.

Hice ademán de levantarme, pero mis piernas me fallaron y caí una vez más. Lo intenté de nuevo, pero esta vez ni siquiera me respondieron. Por mucho que intentara esconderlo, por mucho que intentara disimularlo, en lo más profundo de mi ser lo sabía: tenía miedo de fallar. Miedo de fracasar, y hacer que todas las muertes que habían tenido lugar en el Castillo fueran en vano. De fallar a Lyn y al resto de Aprendices que habían caído defendiendo su honor. Quería intentarlo, debía intentarlo. Pero la presión que recaía sobre mí era demasiado grande como para que pudiera aguantarla.

Grité tan fuerte como mi voz me lo permitió, intentando relajarme, sin importarme que se me oyera en todo el castillo o que unos moguris me oyeran y salieran a nuestro encuentro. Necesitaba quitarme de encima toda esa tensión, toda esa preocupación, y en momentos así gritar era lo único que me ayudaba.

"Vamos, Axel" me dije a mí mismo. "Así no vas a conseguir nada. Absolutamente nada. Debes levantarte, demostrar tu valor. Sí, es posible que si lo intentas caigas derrotado, ¿pero y qué? Peor aún sería no intentarlo."

"Si lo intentas, puedes perder. Pero si no lo intentas, estás perdido."


Una vez, más, intenté levantarme, poniendo esta vez muchísimo más empeño que las otras veces. Con renovadas energías, y más convencido que nunca, hice todo el esfuerzo posible. Y esta vez, satisfecho conmigo mismo, lo conseguí. Ya no había nada que me impidiera poner fin a todo. Ni siquiera mi propio miedo.

Eché a correr, tan veloz como pude, para alcanzar a Maya y Light, y poder dirigirnos ambos a derrocar a aquel autoimpuesto soberano. Tierra de Partida nos necesitaba.

* * * * *

El panorama en el Salón del Trono era mucho más aterrador de lo que podría haber imaginado. Jamás había visto tantos moguris como los que allí había reunido Akio. Como si de su guardia personal se tratase, rodeaban completamente la habitación, con su arma al hombro y firmes como los más fieles soldados. Y en cualquier momento, podían usarlas para acribillarnos sin piedad, golpeando cada recoveco de nuestro cuerpo. Teníamos que pensar muy bien lo que hacer, puesto que un solo movimiento en falso nos conduciría sin remedio hasta una derrota segura.

El joven Maestro se encontraba sentado en aquel trono del que se había adueñado como el rencoroso hermano del rey que en incontables historias usurpaba el trono a su único familiar, poseído por el odio y la codicia. Comenzó a hablarnos sobre su punto de vista, sobre lo que pensaba de aquella guerra. Por sus palabras, tenía la sensación de que se consideraba un salvador, un justo gobernante del castillo, y que a nosotros nos consideraba los invasores que pretendían acabar con la paz y traer desgracias y destrucción.

De pronto, obedeciendo a una orden que acababa de dar su señor, los Moguris alzaron unas linternas hacia una de las vidrieras, y las encendieron permitiéndonos ver las atrocidades que aquel "justo gobernante" había cometido.

Flynn, que había empezado junto a nosotros formando parte de La Resistencia, se encontraba inconsciente, con su cuerpo manchado de pintura por todos lados y crucificado, en un intento por exhibirlo y advertir a futuros desafiantes del destino que podía esperarles. Era sin duda la mayor muestra de crueldad que había visto desde que abandoné Tebas.

Fui incapaz de prestar atención a lo que dijo después. Sólo podía pensar en hacer pagar a aquel sucio tirano por haber provocado tanto dolor y sufrimiento.

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Entonces Mog, líder de los moguris del castillo, desenfundó su arma, dispuesto a poner fin a aquella Guerra y dar la victoria a su señor. Si bien cualquiera de los otros podía atacarnos sin que apenas tuviéramos tiempo a reaccionar, no tenían pinta de que fueran a intervenir. No obstante, no podíamos permitirnos olvidar esa posibilidad.

Saqué rápidamente mi escudo, cubriénonos a los tres Aprendices con él, y les comenté el único plan que había sido capaz de pensar. No disponíamos de mucho tiempo, así que debía ser conciso.

