[Evento Global] Ruta de los Perdidos

Bavol, Simbad, Gata, Enok, Freya, Hiro, Lyon, Saito

Nunca olvidarás que tomaste parte en alguno de estos jolgorios. Kazuki tampoco.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Marioxulo » Vie Mar 13, 2015 12:11 am

Soy Bavol. Me alegra conocerte, Lyon —me dijo aquel chaval. Se quedó entonces pensando por un instante, antes de preguntarme de nuevo—. ¿Tú eres de Tierra de Partida, verdad?

En efecto. Sin embargo, no llevo mucho tiempo viviendo allí, así que es normal que no te suene de vista.

Al final, Bavol, Nanashi, y otros dos aprendices nos dirigimos por aquel camino. Aquel pasillo viraba un puñado de veces más, a derecha o izquierda, que acababa en una sala circular. Este, a diferencia del resto, tenía un puñado de jarrones, blancos como el mármol, como no, con flores en ellos. ¿Que tenía aquella sala de distinto, para tener aquella decoración?

Entonces, nuestro guía apareció de nuevo ante nosotros.

Sois más de los que creía —admitió, asintiendo con la cabeza—. He visto que algunos —se fijó en mi nuevo amigo— creéis que la prueba consiste en mataros entre vosotros. ¿Qué creeis que soy? ¿Un bárbaro? ¡Por favor!

¿Y cómo planeas que demostremos nuestra lealtad a nuestra Orden? —dijo Nanashi, acercándose al encapuchado—. Ilumíname.

Aquel ser se rió entonces, y extendiendo una mano hacia delante, nos dijo:


¡Sea, pues! Entregadme vuestras Llave Espada.

¿Disculpa?

—¡Has entendido a la perfección lo que he dicho! Es el precio justo por uno de estos…

Aparecieron varios naipes de su mano. Era la primera vez que veía algo asó. Ni siquiera algo ni remotamente parecido. La explicación acerca de que eran y para que servían no tardó en llegar.

Este Castillo tiene cientos de puertas y pasillos interminables. Algunos os están vedados y otros no. Avanzar por ciertas zonas requiere de estos naipes mágicos. Estos objetos están pensados para que sólo una persona pueda utilizarlos; aquella que se convierta en su dueña, por lo tanto, y espero que quede claro, son intransferibles. Sólo por si acaso, no os gustaría saber lo que pasaría si lo intentaseis, creedme. Ya no podéis volver al vestíbulo, y uno de vosotros tendrá que sacrificarse para avanzar… ¿Merece la pena sacrificar vuestra Llave Espada por el bien de vuestra Orden? ¿De vuestra misión?

—Nanashi avanzó sin dudar, e invocó su llave espada—. Daría todo lo que poseo, incluyendo mi vida por Bastión Hueco. Si eso que buscamos puede terminar con la tiranía de Tierra de Partida y ayudar a las futuras generaciones de aprendices y Maestros de Bastión Hueco… Que así sea.

Bravas palabras. Trato hecho —dijo mientras tomaba aquel arma por el mango.

Nanashi no pudo reaccionar a tiempo. Aquel ser era condenadamente rápido. La Llave Espada atravesó el pecho de su dueña, pero no hubo herida: del lugar donde debía brotar sangre salía una especie de luz. Nanashi se desplomó, pálida y con aspecto deplorable, mientras su arma se desvanecía en medio de un ceniciento resplandor.

¡Nanashi!

Bien hecho, has sido muy valiente. —El Guía le tendió su mano, para ayudarla a incorporarse.

Ella sin embargo apartó su mano de un golpe, tomó el naipe e intentó, en vano, invocar de nuevo a su llave espada. Parecía que no podríamos usarla por un tiempo, quizás por nunca jamás.

¿Y quién será el siguiente?

El Guía se acercó a Bavol y a otro de los aprendices, pero no pude escuchar que decía. Tras esto, apareció delante de mi. Fue entonces cuando me fijé en lo alto que era. Cruzó las manos, e inclinándose hacia mi, intentando intimidarme, me habló.

Podrías irte ahora mismo. No eres tan leal como el chiquitín, ¿verdad? ¿Para qué sacrificar parte de tu corazón? ¿O precisamente por eso deberías hacerlo? Permitir que otros más capacitados que tú tengan que renunciar a su sueño es terrible, ¿no crees?

Tenía razón. No era tan leal como parecía serlo Bavol. A fin de cuentas, era prácticamente el recién llegado. ¿Que tenía yo que ver con aquella orden? Sin embargo, tampoco lo tenía con mi llave espada. A fin de cuentas, había pasado gran parte de mi vida sin ella. Es cierto que era un arma increíble, y que podía lograr grandes cosas con ella, pero ayudar tanto a Bavol como al resto de aprendices a recuperar Tierra de Partida me parecía algo más importante que el tener o no aquel arma en mis manos. Y además, quizás fuese tan solo por un tiempo.

Extendiendo el brazo, invoqué mi llave espada. La mantuve unos instantes frente a mi, hasta que la bajé y me encaré a aquel guía.

Es cierto que no soy tan fiel como él —cerré los ojos por un momento. Suspiré, y volví a tomar la palabra—. Pero eso no quita que la gente de Tierra de Partida merezcan que esto le pase a su mundo. Nadie lo merece. Así que creo que seguiré adelante con esto.

Dicho esto, procedería a hacer lo mismo que había hecho con Nanashi. Como era de esperar, Bavol tomó la misma decisión que yo había decidido. Tras pasar por el mismo ritual, examinaría aquel naipe.

