Deseaba con todas sus fuerzas que no fuera el caso de la ciudad en la que creció.
Y afortunadamente, no lo fue. En cuanto el joven Light consiguiera recuperar completamente el rango de visión obstruido por la luz del ocaso, comprobaría que la villa parecía encontrarse en perfecto estado.
Se encontraban delante de la estación de trenes, en lo alto de la ciudad. Fue allí donde Light vio por primera vez a Ronin. Llevaba mucha prisa y parecía tener cierto asunto importante, y por no decir sospechoso, por lo que le siguió por los túneles subterráneos... y así terminó descubriendo todo lo referente a la Llave Espada y los mundos...
El día del meteorito. Parecía que había pasado tanto tiempo...
Se dedicó a contemplar con calma las vistas de toda la ciudad. En comparación con el ruinoso Bastión Hueco, el chico no se podía quejar de su ciudad, por muy monótona que fuera. Allí, había podido crecer sano, y nunca había tenido que enfrentarse contra los Sincorazón. Seguía como siempre, sin aquellos seres de la oscuridad...
Pero, algo no encajaba en todo aquello. Ronin les había asegurado de su existencia... pero no había rastro de ellos.
Echó una vista rápida hacia el gran reloj de la estación que coronaba Villa Crepúsculo. Tres jóvenes se dedicaban a tomar helados de sal marina mientras presenciaban desde lo alto la puesta de sol en su máximo esplendor, pero eso no era todo. Lo más curioso de todo era que reían alegremente mientras hablaban de algo que debía ser divertido. ¿Acaso había tiempo para divertirse? Pero... ¿no estaba siendo la ciudad atacada por Sincorazón?
Normalmente se habría aliviado, pero no podía hacerlo. Ronin les había dicho lo contrario, entonces...
¿Qué se supone que significaba todo esto? Después del sospechoso comportamiento de su Maestro ya no sabía que pensar...
—¿Intrusos?
Con claro sobresalto, Light se giró vertiginosamente hacia el portal de luz. Tras él, surgiría cierto joven con baraja de cartas en mano. Le resultaba algo familiar, pero no sabría explicar la razón. Tardaría unos pocos segundos en recordar la identidad de aquel individuo: Andrei Saavedra.
¿Uno de los aprendices de Bastión Hueco que se encontraban con Ryota?
Había dicho... intrusos. ¿¡Cómo que intrusos!?
—¿¡Cómo habéis llegado hasta aquí!?
Seguramente estaba igual de sorprendido que ellos. Light se dispuso a materializar Teluria, pero el intento fue en vano. Andrei se adelantó a todos sus movimientos e hizo el primero: el de arrojar un naipe sobre Hana. La jugada de Andrei conseguiría inmovilizar a todos los presentes en el aire, como si una mano invisible les agarrara del tobillo y como si de animales débiles se trataran...
Por mucho que Light intentaba escapar del conjuro de Andrei, no había manera alguna.
Cómo te atreves...
Impotente por no poder hacer nada, cerró los puños con fuerza. El muchacho furioso se limitó a observar como Andrei materializaba cierto móvil en su mano izquierda y empezaba a ponerse en contacto con alguien.
—¿Maestra? —preguntó tras una esperar unos pocos segundos. Seguramente estaba intentando comunicarse con Nanashi o Ariasu—. Andrei. Tenemos invitados. Sí... Voluntarios. Cincuenta platines a que ha sido Ronin...
¿...Invitados?
Se había intentado contener, pero finalmente le resultó imposible. Quizás fue porque nombró a su Maestro con esa sorna o simplemente porque se dirigió hacia ellos como "Invitados".
Materializó Teluria rápidamente y zarandeó su Llave Espada con violencia, aunque con cierta dificultad por la incómoda posición en la que se encontraba. La Onda lunar se dirigió en línea recta hacía su adversario, pero se disiparía irremediablemente tras entrar en contacto con la barrera que le cubría por completo.
Maldita sea... ¡Más fuerte!
