[Ciudad de Paso] Crisis de tierras sin dueño

[Soul Artist]

Cagnazzo se mofó de la estrategia que Hana había preparado. La muchacha la había gritado a los cuatro vientos, y ella misma había destacado después de invocar las burbujas de luz que, si se detenían a tiempo, no lograrían cumplir su cometido. Fatal error: los Sincorazón dejaron de atender a los jóvenes para volar en dirección a todas las burbujas.

—¡Niña tonta! ¡Puedo anticiparme a todos tus movimientos!

Mientras las criaturas de oscuridad volaban por sus cabezas, los aprendices y el cocinero se agacharon, temblando de lo que Cagnazzo imaginó que era terror. Levantó sus dos patas delanteras para que su risa fuese escuchada más allá de las estrellas.

—¡Juas, juas, juas! ¡La victoria es mía!

Y entonces... Las burbujas estallaron. No con luz, sino al mínimo contacto con los Sincorazón. Las estrellas se vieron cubiertas por una decena de explosiones acuáticas, cuerpos oscuros deshaciéndose y todos los corazones liberándose para volar hacia el cielo.

Todos los Sincorazón habían sido barridos a poco de comenzar el épico combate que Cagnazzo deseaba.

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—¡¡Pero esto qué es!! —se horrorizó la tortuga, dando vueltas sobre sí misma e intentando localizar a cualquier superviviente de sus subordinados; el éxito fue nulo—. ¡Cómo habéis...! ¡¡Gabranth me mata!!

—Eso si no hacemos una sopa contigo antes.

El cocinero se adelantó e invocó dos estacas de barro que se lanzaron contra la bestia, la cual pasó a meterse en su caparazón para bloquear ambos ataques. Salió de este con el rostro lleno de ira y el agua comenzó a acumularse bajo sus pies; un ataque que Saxor, gracias a su habilidad, reconocería como Tsunami.

—¡Sois sólo tres! ¡Mis compañeros llegarán en cualquier momento y os harán puré! ¡Yo mismo lo haré, patéticos...!

Pero no terminó su frase. Una figura montada en monopatín cayó del cielo y aterrizó en su caparazón, rodando directo hasta el cuello de Cagnazzo, interrumpiendo su ataque y su discurso. Pretendió defenderse acumulando agua en su boca, pero un hechizo eléctrico surgió por su espalda, de las puertas que daban al primer distrito, y el monstruo se vio obligado a escupir el líquido.

—¡Se acabaron tus payasadas, yo!

—Ya le has oído. Estás en menor número, bicho: entrégate o sufrirás más daños.

Eran dos jóvenes los que habían acudido a su rescate. Uno, con su monopatín bajo su brazo, resaltaba por su gorro negro con una calavera blanca sobre este, además de su ropa semejante a la de un rapero de calle. El otro era más destacable por su pelo naranja y puntiagudo, además de los enormes cascos morados que tapaban sus orejas.

—Epa... —el de los cascos se dirigió hacia los aprendices—. ¿Vosotros no sois...?

En efecto: ya se conocían. Quizás de otra vida, pero serían capaces de reconocerse los unos a los otros sin problemas: se trataban de Neku y Beat, supervivientes del juego de Andrei.

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—¡Saxor, colega!

Beat se adelantó a Neku para lanzarse al cuello de su viejo compañero de juegos, agarrándole con el brazo y revolviéndole el pelo con su puño entre risas. Había estado muy preocupado por él desde que había caído en el Reapers' Game, y finalmente comprobaba que él, o al menos su original, seguía vivo. Debido a una visita anterior de Fátima Laforet al mundo ya sabían que tenían sus recuerdos, por lo que no hacían falta explicaciones.

Neku, por su parte, se acercó cruzado de brazos y observó fijamente a Hana y no dijo nada. Después dirigió su vista hacia el cocinero que custodiaba a los aprendices y lo miró con cierto recelo y rabia, todavía más palpable al hablar:

—Sigues vivo.

—Un buen cocinero siempre vive en sus obras.

—Recuérdame no ir nunca a tu restaurante entonces.

El pelopincho se giró directamente hacia Cagnazzo, el cual volvía a acumular agua para atacar al grupo. Sin embargo, un pequeño rayo recorriendo el brazo de Neku le hizo pensárselo mejor: observó con sus ojos casi salidos de sus órbitas a sus contrincantes.

—¿Qué dices, tortuga? Somos cinco. Tú uno.

Cagnazzo se tragó el agua. No tenía muchas más opciones.

—Me rindo.

Era la hora de las interrogaciones. Habían tenido la oportunidad única de atrapar a un Villano Final nada más entrar en el mundo: era hora de aprovecharlo.

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Hana
VIT: 40/40
PH: 18/28

Saxor
VIT: 46/46
PH: 23/30

* * *
—Creo que... Creo que dijo algo de hacer un monumento. ¿Os dice eso algo?

Sí que decía algo al pelirrojo. El joven apartó la mirada y maldijo por lo bajo al ladrón de piezas gumi, mordiéndose el labio inferior de inmediato. Negó con la cabeza y volvió a dirigirse hacia ambos aprendices.

—¡Ese cretino! ¿Sabe hacer algo además de estar trasteando y llenando las calles de mierda? —el hombre calvo se acercó a él y le colocó una mano sobre su hombro, calmándolo. El joven se zafó de él y se dirigió hacia los chicos—. Gracias por vuestra colaboración. El nombre es Reno, y mi elocuente compañero es Rude. ¿Cómo te llamas tú, chiquillo?

Reno se dirigió a Alec y le golpeó el brazo para, inmediatamente, ser atacado por una criatura de la oscuridad en la cara. Gritó y se echó atrás, más sorprendido que dolido, mientras el monstruo le arañaba toda la cara repetidamente.

—¡Ilana, para! ¡Deja de arañar cosas que no son Sincorazón!

Antes de que Alec alcanzara la cabeza de Reno, Rude tomó al animal del lomo y lo arrancó de la piel de su compañero. Este, furioso y dolorido, retrocedió hasta coger la cápsula de viaje de donde había escapado y la colocó frente a su amigo, el cual encerró al animal dentro.

—¿¡Esta cosa es tuya!? —interrogó Reno a Alec, furioso—. ¿¡Pero en qué estás pensando!? ¡Deberíais estar en el refugio! Si queréis ayudar, ¡id a proteger el ayuntamiento con la chica de la moda esa, o defended el refugio con Aeris y sus amigos para que no lleguen hasta Strife! ¡Pero no, sacas el gato de paseo en plena noche! ¡Gilipollas!

Tras asegurarse de que el animal no pudiese escapar de la cápsula, Reno lanzó esta a su compañero, que la atrapó en el aire. Apuntó en dirección contraria, hacia lo que parecía ser un edificio de cristal iluminado a lo lejos, en el quinto distrito.

—¡Nos llevamos esto, Rude! ¡Si quieres ver a tu mascota, encuentra al basurero y que nos dé la pieza que necesitamos! —gritó Reno a los dos aprendices, caminando de espaldas junto con su compañero en dirección al quinto distrito—. Conociéndole, estará creando su arte en la entrada trasera del ayuntamiento, mientras los demás hacen algo de provecho. ¡Hasta que no demostréis que podéis ayudar a esta ciudad os quedáis sin gato!

Ilana se lanzó contra la ventana de su cápsula con sus garras en alto, lo que provocó un sobresalto por parte de Reno. El pobre quedaría traumatizado para siempre.

El ayuntamiento, según las señales de la ciudad, se encontraba en dirección opuesta al quinto distrito. Debían elegir qué camino tomar: insistir a Reno hasta llegar al refugio o persistir y dirigirse hacia la misión que les acababan de encargar. ¿No debían igualmente intentar acabar con la amenaza de los Villanos Finales?

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Fecha límite: miércoles, 10 de septiembre.


Saxor, he contado como que has usado Libra para otro momento, pero no te puedo dar los datos de Cagnazzo debido a que aún no está completada (aunque sí comenzada). Por tanto espero que perdones que no tengas esos datos ahora mismo, pero acabarás recibiéndolos.

Lo que te puedo decir por ahora es que Cagnazzo es Nivel 16. No tan alto como quizás esperaras, ¿eh?

[LightHelco]

—¿¡Esta cosa es tuya!? —gritó furioso el pelirrojo tras que hubiesen encerrado a Ilana en la capsula.

Había intentado detenerla a tiempo, pero el tipo moreno que iba junto al primero había conseguido cazar a mi compañera más rápidamente y ahora la pobre se encontraba arañando el cristal de la capsula para intentar salir de ella.

—Sí, es mi famili-

—¿¡Pero en qué estás pensando!? —me cortó el chico empezando a berrear sobre lo que tenía y no tenía que hacer.

No era mi culpa que Ilana le hubiese atacado de aquella manera, yo también estaba sorprendido de aquella acción por parte de la gatita. Nunca había atacado a alguien de esa forma debido a su carácter tranquilo, pero creía entender que le había hecho tomar aquella decisión y en parte me alegraba, después de todo solo podía significar que nuestro lazo había llegado a tal punto que Ilana haría cualquier cosa para protegerme. Y eso también demostraba que mi parte de brujo se había vuelto más poderosa.

—¡Nos llevamos esto, Rude! ¡Si quieres ver a tu mascota, encuentra al basurero y que nos dé la pieza que necesitamos! —continuó el pelirrojo obligándome a hacer su trabajo para recuperar a mi familiar.

