[Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Trama de Simbad y Saeko + Kousen + Bavol

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Ronda 4

Notapor Tanis » Lun Oct 13, 2014 10:13 pm

Kousen y Bavol


Parece que tu aparición ha causado un poco de revuelo, muchacho —La voz del mandril sonaba fluida, anciana, pero con un simpático acento que no lograrían identificar—. También el comentario de tu pequeño amigo.

No parecía enfadado. Yami caminaba en silencio junto a Kousen, con una expresión más seria y pensativa con la que miraba de vez en cuando al mandril, y también a Kousen y a Bavol. Se estaban acercando cada vez más a la Roca gracias al paso más fluido que ofrecía el respeto al simio, a cuyo paso se abrían todos los demás animales. Kousen notaría aún así, todas las miradas al pasar, menos hostiles y más curiosas eso sí, mientras acompañaba al mandril.

El Rey Mufasa estará encantado de tener a un joven león de otro reino hoy en la presentación de su hijo, no tienes que preocuparte. Pero es normal que los súbditos se sientan amenazados.

>>Hace poco que el rey legítimo volvió de su exilio y la idea de que puedan volver a usurparle el trono pone nerviosos a los demás. No te preocupes, Mufasa te dará la bienvenida personalmente.


El anciano simio se detuvo al pie de la gran Roca y se apoyó en su bastón al mismo tiempo que elevaba la vista. Un murmullo general, por parte de los animales circundantes, en su mayoría carnívoros y parte de la manada de las leonas, resonó con emoción. Por la conformaciones de piedra que conducían hacia la plataforma de la manada de Mufasa, que tan bien conocían Kousen y Bavol, bajaba un imponente, enorme y portentoso león dorado de melena rojiza, que doblaba en tamaño a Kousen.

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¿Rafiki? ¿Hay algún problema? —preguntó en cuanto alcanzó el suelo, junto al pequeño grupo.

Su voz era grave e imponente, seria. Todo en el felino parecía decir una única cosa: Rey. El verdadero rey, Mufasa el exiliado. El hermano de Scar. Debía de haber visto desde lo alto el pequeño tumulto anterior y bajado a comprobar el orden. Yami se mantuvo pegada a la pata izquierda de Kousen, aunque no podía evitar mirar al rey con ojos brillantes, temblando de emoción. Rafiki hizo un gesto de negación con una de sus manos y mostró a sus acompañantes.

Oh, no, majestad, sólo quería traerte en persona a este joven príncipe y a su séquito de más allá de vuestra sabana, vuestros súbditos creen que es peligroso... y nada más lejos de la realidad.

Mufasa desvió la vista del mandril a Kousen y a Yami... pasando por alto a Bavol, que continuaba camuflado, quieto y en silencio.

No recuerdo haber invitado a ningún reino exterior —comentó el león, reflexivo—. Pero vuestra presencia honra mi reino y a mi manada, sed libres de quedaros cuanto queráis como mis invitados.

Yami entonces se despegó de Kousen, repleta de júbilo y correteó hasta plantarse frente al rey y hacer una graciosa y extraña reverencia como animal que era.

¡Oh, sísisisisi, alteza, el honor es nuestro, gracias, muchas gracias!

Mufasa rió entre dientes, con un meneo de cabeza. Rafiki secundó su gesto y añadió.

Ya es hora.

El rey asintió y volvió a mirar al grupo, indicándoles el lugar más adecuado para situarse.

La manada está aquí, quedaos con ella hasta que la ceremonia termine.

Un poco más allá, efectivamente, se encontraba gran parte del grupo de leonas que en la ocasión anterior habían mirado con esperanza a Kousen para que derrocara a Scar. Sarabi, sin embargo, no se encontraba con ellas. Además de la manada, una pequeña mezcolanza de otros carnívoros del reino las acompañaban, quizá para no perturbar demasiado a la mayoría de herbívoros. Yami empezó a dirigirse hacia allí, exaltada.

¡Que honor, que honor, Kousen, Bavol! ¡El rey deja que nos quedemos! ¡El rey! ¡Y podemos quedarnos con las leonas también! Normalmente sólo grandes carnívoros y felinos pueden, es el protocolo, pero... ¡Uy, mirad, una pantera morada! ¡Es preciosa!

Antes de que los aprendices pudieran decir nada, Yami salió corriendo hacia la mentada pantera de tan extraño color en el reino animal. Justo entonces, tronó un rugido sobre sus cabezas, y una sombra cruzó de lado a lado la Roca del Rey.

Oh, no...

Yami, que se había detenido en seco, miraba hacia el cielo, al igual que todo el mundo.

* * *

Saeko y Simbad


La manada de leonas recibió con miradas curiosas y un tanto extrañadas, por el color del pelaje, a Saeko y a Simbad, al igual que otros pocos leopardos, guepardos y felinos menores de la sabana. Era un grupo nutrido, que charlaba animadamente entre sí, sentadas o tumbadas mientras esperaban también a que diera lugar la presentación del cachorro. Una de las leonas, de un color algo más claro que las demás, mantenía una pequeña cría propia entre las patas, que intentaba por todos los medios escapar para ver mundo.

La leona más cercana a los aprendices, que a su vez parecía separada a propósito de sus compañeras, miró de lado a Saeko y a Simbad. Era un poco más joven, una leona adolescente, y se mostraba huraña para con todo lo que se acercaba demasiado a ella. De vez en cuando refunfuñaba, manteniendo las garras hincadas contra la tierra, arañando nerviosamente la arena que se formaba bajo ellas.

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Miró a Saeko, conformando un mohín de incomodidad, pero sin decir nada, y se apartó un poquito sin levantarse del todo, en cuanto ellos llegaron. Eso no quitó que ambos no pudieran oír sus cuchicheos, hablando sola como si nadie más estuviera allí y pudieran oírla. Desde luego, ninguna de las leonas la oía.

Esto no debería estar pasando. Scar es el rey, debería serlo. Y yo... yo sería su reina, lo sé. Él me eligió.... me eligió.

Bufó a media frase, indignada, y terminó tumbándose. Aquello les parecería... raro, si pensaban en lo que sabían, nadie había mencionado a ninguna otra reina que no fuera la actual. Entonces un pequeño murmullo se levantó entre la manada, un murmullo emocionado. Al levantar la cabeza, Saeko y Simbad verían la figura de un león magnífico, dorado, de melena rojiza, que descendía elegantemente por las rocas lisas que conducían a lo alto de la plataforma superior. Un simio que sujetaba un bastón le aguardaba, además de un extraño dúo conformado por un león más joven y una pequeña raposa.

¿Habéis visto?

Creo que es...

¿Es él?

¿Ha vuelto?

¡No puede ser! ¡Es él!

¿Él?, ¿ese otro león era famoso por allí? ¿Quién era, qué hacía allí? La joven leona más apartada volvió a bufar, exasperada, agitando la cola como si todo aquello no fuera importante. Parecía estar obligada a estar allí. Las otras leonas se removieron entusiasmadas hasta que vieron que el dúo comenzaba dirigirse hacia ellas. La raposa, a lo lejos, pareció vislumbrar a Saeko, ya que se oyó a distancia:

... ¡Uy, mirad, una pantera morada! ¡Es preciosa!

Y que echó a correr para poder verla más de lejos. Algo en su voz alertaría a Saeko, algo que le resultaba familiar. Sin embargo no tendría demasiado tiempo para pensar en ello. De repente, resonó un rugido monstruoso, antes de que una sombra gigantesca cruzara por encima de sus cabezas..

¿Qué es eso? —preguntó alguien, entre la multitud.

Al mirar verían una criatura, con un emblema de sincorazón en el pecho, que estaba dando la vuelta para de nuevo sobrevolar por sobre la marea de animales, como si estuviera buscando algo. Miraba de lado a lado, abriendo el pico para rugir de nuevo.

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Con las garras por delante, empezó a caer en picado. Alguien chilló.Y cundió el pánico.

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El final de la parte de Saeko y Simbad es aplicable a Kousen y Bavol, ya que presencian lo mismo.


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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Tidus Cloud » Mié Oct 15, 2014 10:12 pm

Parece que tu aparición ha causado un poco de revuelo, muchacho —el camaleón esbozó una sonrisa divertida ante el gracioso acento del mono—. También el comentario de tu pequeño amigo.

Bavol abrió uno de sus ojos al escuchar el comentario final del animal. No se molestó en contestarle, simplemente soltó un resoplido de indignación al pensar en el lío que habían montado aquellos animales. Antes de volver a cerrar el ojo, se dio cuenta de que se encaminaban a buena velocidad hacia la Roca del Rey… Había cambiado mucho de aspecto, pero aquel lugar no le traía buenos recuerdos.

El Rey Mufasa estará encantado de tener a un joven león de otro reino hoy en la presentación de su hijo, no tienes que preocuparte. Pero es normal que los súbditos se sientan amenazados.

>>Hace poco que el rey legítimo volvió de su exilio y la idea de que puedan volver a usurparle el trono pone nerviosos a los demás. No te preocupes, Mufasa te dará la bienvenida personalmente.


“Así que es cierto, han echado del trono a Scar. Bueno, pues me alegro. Los animales parecen contentos con el nuevo, pero, en fin, es un rey…”

¿Rafiki? ¿Hay algún problema? —preguntó tras un rato de caminata una voz muy grave que no conocía.

Aquella voz llamó su atención, así que decidió abrir los ojos del todo para descubrir quién había hablado, pero sin moverse ni un ápice de su sitio. Tenían justo delante a un magnífico ejemplar de león macho (al igual que Kousen), pero mucho más grande, con un aspecto mucho más imponente y con una espectacular melena rojiza.

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También se fijó en que se encontraban a los pies de la Roca del Rey, así que aquel animal tenía toda la pinta de ser el nuevo monarca, Mufasa.

Oh, no, majestad, sólo quería traerte en persona a este joven príncipe y a su séquito de más allá de vuestra sabana, vuestros súbditos creen que es peligroso... y nada más lejos de la realidad.

Así que su intuición no le fallaba, acababan de conocer al rey de los leones. La excusa que Rafiki se había inventado (puesto que nadie le había afirmado tal cosa) le pareció de lo más curiosa, ya que al fin y al cabo fue la misma que le pusieron a Scar para internarse en su guarida. Por lo que recordaba, la última vez no les había ido muy bien con esa historia…

No recuerdo haber invitado a ningún reino exterior. Pero vuestra presencia honra mi reino y a mi manada, sed libres de quedaros cuanto queráis como mis invitados.