Nanashi ya estaba frente a la puerta, sin embargo. Su naipe desapareció y la puerta se abrió de par en par, y esta marchó hacia delante sin mirar atrás.

A-adelante.

Si, tenemos que irnos

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Lyon también acepta el trato y sigue avanzando
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Do u even heingue?

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To mi amol pa Aru por las lindas firmas
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Crystal » Vie Mar 13, 2015 12:30 am

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Supuso que no había escogido mal después de todo. Estaba nerviosa, y no hacía más que mirar a su alrededor, comprobando cada dos por tres que todo seguía en orden. Bueno, lo que aquel sitio aceptaba como orden; cada vez que Freya se giraba, podía comprobar que la sala que habían abandonado estaba del revés. Se llegó a preguntar qué pasaba con las leyes de la física en aquel lugar.

Los murmullos empezaron a llegar a oídos de la aprendiza una vez alcanzaron el final del pasillo. Eran susurros tétricos, espectrales. La ansiedad empezaba a apoderarse de Freya a medida que la luz desaparecía y la oscuridad parecía invadir el lugar. Observó el juego de las sombras, cómo desaparecían y volvían a aparecer a su antojo, cómo les seguían.

Al empezar a subir las escaleras, aquella sensación claustrofóbica no hacía más que aumentar. Le costaba respirar, hasta moverse; no podía responder con claridad. Pero para su suerte, algo le aguardaba al final: al levantar la vista pudo observar una brillante luz al final del todo. Una puerta. Una salida. Estaban salvados.

Pero aquello hubiese sido demasiado fácil.

¡Socorro!

Una mano de una niña pequeña salió del muro. Freya se apartó instintivamente, alarmada.

¡No quería unirme a la Orden! No quería morir por ella, ¿por qué tengo que estar aquí?¡Llevadme con vosotros, os lo suplico!

¿De qué estaban hablando? No tardaron en aparecer muchísimos más, de distintos lugares, amenazándolos.

¡Ayúdame, por favor! ¡No quiero estar aquí!

¡Yo sólo quería ver mundos! ¡Yo sólo quería ver mundos!

¡Mamáaaaaaaa!

Sólo quiero irme a casa. Por favor, dejad que me vaya a casa.

Si nunca hubiera entrado, ¡si nunca hubiera entrado!

Irónicamente, era aquello lo que estaba pensando la aprendiza en ese preciso instante. De repente, los escalones empezaron a vibrar y las escaleras no tardaron en desmoronarse. Las manos seguían aumentando, despedazando los escalones, haciéndolos desaparecer.

Freya se giró hacia Simbad cuando éste chilló; lo habían atrapado. Lo mismo pasó con la otra aprendiza. Las sombras querían arrastrarlos con ellas.

¡No vais a salir de aquí! ¡Si nosotros no pudimos, vosotros tampoco!

Se quedó cerca de Enok, buscando una mirada que le dijese qué era lo siguiente que tenían que hacer. Obviamente no podían dejarlos atrás, pero la puerta estaba tan cerca... Estaba segura de que si se apresuraban podrían salvarse los dos. Tenía miedo de que si su compañero decidía ayudarlos, corriese el mismo destino.

Se quedaría con él. Ella le ayudaría, como siempre prometía. No iba a dejarle solo.

Yo te despejo el camino —dijo, sacando su par de pistolas de los bolsillos de la chaqueta—. Ten cuidado y date prisa o no saldrá nadie de aquí.

Freya apuntaría y dispararía a las sombras que molestasen por el camino, y así poder despejarlo. Si alguna se acercaba a Enok para intentar atacarle, no dudaría en disparar una Bala oscura. En caso de que las balas no funcionasen, recurriría a su Llave Espada para echar una mano. Estaba dispuesta a quedarse, a someterse ante aquellas sombras si el destino de los otros tres era aquel. Pero aun así, intentaría por todos los medios correr hasta Enok y arrastrarlo con ella hasta la salida si algo salía mal. Deseaba al menos poder salvar a alguien.

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Bala oscura (HM) [Nivel 5] [Requiere Poder Mágico: 5; Puntería: 3]. Disparo de oscuridad que al impactar contra el objetivo le provoca daños afines a Oscuridad. Consume una bala.
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Sheldon » Vie Mar 13, 2015 1:42 am

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El grupo de aprendices avanzó a través del pasillo en espiral. Cuatro eran los que se encaminaron a través del intrincado pasadizo que se retorcía en formas intrincadas y alejadas de cualquier tipo de lógica. El camino siempre se extendía recto y no llegaba a experimentarse esa sensación de espiral que sí que se podía ver. No obstante, una vez el camino se hubo terminado, cuando Enok echó la vista atrás pudo llegar a ver como la sala anterior se encontraba volteada, percepción que le costó entender ya que el propio techo parecía debido a su exquisita pureza el suelo.

La nueva habitación era, al contrario que todo lo que había estado viendo entre aquellas paredes, algo nuevo que rompía con la tónica. Susurros, lamentos, murmullos que no parecían existir pero que sin razón alguna se extendían por todo la atmósfera, creando respingos y un ambiente sobrecogedor. La luz, segundo a segundo, decrecía en intensidad y los resplandores que iluminaban las paredes hasta ese momento ahora se convertían en sombras y marcas oscuras que aparecían y desaparecían a su antojo. Envidia, una envidia profunda se extendió por el cuerpo del aprendiz del Bastión, que deseaba recuperar lo que había sido suyo, su propia sombra.