A poco estuve de estamparle una bola de fuego en la cara, pero ya le había causado demasiados problemas a Ragun como para además empezar a conseguir enemigos. Por suerte Ilana ya calló a ese bocazas golpeando con fuerza el cristal con sus uñitas. Aguantándome la risa al ver al pelirrojo asustarse de una pequeña gatita me dirigí a ella desde lejos, sabía que no iban a dejar acercarme más de la cuenta.

—Intenta no darle un infarto al tipo este, además, siempre puedes hacer lo que más te gusta —exclamé recibiendo de respuesta un maullido algo bajo a causa del cristal, pero estaba claro que me había entendido —. Eh, rojo. Ilana no es un gato normal, es mi familiar —expliqué entonces para que entendiese porque la había traído —. Estamos conectados y al ver cómo me amenazabas pensó que eras un enemigo. Así que intenta no hacerle daño o seré yo el que te vea y trate como a uno.

Aquello era más un aviso que un amenaza, pero me importaba poco como se lo tomase, ya que seguramente Ilana acabase desapareciendo delante de sus narices y escapando por su propia cuenta. En estos momento tenía que preocuparme por la misión para ir a por ese “basurero” que Ragun había escuchado mientras estaba inconsciente.

—Siento todo el lío que he armado —me disculpé hacia mi compañero mientras nos movíamos al lugar donde se suponía que estaba el objetivo —. Mi madre ya me había explicado sobre los cambios que pueden ir sufriendo los familiares con el paso del tiempo, es solo que no me esperaba que Ilana saltase de esa forma siendo ella tan… precavida.

* * *

—Intenta no darle un infarto al tipo este, además, siempre puedes hacer lo que más te gusta.

¿Hacer lo que más me gusta? Si, la idea de Alec era bastante buena y además le volvería a asustar mucho a ese tonto de pelaje rojo. Maullé con fuerza para que mi Brujo me escuchase.

“Ahora a hacer lo que más me gusta” pensé moviendo un poco la cola contenta, ya que la caja no iba a dejarme mover mucho.

Concentrándome, envolví todo mi cuerpo en ilusiones para desaparecer a los ojos de aquellos dos bobos. Alec iba a tener que disculparme porque seguramente si le diese un ataque al de pelaje rojo, pero iba a hacer todo lo posible para escapar de la jaula. Tendría que quedarme allí invisible hasta que uno de ellos abriese la puerta y entonces aprovecharía para escapar y volver con mi Brujo.

Si yo no estaba quien iba a protegerle si no.

[Sombra]

Bingo. Había acertado de pleno al haber mencionado aquello por la reacción que el pelirrojo acaba de hacer.

—¡Ese cretino! ¿Sabe hacer algo además de estar trasteando y llenando las calles de mierda? —se quejó. El tipo silencioso se acercó a él para calmarlo, aunque pronto se libró de él para acercarse nuevamente a nosotros—. Gracias por vuestra colaboración. El nombre es Reno, y mi elocuente compañero es Rude. ¿Cómo te llamas tú, chiquillo?

Se dirigió a Alec golpeándole el brazo (no supe si en señal de amistad o de qué) Lo que no nos esperábamos fue que la gata del aprendiz saltase hacia Reno para arañarle la cara.

—¡Ilana, para! ¡Deja de arañar cosas que no son Sincorazón! —pidió mi compañero en ese momento al ver como su gata trataba de arrancarle los ojos a Reno. Me habría resultado cómico de no ser porque podíamos meternos en problemas por ello.

El tipo silencioso agarró al gato por el pellejo y se lo quitó y se acercó a la cápsula de viaje, que estaba tirada en el suelo de cualquier forma para encerrar a Ilana.

—¿¡Esta cosa es tuya!? —interrogó el pelirrojo, obviamente no muy contento—. ¿¡Pero en qué estás pensando!? ¡Deberíais estar en el refugio! Si queréis ayudar, ¡id a proteger el ayuntamiento con la chica de la moda esa, o defended el refugio con Aeris y sus amigos para que no lleguen hasta Strife! ¡Pero no, sacas el gato de paseo en plena noche! ¡Gilipollas!

—Tampoco tienes que ponerte así, solo ha sido un rasguño —traté de tranquilizar al hombre, aunque comprendía si a partir de ese día empezaba a odiar a los gatos. Por culpa de aquel "gatito cebo" de aquella misión del ninja también yo les había pillado algo de "asco".

—¡Nos llevamos esto, Rude! ¡Si quieres ver a tu mascota, encuentra al basurero y que nos dé la pieza que necesitamos! —gritó el pelirrojo mostrando la cápsula, donde la gata estaba cerrada a cal y canto—. Conociéndole, estará creando su arte en la entrada trasera del ayuntamiento, mientras los demás hacen algo de provecho. ¡Hasta que no demostréis que podéis ayudar a esta ciudad os quedáis sin gato!

Ilana, completamente acongojada rascó el cristal de la cápsula como pidiendo ayuda.

—Intenta no darle un infarto al tipo este, además, siempre puedes hacer lo que más te gusta —trató de calmar al animal—. Eh, rojo. Ilana no es un gato normal, es mi familiar. Estamos conectados y al ver cómo me amenazabas pensó que eras un enemigo. Así que intenta no hacerle daño o seré yo el que te vea y trate como a uno.

Alec obviamente quiso ir a buscar a aquel tipo "basurero", la verdad es que daba igual a donde ir. Incluso merecía la pena que nos hubiesen encargado algo así dado que nos obligaba a explorar igualmente la ciudad, de todas formas ni sabíamos donde empezar a buscar.

—Siento todo el lío que he armado —se disculpó, a lo que contesté haciendo un movimiento de hombros quitándole importancia—. Mi madre ya me había explicado sobre los cambios que pueden ir sufriendo los familiares con el paso del tiempo, es solo que no me esperaba que Ilana saltase de esa forma siendo ella tan… precavida.

—Vio a su amo en peligro. Cualquier familiar habría hecho lo mismo —señalé. Nyx habría hecho lo mismo por mí, obviamente... Aunque era demasiado vago como para acompañarme—. Bueno, vamos a buscar al basurero. Quizás nos encontramos por el camino algún Villano Final y todo.

Como precaución, para estar preparado para cualquier posible enemigo o ataque sorpresa materialicé mi Cadena de Memorias. Prefería no utilizar demasiado la Llave Espada en un lugar donde la mayoría de portadores éramos objetivo de odio.

[Nell]

Increíblemente… funcionó.

Cagnazzo ordenó a los sincorazón que atacaran las burbujas, a fin de frustrar el plan de la aprendiza mientras se burlaba de ella. Por un momento, temió que se lo hubiera olido rápidamente.

—¡Niña tonta! ¡Puedo anticiparme a todos tus movimientos!

Incluso con la intención de engañarle, a Hana se le cayó la fachada en cuanto vio que estaba dando resultado, mirando boquiabierta cómo la primera de las criaturas llegaba a una de las pompas. Se agachó, imitando a sus compañeros, a pesar de ser ella misma quien les avisó. ¡No se lo podía creer!

—¡Juas, juas, juas! ¡La victoria es mía!

No, seguramente no.

La explosión fue brutal, pues si ya de por sí estaba hecha para desencadenar una reacción en cadena, ninguna pompa quedó sin explotar debido a que todos los sincorazón acudieron a ellas. Para cuando se despejó el escenario y alzaron la cabeza, pudieron comprobar que no había quedado ni rastro de ellos. El único en pie era Cagnazzo.

—¡¡Pero esto qué es!! —Hana no pudo aguantarse más y comenzó a descojonarse—. ¡Cómo habéis...! ¡¡Gabranth me mata!!

Estaba extasiada por el resultado. Tal y como se había prometido a sí misma, se aplaudió la hazaña.

—Eso si no hacemos una sopa contigo antes.

Todavía tuvo que secarse unas cuantas lagrimitas de los ojos, disfrutando de los últimos segundos de regocijo que le quedaban, porque la verdadera batalla estaba a punto de dar comienzo. Higashizawa se adelantó para golpearle con unas estacas de barro que creó, pero Cagnazzo se limitó a esconderse dentro de su caparazón para bloquearlas. Ese maldito refugio sí predecía ser un dolor de cabeza.

—¡Sois sólo tres! ¡Mis compañeros llegarán en cualquier momento y os harán puré! ¡Yo mismo lo haré, patéticos...! ―les advirtió, encolerizado por el duro golpe de perder a todo su ejército, y convocando agua a sus pies.

Sin embargo, llegaron los refuerzos, aunque no los que esperaba Cagnazzo. Un chico cayó sobre él en un monopatín, usándolo como pista para interrumpir su hechizo; el siguiente chaval, en cambio, apareció por un portón próximo e impidió un ataque de agua que preparaba con la boca.

—¡Se acabaron tus payasadas, yo!

—Ya le has oído. Estás en menor número, bicho: entrégate o sufrirás más daños.

Hana les conocía. A ambos. El primero era Beat, el compañero de la copia de Saxor, con quien no había cruzado ni una palabra; el segundo, Neku, el de Fátima, a quien su loca yo había planeado entregar a Ronin a la menor oportunidad. Malditos fueran esos recuerdos.

—Epa... —Beat nos reconoció rápidamente—. ¿Vosotros no sois...? ¡Saxor, colega!

Hana imitó a Neku y permaneció en silencio, con una mano apoyada en la cadera. No tenía nada que decir, porque el propio Neku ignoraba sus anteriores intenciones y la aprendiza pretendía que siguiera siendo así. De hecho, no estaba segura de si el chico conocía siquiera su nombre. Por otro lado, Saxor y Beat tuvieron un rencuentro más amigable, con el segundo tratándole de coleguita.