Al menos el nuevo parecía más agradable que su hermano, incluso por sus palabras Bavol podía entrever que tenía un gran sentido del honor. ¿Un rey con principios, era eso posible? Lo dudaba seriamente, aunque debía reconocer que el que tenía delante aún no le había dado un buen motivo para odiarlo abiertamente, ni su forma de hablar ni sus gestos le generaban antipatía. ¿Sería igual de amable si hubiera sabido que no eran nobles?

¡Oh, sísisisisi, alteza, el honor es nuestro, gracias, muchas gracias! —Yami hizo una llamativa reverencia justo delante de Mufasa, la cual hizo gracia al león. Era evidente que a ella sí le emocionaba codearse con la “alta sociedad”.

Rafiki le avisó a Mufasa sobre algo que el camaleón no llegó a entender. Por su parte, el león se limitó a indicarles que permanecieran con el resto de las leonas. ¡Las leonas! Fue entonces cuando Bavol recordó a una temerosa leona que buscaba salvar a su reino del yugo del malvado Scar: Sarabi. Después de la pequeña misión fallida que compartieron el pequeño sentía curiosidad por saber qué había sido de ella; sin embargo, no logró encontrarla entre el resto de sus compañeras.

¡Que honor, que honor, Kousen, Bavol! —exclamó Yami correteando hacia el resto de animales—. ¡El rey deja que nos quedemos! ¡El rey! ¡Y podemos quedarnos con las leonas también! Normalmente sólo grandes carnívoros y felinos pueden, es el protocolo, pero... ¡Uy, mirad, una pantera morada! ¡Es preciosa!

Le hubiera gustado averiguar exactamente qué animal era una pantera (y debía de ser bastante curioso si era de color morado); no obstante, un rugido en el cielo llamó la atención de los presentes. Cuando alzó la cabeza para comprobar de dónde provenía llegó a pensar por un instante que se trataba de un animal, pero pronto comprobó que para su desgracia se trataba de un sincorazón.

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Una rápida idea le vino a la mente. ¿Y si…? No, no era el momento de quedarse quieto pensando en aquello, cuando consiguieran derrotarlo sería el momento de ajustar cuentas.

Rápidamente Bavol se puso de pie encima del lomo de Kousen haciéndose así visible ante todos los presentes e intentando hacer uso del factor sorpresa (ya que hasta ese momento nadie se había percatado de su presencia) conjuró un hechizo contra el sincorazón

¡Perla! —seguidamente le echó una mirada a su Maestro y le indicó— ¡Vamos, Yami, a por él!
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Oct 17, 2014 11:17 pm

¿Te parezco graciosa o qué? —y agitó la cola con carácter, frunciendo el ceño. Negué con la cabeza, que me pareciera divertido no significaba que quisiera burlarme de ella. Desde luego, sí que tenía malas pulgas.

Tras eso, volvió a mirar, concentrada hacia la roca gigante. Yo me dediqué a captar algunos chismorreos de los otros felinos que parecían recelar ante nuestra presencia. Vi a una leona intentando lamer a su cachorro, que no paraba de retorcerse entre sus patas. Me recosté ligeramente, paciente, moviendo la cola de un lado a otro.

Había una leona diferente entre el gentío. Estaba separada del grupo, pero era la más cercana a nosotros, y nos miraba de lado. Parecía joven, era huraña y tenía el pelaje ligeramente oscuro, y ojos rojos; además apretaba la arena bajo sus pies con sus poderosas garras. Hizo un gesto de incomodidad en cuanto nos acercamos, y se apartó ligeramente. Estaba molesta por algo, agudicé el oído y capté parte de sus chismorreos:

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Esto no debería estar pasando —Se quejaba como si no estuviéramos—. Scar es el rey, debería serlo. Y yo... yo sería su reina, lo sé. Él me eligió.... me eligió.

Curioso. Así que Scar de verdad era un "participante" al trono del rey, al parecer ocupado por otro. Y ella habría sido su reina de no ser porque sus planes seguramente se torcieron. Pensé muy intensamente sobre aquel asunto, esperé que no nos diera muchos problemas, el poder mueve a la gente (o a los animales, en aquel caso). Además era bastante extraño, puesto que nadie había nombrado a ninguna reina que fuera ella, por lo que me condujo a pensar que nadie la conocía.

Un leve murmullo de aquellos animales me sacó abruptamente de mis cavilaciones cuando un enorme león de pelaje castaño muy claro y melena rojiza descendió elegantemente por las rocas pulidas. Estaba acompañados por un mono con la cara roja y azul, además de un león joven oscuro y una pequeña raposa.

¿Habéis visto?

Creo que es...

¿Es él?

¿Cómo que "es él"? ¿A caso era un león famoso o algo así? Seguramente no sería el heredero, puesto que todo el mundo lo conocería. La joven leona que se encontraba cerca de nosotros bufó y dirigió su atención hacia otra cosa que no me interesaba en lo más mínimo.

La raposa pareció captar su atención hacia Saeko, y exclamó, cuando mientras iba dirigiéndose hacia nosotros:

... ¡Uy, mirad, una pantera morada! ¡Es preciosa!

Comenzó a correr hacia nuestra posición, entusiasmada. Me pregunté el por qué de su reacción, en vez de extrañarse como hacían los demás animales. Pero, de pronto, un monstruoso rugido partió el aire.

Levanté la cabeza, incorporándome y erizándome con tan solo ver la criatura. Era parecida a un pájaro verde azulado, grande, con las alas rasgadas y... el emblema de los sincorazón en el pecho. En ese momento comprendí que las cosas se habían torcido.

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La criatura daba vueltas en círculos y miraba a todos los lados. ¿Estaba buscando algo... o a alguien en concreto? No pude pensar más, pues comencé a preparar el único hechizo del que dependían mis fuerzas, pero de repente, y como casualidad, al apartarme unos metros de mi compañera cuando dejaba pasar a unos animales; conseguí oír parte de un grito que me paró en seco.

¡Perla! —tras un momento, conseguí escuchar un poco más, pero seguramente no lo suficiente—.¡...A por él!

Abrí los ojos como platos, porque la misión de matar a sincorazón era la nuestra, la de los Caballeros de la Llave Espada. Pero aquella voz no era la de la maestra Nanashi, ni la de Saeko, y no habían más reclutas de Bastión Hueco en la misión, sólo podía significar una cosa... Recordé cuando Nikolai me habló de los Caballeros de Tierra de Partida, ¿estarían ellos ahí? Una luz, proveniente no sabía de dónde, y seguramente con objetivo al sincorazón, reflejó un momento en mis pupilas, era el hechizo que creí había formulado.

Decidí no demorarme más y buscar corriendo a Saeko, que no sabía si se había movido de su sitio o no. Tras encontrarla, me decidí por preguntarle, en vez de actuar de golpe y porrón, al fin y al cabo, estaba al mando:

¿¡Vamos?!

Estaba en perfecta posición para correr hacia el sincorazón, y esperé que no se lo pensara mucho. Nuestra misión era eliminarlo.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
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"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
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"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
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"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

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"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
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"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
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"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
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"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Tsuna » Sab Oct 18, 2014 12:30 am

Observé a Simbad durante unos segundos, esperando de verdad una respuesta por su parte, pero sencillamente me ignoró, cosa que me encrespó un poco más. Terminé por suspirar y cerrar los ojos un instante, resignada ante la actitud del novato.

Por otra parte, las leonas del lugar nos observaban de manera peculiar, sobre todo a mí, situación que me llegó a intimidar en un principio, pues era la primera vez que tenía aspecto de animal y aquello parecía estar dándome ciertos problemas. Me analicé un momento por encima tras limpiarme las patas; era cierto que mi pelaje era morado y amarillo pero… ¿De verdad resultaba tan inusual? Lo mismo me había comentado Yasmín en su momento —lo referente a mi color de cabello—, pero no esperaba que en Tierras del Reino me fuese a suponer un dilema.

Bueno, mientras no averiguen mi procedencia, todo lo demás no importa…


Y tenía que admitir que incluso a mí misma me gustaba mi propio pelaje, así como mi aspecto, el cual me permitía moverme rápidamente y con soltura; no podía quejarme. Pero nada más lejos de la realidad, unos susurros cercanos me sacaron de mis pensamientos tan rápido como los había escuchado. Sorprendida, pegué un respingo y crucé miradas con la leona responsable, la cual me llegó incluso a mirar de mala manera, a lo que fruncí el ceño, desafiante y preparada para responder si era necesario, cosa que no hizo falta.

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Me dediqué a observar la gigantesca Roca del Rey, a la par que sentía el viento fresco en el rostro, pero me fue inevitable escuchar lo que la leona estaba murmurando: al parecer estaba recelosa del nuevo rey, Mufasa, y todo porque ella prefería a Scar, hasta el punto de ser ella misma su Reina. Recordé de inmediato lo que los otros animales, de camino a la Roca, habían comentado. Scar, el antiguo y malvado rey, había terminado abandonando el trono, pero entonces…

¿Por qué pierde el tiempo aquí?


Pero me di cuenta de que le estaba dando muchas vueltas a un asunto que no me atañaba en absoluto, no era quien para meterme en la vida de los habitantes de aquel mundo, faltaría más. Al instante, numerosos murmullos se escucharon por la zona y un enorme león de aspecto imponente, de motivos dorados y rojizos, descendió por las rocas. Quedé muda ante su aspecto, comprendiendo al instante que no era cualquier cosa.

Es el Rey…


Y al mismo tiempo nos alcanzó un nuevo grupo que, a decir verdad, me parecía realmente raro y variopinto: un famoso león que me resultaba ciertamente familiar y no sabía decir por qué, una raposa bastante molesta que chillaba sin parar y un primate anciano. Observé con curiosidad la escena, interesada por lo que estaba sucediendo, pero como gota que colmó el vaso, la leona fiel a Scar volvió a bufar. La observé molesta, dispuesta a decirle las cosas claras: si no quería estar allí, que se largara, pero a mí que no me estuviera molestando con su actitud.

¡Perdona pero…!

No obstante fui interrumpida en cuanto escuché a la raposa comentar algo sobre mí. Instintivamente se me erizó el pelaje y observé con mala gana a la pequeña que se acercaba. Lo que me faltaba es que encima me estuviesen tratando como una muñeca de feria.

¿Qué es eso?

¿Um?

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Una sombra sobrevoló la zona rápidamente, y abrí los ojos de inmediato, en alerta, mientras alzaba la vista. Cómo no, se trataba de un Sincorazón… y bastante grande además. Entonces lo recordé, yo estaba al mando: la maestra Nanashi me había confiado el éxito de la ceremonia y la protección de los animales del lugar. Para mi desgracia, tenía que hacerme cargo también de Simbad.

¡Qué oportunos son siempre!