—Maya, Light, tenemos que estar muy atentos a los moguris que rodean la habitación. A pesar de que ahora parecen inmóviles, no debemos descartar que pueden dispararnos en cualquier momento. Debemos tener los cinco sentidos puestos en ellos y no realizar ningún paso en falso.

>> Vosotros dos colocaos frente a él, formando un triángulo equilátero cuyos vértices seréis vosotros dos y Mog. Así, si intenta disparar a uno, el otro podrá reaccionar a tiempo y dispararle también, aprovechando su despiste. Yo, por otra parte, intentaré colocarme a su espalda. Si se gira para darme a mí, vosotros abriréis fuego tan rápido como os permitan vuestros reflejos. Suerte y tened cuidado

Dicho esto, corrí para buscar la espalda de Mog, intentando que se girara y que así ellos pudieran darle. Seguía teniendo la granada, pero prefería guardarla para Akio o un posible ataque en masa del resto de moguris.

No les había contado todo el plan, pero debíamos actuar rápido y el resto estaba relacionado únicamente con lo que yo debía hacer. Dado que era posible que los moguris de los lados disparasen, colocaría mi escudo gigante a mi espalda, cubriéndola completamente y haciendo que tuviera que menos cosas de las que preocuparme. No obstante, no podía dejar completamente desprotegido mi frontal, así que me quité la cacerola que había estado usando de casco y me dispuse a usarla como escudo. Si bien no era muy grande, sería mejor que no llevar nada.

[Soul Artist]

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Próxima fecha límite para postear: 25 de Agosto de 2012.

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Mog efectuó el primero de los disparos de su revólver, pero fue bloqueado justo a tiempo por el escudo de Axel. Sin mediar palabra, rodeó la impenetrable defensa del joven con paso lento y precavido, asegurándose de que no le fueran a atacar y con el arma siempre preparada para cualquier situación.

—Salid de ahí, kupó. No podéis esconderos eternamente.

Un segundo disparo salió directo del arma del moguri en forma de advertencia. Axel deshizo su defensa y corrió hacia él, buscando rodearlo, pero el líder de los moguris fue considerablemente más rápido: con una puntería increíble le disparó, acertándole en la pierna izquierda evitando la cacerola que acababa de coger como defensa y provocando que cayese de bruces al suelo.

—Uno menos.

Mog se centró rápidamente en los otros dos aprendices, dando por derrotado a Axel. Sin embargo, este todavía no había caído: la bala le había paralizado la pierna, pero todavía podía mover el resto del cuerpo. ¿Era temporal? ¿Cuánto tardaría la parálisis en extenderse cual veneno, antes de que ni sus brazos pudiesen contestar? Con algo de suerte nunca. Con mala suerte, apenas unos segundos.

El moguri apuntó directamente hacia Maya. Esta había ganado unos segundos mientras el joven del Coliseo del Olimpo era atacado, pero quizá no fuese lo suficientemente rápida.

—Di adiós, kupó.

Alguien tendría que ejecutar el primer disparo.

[Zodiark]

Axel fue capaz de bloquear un primer disparo de Mog, pero, con el segundo, no tuvo tanta suerte y recibió el impacto en una pierna. Mientras esto sucedía, me quité el sombrero. Tenía que ganar a toda costa, y si quería ganar iba a tener que sacrificar algo. Mi sombrero estaba destinado a acabar manchado de pintura.

Después, Mog me apuntó a mí. Mi plan era arriesgado, pero tenía que intentarlo. Con el sombrero en una mano y la tabla de cortar en la otra, miré fijamente al moguri. En cuanto disparase, lanzaría el sombrero rápidamente como si fuera un frisbee para bloquear la bola de pintura. No obstante, si esto fallaba, tendría mi tabla preparada para protegerme mientras con la mano libre sacaría mi pistola para disparar a Mog. De todas formas, aunque mi plan fallase, el que Mog estuviera concentrado en mí podía darle la oportunidad a Light, o incluso a Axel, si los efectos de la parálisis no habían comenzado aún, para acabar con el pequeño moguri.

—Di adiós, kupó.

—Adiós... —musité, decidida a llegar hasta el final.

