[Espacio Profundo] 626

Trama de Ivan Kit, Neru, Saeko y Saito

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor Tsuna » Lun Jun 23, 2014 3:27 pm

Al final el recepcionista aclaró que aquel túnel quedaba cerca de una Sala de Control donde estaba la Gran Consejera, o algo así, por lo que, resignada y preparada para seguir gateando, suspiré a causa del cansancio y la poca paciencia que me quedaba. Cerré los ojos, intentando recapitular todo lo que había sucedido aquel día: Había perdido contra Saito y Gengar en aquel complicado juego de cartas, había caído al suelo por culpa de un Moguri, mi maestra me había pedido que le entregase una carta importante a la Federación, un pez gigante casi nos come en el intersticio, Diana y Saito me dejaron a mí el trabajo de esperar en la fila para poder irse juntos a hacer quién sabe qué, aparecieron cientos de Sincorazón y la nave sufrió un apagón, a Saito le robaron la carta, yo terminé encerrada en un conducto para cucarachas lleno de polvo y me había tenido que quemar las manos para proteger el sobre cuando empezaron a disparar dentro del túnel.

Un día redondo.

Cálmate, no seas tonta. Ya he perdido los nervios muchas veces hoy; tengo la carta y es lo que importa.


Sí, perder los nervios con tanta frecuencia no podía ser sano.

Toma, Saeko.

Eh... Gracias.

Volví al mundo real cuando Gengar me tendió la linterna que había usado anteriormente el recepcionista, y yo, agotada, no dudé en agarrarla con mi mano derecha rápidamente, sintiendo un leve pinchazo en la palma de mi mano por culpa de las quemaduras. Maldije todo lo que podía maldecir por lo bajo y continué a gatas un par de metros más, antes de girarme nuevamente al funcionario y a mi pequeña mascota. Los observé con la vista cansada, pero no quería problemas con los Sincorazón. Lo mejor sería que mi fantasmita nos protegiese por detrás.

Gengar, será mejor que te quedes detrás por si los Sincorazón nos intentan atrapar. Voy a ir rápido, así que más os vale seguirme el ritmo. Quiero salir de aquí cuanto antes. ¿Entendido? ―incliné la cabeza, esperando una confirmación por parte de ambos, y pasados unos segundos encabecé la marcha

Mi vista no me ayudaba a distinguir muy bien en la lejanía, milagro era que pudiese ver a dos metros delante de mí con claridad gracias a la luz de la linterna, y lo peor de todo, las quemaduras. Cada vez que apoyaba mis manos para avanzar sentía como si cientos de Sincorazón me las desgarrasen al mismo tiempo.

Aguanta. Ya queda menos. Debo mantenerme firme.


Avancé lo más rápido que pude por el conducto, sintiendo cierta molestia en la zona donde había guardado la carta, la cual tenía prácticamente pegada al cuerpo. Pero no pensaba tolerar fallos como el de Saito o el que yo misma había presenciado; a la carta no le iba a suceder absolutamente nada. ¡Por encima de mi cadáver!

Tras lo que me pareció una eternidad de dolor y sufrimiento, conseguí alcanzar lo que parecía el final. Vi las puertas del cielo abiertas delante de mí, y un alivio invadió mi corazón.

¡Por fin!

Desesperada por salir y coger aire, me apuré a levantar la trampilla lo más rápido que pude, pero tal fue mi sorpresa cuando nada más sacar la cabeza me choqué con algo que me obligó a entrar dentro de nuevo, dolorida. Cuando me recuperé y apunté con la linterna al exterior no pude recordar la última vez que había sentido tanta vergüenza en mi vida: Diana.

La aprendiza me insultaba con su mirada y su tono de voz no parecía indicar lo contrario, y yo le dediqué unos ojos cargados de ira, furiosa. ¿No me había podido tocar peor situación, verdad? Ante sus burlas, me limité a gruñir para mí misma y maldecir todo por lo bajo, impotente. En ese momento, mi imagen estaba rota y hecha añicos, por los suelos, yo a cuatro patas en un túnel asqueroso y despeinada mientras ella se mantenía por encima de mí, ¡y tan despreocupada como al principio! ¿¡No había sido suficiente con dejarme a mí en la fila e ignorar la misión, sino que ahora tenía que hacer el ridículo ante ella!?

Y pensar que esta niñata y Saito han… Me revuelve el estómago.


Antes de perder de nuevo la paciencia y saltar encima suya con Llave Espada en mano, bajé la vista y cogí aire, intentando no perder la cordura. Tan vergonzosa y humillante había sido la situación que ni siquiera había reparado en la presencia de numerosos rifles que me amenazaban. A continuación entró en escena otro ser de piel azulada y bastante alto, aunque por el tono de voz autoritario comprendí que se trataba de una mujer. En ese momento no caí, pero ese aspecto me sonaba de algo, y mis sospechas desaparecieron cuando Diana se refirió a ella como la Gran Consejera.

Me sentí, a pesar todo, la mujer más afortunada de aquella nave. Parecía que todo mi esfuerzo no había sido en vano, y Diana tampoco me dejó tirada, sino que me reconoció como su compañera, imaginé que tan lejos como para traicionarme no llegaría, y a fin de cuentas, sólo yo sabía dónde estaba la carta por lo que traicionarme y dejarme tirada sólo significaría el fin de la misión. Igualmente, la aparición de Diana me había dejado con un humor de perros. Decidida y desesperada por entregarle la carta a la Gran Consejera y marcharme de allí, salí del túnel, seguida por el recepcionista y por Gengar.

Una vez de pie estiré mis músculos, alzando los brazos todo lo que podía. Tenía parte del cuerpo entumecido y me sentía bastante maltrecha en general. Suspiré y, tras observar la linterna, me giré hacia el animal que me había tenido que aguantar durante el trayecto.

Tome. Siento las molestias.

Tras entregarle la linterna apagada, me giré para observar uno por uno a los seres que me acompañaban, deteniéndome en la Gran Consejera. No me hacía gracia desnudarme en público y darle la carta ante la vista de todos, pero tampoco me quedaba más remedio. Sin embargo, antes de moverme siquiera un paso, Diana se dirigió nuevamente a mí, a lo que le dediqué una mirada asesina.

¿Dónde está Saito?

No sabía por qué no me resultaba rara aquella pregunta, claro, estando en una situación tan crítica y sólo le importaba su novio. No podía evitar sentir celos, por muy sorprendente que me pareciera. Yo no tenía pareja ninguna, mientras que ella, precisamente ella, sí, ¡y había resultado ser uno de mis amigos! Me crucé de brazos y la encaré, sin ningún temor. Cuando guardé la carta no había pensado utilizarla con ese propósito, sino para protegerla de absolutamente todo, pero bien podía acusarlos de su ineptitud sin que estos supiesen dónde realmente se encontraba. Y la sola idea me hacía la boca agua.

¡Pues mira…!

Pero me vi obligada a callar, dando un ligero respingo, cuando la Gran Consejera nos ordenó avanzar y dejar las explicaciones para luego. Todos la obedecieron sin rechistar, y yo no podía ser menos. Para alguien civilizado y medianamente responsable que encontraba en la nave, no iba a ser yo quién le llevase la contraria, por supuesto que no. Por lo que, tras dirigirle una mirada de desprecio a Diana, me apresuré para mantenerme cerca de la Gran Consejera.

Y mientras me llevaba ambas manos al pelo para recogermelo y hacer una coleta, Gengar se aproximó levitando al recepcionista, del cual me había olvidado por completo por el asunto de Saito y Diana, para susurrarle:

Creo que usted me comprende, pero no se asuste, ella es así con todo el mundo. Una vez la conoces, te das cuenta de que es un pedacito de pan.

Escuché a Gengar entonces decir algo sobre un pan, por lo que me giré brevemente hacia él con ambas manos en el pelo, ¿acaso tenía hambre? No le di mayor importancia y continué mi camino, no sin sentir cierta incomodidad o picor en la zona donde había guardado la carta.

Pero todo lo había hecho por el éxito de nuestro bando. No podía fallar.
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Re: Ronda #5 - 626

Notapor H.S Sora » Mar Jun 24, 2014 3:21 pm

¡Hablas demasiado! —fue la única contestación que recibí por parte de aquel ser gigante, el cual se dedicó a disparar a quemaropa al Sincorazón, naturalmente sin realizarle ningún daño.

Fue entones cuando por fin pareció que al ver mi Llave Espada, pareció más dispuesto a colaborar que nunca. Daba gracias a Dios por ello, y le expliqué mi plan el cual debía de ser suficiente para eliminar a aquel gigante lo más rápido posible, o 626 se escaparía llevándose la carta consigo.

¡C-claro! —afirmó varias veces al preguntarle si estaba preparado, parecía estar en un estado de atontamiento que no acababa de entender, pero me fiaba de él.

Hice el primer movimiento lanzándole un Electro que impactó directo en la cabeza de aquella criatura, aunque no parecía ser muy efectivo. Pero aquello daba igual, pues el plan consistía en lograr llegar a su espalda con el Doble Salto, el cual si que fue un éxito y me logró posicionar detrás de aquel Sincorazón.

Mierda...

Tal y como temía, la armadura de aquel Sincorazón también se encontraba cubriendo la espalda de este, por lo que tampoco serviría de nada centrar mis ataques en aquella zona. Fue entonces cuando el Capitán, siguiendo una de mis “órdenes” empezó a disparar repetidas veces dando en repetidas ocasiones en la cabeza del monstruo, el cual debía empezar a notar el dolor de los disparos, pues sin previo aviso giró sobre si mismo acertándome un golpe en el estómago, haciéndome chocar contra la puerta que tenía detrás.

Venga ya no me jodas...

Sentía un insoportable dolor por todo el cuerpo; no sabía si me dolía más el estómago o la espalda, la cual había recibido gran parte de los daños del choque contra la puerta. Por su parte empecé a pensar que quizá aquel “Capitán” no sirviese de mucho en combate, pues hasta ahora no había hecho gran cosa contra el Sincorazón y demostraba tener una puntería dudosa. ¿Acaso su tamaño era inversamente proporcional al de su maña para el combate? Esperaba que no, dado que estaba perdiendo un valioso tiempo para que él también pudiese pasar.

Entonces me percaté de que aún tenía al Sincorazón aquel acechándome y este no parecía dispuesto a darme tregua a pensar una buena estrategia; quería devorarme allí y ahora. Rápidamente, disparé un Perla que tuvo la suerte de impactar en la cabeza al mismo tiempo que parecía hacerlo uno de los proyectiles que disparaba aquel grandullón. Por suerte aquello bastó para eliminar al Sincorazón, y por fin podía descansar un par de segundos mientras me intentaba levantar.

Fue entonces cuando la ya demostrada hospitalidad de los alienígenas entró en juego:

¡Aparta!

Gantu me apartó con un “cariñoso empujón” y se dedicó a aporrear un maldito interruptor para abrir la puerta. Por lo visto no servía ni para eso el Capitán.

Me empecé a levantar para verlo justo a tiempo, saliendo despedido a toda la velocidad que su peso le permitía. ¿Así me agradecía que no le hubiese dejado tirado con aquella criatura?

Debería haberte dejado apañártelas solo, maldito desagradecido a tamaño gigante...

Desinvoqué mi Llave Espada y empecé a caminar intentando olvidar el dolor, dado que tenía tanta prisa como aquel idiota o más aún en encontrar a 626; aunque nada más entrar en aquel nuevo pasadizo un grito me llamó la atención:

¡¡Blitznak!!—¿No podían hablar acaso en un idioma entendible?

¿Que diablos pasa ahora?

Me di toda la prisa que pude hasta que porfin llegué hasta Gantu y pude ver la situación: Había un agujero en la pared de un tamaño considerablemente pequeño, y naturalmente si tenía que caber por ahí el “Señor Puntería”, lo llevábamos bastante claro.

¡¡Esa abominación se ha metido por aquí!! ¡¡No voy a dejar que escapes!! —entonces volvió a guardar la pistola en su cinturón, parecía intentar realizar la práctica de lo que se conocía como “pensar”. Estuvo así un rato hasta que se giró y me miró; un escalofrío me recorrió levemente el cuerpo e intentaba creer que no estaba pensando en lo que creía que estaba pensando.— Eh, terrestre, intenta ver si tú entras por el hueco.

Y efectivamente, tal y como había temido yo entraba en sus planes. Debería hacerlo si quería alcanzar a 626.

No se yo si quepo ahí...—dije con algo de desconfianza, pero me encogí de hombros— Pero por probar, que no quede.