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El ave rugió de nuevo y cundió el pánico. Yo me levanté sobre mis cuatro patas, preparada para enfrentarme a aquella cosa sin vacilación. Por su comportamiento parecía estar buscando algo, ¡pero no había tiempo, tenía que pensar en algo y rápido!

Busqué desesperada con la mirada a Simbad entre la multitud, que no tardó en localizarme para lanzarse directo a por el monstruo de oscuridad. Pero yo no veía las cosas tan fáciles como él, pues incluso su vida estaba a mi cargo, y si dejaba que el monstruo comenzara a arrancar corazones, tendríamos más enemigos que enfrentar. No, definitivamente, no estaba dispuesta a luchar a ciegas, tal y como me estaba planteando.

Escucha novato, tú quédate aquí y asegúrate de que nadie resulte herido. Yo me encargo de la ofensiva.

Y sin perder un segundo más, corrí a toda prisa esforzándome por no perder el equilibrio, rauda, a través de las rocas, ascendiendo hasta quedar a la altura del monstruo —o incluso por encima, lo cual me resultaría más sencillo para lo que pretendía— y en cuanto lo tuviese a mano… Saltaría sobre él con todas mis fuerzas para aferrarme a su espalda con mis zarpas: me bastaría un solo instante para concentrar una Flama Tenebrosa en mi boca y dispararla directamente sobre su cuerpo.

¡Toma esto!


No podía invocar la Llave Espada si no quería llamar la atención, así que en caso de haberlo atacado con éxito, me desprendería de él y caería sobre la tierra, intentando amortiguar el golpe con las cuatro patas.

Confiaba sobre todo en que Simbad me hubiese hecho caso…
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Kousen » Sab Oct 18, 2014 6:37 pm

Parece que tu aparición ha causado un poco de revuelo, muchacho —comentó el anciano primate—. También el comentario de tu pequeño amigo.

Aún seguía medio alarmadp por la actitud de los animales y algo molesto con Bavol, así que me limité a asentir. Fue entonces cuando empecé a hacerme una idea más clara de su animadversión a mi presencia. Ya tenían bastante temiendo que se alzase otro león usurpador, pero además seguro que alguno me habría confundido con Scar a lo lejos.
¡Lo que me faltaba! Vale que también tenía la melena oscura, pero mi pelaje era más claro y nuestra constitución era diferente. Me sorprendí a mí mismo sintiéndome ofendido al pensar que me confundían con un león mucho más viejo que la forma que había adoptado, acorde a mi edad.

El Rey Mufasa estará encantado de tener a un joven león de otro reino hoy en la presentación de su hijo, no tienes que preocuparte. Pero es normal que los súbditos se sientan amenazados.— continuó nuestro guía, sacándome de mis pensamientos.

El Rey Mufasa, ¿eh?
La verdad es que me picaba la curiosidad por saber qué tipo de persona (o más bien, animal) sería. Scar había sido sin duda un tirano, y los habitantes del reino no se cortaban al afirmarlo. Sin embargo, parecían tener un gran respeto por su hermano.

Hace poco que el rey legítimo volvió de su exilio y la idea de que puedan volver a usurparle el trono pone nerviosos a los demás. No te preocupes, Mufasa te dará la bienvenida personalmente.

Entiendo, no les culpo. Muchas gracias por su amabilidad y comprensión, ...Señor.— me di cuenta de que aún no nos había revelado su nombre.

Ni falta que le hizo. Tras llegar al pie de la Roca del Rey, una voz grave y potente preguntó:

¿Rafiki? ¿Hay algún problema?

Cuando alzamos la mirada para buscar al dueño de la voz, quedé completamente impresionado. Un león adulto y bastante mayor que yo se alzaba ante nosotros, con una melena de un color rojo oscuro profundo y un aura que irradiaba respeto y sabiduría.

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No hacía falta ser un genio para saber quién era aquel león.

Oh, no, majestad, sólo quería traerte en persona a este joven príncipe y a su séquito de más allá de vuestra sabana, vuestros súbditos creen que es peligroso... y nada más lejos de la realidad.

Aún me sentía extrañado al ser nombrado como un príncipe, y tuve que contener mi sorpresa inicial sobre cómo Rafiki parecía conocer que ya habíamos usado aquel pretexto la primera vez que vinimos hasta este mundo. Estaba casi seguro de que Sarabi tenía algo que ver con aquello.

No recuerdo haber invitado a ningún reino exterior. Pero vuestra presencia honra mi reino y a mi manada, sed libres de quedaros cuanto queráis como mis invitados.

Me quedé de piedra ante la reacción natural del verdadero monarca. No solo nos había tratado con amabilidad a pesar de ser completos desconocidos y no estar invitados, sino que además nos recibía en su séquito con los brazos abiertos.
No sabía como explicarlo, pero un gran respeto hacia su figura había empezado a crecer en mi pecho. Mufasa parecía ser una de aquellas personas con un magnetismo y don natural para los demás, además de demostrar la diploimacia que todo rey debería poseer. Era todo lo opuesto a su hermano Scar.

¡Oh, sísisisisi, alteza, el honor es nuestro, gracias, muchas gracias! —Yami hizo una llamativa reverencia justo delante de Mufasa, la cual imité (aunque sin la exageración que Yami ponía en ello).

Será un honor ser sus invitados, Majestad. No sabe cuanto se lo agradecemos.

Tras un recordatorio de algo por parte de Rafiki, Mufasa volvió a dirigir su mirada hacia nosotros.

La manada está aquí, quedaos con ella hasta que la ceremonia termine.

Asintiendo con otra corta reverencia con la cabeza, empecé a seguir a Yami en aquella dirección, viendo que estaban allí todas las leonas que habíamos visto en nuestra anterior visita. Sin embargo, Sarabi no parecía estar entre ellas.
El entusiasmo de Yami era contagioso, y no la culpaba. Me sentía mucho más contento e incluso emocionado, expectante de ver qué acontecía en aquella ceremonia.

¡Que honor, que honor, Kousen, Bavol! —exclamó Yami —.¡El rey deja que nos quedemos! ¡El rey! ¡Y podemos quedarnos con las leonas también! Normalmente sólo grandes carnívoros y felinos pueden, es el protocolo, pero... ¡Uy, mirad, una pantera morada! ¡Es preciosa!

Dirigí la mirada hacia donde iba Yami, pero un estruendo espantoso hizo que todos levantásemos la vista al cielo. Parecía que hubiese resonado un trueno, algo imposible con aquel tiempo. Sin embargo, cuando mis ojos se posaron en la fuente de aquel rugido, quedaba claro que me equivocaba.

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<<Oh, vamos...>>

Un Sincorazón de tamaño moderado y forma parecida a un dragón de alzaba en el aire, buscando a su presa. En una situación anterior me hubiese congelado en el sitio, pero los numerosos encuentros con aquellas criaturas a lo largo de dos años me habían curtido. La bestia fue rápida y se empezó a caer en picado ,arrancando a alguien un grito de pánico.

Inmediatamente, empecé a correr hacia donde se dirigía en Monstruo. Invocar la Llave Espada sería una insensatez, pues lo único que conseguiría con aquello sería alertar al Sincorazón de nuestra verdadera naturaleza y causar un peligro aún mayor. Bavol se alzó desde mi lomo y lanzó un proyectil de luz al monstruo, pero iba a hacer falta más que aquello para distraerlo.

Tenía que correr todo lo posible y si podía, ponerme en un punto un poco más elevado desde el cual acertar al monstruo o saltar sobre el mismo para atinarle con un hechizo Electro desde mis fauces. Mi intención era darle cuando aún estuviese en el aire, para romper su caída y causarle más daño. Solo rezaba porque no fuese fuerte contra ese elemento.

¡Eh, lagartija! ¡Métete con alguien de tu tamaño!

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Notapor Tanis » Dom Oct 19, 2014 6:49 pm

La explanada que rodeaba la Roca pronto se convirtió en un hervidero de animales que corrían en todas direcciones para salvaguardarse del monstruo. Simbad pronto se vería rodeado de animales de toda índole, empujado y casi arrollado. De no ser por la leona huraña, que le empujó en el último momento, le habría aplastado un elefante.

¡¿Qué demonios estás haciendo, idiota?! ¡Muévete!

Otra leona se acercó a la carrera, redireccionando a los animales en estampida como si aquello se tratase de una cacería y no una operación de salvamento. Se detuvo en seco junto a su compañera y Simbad, respirando como si no le bastasen dos pulmones.

¡Zira, ocúpate del flanco derecho! ¡Ya!

La leona llamada Zira puso mala cara y espetó con una pregunta airada:

¡¿Y Sarafina?!

¡Poniendo a cubierto a Nala!

La otra leona no añadió más y retomó la carrera. Simbad podría ver entonces que todas las demás, la manada entera estaba aunando fuerzas para alejar a los súbditos del peligro. Zira miró a Simbad con su aparente habitual cara de pocos amigos.

¡Oye, tú, ayúdame con esto! —exigió, más que pedir, y se lanzó a la carrera sin que Simbad pudiera negarse o replicar, dejandole solo.

Una pequeña sombra pasó entonces encima de él, y si levantaba la cabeza, vería la rápida figura de garza de Nanashi, volando también hacia la amenaza. Vaya, parecía que debía ayudar con la «evacuación»... asumía.

Bavol fue el primero en atacar al enorme sincorazón que ya se echaba encima de la multitud. Sin embargo, el hechizo no dio en el blanco aunque sí provocó que el sincorazón detuviera su ataque en picado para desviarse y esquivar el Perla del aprendiz.

¡Es un Vientormentoso! ¡Hay que hacerlo caer al suelo! —exclamó Yami.

La maestra, que había dejado a un lado su habitual carácter excéntrico, desapareció entonces corriendo entre las patas de los animales, persiguiendo la trayectoria del sincorazón. Por fortuna, el hechizo de Kousen, quizá gracias a que el de Bavol había fallado, impactó directamente contra el emblema del pecho. Un rugido aun más fuerte, de puro dolor, tronó y taladró los oídos de todos los presentes, y el sincorazón batió las alas intentando recuperar el equilibrio en el aire. Al parecer, ese hechizo le había hecho bastante daño a pesar de ser de bajo nivel, lo cual podía indicar qué era lo que hacía falta para derrotarlo más deprisa.

Cada vez más la pradera se estaba despejando, gracias a las maniobras de la manada.

Poco a poco, con sus torpes y heridos aleteos iracundos, el sincorazón se acercó sin darse cuenta a la plataforma de la Roca, en dónde Saeko ya estaba subida para saltar justo encima de él. Su plan, de casualidad compenetrado con los aprendices de Tierra de Partida, dio perfecto resultado y la Flama Tenebrosa, disparada a bocajarro, bastó para que el monstruo perdiera el control y cayera al suelo estrepitosamente como un proyectil perdido. Saeko cayó con él, rodando tras el aterrizaje forzoso por la tierra hasta detenerse sin daños a cierta distancia.