Enok andaba lentamente, atento a su alrededor, pendiente de Gata y de Freya. Las dos le importaban aunque cada una de una manera muy distinta. Notó unos leves ojos posándose sobre él aunque no supo distinguir a su poseedor. Silencio.

Finalmente alcanzaron unas escalinatas que se elevaban hacia un punto desconocido en la lejanía. Estrechas y angostas, surcadas por sombras y con muy poca separación entre cada una de ellas. De no ser por la oscuridad momentánea que las salpicaba alternativamente, hubiese sido difícil acceder a través de ellas.

¡Socorro! —Finalmente una voz se hizo audible, un lamento desesperado e inhumano proveniente de una de las siluetas que había conseguido traspasar la cuarta barrera materializando una escuálida y esquelética mano a través de la pared.

Enok volvió la vista rápidamente y abrió con insistencia los ojos. Tomó a Freya rápidamente del brazo y le instó a correr, a subir las escaleras sin detenerse ni un segundo más.

¡No quería unirme a la Orden! No quería morir por ella, ¿por qué tengo que estar aquí?¡Llevadme con vosotros, os lo suplico!

Antes de que pudiese seguir avanzando, el tobillo de Enok fue retenido con insistencia, provocando que un escalofrío de terror se extendiese a través de todo su cuerpo. Un rostro enmascarado se alzó en el aire, atravesado por lágrimas oscuras.

¡Ayúdame, por favor! ¡No quiero estar aquí!

El chico, antes de que pudiese quedar paralizado por su propio miedo, pateó con fuerza la mano que le aprisionaba y logró escaparse.

¡Yo sólo quería ver mundos! ¡Yo sólo quería ver mundos!

¡Mamáaaaaaaa!

Sólo quiero irme a casa. Por favor, dejad que me vaya a casa.

Si nunca hubiera entrado, ¡si nunca hubiera entrado!

Voces, distintas voces que se fusionaban en cientos de recuerdos, posiblemente falsos y maquiavélicos o puede que incluso reales y verídicos. El festival del terror y el miedo.

Los escalones, uno a uno, emitían fuertes estruendos similares a un terremoto. De pronto, el mundo se desmoronó y bajo el grupo de aprendices apareció una aterradora visión, manos que devoraban el mármol hasta ese momento blanquecino y amenazaban a los humanos.

Nuevos figuras aparecieron aunque esta vez al mismo tiempo atacaron tanto a Gata como a Simbad. Enok miró hacia atrás, aún más asustado

¡No vais a salir de aquí! ¡Si nosotros no pudimos, vosotros tampoco!

Uno, dos, tres. Poco a poco el tiempo se consumía y ellos morirían. El tiempo se detuvo, o al menos la mente de Enok. Salvarles o escapar. Simbad, Gata. Parte de sus recuerdos no podían caer, en sus manos estaba la auténtica verdad, el recuerdo completo, la memoria de una vida.

Yo te despejo el camino —exclamó Freya—. Ten cuidado y date prisa o no saldrá nadie de aquí.

Avanzó a través de zancadas mientras sus compañeros intentaban deshacerse de sus problemas. Sintió unos disparos detrás suyo, una grandiosa ayuda por parte de Freya.

No quedaba tiempo. Alzó el brazo e hizo aparecer su llave-espada. Si algún arma podía dañar a la oscuridad era aquella. La blandió con rapidez e intentó deshacerse de todos del mayor número de manos, brazos, trozos de cuerpo mutilado y demás escoria a su alrededor, centrándose sobre todo en los que retenían a sus compañeros de bando.

Si el tiempo se terminaba y el rescate se antojaba ineficaz, Enok se valdría de todo cuanto disponía para salir de aquel embrollo a ser posible con Freya.
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Sombra » Dom Mar 15, 2015 11:54 pm

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Hiro, Lyon, Saito y Bavol
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Todos aceptaron el pacto que aquel encapuchado les había ofrecido.

No te confundas. No hago esto por la orden ni por Tierra de Partida ni esas memeces, lo hago porque quiero ver hasta donde quiero llegar.

Pues con esa actitud altanera a lo único que llegarás es a convertirte en uno más de los cientos de corazones que vagan desde hace siglos por el castillo. —El Guía no tuvo reparos en reírse con fuerza.

Soy leal a mí Orden, Bastión Hueco, pero también soy leal a mis amigos y a mi mismo. Quizá tu me la arrebates hoy, pero estoy seguro de que la recuperaré un día u otro.Y mientras tanto, protegeré a todos los míos con mi propia vida si hace falta.

Valientes palabras.—El Juez rió, burlón—. En fin, vayamos al tajo. ¿No?

En ese momento, el encapuchado se dividió en varios más; uno, dos tres… Tantos como aprendices se encontraban allí.

Normalmente lo haría uno por uno, pero vuestra Maestra ya se dirige a la segunda planta, será mejor que nos demos prisa, ¿verdad? —Dijeron los cuatro al unísono. Cada encapuchado se acercó a uno de ellos despacio.

Sin mediar más palabra, cogieron las Llave Espada de las manos de sus dueños con sorprendente delicadeza. Todos ellos hicieron exactamente los mismos movimientos como en una sincronizada coreografía: Observaron las armas unos instantes, acariciaron el filo con la yema de sus dedos y al igual que había hecho con Nanashi la empuñaron contra sus dueños clavándoselas en sus corazones. El dolor fue descomunal, tanto que seguramente se les cruzaría por la mente el pedir que se detuviese, pero era demasiado tarde. Un estallido de luz los cegó.