Agitó su arma con más energía, pero aquella Onda lunar más consistente y violenta se volvería a disipar por la barrera...
¿¡No puedo hacer nada!?
—Bien —asintió, sin alterarse lo más mínimo por sus ataques—. En tal caso, aquí le espero...
Empezó a pasearse entre los aprendices que estaban a su merced, mostrando claros aires de superioridad, al contrario que Light, que no pudo evitar sentir un sentimiento profundo de inferioridad y debilidad que le enfermaba.
Flotaban y giraban inmovilizados alrededor de él, como si éste se tratara del mismísimo centro del universo. Irremediablemente, a Light no le quedaba otra que tener al tahúr en el punto de mira. Le observó de arriba a abajo con el ceño fruncido y con una mirada de indiferencia.
Qué egocéntrico...
—No sabéis dónde os habéis metido —insinuó a los aprendices, echándoles en cara su debilidad, e incluso se atrevió a coger de los mofletes a Hitori—. Os lo dije. Estáis demasiado verdes. El mundo acabará con vosotros.
Un portal oscuro se materializó allí mismo, alguien... de la oscuridad aparecería tarde o temprano. Ariasu, la Maestra que estaba con Ryota en Bastión Hueco, hizo acto de presencia y se dirigió con paso firme hacia su aprendiz, sin perder parte de su valioso tiempo en saludos.
—Maestra...
—¿Más participantes? —preguntó con cierto tono de júbilo— . Esto va a ser divertido. Pensaba que Ronin no iba a enviarnos a nadie más, no después de Akio y los demás.
Ronin envió... ¿a Akio y los demás...?
Según palabras textuales de Ronin, se suponía que él y el resto de Maestros habían caído en una emboscada. En cambió, según Ariasu, Ronin les había enviado, y en esos precisos momentos, Ryota debía estar luchando contra los últimos supervivientes...
No sabía qué pensar...
El resto de la conversación le resultó bastante confusa.
"Game Master"
¿Qué significaba ese término? No lo sabía, pero Andrei y Ariasu sí que lo conocían, y por la sonrisa de ésta... no podía ser algo bueno para ellos.
Desactivó el conjuro que Andrei había lanzado escasos minutos atrás con un simple toqueteo de vara. Light, al igual que otros aprendices, se daría con el frío y duro ladrillo en la cabeza, una caída bastante brusca y dolorosa.
—¿No fue suficiente lo de Bastión Hueco? —interrogó a Ariasu con una mirada desafiante mientras se levantaba sin muchas dificultades del suelo—. ¿Por qué hacéis todo esto? ¿Qué queréis hacer con Villa Crepúsculo?—apretó una vez más el puño, incapaz de contenerse.
—Villa Crepúsculo no os pertenece. Nunca lo hizo —anunció Ariasu, apuntando con su vara hacia el sol crepúscular—. Sus habitantes son más felices de lo que jamás lo serían con vuestro querido Ronin. Nos agradecen nuestra entrada en el mundo hace tres semanas, nuestra protección ante la amenaza que representáis.
¿¡Qué!?
—¿¡Qué!? ¡Vosotros sois los culpables de todo lo que está pasando en los mundos! —bramó. Se negaba a aceptar lo que Ariasu intentaba transmitirles. Mentiras y más mentiras que solo servirían para confundirles—. ¡No me vengas con mierdas ahora! Tú...
¿¡Quién...!?
Se vio interrumpido por el sonido de las pisadas de todo un gentío que se aproximaban hacia ellos. Todos los habitantes de Villa Crepúsculo se habían acercado para comprobar lo que acaecía allí.
—¿Por qué están todos aquí... abuela...?
Compañeros de clase, profesores, miembros de su club de Struggle... y su abuela. Todos estaban allí, indignados y enfadados por su mera presencia, pero sería el rostro de su abuela el que más le afectaría...
¿No había sido ella, Ágatha Furier, la que había movido todos los hilos para que se convirtiera en aprendiz y protegiera la luz? No podía estar a favor de la oscuridad, de ninguna de las maneras, ella precisamente no.