El sincorazón agitó la cabeza, desorientado y graznó con un chirrido. Había caído sobre terreno ya despejado, ya que los animales parecían encontrarse concentrados en el otro extremo de la explanada. La única verdaderamente cercana era Saeko. Rápidamente, varias leonas de la manada, junto con Mufasa, se acercaron cautelosamente al sincorazón, que agitaba la cola y las alas girando en círculos como si no pudiera alzar el vuelo de nuevo y tratara de defenderse en el suelo. Yami apareció correteando, entre las patas de Mufasa, para colocarse delante, al mismo tiempo que Nanashi aterrizaba elegantemente junto a ellos.

Quietas, no os acerquéis más —ordenó Mufasa, que parecía no haber conocido antes a ninguna criatura parecida.

Simbad, junto con Zira, había terminado no muy lejos de ellos al final y la joven leona empezó a a acercarse, con cautela.

Esa cosa... —murmuró—. Me recuerda a las que vivían aquí cuando Scar reinaba... No lo entiendo.

Por primera vez, más que enfadada o irritada, la felina se mostró confusa y asustada, como si no comprendiera qué hacía ese bicho allí. Como si no debiera estar allí.

El sincorazón, que no había parado de girar sobre sí mismo agitando la cola, chilló de nuevo y agitó las alas para intentar alzar el vuelo. Sin embargo no ascendió, sino que una potente ráfaga de viento estalló y empujó violentamente a todos los presentes, haciéndoles caer. Salvo Mufasa, que pesaba más y consiguió aferrarse con las garras al suelo, todos los demás rodaron por la tierra unos cuantos metros en derredor. El sincorazón se alzó de pronto sobre las patas, dispuesto a golpear al rey con la cola.

¡Majestad! —chillaron Yami y Nanashi a la vez, sin darse cuenta.

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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor xXOrbOOkXx » Lun Oct 20, 2014 4:59 pm

Y va, y me deja allí tirado. Era cierto también, que no poseía demasiada fuerza bruta, por lo que igual no fue mala idea del todo.

Pero no tuve mucho tiempo para pensar en ello, pues me vi arrollado, casi literalmente, por una avalancha de animales descontrolados. Medio ciego a causa del polvo y sin poder oír más cosas que aquel estruendo, fui corriendo medio ciego hasta lo que me parecieron los bordes de la estampida. Pero un empujón me paró, era la leona huraña de antes, que me había salvado de morir pisado por un gigantesco animal.

¡¿Qué demonios estás haciendo, idiota?! ¡Muévete!

>>Ya lo intento.<< Pensé, haciendo acopio de mi velocidad para esquivar a los animales, jadeaba profusamente por el esfuerzo.

Otra leona se acercó, como si quisiera cazar a los animales; pero en lugar de eso, simplemente los estaba redireccionando lejos del sincorazón, decidí imitarla, intentando alejarlos lo más que pude. Pero se paró en seco, dirigiéndose a la otra leona.

¡Zira, ocúpate del flanco derecho! ¡Ya!

Memoricé su nombre: Zira. Quizá más tarde me fuera de utilidad. Ésta profirió un grito que decía un nombre, para que la otra luego contestara que estaba poniendo a cubierto a "Nala". Debía ser alguna leona medianamente importante para que una se molestara en protegerla.

Zira me miró, con su cara de malas pulgas.

¡Oye, tú, ayúdame con esto! —exigió, y se lanzó a la carrera. No tuve más remedio que seguirla, e intentar actuar como un animal normal.

Mientras alejaba a los animales, junto con Zira, intenté no perder de vista a mis compañeros; que parecían luchar contra la criatura. Un rugido hendió el aire, e hirió mis sensibles oídos. Alguien le había alcanzado con un hechizo brillante, pero Saeko se hallaba sobre la Roca, y no la había visto atacar. ¿Habrían sido los posibles atacantes, aquellos de Tierra de Partida?

Saeko saltó de la plataforma, o aquello me pareció desde la distancia, y lanzó un hechizo a bocajarro cuando la criatura se bamboleó hacia allí. Su táctica dio resultado, el sincorazón perdió el control y se estrelló contra el suelo, y Saeko salió despedida hacia un lado, esperé que no se hubiera hecho mucho daño.

Paré de correr y recuperé el aliento, al ver que la manada ya estaba lo suficientemente lejos de la explanada dónde el pájaro había caído. Vi como varios felinos se acercaban a aquel ser con cautela, mientras giraba en círculos, como si no pudiera emprender el vuelo de nuevo.

Aquel majestuoso león dorado también estaba allí, junto con aquel pequeño animal que había gritado lo bonito que era el pelaje de Saeko. Nanashi aterrizó poco después. El león más grande dijo algo que no alcancé a escuchar, por lo que comencé a acercarme al trote ligero, no estaba tan lejos de allí.

Esa cosa... —me giré, para ver a Zira asustada—. Me recuerda a las que vivían aquí cuando Scar reinaba... No lo entiendo.

Abrí los ojos como platos, porque aquella revelación significaba que aquel rey destronado o lo que fuera, tenía poder sobre los sincorazón, según ella; o su comentario no tendría ningún sentido. Pero un agudo chillido me hizo volver a mirar al sincorazón, parecía recuperado de su atontamiento. Decidí correr sin demora hacia allí.

Desde mi carrera, pude ver como agitó las alas, intentando alzar el vuelo. Una onda expansiva me azotó el rostro, por lo que me frenó, tirándome hacia atrás y casi para hacerme caer. Pero retomé mi carrera, cuando vi algo alarmante. Aquel pajarraco había conseguido hacer caer a los demás, pero no al león pelirrojo, que se aferraba con fuerza a la hierba. Y lo peor, el sincorazón estaba a punto de atacar con la cola.

¡Majestad! —escuché a Nanashi y otra voz desconocida gritar. ¿Majestad? Lo tuve claro: sólo un animal tan majestuoso podía ser el Rey. Tenía que hacer algo.

Estaba lo suficientemente cerca, como para subirme a una roca sobresaliente y lanzar un hechizo desde allí, y con un poco de suerte, no fallar:

¡Zarza! —Grité, en medio de un rugido que ascendió desde mi pecho. No era un hechizo especialmente poderoso, por lo que me apresuré a saltar desde la roca y caer junto a un león que no había visto. Deseé que hubiera funcionado, o que por lo menos hubiera atontado al sincorazón.

Esaba realmente cansado, y respiraba dificultosamente, la carrera me había dejado exhausto y el hechizo me había debilitado. Mis patas temblaban de puro cansancio, pero mi cola danzaba, inquieta.

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Zarza (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4] Ataque básico de elemento Natura. Grupo de plantas espinosas que brotan del suelo y golpean a un contrincante cercano, con pocas probabilidades de causar envenenamiento.
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Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Tidus Cloud » Lun Oct 20, 2014 11:53 pm

La mayoría de animales huyeron despavoridos de la Roca del Rey para no resultar heridos en la batalla de los Aprendices contra el sincorazón, lo cual daba más libertad al camaleón para actuar.

El trabajo en equipo de Kousen y Bavol provocó que el sincorazón resultase herido viéndose obligado a acercarse a la plataforma de la Roca, donde un extraño animal de color violeta atacó a su enemigo causando que cayera finalmente contra el suelo.

Las leonas, seguidas por Mufasa y Yami, comenzaron a acercarse hacia el sincorazón. Además, también hizo acto de presencia un gran pájaro blanco que parecía que había decidido quedarse en lugar de huir como el resto.

Quietas, no os acerquéis más —ordenó Mufasa al resto de leonas. Aparentemente, quería proteger a sus siervos, así que parecía improbable que él hubiese invocado al sincorazón. Así que ya sólo le quedaba otra opción.

Scar… —musitó Bavol contemplando fijamente los revoloteos del sincorazón.

En ese momento su enemigo reaccionó provocando una potente ráfaga de viento ante la que el camaleón tuvo que agarrarse con fuerzas a los pelos del lomo de Kousen para no salir volando. Todos habían sido abatidos con aquel movimiento, a excepción del rey que resistía aferrado a la tierra.

¡Majestad! —gritaron al unísono la Maestra Yami y una voz que le sonaba bastante familiar. Y lo más curioso es que parecía provenir de aquel extraño pájaro que no había huido…

Bavol estaba harto de aquella misión en Tierras del Reino y sólo acababa de comenzar. Estaba seguro de quién era el causante de la aparición de aquel sincorazón y no estaba dispuesto a que siguiera escondiéndose allí donde estuviera.

¡¡Scar, cobarde, sal de una vez!! —chilló Bavol intentándose hacer escuchar en toda la Roca del Rey— ¡¡No te tengo miedo a ti ni a tus monstruos!!

Dicho lo cual, en el caso de que Kousen se hubiera acercado hasta el sincorazón antes o justo en aquel momento, Bavol intentaría volver a apuntar contra el sincorazón y conjuraría un nuevo Perla esperando que sí impactara.
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Tsuna » Sab Oct 25, 2014 2:03 am

Tras dejar al novato a cargo de la seguridad de los animales de la zona, salí despedida en una carrera hasta las rocas, intentando por todos los medios evitar las pisadas de la estampida que se había formado. Rauda, conseguí escalar las rocas sin fijarme realmente en lo que le sucedía al Sincorazón, buscando la altura necesaria para poder asaltarlo desde encima. Y para mi fortuna, el Sincorazón estaba demasiado cerca de mí. Sonreí para mí misma y me impulsé con mis cuatro patas, esperando que mi fuerza me permitiese alcanzar al monstruo de oscuridad.

¡Toma esto!


Me aferré con mis zarpas a la piel del Sincorazón como pude, abriendo la boca y cargando un hechizo básico del elemento oscuro, que lancé sin piedad sobre el mismo. Aunque el resultado de mi hechizo sí me sorprendió bastante, pues no me esperaba que el monstruo cayese en picado tan fácilmente. Parecía que, al fin y al cabo, mi entrenamiento daba su resultado; no podía estar más contenta.

¡A-ah…!

No obstante, la caída fue bastante dura. Me vi obligada a soltarme para caer sobre la tierra, un poco aturdida. En ese instante me fijé en mi alrededor, parecía que la zona ya había sido despejada, por lo que nadie sufriría ningún daño, aparentemente. Y el Sincorazón por su parte tampoco era capaz de emprender el vuelo nuevamente. Pero, ¿de verdad mi hechizo lo había agotado tan fácilmente? No estaba muy segura, pero en caso de ser así, no podría sentirme más orgullosa de mí misma.

Pues claro que soy poderosa… No como otros.