No sabía si aquel "adiós" iba a ser mi final o el final de mi contrincante, pero estaba convencida de que iba a ser mi última palabra antes de la derrota de uno de los dos.

[Light]

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Sorpresa! He vuelto D: Perdon por las molestias, venga. Vamos a matar moguris. El post lo he hecho muy rápido, he de advertir =(

Al final, los tres aprendices habían ido a parar a nada más y nada menos que a una trampa. Aunque en el fondo Light ya lo sospechaba, ¿Por qué? Fácil. El joven les había dicho textualmente: "Estoy sangrando", pero eso no podía ser posible en una guerra de pintura en la que no se utilizaban balas de verdad, sino bolas de pintura.

Axel opinaba igual que él, y sugirió que siguieran hacia la sala del trono, donde Akio les esperaba para la batalla final. El consejo de Axel era irrebatible, ese chico ya había caído en la guerra, y el destino de Tierra de Partida estaba en sus manos. ¿Un chico herido en una biblioteca... y con una escopeta? ¿Y sin Moguris de por medio? Era absurdo, tenía que ser una trampa....

Y lo era, y una cargada de metralletas automáticas...

Akio quería ganar esa guerra a toda costa. Se había intentado aprovechar de la compasión que pudieran sentir los aprendices.

* * * * *

Y los jóvenes aprendices finalmente llegaron a su destino, Akio y su ejército personal de Moguris les esperaba en la sala del trono. El recibimiento fue bastante impactante, Akio les mostró el “cadáver” de su compañero Flynn, el compañero que les había traicionado. Maya se aterrorizó al contemplarlo, no fue la única. Aunque les había abandonado, seguía siendo uno de los suyos.

Lo pagaréis, todos.

La batalla final dio comienzo. Axel sugirió una formación de combate, en la que Maya y Light se colocarían de tal forma que formaran un triángulo imaginario con Mog. Axel intentaría dispararle por la espalda, y sus compañeros también tendrían que actuar si la situación lo requería.

Mog no se hizo esperar, rápidamente descargo el primero de sus disparos sobre Axel, aunque resulto fallido porque éste lo bloqueó con su escudo.

—Salid de ahí, kupó. No podéis esconderos eternamente.

—¡¡Apunta a tu pierna!! ¡¡Esquívalo!! —vociferaba Light a su compañero, en cuanto visualizó a Mog apuntando hacia el miembro en cuestión.

La advertencia fue en vano, Axel no pudo reaccionar a tiempo. El disparo fue directamente hacia la pierna del gladiador. Con su pierna inutilizada no podría desplazarse, y resultaba un blanco extremadamente fácil para los enemigos. O quizás... ya era un blanco eliminado.

El joven Light se desplazó hacia donde se encontraba su compañero, tenía que protegerle a toda costa. La estrategia del triángulo podía esperar. Con la tabla de cortar en la mano izquierda, y sin despegar la mirada de Mog, se trasladó lo más rápido que pudo. Se hallaba tendido de bruces, ¿era su fin?

Pero... Axel no era el único que estaba en peligro. Mog apuntaba hacia Maya, para rematarla.

—Di adiós, kupó.

¡La había dejado desprotegida por dirigirse hacia su compañero! Si Axel se encontraba fuera de combate, y Maya caía ahora, la pelea estaría prácticamente perdida. La compasión por un compañero caído podía traer la derrota absoluta.

—¡¡No!!

¿Tenía que haberse quedado con Maya? Si alguien recibía un disparo, era su fin, Axel ya estaba eliminado, nada podrían hacer. Antes, habían aprendido una lección, y es que no podían sentir compasión tan fácilmente. Podrían pagarlo... con sus vidas. Si se hubiera quedado con la brujita, quizas pudiera protegerla de Mog... ¡era solo una pequeña cría!

Pero...

¿Que ocurriría con Axel si le abandonaba? ¿Acabaría como Flynn? ¿Pero entonces... que pasaría con Maya? Había fastidiado el plan de Axel y ahora Maya iba a morir. Apretó los dientes de impotencia, tenía que desahogarse con algo.