Después de lo de Ronin... aquello ya resultaba absurdo...
No... debe de haber algún truco...
Light retrocedió asustado, alejándose de los habitantes de su ciudad que ahora le odiaban.
—Les hemos dado prosperidad, libertad, diversión... Y vida —el discurso de Ariasu se vio fortalecido por el entusiasmo y los vítores de los habitantes—. Mucho más de lo que Ronin haría nunca. Este es nuestro hogar, nuestra casa. Vosotros no sois nadie para venir a arrebatárnoslo. Pero ya que habéis venido hasta aquí como peones, ¿por qué no continuar adelante? ¿Por qué no divertir a vuestro querido público?
“Vosotros no sois nadie para venir a arrebatárnoslo”
—¿¡Arrebataros... Villa Crepúsculo!? —los ojos de Light parecían salirse de las orbitas. Agitó con violencia su brazo derecho, y recordó a Ariasu lo que hicieron meses atrás—: ¡¡Vosotros me arrebatastéis Vergel Radiante y os hicisteis con su control!! No te atrevas a afirmar que ahora este mundo os pertenece, ni hablar... No pertenece a Ronin, ni a Ryota, ni a ti. ¡¡Olvídalo!!
Desvió la vista hacia Ágatha Furier, esperando encontrar apoyo en sus palabras, pero nada. Su abuela se mostraba impasible ante sus comentarios, solo podía clavar en su nieto una mirada de profundo odio que perforaba y destruía toda su determinación...
—No tenéis la alternativa de negaros. Vuestra única opción es participar —Light no se había percatado de que Ariasu se encontraba justo a su lado. Ésta ubicó su varita bajo su mandíbula, obligándole a que alzara su rostro desconcertado ante todos los habitantes indignados de Villa Crepúsculo. Apretaba con todas sus fuerzas su Teluria mientras escuchaba a Ariasu, aturdido por todo aquello e incapaz de levantar su Llave Espada contra ella—. Siete días. Siete misiones. Cumplidlas, y lograréis vuestra libertad... Y nosotros abandonaremos este mundo. Fallad y... Bueno... Seréis eliminados.
"Nos invitaron a jugar. Si ganábamos, abandonarían Villa Crepúsculo y no volverían a pisarlo jamás, salvando a sus habitantes. Si perdíamos..."
El mismo juego que Ronin había citado. Si ellos, expertos y sabios guerreros, no lo habían conseguido. ¿¡Cómo diantres superarían los aprendices el desafío propuesto por Ariasu!?
Y... después de todo lo visto...
¿Qué motivos para luchar le quedaban?
Ariasu apartó la varita de su barbilla y chasqueó los dedos. Un destello de luz de increíble intensidad empezaba a surgir bajo los pies de los aprendices. Las luces intentarían ocultarles las vidrieras que representaban fielmente la esencia de su corazón.
Los descensos de sus corazones.
Light pudo visualizar su propia vidriera de colores celestes. Distinguió rápidamente un retrato suyo de cuerpo entero en el centro de la misma, acompañado por una luna colosal que en parte era eclipsada por su delgada figura. También estaban allí algunos de sus seres queridos: su abuela, su madre...
Mamá...
—Y esta será vuestra entrada.
Se disponía a contemplar el resto de elementos de su vidriera... pero ésta se empezó a resquebrajar y terminó por romperse en mil pedazos.
Cayó al vacío sin que pudiese evitarlo, acompañado por los cristales destruidos de la vidriera, hacia la profunda oscuridad. Tras la ruptura de la cristalera, sentía que ya no era el mismo. Le habían arrebatado una parte de su corazón, su esencia, las ganas de luchar.
La luz.
Mamá... perdóname...
—Bienvenidos al Reapers' Game.
Spoiler: Mostrar
Perdería la conciencia tras escuchar las susurrantes palabras de Ariasu. Cerró los ojos y a pesar de todo, sonrió.