Re: [País de Nunca Jamás] Nuestro tesoro
Publicado: Dom Feb 01, 2015 7:25 pm
El capitán se tomó unos instantes antes de volver a hablar.
—¿Un tesoro? ¿Cuál de ellos, si puede saberse? —se empezaron a escuchar risas— Nunca Jamás es demasiado grande para buscar un simple tesoro. ¿Y qué os hace pensar que vuestra ayuda nos compensará?
—Puede tener plena confianza en nosotras, capitán. Nuestro grupo es mucho más numeroso, y no debería subestirmarnos por nuestra condición.
Alguien comenzó a andar hacia el capitán. Miré de reojo a la maestra, y no supe averiguar que pasaba realmente por su mente. ¿Será que no había hecho bien en decirle aquello al capitán? Pensé que era un buen cambio.
—P-pero capitán, ¿qué hay sobre Peter Pan?
¿Quién era Peter Pan?
De repente la puerta del camarote se abrió con brusquedad y dos hombres entraron de forma violenta, lanzando unos cuerpos cerca de mí. Retrocedí instintivamente. Los piratas empezaron a encender más lámparas, y entonces fue cuando pude comprobar que estábamos bien acompañadas, no solo por el capitán si no por más corsarios.
Pude observar perfectamente a Garfio y todos sus ropajes rojizos a conjunto con un exagerado sombrero donde asomaba una gran pluma. Aún todo esto, lo más destacable eran esos… bigotes que tenía. El capitán parecía tener el típico perrito faldero por detrás, cuyo aspecto era bastante entrañable y parecía haber sido él el que había mencionado aquello de Peter Pan. Quizás podríamos habernos enterado de algo si no hubiesen irrumpido tan bruscamente para arrojar aquellos dos cuerpos.
—¡Campanilla estás bien! ¡Garfio, suéltala!
—Ahora sí que estamos en problemas…
No me fijé en los cuerpos que había cerca de mí hasta que hablaron. Eran dos niños: uno con ropas de zorro y otro con bata blanca y aspecto algo más elegante… a su manera.
El Capitán parecía orgulloso por aquel hecho. Agarró la lámpara que hace un rato era la única que emitía luz y la alzó para que quedase a vista de todos. ¡Lo que había dentro era increíble! ¡Un hada!
—¡Campanilla! —exclamó el niño vestido de zorro. Así que ese era el nombre del hada…
—¡Está bien! ¡Acepto vuestra ayuda!—Garfio pareció haberse decidido de golpe— Pero a cambio, solo tengo una petición… Eliminad a Peter Pan.
Los niños se sobresaltaron y Campanilla empezó a dar patadas al cristal, mostrando su indignación. Pobrecilla, no tenía escapatoria.
Me mordí el labio, nerviosa. Habíamos venido para encontrar un tesoro, sí. Pero no pensé nunca que la tarea acabaría con tener que eliminar a alguien.
>Peter Pan es un auténtico diablo, un demonio. No sería de extrañar que esos monstruos que no paran de asaltar nuestra nave estén a sus órdenes —Nanashi pareció sorprendida ante ese detalle—. Aunque todavía no he tenido el honor de conoceros.
—Nanashi. Y la joven que me acompaña se llama Freya. —se limitó a presentarnos. Yo asentí con la cabeza.
Garfio rio ante todos. Parecía que las cosas le estaban saliendo mejor de lo que él esperaba.
—Podéis entonces prepararos antes de partir. La guarida de Peter Pan está en Nunca Jamás. Y recordad: si no veo su frío cuerpo ante mí, no habrá tesoro alguno queridas.
—N-no le creáis, ¡es todo una vil mentira!
—¡Eso es! ¡Peter no es ningún demonio!
Miré a Nanashi, como pidiéndole una explicación sobre todo esto. Pero supuse que ni la maestra planeaba algo así. ¿A quién debía creer? ¿A esos inocentes muchachos o al capitán que supuestamente nos ayudaría a encontrar aquello que buscábamos?
Pero ahí se acabó el cavilar más, puesto que los guardias nos sacaron de allí. Realmente estaba preocupada por aquella pequeña hada. Era tan bonita…
Acabamos en otra de las habitaciones del barco, la cual disponía de estanterías con ropa y artilugios de pesca. No había ventanas, y el movimiento del mar era demasiado intenso para mí. Tuve que sujetarme de alguna manera para no caer al suelo. La cabeza me daba muchas vueltas, pero intenté recuperar la compostura. Necesitaba acostumbrarme a aquello si quería seguir con la misión.
—Sé que esto te habrá resultado de lo más inesperado, pero no te alarmes. Actuaremos con cautela y mientras tanto les seguiremos el juego. Quédate aquí y prepárate debidamente.
