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Fátima, querida...Fátima dejó de contemplar las estatuas de cristal y se volvió hacia Avatar… No, Andrei. Desprendía satisfacción por todos y cada uno de sus poros. Y no era para menos. Alzando levemente los ojos, Fátima atisbó los innumerables corazones que flotaban sobre ellos o, más bien, sobre Andrei. Su dueño. Era una visión hermosa y terrorífica al mismo tiempo.
Andrei era intocable.
«
Casi» se corrigió a sí misma, echando una fugaz mirada a la nueva adquisición de la colección de Andrei: el joven Compositor, Joshua.
Le costaba creer que hubiera sido tan fácilmente capturado. Pero, claro, Andrei jugaba con ventaja. Les había hecho creer a todos que habían vencido, había esperado a que tuvieran las defensas bajas. Y todo había salido de acuerdo a su plan.
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Pa… Padre—balbució. Se le hacía extraño dirigirse a él así, cuando siempre le había visto disfrazado bajo la imagen de Ronin. Un Ronin también joven, pero en fin.
Andrei tomó su mano y aguardó unos instantes con expectación. Fátima se mordió la lengua y se obligó a sonreír.
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Enhorabuena por tu victoria. Por fin has conseguido acabar con la Corrupción. Andrei, en apariencia satisfecho, la obligó a caminar hacia el borde del tejado, de una superficie lisa y plana. Le hubiera gustado detenerse, angustiada al pensar en la caída que le esperaba al otro lado, pero Andrei no dejó de andar hasta que estuvieron prácticamente al filo. Una vez allí posó ambas manos en sus hombros, orientándola hacia la falsa Villa Crepúsculo.
Hacia la destrucción del mundo donde había vivido su corta y efímera vida.
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Ya no debes temer. No queda nadie para que venga a por ti —dijo Andrei. Fátima hizo un esfuerzo por no estremecerse. La persona que tenía a su espalda era capaz, con un chasquido de dedos, de destruir un mundo. Le entraban ganas de echarse a temblar de sólo pensarlo, y sentía el cosquillo del miedo aprisionarle la garganta y acelerar los latidos de su corazón—
. Pronto estaremos fuera de aquí. El mundo real que te prometí está cerca. Mi utopía, Fátima, donde yo seré el rey.Durante unos instantes más, Fátima continuó siendo testigo de aquel Apocalipsis personal que Andrei había creado y luego vio como su joven padre se dirigía hacia las estatuas. Aspiró hondo y apretó los puños, luchando por controlar sus impulsos y mantener la calma. Pero Andrei estaba tan cerca… Sin embargo, el joven se limitó a soltar una carcajada burlona, triunfante.
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Ay, Neku. Ay.A su pesar, una sonrisa nerviosa asomó a los labios de Fátima, pero se apresuró a adoptar de nuevo una expresión neutra. Estaba temblando y no podía permitir que él se diera cuenta, aunque siempre podía atribuirlo al nerviosismo, a la pena por Villa Crepúsculo… Pero, ¿y si sospechaba de ella? ¿Y si de repente consideraba que ella no resultaba necesaria? No necesitaría ni decirle nada, con un gesto, con un pensamiento, sería el fin…
«
Quiere ser así en el mundo real» pensó de nuevo, tragando saliva. «
Y puede que lo consiga».
Andrei, borracho de poder, creó un trono en el centro de la plataforma, en el que se acomodó con complacencia. Por la mente de chica pasó que, a pesar de todo, no era más que un mocoso con ínfulas. Pero se deshizo rápidamente aquel pensamiento cuando su padre fijó los ojos en ella. Algo en su gesto le causó un mal presentimiento y se le encogió el corazón cuando Andrei desplegó los labios.
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Haz una última cosa por mí, Fátima.Contuvo el aliento y asintió lentamente, porque, ¿qué iba a hacer? ¿Negarse? Aunque no podía… o quería imaginar qué quería de ella. Después de todo, ya no quedaban enemigos, ni nada que él pudiera exigirle…
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Mata a Neku. Absorberé sus datos y seré inmortal.Sus ojos se abrieron de par en par y se puso pálida.
—
En cuatro horas habremos salido de este espacio digital.Fátima trató de responder, pero no le salieron las palabras. Una parte de ella sintió ganas de arrojarse contra Andrei y destrozarlo. Otra, más fría, más lógica, comprendió que era una prueba, la última. Como cuando le ofreció la pistola.
Al final, todo se reducía a su antiguo compañero. Apretó los labios y entrecerró los ojos, respirando hondo.
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Claro —respondió, tratando de sonar…
¿Cómo debía sonar alguien que iba a acabar con la vida de una persona?