A continuación, falto de conversación por su parte, Neku se dirigió a Higashizawa.

—Sigues vivo.

—Un buen cocinero siempre vive en sus obras.

—Recuérdame no ir nunca a tu restaurante entonces.

«Espero que no diga eso porque comió algo suyo en mal estado», pensó Hana, quien no entendía la situación y además le costaba captar todas esos juegos de palabras culinarios.

Después del cocinero, le tocó el turno a Cagnazzo, que durante aquella reunión de amigos había aprovechado para acumular nuevamente agua, enfurecido.

—¿Qué dices, tortuga? Somos cinco. Tú uno. ―A Hana no le pasó desapercibido el gesto. Así que electricidad…

Y se acabó.

—Me rindo.

«Se acabó», repitió para sí misma. «Le tengo. Es mío. Como subordinado de Zande, sabrá dónde está. Estoy tan cerca…».

Recordó lo que había ocurrido la última vez que tuvo a Zande en sus manos. Había estado todavía más cerca de matarlo y, aun así, se había escapado por culpa de que Ronin quiso tenerlo como prisionero. No podía consentir que cometieran los mismos errores, que se volviera a esfumar la victoria entre sus dedos.

Por eso, tomó la decisión de cuál sería el destino de Cagnazzo en el momento en el que el monstruo se entregó. Y actuó sin pensar demasiado en las consecuencias.

Primero, se dirigió hacia Neku y Beat, a quienes menos conocía y, por tanto, de quienes desconfiaba más:

―Antes ha dicho que sus compañeros vendrán pronto. Necesitamos interrogarle para saber la situación actual de los Villanos Finales y averiguar más sobre ellos. ¿Podéis ir a vigilar las salidas? No conozco la zona, pero parece que vosotros sí ―parecer, no parecía nada, pero quería librarse de ellos. A continuación, se dirigió a Higashizawa―. Y una vía de escape. Si aparecen y nos acorralan, tenemos que tener una huida segura… sobre todo si cargamos con él. Por no hablar de que mis gritos podrían haber hecho salir a alguien de casa… ¿puedes comprobarlo? ―cualquier cosa con tal de que se alejara un rato.

En caso de que alguno rehusara las peticiones, se encogería de hombros y continuaría con su objetivo. Podía fallar de hallarse alguno en contra presente, cosa a la que se arriesgaría. Y, por último, solo le quedaba Saxor.

―¿Puedes dejarme tus esposas? Quiero atarle las cuatro patas. Te las devolveré enseguida, no podemos perderlas ―entonces, el chico le propuso usar solo unas en él, atándole una pata trasera y otra delantera. Hana asintió―. De acuerdo ―si las esposas alcanzaban para las dos extremidades, seguiría la idea de Saxor con las que Lyn le había dado; si no, simplemente le pondría las de manos, y las de su compañero si este aceptaba. Mientras, se dirigió a Cagnazzo, sin perderlo de vista―. Más te vale estarte quieto o te mato, monstruo ―confiaría en que no intentara nada, puesto que Beat, Neku e Higashizawa seguían cerca.

En cuanto estuvo atado, se alejó un par de pasos de él, para cuchichear con Saxor y con quien se hallara presente:

―No nos dirá nada ―sentenció―. En el mejor de los casos, nos dirá mentiras que no podremos comprobar. Si queremos la verdad, tenemos que presionarle. Nunca lo he hecho antes, pero… me han hablado de un par de trucos para estos casos. Haré el interrogatorio ―decidió por sí misma, como si no hubiera otra solución―. Una vez empiece, no pararé, Saxor. Aléjate si crees que no lo podrás aguantar.

Era un buen y gratuito consejo. Dio la espalda al aprendiz para plantarse delante de Cagnazzo. Desde la primera vez que le vio, con su verdadero aspecto, había sido una monstruosidad digna del peor de los infiernos. Y a Hana no le caían especialmente bien los monstruos. Se guiaba lo suficiente por el aspecto exterior para ni siquiera intentar buscar algo de humanidad en ellos. Las sirenas eran un gran ejemplo de ello. Eran lo suficiente fuertes como para que aterraran a la aprendiza, quien quizá en otras circunstancias tampoco habría tenido reparos en matarlas; por el contrario, al verse protegida por ellas (y ahora, además, ser una más), dejó de lado la aberración de su condición natural.

Del mismo modo que, en una vida diferente, podría haber aceptado a Cagnazzo como persona. Sin embargo, en aquella, no era más que la abominación a las órdenes de otra mucho peor. Un demonio por el que no se tenía que sentir compasión.

«Los monstruos no tendrán remordimientos contigo», se recordó, cuando sintió temblar la mano con la que cogió el cuchillo que escondía en la bota.

Se puso de cuclillas frente a él, pasando la daga de una mano a otra, como si cavilara. Tal y como le había dicho a Saxor, nunca lo había hecho antes. Le habían contado algunas experiencias, tanto el torturador como el torturado, pero en Port Royal tenían inventos mucho más sofisticados para ello que una hoja. Ella tendría que recurrir al más básico de todos los modos.

―Vamos a jugar a un juego ―le propuso, sin mirarle―. Yo hago las preguntas y tú respondes con lo que sabes. ¿Fácil, no? Es divertido si se hace bien. Pero si haces trampas, habrá castigo ―entonces, rápidamente, empujaría con una mano la muñeca derecha de Cagnazzo para oprimirla contra el suelo, mientras que con la otra… le cortaba el meñique de la misma―. ¿Ves? Si juegas bien, conservarás los diecinueve dedos que te quedan. Y si no… bueno, creo que ninguno tendremos razones para mantenerte con vida cuando termine con tus dedos, la cola, los ojos, las orejas y empiece con la piel.

Finalmente, le miraría directamente a los ojos, tratando de aparentar indiferencia. No, no quería en absoluto que se pusiera difícil. Si lo hacía, incluso siendo un monstruo, Hana no iba a disfrutar de la experiencia. Cortar el primer dedo ya le había supuesto todo un desafío de dudas, que se habían visto solo despejadas por la malvada cara de Zande en sus pensamientos.

Ignoraría cualquier pulla, tanto de Cagnazzo como de sus compañeros, y comenzarían las preguntas. Eran breves y directas, como esperaba que fueran las respuestas. A la mínima señal de una mentira o una duda, Hana pasaría la hoja por el siguiente dedo.

―Quiero saberlo TODO sobre los Villanos Finales. ¿Cuál es vuestro verdadero objetivo? ¿Qué interés tenéis en Cloud? ¿Por qué queréis tomar Ciudad de Paso? ¿Qué pretendéis hacer con el mundo? ―Muchas de las cuestiones se las habían dicho o las imaginaba, pero irían bien para comprobar que decía la verdad. En el caso contrario, otro dedo volaría―. ¿Quiénes estáis aquí? Nombres, rango, poder y ubicación. Antes has mencionado a Seymour y a Gabranth ―le recordó, por si acaso «se le olvidaba»―. ¿Cuántos sois en total en vuestro grupo de Villanos? ¿Quién es el más fuerte? ¿Y el más débil? ¿Cómo te reclutaron? ¿Por qué les sigues?

»Zande. ¿Qué sabes de él? ¿Dónde está? ¿Qué pretende? ¿Por qué se unió a los Villanos Finales? ¿Cómo puedo localizarle? ¿Cuál es su punto débil? ¿Qué otros subordinados tiene? ¿Cuál era su auténtica misión en Port Royal?

Si Saxor lo había presenciado todo (si no, le ahorraría el mal trago), se giraría hacia él para animarle a que preguntara algo más, que quizá a ella se le hubiera escapado.

Finalmente, cuando terminó, se puso en pie, retrocedió un paso y se dio la vuelta, para mirar fijamente a su compañero y a quien estuviera presente.

«Es un monstruo. Recuérdalo», se dijo a sí misma. Acababa de torturar a alguien. No, a algo, se corrigió. Una criatura horripilante, cuyo dolor no era real. No podía serlo.

―He terminado con él ―anunció, dirigiéndose a quien estuviera presente. No esperaba miradas de aprobación. Los de Tierra de Partida tenían un corazón blando. Agarró con más fuerza el cuchillo. Zande le había quitado a su madre; pues bien, ella le arrebataría todo lo que fuera suyo―… aunque no del todo.

«Recuerda, Hana. La muerte es sólo una alusión de la justicia. Si cruzas esa línea, no podrás volver atrás».

«Mira cómo piso tu maldita línea».

Y se giraría para cortarle la garganta con Arranca-corazones.

[Saxor]

Extrañamente, la estrategia de mi compañera tuvo un éxito arrollador: Cagnazzo, mucho más crédulo de lo que parecía, fue engañado completamente por el plan de Hana, y todos los sincorazón desaparecieron en una explosión de burbujas. No pude hacer otra cosa que quedarme con la boca abierta de la estupidez de nuestro enemigo (que además, no era mucho más fuerte que uno solo de nosotros).

—¡¡Pero esto qué es!! ¡Cómo habéis...! ¡¡Gabranth me mata!!

—Eso si no hacemos una sopa contigo antes.

Mientras Hana se partía de la risa, Higashizawa atacó al Villano Final con sus estacas de barro, pero no tardó en bloquearlas y preparar un ataque que parecía llamarse tsunami... y con ese nombre no podía ser una ola pequeñita lo que preparaba.

—¡Cuidado, hay que cubrirse de la-!

