Re: [Castillo de los Sueños] ¡Bibidi babidi bu!
Publicado: Vie Ago 15, 2014 2:03 am
Al utilizar el Éter Sangriento pude sentir como una porción de mi poder mágico se recuperaba con suma rapidez, la misma con la que mi cuerpo se deterioraba levemente por utilizar algo semejante. Por suerte sabía que el efecto secundario de aquella habilidad no duraba para siempre, bastaba con descansar un día entero para volver a mi estado habitual.
Varias Gárgolas sincorazón intentaron darme caza poniéndose en frente, justo lo que quería desde el momento que se me había ocurrido utilizar aquello. Di un paso con fuerza hacia el frente y me vi lanzado como una bala hacia delante, no logré darle a todos los sincorazón pero pude ver como tres de ellos eran liberados, aunque cuatro de ellos habían sobrevivido al haber volado hacia el techo. Me mordí el labio cuando varias heridas se abrieron a lo largo de mi rostro tras utilizar aquella habilidad. Por un segundo creí que las cuatro Gárgolas restantes se lanzarían contra mí al descubrir que presionar mi cuerpo con los poderes que poseía traían graves consecuencias sobre mí, como por ejemplo hacer que todo mi cuerpo sufriese un entumecimiento momentaneo a causa del esfuerzo realizado.
El silbido de una flecha rasgando el aire del salón de baile hizo que levantase la cabeza (con bastante esfuerzo) falló, sin embargo una segunda acertó contra una de las alas de la Gárgola que se precipitó contra el suelo. No podía volver a volar, eso parecía al menos.
—¡Ey! ¡Aguantad todos la respiración, rápido!
Cuando escuché aquella advertencia obedecí sin más a la par que giraba la cabeza empezando a poder moverla sin problemas. Mi cuerpo empezaba a reaccionar nuevamente. Cerca de la entrada estaba Maya, una niña que pertenecía a Tierra de Partida y a su lado parecía acompañarle un joven delgado y de cabello negro que portaba un arco por lo que pude deducir que él era el que acababa de derribar a uno de los sincorazón.
Una especie de nube de gas rosado salió desde la boca de la niña. Me tapé la cara con la bufanda roja que llevaba puesta tratando de evitar respirar aquella cosa. Al poco (ya pudiendo moverme perfectamente) me di cuenta de que la totalidad de los sincorazón estaban como borrachos. Tenían un aspecto más ridículo que temible en aquel momento.
―¡¡Leinessia!!
Al volverme vi a la princesita corriendo hacia la portadora que por algún motivo (a pesar de no tener heridas graves) parecía estar en las últimas. Crusty no pudo evitar correr al centro de aquel lugar para continuar su cometido como guardaespaldas por muy peligroso que fuese aquello.
―¿Te encuentras bien? ¿Cómo puedo ayudarte? ―la damisela, tan inocente como pura se acercó a la portadora de aspecto moribundo.
Nuevamente, viendo que Crusty estaba con la chica volví a encararme a los sincorazón todavía borrachos. Cargué rápidamente contra el del ala herida y esperé tener alguno más cerca para atacarle también, aunque viendo que ya había dos portadores del bando enemigo allí lo mejor que podría hacer sería retirarme. Una estaba en las últimas, pero Maya parecía estar en perfecto estado. Yo ya estaba herido de por sí y casi ni tenía magia en aquel momento. Una retirada a tiempo era una victoria, pero estaban bloqueando la única salida.
―¡Crusty, Leinessia. Sacad a la chica de aquí! ¡Maya, ayúdame a cubrirles! ―grité. En realidad solamente estaba condicionando mi huída. Aunque estábamos en guerra los de Tierra de Partida eran demasiado blandos por lo general. Si me mostraba como alguien que pretendía ayudar desinteresadamente incluso a un enemigo no se atreverían a meterse en un combate contra mí. Ya tendría otra ocasión de reducir las filas de los soldados de Ronin en el futuro.
Me coloqué en posición defensiva cerca de Leinessia con la intención de protegerles de las Gárgolas si intentaban atacarles.
Varias Gárgolas sincorazón intentaron darme caza poniéndose en frente, justo lo que quería desde el momento que se me había ocurrido utilizar aquello. Di un paso con fuerza hacia el frente y me vi lanzado como una bala hacia delante, no logré darle a todos los sincorazón pero pude ver como tres de ellos eran liberados, aunque cuatro de ellos habían sobrevivido al haber volado hacia el techo. Me mordí el labio cuando varias heridas se abrieron a lo largo de mi rostro tras utilizar aquella habilidad. Por un segundo creí que las cuatro Gárgolas restantes se lanzarían contra mí al descubrir que presionar mi cuerpo con los poderes que poseía traían graves consecuencias sobre mí, como por ejemplo hacer que todo mi cuerpo sufriese un entumecimiento momentaneo a causa del esfuerzo realizado.
El silbido de una flecha rasgando el aire del salón de baile hizo que levantase la cabeza (con bastante esfuerzo) falló, sin embargo una segunda acertó contra una de las alas de la Gárgola que se precipitó contra el suelo. No podía volver a volar, eso parecía al menos.
—¡Ey! ¡Aguantad todos la respiración, rápido!
Cuando escuché aquella advertencia obedecí sin más a la par que giraba la cabeza empezando a poder moverla sin problemas. Mi cuerpo empezaba a reaccionar nuevamente. Cerca de la entrada estaba Maya, una niña que pertenecía a Tierra de Partida y a su lado parecía acompañarle un joven delgado y de cabello negro que portaba un arco por lo que pude deducir que él era el que acababa de derribar a uno de los sincorazón.
Una especie de nube de gas rosado salió desde la boca de la niña. Me tapé la cara con la bufanda roja que llevaba puesta tratando de evitar respirar aquella cosa. Al poco (ya pudiendo moverme perfectamente) me di cuenta de que la totalidad de los sincorazón estaban como borrachos. Tenían un aspecto más ridículo que temible en aquel momento.
―¡¡Leinessia!!
Al volverme vi a la princesita corriendo hacia la portadora que por algún motivo (a pesar de no tener heridas graves) parecía estar en las últimas. Crusty no pudo evitar correr al centro de aquel lugar para continuar su cometido como guardaespaldas por muy peligroso que fuese aquello.
―¿Te encuentras bien? ¿Cómo puedo ayudarte? ―la damisela, tan inocente como pura se acercó a la portadora de aspecto moribundo.
Nuevamente, viendo que Crusty estaba con la chica volví a encararme a los sincorazón todavía borrachos. Cargué rápidamente contra el del ala herida y esperé tener alguno más cerca para atacarle también, aunque viendo que ya había dos portadores del bando enemigo allí lo mejor que podría hacer sería retirarme. Una estaba en las últimas, pero Maya parecía estar en perfecto estado. Yo ya estaba herido de por sí y casi ni tenía magia en aquel momento. Una retirada a tiempo era una victoria, pero estaban bloqueando la única salida.
―¡Crusty, Leinessia. Sacad a la chica de aquí! ¡Maya, ayúdame a cubrirles! ―grité. En realidad solamente estaba condicionando mi huída. Aunque estábamos en guerra los de Tierra de Partida eran demasiado blandos por lo general. Si me mostraba como alguien que pretendía ayudar desinteresadamente incluso a un enemigo no se atreverían a meterse en un combate contra mí. Ya tendría otra ocasión de reducir las filas de los soldados de Ronin en el futuro.
Me coloqué en posición defensiva cerca de Leinessia con la intención de protegerles de las Gárgolas si intentaban atacarles.