Ronin decidió hacer algo al respecto con las intensas luces de las paredes, y misteriosamente, consiguió concentrar toda la iluminación en él. ¿Cómo diablos... podría cargar él solo con toda esa luz radiante que concentraba? Igualmente, ya podían avanzar perfectamente y sin luces que se lo impidieran.
—¿Estáis todos? —preguntó, aunque tenía claro que para asegurarse de ello nunca vendría mal hacer un recuento—. Bien. No os alejéis del camino, pues si os caéis os perderéis para siempre: solo quedará el olvido. Seguidme, la salida está por aquí…
Con su campo de visión totalmente restablecido, Light empezó a seguir a su Maestro, procurando no separarse demasiado de sus compañeros en ese momento (Nadhia, Xefil y Alec). Una caminata estresante y con muchas preocupaciones para el joven aprendiz. ¿Qué podría estar ocurriendo en Villa Crepúsculo en aquellos precisos instantes?
Deseaba que la oscuridad no fuera más rápida que ellos. Deseaba que llegaran a tiempo para evitar un posible desastre.
—¡Mirad!
Señaló hacia la salida del portal, hacia la entrada a su ciudad. Allí estaba Villa Crepúsculo, el mundo en el que había crecido. No era el único ansioso por llegar cuanto antes, que va, su Maestro presentaba claros síntomas de... ¿desesperación? Apresuró el paso hacia la salida, ansioso por llegar a su destino...
—Oh, vamos. Sabes que no es tan fácil.
—¿Quién...?
Light empezó a buscar el responsable de aquellas palabras, pero no lograría encontrar a nadie. ¿¡Quién... era!? ¿Ryota, quizás? No podía reconocer aquella voz desgraciadamente.
La seguridad de sus palabras era tal... que no pudo evitar asustarse un poco.
—Última oportunidad —avisó, y preparado para cualquier ataque que pudiera surgir, Ronin no se tomaría con cachondeo alguno aquellas palabras—. Abandonad este mundo ahora u os eliminaré. Sabéis que puedo hacerlo.
Parecía dispuesto a todo con tal de expulsar a aquellos que podían suponer un peligro para Villa Crepúsculo. La determinación inquebrantable de su Maestro era digna de admiración en todos los sentidos.
Ronin era invencible y un modelo a seguir para Light. Nadie podría vencerle de ninguna manera, de hecho, él era el hombre más poderoso que jamás había conocido. No existía ningún rival que estuviese a la altura del líder de los Maestros de Tierra de Partida.
—¿Y por eso tienes que traer tu caballería? Patético —indicó la voz desconocida y afeminada, con cierto tono burlón—. ¿Saben la verdad acaso? ¿O solo los traes a una muerte segura en otro inútil intento de arrebatar lo que es nuestro desde antes de que tú te interesaras por nosotros siquiera?
¿Muerte segura? ¿Qué... se suponía que estaba acaeciendo en Villa Crepúsculo? Tantas preguntas sin respuestas... para variar.
Siempre igual.
El pasillo por el que transitaban empezó a temblar con violencia y a mostrarse bastante inestable. Multitud de objetos pesados parecían descender sin fin, junto con... ¿Columnas de luz? Aquello era como una especie de pesadilla.
Si no salían rápido de allí... sería su fin...
—¿Por qué no te rindes? Esta guerra es ya una tontería. Déjalo estar. Ya te hemos ganado tres veces…
—Y lo seguiré intentando.
—No. Esta es la última vez.
Seguramente se referían al conflicto de la luz y de la oscuridad, pero no entraron en detalles.
Todo iba de mal en peor.
La intensidad de los terremotos aumentó drásticamente, las luces del pasillo empezaban a perder su poder, y lo peor no era eso. La oscuridad... acechaba, como depredadora astuta que era, se cernía sobre los aprendices en aquellos momentos tan críticos.
Light sería uno de los que caerían estrepitosamente y de bruces sobre el suelo. Observó con tez pálida como la oscuridad se disponía a terminar con ellos, sin compasión alguna.
Pero aún más palidecería en cuanto presenciara lo que le resultaría simplemente... inimaginable. Ronin, desesperado, se dirigiría gateando hacia la salida del portal, sin preocuparse lo más mínimo de lo que pudiera pasar con los aprendices, sí, aquellos a los que había traído hasta allí.
La carne de cañón.
La decepción fue tremebunda en todos los sentidos. La imagen que tenía de él se rompió en mil pedazos, sin más. Lo más parecido a un padre que había tenido se arrastraba como un mísero perro por el suelo...
—¡No me quedaré fuera! ¡No de nuevo! —exclamaba, como si no tuviera otra opción, en verdad estaba dispuesto a abandonar allí a todos los aprendices—. Este es MI mundo! ¡Me pertenece por derecho propio! ¡Es mi…!
—¿¡Qué estás diciendo!? —le vociferó con clara angustia en sus palabras. Se negaba a creerlo, imposible.
¿MI mundo?
A continuación, Light se levantó con firmeza del suelo. Pudo vislumbrar con dificultad a una figura oculta por la luz del crepúsculo que hacía su entrada en el portal. Impidiendo que Ronin lograra alcanzar la salida... le pateó, logrando de esta manera que el Maestro terminara por caer en el más profundo de los abismos de oscuridad.
Eliminado.
Light no tardó en manifestar un rostro descolorido, consternado hasta límites insospechados. Solo tenía que recordar las palabras que había escuchado hace un momento...
"Si os caéis os perderéis para siempre: solo quedará el olvido"
Podía haberles dado la espalda y haberles utilizado como carne de cañón, pero eso no impedía que el muchacho se traumatizara por la pérdida del que había sido su padre en Tierra de Partida...
Hasta ahora.
Simplemente era otra avalancha de disgustos para Light...
"Gracias, Maestro de la Obviedad. ¡Pero bueno, parece que tenemos un pequeño espía! Tenemos muchos de éstos últimamente, ¿sabes?"
"¿Un juguete? ¡Ja! No, chaval, lo que ves aquí no es ningún juguete. Es una Llave-Espada, muchacho. Un arma muy especial portada por gente especial."
"¡Así se habla, chaval! Cuánto entusiasmo, ¡inspirador!"
Rememoraba el día en el que había reconocido su legado. Gracias a él, su vida dio un giro radical y cambió por completo. Gracias a él, se convirtió en un aprendiz de la Llave Espada y pudo salir de Villa Crepúsculo.
Irónicamente... ahora tendría que regresar allí.
—Te-tendremos... que apañárnoslas sin el... Maestro —comentó, con ciertas dificultades por el shock. Parecía que le costaba respirar y pronunciar correctamente las palabras. No le quedaba otra opción; tendría que soportar el dolor y dejar los sentimentalismos para más tarde—. Nuestra misión no ha cambiado, tenemos que salvar Villa Crepúsculo —dijo con una mayor resignación a Xefil y a los demás que le acompañarían en aquella aventura.
»Si queremos salvarnos... nos mantendremos unidos.
»Vamos...
Daría el primer paso hacia la salida del portal con sus amigos. No necesitaba ningún Maestro o salvador en particular.
Solo a ellos.