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Pero no hizo falta hacer nada. Como un rayo caído del cielo una persona en monopatín golpeó a la tortuga desde encima, impidiendo hacer cualquier ataque. Y reconocía tanto al monopatín como al chico que lo usaba como arma. Otro chico apareció entrando por la puerta del Distrito 1, que con un hechizo eléctrico evitó que nuestro enemigo hiciera un segundo ataque. Era un chico de pelo naranja, con unos cascos morados en las orejas y un reproductor mp3 colgando del cuello.

—¡Se acabaron tus payasadas, yo!

—Ya le has oído. Estás en menor número, bicho: entrégate o sufrirás más daños —tras amenazar a Cagnazzo, el chico de los cascos se dirigió a nosotros —. Epa... ¿Vosotros no sois...?

—¿Beat?

—¡Saxor, colega!

Mi ex-compañero del Reaper's Game... O al menos el de mi otro yo se adelantó al de pelo naranja y me rodeó el cuello con su brazo, usando el otro para revolverme el pelo con su puño. Mi expresión cambió por una más alegre (en comparación a mi cara normal, claro) en cuanto vi a mi compañero, ya que había estado preocupado por él desde que los recuerdos de mi otro yo habían vuelto a mí.

—¡Vale, vale, para! —pedí medio sonriendo —. ¡Me haces daño! —esperé a que Beat me soltara, Estaba muy aliviado, ya que había confirmado la seguridad de uno de mis dos amigos que vivían allí, quedando como el otro Atesaki —. ¿Cómo está Rhyme?

Mientras preguntaba a Beat por el estado de su hermana, el chico de los cascos y el cocinero tuvieron una corta conversación. Sumando que venía con Beat, que conocía a Higashizawa y que se llevaban mal entre ellos, significaba que debía de ser otro de los jugadores del Reaper's Game de Shibuya... Algo que dejaba solo un nombre en la lista: Neku. Cagnazzo pareció querer atacar otra vez, pero Neku utilizó su ataque eléctrico para volver a interrumpir su ataque de agua.

—¿Qué dices, tortuga? Somos cinco. Tú uno.

—Me rindo.

Acabábamos de entrar al mundo y ya teníamos a uno de los Villanos Finales como prisionero. Hana se acercó a mí para preguntarme que si podía dejarle sus esposas. Aquella tortuga podía ir a cuatro patas, así que bloquearle solo las delanteras no era buena idea. Se me ocurrió otra forma de atarle y que no pudiera tener mucha libertad de movimientos.

—¿Y-y si ponemos solo una de las esposas en sus patas delantera y trasera? Así le costará más escapar.

Aceptando mi proposición, usó sus propias esposas para atar una de sus patas traseras con la delantera, pero lo que me dijo después me dio muy mala espina. Decía que la única manera de asegurarse de que decía la verdad era con "trucos"...

—¿A-aguantar? ¿Q-qué vas...?

Oh... esto se pone divertido.

Que Xayim aprobara aquello era todavía peor. Lo que iba a hacer era una tortura para sonsacarle información... O esperaba que al menos fuera un farol, y no... cortase más dedos.

Oh, vamos Saxor. Estamos en guerra, ¿y te preocupas por una tortura? Tú no sobrevivirías ni a una guerra de pintura.

Por mucho que lo aborreciera, aquellas palabras tenían verdades como puños. Era una guerra, y en las guerras se mata, no se tiene compasión... Y nos había querido matar. Aún así, nuestra guerra era con Bastión Hueco, no con los Villanos Finales. ¿Y qué dirían los de Ciudad de Paso si veían a los portadores de la llave espada torturando y matando a sus prisioneros? Nada bueno. Si empezaba con el tercer dedo no lo soportaría más, y no me callaría. Aunque si Cagnazzo era de los que yo creía, con un solo dedo cortado ya estaría cantando como una cotorra. Lo que me asustó fue cuando dijo "aunque no del todo", e intenté impedir que le cortara el cuello... Lo peor que podía ocurrir era una muerte, así que intenté retener su brazo.

—¡¿P-pero qué haces?! He-emos venido a p-pedir que nos dejen ayudarlos... S-si sigues con est-to los de Ciudad de Paso pensarán peor de nosotros de lo que p-piensan ya.

[Suzume Mizuno]

Tierra de Partida

—¿Cómo está Rhyme?

—¡Bien! ¡Luego tienes que pasarte a verla, colega! —exclamó Beat, sonriente—. ¡No sabes qué sorpresa me he llevado al verte aquí, yo!

Entre tanto, Neku se ocupó de Cagnazzo y Hana se acercó a ellos y les indicó que fueran a vigilar las entradas. Neku y Beat se miraron entre sí. El primero asintió, sin añadir nada más y giró sobre sus talones para asegurar la plaza. Beat le hizo un gesto a Saxor, indicándole que hablaría con él más tarde, y se marchó de buen humor por haberse «reencontrado» con su compañero.

Cagnazzo se dejó esposar a regañadientes, entornando los ojos con furia, seguramente pergeñando para sus adentros alguna forma de librarse de aquello, de escapar o, quién sabe, de buscar una excusa para cuando se enfrentara a sus superiores. Miró con desconfianza a Hana cuando la joven se aproximó a él.

―Vamos a jugar a un juego. Yo hago las preguntas y tú respondes con lo que sabes. ¿Fácil, no? Es divertido si se hace bien. Pero si haces trampas, habrá castigo.

—Si te crees, sirenita, que voy a largar nada estás muy… ¡Eh!

Hana atrapó una de las muñecas de Cagnazzo, aplastándosela contra el suelo. La criatura, inmovilizada por culpa de las esposas, no pudo reaccionar a tiempo, aunque trató de forcejear. Hasta que el cuchillo, veloz y certero, le rebanó un dedo.

Cagnazzo emitió un aullido de dolor. Beat, Neku y Higashizawa, que se habían alejado para controlar las entradas y salidas, se volvieron bruscamente, atraídos por el grito. Beat lanzó una exclamación de sorpresa y horror al ver la sangre y comprender lo que estaba sucediendo.

— ¿Ves? Si juegas bien, conservarás los diecinueve dedos que te quedan. Y si no… bueno, creo que ninguno tendremos razones para mantenerte con vida cuando termine con tus dedos, la cola, los ojos, las orejas y empiece con la piel.

—¡¿P-pero qué haces?! He-emos venido a p-pedir que nos dejen ayudarlos... S-si sigues con est-to los de Ciudad de Paso pensarán peor de nosotros de lo que p-piensan ya.

Saxor, desde luego, tenía razón. Pero Hana no quiso escucharle, estaba más ocupada clavándole los ojos a Cagnazzo, bombardeándolo a preguntas.

—¡¡Sólo Hojo quiere a Cloud!! —bramó Cagnazzo—. ¡Yo estoy aquí para otra cosa, para otra cosa!

En ese instante, algo impactó contra el pómulo izquierdo de Hana. La muchacha sintió el golpe, lo escuchó, y después los músculos del cuello se le vencieron durante unos insoportables segundos. El impulso la lanzó al suelo, sin respiración, y el dolor se extendió rápidamente por toda su cabeza. Tendría la sensación de que se le había partido el hueso, pero no había llegado tan lejos… Por poco.

—¡Pero qué demonios estás haciendo, mocosa!—rugió el cocinero de Tierra de Partida—. ¿Desde cuándo los aprendices de Ronin se han convertido en torturadores?

Cagnazzo se arrastró lejos de Hana, gimoteando, al tiempo que Neku y Beat se acercaban a la carrera.

—¡Tú estás mal de la cabeza, tía! —farfulló el segundo, llevándose una mano al gorro para recolocárselo bien, y se volvió hacia Beat—. ¡Colega, tendrías que haberla detenido! ¿De qué va todo esto?

Neku no comentó nada, si bien clavó en Hana una mirada cargada de desprecio.

Higashizawa levantó a la muchacha por el cuello de la ropa, obligándola a ponerse en pie, y la sacudió con brusquedad.

—¡Eres una guardiana del equilibrio! ¿Cómo te atreves a recurrir a métodos tan sucios? ¡En una situación que no es desesperada!

Apenas Hana sí tuvo tiempo de responder porque, de pronto, los entrenados oídos de los aprendices reconocieron un sonido que les tuvo que poner los pelos de punta: la manifestación de Sincorazón. De muchísimos Sincorazón. Neku y Beat también se dieron cuenta, pero demasiado tarde:

Cuando quisieron darse cuenta se les había cortado la salida a la puerta que les llevaría al Distrito 1; un hombre revestido por una hermosa aunque siniestra armadura avanzaba hacia ellos, espada en ristre, a la cabeza de más de cuarenta Sincorazón voladores, que agitaban sus alas, ansiosos de devorar corazones tiernos y jugosos. Tras él, protegidos por sus huestes, aguardaban dos personas. Un hombre vestido con bata blanca y alguien encapuchado, bastante más bajo y ancho; apenas sí se le distinguían otros rasgos del rostro que unos resplandecientes ojos amarillos.

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No hubo palabras, ni declaración de guerra; el soldado, simplemente, se abalanzó hacia el frente. Higashizawa maldijo, soltó a Hana y se precipitó a interponerse en su camino, golpeando en el último instante el suelo y obligando al caballero a esquivar el ataque lanzándose a un lado.

—¡Doctor Hojo! —resopló Cagnazzo.