Me agaché para acercarme a aquel agujero, e intenté entrar dentro, pero no hubo manera. Mi cabeza entraba, cosa que ya era un milagro de por sí. Pero no había manera de que mis hombros entrasen ahí dentro, por mucha fuerza que hiciese. Tampoco había ya rastro del bichejo, por lo que ya debía haber huído por aquel improvisado agujero que había hecho. Deberíamos buscar otra manera de seguirle la pista al Experimento 626.

Saqué la cabeza del agujero, y me empecé a dirigir a Gantu:

Gantu no hay ni rastro de 626 ahí dentro deberíamos...—Y emmudecí de golpe, antes de poder girarme siquiera, noté como algo me golpeaba con una fuerza increíble la cabeza.

¿Qu-Qué?...

Empecé a caer, mientras reconocía esa sensación que ya había vivido en Agrabah: Empezaba a quedarme inconsciente, pero al contrario que aquella vez, no sabía ni cómo ni el por qué.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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[IK] Ronda #7 - 626

Notapor Soul Artist » Mié Jun 25, 2014 11:56 pm

¡¡Fue culpa del Rata!! ¡¡Se suponía que era un trabajo fácil!! ¡¿Cómo iba a saber que la nave era robada?! ¡¡O que las narices de los holo sapiens son ilegales!!

La explicación del lobo rapero sobre cómo había acabado allí me dio a entender sus dos crímenes: robo de vehículo y traficante de productos ilegales. El nombre de su jefe, el Rata, era el típico mote que en la mafia le podían colocar a uno. Probablemente le gustara mucho el queso y de ahí su nombre; o fuese tan sucio como una.

Me imaginé a un puñado de extraterrestres mafiosos, todos ellos con sombreros, gafas de sol y caras serias. ¿De verdad habría mafias intergalácticas?

Yo. Nombre. Ligray. —oh, así que ese era su auténtico nombre de Galleta— Acusado. Asesinato. Inocente. Lentejas.

¿Un canijo como tú, matar a alguien?

C-Wolf comenzó a mofarse ante la posibilidad de que nuestro nuevo amigo fuese un criminal de tal calibre; y lo cierto es que me preocupé. ¿De verdad estaba acusado de ser un asesino? Pero ¿había llegado a tener juicio o no?

Me hubiese gustado reírme con mi compañero, pero lo cierto es que no podía hacerlo. Mirando a Galleta me quedaba claro que él no podía ser un asesino: no por su aspecto pequeño e inofensivo, sino por su propia personalidad. Había demostrado poseer un gran poder, pero también que necesitaba de la ayuda de los demás, que a veces se quedaba bloqueado ante las cincunstancias. ¿Un asesino actuaría así? Claro que no.

Entonces... ¿Cómo había llegado a ser acusado?

¿Y tú, tronco? ¿Qué has hecho para acabar en chirona?

Les conté todo sobre Pichu. Que me había acusado de varios crímenes que no había cometido, el hecho de que lo único malo que habían visto en mí era que mi mascota existiese... Y que iban a diseccionarla para saber de qué especie se trataba. No estaba dispuesto a que eso pasara con nadie cercano a mí, de ninguna manera.

¡¡QUÉ HIJOS DE PUTA!!

Afirmé lentamente con la cabeza en silencio. Una imagen pasó fugazmente por la cabeza: Pichu gritando, mientras dos grandes alienígenas se preparaban para cortarle el estómago. Borré de inmediato aquel pensamiento de mi mente y tomé mi arma, dirigiéndome hacia el camino que Galleta había seleccionado.

Allí. Patata.

¡Pos vamos!

C-Wolf fue el primero en adelantarse, atravesando la puerta con gran prisa. Procedí hacia el interior, incapaz aún de quitarme aquellos pensamientos, mezclados con muchos otros juntos: la vez que la vi nacer, cuando derrotamos al Camaleón, el enfrentamiento con el dios Helix... Y el más doloroso fue mi felicidad al ponerle su nombre.

Me detuve un momento y bajé la mirada, intentando contenerme. No era momento para llorar y quedarme quieto, pero me daba miedo fallar y llegar tarde. No quería... De ninguna podría soportar descubrir que había fallado.

Los ojos de Galleta se clavaron en mí. Levanté la mirada y pronto recibí un mensaje telepático por su parte:

Rescatar. Pichu. Croquetas.

Y marchó al interior de la puerta. Olvidé mi mascota, el miedo, la oscuridad al otro lado del camino. Y me preocupé por un simple hecho: era telépata. Y acababa de demostrarme todo su poder. Le seguí por detrás, preocupado y con los ojos abiertos como platos.

No había mencionado a Pichu en ningún momento.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Ronda #8 - 626

Notapor Astro » Vie Jun 27, 2014 1:01 am

Ivan

Tras un corto pasillo, el Team Wind llegó a una amplia sala circular con multitud de muebles y electrodomésticos futuristas. Sofás, mesas y sillas, un par de camas e incluso una nevera.

Sin embargo, lo que llamaría más la atención del trío sería presenciar en primera persona cómo un soldado de la Federación caía a manos de un sincorazón Soldado: su corazón flotó en el aire hasta ser envuelto por una nube negra. Mientras el cuerpo del alienígena muerto desaparecía, surgió un nuevo y recién formado Soldado.

Los dos sincorazón miraron a los recién llegados, percatándose de su presencia, y se lanzaron al ataque. Ivan ni siquiera tuvo tiempo para dar indicaciones: C-Wolf les agarró al vuelo, cada uno en una de sus garras, y los estampó entre ellos con toda su monstruosa fuerza. Desaparecieron al instante. Desgraciadamente, sus corazones no fueron liberados.

¡¡DIEZ PUNTOS, CHAVAL!! —bramó el lobo, chocando los cinco con Ligray. Lo hizo con tanta fuerza, que el pobre Galleta se cayó de culo al suelo.

Con la sala despejada, era el momento de explorarla a placer. Y los dos compañeros de Ivan lo tuvieron claro: el grandullón fue directo a la nevera, dispuesto a vaciarla; y el telépata cabezón flotó hasta una de las camas y se puso a saltar en ella inocentemente.

Además del pasillo por el que habían llegado, había dos puertas por la que salir de la sala, cada una a un extremo de otra. La que estaba más a la derecha no tenía ningún tipo de cartel o de señal que indicara adónde llevaba; mientras que la de la izquierda tenía un letrero parpadeante. Con cada parpadeo, la frase que aparecía cambiaba de idioma: tras unos segundos, por fin podría leerse: << Almacén Pertenencias Prisioneros >>. Dentro, se extendía un largo pasillo lleno de taquillas numeradas. Si Ivan buscaba, tal vez sería capaz de encontrar sus cosas.

Tras diez minutos en la salita de descanso (durante los que, si Cool Wind intentaba marcharse, sería retenido por sus compañeros que le pedían cinco minutitos más), ocurrió algo inesperado:

¡¡¿ME RECIBE ALGUIEN?!! —una voz se escuchó por toda la sala, pero nadie había entrado. C-Wolf y Ligray se pusieron en guardia, tensos, mirando a todos los lados buscando el origen— ¡¡¿HOLA?!!

Fue el lobo quien encontró la respuesta: señaló un aparato sobre una de las mesas. Se trataba de una especie de walkie-talkie futurista, lleno de botones y chismes que a Ivan le costaría entender. De él, sonaba la voz agitada de alguien que, sin dudas, lo estaba pasando mal.

¡¡ESTAMOS EN LA CENTRAL DE ENERGÍA!! ¡¡NOS ESTÁ ATACANDO ALGO!! —de fondo, podían oírse disparos y pequeñas explosiones— ¡¡NO PODEMOS RETENERLO!! ¡ES ALGO... ALGO ELÉCTRICO Y... !!

Un grito de dolor cortó la comunicación. Después de eso, ya no se recibió nada más. C-Wolf y Ligray miraron a Ivan, esperando que él dijera algo.

Y ahora, ¿qué?

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Neru

¡¡Es Diana!!

Kazuki se había incorporado de sopetón, alertado por su descubrimiento. Durante casi un cuarto de hora, Neru había observado muerto de aburrimiento cómo el Maestro se había apoyado en una pared y, directamente, se había quedado dormido. Incluso roncaba, o eso parecía. Y si el aprendiz había intentado despertarle, ni caso.

La mujer que te atacó debe ser Diana —le explicó a Neru, intentando disimular un amplio bostezo—. Es una aprendiza de Bastión Hueco, y muy peligrosa si eres hombre. Ha debido de venir para ver el juicio de El Emperador...

Algo hizo que se detuviera. Su vista se había clavado en la entrada de la Sala de Control, y si Neru se giraba vería que un numeroso grupo de personas acababa de entrar.

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Neru & Saeko

La marcha hacia la Sala de Control fue rápida, y sin incidentes. Aunque varios sincorazón aparecieron por el camino, entre los soldados de la Federación y las rápidas enredaderas de Diana, no dieron problemas. En alguna ocasión Saeko pudo acabar con alguno por su cuenta, pero la rubia conseguía adelantarse casi siempre.

Y por fin llegaron. Una amplia sala circular, llena de aparatos electrónicos, pantallas, ordenadores, y multitud de alienígenas trabajando en ella. La Consejera y su séquito de guardias entraron sin problemas, pero cuando Saeko lo intentó fue diferente: se topó con que el brazo de Diana, Llave Espada en mano, le bloqueaba el paso.

Kazuki. Tierra de Partida está aquí —avisó, señalando a dos personas del interior.

Saeko les vería: un Maestro, al que podría haber visto durante el incidente final de la Red, y un aprendiz con el que ya se había topado en una misión en Agrabah. E igual, Neru podría verlas: su rubia agresora y una chica de pelo violeta que no sería desconocida para él.

Kazuki dio un paso adelante, tenso. Diana chasqueó sus enredaderas contra el suelo, lanzándole una mirada llena de furia al Maestro. Pero entonces, alguien se puso en medio de los dos:

Alto —la Gran Consejera atravesó con su mirada a ambos—. Estoy al tanto de la situación entre vuestras Órdenes, pero no toleraré ningún tipo de altercado o confrontación en mi nave. Ninguno.

Hubo unos segundos de tenso silencio. Pero las palabras de la mandamás tuvieron su efecto: Diana hizo desaparecer su Llave Espada y relajó sus enredaderas; y Kazuki recuperó su postura normal. La Consejera afirmó con la cabeza, y volvió a su trabajo: casi todos los aliens de la sala la rodeaban para pedirle ayuda.

No hagas ninguna tontería. Si provocamos que la Federación rompa su alianza con nosotros, Ariasu nos mata —le surruró Diana a Saeko, mirando de reojo al bando enemigo—. Pero no bajes la guardia.

No inicies ninguna, eh, pelea. No aquí —le advirtió Kazuki a Neru—. Pero mantente alerta.

Durante un par de minutos, ningún bando pudo hacer mucho. La Consejera no paraba de dar instrucciones a diestro y siniestro, y parecía imposible acercarse a ella en aquel momento. Diana y Kazuki intercambiaban miradas constantemente, cada uno pendiente de las intenciones del otro.

Hasta que la llegada de un nuevo grupo en la Sala de Control presentó un nuevo problema.

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Neru, Saeko & Saito

¿Saito?

Diana miraba, con la boca abierta, cómo dos guardias entraban arrastrando al pobre Saito —completamente inconsciente— por las piernas. La rubia se acercó a él, rauda, justo al mismo tiempo que los soldados le soltaban.

Lo encontramos tirado en uno de los pasillos. Ha tenido suerte, si hubiésemos llegado unos minutos más tarde se lo habrían comido esos monstruos —explicó uno de los guardias que había cargado con él.

La diosa se sentó en el suelo de rodillas, colocando la cabeza de Saito encima de sus piernas, y empezó a aplicar un Cura por todo su cuerpo. Un minuto después, el aprendiz abrió los ojos, de vuelta al mundo real.

¿Saito? ¿Estás bien? —le preguntó Diana, todavía utilizando magia curativa sobre él.

Por suerte para él, lo único que notaría sería un enorme dolor de cabeza. Pero había valido la pena: muchos hombres matarían por poder despertarse tan cerca de la bella Diana.

Tras asegurarse de que su compañero estaba medianamente bien, la rubia se levantó con algo de brusquedad.

Voy a intentar contactar con Ariasu, necesitamos órdenes —explicó a los otros dos, examinando toda la sala con la mirada—. Uno de los dos tendrá la carta, ¿no? Esperad a que vuelva para dársela. Quedaos aquí y poneos al día.

Y les dejó solos, directa a uno de los ordenadores del fondo de la sala. Saeko y Saito eran libres de hacer lo que quisiesen (aunque Saito andaría muy desinformado tras su pequeña desaparición), pero las órdenes dadas no parecían descabelladas. Dependían de ellos cumplirlas o no.