Inconscientemente busqué con la mirada a Simbad, cosa que no me duró mucho, pues el monstruo comenzó a actuar de forma violenta y yo, asustada, retrocedí lentamente sobre mis pasos sin quitarle la mirada de encima.

En un primer momento no pensé en lanzarme directa contra él, sino que me seguí retrocediendo para no perder detalle de la escena, hasta que llegase el imponente león de motivos rojizos. Quedé embelesada con su porte, comparable con el del mismísimo maestro Ryota. Inmediatamente, el propio rey nos ordenó que nos detuvieramos; quizás quería encargarse él mismo del asunto.

Tengo que mantenerme atenta.


Y de forma impresionante, la criatura nos derribó a todos los presentes con una fuerte onda de aire. Yo salí despedida todavía más atrás como una hoja de papel, incapaz de detener semejante fuerza. Gruñí por lo bajo, algo irritada por el vano empeño del Sincorazón en seguir luchando. Por otra parte, pude comprobar por el rabillo del ojo la figura de Simbad ejecutando un hechizo… ¿Zarza? Nunca lo había visto en persona, pero sí había leído de él en los libros: se trataba de la magia más básica del elemento Natura. Y bueno, si quería gastar todas sus fuerzas de esa forma, no sería yo la que se lo impidiese, así podría analizar mejor sus capacidades.

Seguiría tirada en el suelo para cuando vi a la maestra Nanashi hacer acto de presencia, ¡y el Sincorazón estaba dispuesto a golpear al rey! Nuestra misión consistía en quitar de en medio a los Sincorazón y conseguir que la ceremonia se llevase a cabo, ya lo había dicho la maestra Nanashi antes de partir, por lo que hice un pequeño esfuerzo para mantenerme sobre mis cuatro patas y lanzarme directa a interceptar el coletazo, pero en mitad de la carrera alguien nombró a Scar, a lo que, alerta y precavida, me detuve para observar la Roca del Rey, las llanuras, o algún recoveco que pudiese pasar desapercibido. ¿De verdad Scar se encontraba allí? ¡En ese caso tendríamos que localizarlo sin demora!

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¡Espero no haber llegado tarde! x_x
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Kousen » Dom Oct 26, 2014 6:55 am

La rápida evacuación de los presentes gracias a la dirección del rey y los demás encargados del evento resultaron de enorme ayuda. No solo evitaron posibles víctimas de aquella bestia, sino que además nos dejaban mucho más espacio para maniobrar.
El hechizo de Bavol no acertó, pero fue perfectamente ejecutado para llamar la atención del Vientormentoso (O así lo había llamado Yami), creando un blanco perfecto para mi conjuro. El rayo impactó al Sincorazón justo en el emblema de su pecho, arrancándole un grito de dolor y haciendo que se tambalease en el aire, directo hacia la plataforma de roca. Milésimas de segundo más tarde, volvió a tambalearse y una explosión de humo oscuro y ascuas estalló en su lomo, logrando que se precipitase directo al suelo, creando un estruendo.

¿Qué... ha sido eso?— comenté, extrañado por aquel humo.

Dándome toda la prisa posible en ascender, fue poco el tiempo que pasó hasta que estuvimos todos reunidos alrededor del Sincorazón, que aún se agitaba. Estaban el rey y su séquito, las leonas, Yami, un ave blanca que me resultaba algo familiar y... la pantera morada que había nombrado Yami. ¿Había sido ella la que había atacado a aquella cosa? Desde luego, no la había visto subir con nosotros.
Las leonas comenzaron acercarse al dragón, recordando la presencia de aquellos seres durante el reinado de Scar, algo que nosotros habíamos visto con nuestros propios ojos. Sin embargo, la voz del rey las detuvo en seco.

Quietas, no os acerquéis más —ordenó.

Scar… —escuché susurrar a Bavol, encaramado a mi lomo.

De repente, el Sincorazón aprovechó que habíamos bajado la guardia. Con un batir de alas, desató una corriente de viento que nos lanzó a todos hacia atrás, a excepción de Mufasa.

¡Majestad! —gritaron al unísono Yami y aquella ave. Estaba segurísimo de haber escuchado aquella voz antes, pero ahora mismo no tenía tiempo de pensar en dónde.

Pero el peligro no acababa ahí: El Sincorazón alado agitó su cola con fuerza, dispuesto a golpear con ella al león adulto.

Bavol chilló a toda voz.

¡¡Scar, cobarde, sal de una vez!! ¡¡No te tengo miedo a ti ni a tus monstruos!!

No había tiempo alguno para pensárselo. Con una sacudida, puse a Bavol a salvo en el suelo, bajándole de mi lomo para que pudiese actuar y atacar desde el suelo con magia.
Me lancé en una carrera a todo trapo con tal de llegar hasta el peligro e interponerme entre el rey y la cola del Vientormentoso de un salto. Mi intención era cargar otro electro mientras corría y liberarlo contra la cola del monstruo de un zarpazo, antes de que me diese de lleno. Sin embargo, estaba dispuesto a recibir el golpe en lugar de Mufasa si no lo lograba. Estaba seguro de que iba a dolerme bastante, pero era mejor que dejar que aquella cosa sembrase el caos atacando a un habitante de aquel mundo, que no había jurado arriesgar su vida combatiendo a los Sincorazón como nosotros.

Mi último recurso si el Vientormentoso me golpeaba era hacer uso de las garras y dientes que aquel mundo me había conferido. Clavaría mis zarpas delanteras y mi dentadura en la cola de aquel bicho, descargando un Electro a quemarropa y asegurándome de electrocutarlo. Solo esperaba salir de aquello con las costillas enteras...

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Notapor Tanis » Dom Oct 26, 2014 10:16 pm

Todo sucedió en cuestión de segundos. A la vez, los aprendices no dudaron en actuar para librar al rey del ataque del gran sincorazón. La Zarza de Simbad fue la primera que hizo impacto, y que el Vientormentoso retrocediera, frustrando así el golpe contra Mufasa. El sincorazón, aturdido por la repentina aparición de aquel conjunto de espinos, rugió iracundo clavando sus ojos brillantes y amarillos en el felino. Sin embargo, no tuvo más tiempo de concentrarse en Simbad en concreto. Kousen, que se había acercado a la carrera conjurando un Electro, se interpuso entre el monstruo y el rey. Justo entonces, casi a la vez de que el rayo impactara en su blanco, el Perla de Bavol hizo diana, junto con dos rayos de mayor tamaño adicionales, lanzados por Yami y Nanash...

… y el Vientormentoso desapareció, liberando un corazón brillante y perfecto que ascendió al cielo hasta desaparecer en las nubes.

Por unos instantes, nada más aparte del viento, el roce de la hierba, el murmullo de la multitud más allá junto a la Roca y la respiración descompasada de los aprendices, de las maestras, de las leonas y Mufasa, quien tras perder de vista el corazón bajó la vista para mirar a Kousen. Luego conformó una expresión más seria, y deslizó la mirada hacia Yami y Nanashi, que permanecían cerca. Mufasa luego miró a Saeko, a Simbad, y a Bavol, y recobrando su paso firme y su porte, dijo:

Parece que vais a tener que explicarme muchas cosas. Acompañadme.

De algún modo, aunque el tono de su voz sugería una petición, todos sabrían que se trataba de una orden. Mufasa se encaminó hacia la Roca del Rey, seguido de las pocas leonas que habían intentado cercar al sincorazón. Zira le echó una esquiva mirada a Simbad, antes de acompañar a su rey con las demás. Yami se dio la vuelta para contemplar la marcha de Mufasa y parte de su manada hacia la Roca, a la vez que Nanashi daba unos cuantos pasos para colocarse a su lado. Sólo quedaban las maestras y los aprendices en la pequeña zona, aunque todavía eran visibles a ojos de la multitud reunida a salvo en el otro extremo de la pradera. Tanto Yami como Nanashi mantenían el pelo y las plumas del lomo erizadas, en señal de tensión. Ninguna de las dos se miró directamente, ni tampoco a los aprendices, como si el tener los ojos fijos en las figuras cada vez más lejanas de los leones ayudara a mantener un muro invisible de incómoda neutralidad.

Me sorprende que no nos hayáis atacado ya —comentó Nanashi entonces.

Podría decir lo mismo de vosotros —Yami gruñó, tan seria que no parecía ella de verdad.

Oh, no, no me gusta tener público inocente. Además, haríamos esperar al rey.

¿Qué habéis venido a hacer?

Entonces Nanashi ladeó el cuello esbelto y largo, miró a Yami, luego a Kousen y a Bavol y chasqueó el pico con acritud.

Eso no es asunto tuyo. Saeko, Simbad. Nos vamos.

Y echó a volar. Yami retrocedió hasta reunirse con Kousen y Bavol, vigilando a los aprendices de Bastión Hueco por si acaso.

Esto no me gusta... Que Bastión Hueco esté aquí también... Deberíamos ir también, chocobitos, vamos.

Quizá casi a la misma vez que los aprendices de Nanashi, Yami inició su propia marcha para seguir a Mufasa hasta la Roca. Parecía que las sospechas de Bavol sobre Scar de momento eran infundadas. Allí no había nadie remotamente parecido al avieso león.

* * *


Mufasa condujo a ambas facciones juntas, por supuesto ajeno a la guerra de bandos que se mantenía fuera de su Mundo, hasta el interior de la Roca, en cuyos entresijos se abría una enorme cueva que servía de refugio a la manada del reino.. Pequeños rayos de sol se entrecolaban por algunas rendijas en las paredes y techo de roca por lo que al menos no se encontraron a oscuras. Aparte de ellos, sólo Rafiki, que estaba sentado sobre una gran plataforma de piedra con dos pequeños cachorros en el regazo, y dos leonas más se encontraban dentro, el resto había sido despachado para que mantuviera a los súbditos tranquilos, a la espera de la ceremonia.

Una de las leonas le resultaría familiar a Saeko y Simbad, ya que era la misma que anteriormente había estado cerca ellos con uno de los cachorros que ahora cuidaba el simio.

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A la otra, en cambio, la reconocerían Bavol y Kousen.

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Sarabi, la leona que en su primera misión les instó a que por favor derrocaran a Scar para ayudar al regreso del rey legítimo exiliado.

Mufasa, ¿qué ha pasado? —Ella se acercó primero al rey, visiblemente preocupada, con el murmullo de los pequeños maullidos y rugiditos de las crías que vigilaba Rafiki de fondo.

El rey le concedió a ella una tenue caricia con el hocico, pero siguió caminando y se sentó al pie de la plataforma, de cara al grupo.

Lo que ha pasado —empezó a decir, seriamente—, espero que nuestros invitados puedan explicárnoslo.

Invitados...