—Vaya, vaya, Cagnazzo, realmente no sirves para nada —comentó con displicencia el hombre de cabello moreno, limpiándose con desinterés las gafas con un pañuelo. Cuando se las colocó de nuevo sobre la afilada nariz, esbozó una sonrisa desagradable—. Siempre es un placer volver a ver a los Caballeros: a la gente de este mundo le encantará saberlo. Pero ya no tenéis nada que hacer, casi tenemos al Alcalde.

—¡Qué…!

—¡Beat! —rugió Neku, lanzando un electro contra un Sincorazón que se había abalanzado sobre él—. ¡Al Distrito 2, rápido!

Beat asintió y se apresuró a retroceder junto a su compañero.

—¡Vamos, Saxor!

Cagnazzo, entre tanto, luchaba por incorporarse; Hana no podría quitarle el par de esposas que había usado contra él, no había tiempo —a menos que se empeñara en ello, por supuesto— porque los Sincorazón se había desplegado alrededor del hombre de la armadura, a quien Higashizawa contenía a duras penas, en forma de media luna. La horda de criaturas amenazaba con cerrar sus brazos en torno a los aprendices y, de este modo, cortarles la retirada al Distrito 2, su única escapatoria.

¿Qué harían los aprendices?


****
Bastión Hueco


Cuando Ilana desapareció dentro de su cápsula, Reno pegó un respingo de la impresión. Pero luego masculló un insulto y comenzó a sacudirla con brusquedad, acercando el oído para comprobar si el condenado gato seguía ahí dentro. El ruido sordo se lo confirmó. Con una sonrisa vengativa, se aseguraría de ir sacudiéndolo cada poco tiempo para comprobar que su prisionero continuaba encerrado. No pararía, claro, hasta que Ilana decidiera reaparecer.

*

Alec y Ragun avanzaron hasta llegar al Distrito 4. Lo primero que vieron fue una hermosa fuente que resplandecía suavemente iluminada con luces artificiales.

Lo segundo, la montaña de basura.

Era enorme, de varios pisos de altura, y despedía un hedor que sin duda estuvo a punto de echarlos para atrás. La conformaba todo lo imaginable; casquetes, cubos, madera, restos de bicicletas, escritorios, sillas…

Y, sobre la cima, plantado orgullosamente y guardando un perfecto equilibrio, un joven de cabellos grises, pantalones desgarrados y sonrisa arrogante se llevaba un megáfono a la boca:

—¡Vas a tener que ser más rápida o mi voz va a destrozarte los oídos!

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Y fue como había dicho; su voz se incrementó hasta tal nivel que los cristales de las ventanas se estremecieron y obligó a Alec y Ragun a cubrirse los tímpanos. Después escucharon un alarido furioso:

—¡Voy a cortarte en pedazos, inmundo!

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Una mujer con una larga melena rubia, muy ligera de ropa descendió a toda velocidad desde lo alto acompañada por un rugido abrumador de viento: extendió los brazos al frente y dos torbellinos se precipitaron contra la pirámide de basura. El joven saltó hábilmente hacia atrás, soltando una risotada descarada.

—¡Vas so zetta slow! ¡Esa puntería!

La mujer voladora gritó y preparó un nuevo ataque, que el joven esquivaría.

No tardarían mucho en percatarse de la presencia de los aprendices. Era su momento, antes de que dejaran de pasar desapercibidos.

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Hana
VIT: 38/40
PH: 18/28

Saxor
VIT: 46/46
PH: 23/30

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Bueno, pues me toca llevaros hasta el final. Seguiré en la medida de lo posible el guión que Narrador había preparado para la trama, aunque todo dependerá de vuestras acciones, claro (¡me vais a obligar a trabajar de más lo veo!)

Fecha límite: viernes 3 de octubre

[LightHelco]

—¡MIAU!

La ilusión desapareció en el momento en que el tonto del pelaje rojo intentó hacer un batido de gato conmigo. Me llevé las zarpas a la cabeza lloriqueando por los golpes que me había dado, aparte de bobo también era un maltratador de animales y eso que Alec le había avisado de que me tratase bien, ¡humano tonto!

Lanzando algunos maulliditos más para intentar darle pena al menos al humano oscuro, me hice un ovillo en el fondo de la jaula y esperé a que al menos pensaran darme algo de comer, ni ellos podían saber cuando vendría mi Brujo a buscarme.

—Yo solo quería protegerlo como me enseño mama, ¡todo es culpa tuya, humano tonto! —le gruñiría la siguiente vez al del pelaje rojo si decidía enseñar su fea cara.

* * *

Y yo pensaba que los otros dos no eran lo suficientemente raros, ahora teníamos que lidiar con la dama de compañía ventolera y un tio con un megáfono subido a… ¿una torre de basura? No terminaba de entender este nuevo tipo de arte tan modernista.

Por lo que había mencionado el pelirrojo, el que se había llevado el cargamente de la nave era bastante dado a la recolección de basura, por lo que era de suponer que el joven del megáfono debía ser el ladrón, eso o estábamos apunto de cometer un gravísimo error. Fuera lo que fuese, decidí simplemente mirar como seguía aquella comica escena.

—¿Tienes algún plan? Esto parece que va a tirar para largo y tampoco quiero estar separado de mi familiar mucho tiempo —me dirigí a Ragun esperando que el chico tuviese alguna idea para lidiar con aquellos dos.

Viendo que este tampoco tenía mucha idea de lo que hacer, decidí finalmente dar un paso al frente y acercarme algo más a la torre artística del joven del megáfono, aunque no mucho ya que aun le tenía aprecio a mis oídos.

—Siento interrumpir esta interesante conversación que teneis aquí, pero me gustaría saber si tú has sido la persona que se ha llevado el cargamento de la nave que se ha estrellado en el distrito —les corté finalmente hablándole al joven —. Si es así te pido que nos lo devuelvas, es importante para los habitantes de la ciudad.

Sobretodo para mí si quería reunirme con Ilana rápido. Me imaginaba que el tipo me respondería gritándome con el megáfono, pero a saber que quería la chica del viento. Su forma de vestir era realmente extraña para ser de un mundo mundano como Ciudad de Paso y tampoco creo que fuera normal eso de volar, por lo que me intentaría mantener alerta tanto con ella como con el artista para ver si alguno se tenía que llevar un hechizo Piro en la cara.

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Alec usara Piro contra cualquiera de los dos individuos si estos muestran intenciones hostiles, si no seguira tragandose cualquier discurso de megafono que tenga preparado Sho.

[Nell]

Saxor trató de advertirla, pero no le hizo ni caso. Estaba demasiado concentrada en sus planes, en llevar a cabo ese pedacito de venganza que acababan de brindarle en bandeja. No se dio cuenta de los errores que cometía ni cuándo Beat se espantó de lo que hacía.

—¡¡Sólo Hojo quiere a Cloud!! —bramó Cagnazzo—. ¡Yo estoy aquí para otra cosa, para otra cosa!

Y pronto tendría la confesión. ¿No estaba siendo absurdamente fácil?

Entonces, Higashizawa intervino propinándole uno de los mayores puñetazos que se llevaría Hana en toda su (larga) vida. Aparte de pillarla por sorpresa, la dejó confundida un momento en el suelo, completamente desorientada y sin ser capaz de explicarse qué acababa de pasar.

—¡Pero qué demonios estás haciendo, mocosa! ¿Desde cuándo los aprendices de Ronin se han convertido en torturadores?

«Cállate y déjame terminarlo. Estoy tan cerca…».

Todavía seguía en el suelo, turbada y sin prestar atención a lo que ocurría a su alrededor, cuando el cocinero la alzó al vuelo para seguir espetándole sus acciones:

—¡Eres una guardiana del equilibrio! ¿Cómo te atreves a recurrir a métodos tan sucios? ¡En una situación que no es desesperada!

―¡¡ESTO ES LA GUERRA!! ―Fue lo único capaz de escupirle, incoherentemente porque Cagnazzo no era exactamente un enemigo de guerra puesto que no pertenecía a Bastión Hueco, antes de que apareciera la nueva presencia que se cernía sobre ellos.

No pudo decirle nada más de lo que pensaba. O, mejor dicho, de la excusa que quería darle para sus motivaciones. Porque era obvio que no aceptaría la venganza como una, puesto que era uno de esos «guardianes del equilibrio» y todas esas ñoñerías. ¡Tonterías! Si estaba en su mano, haría todo lo que le viniese en gana con tal de conseguir sus fines.

Los demás se olvidaron de ella enseguida para centrarse en la nueva amenaza. Aparte de los sincorazón, hicieron acto de presencia varios hombres procedentes del gran portón cercano a ellos. El del medio, llevaba una armadura que le cubría por completo; y a su espalda, uno con bata y otro tapado. Higashizawa soltó a Hana, que se dejó caer de rodillas al suelo, y se lanzó a por el aparente líder.

«Os dije que se acababa el tiempo. Demasiado tarde», quiso regodearse, aunque no era situación propicia para mencionarlo en voz alta.

—¡Doctor Hojo!

—Vaya, vaya, Cagnazzo, realmente no sirves para nada. ―Era toda una delicia escuchar que ni dentro de su organización era muy querido―. Siempre es un placer volver a ver a los Caballeros: a la gente de este mundo le encantará saberlo. Pero ya no tenéis nada que hacer, casi tenemos al Alcalde.

—¡Qué…!

—¡Beat! ¡Al Distrito 2, rápido! ―ordenó Neku. Hana no entendía nada. Si casi tenían al alcalde, ¿por qué despachaban a esos individuos y recuperaban al hombre? ¿¡No iban a intentar la lucha!?

—¡Vamos, Saxor!