Por otra parte, Kazuki y Neru habían observado la llegada del tercer aprendiz desde la distancia. Si Neru había intentado acercarse, el Maestro se lo había impedido. No era bueno confraternizar con el enemigo.

Necesito hablar con la, esto, Consejera. Tú quédate aquí y no te metas en problemas, Peru —le advirtió Kazuki, un poco más serio que de costumbre. Solo un poco—. Eh, y esta vez va en serio.

Y se fue a hablar con ella. Órdenes, órdenes y más órdenes. Dependía de Neru obedecer o no, aunque quedarse ahí quieto y aburrido no era muy apetecible. Los otros dos aprendices ya conocidos se habían quedado solos, e igual no era mala idea acercarse para saludar, o no.

Sólo había una cosa clara: en la Sala de Control había demasiada gente.

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Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor Darkness Seeker » Vie Jun 27, 2014 5:45 pm

Tras la decisión del Maestro de esperar a la líder de aquella nave, el tiempo pasó de manera lenta y aburrida. Por mucho que ojeara las pantallas sin tratar de indagar ni resultar molesto, parecía que nada de nada era capaz de saciar mi creciente aburrimiento.

¡¡Es Diana!!

Para mi sorpresa, el Maestro se levantó de repente, sin ningún tipo de aviso previo, y exclamó aquella frase sin sentido aparente.

¿Cómo dice, Maestro? — le pregunté a razón de que me explicara su reacción.

La mujer que te atacó debe ser Diana —comenzó a decirme para que le entendiera—. Es una aprendiza de Bastión Hueco, y muy peligrosa si eres hombre. Ha debido de venir para ver el juicio de El Emperador...

Bastión Hueco. En cuánto lo nombró me vino a la memoria el reciente caso que sufrimos en La Red: la lucha contra "Erased Data", la conciliación entre los dos bandos y su rápida absolución para dar paso a una guerra abierta.

Kazuki. Tierra de Partida está aquí

Para cuando me giré pude ver varias caras conocidas en la puerta. La tal "Diana" según me había dicho el Maestro Kazuki y Saeko, con la que ya había compartido una misión en las arenosas tierras de Agrabah.

¿Saeko?—le pregunté sorprendido al verla allí —Entonces... ¿Perteneces a Bastión Hueco?

Sin dejar que se inmutara por el hecho de conocer a su compañera, la chica que me había atacado antes comenzó a agitar las enredaderas que llevaba en sus brazos, dejando claro que estaba más que dispuesta a atacarnos. Sin mucho tiempo para actuar, Kazuki dio un paso adelante y se coloco en una pose defensiva, dispuesto a defenderse si era necesario.

Alto —Ordenó la Consejera mientras desviaba su mirada a ambos bandos—. Estoy al tanto de la situación entre vuestras Órdenes, pero no toleraré ningún tipo de altercado o confrontación en mi nave. Ninguno.

Tras eso, tanto Kazuki como Diana se relajaron y se colocaron al lado de sus respectivos acompañantes de misión.

El hecho de ver que la chica que nos había ayudado cuándo más lo necesitábamos era ahora una enemiga para nosotros me molestó bastante. Al igual que Hikaru, muchos otros caballeros de Tierra de Partida se habían decidido a cambiar de mando tras la misteriosa traición de Ronin. ¿Porqué debíamos ser enemigos? ¿Si éramos todos caballeros de la Llave Espada, porqué no podíamos luchar bajo una misma bandera?

No inicies ninguna, eh, pelea. No aquí —me dijo el Maestro por lo bajo, aunque en realidad era lo último que se me ocurriría hacer—. Pero mantente alerta.

No pude evitar mirar a un lado para dejar de mirar a los miembros de Bastión Hueco, aunque de pronto algo pasó que me hizo volver la vista hacia la entrada. Unos guardias traían tras de sí a un chico que estaba claramente inconsciente, y que lamentablemente también reconocí: Era Saito, el compañero de Saeko y mercenario de Yafar durante nuestra aventura en Agrabah.

Pese a las indicaciones del Maestro, al ver el estado de Saito, y recordar su ayuda en Agrabah, saqué con toda rapidez una poción de uno de mis bolsillos y traté de acercarme. Para lástima mía, el maestro puso un brazo delante, dando a entender que no estaba de acuerdo con aquella acción. Éramos caballeros, elegidos de la Llave Espada. Según tenía entendido por las clases que había recibido y los libros que había leído, en el pasado éramos solo una Orden de caballeros. No habían bandos, ni guerras... ¿Qué nos impedía recuperar nuestro pasado?

Necesito hablar con la, esto, Consejera. Tú quédate aquí y no te metas en problemas, PeruEh, y esta vez va en serio.

Sí, Maestro...

Aquel día cada vez iba a peor, sin duda. Decidido a obedecer las órdenes de Kazuki, desvié la mirada de los miembros de Bastión Hueco para dedicarme a mirar otra cosa.

Éramos enemigos. Me dolía la idea, pero era real. Enémigos en una guerra que seguramente ninguno de todos nosotros deseábamos.
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Re: Ronda #8 - 626

Notapor H.S Sora » Mar Jul 01, 2014 12:42 am

Abrí los ojos de pronto, asustado y frenético. ¿Entonces todo aquello había sido una pesadilla?...

Había soñado que el experimento 626 multiplicaba su tamaño unas 1000 veces como por arte de magia y que era él quien me perseguía a mí, para pegarme una paliza con sus cuatro musculosos brazos. Y lo peor era que durante mi persecución, no dejaba de oír la voz de Saeko llamándome toda clase de adjetivos degradantes que rozaban lo banal y el maltrato psicológico.

Fue entonces cuando me di cuenta de dos cosas: La primera, era que tenía la cabeza apoyada en las piernas de una mujer humana, para mi suerte. Me sonrojé levemente por aquello, pues me encontraba muy a gusto en aquella posición; parecía como si aquellas piernas desprendiesen un agradable calor por si solas. Entonces, algo más despierto, alcé la vista para ver a Diana aplicando lo que parecía ser alguna clase de magia curativa sobre mí.

¿Diana?...¿Como diablos he acabado así?...

Tampoco podía decirse que no estuviese agradecido de haber acabado así, puestos a elegir como despertarse al perder el conocimiento, aquella era una muy buena opción, además de cómoda...

¿Saito? ¿Estás bien? —me empecé a reincorporar lentamente con algo de dificultad mientras Diana seguía curándome, dándome cuenta de la segunda cosa: tenía un dolor de cabeza horrible.

Eh... Si bueno, me duele muchísimo la cabeza... pero estoy bien sí. Muchas gracias Diana —Sonreí e inmediatamente coloqué una mano en mi frente y cerré los ojos, intentando aguantar aquel dolor

Pero aquello debía de ser normal: Tras haber recibido heridas superficiales de Sincorazón y que algo/alguien me hubiese propinado un golpe descomunal en la cabeza, lo que menos podía esperar tener era un notable dolor de cabeza. Aquello me hizo replantearme muchas cosas, como por ejemplo donde diablos estaba, porque aquello no eran los pasillos donde yo había estado buscando a la criatura. Otra cosa a pensar era como había acabado en el lugar donde me encontraba, pero seguramente alguien me hubiese encontrado en el suelo tras yo perder la conciencia y me había llevado a donde fuese que estaba. Y luego estaba el asunto que me turbaba.:

¿Donde estás, Gantu?

Aquel hijo de puta tenía todos los números de ser mi misteriosos asaltante, pero no entendía el por qué. Le había hecho incluso un maldito favor al cooperar con él para acabar con el Sincorazón y que pudiese pasar, ¿y que había recibido yo a cambio? Un maldito golpe en la cabeza que por suerte no me la arranca, y que ahora me provocaba un dolor de cabeza, y una ira interna de proporciones nunca vistas.

Voy a intentar contactar con Ariasu, necesitamos órdenes —explicó Diana, la cual se había levantado casi de golpe haciendo que me tuviese que reincorporar del todo, pero permitiéndome ver así que Saeko se encontraba también allí. Tenía un aspecto peculiar, parecía haber estado luchando y haberlo pasado mal hasta llegar aquí—. Uno de los dos tendrá la carta, ¿no? —Tragué saliva, recordando que no había logrado atrapar al monstruo por culpa de aquel maldito incidente. La carta debía seguir en sus manos, o quizá en cualquier lugar o incluso destruída— Esperad a que vuelva para dársela. Quedaos aquí y poneos al día.

Dicho esto, Diana se fue, dejándonos a mi y a Saeko solos. Me levanté y me acerqué a mi compañera, la cual en un principio no sabría decir si seguía enfadada o no conmigo.

Hola Saeko ¿cómo estás, y sabes dónde estamos? —dije con un tono natural, aunque me hervía la cabeza y no deseaba charlar demasiado, pero necesitaba saber que diantres había pasado. La miré de arriba a abajo, como si no lo hubiese hecho ya.— ¿Qué te ha pasado? Cuéntame todo lo que te haya sucedido, por favor —dije algo preocupado, pues en parte quizá había sido también culpa mía al dejarla sola, sintiéndome así culpable sin haber hecho nada.—Pero antes de nada... quiero pedirte disculpas por haberme ido y haberte dejado sola, y más aún por haber perdido la carta... la cual no he podido recuperar.

Dependía de mi amiga que me contase o no la situación que había vivido, yo la escucharía atentamente si así era, y si se mostraba reacia a hacerlo simplemente suspiraría, pero le diría lo mismo que diría al acabar ella de contarme todo lo sucedido si se decidía por aquella opción.

Bueno, por mi parte los Juicios fueron algo... peculiares. El primero fue sobre el líder de los Villanos Finales, Mateus Palamecia, el cual ha quedado en libertad incluso después de haber sido acusado de matar a un miembro de nuestro bando, lo cual no lo sabía. —apreté los dientes enfurecido— Y en el segundo juicio nos quedamos sin saber la sentencia; se juzgaba a un científico loco que había creado un Experimento contra natura, el Experimento 626. Pero en medio del juicio se fue la luz y atacaron los Sincorazón, además de que aquel experimento aprovechó para robarme la carta. —aproveché para coger aire— Mientras perseguía al ladrón de la carta, cooperé con el Capitán Gantu, una especie de alienigena altísimo y de color gris con un arma parecida a una pistola que trabaja para la Federación. Durante la persecución, el Capitán me pidió que comprobase si cabía por un espacio que decía que había abierto 626, y al salir del reducido espacio para negarlo, recibí un fuerte golpe que me dejó inconsciente hasta ahora. —suspiré, enfadado y resignado— Sospecho que ha sido él quién me ha golpeado, pero no entiendo el motivo que le llevó a hacer tal cosa, aunque no es nada seguro claro, pero es quién tiene todas las papeletas de ser mi agresor.

Esperé las respuestas o comentarios que tuviese que hacer Saeko al respecto de todo lo que le había dicho, pues no era poca la información que le había contado. Además teníamos que esperar a que Diana volviese de comunicarse con la Maestra Ariasu para seguir adelante, por lo que prefería pasar ese rato hablando con Saeko a ser posible. Ya que la otra opción, era pensar en maneras de tortura para aquel maldito traidor al que esperaba encontrarme de nuevo tarde o temprano.
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Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor Tsuna » Mié Jul 02, 2014 12:08 am

¡Tú no te me escapas!


Me abalancé con Llave Espada en mano hacia uno de los muchos Sincorazón que habían aparecido a nuestro paso, y sin embargo, Diana y sus molestas plantas se me adelantaron otra vez. No pude evitar el dedicarle una mirada de reojo, molesta y con los mofletes levemente hinchados porque se creyese la mejor. Que odiaba admitirlo, pero así era.

Suspiré y seguí avanzando con el grupo, observando de vez en cuando, curiosa, a la Gran Consejera y su peculiar aspecto. Dándome pequeñas palmadas en la ropa para quitarme toda la suciedad que pudiese tener, sobre todo en mi nueva bufanda, que estaba hecha un asco. Y de entre todos los seres oscuros que nos salieron al paso, me permití el placer de liberar uno de sus corazones.

Tenía muchas ganas de encontrarme con Saito y con Diana para echarles en cara su falta de responsabilidad dejándome sola en la fila a cargo de todo, para luego enviarlos a por la carta. Sí, sería el castigo ideal, más tarde yo le entregaría el sobre personalmente a la Gran Consejera y me marcharía de aquel mundo, de vuelta a Bastión Hueco. Era su merecido y no pensaba pasarlo por alto, así que en cuanto volviese le diría a la maestra que la parejita se dedicó a ir por libre mientras yo mantenía un mínimo de sentido común.