Sarabi, y la otra leona, miraron entonces al grupo entero, dándose cuenta esta primera de la presencia de Kousen y Bavol. Una expresión de sorpresa se abrió paso por las facciones de la felina, para dar paso a una más suave y afable. Con unos pocos pasos de acercó a ellos.

Kousen, Bavol —murmuró—. Es una grata sorpresa...

Pequeño camaleón —terció Mufasa, haciendo que Sarabi se apartara un poco—. Durante la pelea contra esa criatura mencionaste a mi hermano, ¿por qué? ¿Qué era esa criatura? ¿Qué estaba buscando en mi reino? ¿Y qué eran esas extrañas... luces y plantas que crecían del suelo?

Sarabi deslizó la vista de Bavol a Mufasa, con aspecto de comprender a medias lo que había sucedido, y se apartó junto con la otra leona, para recoger una a cada cachorro. Rafiki entonces se levantó apoyado en su bastón y bajó de la plataforma para colocarse al lado del rey, pensativo. Sin embargo no medió en las preguntas de Mufasa.

¿Qué pasa con la presentación, Mufasa? —La leona acompañante de Sarabi formuló la pregunta, tumbándose con su cría entre las patas delanteras, al igual que Sarabi.

Los aprendices podían entonces pensar, que el cachorro que sostenía Sarabi entonces era el príncipe. Mufasa inspiró hondo, sin mirarla.

Después hablaremos de eso, Sarafina —Continuó mirando a Bavol, no enfadado, ni seco, pero sí serio—. Contesta, pequeño camaleón.

Yami abrió la boca para intervenir, pero por alguna razón, apretó un poco los dientes y miró al aprendiz, esperando que no dijera nada como todo lo que había dicho hasta entonces. Ligeramente separada pero a su lado, Nanashi se mantenía atenta y quieta, atusándose muy de vez en cuando las plumas. Miró una única vez a Saeko y a Simbad, como si les instara a que no dijeran nada estúpido. Sin embargo, Mufasa había preguntado por demasiadas cosas muy delicadas. ¿Iban a dejar que un aprendiz de Tierra de Partida se fuera probablemente de la lengua?

Si iban a tejer mentiras, tenían que ser rápidos.

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Saeko
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Simbad
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Bavol
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Kousen
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Tsuna » Mié Oct 29, 2014 2:43 am

Por mucho que observase la Roca del Rey y sus alrededores, seguía sin identificar a nadie, de hecho, ni siquiera sabía cómo era Scar, pero igualmente, mi búsqueda no tuvo resultados. Escuché entonces el sonido de los rayos y las espinas brotando del suelo, hiriendo al Sincorazón y, preocupada por mi horrible despiste, me impulsé de inmediato hacia el monstruo sobre mis cuatro patas y agitando violentamente la cola; dispuesta a rematar la faena yo misma.

No me había sentado nada bien el hecho de que hubiesen mencionado a Scar cuando ni siquiera se encontraba allí, ¿acaso había sido una broma de mal gusto o algo? Porque a mí no me había hecho ni pizca de gracia. Mantenía el ceño fruncido, enfadada, cuando el reluciente corazón de la bestia se alzó en el cielo para desaparecer. Incluso la maestra Nanashi había ayudado y yo… Me había quedado quieta como una pasmarote, despistada, mirando a todos los rincones para nada. Y lo peor vino cuando recordé que estaba al cargo...

Se me erizó levemente el pelaje mientras se mantuvo el silencio, y ahora que me fijaba mejor… ¿No habían aquellos animales lanzado hechizos mágicos también?

No serán de… ¿Tierra de Partida?


La tensión y el suspense se mantuvieron en el aire, como si la brisa del viento los arrastrara junto a sí, mientras el Rey, Mufasa, nos contemplaba extrañado a todos; observándonos uno por uno. Tragué saliva y retrocedí un poco, intimidada e imaginando las consecuencias de lo que habíamos hecho. Yo al menos había sido discreta, pero el novato de Simbad… Había lanzado el hechizo de Natura delante de todos, ¡aunque no podía incriminarlo, cuando la maestra había hecho lo mismo! Chasqueé la lengua por lo bajo y esperé la sentencia del león, y para qué mentir, asustada por lo que pudiese pasar.

Pasaron unos segundos más de tensión, horribles para mí, cuando Mufasa nos ordenó —porque eso es lo que había hecho— que le acompañasemos para… explicarle todo lo sucedido. ¡Bien! Habíamos arruinado la misión, e irremediablemente, no pude evitar mirar con rabia a los de Tierra de Partida, pues nosotros solos podríamos habernos hecho cargo sin llamar tanta atención. ¡Pero allí se encontraban! Discutiendo con la maestra Nanashi. Yo por mi parte me aproximé lentamente a Simbad para dejarle las cosas claras.

Oye, eso que has hecho ha sido muy imprudente. No vuelvas a hacerlo delante de todo el mundo, ¿te ha quedado claro? —aunque mi tono lo pareciese, no le estaba amenazando, sino aconsejando para que aprendiese y no volviese a repetirlo

Suspiré, recordando que siempre me tocaba cargar con novatillos, como lo fue Saito en su día, y ahora Simbad. No aparté tampoco la oreja de la disputa que mantenía la maestra, que como siempre, se comportaba de forma admirable frente a los enemigos. En cuanto nos ordenó marchar con ella, la seguí sin dudar, ojeando una última vez, curiosa, al grupito del bando enemigo.

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Cruzamos numerosos túneles en silencio, al menos por mi parte, pues absorta me hallaba contemplando el escenario y cada rincón que mis sentidos captaban; maravillada. Aunque fuese un lugar bastante simple, debía admitir que el interior de la Roca era de mi agrado, pues parecía un lugar tranquilo y sobre todo, seguro. En cierto punto, me aproximé a Simbad para susurrarle:

No te separes de la maestra. —porque por encima de todo lo demás, teníamos al bando enemigo a nuestro lado

No estaba dispuesta tampoco a que se aprovechasen vilmente como el maestro Ronin, para atacar a traición y liquidar a un pobre aprendiz novato como lo era mi compañero de misión. Una vez alcanzamos lo que parecía ser “la sala del trono” de la Roca del Rey, comprobamos que allí se encontraban el mono que había visto anteriormente, antes del ataque del Sincorazón, acompañado de dos leonas y dos cachorros. Procure ignorar a los presentes y mantenerme alerta, sobre todo, con nuestros enemigos principales.

No obstante, no fue un impedimento para no observar la escena de aquella manada. Y Kousen… ¿Dónde había escuchado yo ya aquel nombre? Intenté hacer memoria…

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¿Os habéis fijado? El rayo casi le ha acertado, y la forma en la que el disco se ha pegado a Saeko… ¿Magia de Magnetismo?


¡Pues claro! Se trataba de él…


Efectivamente, era el mismo aprendiz que me había acompañado durante aquel día… El día en el que la guerra empezó; el día en el que Enok se unió a nuestro bando; el día en el que aquel monstruo de Erased Data había muerto al fin. Inevitablemente, un escalofrío me recorrió el pelaje, de cola a cabeza, al pensar en aquel ser… Y en todo lo que había vivido por su culpa. Las torturas que sufrió Nadhia, la muerte de Eileen, la muerte de la copia de mi maestra a sus manos…

¿Por qué? ¿Qué era esa criatura? ¿Qué estaba buscando en mi reino? ¿Y qué eran esas extrañas… luces y plantas que crecían del suelo? —la pregunta del millón

Si no hubiese sido una pantera, mi color de piel estaría ahora todavía más pálido del que era por naturaleza. Muda, recorrí la estancia con la vista, fijándome sobre todo en la maestra, a la cual solo le bastó una mirada para explicarlo todo: no podíamos revelar absolutamente nada. Y yo tampoco estaba por la labor de que Tierra de Partida llegase a controlar la situación, por lo que, decidida y con ello en mente, me adelanté un paso antes que cualquiera, seria, y pensando rápidamente qué contar.

Son artes de combate que nuestros antepasados, en nuestra tierra, nos han transmitido de generación en generación, y sus secretos permanecerán con nosotros. Estoy segura de que lo comprenderá... —y recordando cómo la maestra se había dirigido al propio Mufasa, concluí— Majestad.

Me encontraba algo intimidada por la presencia del rey, no iba a negarlo, pero el sentimiento de coger ventaja por encima de Tierra de Partida era mucho más fuerte, hasta el punto de haberme impulsado a decir aquello. Tampoco había mentido, pues según recordaba del Santuario, fueron nuestros antepasados los que nos legaron lo que teníamos hoy, aunque Tierra de Partida se hubiese desviado de su cometido.

Retrocedí, una vez el rey hubiese hablado, hasta la posición de la maestra, para observar con arrogancia al bando contrario.
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor xXOrbOOkXx » Mié Oct 29, 2014 10:39 pm

Casi se me para el corazón cuando aquel bicho clavó la mirada en mí. Pero no tuve tiempo a reaccionar, pues algunos otros ataques, junto dos rayos adicionales, dieron en el blanco. Pero antes de aquello, conseguí oír un grito que nombraba a aquel Scar otra vez, decidí no decir nada por el momento; aunque sospeché que Saeko sabía que era un personaje importante en aquel mundo (y lo era, tan relacionado con los Sincorazón que parecía estar, según Zira), a juzgar por su expresión.

Del Sincorazón sólo quedó algo brillante que ascendió en el cielo, y recordé que era un corazón.

El león dorado y pelirrojo que había reconocido como el rey, compuso su porte elegante, tal como hacía la realeza; y tras mirar a mi equipo y a aquellos, que tras ver sus hechizos ya confirmé que eran de Tierra de Partida, exigió que le acompañaramos.

Seguí a mis compañeros de cerca hacia la Roca del Rey, con la cabeza sumida en mis pensamientos. La leona, Zira, me echó una mirada rápida, huraña. Y todas las leonas con nosotros, seguimos al susodicho rey. No pude evitar fijarme en que Nanashi y aquel pequeño animalito de esponjosa cola y naricilla prominente, estaban manteniendo una tensa conversación. Sabía que la incipiente rivalidad de Bastión Hueco y Tierra de Partida era pronunciada, pero no sabía que hasta ese punto; no los conocía suficiente, por lo que aquello me hizo mantenerme alerta, al parecer querían llenar los mundos de luz... o qué sabía yo.

Saeko se me acercó, lo que me pareció un tanto molesta.

Oye, eso que has hecho ha sido muy imprudente. No vuelvas a hacerlo delante de todo el mundo, ¿te ha quedado claro? —Asentí aunque me atreví a replicar suavemente.

Bueno, el rey estaba en peligro. No podía quedarme mirando el espectáculo.