—E-Está bien, maestra —asentí a la misma vez.
Nanashi desapareció por la puerta, dejándome allí con los dos niños de antes y un pirata que roncaba. Qué molesto.
O sea, que la maestra quería seguirles el rollo. ¿Pero de verdad estaba segura de que esa era la mejor opción? ¿Y si luego no había vuelta atrás y acabábamos atrapadas? No me apetecía lo más mínimo ayudar a Garfio si esa eran las condiciones. Cada vez me arrepentía más del hecho de haberle ofrecido aquel trato. Había sabido aprovecharlo demasiado bien.
—Tss, eh. ¿Te llamabas Freya? ¿¡De verdad vas a creer a ese mentiroso!? —uno de los niños me susurró. Me volteé a mirarlos.
—Por favor, ayúdanos. Tenemos que salir de aquí, o Wendy y los demás se preocuparán.
—Me temo que yo no…
Un estruendo que provenía de detrás de la puerta hizo que callase. Por lo visto había algún tipo de pelea y como resultado, el guardia que antes roncaba descansando plácidamente, se despertó de golpe. Se acercó a la puerta, algo aturdido, y me miró.
—¿Pero qué demonios pasa ahora? Escucha tú… Si quieres demostrar tu confianza hacia el capitán y la tripulación, entra ahí y averigua qué ha pasado. ¿Vale?
Qué manera más gratuita de salvarse del marrón.
El guardia se aproximó a la puerta para abrirla, y se olvidó de que estábamos ahí. Volví a mirar a los niños, preguntándome si de verdad era mi responsabilidad ayudar a aquellos pobres muchachos. Desde luego parecían más sinceros que aquel capitán. Pero… ¿No sería desobedecer eso a la maestra? Se supone que debía seguirle el juego a los piratas.
—Te llevaremos ante Peter si quieres… Tienes nuestra palabra.
Si eso era así, podría conocer a Peter y valorar qué clase de persona era y que intenciones tenía. Y de paso comprobar que clase de relación guardaba con Garfio.
—Más os vale que sea verdad.
Ante aquello, cogí la llave de la mesita para poder abrir las jaulas y liberarlos. Sacaría una de mis pistolas y dispararía un par de veces a una de las pantorrillas del pirata. Si aquello funcionaba, aunque fuese tan solo para hacer tiempo, cogería a ambos niños de la mano y correría hacia la salida.
—¿Un tesoro? ¿Cuál de ellos, si puede saberse? —se empezaron a escuchar risas— Nunca Jamás es demasiado grande para buscar un simple tesoro. ¿Y qué os hace pensar que vuestra ayuda nos compensará?
—Puede tener plena confianza en nosotras, capitán. Nuestro grupo es mucho más numeroso, y no debería subestirmarnos por nuestra condición.
Alguien comenzó a andar hacia el capitán. Miré de reojo a la maestra, y no supe averiguar que pasaba realmente por su mente. ¿Será que no había hecho bien en decirle aquello al capitán? Pensé que era un buen cambio.
—P-pero capitán, ¿qué hay sobre Peter Pan?
¿Quién era Peter Pan?
De repente la puerta del camarote se abrió con brusquedad y dos hombres entraron de forma violenta, lanzando unos cuerpos cerca de mí. Retrocedí instintivamente. Los piratas empezaron a encender más lámparas, y entonces fue cuando pude comprobar que estábamos bien acompañadas, no solo por el capitán si no por más corsarios.
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Pude observar perfectamente a Garfio y todos sus ropajes rojizos a conjunto con un exagerado sombrero donde asomaba una gran pluma. Aún todo esto, lo más destacable eran esos… bigotes que tenía. El capitán parecía tener el típico perrito faldero por detrás, cuyo aspecto era bastante entrañable y parecía haber sido él el que había mencionado aquello de Peter Pan. Quizás podríamos habernos enterado de algo si no hubiesen irrumpido tan bruscamente para arrojar aquellos dos cuerpos.
—¡Campanilla estás bien! ¡Garfio, suéltala!
—Ahora sí que estamos en problemas…
No me fijé en los cuerpos que había cerca de mí hasta que hablaron. Eran dos niños: uno con ropas de zorro y otro con bata blanca y aspecto algo más elegante… a su manera.
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El Capitán parecía orgulloso por aquel hecho. Agarró la lámpara que hace un rato era la única que emitía luz y la alzó para que quedase a vista de todos. ¡Lo que había dentro era increíble! ¡Un hada!
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—¡Campanilla! —exclamó el niño vestido de zorro. Así que ese era el nombre del hada…
—¡Está bien! ¡Acepto vuestra ayuda!—Garfio pareció haberse decidido de golpe— Pero a cambio, solo tengo una petición… Eliminad a Peter Pan.