Observó los intentos de Cagnazzo por avanzar y la avanzadilla de sincorazón que trataba de cortarles el paso. No conocía la ciudad, pero vería que Neku y Beat trataban de subir la rampa oculta del otro lado y deduciría que ese era su objetivo.

―Saxor, márchate con ellos ―dijo, con una aparente calma. El golpe la había enrabietado, pero la nueva situación le daba una especie de falsa seguridad, como si supiera que podía manejarla―. Cubriré lo que pueda vuestra huida y me quedaré con el cocinero idiota ―se puso finalmente en pie, mirándole fijamente―. Y recuerda: su objetivo no es Cloud.

No se sentía culpable por lo que había pasado. Si le hubieran dejado seguir con lo suyo, tendrían sus respuestas, a Cagnazzo muerto y una retirada más tranquila. Sin embargo, sí reconocía que quizá, y sólo quizá, algo había hecho mal. Por eso, no quería dejar las cosas como estaban. Tenía que solucionarlo, de algún modo.

Y acabar el trabajo, si se podía. Al diablo se fueran los pacificadores como Ronin o Higashizawa.

Se pondría delante de Cagnazzo, para cortarle el acercamiento que hacía progresivamente hacia su bando, y trataría de mediar entre ese frente y colocarse entre el ejército de ojos amarillos y los chicos, mientras llegaban a la rampa y subían a donde quiera que quisieran ir ahora. Mataría sincorazón con la Llave Espada y, en caso de agruparse muchos, usaría un Aturdidor para deshacerse de unos cuantos de un plumazo.

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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] [Fuerza: 12] Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.

[Sombra]

Alec y yo llegamos sin ningún incidente al cuarto distrito de la ciudad. Nunca había llegado a visitar aquella zona y jamás habría imaginado que pudiese existir una fuente tan bonita en mitad de la urbe. Era una lástima que una estampa digna de una fotografía se viese corrompida por una montaña de basura.

Aquel montículo no era para nada como si alguien cogiese un montón de chatarra y simplemente lo acumulase formando una montaña, era como si tuviese un cierto orden que le permitía elevarse a varios pisos de altura como si fuese un torreón hecho de basura. Había toda clase de cosas allí, muebles viejos, máquinas expendedoras, conos... Era bastante sorprendente ver que se podía mantener en pie y que no pareciese inestable.

—El cargamento de la nave debe estar aquí —deduje a pesar de no tener la certeza de que aquello fuese realmente cierto.

Sobre el montón de basura, como si fuese un trono había un joven con una gorra y cabello gris y largo. Su forma de vestir era comparable a la de un macarra, sonreía con superioridad y se llevó a la boca un megáfono que llevaba en una de sus manos.

—¡Vas a tener que ser más rápida o mi voz va a destrozarte los oídos! —gritó. Tuve que cubrirme los oídos para no acabar sordo.

—¡Voy a cortarte en pedazos, inmundo! —respondió una fémina rubia que no había llegado a ver hasta aquel momento.

No podía negar que se ganaba mi atención debido a sus prendas de ropa casi inexistente y porque estaba cayendo sobre aquel tipo con dos torbellinos que se lanzaron contra la estructura de basura. El del megáfono saltó hacia atrás mientras se reía.

—¡Vas so zetta slow! ¡Esa puntería! —se burló mientras que la mujer gritaba fustrada.

Un nuevo torbellino apareció siendo lanzado contra el macarra, que nuevamente esquivó el ataque con insultante facilidad.

—¿Tienes algún plan? Esto parece que va a tirar para largo y tampoco quiero estar separado de mi familiar mucho tiempo —preguntó Alec en ese momento. Ladeé la cabeza sin saber muy bien como reaccionar.

Se suponía que aquel tipo era El Basurero del que habían hablado, (o eso suponía) por lo que debía saber donde estaba la mercancía, pero por otro lado... ¿Quién demonios era aquella mujer? Llevaba menos ropa que yo y todo.

—Podemos dejar que se maten entre ellos y luego recoger lo que nos pidieron —razoné. No sabía que ocurría, pero prefería no meterme en una pelea así. Prefería intervenir cuando estuviesen debilitados, no ahora que todavía podían luchar.

Alec decidió en ese momento avanzar. Sabiendo lo que pretendía hacer me escondí tras la fuente empezando a bordearla desde el otro lado. De esa forma, si ocurría algo al menos tendría el factor sorpresa para ayudar a mi compañero.

—Siento interrumpir esta interesante conversación que teneis aquí, pero me gustaría saber si tú has sido la persona que se ha llevado el cargamento de la nave que se ha estrellado en el distrito —se disculpó por haber cortado de golpe aquella "disputa amorosa" —. Si es así te pido que nos lo devuelvas, es importante para los habitantes de la ciudad.

Esperé a ver la reacción del peligris y la rubia, obviamente no iba a permitir que un compañero mío fuese herido de ninguna forma, por lo que si alguno de los dos pretendía atacar a Alec le dispararía un Láser Oscuro desde mi posición. Ambos se centrarían en Alec, por lo que dudaba que pudiesen verme salvo que buscasen expresamente a un apoyo.

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▪ Láser oscuro (HM) [Nivel 7] [Requisitos: Afinidad a Oscuridad, Flama Tenebrosa] El usuario comprime una Flama Tenebrosa y la expulsa en forma de fino rayo laser que alcanza grandes velocidades y una larga distancia.

[Suzume Mizuno]

Tierra de Partida

Hana decidió cortar el paso a Cagnazzo y realizó un Aturdidor cuando los Sincorazón trataron de abalanzarse sobre ella. Tal y como había esperado, consiguió librarse de unos cuantos y despejar de enemigos sus alrededores durante unos segundos. Entre tanto Neku y Beat los dejaron atrás. Saxor no reaccionó a la llamada de este último y, cuando quiso darse cuenta, varios Sincorazón se arrojaron contra él, aplastándolo bajo su peso. Se llevó varios cortes y una garra se hincó en su pecho, buscándole el corazón.

—¡Maldita sea!—rugió Higashizawa, esquivando una embestida de Gabranth—.¡Estúpidos, teníais que aprovechar para…!

—No deberías dar la espalda a tu enemigo—señaló Gabranth, dando un tajo con su arma, limpiándola así de sangre.

Higashizawa se dobló por la mitad, llevándose una mano a la herida del costado.

—¡¡Sirenitaaaaaaaaaaa!!

Cuando Hana escuchó la llamada de Cagnazzo fue demasiado tarde; la criatura, con una sonrisa cruel y una chispa de venganza en los ojos, se había incorporado como había podido y, bajo sus patas, se acumulaba una inmensa cantidad de agua. En cuestión de un parpadeo, un poderoso tsunami se llevó a la muchacha por delante, haciéndole perder momentáneamente el conocimiento.

Cuando lo recuperó fue por culpa de un poderoso grito de esfuerzo. Una manaza inmensa se cerró en torno a su brazo izquierdo, cortándole la circulación. Higashizawa había conseguido escapar por un instante de Gabranth para atraparlos a ella y a Saxor. El cocinero cogió impulso y gritó:

—¡Salvad al alcalde! ¡Es nuestra única oportunidad!

Y, entonces, Hana y Saxor volaron —lo cual serviría para secar rápidamente la cola de Hana, si es que esta había llegado a salir—. Higashizawa los lanzó por encima de una horda de Sincorazón, hacia la salida por la que se habían marchado Neku y Beat. Se llevaron un buen mamporro contra el suelo, pero al menos les ahorró recorrerse toda la plaza.

Entre tanto, Higashizawa desapareció bajo un centenar de Sincorazón, lanzando gritos de lucha.

—No me entusiasma, pero tendréis que ir tras ellos. ¡Scarmiglione! Asegúrate de matarlos. ¡O mejor! ¡Tráelos! Siempre es bueno tener nuevos sujetos de prueba.

—Sssí, doctor.

Entre tanto, los Sincorazón se habían girado hacia Saxor y Hana y amenazaban con saltar sobre ellos.

Podían escoger, por supuesto. Pero Higashizawa se había sacrificado para darles una oportunidad de sobrevivir…

El resto, estaba en sus manos.

****
Bastión Hueco

—Siento interrumpir esta interesante conversación que teneis aquí, pero me gustaría saber si tú has sido la persona que se ha llevado el cargamento de la nave que se ha estrellado en el distrito. Si es así te pido que nos lo devuelvas, es importante para los habitantes de la ciudad.

La mujer, que hasta ese momento había puesto todos sus esfuerzos en intentar cortar en pedazos al joven, se giró bruscamente al escuchar una voz desconocida. Justo al mismo tiempo que Ragun se apresuraba a ocultarse a la vista.

—¡No nos interrumpas, niñato!—Y arrojó un torbellino de viento contra Alec.

El muchacho trató de contrarrestarlo con un Piro, que se deshizo sin apenas resistencia en medio del pequeño huracán. Lo alcanzó de lleno, haciéndolo dar dos vueltas de campana y cortándole en brazos y piernas antes de dejarlo caer de bruces sobre un montón de chatarra.

A la vez, Ragun disparó un Láser Oscuro. Su enemiga no se lo esperaba y lo recibió en pleno costado, lo cual la hizo caer un par de metros en picado y estamparse contra una mesa, derribándola.

—¡¡Mi arte!!—rugió el tal Basurero, con el megáfono en la boca.

El ataque dio de lleno a la mujer, haciéndola volar por los aires y caer al suelo, magullada de arriba abajo y escupiendo sangre. Los miró a todos con rabia entre los mechones de cabello rubio.