Llegamos a la Roca por caminos diferentes. Observé con atención disimulada a aquel grupo de Tierra de Partida: Un león, aquel animalito anaranjado y otro más pequeño en el lomo el primero.

****


El interior de la caverna, donde parecía ser el refugio de los felinos no estaba oscuro del todo; pero tardé un rato en acostumbrarme a la penumbra. Me obligué a permanecer tranquilo, pues sabía que nos habían pillado. Saeko tenía razón, si no hubiera atacado con magia ahora no estaríamos en aquella situación, aunque habría dado igual, pues los de Tierra de Partida también habían participado.

Mi compañera miraba recelosa hacia aquellos que califiqué de enemigos (aunque no supiera muy bien por qué), parecía haber tenido malas experiencias con ellos, y no hizo más que confirmármelo cuando se acercó y me dijo que no me separara del grupo. Lo cierto era que en la Cité casi nos matan, pero no parecían los mismos de aquella vez. Además, le habían otorgado una cura a mi amigo, lo que me hacía pensar que no eran... tan violentos.

Vi la cara familiar de aquel simio con las mejillas azules, y a una leona de antes. Otra leona nos miró a todos atentamente, y una expresión de sorpresa se reflejó en su rostro. Se acercó a nosotros.

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Kousen, Bavol —murmuró, no lo suficiente bajito para que no lo oyera—. Es una grata sorpresa...

Entonces aquellos del otro mundo ya habían estado en estas tierras. Me pregunté qué hacían allí. No tuve tiempo de preguntar (tampoco iba a hacerlo) pues el rey intervino.

Pequeño camaleón —le dijo a aquel pequeño animal en el lomo del león—. Durante la pelea contra esa criatura mencionaste a mi hermano, ¿por qué? ¿Qué era esa criatura? ¿Qué estaba buscando en mi reino? ¿Y qué eran esas extrañas... luces y plantas que crecían del suelo?

¿Su hermano? ¿Scar era el hermano del rey? Aquello me comenzaba a dar mala espina, y comencé a comprender por qué quería el trono. Daba igual donde estuvieras, las ansias de poder colmaban tu alma.

El anaranjado animal abrió la boca para decir algo, pero se contuvo y miró al camaleón. Miré a Nanashi, en busca de alguna pista, y me encontré con una mirada totalmente elocuente de la que no podíamos decir nada, como era natural. De acuerdo, era un aprieto, e iba dirigido a aquel camaleón; había decidido no soltar ninguna mentira convincente cuando...

Son artes de combate que nuestros antepasados, en nuestra tierra, nos han transmitido de generación en generación, y sus secretos permanecerán con nosotros. Estoy segura de que lo comprenderá... —Saeko se había adelantado, con gran maestría para el teatro— Majestad.

Fingí indiferencia y decisión; estaba sorprendido, pero si mostraba cualquier indicio de que aquello era una bola como una catedral, el astuto engaño se iría a la porra. No sabía si podía fiarme de aquellos, que no mostrarían sorpresa ante Saeko en cuanto ella volvió a sentarse, dirigiendo una mirada arrogante; por lo que me dispuse a distraer la atención del rey hacia mí, antes de que mirara al bando contrario.

Tiene razón alteza —dije muy seguro, y totalmente tranquilo—. Le ruego que nos perdone si hemos causado algún daño, pues esas águilas se convierten muchas veces en auténticas plagas, y no son nada afables. Son bastante comúnes en nuestra tierra, si me permite decirlo.

Hice una pequeña reverencia, a la realeza le gustaban las reverencias. A Saeko le faltaba aquella parte de la mentira, y no estaba muy seguro de si iba a funcionar... Esperé que mi pose relajada, y mi expresión levemente preocupada colaran. Ojalá funcionaran mis dotes de actor en aquel momento.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Tidus Cloud » Sab Nov 01, 2014 1:42 am

El camaleón esbozó lo que podía entenderse como una sonrisa cuando observó el corazón del sincorazón derrotado ascendiendo hacia el cielo.

Tras la derrota de su enemigo, el rey Mufasa les pidió a los presentes que le acompañaran y por su seriedad era evidente que no era una súplica. Hubiera preferido desobedecer simplemente por llevarle la contraria a un rey; sin embargo, si había sincorazón presentes, puede que tuvieran algunas cosas que aclarar.

Bavol se acercó a Yami y Kousen antes de seguir al león. Yami se enzarzó en una discusión con un pájaro blanco que también había ayudado en la lucha contra el sincorazón. Por las múltiples acusaciones que se echaron una sobre la otra y por el empleo que hicieron de la magia durante el combate, era evidente que aquellos tres animales eran de Bastión Hueco.

Más os vale no estar tras ese sincorazón —les acusó descaradamente Bavol mientras la líder del grupo de Bastión Hueco echaba el vuelo.

Una vez los Aprendices del bando contrario se marcharon de la zona para seguir a Mufasa, Bavol se acercó a Kousen y se volvió a subir en su lomo para que pudieran llegar más rápido hasta dónde se encontraba el rey de los leones. Mientras se disponían a emprender el camino, la Maestra Yami se acercó hasta ellos para compartir sus inquietudes:

Esto no me gusta... Que Bastión Hueco esté aquí también... Deberíamos ir también, chocobitos, vamos.

Tranquila, Maestra, yo los tendré vigilados —afirmó Bavol dándose un golpe en su pecho con su patita.

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Llegaron al interior de una enorme cueva en la que, por lo que podía recordar, no había estado en su anterior visita. Aparte de los Portadores de la Llave Espada y el rey Mufasa, en el interior de aquel lugar también se encontraban Rafiki con dos cachorros de león y dos leonas más.

Bavol reconoció al instante a una de ellas: Sarabi, la leona a la que quisieron ayudar durante su misión anterior.

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Mufasa, ¿qué ha pasado?

Bavol hizo el amago de acercarse a ella para que le viera claramente, pero se detuvo al instante al ver aquel gesto de cariño entre Mufasa y Sarabi. El camaleón se quedó un tanto impactado al pensar lo que podía significar aquel gesto.

Lo que ha pasado espero que nuestros invitados puedan explicárnoslo.

Invitados... —Sarabi les dirigió finalmente una mirada y pudo ver durante unos segundos una expresión de sorpresa en su rostro— Kousen, Bavol. Es una grata sorpresa...

Pues sí que es una sorpresa, no podía imaginarme que ahora tú fueras la reina —dijo el camaleón. No pudo evitar que se le escapara una pequeña mueca, mezcla de tristeza y disgusto.

Pequeño camaleón —Bavol se giró hacia el rey dándose cuenta de que era la primera vez que se encontraban los dos cara a cara, ya que antes había estado oculto bajo su camuflaje—. Durante la pelea contra esa criatura mencionaste a mi hermano, ¿por qué? ¿Qué era esa criatura? ¿Qué estaba buscando en mi reino? ¿Y qué eran esas extrañas... luces y plantas que crecían del suelo?

Rafiki se colocó al lado de Mufasa y las dos leonas decidieron apartarse recogiendo cada uno a un cachorro. Bavol sintió las miradas de los dos animales y también de los otros Portadores que lo rodeaban. No quería dejarse intimidar por ninguno de los presentes, pero era consciente de que lo que respondiera podía ser bastante importante.

Cuando estuvo a punto de tomar la palabra fue interrumpido por uno de los Aprendices de Bastión Hueco, la gata de color lila.

Son artes de combate que nuestros antepasados, en nuestra tierra, nos han transmitido de generación en generación, y sus secretos permanecerán con nosotros. Estoy segura de que lo comprenderá... Majestad.

Aquellas palabras le habían resultado bastante desagradable, pero se hubiera sentido identificado con aquella manera de hablarle a un monarca si no hubiera concluido diciendo majestad. Bavol se encogió de hombros, si Bastión Hueco quería arruinar la poca reputación que pudiera tener, era cosa suya. Intentó hablar para poder responder al rey, pero fue interrumpido de nuevo, esta vez por el gato de Bastión Hueco con manchas negras.

Tiene razón alteza. Le ruego que nos perdone si hemos causado algún daño, pues esas águilas se convierten muchas veces en auténticas plagas, y no son nada afables. Son bastante comúnes en nuestra tierra, si me permite decirlo.

Bavol entornó los ojos mientras pisoteaba el suelo impaciente a la espera de que los dos Aprendices entrometidos se callaran de una vez. Cuando vio como el gato de manchas negras finalizaba su intervención con una estúpida reverencia, el camaleón vio su oportunidad de hablar, pero desgraciadamente fue interrumpido una tercera vez.

¿Qué pasa con la presentación, Mufasa? —preguntó la otra leona.

Bavol la miró y observó que cada una de las leonas había cogido a uno de los cachorros. El camaleón se quedó mirando al leoncito que estaba con Sarabi, si lo que había deducido era cierto, aquel era el príncipe al que habían venido a ver.

Después hablaremos de eso, Sarafina. Contesta, pequeño camaleón.

Esperando que nadie más le arrebatase su momento, se bajó del lomo de Kousen y se colocó justo delante del rey Mufasa intentando transmitir firmeza con su pose. Aunque le había parecido que aquel león podía ser un rey con principios, no le estaba gustando nada la manera autoritaria con las que les estaba tratando. Sí, contestaría a las dudas de Mufasa, pero por primera vez en su vida hablaría de igual a igual con un rey.

Ey, nada de pequeño camaleón, tengo un nombre —comenzó diciendo con un tono exageradamente pomposo en un intento de parodiar los modales de la alta sociedad—. Mi nombre es Bavolio Trené III, duque de Mogurilandia, conde de Pooh, Caballero de la Orden de Sparrow y heredero legítimo del rey Ronius Maximus. Mi sangre es más azul que todo el cielo sobre vuestras cabezas. He venido con el príncipe Kousen para ver a vuestro hijo, pero decidí ocultarme porque quería ver primero qué tipo de rey era usted. También metí unos cuantos gritos entre los animales que venían porque quería ver si los súbditos amaban a su rey o no.

» Estos gatos ya os han respondido a algunas de vuestras dudas. Esas luces y plantas son artes especiales de los reinos de los que venimos, quizás algún día si nos visita podríamos enseñarle un poco —era la típica formalidad que se decía por educación, pero no se pensaba cumplir—. Y hablando de esos gatos, deberíais tener cuidado con ellos porque en mi reino tenemos sospechas de que están tras la aparición de esos peligrosos animales.

Entendería que algunos de los Aprendices quisiera intervenir para desmentir sus palabras, pero el rey aún tenía que escuchar lo que tenía que decir sobre la acusación a su hermano, así que esperaba que Mufasa les mandase callar si se les ocurría interrumpir.