Light apuntó hacia Mog con su pistola, y con rabia e ímpetu, disparó dos balas de pintura (de las nueve que tenía), intentando evitar que éste atacara a la brujita. Tras esto, se mantendría en posición defensiva con la tabla de cortar, posicionándose delante de su compañero caído.

[Axelpower]

Nada más empezó la contienda, volví a alegrarme de poseer el escudo. Mog lanzó un rápido disparo, prácticamente sin darnos tiempo a reaccionar, pero con un veloz movimiento conseguí bloquearlo. No obstante, el líder de los moguris no se dejó amedrentar, e inmediatamente se movió buscando un despiste nuestro que pudiera aprovechar.

Buscando asustarnos, lanzó un tiro al cielo, en señal de advertencia.

—Salid de ahí, kupó. No podéis esconderos eternamente.


Desde luego, parecía muy confiado de sus posibilidades. Éramos tres contra uno (sin contar a Akio y su guardia personal) y aun así no dudaba a la hora de gastar balas inútilmente. ¿Tan lleno estaría su cargador?

Sin más demora, corrí a poner en práctica el plan que había comentado a Maya y Light. Busqué la espalda del moguri, sin preocuparme de la mía que mi escudo cubría. Pero cuando me disponía a sacar mi pistola y disparar, oí un grito de Light alertándome de lo que se me venía encima.

—¡¡Apunta a tu pierna!! ¡¡Esquívalo!!

El aviso llegó antes del impacto, pero aun así no me dio tiempo a reaccionar. Sin posibilidad alguna de evitarlo, sentí como una bola de pintura se estrellaba en mi pierna, impregnándola de aquel paralizante líquido que contenía. No me dio tiempo ni siquiera de usar mis manos para apoyarme cuando caí irremediablemente contra el suelo, dándome de bruces. Lo único que pude hacer es oír a Mog dándome por muerto.

—¡No! ¡Nonononononononono! ¡NO! —vociferé, intentando resignarme al destino que sabía que me correspondía. Con mis brazos, cogí la pierna afectada y la intenté mover un poco, esperando algún tipo de reacción, pero lo único que sentía era que estaba sosteniendo un cadáver. Cerré los puños y la golpeé con toda la fuerza que me quedaba, pero aun así el esfuerzo era inútil.

Me llevé las manos a la cabeza, desesperado. Había perdido mi oportunidad de ayudar a todos los Aprendices, de vengar sus muertes y hacer que no fueran en vano. Por mi culpa, Light y Maya habían quedado a merced de Mog, y en muy poco tiempo podrían sufrir un destino como el mío.

Levanté la cabeza para ver a mi compañero, que se encontraba junto a mí intentando ayudarme y, a pesar de que eso era lo que menos necesitaban en ese instante, no pude evitar romper a llorar, sintiéndome irremediablemente culpable por todo. Miré al suelo intentando esconder mi vergüenza, intentando protegerme de las críticas. Sabía que un valiente guerrero debía dar la cara en esos momentos, que debía asumir sus errores, pero no podía. Me sentía incapaz.

Pero aun así, no podía hacer perder más tiempo a Light y Maya. Cualquier distracción podía hacer que corrieran mi misma suerte.

Todavía con lágrimas en los ojos, cogí a Light de la pierna, haciendo señales para que se agachara, y le comenté las que creía que iban a ser mis últimas palabras.

—Escúchame bien, Light. Bajo ningún concepto se te ocurra pararte a examinar si estoy bien, o si necesito algo, o si puedes esconder mi cuerpo. Ahora mismo cualquier pérdida de tiempo o distracción será fatal. —cogí aire entre sollozo y sollozo y continué hablando tan rápido como podía. — Coge mi escudo y haz que sirva para protegeros a ti y a Maya. De nada me va a servir a mí si ni siquiera puedo moverme. —me metí entonces la mano en el bolsillo y saqué el otro objeto que tan bien había guardado durante todo el día.— Toma también la granada, pero úsala con cuidado. Podría ser la clave que os diera la victoria. Y ahora, deja de preocuparte por mí y céntrate en lo que realmente importa: ¡Maya te necesita! ¡Y Tierra de Partida os necesita a ambos!