—¡Ahora reís! ¡Pero Ciudad de Paso caerá y será nuestra!—farfulló, con la voz quebrada por el dolor.

Al ver que el joven se llevaba el megáfono a los labios, la mujer saltó hacia atrás, se elevó rápidamente en el aire y se alejó a toda velocidad por encima de los edificios. Hubo unos instantes de silencio, durante los cuales los tres aguardaron, por si acaso todavía les esperaba alguna otra sorpresa. Como no fue así, el Basurero bajó con ágiles saltos por su montaña de arte hasta aterrizar frente a los dos aprendices de Bastión Hueco sin esfuerzo alguno. Se recolocó la gorra y estiró los brazos cruzándolos por delante del pecho mientras exclamaba con desdén:

—¡Sois zetta lentos! ¡Llevaba mucho esperándoos!—Se colgó el megáfono del cinturón y los apuntó con un dedo—. Sois vosotros dos los agentes esos, ¿no? El bajito y el rudo, ¿no? —No esperó a que contestaran, sino que se giró y señaló hacia lo que parecía que ser un arma un poco extraña, más futurista, pero que se asemejaba bastante a una ametralladora—. Queréis esto, ¿no? ¡Pues no os lo voy a dar a menos que demostréis que servís para algo! —Sonrió con superioridad y les dio la espalda—. Vamos primero a salvar al alcalde. Entonces os veremos si merecéis algo de mi obra de arte

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Hana
VIT: 30/40
PH: 10/28

Saxor
VIT: 39/46
PH: 23/30

Alec
VIT: 14/18
PH: 23/26

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Ausencias:

Saxor (I)

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Fecha límite: jueves 9 de octubre

[Nell]

Vio de reojo cómo Saxor era atacado por un grupo de sincorazón, cortándole la huida, pero no pudo ir a ayudarle porque tenía sus propios problemas. Se enfrentaban de nuevo, efectivamente, contra todo un ejército. Y la misma táctica no le serviría dos veces, teniendo a Cagnazzo cerca para advertirles. Además, no parecían tan idiotas.

Se concentró en su combate, pese a saber que Higashizawa luchaba contra el líder del bando enemigo. Seguía encabronada con él. Enfurruñada, como una niña.

¡Que se las apañara solo ya que tantos escrúpulos tenía!

—¡¡Sirenitaaaaaaaaaaa!!

Se dio la vuelta ante la llamada, pero ya era demasiado tarde. A pesar de estar esposado, Cagnazzo seguía siendo su enemigo y se había olvidado por completo de él. Vio el agua brotar bajo sus pies, su sonrisa malvada y supo lo que se le venía encima. Mientras el tsunami la arrastraba, lo único que pudo hacer fue maldecir nuevamente al cocinero por no dejar que acabase con él.

Cuando despertó, por culpa de un grito que no fue capaz de identificar, se sintió desorientada. A juzgar por los ruidos de fondo, la pelea continuaba, pero no podía saber si habían pasado segundos, minutos u horas desde que cayera inconsciente. No necesitó reponerse rápido, porque la manaza de Higashizawa le agarró el brazo izquierdo y la alzó al aire.

—¡Salvad al alcalde! ¡Es nuestra única oportunidad!

Voló con Saxor, literalmente, por encima de todos los enemigos y se estampó contra el suelo, en la cima de la rampa. No se había transformado en ningún momento, por suerte, así que lo único que tuvo que hacer es ponerse en pie, revisarse las heridas y movilizar las piernas, para lo que sospechaba que se avecinaba.

—No me entusiasma, pero tendréis que ir tras ellos. ¡Scarmiglione! Asegúrate de matarlos. ¡O mejor! ¡Tráelos! Siempre es bueno tener nuevos sujetos de prueba.

—Sssí, doctor.

Ser sujeto de prueba no estaba en sus planes de futuro. Y ya había comprobado que no tenía nada que hacer contra los sincorazón.

―Alejémonos ―les apresuró Hana, corriendo hacia el portón que les sacaría del Distrito Tres, tal y como Higashizawa había querido―. Tenemos otra misión más.

«Averiguar qué quieren aparte de Cloud», pensó para sí misma. Y puesto que eso no lo dirían tan fácilmente, y nadie salvo ella estaba dispuesta a usar métodos bárbaros, se la adjudicó a sí misma.

Seguiría las órdenes del cocinero, por el momento, dejándose guiar por Neku y Beat hasta el dichoso Alcalde, si no lo habían capturado ya. Cagnazzo volvía a estar a salvo con aquel grupito, lejos de ella; pero cualquier día, fuera aquel mismo u otro, se rencontrarían. Y acabaría con él.

[LightHelco]

—¡No nos interrumpas, niñato! —gritó la mujer antes de lanzarme uno de sus torbellinos.

Inmediatamente envié mi ataque de fuego contra ella, pero este no era lo suficientemente poderoso como para hacer frente al viento y acaba extinguiéndose dejando que el vendaval me diera de lleno. Fui lanzado contra la torre de arte sufriendo allí varios cortes en mis extremidades y consiguiendo que estas no reaccionaran momentáneamente, lo cual no permitió enviar otro ataque de fuego contra la mujer a modo de respuesta.

Varios ataques volaron entonces contra la mujer, uno por parte de Ragun que la hizo derribar una mesa de la pila de basura y el otro por parte del artista al ver en peligro su obra. Para ello uso su ¿megafono? Había visto armas raras y tenía bastante en cuenta las usadas en el Reaper’s Game gracias a Joker, pero un megáfono como arma me resultaba de lo más curioso. La cuestión es que el chico consiguió derribar sin problemas a la chica de viento sacándole algo de sangre.

—¡Ahora reís! —gruñó la mujer mostrando su enfado — ¡Pero Ciudad de Paso caerá y será nuestra!

Con aquellas últimas palabras, la elemental de viento se elevó en el aire huyendo del lugar y haciendo que fuera imposible seguirla sin usar un medio aéreo. No quería dar las cosas por sentado, pero o existía un segundo grupo de criminales que buscaban causar el caos por los mundos o tal y como había leído en el periódico, esa mujer era una integrante de los Villanos Finales.

—La siguiente vez que la veamos creo que podremos tratarla de Villana Final sin problema alguno, ¿no? —le pregunté a Ragun tras levantarme y limpiarme un poco el traje —. Estoy bien, no ha sido nada lo del viento de esa mujer —le diría por si el chico mostraba alguna preocupación debido al ataque que había recibido.

Aprovechando que el peligro había pasado, el artista decidió bajar de su obra de arte y dirigirse a nosotros confundiéndonos con la amable pareja que se había llevado a Ilana. Miré curioso a Ragun debido a la descripción que el chico había dado del pelirrojo y su compañero (descripción muy acertada además), ya que no conseguía incorporar las palabras bajito y rudo a mi persona, las dos se las llevaba Ragun.

—Queréis esto, ¿no? —señaló el joven apuntando con su mano a una extraña arma con un aspecto demasiado adelantado a la época en la que vivía mi mundo, incluso más aun que la que debían vivir en Ciudad de Paso —¡Pues no os lo voy a dar a menos que demostréis que servís para algo!

¡Oh, venga ya! ¿Y además nos trataba de inferiores? La había robado del cargamento, lo menos que podía hacer era dárnosla para que se la entregásemos a ese par de idiotas y recuperara a mi gata. Estuve a poco de cantarle las cuarenta a ese intento de escultor y que tuviese claro que los elegidos de la Llave Espada no eramos unos recaderos a los que podían ir mangoneando. Pero me tuve que callar debido a que tampoco estaba por la labor de causarle problemas a mi compañero.

—No me importa ayudar con lo del alcalde y cualquier otro problema grave que haya en la ciudad, pero no me gusta nada su actitud —le hice saber al aprendiz posando mis ojos en el arma, demasiado grande para moverla con mi magia —. Pero tampoco tenemos otra opción, ese aparatejo debe pesar la vida y más, si intentaramos cogerlo lo descubriría… espero que al menos no nos de la patada tras que salvemos el día.

Porque como lo hiciera podía jurar por todos mis ancestros que le hacia comerse el megáfono.

[Sombra]

—Siento interrumpir esta interesante conversación que teneis aquí, pero me gustaría saber si tú has sido la persona que se ha llevado el cargamento de la nave que se ha estrellado en el distrito. Si es así te pido que nos lo devuelvas, es importante para los habitantes de la ciudad —interrumpió Alec el combate que se estaba llevando a cabo. Me pareció una soberana estupidez, pero por suerte me había preparado para ello para tomar por sorpresa si intentaban cualquir cosa.

La mujer se detuvo de golpe y se giró hacia el brujo.

—¡No nos interrumpas, niñato!—gritó lanzando un torbellino en dirección al aprendiz. Alec trató de hacer que el hechizo impactase contra un Piro que lanzó, sin embargo éste se desvaneció ante el impacto con el ataque como si jamás hubiese sido lanzado.

Alec salió volando hacia atrás dando varias vueltas en el aire y recibiendo unos cuantos cortes hasta impactar sobre la escultura de basura.

—¡Láser Oscuro! —respondí a la mujer disparando otro hechizo como venganza. Como estaba concentrada con Alec no pudo ver mi ataque ni evitarlo, por lo que impactó contra su costado lanzándola hacia una mesa que derribó en el proceso.

—¡¡Mi arte!!—chilló a través del megáfono. Una especie de "onda" de sonido (o algo así tuvo que ser) hizo volar nuevamente a la mujer como si fuese una muñeca de trapo hasta que cayó al suelo. La hermosa joven escupió sangre y nos observó con odio.

