—¡Ragun, aquí! —Justo cuando había acabado de escribir el mensaje una voz familiar resonó entre el gentío, me giré hacia el aprendiz con el que había llegado al Coliseo y le saludé con la mano—. ¿Hay alguna nove…? —Preguntó, sin embargo se vio interrumpido por su propio teléfono móvil, al que probablemente le acababa de llegar el mensaje que había enviado hacía unos instantes—. Oh, ya veo que te las has podido apañar tu solo.
>>Pues manos a la obra, ¿no?
—Sí, manos a la obra —confirmé.
Nikolai y yo abandonamos el coliseo en dirección a las escaleras que descendían hacia Tebas, donde se suponía que estaba la entrada al inframundo, sin embargo no pudimos llegar hasta allí puesto que una mano se cerró en torno a nuestros hombros impidiéndonos continuar la marcha.
—¡Vaya, vaya, pero si es mi aprendiz de la llave griega favorito!
<<Esa voz...>>
Incluso sin girarme supe de quien se trataba, pero aún así me di la vuelta para verle de frente. Un "hombre" muy alto, de piel azulada... ¿o tal vez gris? Vistiendo una lujosa túnica griega negra con un "clip" de calavera adornándolo y por supuesto su pelo, que era fuego literalmente.
—Dios Hades —nombré haciendo una reverencia.
—Te llamabas... Espera, no me lo digas. —me señaló como si tratase de hacer memoria—. Julio, ¿verdad? Tienes cara de Julio. ¿Y tú eres?
—Es Ragun, Dios Hades —evitando sonar demasiado tajante. Era un dios al fin y al cabo, ¿quién sabe lo que podría llegar a hacer si era ofendido por un mortal?
El dios del inframundo esperó a que Nikolai se presentase también.
—Hades, Señor de los Muertos, qué tal, cómo lo lleváis. —Nos ofreció su mano para estrechársela, algo que al menos yo sí acepté—. Veréis, me dirigía yo tan contento al coliseo tan contento para presenciar los Juegos cuando entonces, ¡pum! Veo aquí a este encantador jovencito con su brazo negro y todo. Y supongo que tú también serás uno de esos de la llave mágica, ¿qué se os ha perdido a ambos en el coliseo?
—Pues precisamente veníamos a... —traté de hablar, sin embargo el dios del inframundo era demasiado hiperactivo como para escuchar siquiera.
En ese momento empecé a escuchar unos gritos y explosiones, sin embargo... ¿Eran gritos de emoción y las explosiones cohetes? No podía estar seguro ya que me resultaba imposible escuchar bien cuando Hades no cerraba el pico ni un segundo.
—Uh, la juerga ya debe de haber empezado. ¿No os habéis apuntado a los Juegos? Oh, qué pena, me habría encantado veros participar. Aunque mejor para vosotros, ¿sabéis? El torneo de hoy es muy especial para mí, ya que los perdedores me entregarán su alma. Qué, ¿no lo sabíais? —El dios chasqueó los dedos haciendo aparecer un pergamino de la inscripción y una lupa—. Está todo en la letra pequeña, mirad.
Cogí los objetos con cierta desconfianza e hice caso apuntando con la lupa al lugar que señalaba:
"Precio de inscripción: ¡Tener el alma de un guerrero!"
—Pero ahí no pone nada de... ¡Oh! —exclamé al leer un poco más abajo.
"A la hora de registrarse, no se tendrán en cuenta las palabras «Tener», «De», «Un», ni «Guerrero»."
—En la hoja de registro se advierte de que los que pierdan pagarán el precio de la entrada y bla bla bla, ya os hacéis una idea. Incluso los que no se presenten a su combate serán míos. —Lancé una rápida mirada a Nikolai... Él estaba apuntado por lo tanto debía presentarse a su combate... ¿No?—. Bueno, os dejo, tengo unas almas que recoger, unos planes malvados que seguir, lo de siempre. Como estoy generoso, si necesitáis algo de mí solo tenéis que decir "oh, gran Hades, yo te invoco" y me pasaré a haceros una visita, ¿lo pilláis? Chao~
—¡Oye esp... —me volví a detener cuando el dios desapareció en una nube de humo negro—...era!
En ese momento me giré bruscamente hacia Nikolai y agarré sus hombros con firmeza.
—Sé que no es nuestra misión, pero vamos a tener que tomar un desvío. Es tu alma lo que está en juego y creeme cuando te digo que Hades no bromea con estas cosas. Si esto no funciona tendrás que participar en los torneos —advertí a Nikolai y aclaré la voz. Hades había dicho que con decir "Oh gran Hades, yo te invoco" vendría, ¿no?
>>¡Oh gran Hades, yo te invoco!
Dije por todo lo alto, si aparecía esta vez no esperaría a dejarle hablar siquiera, cogería la carta que guardaba Nikolai y se la entregaría al Dios del Inframundo.
—Es de parte de mi Maestra y escucha un momento, Hades. ¿Puedes perdonar el alma de mi compañero? Somos socios, ya sabes —le pediría también en caso de que apareciese—. Hay un par de almas especialmente jugosas participando que te interesarán más que la de mi compañero. Y son portadores de la llave espada, ¿por qué no hacemos un trato y perdonas a mi compañero?
Si por el contrario llamarlo no servía de nada no nos quedaría más remedio que dirigirnos al Coliseo nuevamente, Nikolai tendría que participar en los torneos y ganar si no quería perder su alma, algo que no iba a permitir. No se iba a repetir lo que había pasado con Ban en Villain´s Vale.