—Nos vamos —sentenció Kazuki en cuanto Maya y Kairi aparecieron en la pequeña plaza frente al castillo de Tierra de Partida.
Aquella mañana ambas aprendizas habían sido despertadas por moguris dando entrega de una carta personal, en ella el Maestro Kazuki las citaba fuera del castillo para ir a Ciudad Disney. Según el contenido de aquella carta algo bastante urgente había acontecido y requería de la presencia de ambas muchachas en seguida.
—La Reina Minnie ha... enviado una señal de Socorro. Esto... parece que algo muy grave está ocurriendo en... err... Ciudad Disney —explicó. No parecía tener muchos más detalles al respecto y fue lo único que dijo antes de alzar su mano para crear un portal de luz.
El Maestro invitó a que atravesasen el portal con un gesto que dedicó a las dos jóvenes y en cuanto ellas hubiesen entrado él las seguiría en un sepulcral silencio.
Ambos aprendices (Alec y Saito) estaban encarados en medio de la sala del trono bajo la atenta mirada de la Maestra Ariasu que había decidido entrenar a ambos aquel día haciéndolos combatir. Aún acababan de empezar y la mujer casi ni les había dado tiempo para presentarse (si es que no se conocían de antes, claro) antes de decidir que iban a tener un entrenamiento de pelea. Las últimas semanas todos los entrenamientos parecían enfocados a luchar contra otros espadachines y magos más que contra sincorazón. Se notaba que estaban siendo preparados para la guerra.
—Venga, a la de tres empezáis a daros de tortas. ¿De acuerdo? —preguntó la Maestra alzando la mano —. A la de una, a la de dos... ¿Nanashi?
En la enorme puerta de la sala del trono la actual líder de la facción de Bastión Hueco había aparecido la apodada Dama de Hierro por su férreo carácter con su porte de mujer seria e implacable. Lanzó una mirada a todos los presentes y finalmente avanzó quedando a escasos tres metros de Ariasu y en medio de los dos aprendices que se suponía que iban a pelear.
—Necesito que tú y algunos aprendices vayáis de inmediato a Ciudad Disney —pidió con total serenidad.
—¿Pasó algo? —Ariasu hizo un gesto de curiosidad llevando su dedo índice a su labio inferior, casi parecía que fuese a empezar a chuparlo en cualquier momento.
—Sí, hemos captado una señal de socorro. Parece que algo malo ha ocurrido.
—De acuerdo. Alec, Saito. ¿Os apetece hacer una excursión? —no esperó respuesta, dado que ya estaba materializando un Portal de Oscuridad dispuesto para que los tres lo utilizasen—. ¡Nos vamos!
Los miembros de ambos bandos aparecieron en diferentes puntos de la Ciudad Disney, pero lo que vieron fue lo mismo. Los habitantes de aquel mundo (todos ellos seres antropomórficos) miraban aterrorizados como el Castillo Disney ardía con gran intensidad. El cielo estaba pintado de nubes negras y de un tono rojizo que daba un toque infernal a aquella escena, pero había algo peor en todo aquello. Las llamas se empezaban a extender a los tejados de las casas más cercanas al castillo. Varios coches de bomberos lanzaban potentes chorros de agua contra los edificios.
La imagen horrorosa frente a las dos fue impresionante, aterradora. No estaban muy lejos del castillo y podían sentir el abrasador calor de las llamas en sus carnes. Kazuki miraba con la misma expresión de temor que el resto de habitantes de aquel mundo, y era normal; aquel también era su mundo al fin y al cabo.
—¡La Reina! —exclamó Kazuki—. Tenemos que rescatarla.
Había un grupo de guardias bloqueando la entrada principal al castillo y no les dejarían entrar por las buenas. Kazuki avanzó hacia ellos y sin mediar palabra utilizó una de sus extrañas magias. El espacio y el tiempo parecieron curvarse durante un instante alrededor de él. El efecto fue instantáneo. Todos los guardias y curiosos que estaban mirando cerca cayeron al suelo inconscientes y el miedo se contagió entre los que quedaron en pié. Todos empezaron a correr presa del pánico huyendo del Maestro. Al menos tenían la seguridad de que no les molestarían.
—En cuanto entremos al castillo tendremos que separarnos para rescatar a La Reina y al máximo número de personas que hayan quedado atrapadas. Es muy peligroso, recordad eso.
Kazuki esperó a que ambas aprendizas decidiesen a donde ir (juntas o no) y escogió ir por un lugar al que ellas no fueran para abarcar el máximo terreno posible. El castillo era enorme, tenían mucho donde explorar. Por suerte las dos habían estado allí antes.
—¿Pero la fiesta de hacer hogueras no era en Junio? —aquello fue lo que la Maestra Ariasu dijo cuando vio el castillo en llamas—. Vale, nuestra misión es la siguiente: Investigaremos que ha ocasionado el incendio. No sabemos que ha podido ocurrir así que debéis andar con pies de plomo. ¿Entendido? Como alguno de los dos muera me enfadaré mucho.
En ese mismo momento una marabunta de seres antropomórficos corriendo despavoridos aparecieron atravesando una calle que se conectaba con el callejón en el que habían aparecido.
—Vayamos a ver que pasa.
Ariasu empezó a correr hacia la calle por la que acababan de pasar aquellas personas y sin más se dirigió hacia el lado contrario: Hacia el castillo. Alec y Saito no estaban obligados a seguirla, pero no parecía que fuese a ocurrir algo interesante allí parados.
La Maestra se paró en seco frente a la entrada del castillo, donde una gran cantidad de personas yacían inconscientes.
—Parece que se nos han adelantado —una sonrisa siniestra se dibujó en la cara de la mujer—. Han utilizado magia poderosa sobre ellos, prestad atención. Nuestros "amigos" de Tierra de Partida podrían estar cerca. Reconocería este hechizo en cualquier parte.
Los aprendices tenían total libertad de movimiento por el castillo.