Los niños se sobresaltaron y Campanilla empezó a dar patadas al cristal, mostrando su indignación. Pobrecilla, no tenía escapatoria.
Me mordí el labio, nerviosa. Habíamos venido para encontrar un tesoro, sí. Pero no pensé nunca que la tarea acabaría con tener que eliminar a alguien.
>Peter Pan es un auténtico diablo, un demonio. No sería de extrañar que esos monstruos que no paran de asaltar nuestra nave estén a sus órdenes —Nanashi pareció sorprendida ante ese detalle—. Aunque todavía no he tenido el honor de conoceros.
—Nanashi. Y la joven que me acompaña se llama Freya. —se limitó a presentarnos. Yo asentí con la cabeza.
Garfio rio ante todos. Parecía que las cosas le estaban saliendo mejor de lo que él esperaba.
—Podéis entonces prepararos antes de partir. La guarida de Peter Pan está en Nunca Jamás. Y recordad: si no veo su frío cuerpo ante mí, no habrá tesoro alguno queridas.
—N-no le creáis, ¡es todo una vil mentira!
—¡Eso es! ¡Peter no es ningún demonio!
Miré a Nanashi, como pidiéndole una explicación sobre todo esto. Pero supuse que ni la maestra planeaba algo así. ¿A quién debía creer? ¿A esos inocentes muchachos o al capitán que supuestamente nos ayudaría a encontrar aquello que buscábamos?
Pero ahí se acabó el cavilar más, puesto que los guardias nos sacaron de allí. Realmente estaba preocupada por aquella pequeña hada. Era tan bonita…
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Acabamos en otra de las habitaciones del barco, la cual disponía de estanterías con ropa y artilugios de pesca. No había ventanas, y el movimiento del mar era demasiado intenso para mí. Tuve que sujetarme de alguna manera para no caer al suelo. La cabeza me daba muchas vueltas, pero intenté recuperar la compostura. Necesitaba acostumbrarme a aquello si quería seguir con la misión.
—Sé que esto te habrá resultado de lo más inesperado, pero no te alarmes. Actuaremos con cautela y mientras tanto les seguiremos el juego. Quédate aquí y prepárate debidamente.
—E-Está bien, maestra —asentí a la misma vez.
Nanashi desapareció por la puerta, dejándome allí con los dos niños de antes y un pirata que roncaba. Qué molesto.
O sea, que la maestra quería seguirles el rollo. ¿Pero de verdad estaba segura de que esa era la mejor opción? ¿Y si luego no había vuelta atrás y acabábamos atrapadas? No me apetecía lo más mínimo ayudar a Garfio si esa eran las condiciones. Cada vez me arrepentía más del hecho de haberle ofrecido aquel trato. Había sabido aprovecharlo demasiado bien.
—Tss, eh. ¿Te llamabas Freya? ¿¡De verdad vas a creer a ese mentiroso!? —uno de los niños me susurró. Me volteé a mirarlos.
—Por favor, ayúdanos. Tenemos que salir de aquí, o Wendy y los demás se preocuparán.
—Me temo que yo no…
Un estruendo que provenía de detrás de la puerta hizo que callase. Por lo visto había algún tipo de pelea y como resultado, el guardia que antes roncaba descansando plácidamente, se despertó de golpe. Se acercó a la puerta, algo aturdido, y me miró.
—¿Pero qué demonios pasa ahora? Escucha tú… Si quieres demostrar tu confianza hacia el capitán y la tripulación, entra ahí y averigua qué ha pasado. ¿Vale?
Qué manera más gratuita de salvarse del marrón.
El guardia se aproximó a la puerta para abrirla, y se olvidó de que estábamos ahí. Volví a mirar a los niños, preguntándome si de verdad era mi responsabilidad ayudar a aquellos pobres muchachos. Desde luego parecían más sinceros que aquel capitán. Pero… ¿No sería desobedecer eso a la maestra? Se supone que debía seguirle el juego a los piratas.
—Te llevaremos ante Peter si quieres… Tienes nuestra palabra.
Si eso era así, podría conocer a Peter y valorar qué clase de persona era y que intenciones tenía. Y de paso comprobar que clase de relación guardaba con Garfio.
—Más os vale que sea verdad.
Ante aquello, cogí la llave de la mesita para poder abrir las jaulas y liberarlos. Sacaría una de mis pistolas y dispararía un par de veces a una de las pantorrillas del pirata. Si aquello funcionaba, aunque fuese tan solo para hacer tiempo, cogería a ambos niños de la mano y correría hacia la salida.