Y, cuando quisieron darse cuenta, ya no estaban en el Castillo del Olvido.

Los aprendices habían aparecido sobre una especie de enorme vidriera, cada uno de ellos tenía la suya propia y ninguno llegaría a ver a sus compañeros. En cada una de ellas se vieron retratados a sí mismos, aparentemente durmiendo plácidamente. Alrededor de ellos había elementos muy importantes en sus vidas, cosas que les representaban: amigos, familiares, objetos... Y, en sus manos, portaban su Llave Espada.

Rodeando aquella vidriera les aguardaba un vacío infinito de impenetrable oscuridad.

Tras unos momentos un crujido les alertaría. Una amplia grieta acababa de formarse en el centro de la vidriera, justo en el lugar donde estaba la Llave Espada, la grieta no dejó de crecer y crecer hasta que hubo eliminado todo rastro de la legendaria arma.

Y entonces, solo entonces, volvieron a la realidad. Todos ellos se sentían cansados y débiles en aquel momento, pero sobretodo… Vacíos. Era sin duda una sensación horripilante, sentían que realmente les faltaba algo y de hecho… Si intentaban materializar su llave espada verían que ni siquiera haría amago de aparecer en sus manos, era justo como antes… Como cuando no poseían llave espada.

¡Hola otra vez! —dijeron todas las figuras a la vez con un tono jovial. Les ofrecieron ayuda para levantarse, en caso de ser necesario—. Yo siempre cumplo mis tratos, así que aquí tenéis. Retroceded hasta la puerta cerrada que habéis visto antes, acercaos a ella. El naipe es la llave. No os preocupéis por Nanashi, es mejor dejar que os demostréis solos de lo que sois capaces, ¿cierto?

Dicho eso, podrían coger el naipe y continuar con su camino. Para salir de aquella sala circular tendrían que abrir la puerta por la que habían entrado antes y por la que Nanashi ya se había ido, no había forma de abrirla excepto que usasen lo que el Guía les ofrecía: El naipe azul con una cadena dibujada en una de sus caras.

Una vez abierta la puerta podrían volver sobre sus pasos hasta la entrada del piso. Al llegar se darían cuenta de que el pasillo retorcido de la derecha ya no existía, ahora solo había una pared lisa, por tanto sólo era posible subir las escaleras. No había rastro de Nanashi, ¿había hecho algo el encapuchado para hacerla desaparecer o separarla del grupo?

Cuando se acercasen a aquel portón notarían como el naipe reaccionaba a la puerta una vez más, al igual que lo había hecho antes.

La puerta se abrió de par en par. En el marco había una especie de barrera translúcida, sin embargo todos ellos la podrían superar sin problemas puesto que, solo les habría bloqueado el camino de no tener el Naipe que se habían ganado. Ya utilizado el Naipe para pasar, este empezó a desvanecerse.

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Flanquearon el vano. Sin embargo, antes de que pudiesen dar un solo paso en el nuevo pasillo todos se encontraron de vuelta sobre sus vidrieras. Cada uno estaba en la suya propia pero, esta vez, no se encontraban solos. Sobre sus respectivas plataformas se alzaban tres pilares blancos con hermosas decoraciones con motivos florales. Sobre cada pilar había un objeto flotando: Un escudo, una espada y un báculo.

Junto a cada uno de aquellos objetos había alguien encapuchado, esperando a por ellos. Sin embargo, ninguno se asemejaba al Guía. El primero de ellos, junto al escudo, era una persona grande y musculosa. El segundo esperaba al lado del báculo… Y por la forma que hacía la larga túnica negra que vestía sin duda adivinarían que era una mujer. Finalmente aquel que esperaba junto a la espada; un encapuchado delgado hasta el extremo y del que asomaba un cuello pálido y huesudo. Era imposible identificar su sexo.

“¿Qué eliges?”


Una voz resonó en el interior de sus cabezas.

¿La espada? —Nombró el encapuchado que se encontraba junto a esta con una voz masculina y un tanto siseante, casi como una serpiente—. Una fuerza sin parangón, sublevar a todo el que ose encararse a ella. La seña de aquel que no teme ni a la muerte.

¿El escudo? —Continuó el siguiente de los encapuchados, sin duda un hombre de voz potente—. Un alma que nunca se rinde, ni se doblega ante los enemigos. Siempre levantándose para proteger aquellos que ama.

”¿O el báculo?” —Aquella última voz resonó en sus cabezas una vez más. Mientras escuchaban aquello en sus mentes, la encapuchada hacía gestos en el lenguaje de los mudos, o eso parecía—. “El conocimiento, la búsqueda de aquello inimaginable, la verdad infinita. Aquel que decide las normas del mundo y se enfrenta a ellas.”


***


Enok, Simbad, Freya y Gata

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El Perla de Simbad falló. Que estuviese siendo sujeto de aquella forma le hizo imposible apuntar antes de disparar el hechizo, sin embargo su hechizo había logrado impactar contra otro de aquellos seres, que chilló antes de desvanecerse tal cual lo hacían los sincorazón purasangre.

Pero de poco iba a servirles que uno de aquellos seres fuese eliminado si surgían más de todas partes. Gata hizo bien en utilizar la evasión sombría puesto que, una vez sumergida en las sombras del suelo, pudo moverse con total libertad libre de la presa del aturdido espectro que empezó a golpear el suelo mientras gritaba con total frustración e incluso arañando con todas sus fuerzas el suelo haciendo un desagradable sonido.