No obstante no pude evitar el mostrar un rostro de sorpresa cuando saqué el móvil para comprobar si Saito había leído mi mensaje… y no había sido así.

Todavía no lo ha leído. Qué raro.


Me preocupó un poco, ¿habría vuelto a la recepción principal, ahora invadida por todas aquellas Sombras? Quería pensar que no, pero tampoco podía librarme de esa sensación de que algo no iba bien con él.

Guardé el teléfono y seguí caminando hasta alcanzar con los demás una amplia sala circular, repleta de extraños seres yendo de una pantalla a otra y tecleando sin parar. No sabía qué se llevaba a cabo allí, pero supuse que debía tratarse de la famosa Sala de Control, que como bien indicaba su nombre, desde allí se controlaba la nave, o el mundo. Di un par de pasos, dispuesta a entrar tras la Gran Consejera y sus guardias, pero me encontré la Llave Espada de Diana bloqueando mi cuerpo. Alcé una ceja, incrédula y confusa a partes iguales por su acción y la observé.

¿Qué estás…?

Tan insolente como siempre, me interrumpió para advertirme: Tierra de Partida. Me estremecí por dentro recordando, todavía incapaz de creerme aquello después de haber contemplado su pasado, a Ronin con el arma entre sus manos cubierta de sangre, al maestro Ryota siendo traicionado y estando al borde de la muerte, y a la maestra Nanashi declarando la guerra. Aquel era mi primer encuentro con Tierra de Partida desde el incidente de Erased, por lo que nerviosa, me coloqué en posición defensiva invocando mi Llave Espada, a la vez que mi compañera tensaba sus plantas.

Tragué saliva observando la sala a toda prisa, intentando distinguir de entre todos a individuos tan detestables como Light, pero mis ojos encontraron otra cosa: el maestro que había apoyado a Ronin en la falsa negociación, Kazuki según Diana, y al niño que me había ofrecido una tregua en el Palacio de Agrabah para derrotar a Yafar. Éste último me preguntó si de verdad pertenecía a Bastión Hueco pero, ¿no había quedado claro al mostrar nosotros Llaves Espadas y estar bajo el servicio de Yafar? Igualmente, decidí contestarle:

Por supuesto, ¿por qué razón iba a estar en Tierra de Partida?

Kazuki dio un paso, y yo intenté por todos los medios no echarme para atrás. Me encontraba asustada, no aterrada, pero sí algo amedrentada por tener que enfrentar a un verdadero maestro, el cual tendría un nivel similar al de mi maestra, o de la maestra Nanashi. En todo caso, si allí se desataba un combate no iba a salir bien parada.

Intentaba pensar en una estrategia cuando la Gran Consejera, con un tono tan autoritario que me recordaba al de la maestra Nanashi, nos detuvo. No toleraría ningún tipo de combate en su nave, y estaba de acuerdo con la mujer, la cual parecía ser la única sensata allí. Pese a todo, tragué saliva de nuevo y me mantuve en tensión un poco más, hasta que las acciones de mi compañera le dieron la razón a la mujer azul. De nuevo, nos tocaría hacer tregua.

Suspiré, aliviada por no tener que llevar un combate directo contra un maestro, y recuperé la compostura para retirar de mis manos el Llavero. Entonces Diana se acercó todavía más para advertirme de que no hiciese ninguna tontería de la que pudiésemos arrepentirnos y, resignada, tendría que darle la razón.

Está bien...

Me crucé de brazos a la defensiva y me adentré por fin en la Sala de Control, recelosa por las acciones del bando contrario. Si la situación había llegado a ser tan grave, tendría que abandonar mi idea de echarle la bronca a Saito y a su novia, por mucho que me doliese. Seguía teniendo yo la carta, no había motivos para preocuparme, y lo último que quería era romper nuestras relaciones con la Federación.

Contemplé una vez más a la rubia, imaginando si ese tipo de mujeres le gustaban a Saito. Eso último no era de mi incumbencia, al igual que su relación, pero no podía evitarlo. Y también miraba de vez en cuando al chico de Agrabah, el cual parecía obedecer cada orden que Kazuki le daba. Supuse que llegado al peor de los casos tendría que acabar con él pero, si quería por otra parte mantener intactas nuestras relaciones con la Federación no iba a desobedecer a la Gran Consejera.

Suspiré, todavía con brazos cruzados, debido a lo compleja que se estaba volviendo la situación. Y finalmente, de forma inesperada, alguien que conocía bien entró en la Sala de Control…

¡Saito!


Al parecer se lo habían encontrado en un pasillo inconsciente. Esperaba en el fondo que no se le hubiese ocurrido la absurda idea de volver a la recepción principal. De todas formas, me limité a apoyarme en una pared, tranquila por ver que a fin de cuentas estaba a salvo, contemplando una escena que se veía venir de lejos.

Diana colocó su cabeza sobre sus piernas de forma bastante insinuante para aplicarle un hechizo curativo. No pude evitar mirarla mal, ¿cómo podía ser así con los hombres? Mi amigo se puso tenso de pronto y su cara volvió a tornarse roja como un tomate. Seguía sin creerlo, y por mucha repulsión que me diese la escena, quería seguir analizando a ambos. Estaba hecha una cotilla al parecer, al menos en esa clase de asuntos, y no me avergonzaba de ello.

Saito, tras cierto pasteleo, terminó incorporándose con ciertas dificultades. Entonces Diana continuó dando órdenes y más órdenes, y yo me limité a suspirar y tragar. Comprendía la gravedad de la situación, y no quería enfadar a la maestra. De tan solo pensarlo un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Sí, será lo mejor. ―respondí ante su proposición de ir a contactar con la maestra

Ante la mención de la carta me limité a mirar en otra dirección, sintiendo en mi propia piel dónde se encontraba. No me arrepentía tampoco de ello; había hecho lo correcto, por supuesto que sí. Pero tampoco quería revelar a los cuatro vientos dónde la había metido.

En la Sala de Control. ―respondí a mi compañero cuando me preguntó dónde se encontraba

Observé de reojo, tan seria como siempre, cómo Saito empezaba a mirarme de arriba a abajo —cosa que me incomodó de sobremanera— mientras mostraba claros signos de agotamiento. Me preguntó que qué me había pasado y pidió disculpas por haberme dejado sola. Aquello, viendo las nuevas preocupaciones que tenía en mente, era lo que menos me importaba.

Lo he pasado bastante mal, “gracias”. ―expresé con ironía, especialmente la última palabra

Mi compañero, tras un suspiro que no comprendía a qué venía ―pues la que incluso se había quemado las manos era yo― comenzó a relatarme todo lo sucedido en los juicios, que en principio me daban un poco lo mismo. Pero quedé asombrada y pegué más la oreja cuando habló de un tal Paramecia, líder de los Villanos Finales que había mencionado el chico de cabello azulado, el mismo que me entregó los recuerdos de mi copia virtual, para que lleváramos a cabo una alianza.

Hasta aquel momento no me había topado con ningún “Villano Final”, por lo que me había limitado a ignorar todo lo referente a estos. Ni siquiera los consideraba nada a tener en cuenta, claro, hasta que Saito comentó que habían asesinado a un aprendiz de nuestro bando. Tragué saliva con la piel erizada, imaginando una terrible escena donde un pobre aprendiz novato era cruelmente asesinado por un enemigo desconocido para mí. Y más perpleja me quedé cuando recordé que Ronin había fingido aceptar la negociación para intentar asesinar al maestro Ryota. Con nuestra alianza ambos bandos hubiésemos podido combatir a individuos así, pero ni con esas Ronin se había quedado corto.

... aquel experimento aprovechó para robarme la carta.

Oh… ―expresé de forma inaudible al darme cuenta lo inmersa que había estado en mis pensamientos y cómo Saito había continuado su interminable aventura

Mi compañero paró para coger aire, y yo lo contemplé asombrada.

Se estará quedando a gusto…


Y ni corto ni perezoso, continuó con su charla. Deseé desde lo más profundo de mi ser que se callase de una vez, observando de mala gana las formas de los seres que caminaban por todas partes y de allá para acá. Pero ni con esas se daba cuenta.

Mientras perseguía al ladrón de la carta, cooperé con el Capitán Gantu, una especie de alienigena altísimo y de color gris con un arma parecida a una pistola que trabaja para la Federa…

Dios mío, cállate ya. Sólo falta que me diga de qué color son sus calcetines.


... y al salir del reducido espacio para negarlo, recibí un fuerte golpe que me dejó inconsciente hasta ahora.

Me limité a suspirar profundamente, deseando que Diana apareciese de una vez para llevarse a Saito con ella. Ni siquiera yo me creía lo que estaba pensando, pero solo me quedaba rezar en mi interior para que se lo llevasen a rastras con esas plantas suyas.

... pero es quién tiene todas las papeletas de ser mi agresor.

¿Y qué esperas que te de? ¿Un premio?


Un premio merecía yo por haber aguantado aquello. Mis plegarias se habían cumplido cuando terminó de hablar por fin, y por la forma en la que me miraba suponía que esperaba un comentario de mi parte. Pues bien, se lo daría. Me tomé unos segundos para coger aire y alzar la vista, todavía apoyada sobre la pared y con ambos brazos cruzados.

Pervertido —le solté sin tapujos, tal cual, recordando la miradita que me había echado antes de relatar su interesantísima aventura por Espacio Profundo—. Si no te hubieses ido con tu novia, yo no me habría quemado las manos intentando salvar la carta —y con las mismas, me dejé llevar, propinándole un fuerte tortazo en la cara con todas mis fuerzas—. Estás más pendiente de un culo que de la misión. Y podrías haberme hecho un resumen. ¿No te parece?

Me masajeé la mano con la que le había golpeado, porque aparte del dolor del golpe estaba sufriendo también el dolor de las quemaduras. Y aquello escocía como mil demonios.

Por cierto, tienes un mensaje.

Me aparté de él sin decirle nada más y sin alejarme demasiado e ignorando lo que pudiese decime para distraerme con algo; ojeando pantallas, aunque no comprendiese nada de lo que estas mostraban. Entonces, según lo que había dicho Saito, intenté hacer un resumen mentalmente: un Villano Final de esos andaba suelto y un Capitán de la Federación le había dejado inconsciente. No sabía si estos sucesos tendrían relación con la repentina aparición de los Sincorazón, pero me seguía resultando extraño que justamente a nuestra llegada hubiesen aparecido cientos de criaturas y la nave hubiese sufrido un apagón. O sencillamente había sido casualidad, o había algo más detrás.

No podía saber nada con certeza, pero mientras la carta estuviese a salvo, todo lo demás me daba igual. Recordé, en última instancia, la advertencia de Diana sobre nuestros enemigos, porque bien cierto era que no estaba allí sola. Ojeé con desconfianza al niño de Tierra de Partida, que parecía haberse quedado a solas sin su maestro. Igualmente, no sería yo quién iniciara un combate contra el otro bando. La Gran Consejera había sido clara.

Por otro lado, había perdido de vista y por completo a Gengar, el cual pensaba que me seguía bajo el suelo. Pero lo cierto es que mi pequeñín se había ido a curiosear por la Sala de Control cuando Saito empezó su interminable charla, y por ahí andaba revoloteando y ojeando todo el lugar con curiosidad.

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Tsuna
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[IK] Ronda #8 - 626

Notapor Soul Artist » Mié Jul 02, 2014 1:11 am


¡Dadme un respiro!

No podía descansar en paz. Fuéramos adonde fuéramos, todo eran Sincorazón, guardias y trampas; y en este caso, cuando llegamos a una sala circular, tuvo que palmarla justo un alienígena residente. Su corazón fue engullido por la oscuridad y se transformó en Sincorazón, a lo que contesté invocando mi Llave Espada.

No hizo falta utilizarla. C-Wolf se apresuró y se cargó a la pobre criatura de un golpe, impidiéndome eliminar al monstruo. Gruñí por lo bajo y desmaterialicé mi arma. Me llevé la mano al hombro dolorido, sin embargo: la había invocado con mi mano libre, y no debía cargar con peso ahí. Aquello no podía sentarme bien.

¡¡DIEZ PUNTOS, CHAVAL!! —saltó mi compañero, celebrándolo con Galleta. No estaba satisfecho con aquello, pero no podía echarle la bronca por ello.

Buen trabajo, amigo.

Cada uno se dedicó a sus cosas. Mientras uno atacaba a la nevera como si del jefe final de un videojuego se tratase y el otro iba a jugar a las camas, yo me senté a tratarme de nuevo la herida del hombro. Había sido una estupidez invocar mi Llave Espada; ¿para qué terminar con los Sincorazón? Era trabajo de la Orden, no...