—¡Ahora reís! ¡Pero Ciudad de Paso caerá y será nuestra!—setenció dolorida.

<<¿Nuestra? ¿Acaso es de los Villanos Finales?>>

El basurero volvió a colocar el megáfono a sus labios y como reflejo la Villana Final retrocedió de un salto para flotar en el aire y alzarse sobre uno de los edificios. No tardó en desaparecer sobre los tejados. Todos nos mantuvimos en un tenso silencio esperando escuchar el viento afilado tratando de mutilarnos, sin embargo no pasó nada.

—La siguiente vez que la veamos creo que podremos tratarla de Villana Final sin problema alguno, ¿no? —preguntó.

—La próxima vez la atacaremos a matar —informé al aprendiz para que se fuese preparando mentalmente. Si ambos habíamos llegado a la misma conclusión de que era una Villana Final no podíamos estar equivocados y tendríamos que acabar con ella y a cualquiera de sus compañeros. ¿Eso hacía al basurero nuestro aliado?—. ¿Te ha herido?

—Estoy bien, no ha sido nada lo del viento de esa mujer.

—No vuelvas a interferir así en un combate, podría haber sido mucho peor y no sabemos si tiene alguna habilidad letal —pedí con un deje de preocupación en mi voz.

—¡Sois zetta lentos! ¡Llevaba mucho esperándoos!—nos recriminó colocando su particular arma en su cinturón—. Sois vosotros dos los agentes esos, ¿no? El bajito y el rudo, ¿no? —el hombre sacó de algún sitio una metralleta enorme de aspecto similar a las que tenían en Espacio Profundo y nos la mostró—. Queréis esto, ¿no? ¡Pues no os lo voy a dar a menos que demostréis que servís para algo! —se giró sonriente—. Vamos primero a salvar al alcalde. Entonces os veremos si merecéis algo de mi obra de arte

Intercambié una rápida mirada con Alec y asentí tratando de indicarle que debíamos aceptar.

—No me importa ayudar con lo del alcalde y cualquier otro problema grave que haya en la ciudad, pero no me gusta nada su actitud —me comentó en voz baja de manera que no pudiese escucharnos aquel extraño personaje—. Pero tampoco tenemos otra opción, ese aparatejo debe pesar la vida y más, si intentaramos cogerlo lo descubriría… espero que al menos no nos de la patada tras que salvemos el día.

—Si quiere ayudar al alcalde y le ayudamos la relación de Bastión Hueco con Ciudad de Paso podría mejorar —medité llevándome una mano al mentón—. Podemos hacer nuestra misión y lavar la cara de Bastión Hueco, dos en uno. Odio que todo el mundo piense que somos unos "destruye-mundos".

Así pues, tendríamos que ayudar a aquella persona.

—¿Y cómo decías que te llamabas? —pregunté al basurero—. Nosotros no somos Reno ni Rude, pero venimos en su nombre. Somos Alec —señalé a mi compañero—. Y Ragun.

[Saxor]

Hana no hizo caso a lo que decía, pero fue detenida por Higashizawa. Y como había predicho, ahora Beat y Neku miraban a Hana con desprecio, y ante a los gritos de Higashizawa solo respondió una cosa:

―¡¡ESTO ES LA GUERRA!!

Aquella palabra la odiaba cada día más. Porque la guerra lo único que hacía era corromper a ambas partes. Ningún lado estaría exento de culpa, porque verían al bando contrario más culpables que ellos, y aumentarían los castigos a la menor ocasión. Pero Hana no estaba usando esa excusa con un miembro de Bastión Hueco, sino contra un enemigo ajeno a la guerra (aparentemente). Aquel era un asunto externo, y sus acciones nos ponían en enorme desventaja. Pero no tuve tiempo de pensar en nada más.

Dos instintos diferentes saltaron en mi interior en cuanto oí el sonido de sincorazón emblema manifestándose. No era unos pocos, sino muchos. Y ambos instintos buscaban lo mismo, aquellos corazones que los sincorazón tenían. Me sacudí la cabeza inmediatamente y me puse en guardia, pero... eran demasiados. Y no vinieron solos: más personas llegaron junto a ellas, seguramente del mismo grupo. Era un tipo con bata de laboratorio, un hombre con una voluminosa armadura y un hombre encapuchado. El miembro atado confirmó mis sospechas y el nombre del hombre al que más recelo le tenía en esos instantes.

—¡Doctor Hojo!— un nombre al que desconfiar... Bueno, al menos tenía un único nombre.

—Vaya, vaya, Cagnazzo, realmente no sirves para nada. Siempre es un placer volver a ver a los Caballeros: a la gente de este mundo le encantará saberlo. Pero ya no tenéis nada que hacer, casi tenemos al Alcalde.

¡Mierda!

—¡Beat! ¡Al Distrito 2, rápido!

—¡Vamos, Saxor!

―Saxor, márchate con ellos. Cubriré lo que pueda vuestra huida y me quedaré con el cocinero idiota Y recuerda: su objetivo no es Cloud.

—¿Eh? Pe-pero...— Se suponía que debía de quedarme junto a Higashizawa. Una pequeña duda se sembró en mi interior, pero no hubo tiempo de pensar más en ello...

¡Cuidado imbécil!

...Ya que una ola de sincorazón se me vino encima. Me llevé varias heridas mientras intentaba defenderme, y todo por culpa de mis dudas. Seguía siendo un maldito novato que no tenía apenas recuerdos de todos los años de adiestramiento que se suponía que había tenido, y eso era mucho peor. Entonces, tras el grito de Cagnazzo pude salir de aquella maraña de sombras gracias a Hihasizawa.

—¡Salvad al alcalde! ¡Es nuestra única oportunidad!

Apenas pude asentir antes de ser lanzado por los aires, acabando estampados contra el suelo. No tardé en levantarme.

—No me entusiasma, pero tendréis que ir tras ellos. ¡Scarmiglione! Asegúrate de matarlos. ¡O mejor! ¡Tráelos! Siempre es bueno tener nuevos sujetos de prueba.

—Sssí, doctor.

Demasiado tarde, bastardo, y no pienso volver a serlo.

―Alejémonos. Tenemos otra misión más.

Ambos seguimos a Beat y a Neku, para salvar al alcalde.

[Saxor]

Hana no hizo caso a lo que decía, pero fue detenida por Higashizawa. Y como había predicho, ahora Beat y Neku miraban a Hana con desprecio, y ante a los gritos de Higashizawa solo respondió una cosa:

―¡¡ESTO ES LA GUERRA!!

Aquella palabra la odiaba cada día más. Porque la guerra lo único que hacía era corromper a ambas partes. Ningún lado estaría exento de culpa, porque verían al bando contrario más culpables que ellos, y aumentarían los castigos a la menor ocasión. Pero Hana no estaba usando esa excusa con un miembro de Bastión Hueco, sino contra un enemigo ajeno a la guerra (aparentemente). Aquel era un asunto externo, y sus acciones nos ponían en enorme desventaja. Pero no tuve tiempo de pensar en nada más.

Dos instintos diferentes saltaron en mi interior en cuanto oí el sonido de sincorazón emblema manifestándose. No era unos pocos, sino muchos. Y ambos instintos buscaban lo mismo, aquellos corazones que los sincorazón tenían. Me sacudí la cabeza inmediatamente y me puse en guardia, pero... eran demasiados. Y no vinieron solos: más personas llegaron junto a ellas, seguramente del mismo grupo. Era un tipo con bata de laboratorio, un hombre con una voluminosa armadura y un hombre encapuchado. El miembro atado confirmó mis sospechas y el nombre del hombre al que más recelo le tenía en esos instantes.

—¡Doctor Hojo!— un nombre al que desconfiar... Bueno, al menos tenía un único nombre.

—Vaya, vaya, Cagnazzo, realmente no sirves para nada. Siempre es un placer volver a ver a los Caballeros: a la gente de este mundo le encantará saberlo. Pero ya no tenéis nada que hacer, casi tenemos al Alcalde.

¡Mierda!

—¡Beat! ¡Al Distrito 2, rápido!

—¡Vamos, Saxor!

―Saxor, márchate con ellos. Cubriré lo que pueda vuestra huida y me quedaré con el cocinero idiota Y recuerda: su objetivo no es Cloud.

—¿Eh? Pe-pero...— Se suponía que debía de quedarme junto a Higashizawa. Una pequeña duda se sembró en mi interior, pero no hubo tiempo de pensar más en ello...

¡Cuidado imbécil!

...Ya que una ola de sincorazón se me vino encima. Me llevé varias heridas mientras intentaba defenderme, y todo por culpa de mis dudas. Seguía siendo un maldito novato que no tenía apenas recuerdos de todos los años de adiestramiento que se suponía que había tenido, y eso era mucho peor. Entonces, tras el grito de Cagnazzo pude salir de aquella maraña de sombras gracias a Hihasizawa.

—¡Salvad al alcalde! ¡Es nuestra única oportunidad!

Apenas pude asentir antes de ser lanzado por los aires, acabando estampados contra el suelo. No tardé en levantarme.

—No me entusiasma, pero tendréis que ir tras ellos. ¡Scarmiglione! Asegúrate de matarlos. ¡O mejor! ¡Tráelos! Siempre es bueno tener nuevos sujetos de prueba.

—Sssí, doctor.

Demasiado tarde, bastardo, y no pienso volver a serlo.

―Alejémonos. Tenemos otra misión más.

Ambos seguimos a Beat y a Neku, para salvar al alcalde.