Vi entonces como Mog apuntaba su arma hacia Maya, dispuesto a acabar con ella. Light armó su pistola también, dispuesto a no dejar que eso ocurriera. Y yo no podía hacer otra cosa que esperar a que la parálisis se extendiera por todo mi cuerpo, mientras no me quedaba otra que confiar en mis dos compañeros, y desear que la granada que me había dado Higashizawa y mi gran escudo les fueran de ayuda.

"Sin duda alguna" pensé "ese escudo ha sido la mejor compra que he realizado en Tierra de Partida. Y eso que ese día salí cargado de la tienda de los moguris".

Entonces, una posibilidad que ni tan sólo me había planteado pasó por mi cabeza. Metí la mano en mi bolsillo y saqué mis pertenencias: Dos ultrapociones, una omnipoción, un éter y una panacea. ¡Una panacea! Un remedio capaz de curar todos los estados alterados. ¿Podría servirme para librarme de la parálisis? Era una opción arriesgada, pero mis opciones eran arriesgar o morir.

Desesperado, destapé el pequeño frasco en el que guardaba la panacea y me la bebí* toda de un trago, deseando que mi idea surgiera efecto. Pero por si acaso, si tenía tiempo suficiente como para mover los brazos, cogería mi pistola y lanzaría varios disparos a Mog antes de caer definitivamente. Si ni los de Light ni los de Maya conseguían darle, no podría esquivar los míos. Aunque tal vez mi puntería no fuera lo suficientemente buena como para atinar...

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No sé si la panacea es una bebida, un ungüento o un tipo de botella que debes lanzarte a la cabeza. Lo que sé es que uso la que tengo en mi inventario.

[Soul Artist]

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Próxima fecha límite para postear: 28 de Agosto de 2012.

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¡Estúpidas panaceas!

Axel pudo levantarse sin problenas. El remedio mágico de la panacea le había salvado de la parálisis total, recuperándose perfectamente su pierna nuevamente y preparado para volver al combate, aunque sin armas a menos que su compañero se las entregara.

Los dos disparos de Light alertaron a Mog de inmediato: el moguri dejó de apuntar hacia Maya y con un movimiento de lo que parecía ser una danza con la cual giró cual peonza, acabó golpeando a Light con todas su fuerzas para tirarlo al suelo. No solo eso, sino que, además, una vez arrojado saltó por encima de su cabeza y apuntó a la cabeza del joven con el revólver.

—¡No os mováis, kupó, o disparo! —amenazó el moguri, quitando el seguro de su arma.

Hablaba en serio. Tenía a Light como rehén y al mínimo movimiento de los jóvenes aprendices acabaría con él, dejándole fuera de juego del modo más inmediato que podía: un disparo en la cabeza.

—¿Sabéis por qué habéis fallado en vuestro camino hasta aquí, kupó? —preguntó Mog seriamente, señalando su arma hacia el crucificado Flynn—. Porque no trabajáis en equipo. Os lo digo por activa y por pasiva siempre, kupó: el trabajo en equipo es lo más importante en las batallas. Todo el castillo ha caído ante mis moguris, y no por ser muchos; hay más aprendices y Maestros, kupó. No, hemos ganado esta guerra porque nos mantenemos unidos. Actuamos en consecuencia a lo que hacen los demás. Ideamos estrategias respecto a cómo trabajamos, kupo.

Mog suspiró, volviendo a apuntar a la cabeza de Light mientras negaba con la cabeza. Parecía realmente triste por lo que hacía, pero creía firmemente en ello: como un sermón que dar a todos los habitantes del mundo.

—No me importa el dinero, no me importan las mogunueces —explicó el moguri—. Solo quiero que aprendáis la lección, kupó. No trabajáis en equipo. Vais pos libre, y ya luego pensáis qué haréis más tarde viendo los actos de aquellos con quienes os veis obligados a trabajar. Pero no es solo eso. Tenéis que ser una familia, kupó. Una gran familia.

Mog dirigió la mirada hacia su izquierda y su derecha. Apretó con más fuerza el gatillo del revólver del joven Light, preparado para disparar.

—Una gran, gran familia.

El sonido del disparo del revólver de Mog resonó en la sala del trono.

Pero no fue a Light. El moguri había soltado a su adversario para atacar directamente a Akio, el cual había esquivado por escasos milímetros la bala de pintura de la rosada criatura, con gran sorpresa por su acción.