Algo golpeó mi mente al acordarme de la organización. La Orden. Maldita sea, no había caído en la cuenta de que la Federación estaba aliada con ellos. La última vez que hubo un ataque así, ¿cómo reaccionaron? Viajaron de inmediato a la nave a solucionar el problema y erradicar a los Sincorazón. Demonios, yo mismo era uno de esos erradicadores. ¡Se me agotaba el tiempo!

Me levanté de golpe y observé las salidas. Dos puertas: decidí echar un vistazo a la de la izquierda primero. Y suerte la mía, porque resultó que era el Almacén de Pertenencias de Prisioneros. Con el rifle en alto en todo momento para evitar sorpresas desagradables, busqué si algunas de mis pertenencias se encontraban cerca. Debía recuperar cuanto antes mis pociones y éteres. Y sobre todo, las llaves de mi nave*.

Con todo lo que hubiese podido recuperar ya en mi poder, me apresuré a volver a la sala junto con mis dos compañeros. Levanté el rifle e indiqué con la cabeza la puerta derecha, el único camino por el que continuar.

Vamos. Tenemos que seguir.

¡Cinco minutitos más!

¿Cinco minutos? No tenía tiempo para aquella chorrada. Pichu necesitaba mi ayuda lo más rápido posible, y si la Orden había llegado a la nave estarían buscándome como un ticket dorado en una tableta de chocolate. Gruñí ligeramente y me dirigí hacia C-Wolf.

Estamos en peligro, tío —aquella palabra no sonó violenta, pero sí innatural en mí. Nunca pensé que tendría que utilizar aquella jerga de calle—. Nos persiguen Sincorazón, guardias y lo peor de todo: quizás la Orden. ¿Habéis oído hablar de ellos? ¿De Kazuki, el que capturó a Chihiro? Se encargan de los Sincorazón, y si ellos atacan, significa que van a venir unos cuantos. Y creedme: no queremos encontrarnos con ellos. Son mucho más fuertes que nosotros. Lo sé, yo era parte de...

¡¡¿ME RECIBE ALGUIEN?!!

Levanté mi rifle con violencia y dejé escapar un disparo contra el techo. El susto que me había llevado era digno de una película de terror: no solté un grito por dios sabe qué. Giré sobre mí mismo varias veces, buscando la fuente de aquellas palabras. ¿Nos habían encontrado? ¿Tan rápido?

¡¡¿HOLA?!!

C-Wolf me hizo una señal y captó mi atención.: señaló un aparato sobre una de las mesas. Encima de una de las mesas, entre papeles y mierdas varias, había un walkie-talkie de complejo funcionamiento. Me acerqué a él y detuve con la mano a Galleta y el lobo rapero: era mejor que nadie lo tocase. Lo último que queríamos era que supiesen dónde estábamos.

¡¡ESTAMOS EN LA CENTRAL DE ENERGÍA!! ¡¡NOS ESTÁ ATACANDO ALGO!!

"Más Sincorazón", pensé para mí mismo. Se escuchaba de fondo el sonido de los disparos y las explosiones, demostrando que lo estaban pasando canutas al otro lado. Lo sentía por ellos, pero no podíamos ayudarlos. Estábamos en una situación crítica y debía salvarse quien pudiese: de ninguna manera íbamos a acudir al rescate de otros.

¡¡NO PODEMOS RETENERLO!! ¡ES ALGO... ALGO ELÉCTRICO Y... !!

¿¡Qué!? —grité con sorpresa, perdiendo la compostura de inmediato—. ¡¡Pichu!!

Perdió toda mi concentración, toda mi razón de ser. Cogí el walkie-talkie y lo agité con fuerza, probando a pulsar todos los botones para contestar. Estaba histérico perdido.

¿¡Dónde está eso!? ¡¡No os atreváis a atacarla, pedazo de hijos...!!

Con éxito o sin él, guardé el walkie-talkie en el bolsillo. Mi hombro se quejó con aquellas acciones tan violentas, pero a la mierda todo aquello. ¡Era Pichu! ¡No había nada más en aquella nave que pudiese ser eléctrico y tan fuerte!

¡¡Vamos!! ¡Ella nos necesita!

Eché a correr hacia la puerta que nos quedaba y me dirigí hacia cualquier señal que me dirigiese hacia la central de energía. Me aseguraría bien cada rato de que tanto C-Wolf y Galleta estuviesen siguiéndome y de que no se perdieran. Pero lo primero era mi amiga, demonios. Tenía que apresurarme al máximo.

"¡Ya casi estoy, amiga!"

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*Dos detalles:

- Ivan no busca las Perlas. Ya dije al inicio de la Trama que las escondía lejos y no las llevaba consigo. Sé que está mal repetirse, pero su obsesión es la mía también xD
- Ivan no busca el rifle que compré anteriormente. Creo que voy a pasar a que su rifle fijo sea el que lleva ahora mismo, robado de los guardias, si no le importa a Astro.
- Me he tomado la libertad de añadir el cinco minutitos más de C-Wolf, que estaba escrito de forma narrativa
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Ronda #9 - 626

Notapor Astro » Jue Jul 03, 2014 2:36 am

Saeko, Saito & Neru

Pasaron diez minutos de tensa espera para los aprendices. Los alienígenas de la sala seguían moviéndose de un lado a otro, gritando y ordenándose cosas los unos a los otros. De vez en cuando, algún grupo de soldados entraba y salía de la Sala de Control. El caos reinaba. Además, los tres podían ver cómo Kazuki había conseguido acercarse por fin a la Consejera, entablando una rápida conversación en la que la mandamás de la nave se mostraba visiblemente enfadada.

Diana no tardó en volver con sus compañeros de bando, arrastrando una cara bastante seria.

He hablado con la Maestra. Va a venir aquí, a la nave —anunció la rubia, cruzándose de brazos—. Sus órdenes son ayudar a estos aliens en todo lo que nos digan, al menos hasta que ella llegue, y no darle todavía la carta a la Consejera. Lo hará ella en persona. Ah, y también que nos mantengamos lo más alejados posible de Tierra de Partida, sobre todo de Kazuki. ¿Entendido?

Tras las respuestas de ambos, Diana abrió la boca para volver a decir algo, pero fue interrumpida por otra voz que se alzó por toda la Sala de Control:

Atención todos.

La Gran Consejera se había colocado en el centro de la sala, con su característica postura serena y autoritaria, y se dirigía a todos los presentes:

Hace apenas una hora, durante la sesión de juicios, la nave ha sufrido una inesperada crisis energética. Desconocemos los motivos, pues todas las comunicaciones con la Central de Energía han sido cortadas, y tampoco hay señal de las patrullas enviadas allí.

Debido a la falta de energía, los sistemas de defensa fallan y los sincorazón han vuelto a invadirnos. Debemos actuar rápido, y restablecer cuanto antes la energía para evitar problemas mayores. Hemos conseguido activar los generadores auxiliares para asegurar la contención de las celdas, pero es posible que haya habido fugas. La seguridad de la zona residencial pronto será reforzada por el Maestro Kazuki, aquí presente, por lo que no debéis temer por vuestros familiares.

Gran Consejera, eh, insisto en que...

No —le cortó la mujer, tajante—. Agradezco tu intención, Kazuki, pero nos serás de más ayuda en la zona residencial.

Maestro y Consejera intercambiaron una mirada significativa, algo más larga de lo debido, que acabó con un resignado Kazuki asintiendo.

Bien. A esta crisis energética debemos añadir la fuga de una de las criaturas más peligrosas que jamás hayamos encontrado. El Experimento 626 es una amenaza mayor, y no debe abandonar la nave bajo ningún concepto.

»Por ello, crearemos dos equipos de acción: uno debe dirigirse a la Central de Energía y solucionar el problema energético, mientras que el segundo irá en captura de 626 antes de que consiga escapar. Soldados, preparaos. Partiréis en cinco minutos. Portadores presentes, espero contar con vuestra ayuda.

La Consejera dirigió una mirada a cada uno de los aprendices de la sala, desde Neru hasta Diana. Y el mensaje quedaba claro: negarse sería una gran ofensa.

Mientras los soldados presentes (más bien pocos, y la mayoría agotados y/o heridos) se organizaban con rapidez, era el momento de los Portadores para elegir. Diana se giró hacia Saito y Saeko, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos:

Ya la habéis oído: de caza o de electricistas. Haced lo que queráis, pero yo no pienso ir con el grupo en el que vaya ese —señaló descaradamente a Neru, sin importarle que el chico pudiese verla—. Prefiero evitar tentaciones con esos cobardes.

Y se volvió a cruzar de brazos, malhumorada. Les tocaba a los otros dos decidir qué hacer.

Por su parte, Kazuki se había acercado de nuevo hasta Neru, llevándole hasta una zona más apartada para hablar:

He intentado, eh, hacerme cargo del problema de la Central. Pero, esto, la Consejera no me ha dejado —explicó, en un tono de resignación—. Em, son muy orgullosos. Y no admitirán la ayuda de un Maestro que haga el trabajado por... ellos.

Miró de reojo al grupo de Bastión Hueco, antes de volver a centrar su atención en Neru:

Puede ser, esto peligroso. Si prefieres quedarte aquí no te, eh, culparé —le advirtió, serio—. Si decides ir... mucho cuidado con Bastión Hueco. Y, eh, toma.

Con un rápido movimiento, el Maestro aplicó dos rápidos hechizos en Neru. El aprendiz pronto notaría los efectos: se sentía como nuevo, como si ningún sincorazón le hubiese aplastado cual sandwich.

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VIT y PH de Neru recuperados al 100%

Pero Kazuki no iba a ser el único. En cuanto Diana vio lo que estaba haciendo, se apresuró a hacer lo mismo: alargó una mano hacia cada uno de sus compañeros y aplicó un fuerte hechizo sanador en ambos.

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VIT de Saeko y Saito recuperada a 100%. Las manos de Saeko también curadas.

Con una palmadita en el hombro a Neru, Kazuki abandonó la Sala de Control a toda prisa. Dejaba al aprendiz solo, con la responsabilidad de tomar una importante decisión. ¿Con qué grupo iría?

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Los tres tenéis que decidir entre dos posibles rutas:
> Ir con el equipo de soldados que se dirige a la Central de Energía.
> Ir con el equipo de soldados que va en busca de 626 para evitar que escape.

Diana irá con el equipo contrario al que elija Neru.

Podéis tomar una tercera opción de vuestra cosecha, como siempre, pero no os aseguro que sea tan interesante como las otras dos.

Imagen
Ivan

Durante su búsqueda en el almacén, Ivan tuvo una suerte del demonio. En una de las últimas taquillas consiguió encontrar todas sus pertenencias, llaves de la nave incluidas.

Spoiler: Mostrar
Ivan recupera su inventario.

La llamada de auxilio del walkie-talkie lo cambió todo. La mención del algo eléctrico puso en alerta al antiguo aprendiz, que intentó sin éxito hacer que el comunicador funcionase. Pero no hubo respuesta. Igual Ivan lo estaba usando mal, o puede que directamente ya no hubiese nadie al otro lado para responder.

¡¡Vamos!! ¡Ella nos necesita!

¡¡Espera, tronco!!

Cool Wind apenas había salido de la sala y C-Wolf ya se había apresurado en alcanzarle y retenerle agarrándole un brazo. El lobo, que todavía estaba masticando un trozo de carne verde, le enseñó a su colega algo que había cogido de la sala: una hoja de papel.

Cuando Ivan lo mirara, vería que era un mapa bastante detallado de esa parte de la nave. Una chuleta para los nuevos reclutas, seguramente. Lo mejor de aquel papel, sin duda, sería descubrir que la Central de Energía no estaba muy lejos de la Sala de Descanso en la que se encontraban. Pero...

Mira, mira, aquí —señaló el grandullón, marcando una parte del mapa—. Hay un hangar muy cerca. ¡¡Podemos largarnos, por fin!!

Ligray se unió a ellos, elevándose con sus poderes para poder mirar el papel que ambos discutían.

¡Libertad! Esa cosa de la central da mu mal rollo, tío... ¿De verdad vas a ir allí? Ni siquiera sabes si tu amiga está allí... ¿Por qué no nos largamos y ya?

La disconformidad de C-Wolf para acompañar a Ivan era evidente. Y más todavía con un hangar tan cerca, la vía perfecta de escape aprovechando el caos de la nave.

El lobo no era el único. Galleta agachó la cabeza, descendiendo lentamente al suelo, y su silencio lo dijo todo.