La aprendiza salió en un lugar relativamente seguro viendo a Enok y Freya, que trataban de ayudar a Simbad aún atrapado por uno de aquellos seres. Tenía vía libre para escapar si así lo deseaba, la puerta estaba a escasos metros.

La bala oscura de Freya atravesó no sólo uno, sino tres de aquellos espectros, que se convirtieron en humo antes de desvanecerse por completo. Por cada balazo uno de aquellos monstruos desaparecía, pero no dejaban de salir más y más. Lo mismo ocurría con Enok, abrirse paso era fácil y no tardó en llegar hasta Simbad y asestar un tajo que liberó al aprendiz.

¡Da igual que os marchéis ahora! —gritó uno de aquellos seres viendo que la huída era inminente y no podrían evitarlo—. Siempre hemos estado con vosotros. Jamás podréis escapar. ¡Jamás!

Todos acabaron escapando pasando por la puerta que había al fondo de la estancia. El portón, que había estado abierto para ellos se cerró a cal y canto una vez pasaron. Pudieron escuchar decenas de golpes al otro lado, pero al menos podían estar seguros de una cosa: Aquellas cosas no pasarían.

La nueva estancia en la que se encontraban medía unos veinte metros cuadrados; estaba vacía y sus muros eran blancos como los de la entrada en la que habían estado apenas quince minutos atrás. No había puertas. Un camino sin salida. Un detalle un poco peculiar respecto al resto del castillo era que el suelo era un espejo gigantesco.

“¿Quienes sois?”


Una voz resonó desde todas las direcciones a la vez y ninguna al mismo tiempo. Era una voz incorpórea y que penetraba en sus cerebros. Los aprendices sentirían que estaban siendo observados, no por un ser, sino por cientos de ojos invisibles que miraban dentro de ellos, como si estuviesen leyendo sus corazones, sus mentes… Todo.

“Ya veo… Portadores. En ese caso debéis someteros a mi prueba. Es la única forma de que pueda permitiros avanzar, de lo contrario solo seréis una víctima más de este Castillo, al igual que esos que habéis dejado atrás.”


Gata sintió como si alguien hubiese acariciado uno de sus hombros, sin embargo no había nada allí.

“El castillo ya os conoce, quienes sois y a donde vais. Vuestro pasado, todo. Pero… ¿Qué tal os conocéis vosotros mismos?”


Se hizo una breve pausa.

“Decidme pues, aprendices de la Llave Espada. ¿De qué estáis más orgullosos? ¿De qué os avergonzais? ¿Cual es vuestro mayor miedo? ¿Y vuestras virtudes? ¿Qué haríais por aquellos que queréis? No tenéis que decirlo, simplemente pensad en ello. Eso será suficiente.”


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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Mar 20, 2015 5:44 pm

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Tenía que haberlo sabido. No acerté con el hechizo de Perla e iba directo a una muerte segura. Pero aunque me había servido de poco, el hechizo impactó sobre una sombra, que se deshizo en el mar de oscuridad. Por lo menos había averiguado que podían ser destruidos.

Gata tuvo más suerte. Se fundió con el suelo en una sombra oscura y consiguió liberarse. Invoqué la Llave para asesinar a aquellos seres y conseguir escapar a duras penas. Pero...

Un hechizo hizo que tres seres desaparecieran con un chillido. Abrí los ojos como platos, y vi que Freya había convocado el ataque. Con más desesperación, intenté librarme de las sombras, y para mi alivio y sorpresa fue Enok quien se lanzó a ayudarme y con un tajo de su Llave me sentí libre de nuevo.

Sin pensarlo más, dirigí una rápida mirada a los presentes, que era de agradecimiento y advertencia hacia aquellos seres, e instando a Enok (quién se hallaba más cerca) a que corriera como el viento.

¡Da igual que os marchéis ahora! —gritó uno de los seres mientras avanzaba—. Siempre hemos estado con vosotros. Jamás podréis escapar. ¡Jamás!

Acabamos pasando con prisa por el portón que había al final de la escalera. Lo habíamos conseguido. Mi corazón iba tan deprisa que no podía parar, sin saber muy bien qué había pasado. La puerta se cerró con un fuerte golpe y escuché como los seres intentaron pasar, se me hizo un nudo en la garganta.

Gracias, de verdad —dije casi sin aliento a Freya y Enok—.Pero podríais haberme dejado allí, ha sido muy valiente.

Miré en la nueva sala en la cual nos hallábamos. Era blanca (qué sorpresa), estaba vacía y algo que me inquietó: estaba vacía. Sin embargo, al mirar al suelo, me vi reflejado en él. Era un enorme espejo.

“¿Quienes sois?”


Una voz omnipotente resonó en la estancia y abrí los ojos buscando a su portador, pero era imposible ubicarlo; porque parecía que había venido de todos los sitios posibles. Espeluznante. No respondí.

“Ya veo… Portadores. En ese caso debéis someteros a mi prueba. Es la única forma de que pueda permitiros avanzar, de lo contrario solo seréis una víctima más de este Castillo, al igual que esos que habéis dejado atrás.”


Genial. Me había ido por un camino para no tener que enfrentarme a pruebas sin sentido. Estaba claro que nada tenía que ser fácil en aquel castillo deforme. Bufé con hartazgo.

“El castillo ya os conoce, quienes sois y a donde vais. Vuestro pasado, todo. Pero… ¿Qué tal os conocéis vosotros mismos?”