—¿Qué...?

Los moguris también reaccionaron. Rápidamente sacaron sus armas y comenzaron a disparar directos al Maestro, esperando derribarlo de inmediato. Akio se levantó de su asiento y corrió a la parte trasera del asiento, aunque si eran lo suficientes avispados los aprendices pudieron ver que una de las balas impactó en la mano izquierda del niño.

—¡Traidores! —gritó desde su posición—. ¡No vale! ¡Me jurasteis lealtad!

—No puedes ganar, Akio —avisó Mog, sin dejar de apuntar al asiento por si decidía volver a dar la cara—. Te hemos dado y Higashizawa está vivo. La parálisis puede tardar unos minutos en hacer efecto, pero nunca saldrás impune de aquí, kupó. Has perdido.

Mog dirigió la mirada hacia los aprendices, afirmando con la cabeza en forma de compañerismo.

—Siento lo de vuestro amigo, kupó, pero no vi otra alternativa —explicó el líder de los moguris de Tierra de Partida—. Os iba a traicionar y debía ganarme la lealtad de Akio. En realidad, este plan viene de largo.

—¡Morid!

Varias granadas de pintura salieron volando desde el asiento, acabando con muchos de los moguris de un solo impacto; algunas explotaban al tocar el suelo, y otras, especiales, funcionaban con un temporizador tras unos segundos de su caída. Algunos tuvieron que darse a la retirada, obligados al ver que no podían contra aquello; incluso uno de los explosivos fue directo a la cabeza de Light, pero podría parar el ataque con el escudo que Axel le había entregado.

Sin embargo, una con temporizador cayó cerca de Maya. Era imposible huir de ella a aquella distancia; acabaría manchada con todo el cuerpo, irreconocible. Paralizada en el suelo sin que nadie pudiese hacer nada...

—¡Quita, kupó!

Mog empujó a la joven niña al suelo, dirigiéndose hacia la granada. Saltó sobre el explosivo y lo cubrió con todo su cuerpo, preparado para lo peor. Y así sucedió.

El sonido de la explosión de la granada llegó hasta los oídos de los jóvenes aprendices, provocando un pequeño salto a Mog pero sin manchar a nadie más. El moguri aterrizó cerca de Maya, completamentemanchado de pintura negra y con aspecto debilitado.

—¡Mataré a Higashizawa y no podréis impedírmelo! —aseguró Akio, saliendo de su escondite y huyendo por las escaleras, dispuesto a llegar a las cocinas.

—Impedídselo, kupó... —gimió Mog, agarrando la falda de Maya y manchándola ligeramente de pintura—. Sois la... Última esperanza de Tierra de Partida. Pero si no trabajáis en equipo, seréis incapaces de derrotarle. Trabajad... En equipo. Trabajad...

Con aquellas palabras, Mog perdió el conocimiento, afectado ya por la parálisis que provocaba la pintura. Había sido derrotado.

Ahora todo quedaba en sus manos.

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* Mog no iba a atacar en un principio a Flynn, pero Sombra así lo redactó. Culpa mía al no haberle especificado que debía ser Akio.

[Light]

Axel. Te juro que ganaré esta guerra.

¡Maya no resultó al final herida! Light había conseguido detener a Mog en el momento preciso, pero éste la pagaría con él. Se dispuso a utilizar el escudo que Axel le había entregado (junto a la granada de pintura) pero su enemigo fue bastante más rápido que él. El joven aprendiz resultó derribado en el acto tras recibir el ataque giratorio de Mog, y pasó a convertirse en su rehén.

Ese podría ser el momento perfecto para aturdir a su contrincante con la nata picante, pero le era imposible. La había guardado en el bolsillo (ya que no tenía manos libres; con la mano izquierda sostenía la pistola, y con la derecha la tabla de picar. Las pertenencias que había cogido de Axel estaban en sus pies) y no sería lo suficientemente rápido para utilizar esa nata letal contra su oponente. Le estaban apuntando con un revolver...

—¡No os mováis, kupó, o disparo! —les advertía Mog a sus compañeros, tanto a Maya como a Axel. Ambos estaban perfectamente, para sorpresa de Light.