La libertad era muy tentadora, pero puede que la amistad que habían entablado con Ivan fuese suficiente para hacer que se quedasen. Pero necesitaban unas palabras que les terminara de convencer. Ambos las necesitaban.

A no ser, claro, que Cool Wind prefiriese ir solo.

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Con el mapa puedes llegar a la Central de Energía sin problemas, pero tendrás que intentar convencer a tus dos compañeros para que te acompañen. Si no lo consigues, se irán al hangar y perderás su ayuda para lo que tienes por delante.


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Fecha límite: domingo 6 de julio.
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[IK] Ronda #9 - 626

Notapor Soul Artist » Jue Jul 03, 2014 3:56 am

¡¡Espera, tronco!!

El lobo rapero me agarró del brazo y me zafé de él con violencia. Me importaba una mierda lo que me estuviese intentando señalar: tenía algo más importante en mente. ¿Por qué se empeñaba en retrasarme? ¿Por qué intentaban joderme tanto? ¡Dioses, si no fuese por...!

Mira, mira, aquí.

Y entonces caí en la cuenta. Me señaló con el dedo algo que había encontrado, un mapa de la nave. Apenas le eché un vistazo lo suficientemente rápido como para darme cuenta de una realidad demasiado cruda: el hangar estaba cerca. La central de energía, por otra parte, se encontraba en el extremo contrario.

Negué con la cabeza, sabiendo lo que quería decir antes de que las palabras salieran de su boca. Me giré y agité el brazo hacia él, negando cualquier posibilidad de hacerme cambiar de idea. ¿Es que se había vuelto idiota? ¿No veía lo importante que esto era para mí? ¡Hablábamos de una vida! ¡De una amiga!

Hay un hangar muy cerca. ¡¡Podemos largarnos, por fin!! ¡Libertad!

No. Sin Pichu no. ¿Cómo te atreves...? Sin ella... Yo...

Yo. Yo. Yo.

Dos años me habían dado mucho que pensar. Mucho sobre lo que reflexionar: las razones por las que me había convertido en el monstruo que era, por lo que a nadie le importó y por las que lo pasé solo. Desde que me mudé a Ciudad de Paso siempre había sido un niño mimado. La gente sólo existía para servirme, ayudarme y darme lo que querían.

Todo aquel recorrido había comenzado porque quería aprovecharme de dos tontaínas que sirviesen como escudo en caso de problemas; dos idiotas a los que controlar, engañar y manipular para mis objetivos. Aquella era la situación que me había provocado convertirme en el monstruo que era. Aquel era el comportamiento de Ivan Kit.

Pero no más Ivan. No más yo.

Sólo viento frío.



Tienes razón, Wolf.

Me acerqué a mi compañero lobuno y le tomé la palma de la mano. Dejé deslizar sobre ella uno de los objetos a los que más cariño tenía, uno de los recuerdos más apegados de mi infancia. Recordé los viajes de mi padre, mis aventuras con Frosk...

No le estaba entregando sólo las llaves de una nave gumi. Le estaba entregando todo mi pasado y todo lo que fui. Era mi única forma de demostrar que ya no era, ni quería ser nunca más, el muchacho llamado Ivan Kit.

Gracias, amigo.

Le di un abrazo. Por primera vez en todo el día, dejé que las lágrimas brotaran de mis ojos de una vez por todas: era muy probable que no les volviese a ver. Me aparté de él tomándole de los hombros y me agaché hasta la posición de Galleta, extendiéndole la mano para tomar su diminuta extremidad y agitársela con cuidado.

Galleta, prometo demostrar tu inocencia cuando esto acabe. Y también la tuya, Wolf —aseguré, girando la cabeza hacia mi otro amigo—. Mientras tanto... Tengo una pequeña casa en Londres. Os valdrá para refugiaros un tiempo.

Exhalé un suspiro y cerré los ojos. Me levanté lentamente y eché un nuevo vistazo al mapa, fijando bien en mi mente el camino que debía tomar para llegar a la central de energía. Jamás, pasara lo que pasara, abandonaría a Pichu: eso era algo que tenía más que claro. Pero eso no significaba dejar de lado a mis amigos.

No me sigáis. No es vuestra guerra —les di la espalda y me levanté los protectores oculares para limpiarme las lágrimas sin que me vieran—. Y va en serio. Va a aparecer la Orden, y toda la Federación ha debido escuchar ese mensaje: estarán todos en la central de energía. Es el momento perfecto para que escapéis, no vais a tener otra oportunidad.

Esa cosa de la central da mu mal rollo, tío... ¿De verdad vas a ir allí?

Completamente.

Ni siquiera sabes si tu amiga está allí... ¿Por qué no nos largamos y ya?

Volví a colocarme los protectores oculares y eché una carcajada inocente. Sonreí a través de la máscara al lobo. Estaba preocupado por mí. Hacía mucho, mucho tiempo que no conocía a alguien que me tratara así, con ese afecto, esa falta de desprecio. Y aquello me hacía feliz.

No quería perder, por nada en el mundo, a aquellas dos personas. Por eso debía asegurar de que estuvieran lejos de mí.

Me llevé el puño al pecho y di dos ligeros golpes. Estaba lleno de orgullo por mis amigos, y deseaba que ellos también lo estuvieran por mí.

Team Wind... Desuníos.

Tomamos diferentes caminos: ellos al hangar y yo a la central. Tomé el rifle y lo mantuve en alto en todo momento, imaginando todo lo que me depararía allí. No aceptaría de ninguna manera que aquellos dos me acompañasen, pues el peligro era demasiado para todos: aquello lo hacía a mi cuenta y riesgo. Pichu era mi responsabilidad, y la seguridad de ellos, también.

Gracias, chicos.

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Esto es fuerte, pero así tomo esta decisión:

Renuncio a mi nave gumi, la Black Hunter, para salvar a dos NPCs que sé que seguramente no volverán a aparecer. Ivan no aceptará que rechacen las llaves, ni tampoco que le acompañen a la central de energía. Es un paso muy importante en su evolución, pues es una de las muy pocas veces en las que hace algo por gente que no es él, e incluso que, aun siendo grandes desconocidos, para él han significado mucho.

Sé que no ha llegado el final de la Trama, pero gracias, Astro, por este recorrido por C-Wolf y Ligray; han sido personajes que, al igual que a Ivan, me han llegado y me han encantado.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor Tsuna » Jue Jul 03, 2014 5:57 pm

Desde mi disputa con Saito me había limitado a ignorar todo lo referente a éste. Solamente me dedicaba a mirar cómo aquellos seres tan extraños —al menos para mí— se movían de un lado a otro con prisas, tecleando, rellenando papeles, dando órdenes... Yo estuve cruzada de brazos todo el rato, intentando no darle confianzas a Saito. Aquel día había sido una caja de sorpresas, porque ni por asomo se me habría ocurrido una situación como esa cuando la maestra solicitó mi presencia en el castillo. Saito me había decepcionado profundamente.

Contemplé a los trabajadores realmente estresados y eso me dio qué pensar, ¿hubiese estado yo en Ciudad de Paso ahora mismo así en caso de no haber acabado encerrada en Espacio Paranoico? ¿Hubiese sido yo una mujer normal, y no una Portadora? Aunque no recordase nada de mi vida pasada, sí sospechaba que había sido una niña corriente por la visión tan confusa de mi copia, y de todos modos, ahora tenía en mi poder la Llave Espada.

Ahora soy una Portadora, y los maestros confían en mí.


Me observé la palma de mi mano derecha al recordar la Llave Espada, inmersa en mis reflexiones. Al menos yo me sentía feliz por haber obtenido un arma legendaria, por haber vivido tantas aventuras que de otro modo no hubiese podido. Inevitablemente mi rostro formó una breve sonrisa, mas me vi obligada a volver a la realidad cuando Diana se acercó a nosotros con cara de mala leche. Yo también me crucé de brazos a la defensiva, tan seria como ella.

¿Y bien? —le interrogué, esperando que me diese noticias de la maestra

Escuché con atención todos los detalles, pues según estos… ¡La maestra iba a venir en persona a la nave! Y no sólo eso, sino que nos había ordenado obedecer a la Gran Consejera y a todos los habitantes de Espacio Profundo.

Pues sí qué es importante la Federación… Más me vale no llevarle la contraria a nadie de por aquí.


No obstante, abrí los ojos como platos cuando mencionó que la propia maestra quería entregarle la carta en persona a la mujer de azul. Ignoré sus palabras sobre Tierra de Partida, pues eran más que obvias, pero que la propia maestra Ariasu quisiese entregar el sobre personalmente… ¿Cómo nos iba a dejar eso ante la Gran Consejera y todos sus hombres cuando viesen el lamentable estado en el que se encontraba? Me quedé en el sitio, temblando ligeramente y casi tan pálida como un cadáver. Cuando guardé la carta nunca imaginé la posibilidad de que la maestra se enterase de todo ese asunto, ¿qué iba a pensar de mis métodos para que nuestras órdenes saliesen bien? ¿Iba yo a llevarme la culpa de todo? No, claro que no…

Le dediqué una mirada asesina a Saito, aterrada por dentro, imaginando la que me esperaba si la maestra no aprobaba mis métodos, si la Gran Consejera era incapaz de leer la carta correctamente, o si me culpaban a mí de su estado. ¡A mí! ¡La que se había quemado las manos intentando salvarla! Pero no, quería convencerme de que no tenía nada que esconder ni de lo que arrepentirme. Tenía la conciencia tranquila. Porque claro, todo había sido por su culpa.

Apreté ambos puños con todas mis fuerzas, ignorando las quemaduras y sintiendo cómo se me humedecían los ojos por el dolor. Notaba cómo la ira corría por mis venas, y Saito era el único responsable de aquello. Por haber preferido irse con Diana y dejarme tirada en la fila a, por lo menos, ¡darme el sobre a mí!

Ojalá te devoren los Sincorazón…


No quería desearle el mal a nadie de mi bando, menos a él, pero la ira y el miedo que sentía en ese momento me estaban consumiendo. Menos mal que la Gran Consejera habló bien alto, logrando calmar mis humos por un momento. Definió con una eficacia que me seguía asombrando la situación del apagón, donde al parecer se desconocía todo lo relacionado con la central de energía de la nave. Y por eso casi me comen los Sincorazón en la recepción. Sentí un escalofrío al imaginar si seguirían allí aquellas hordas de Sombras o si, por el contrario, estarían vagando sin rumbo por la nave.

La Gran Consejera continuó hablando antes de que yo misma pudiese sacar conclusión alguna. Era de vital prioridad investigar qué había sucedido en la central y restablecer la energía, objetivo del que era partidaria. Cuanto antes se marchasen los Sincorazón mejor. Y me fue imposible esbozar una sonrisa de burla cuando ordenó al maestro Kazuki de Tierra de Partida mantenerse al margen de todo. Mejor así, pensaba yo, pues eso lo dejaba fuera de juego.

Con que el experimento 626…


La mujer mencionó al mismo experimento del que me habló Saito, el mismo que le había robado la carta y… ¡Espera! ¡Era quién que me había encontrado yo en el pasadizo! ¿Y se suponía que era una peligrosa criatura? A mí no me lo había parecido, al menos cuando intentó dialogar conmigo, porque de resto se había comportado como un salvaje.

Finalmente, teníamos que decidir si ayudar a restablecer la energía o ir a por el experimento, y no pensaba quedarme quieta sin hacer nada, no era mi estilo. Me daba pena aquel ser. Yo estaba segura de que 626 no era una amenaza tan gorda como la pintaban por lo que había visto, pero si me oponía a su encarcelamiento o le ayudaba a escapar, estaría empeorando nuestras relaciones con la Federación. ¿Qué hacer entonces?

Los Sincorazón son la mayor amenaza ahora mismo.


Cuanto antes volviese la energía a la nave más rápido se irían los Sincorazón. Aquel experimento no me había parecido excesivamente peligroso, pero si la Gran Consejera estaba convencida de que era una amenaza, es que así era. Yo no era nadie para discutir sus decisiones.

Yo me voy a la central —expliqué, asombrada porque Diana decidiese recuperar mis heridas—. Gracias. Y a ti ni se te ocurra seguirme.

Le dirigí una mirada seria a Saito, esperando que comprendiese bien mis palabras. Estaba decidida a ayudar en la central, pero no pensaba ir con él. Busqué rápidamente al grupo de soldados encargado de acudir allí y me uní a ellos, algo nerviosa por el asunto de la maestra.

¡Gengar!

Mi fantasma acudió de inmediato y se situó a mi lado. Al verme la cara comprendió que lo mejor sería guardar silencio, y yo se lo agradecí.