Obligó a sus piernas a dirigirse hacia Neku, mientras pensaba a toda velocidad. Recordaba cómo le había conocido, aquel mocoso borde e independiente, que nada quería tener que ver con ella. De repente, que la hubiera dejado sola parecía tan nimio, tan estúpido… Se fue porque de él dependía la vida de su amiga, alguien que le había acompañado desde el mundo real. Alguien a quien había prometido que regresarían juntos.
Se detuvo frente a la estatua de Neku y contempló unor por uno a los muchachos cristalizados. Todos eran personas de verdad, que habían acabado en aquel mundo falso…
Se agachó para tocar la mejilla de Neku y, sin poder evitarlo, experimentó una paz interna que parecía que hacía siglos que no vivía… Aunque, si lo pensaba, sólo había vivido siete días. Y, aun así, tenía la sensación de que cargaba con toda una vida sobre sus hombros.
«
Hay tantas cosas que me habría gustado decirte, Neku…»
Se incorporó y se volvió hacia Andrei.
—
Me obligas a matar a una persona real —dijo, alto y claro—.
¿Crees que así me atarás más a ti, padre? ¿O que será menos crimen si un programa acaba con ellos, sin que tú te ensucies las manos?«
Y ahora es cuando me convierte en cenizas» pensó, apretando los puños. Andrei había demostrado que no dejaba salir su ira con facilidad, pero que era vengativo y cruel. Así que quizás no fuera algo inmediato, pero, desde luego, sus palabras merecerían un castigo.
Pero entonces, llegó la caballería. Andrei lo percibió y dejó de prestarle atención a ella para mostrarse desconcertado por aquella inesperada aparición. Fátima sintió un estallido de alegría por dentro.
―
¡Fátima, ahora!****Cuando Fátima salió del portal que Avatar le había abierto para escapar de la inminente batalla, acabó en la cima de aquel castillo, junto a las cuatro hermosas y tristes estatuas de los niños. Con un inmenso suspiro, se sentó frente a Neku y echó un vistazo a su alrededor. Pero sólo había bruma, aunque sabía que, al otro lado, estaba el resto del mundo falso. Su mundo. El que ahora rozaba el borde de la destrucción.
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¿Y, ahora, qué hago con vosotros? —dijo en voz alta, segura de que Avatar estaría lo suficientemente ocupado como para vigilarla.
Tenía unos minutos inapreciables para intentar hacer
algo. Pero, ¿qué?
Al final, todo su trabajo, todos sus intentos por averiguar la debilidad de Avatar, no habían fructificado. Oh, claro que sabía que extraía su energía de los cristales. Pero, al fin y al cabo, él se lo había dicho claramente porque no había nada que pudiera hacer para evitarlo.
Cansada, acarició la mano extendida de Neku en silencio, al borde de las lágrimas. Por fin podía permitirse llorar, aunque sólo fuera un instante.
Lo había sabido desde que Avatar se presentó ante ella y, luego, cuando la salvó del Exilio, sus temores se confirmaron. Aquello de intentar conseguir aliados para capturar a Neku y sus amigos era una farsa: Avatar tenía el poder para llevárselos cuando quisiera. Ahora sabía Andrei que sólo estaba intentando eliminar la Corrupción por otros caminos, pero en ese momento únicamente sabía que, por algún motivo, quería aliados. Y no sólo se lo ofreció una vez, sino que la salvó de la muerte.
Eso fue lo te que terminó por convencerla de que no podían hacer nada contra él. Tuvo la seguridad de que no podían vencer a Avatar, de que se estaban dejando engañar por enemigos falsos. Había demasiado en aquel juego que no se podía ver siendo un mero peón.
Así que… Tenía que convertirse, como mínimo, en una ficha del hombre que, en el fondo, regía el tablero.
Si para ello debía traicionar a Neku… Aunque sólo fuera por confiar en que podía tener una mínima, remota oportunidad de salvarle… Decidió que merecía la pena el riesgo.
Mientras los demás iban venciendo todos los obstáculos que se interponían en su camino, se preguntó si no habría hecho mal, si no habría hecho un mal cálculo. Si, al final, habría sacrificado a su compañero para nada.
«
Bueno, tanto como para nada…».
No iba a negar que se había preguntado muchas veces, al ver que sus esfuerzos no tenían sentido, qué pasaría si simplemente se dejaba llevar. Saldría al mundo real. A un mundo utópico, donde podría tener a un hermano propio, un lugar donde descansar, leer y hacer todo lo que le apeteciera. Era una imagen muy tentadora.