Axel había conseguido recuperarse del disparo recibido, Light no pudo evitar aliviarse, pese a estar con la soga al cuello. El final de Light Hikari podía estar muy próximo.

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—¿Sabéis por qué habéis fallado en vuestro camino hasta aquí, kupó? —les preguntó a los aprendices, señalando al traidor de Flynn. Tenía una buena razón para hacerlo—. Porque no trabajáis en equipo. Os lo digo por activa y por pasiva siempre, kupó: el trabajo en equipo es lo más importante en las batallas. Todo el castillo ha caído ante mis moguris, y no por ser muchos; hay más aprendices y Maestros, kupó. No, hemos ganado esta guerra porque nos mantenemos unidos. Actuamos en consecuencia a lo que hacen los demás. Ideamos estrategias respecto a cómo trabajamos, kupo.

Unos Moguris habían conseguido asesinar a toda Tierra de Partida. La idea le aterraba por completo. Todos los amigos que había hecho allí ahora estaban muertos, habían caído ante la pintura mortífera. No se imaginaba a Maestros como Nanashi cubiertos de pintura de arriba a abajo. El chico temía por su vida, si habían acabado con todos los Maestros, podrían hacerlo con él fácilmente. No era la primera vez que luchaba contra Moguris, sabía que podían llegar a ser criaturas peligrosas.

—No me importa el dinero, no me importan las mogunueces —dejó constancia de ello, quería aclararles su verdadero objetivo—. Solo quiero que aprendáis la lección, kupó. No trabajáis en equipo. Vais pos libre, y ya luego pensáis qué haréis más tarde viendo los actos de aquellos con quienes os veis obligados a trabajar. Pero no es solo eso. Tenéis que ser una familia, kupó. Una gran familia.

—¿Una lección? ¿Habéis acabado con el castillo entero... para esto? ¿Quiénes... os habéis creído? —empezaban a salir las primeras lágrimas mientras pronunciaba esas palabras, repleto de frustración y odio, no podía comprender sus acciones.

Era curioso, estaba llorando por todos los caídos. Había llegado a Tierra de Partida hace aproximadamente veinte días y ya se había encariñado mucho con todos sus habitantes. Los entrenamientos, las misiones, había disfrutado tanto de sus días como aprendiz... no se podía imaginar que todo se hubiera terminado. Era absurdo. Su gran familia había desaparecido.

Su única familia, había sido siempre su abuela, la mujer que le enseñaba y regañaba. No tenía padres, a diferencia de la mayoría de sus conocidos de la villa. Se sintió tan feliz al conocer a Ronin y a Kazuki... y de escapar de su aburrida rutina. En aquel momento había conseguido una familia, una gran familia... que le habían arrebatado sin compasión.

Y todo por culpa de un estúpido juego.

—Una gran, gran familia.

—¿Una gran familia? ¿¡Una gran familia!? ¡¡Tierra de Partida ha sido una gran familia para mi!! Maestro Ronin, Saxor, Guilmon, Maestro Kazuki, Alec... —cuanto más pensaba en todas las personas que había conocido ahí, los sentimientos se desbordaban más. Light ya se había olvidado de que le estaban apuntado con una pistola—. ¡¡Eran una gran familia para mi!! ¡¡Y los habéis matado!! ¡¡No os perdonaré...!!

Su ahogado chillido se vio interrumpido por el sonido de un disparo, un tiro que no iba dirigido hacia él.

El moguri había dejado a Light libre, por lo que pudo reincorporarse lentamente, sin temer por su vida. Incrédulo se hallaba, pues se encontraba vivo, y sin marcas de pintura. ¿Qué había acabado de pasar? ¿Habían disparado a... Akio?

—¿Qué...?

Aunque no sabía lo que estaba ocurriendo, no podía despistarse ni un segundo. Agarró el escudo de Axel y se cubrió con él, preparado para cualquier cosa que pudiera ocurrir. No podía creerse lo que sus ojos aún llorosos percibían.

—¡Mirad! ¿Están apuntando a Akio?