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Saeko va a la central, sin embargo, si Saito decide ir también, Saeko optará por ir a cazar a 626. Lo siento, Saito D:

Y ahora, que Astro-sama decida nuestros destinos! òwó (?)
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Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor Darkness Seeker » Jue Jul 03, 2014 6:41 pm

Tic-Tac-Tic-Tac


El tiempo pasaba de una manera lenta y aburrida mientras esperaba órdenes de mi Maestro. La nave en la que nos encontrábamos estaba en un serio aprieto, y se notaba en la conducta de los encargados, de todas razas y aspectos posibles, que iban de un lado a otro, comprobando cada pantalla, cada detalle, a fin de encontrar una solución rápida a la situación.

Si me giraba, podría ver como el grupo de Bastión Hueco no paraban de hablar de algo, que en realidad no me importaba en absoluto.

Atención todos.

El aviso de la Gran Consejera hizo que dejara mis pensamientos aparte para concentrarme en lo que fuera a decir.

Hace apenas una hora, durante la sesión de juicios, la nave ha sufrido una inesperada crisis energética. Desconocemos los motivos, pues todas las comunicaciones con la Central de Energía han sido cortadas, y tampoco hay señal de las patrullas enviadas allí.

Ya había inspeccionado algunos de los pasillos, así que comprendía perfectamente lo que quería decir. Estábamos rodeados de sincorazones, y parece que tenían hambre...

Debido a la falta de energía, los sistemas de defensa fallan y los sincorazón han vuelto a invadirnos. Debemos actuar rápido, y restablecer cuanto antes la energía para evitar problemas mayores. Hemos conseguido activar los generadores auxiliares para asegurar la contención de las celdas, pero es posible que haya habido fugas. La seguridad de la zona residencial pronto será reforzada por el Maestro Kazuki, aquí presente, por lo que no debéis temer por vuestros familiares.

Aquella parte seguramente iba dirigida a todo el personal que estaba allí presente tratando de relajarse entre cámara y cámara que revisaban.

Gran Consejera, eh, insisto en que...

No.Agradezco tu intención, Kazuki, pero nos serás de más ayuda en la zona residencial.

El Maestro parecía algo decepcionado al respecto sobre aquella decisión. ¿Que le tendría preocupado de aquella sala? ¿Acaso tenía sospechas de qué podría haber provocado los daños?

Bien. A esta crisis energética debemos añadir la fuga de una de las criaturas más peligrosas que jamás hayamos encontrado. El Experimento 626 es una amenaza mayor, y no debe abandonar la nave bajo ningún concepto.

El experimento 626. ¿No era aquella criatura que supuestamente según su creador era "una máquina de guerra indestructible"? A decir verdad, al verlo allí confinado no parecía ser una criatura demasiado violenta, y menos aún peligrosa.

Por ello, crearemos dos equipos de acción: uno debe dirigirse a la Central de Energía y solucionar el problema energético, mientras que el segundo irá en captura de 626 antes de que consiga escapar. Soldados, preparaos. Partiréis en cinco minutos. Portadores presentes, espero contar con vuestra ayuda.

En aquel momento, las diferentes tropas y grupos comenzaron a preparar los grupos. y aquello quería decir que era más que probable que tuviera que compartir el trayecto con algún de los miembros de Bastión Hueco. Me giré al verlos por curiosidad, y pude ver como Diana me señalaba de una manera bastante desagradable. No tenía ni idea de que estarían hablando, pero debería andarme con cuidado.

Los tres ya han intentado matarme una vez, tendré que estar atento ante un posible segundo intento.

He intentado, eh, hacerme cargo del problema de la Central. Pero, esto, la Consejera no me ha dejado —me comentó sorprendiéndome el maestro—. Em, son muy orgullosos. Y no admitirán la ayuda de un Maestro que haga el trabajado por... ellos.

Puede ser, esto peligroso. Si prefieres quedarte aquí no te, eh, culparé. Si decides ir... mucho cuidado con Bastión Hueco. Y, eh, toma.

Tras eso, Kazuki posó su mano sobre mi pecho y realizó algún tipo de conjuro cuya función desconocía, pero me lleno de energía. Y así, tras darme un ligero golpecito en el hombro, salió en dirección a la sala residencial de la nave.

No podía quedarme quieto ante todo lo que estaba pasando, así que tras mirar en un momento mi inventario, me preparé para la caza de la "misteriosa criatura ultra-destructiva"

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Neru se dirige a buscar a 626, así que Diana irá a la central energética-

Me pregunto si al final me seguirá Saeko o saito...
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Logros ~ Neru
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Awards

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Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor H.S Sora » Lun Jul 07, 2014 1:41 pm

En la Sala de Control. ―respondió Saeko sobre mi pregunta de dónde nos encontrábamos.

Mi amiga parecía tener alguna clase de problema, o aquella fue la impresión que me dió con su porte y mirada. ¿Seguía enfadada por lo que había ocurrido? Lo demostró en algunos segundos después, cuando respondió a mi pregunta de una manera “peculiar”

Lo he pasado bastante mal, “gracias”.

Suspiré al ver que así era, que indudablemente estaba enfadada, y probablemente aquello le durase un buen tiempo. ¿Pero qué diablos quería que hiciese además de disculparme? No tenía culpa de haberme quedado inconsciente intentando enmendar mis errores.

Vamos no pierdas la calma...

Empecé a relatarle la historia de todo lo sucedido para mantenerla informada, y aunque en un principio parecía que me escuchase, cada vez que avanzaba más en el relato parecía que le daba más igual. ¿Y se suponía que debía ser objetivo y aguantar todo aquel desprecio simplemente porque ella no estaba conforme con algo que yo había hecho?

Oh… ―parecía fingir interés aunque no le importase para nada. Pero debía contárselo todo, era lo que los amigos hacían ¿no? Además, debía estar al corriente de todo para entender la situación.

Cuando terminé de contarle todo lo sucedido esperé varios segundos a que Saeko reaccionase de alguna manera que no fuese quedándose mirándome. Me alivié al ver que esta tomaba aire y alzaba la vista, aunque no había cambiado su postura enfadada para nada, no podía estarlo demasiado ya.

Pervertido. Si no te hubieses ido con tu novia, yo no me habría quemado las manos intentando salvar la carta

¿Qué? ¿Entonces ella tiene la carta?...

Me sorprendí ante aquel comentario de mi amiga, el cual no parecía haber acabado. Lo aclararía todo cuando terminase, me disculparía por haber hecho que ella tuviese que dañarse las manos, me...

Entonces, me dió un guantazo con lo que parecieron todas sus fuerzas. El golpe en sí me dolió físicamente, ya que Saeko no tenía poca fuerza precisamente, pero aquello no fue lo peor del golpe, sin duda.

Había recibido muchas clases de golpes a lo largo de mi vida, sobretodo al hacerme Caballero de la Orden, incluso había estado cerca de morir en más de una ocasión, pero sin duda aquel era el que más me había dolido a otro nivel que no era físico. Mi amiga Saeko, de las únicas personas en las que realmente confiaba, incluso para salvarme la vida, me había golpeado. No sabría explicar aquella desoladora sensación que sentía por dentro. No era enfado, ni rabia; no podía pensar, me había quedado en blanco.

Tan solo sentía ganas de irme a Bastión Hueco, llorar, dormir y esperar un tiempo para poder disculparme apropíadamente con Saeko... Y que esta me perdonase.

Estás más pendiente de un culo que de la misión. Y podrías haberme hecho un resumen. ¿No te parece?—Saeko se estaba masajeando la mano con la que me había golpeado.

Asentí sin expresar emoción alguna, no quería abrir la boca, pues me sentía con la voz rota. Tampoco serviría de nada decir algo, tan solo para cagarla aún más de lo que ya lo había hecho en todo aquel día. Lo mejor hubiese sido no levantarse siquiera.

>>Por cierto, tienes un mensaje.—Y Saeko se alejó de mí, dejando implícito que pensaba ignorarme a mi y a mi existencia .

Fue entonces, cuando saqué mi movil del bolsillo y al encenderlo vi la característica notificación de que tenía un mensaje. Sorprendido, fui hasta la “bandeja” donde se guardaban aquellas cosas y pude leerlo con claridad:

Saeko escribió:
Oye, Saito, no te atrevas a volver al salón principal, ha sido invadido por los Sincorazón. Son muchos y no queda nadie. Yo me las he arreglado para escapar, pero no vuelvas. Sobre lo de antes… lo siento.


Entonces el corazón se me encogió en un puño, ¿cuantas cosas iba a hacer mal aquel día?... Probablemente el mensaje me hubiese llegado en plena batalla contra el Sincorazón, pero aún así... Seguramente hubiese dejado a Saeko preocupada, y hubiese contribuído al enfado que debía sentir en aquellos momentos.

La miré, deseando disculparme en aquel momento... pero sabía que era inútil. Hiciese lo que hiciese, aquel día no iba a mejorar en absoluto.

Y así se siente estar solo, ¿no es completamente maravilloso, compañero?

Ignoré la voz, la cual parecía encontrarse de vuelta. Lo que me faltaba para sin duda, hacer de aquel día algo espantoso. Tendría suerte si no acababa más loco de lo que había llegado.

***


No sabría decir cuanto tiempo estaba pasando, pero empezaba a impacientarme todo aquel asunto. ¿No decían que la Nave de la Federación era un lugar seguro? Y una porra para ellos, mi primera visita allí y ya había tenido suficiente de por vida.

Había un montón de alienígenas moviéndose de un lado para otro, cosa que no me hacía sentir mejor, al contrario. No estaba teniendo un buen día como para soportar que algunas de aquellas cosas pasasen constantemente por mi lado e incluso me rozasen de vez en cuando. La tristeza y el dolor se estaban convirtiendo en ira y locura, amenazando con estallar en cualquier momento si no lograba ponerme bajo control.

Por suerte para todos aquellos aliens, Diana llegó antes de que me decidiese por matar a alguno de aquellos molestos seres. Parecía más seria de lo habitual, cosa que me extrañó.

¿Y bien?—preguntó Saeko, con cierto desdén.

He hablado con la Maestra. Va a venir aquí, a la nave. Sus órdenes son ayudar a estos aliens en todo lo que nos digan, al menos hasta que ella llegue, y no darle todavía la carta a la Consejera. Lo hará ella en persona. Ah, y también que nos mantengamos lo más alejados posible de Tierra de Partida, sobre todo de Kazuki. ¿Entendido?

Asentí a la petición de Diana, incluso con ella cerca no podía poner una cara alegre. Todo aquel día estaba siendo una verdadera mierda, para que engañarnos. Y la cosa no iba a mejor; la Maestra Ariasu iba a venir a la nave, y querría darle ella la carta en persona a la Consejera. Entonces vería mi incompetencia y probablemente sería “castigado” por ello. Sin duda no podían irme mejor las cosas, solo faltaba que me matasen para redondear el día.

De reojo pude ver como Saeko me miraba mal, de una manera similar a un “Muérete” o, viniendo de ella, algo mucho peor. Fue entonces cuando pareció que fuese a decir algo, pero entonces una voz que ya había escuchado anteriormente se impuso a las demás:

Atención todos.—La Consejera se encontraba en el centro y se dirigía hacia todos nosotros—Hace apenas una hora, durante la sesión de juicios, la nave ha sufrido una inesperada crisis energética. Desconocemos los motivos, pues todas las comunicaciones con la Central de Energía han sido cortadas, y tampoco hay señal de las patrullas enviadas allí.

>>Debido a la falta de energía, los sistemas de defensa fallan y los sincorazón han vuelto a invadirnos. Debemos actuar rápido, y restablecer cuanto antes la energía para evitar problemas mayores. Hemos conseguido activar los generadores auxiliares para asegurar la contención de las celdas, pero es posible que haya habido fugas. La seguridad de la zona residencial pronto será reforzada por el Maestro Kazuki, aquí presente, por lo que no debéis temer por vuestros familiares.

Gran Consejera, eh, insisto en que...

No —la Gran Mujer Azulada parecía no querer discutir aquello, ni siquiera con un Maestro de Tierra de Partida. —Agradezco tu intención, Kazuki, pero nos serás de más ayuda en la zona residencial. —Tras un intercambio de mierdas, la mujer prosiguió— Bien. A esta crisis energética debemos añadir la fuga de una de las criaturas más peligrosas que jamás hayamos encontrado. El Experimento 626 es una amenaza mayor, y no debe abandonar la nave bajo ningún concepto.