Pero… Lo que Avatar… Lo que Andrei quería hacer estaba mal. Crear vidas como ellos no tenía sentido. Era cruel. Y no era algo que se pudiera dominar sin más. Ese era el problema. Andrei pensaba que, a partir de entonces, todo sería perfecto, porque el mundo funcionaría según sus propias reglas.
Pero así no funcionaba la naturaleza. Ni siquiera en una naturaleza artificial.
Además… Para ello había que sacrificar personas reales. Había que
asesinar. Y Fátima no estaba dispuesta a llegar a ese extremo.
En ese momento sintió una presencia a su espalda y se levantó de un salto, invocando una llama para atacar. ¿Es que habían conseguido vencer a Avatar…?
Ahogó una exclamación de sorpresa cuando la figura que había a su espalda se bajó la capucha y la miró en silencio. Tragó saliva.
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Eileen…—
Fátima, escúchame. No hay tiempo —se apresuró a decir Eileen antes de que Fátima pudiera mover ni un músculo—.
Avatar no es como crees. —
Sé perfectamente cómo es —respondió entre dientes, todavía en guardia, sin fiarse.
—
Llevo el suficiente tiempo luchando con él para saberlo. No es una mala persona: sus objetivos son nobles, pero sus métodos… —la miró, sorprendida de que coincidieran en sus opiniones. Es más, todavía no terminaba de asimilar que la Creadora de aquel mundo estuviera allí, hablando con ella, burlando las medidas de Avatar—.
Fátima, él te quiere —bajó la mirada. Lo sabía. Claro que lo sabía—,
pero sólo conseguirá hacerse daño a sí mismo y a los que le rodean si logra dominar este mundo. No dudará en matar a Neku y lo reemplazará por otra copia virtual. Cree que la vida se puede reemplazar así de fácilmente. No es consciente de lo que hace. Tienes que ayudarle, Fátima, a él y a Neku.
»Por favor. No te pido que lo hagas por mí: hazlo por ellos. Porque te importan.Fátima abrió y cerró la boca, abrumada por las palabras de Eileen, incapaz de creer que estuviera allí, ofreciéndole una salida cuando creía que…
Por un momento se le pasó por la cabeza que todo era una trampa de Avatar y la idea le puso la piel de gallina.
Pero luego… Luego miró a Neku. ¿Es que tenía otra opción?
«
No. Ahora lo que tienes es una oportunidad. Gracias a Eileen. Realmente es la clase de diosa que desearía que existiera en la realidad…»
—
Cuenta conmigo. ¿Qué tengo que hacer?****Antes de que hubieran terminado de decir su nombre, la chica ya se había arrojado sobre Beat y Rhyme. A su tacto, desaparecieron. ¡Increíble, Eileen había dicho la verdad! Después, rozó a Shiki y, por último, a Neku.
«
Buen viaje» deseó.
Y rogó, como había hecho con todos los demás niños, que fueran al mundo real.
Cuando se incorporó, cubierta de un sudor frío y con el corazón en la boca, Andrei miraba con rabia a Crow, Jain… y Eileen.
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Entiendo... Así que tenías un plan después de todo. ¿Y qué? Es imparable ya. Tres copias y una pequeña muerta contra un dios. ¿Tenéis algo contra mí?—
Sí. —respondió Eileen con ímpetu.
Entonces, la verdadera diosa de aquel mundo hizo lo imposible. Fátima contempló sus manos con sorpresa, que de repente desprendían una luz cegadora, al igual que la de sus dos compañeros traidores. Se sintió imbuida por una indescriptible calidez y, de pronto, sintió que todo, absolutamente todo, había merecido la pena.
Entre tanto, fueron apareciendo uno tras otro los jóvenes héroes caídos. Se preguntó qué pensaría, si estarían preparados para enfrentarse una nueva vez al vacío y al olvido que suponía la muerte para un programa. Pero la realidad era que no había más opciones.
Era su última oportunidad.
Todo gracias a Eileen.
«
Sin ella, nada habría sido posible» pensó, mirando a la joven.
Lo que sucedió a continuación no la pilló desprevenida: el cuerpo de Eileen comenzó a volverse transparente, a desvanecerse por instantes. Sintió una aguda pena, pero la reprimió como fue capaz. Había sido su decisión, la había tomado con valentía y no merecía que nadie se apiadara de ella.
Aun así, lamentó no haber tenido tiempo para pedirle perdón. Por todo. Por haber dado tantos problemas.
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Chicos... …Gracias—
Gracias a ti —musitó—.
Descansa. Nosotros nos ocuparemos de todo. Y se encaró a Andrei.
Parte de Eileen escrita por Narrador.