Fruncí el ceño. Y en la breve pausa a la que nos impuso, sudé frío, porque yo apenas me conocía, realmente. Es cierto que tenía alguna que otra noción, pero quizá no fuera suficiente. Bajé la mirada y me vi reflejado. Tantos años habitando una piel desconocida...

“Decidme pues, aprendices de la Llave Espada. ¿De qué estáis más orgullosos? ¿De qué os avergonzáis? ¿Cual es vuestro mayor miedo? ¿Y vuestras virtudes? ¿Qué haríais por aquellos que queréis? No tenéis que decirlo, simplemente pensad en ello. Eso será suficiente.”


Cerré los ojos y me concentré. Eran sólo unas preguntas. Si pensaba en la respuesta equivocada no tenía por qué significar nada.

Me llamo Simbad —pensé, sabiendo que aquel ente me estaba escuchando, era un buen comienzo—. Mi... gran orgullo es saber que hay gente dispuesta a luchar por gente a la que ama u odia. Me avergüenzo de ser tan cobarde por resguardarme en el velo de la mentira.

Paré un momento, y visualicé algo que me diera miedo. Visualicé a la Inquisición quemando a gitanos inocentes, pero no sentí miedo, quizá rabia. Entonces vi que el gitano al que estaban quemando era Bavol, fruncí el ceño.

>>Tengo miedo a no poder hacer nada en una situación en la cual alguien de suma importancia para mí sufra —supe que se me había quitado un peso de encima al reconocerlo—. No creo tener grandes virtudes, aún así, una de ellas posiblemente sea mi música y quizá mi paciencia hacia los niños.

La última pregunta. La más difícil.

>>Detesto este tipo de preguntas —me rasqué la perilla, sin saber cómo continuar. Vi a mis padres muertos, a Léa enferma—. Realmente nunca he hecho nada por la gente a la que quiero, y no voy a mentir: si me dieran oportunidad, no sería capaz de cambiar nada.

Estaba firmando mi sentencia de alguna forma, y no sabría explicar por qué.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Tidus Cloud » Vie Mar 20, 2015 8:05 pm

No fue el único que aceptó la proposición del Guía, el resto de sus acompañantes también estuvieron dispuestos a perder su Llave Espada, al igual que lo estuvo Nanashi.

En fin, vayamos al tajo. ¿No? —concluyó el encapuchado tras responder a sus compañeros.

Bavol retrocedió un paso instintivamente cuando observó cómo el Guía se dividió en cuatro versiones de sí mismo. Aunque suponía que cada uno de ellos se encargaría de arrebatarle la Llave Espada a un Aprendiz distinto, su intuición le decía que aquello iba a doler bastante.

Normalmente lo haría uno por uno, pero vuestra Maestra ya se dirige a la segunda planta, será mejor que nos demos prisa, ¿verdad?

Sintió un último impulso de huir mientras contemplaba a una de las copias del Juez acercarse hacia él. En cuanto notó lo mucho que temblaba la mano con la que sujetaba su arma, respiró profundamente en un intento de mantener la calma. Hubiera preferido que el Guía le hubiera clavado la Llave desde el principio para poder acabar con aquella tensión, en lugar de tener que esperar muerto de miedo a que pasara sus dedos por el filo.

Un agudo chillido infantil resonó en toda la habitación cuando el Juez se decidió a atravesarlo con su propia arma. Había intuido que le iba a doler, pero habiendo visto lo rápido que se había recompuesto Nanashi, no se imaginaba que tanto. El sufrimiento fue tal que por unos momentos llegó a perder el sentido de la vista.

Cuando volvió a abrir los ojos, se sobresaltó al darse cuenta de que ya no estaba en el Castillo del Olvido. Miró a un lado y a otro asustado y descubrió que se encontraba sobre una enorme vidriera circular sin nada más a su alrededor. Sin embargo, aquello no lo era lo más sorprendente. No, lo que le llamó mucho la atención fue la decoración de la vidriera. Allí estaba retratado él mismo a gran escala, durmiendo plácidamente con la Llave Espada en la mano. Como fondo de escenario, se podía distinguir la catedral de Notre Dame por la noche y superpuestos a ella diversos círculos azules en los que se mostraban las caras de algunos de sus seres queridos: Ronin, Hikaru, Simbad…

Bavol avanzó unos pasos mientras contemplaba con asombro aquel extraño lugar. No obstante, no tuvo tanto tiempo para meditar como a él le hubiera gustado. Se giró rápidamente al escuchar un crujido y se percató de que se estaban formando grietas en torno al dibujo de su Llave Espada. Aquel fenómeno le recordó que acababa de renunciar a su arma, así que se llevó una mano al corazón mientras observaba apenado cómo poco a poco no iba quedando rastro de ella.

Nada más volver a la realidad, se dejó caer de rodillas derrotado ante aquella situación. Seguía decidido a salvar a Ronin y a todos sus amigos de Tierra de Partida, pero aquello le había supuesto un golpe demasiado duro. Se llevó su otra mano al pecho mientras se apretaba la camisa con fuerza. Quería llenar el enorme vacío que habían dejado en su corazón, o de lo contrario la pena terminaría acabando con él en aquel mismo momento.

¡Hola otra vez! —Bavol alzó la vista y se encontró con el Guía tendiéndole una mano. Soltó un pequeño gruñido, pero aceptó la ayuda para levantarse—. Yo siempre cumplo mis tratos, así que aquí tenéis. Retroceded hasta la puerta cerrada que habéis visto antes, acercaos a ella. El naipe es la llave. No os preocupéis por Nanashi, es mejor dejar que os demostréis solos de lo que sois capaces, ¿cierto?