Conocemos personalmente a la reina y a vuestro hermano. Vinimos a visitar este reino hace tiempo cuando era Scar el que mandaba por estas tierras. Descubrimos que Scar se estaba valiendo de esos peligrosos animales para dominarlos a todos. Conocemos bien a estas bestias y sabemos que sólo obedecen a los leones con un corazón oscuro —Bavol se paró y miró a su alrededor—. ¿Dónde está por cierto? Creo que él puede tener respuestas a nuestras dudas.

Bavol no se amedrentaría ante ninguna amenaza de los ningunos presentes. Lo importante era mantener su tapadera hasta el final con la mayor seguridad posible. Después de que Mufasa le diera las respuestas que creyese conveniente, Bavol intentaría acercarse a Sarabi y a su cachorro.

¿Es ése el principito al que hemos venido a ver? —preguntó Bavol. No le gustaban los reyes, pero no podía evitar sentir curiosidad por la cría de la leona a la que había ayudado—. ¿Ya tiene nombre?
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Re: [Tierras del Reino] El nacimiento de un príncipe

Notapor Kousen » Dom Nov 02, 2014 3:47 pm

El propósito había sido conseguido: El Sincorazón hacía sido derrotado, salvando las vidas de los presentes.
Sin embargo, nuestras preocupaciones solo acababan de empezar.

<<¿Ellos también pueden usar magia? No serán...¿Bastión Hueco?>>

Me había puesto muy tenso sin darme cuenta, temeroso de hacerles frente después de todo lo que había pasado en La Red... toda esperanza de reconciliar a ambas facciones de la Orden se habían esfumado cuando Ronin atacó a Ryota a traición. Nadie de Tierra de Partida sabía qué había sido del líder del Castillo, pero eso solo empeoraba las cosas. ¿Y si decidían tomar represalias contra nosotros allí mismo?

No quería que se desatase la inminente guerra. Muchos nos sentíamos como carne de cañón.

Desde luego, no eran ellos los únicos en haber llamado la atención usando magia. El rey Mufasa nos observó durante unos segundos, para luego dirigirnos a un lugar más reservado donde pudiésemos darle explicaciones.
+10 en sigilo, sí señor.
Bavol y yo nos acercamos entre nosotros, siguiendo al grupo en dirección a la Roca del Rey. Los otros tres animales estaban justo a nuestro lado, y tanto Yami como el ave blanca que los acompañaba estaban especialmente tensas.

Me sorprende que no nos hayáis atacado ya —comentó el ave.

Reconocí su voz al instante. La seriedad y seriedad de sus entrenamientos cuando aún estaba en Tierra de Partida eran más que suficientes para dejar mella en la memoria, pero lo que la había dejado grabada a fuego en mi mente fue su declaración de guerra tras los eventos de Erased Data.
La Maestra Nanashi...

Podría decir lo mismo de vosotros

Oh, no, no me gusta tener público inocente. Además, haríamos esperar al rey.

¿Qué habéis venido a hacer?

La mirada que nos dirigió Nanashi no me pasó desapercibida. Había una mezcla de ira silente y desprecio que me caló hasta los huesos.

Eso no es asunto tuyo. Saeko, Simbad. Nos vamos.


¿Saeko? ¿Acababa de decir Saeko?
Mis ojos se dirigieron directamente hacia la pantera violeta mientras se alejaba con su Maestra. Había cambiado de forma igual que nosotros, pero su pelaje conservaba el color que su pelo tenía como humana.
Recordaba a aquella chica por la alianza temporal que habíamos establecido para recuperar el disco de Abraxas en el museo de la Red, y la batalla con aquel programa enmascarado que trató de detenernos. Era como si el fantasma de todo lo ocurrido en aquel mundo regresase para atormentarnos.

Más os vale no estar tras ese sincorazón —les espetó Bavol, forzándome a intervenir.

Bavol, calla. No empeores más las cosas. —le respondí, volviendo la mirada hacia los otros.

Unos segundos más tarde, Yami pasó a dirigirse a nosotros. Nos instaba a seguirles en la misma dirección.

Esto no me gusta... Que Bastión Hueco esté aquí también... Deberíamos ir también, chocobitos, vamos.

Tranquila, Maestra, yo los tendré vigilados —afirmó Bavol, dándose un golpe en el pecho.

Hm...

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Conducidos en un solo grupo por Mufasa, este nos llevó hasta una cueva en el interior de la Roca del Rey, donde nos esperaban dos leonas (una de ellas muy familiar) y Rafiki, que sujetaba a dos cachorros de león en sus brazos. ¿Sería uno de ellos el príncipe heredero?

Me sentí algo más aliviado al ver una cara familiar en aquel habitáculo: Sarabi, la leona que nos había guiado durante nuestra anterior visita, estaba presente.

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Mufasa, ¿qué ha pasado?

Lo que ha pasado espero que nuestros invitados puedan explicárnoslo.

Invitados... —Sarabi parecía sorprendida de vernos— Kousen, Bavol. Es una grata sorpresa...

Pues sí que es una sorpresa, no podía imaginarme que ahora tú fueras la reina

También nos alegra verte de nuevo, Sarabi. Es todo un alivio ver que encuentras bien.— agaché un poco la cabeza en señal de reverencia, intuyendo su estatus como reina.

Pequeño camaleón

Sentí que la columna se me quedaba rígida de pura tensión cuando escuché de nuevo a Mufasa. Llegaba el momento de dar explicaciones.

Durante la pelea contra esa criatura mencionaste a mi hermano, ¿por qué? ¿Qué era esa criatura? ¿Qué estaba buscando en mi reino? ¿Y qué eran esas extrañas... luces y plantas que crecían del suelo?

¿Qué pasa con la presentación, Mufasa? —preguntó la otra leona.

Atento a la conversación, moví mis ojos en aquella dirección. La misma leona tenía uno de los cachorros que Rafiki había estado sujetando a su cuidado, mientras Sarabi tenía al suyo también entre sus patas delanteras.

Después hablaremos de eso, Sarafina. Contesta, pequeño camaleón.

Explicar todo aquello sin destapar nuestra mascarada iba a ser un buen paripé. Lo único que esperaba era que no surgiesen incongruencias entre testimonios de ambos bandos que nos pusiesen en evidencia.
Sin embargo, Saeko fue la primera en tomar la palabra:

Son artes de combate que nuestros antepasados, en nuestra tierra, nos han transmitido de generación en generación, y sus secretos permanecerán con nosotros. Estoy segura de que lo comprenderá... Majestad.

Tiene razón alteza. Le ruego que nos perdone si hemos causado algún daño, pues esas águilas se convierten muchas veces en auténticas plagas, y no son nada afables. Son bastante comúnes en nuestra tierra, si me permite decirlo.— la siguió su compañero.

Nada mal, sinceramente. Habían estado rápidos a la hora de prestar declaraciones, pero el hecho de que hubiesen interrumpido a Bavol cuando el rey le había preguntado específicamente a él podría ser un problema.
Antes de que me diese cuenta, Bavol había bajando de mi lomo para quedar de pie ante Mufasa, preparándose para lo que parecía iba a ser una larga presentación:

Ey, nada de pequeño camaleón, tengo un nombre —comentó con un tono aristócrata que no le pegaba nada—. Mi nombre es Bavolio Trené III, duque de Mogurilandia, conde de Pooh, Caballero de la Orden de Sparrow y heredero legítimo del rey Ronius Maximus. Mi sangre es más azul que todo el cielo sobre vuestras cabezas. He venido con el príncipe Kousen para ver a vuestro hijo, pero decidí ocultarme porque quería ver primero qué tipo de rey era usted. También metí unos cuantos gritos entre los animales que venían porque quería ver si los súbditos amaban a su rey o no.

No pude evitar cerrar los párpados para poner los ojos en blanco sin ser demasiado obvio. ¡Se trataba de llamar cuanta menos atención posible, diablos!

Estos gatos ya os han respondido a algunas de vuestras dudas. Esas luces y plantas son artes especiales de los reinos de los que venimos, quizás algún día si nos visita podríamos enseñarle un poco

>>Y hablando de esos gatos, deberíais tener cuidado con ellos porque en mi reino tenemos sospechas de que están tras la aparición de esos peligrosos animales.

Bufé inmediatamente, haciéndole señas a Bavol de que ese no era el buen camino de diálogo. Miré de reojo a los otros portadores, esperando que no se tomasen aquello a la tremenda.

Conocemos personalmente a la reina y a vuestro hermano. Vinimos a visitar este reino hace tiempo cuando era Scar el que mandaba por estas tierras. Descubrimos que Scar se estaba valiendo de esos peligrosos animales para dominarlos a todos. Conocemos bien a estas bestias y sabemos que sólo obedecen a los leones con un corazón oscuro

>>¿Dónde está por cierto? Creo que él puede tener respuestas a nuestras dudas.

Antes de que Bavol pudiese seguir hablando, alargué una zarpa y le tapé el hocico con ella, procurando que mantuviese el silencio durante unos momentos. A lo mejor podría arreglar un poco todo aquello.

Disculpe el tono de mi acompañante majestad, aún es algo joven, como puede ver.— sonreí un poco por lo bajo, tratando de relajar el ambiente —No haga mucho caso de esas acusaciones sobre el resto de invitados, por favor. Estamos pasando por algunas... diferencias en nuestro reino, y esas criaturas solo logran empeorar la situación, dando lugar a temor y toda clase de rumores que no tienen fundamento sólido.

No estaba en el bando de Bastión Hueco, pero empezar a lanzarnos cuchillos no iba a solucionar nada en aquella situación. No sabía hasta qué punto estarían relacionados con aquel Sincorazón tras todo el discurso que Ryota nos había dado el día en que trató de pasarnos a su bando, pero ellos parecían tan interesados en eliminar a esas cosas como nosotros.
Después de todo nos habían ayudado a quitarlo de enmedio, ¿no?

Pero Bavol tiene razón en lo último, majestad. Ya conocíamos a su esposa de una visita anterior a sus dominios, discúlpenos por no comentarle nada antes, pero no sabíamos todos los detalles de su enlace.— continué. —Vinimos buscando una explicación al estado en que se encontraba por entonces su reino y alguna forma de ayudar, y cuando tratamos de conversar con su hermano... liberó a esas criaturas contra nosotros.

>>No sabemos mucho sobre su verdadera naturaleza, pero sí es cierto que algunos individuos parecen tener una especial aptitud para conminarlas a que cumplan sus designios. Otro aspecto está muy claro: Esos seres son peligrosos, y no puede salir nada bueno de ellos.— informé al rey y su séquito. —Le rogamos que tengan mucha cautela con ellos, Majestad.

Y con eso, concluí mi explicación. Solo quedaba ver las reacciones que salían de aquello.
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