Rápidamente empezaron a dispararle, el rey del paintball había sido traicionado por su ejército. Los aprendices parecían estar a salvo de momento, era una batalla entre los Moguris y Akio. Éste, acorralado, se protegía desesperadamente tras el trono.

—¡Traidores! —les acusaba sin reparo—. ¡No vale! ¡Me jurasteis lealtad!

—No puedes ganar, Akio —le advertía el líder de los moguris, sin ceder, seguía apuntando hacia el trono, esperando alguna oportunidad para acabar con él. Light imitó a éste, y apuntó hacia el trono con su pistola—. Te hemos dado y Higashizawa está vivo. La parálisis puede tardar unos minutos en hacer efecto, pero nunca saldrás impune de aquí, kupó. Has perdido.

¿Le habían acertado? Light no se había podido fijar con detalle, pero debía ser cierto. Akio experimentaría la misma parálisis que Axel, y sería su fin.

—Siento lo de vuestro amigo, kupó, pero no vi otra alternativa —se disculpaba el líder de los moguris por la muerte de su compañero—. Os iba a traicionar y debía ganarme la lealtad de Akio. En realidad, este plan viene de largo.

—¿Pero por qué...?

—¡Morid!

Light iba a pedirle explicaciones a Mog, pero Akio interrumpió su conversación. Un montón de granadas de pintura empezaron a volar por la sala, una auténtica matanza. Unos Moguris lograban huir con éxito, otros terminaban cayendo...

—¡¡Cuidado!! ¡Cubríos con lo que sea, o huid! —bramó a sus compañeros, sujetando con firmeza el escudo que su compañero le había entregado antes. El chico se tomó al pie de la letra el consejo que les había acabado de dar, y utilizó el escudo gigante para protegerse por completo de uno de los explosivos. Gracias al tamaño del escudo, la pintura no pudo entrar en contacto con él—. ¡Axel! ¡Maya! ¿Estáis bien?

Esperaba una respuesta favorable de ellos, no podría soportar otra pérdida. Tras el sonido de una de las múltiples explosiones, atisbó un Moguri manchado de negro, al lado de Maya. Se trataba de Mog, que había caído en combate. El muchacho se acercó lentamente hacía él.

—¡Mataré a Higashizawa y no podréis impedírmelo!

—¿Higashizawa? Espera... ¿Flynn no había acabado con él antes? —se preguntaba confundido, pues le había visto antes pringado de algo que había reconocido como pintura. El aprendiz aún ignoraba que la traición de su compañero Flynn había sido una farsa.

Akio escapó tras advertirles de sus intenciones, parecía que el cocinero seguía vivo después de todo... pero pronto no se podría decir lo mismo de Mog. Light se agachó para poder escuchar mejor sus últimas palabras. Los efectos de la parálisis no tardarían en actuar sobre él.

—Impedídselo, kupó... —les rogaba Mog mientras agarraba la falda de Maya. Light no se atrevió a exigirle explicaciones por sus acciones. Escuchó hasta la última palabra—. Sois la... Última esperanza de Tierra de Partida. Pero si no trabajáis en equipo, seréis incapaces de derrotarle. Trabajad... En equipo. Trabajad...

Light tragó saliva. Era mucha responsabilidad, demasiada. Trabajad en equipo, esa debía de ser la clave. Si Axel, Maya y él unían fuerzas, podrían conseguir cualquier cosa. Creía ciegamente las últimas palabras de Mog. Pero... ¿matar a todo un castillo por una simple lección? Las acciones de Mog seguían resultando absurdas, pero sentía compasión por él. Al fin y al cabo, había estado siempre de su parte. Resultaba todo tan raro...

—Tenemos... que hacerlo. Por todas las personas que han sido victima de esta vil guerra —Light le tendió a Axel el escudo y la granada que le pertenecían. No aceptaría un “no” por respuesta por parte del gladiador—. Vamos a las cocinas, rápido. Creo... que tengo un plan, os lo contaré por el camino. Creedme. Tenemos un arma muy poderosa con nosotros... se trata de algo que Akio no tiene.

Tenía un plan que había formulado desde su estancia en las cocinas, y se moría por utilizarlo contra Akio. Quería que sufriera lo máximo posible, iba a pagar por cada una de las muertes. Light juró que experimentaría la verdadera desesperación.