El niño le echó una larga mirada en silencio al encapuchado, parecía que el perder su Llave Espada le había dejado un tanto trastocado. Tras unos segundos de aturdimiento, alargó su mano y cogió el naipe azul que legítimamente le correspondía. Le echó un vistazo con detenimiento y observó el dibujo de una cadena en una de sus caras. No tenía ni idea de si aquel diseño significaba algo en especial y tampoco es que le interesara mucho descubrirlo en aquel momento.

Esto aún no ha terminado…

El gitano se dio la vuelta y, andando ligeramente encorvado hacia adelante casi como si se abrazara a sí mismo, se acercó a la puerta. Intentó abrirla de forma convencional, pero descubrió que así no se movía ni un palmo. Fue entonces cuando recordó cómo Nanashi la había abierto utilizando uno de los naipes, de manera que decidió imitarla consiguiendo el mismo resultando que la Maestra de Bastión Hueco.

L-lyon, vamos… —se limitó a decir Bavol, mientras continuaba avanzando a la vez que intentaba sobrellevar aquel vacío.

No tardó mucho en regresar al punto desde el que habían partido, aunque la sala estaba diferente, ya que el pasillo hacia la derecha ya no existía. Apretó los dientes con fuerza preguntándose qué habría sido de los Aprendices que habían tomado ese camino, especialmente preocupado por el bienestar de Simbad. No obstante, sabía que no podía hacer nada, sólo avanzar con la esperanza de encontrárselo sano y a salvo en pisos superiores.

El portón que conducía al segundo piso se abrió gracias al naipe azul que le había otorgado el Guía. Observó la barrera que se mostraba ante él y soltó un suspiro cansado preguntándose qué es lo que les aguardaría.

¿Qué crees que habrá, Lyon? —preguntó el gitano evidentemente preocupado—. ¿Crees que todos los pisos serán igual que éste… —calló un segundo antes de continuar— que tendremos que ir perdiendo todo lo que tenemos?

Escucharía la respuesta de su compañero, si es que tenía algo que decirle, y a continuación, atravesaría la barrera sintiendo cómo el naipe se desvanecía en su mano. Por lo visto, su sacrificio sólo les había valido para subir un único piso…

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De nuevo, Bavol se sorprendió al descubrir que no se encontraba en el Castillo del Olvido, sino en la vidriera de antes. Los músculos del gitano se tensaron mientras buscaba a un lado y a otro con la mirada. Aquel lugar parecía transportarle de una parte a otra todo el rato, lo cual le inquietaba ante la posibilidad de perderse en el trayecto antes de llegar hasta arriba del todo para conseguir la llave.

A diferencia de la ocasión anterior, esta vez no se encontraba solo. Habían aparecido tres pequeños pilares sobre los que había flotando un objeto: un escudo, una espada y un báculo. Cada uno de ellos estaba protegido por un encapuchado con un aspecto totalmente diferente.

“¿Qué eliges?”

No sabía quién le había dicho aquello, pero ya empezaba a entender que las cosas en aquel lugar funcionaban de una manera muy extraña y por lo tanto, no iba a conseguir comprender siempre la explicación a todo. Consciente de esto, prefirió centrarse en la elección que se le presentaba.

¿La espada? Una fuerza sin parangón, sublevar a todo el que ose encararse a ella. La seña de aquel que no teme ni a la muerte.

¿El escudo? Un alma que nunca se rinde, ni se doblega ante los enemigos. Siempre levantándose para proteger aquellos que ama.

”¿O el báculo? El conocimiento, la búsqueda de aquello inimaginable, la verdad infinita. Aquel que decide las normas del mundo y se enfrenta a ellas.”

Según su descripción, los tres parecían objetos irresistibles. Le hubiera encantado poseer todos ellos, se habría convertido en alguien muy poderoso al que ninguna fuerza del mal podría detener. No obstante, por la pregunta inicial que le había hecho aquella voz desconocida, dedujo que sólo podía coger uno.

Entre todas las frases hubo una que le llamó especialmente la atención: ”Aquel que decide las normas del mundo y se enfrenta a ellas.” Se sintió seducido ante aquella idea. ¿Podría con aquel báculo decidir cómo funcionaría el mundo? De ser así, podría cumplir uno de los objetivos por los que se unió a la Orden: ayudar a los gitanos de su mundo. Sólo había una forma de descubrir si lo que le habían dicho era verdad…

Elijo el báculo —concluyó Bavol dirigiéndose a la figura femenina.

Sin mediar ninguna más, se acercó al pedestal correspondiente y tomó el objeto que había conseguido. Ahora tocaba ver qué es lo que podría hacer con él en su poder.
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor RedXIII » Dom Mar 22, 2015 5:26 am

Pues con esa actitud altanera a lo único que llegarás es a convertirte en uno más de los cientos de corazones que vagan desde hace siglos por el castillo.

Esa actitud altanera es la que me ha mantenido vivo — Replicó ignorando la burlesca risa del individuo.

Normalmente lo haría uno por uno, pero vuestra Maestra ya se dirige a la segunda planta, será mejor que nos demos prisa, ¿verdad? — El Moguri observaba apegado a su compañero al individuo multiplicandose en varios y cogiendo las llaves cedidas.