»Por ello, crearemos dos equipos de acción: uno debe dirigirse a la Central de Energía y solucionar el problema energético, mientras que el segundo irá en captura de 626 antes de que consiga escapar. Soldados, preparaos. Partiréis en cinco minutos. Portadores presentes, espero contar con vuestra ayuda.

Y como no, precisaban de nuestra ayuda para todas aquellas tareas. En otras circunstancias no me habría parecido mal, pero entre lo roto que me encontraba por el asunto con Saeko y que uno de sus Capitanes era el hombre que tenia todas las papeletas de haberme dejado inconsciente, no me apetecía de sobremanera ayudar a nadie. Pero teniendo en cuenta mi suerte, debía ayudar a la Consejera o de lo contrario aún podían encarcelarme e intentar ejecutarme por desacato o alguna de aquellas cosas.

También estaba el hecho de que era un Portador, y que normalmente debía ayudar a todo el mundo si o si. Por lo que tenía que prepararme para ir hacia alguno de aquellos dos sitios, la decisión no sería difícil de tomar; Mientras la gente empezaba a organizarse para partir, lo pensé momentáneamente.

¿Central de Energía o 626? Creo que la respuesta está más que clara. Vamos a ver si en la búsqueda del pequeñín te encuentro, maldito gigante...

Debido a que ya había empezado la caza del Experimento con anterioridad quería terminar aquel trabajo sin lugar a dudas, pues aún había varios misterios sin resolver.

Ya la habéis oído: de caza o de electricistas. —Diana seguía con cara de enfadada, supongo que no habría nadie que conociese para variar que fuese a estar feliz aquel día.— Haced lo que queráis, pero yo no pienso ir con el grupo en el que vaya ese —Fue entonces cuando señaló a un chico, en el cual no me había siquiera fijado hasta ahora. Se trataba de uno de los “Guarda Espaldas” de Aladín, por lo que ya se confirmaba definitivamente que aquel chico era de Tierra de Partida.— Prefiero evitar tentaciones con esos cobardes.

Diana empezó a aplicar un hechizo curativo sobre nosotros mientras nos dejaba unos segundos para pensar hacía donde nos dirigiríamos. Por mi parte, yo ya lo tenía más que claro.

Yo me voy a la central. Gracias. Y a ti ni se te ocurra seguirme. —Me miró de nuevo con un desprecio bastante hiriente, pero había entendido su sutíl mensaje: “Déjame en paz o te mataré”.

Me planteé cambiar mi decisión para ir con ella, pero conociéndola, Saeko era capaz de cambiar de ruta con tal de no verme.

Yo por mi parte, voy a por el Experimento 626. Es lo menos que puedo hacer tras lo ocurrido —Antes de marcharme, miré a Diana— Gracias por curarnos.

Busqué al grupo encargado de darle caza al experimento y me situé junto a ellos, esperando ver quién estaba al mando y las órdenes que daba. Antes de partir, pude oír en la lejanía a Saeko llamando a Gengar, haciendo que volviese a pensar en todo lo sucedido y que un nudo se me subiese a la garganta.

Apreté los puños con fuerza. Preparado o no, tenía que hacerlo, no iba a dar marcha atrás.

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Saito va a por 626, mucha suerte a todos y siento la tardanza uwu
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Ronda #10 - 626

Notapor Astro » Mar Jul 08, 2014 1:17 am

Neru & Saito

Tanto Neru como Saito eligieron unirse al grupo de captura del Experimento 626, el primero en abandonar la Sala de Control. Diana se despidió de su compañero con un leve movimiento de mano, sin prestarle mucha atención. Los dos iban acompañados por cinco soldados de la Federación, cada uno armado con un cañón de plasma. El equipo estaba listo.

Los informes del Doctor Jookiba dicen que el Experimento 626 está programado para buscar civilizaciones y destruirlas. Es de esperar que la abominación intentará escapar de la nave: buscad en los puertos y hangares —les había dicho la Gran Consejera antes de marcharse—. Tened cuidado.

La marcha por los pasillos fue rápida, pero no pudieron aburrirse en ningún momento. Afortunadamente, no hubo muchos contratiempos serios: de vez en cuando iban apareciendo sincorazón de bajo nivel en su camino (Sombras y Soldados), que no serían mucho problema para los lagartos y los aprendices. Durante todo el viaje, solo llegaron a perder a un soldado, que se despistó y fue engullido por los sincorazón.

Tras varios pasillos y salas, el grupo paró al llegar a una amplia dársena. Aparentemente, en calma. Hasta que...

¡Blitznak!

El Capitán Gantu se encontraba allí. Estaba sentado en el suelo, agarrándose una rodilla y haciendo gestos de dolor. En cuanto vio al grupo, señaló hacia el techo a toda prisa.

¡¡Allí, disparad, inútiles!!

Si miraban hacia donde señalaba, le verían: agarrado al techo como si fuese una araña, estaba la criatura que todos estaban buscando. Pequeño, azul, con cuatro brazos y peludo: el Experimento 626.

La abominación soltó un grito en su idioma al ver al recién llegado grupo, y siguió avanzando a toda prisa por el techo. Los soldados, siguiendo las órdenes de su Capitán, empezaron a disparar sin mucha puntería.

Saito y Neru debían ser rápidos. Porque más adelante, bajando por unas escaleras a un nivel inferior, había varias naves listas para ser pilotadas y una compuerta de cristal que conducía al espacio.

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Estáis en el mismo escenario (Dársena) que en Birth by Sleep, tenedlo en cuenta.

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Ivan

C-Wolf le devolvió el abrazo a Ivan, y casi le deja sin columna. Todos los huesos de su cuerpo crujieron mientras el lobo lloraba a moco tendido despidiéndose de su colega.

¡Eres un tío legal, tronco! —consiguió decir entre sollozos— ¡¡SUERTE, COLEGUITA!!

Por parte de Ligray, no hubo respuesta. Miró fijamente a los ojos de Ivan mientras le estrechaba la mano, y tras esperar a C-Wolf —que había vuelto a la nevera para coger toda la comida que pudiera—, ambos se despidieron de Ivan del mismo modo que él: dos golpecitos en el pecho con el puño. Y se marcharon.

El camino de Cool Wind, ahora en solitario, fue fácil si seguía el mapa que le habían dado. De vez en cuando aparecían varios sincorazón que intentaban atacarle, a lo que el antiguo aprendiz podía responder defendiéndose (eran de nivel bajo, no le supondrían mucha dificultad) o huyendo directamente de ellos.

En poco tiempo, llegó a su destino. Al final de un pasillo, bajando unas escaleras, encontró la Central de Energía. Una enorme puerta metálica, completamente abierta, dejaba el paso libre para entrar.

Un sonido llegaría a los oídos de Ivan mientras bajaba las escaleras. Y era un sonido que reconocería al instante: la voz de Pichu, con tono lastimero. No podía verla, pero la escuchaba. Su mascota estaba allí.

Pero, en cuanto Ivan Kit puso un pie dentro de la Central de Energía, un inesperado rayo cayó sobre él.

Auch.

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Saeko (& Ivan)

El grupo al que se unió Saeko, acompañada de Diana, fue el último en abandonar la Sala de Control. Cinco soldados de la Federación las acompañaban, cada uno con las instrucciones aprendidas de cómo solucionar cualquier problema técnico que hubiese en la Central. Si las aprendizas acababan necesitando un electricista, más les valdría asegurarse de que al menos uno seguía con vida.

El viaje de este equipo fue bastante más movidito que el de sus compañeros: sincorazón y más sincorazón no paraban de surgir a su paso, de todos los niveles y tamaños posibles. Al principio intentaron luchar, pero tras perder a dos de los soldados, Diana acabó ordenando que corrieran. No era bonito, pero si querían llegar a la Central con energías, no les quedaba otra que huir y correr como alma que lleva el diablo.

Al fin, tras mucho correr y dar muchas vueltas por pasillos y salas metálicas, llegaron a su objetivo. Tras un largo pasillo, encontraron unas escaleras que descendían hasta una enorme puerta mecánica, ya abierta de par en par. Según los soldados, allí dentro estaba la Central de Energía.

¡¿Qué es eso?! —preguntó uno de los soldados.

Había algo tirado en el suelo, justo en el hueco de la puerta. O mejor dicho, alguien. Una persona, un humano para ser más concretos, se retorcía en el suelo mientras su ropa echaba humo. Era Ivan.

El trío de soldados se acercaron hasta él con cautela, apuntándole con su arma. Diana también se acercó, curiosa, y fue capaz de captar algo que los demás no habían reparado:

Sshh, escuchad —les chistó, pidiendo silencio.

Si todos se callaban, escucharían un gemido lastimero que provenía del interior de la Central. De algún tipo de animal, seguramente. Pero Ivan lo reconocería sin problemas: Pichu pedía ayuda.

Una siniestra risa eclipsó el grito de ayuda, acompañada de un zumbido propio de un aparato eléctrico.

Igual no era tan buena idea entrar allí...

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El grupo de Saeko llega segundos después de que el rayo impacte en Ivan (le tira al suelo, pero no le deja inconsciente, solo dolorido).

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Fecha límite: viernes 11 de julio.
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Re: [Espacio Profundo] 626

Notapor Darkness Seeker » Mar Jul 08, 2014 10:50 am

Al final, Saito decidió acompañarme en la búsqueda del experimento genético. Aunque tendríamos que trabajar juntos sabía que debería de andarme con ojo. No por el hecho de que perteneciera a Bastión Hueco, ni tampoco por estar en guerra con aquel bando que yo casi por completo desconocía. Sino porque tanto él como Saeko habían estado dispuestos a matarnos por seguir las órdenes de Yafar.

Los informes del Doctor Jookiba dicen que el Experimento 626 está programado para buscar civilizaciones y destruirlas. Es de esperar que la abominación intentará escapar de la nave: buscad en los puertos y hangares. Tened cuidado.

Tras eso, salimos finalmente a la búsqueda de la criatura, acompañanándonos teníamos a cinco soldados de la nave armados con unas armas que me recordaban a las armas de fuego tradicionales, salvo por su aspecto altamente futurístico. Los pasillos estaban repletos de sincorazones débiles, por lo que no tuvimos demasiado problema para librarnos de ellos entre los 7 componentes de nuestro grupo.

Cada dos por tres me sentía obligado a mirar a mi actual compañero . No quería sorpresas desagradables. Aunque debía de imaginarme que no trataría de atacarme en la situación en la que estábamos. Pero también debía de tener presente la extraña actuación de Diana y como me señalaba poco antes de abandonar la sala. "Más vale prevenir que curar", suelen decir...

Tras un paseo a través de las galerías, llegamos a una sala en la cual habían varias cajas amontonadas y aparatos electrónicos en las paredes cuya función me era completamente desconocida y también indiferente. Además, habían varias naves desperdigadas por la sala, al igual que una enorme salida de la nave en uno de los extremos, protegida por un cristal.

¡Blitznak!

Al oír aquella voz me giré para ver como "Gantu", el guardia que se encontraba junto a la Gran Consejera durante el juicio del Dr Jumba, estaba tirado en el suelo, probablemente herido por algún ataque de la criatura que intentábamos atrapar.

¡¡Allí, disparad, inútiles!!

En el techo, ahí estaba nuestra criatura. Observándonos como si fuéramos su presa, con una pizca de curiosidad y otra de inocencia. Sin perder ni un segundo, el grupo de soldados comenzó a disparar, sin que ninguno llegara a darle. Debíamos hacer algo para detenerle ¿Pero el qué? El experimento estaba en el techo, bocabajo. Y ni siquiera con un salto doble sería capaz de llegar hasta esa altura.

Entonces me acordé de la enorme puerta que teníamos al lado y de las naves esparcidas por la Dársena. Si era lo bastante rápido podría intentar escapar.

¡Que uno de vosotros asegure esa salida!— Les pedí al grupo de soldados mientras invocaba mi llave.

Tras la indicación, preparé una Flama Tenebrosa y traté de hacerlo impactar contra la criatura. Sin embargo, puesto que era difícil que le alcanzase, quizás podría intentar que fuera él quién se moviera a una mejor posición para que los soldados pudieran aprovecharlo.

Para ello subí a la caja más cercana a la posición del extraterrestre y me preparé para realizar un doble salto con la intención de tratar de golpearle con la llave Espada. Si no le atacaba, lo más probable es que se desplazara, y con suerte a una posición más ventajosa para nosotros.

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Resumo:
—Solicito a alguno de los soldados que asegure la salida para evitar que el experimento huya.
—Lanzo una Flama Tenebrosa hacia 626
—Subiéndome a alguna de las cajas del hangar trato de alcanzar a la criatura de un doble salto con la idea de que se mueva y se quede más cerca de los soldados.

Suerte chicos ^^
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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