Y un leve grito resonó en la sala


La llave se había clavado en el corazón del propio aprendiz, como si se tratara de un castigo por aquella acción, y un fuerte dolor invadió su cuerpo pero el aprendiz intentó disimular aquel daño, apretó sus labios y esbozó una mirada de enfado pero no podía evitar temblar del dolor.

Hasta que terminó, un pestañeo le apartó de aquel extraño castillo para abarcarle en la nada, de pie sobre una extraña columna, miró hacia el suelo y contempló vivos colores anaranjados y rojizos, no tardó mucho en darse cuenta que aquello era una vidriera con su viva imagen.

Ah... — Suspiró —No me gustan estas cosas — No sabía exactamente que lugar era, pero lo interpretó como un punto de reflexión, muchas preguntas podría plantearse durante aquel descanso en medio de la nada si no fuera porque estaba más pendiente de ver que había dibujado en la vidriera.

Observando se percató de varios detalles como que detrás de su representación había una sombra calcada a el, una de las vidrieras era un relámpago, otras familiares suyos y demás, pero la que más le llamó la atención fue la que estaba arriba del todo, aquel al que había bautizado como Hombre de blanco.

Un recuerdo asomó por la cabeza del aprendiz...

***


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Este es el tio que sale en mis pesadillas, sale con una especie de espada de color gris y roja e intenta matarme


***


¿Quien coño eres? — Se preguntó, nunca había visto a esa persona y tampoco recordaba con detalle sus pesadillas, pero si recordaba la palabra que siempre susurra cuando le veía, "Hola".

Cansado de observar la misma figura se dedicó a observar otras —El abuelo, el borde, papa, un relámpago... — se detuvo a observar el central —¿Que coño es esto?.

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Pero su forma y tonos en blancos y negros no eran lo único que resaltaban, aquella cosa tenía una pequeña grieta en el centro, el aprendiz se agachó con la intención de tocarla, pero antes de que eso sucediera un estruendo captó la atención del aprendiz, donde se suponía que estaba su llave en aquella vidriera de luminosos colores se encontraba un vacío, aquella arma había desaparecido.

Y entonces el joven pelirrojo volvió al castillo ¿Había desaparecido, se lo había imaginado? No sabía que decir, al igual que Goei, que parecía negarse a comentar nada de lo que acababa de pasar.

Una fragancia que el aprendiz ya había olvidado inundó su mente, el recuerdo del pasado rellenó su ser y un vacío que o sabía describir volvió a acompañar al confuso mestizo que tuvo que apoyarse en su gran rifle para mantener el equilibrio, pero aquello no le alarmaba demasiado, estaba más preocupado ante la idea de haber perdido su llave para siempre.

¡Hola otra vez! Yo siempre cumplo mis tratos, así que aquí tenéis. Retroceded hasta la puerta cerrada que habéis visto antes, acercaos a ella. El naipe es la llave. No os preocupéis por Nanashi, es mejor dejar que os demostréis solos de lo que sois capaces, ¿cierto?

Clavó una mirada recia hacia el encapuchado y recogió con un movimiento brusco el naipe que ofrecía, apenas lo miró de refilón y lo guardó en su bolsillo mientras cargada su arma al hombro y se dirigió hacia dicha entrada pero antes de salir de la sala gritó —¡Quédate la moneda, te hará más falta a ti que a mi! — Haciendo alusión a la moneda que le había quitado antes el encapuchado, para jugar con ella, y que no le había devuelto.

***


Llegó a la sala de antes y se percató de forma leve que había desaparecido el otro camino que había, dejando solo la opción de subir las escaleras, el Moguri se agarró a la pierna del aprendiz mientras este subía dichas escaleras, una puerta abierta y una pared translucida eran el único camino que podían seguir.

Esto no me agrada — Comentó subiendo por la gabardina del aprendiz hasta colocarse en su cabeza.

¿Recuerdas lo que te dije? Mientras no te despegues de mi no tendrás problemas — Dijo mientras pasaba con el Moguri por la puerta, pero de golpe tanto Goei como el camino desaparecieron.

La misma escena de vacío y el mismo suelo se volvían a representar, tres pilares resaltaban en el centro, cada uno con una arma distinta, y tres individuos encapuchados que las acompañaban.

Esta de moda esto de las capuchas... — Dijo mientras levantaba el cuello de su gabardina para sacar la capucha del chaleco y se la ponía, era de color negra y tenía dos rallas finas de color naranja.

Un éco vacío resonaba en su cabeza

“¿Qué eliges?”


¿La espada? Una fuerza sin parangón, sublevar a todo el que ose encararse a ella. La seña de aquel que no teme ni a la muerte.

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¿El escudo? Un alma que nunca se rinde, ni se doblega ante los enemigos. Siempre levantándose para proteger aquellos que ama.

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”¿O el báculo? El conocimiento, la búsqueda de aquello inimaginable, la verdad infinita. Aquel que decide las normas del mundo y se enfrenta a ellas.”

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¿Que tienen de malo las pistolas? — Dijo de forma retórica mientras observaba las tres armas, aunque ya tenía bastante claro cual quería.

Nunca he buscado poder, y sinceramente el tono de ese tio me da cosa, ni tampoco me va mucho eso del conocimiento infinito o crear normas, suena muy aburrido, en cambio — Detuvo su mirada sobre el escudo —Tú, sí tú, un arma... no, un escudo, un escudo que me ayudará a llegar al mañana — Cogió dicho objeto y lo alzó con ambas manos para observarlo.

Grandullón ¿Me lo puedo quedar? — Preguntó al encapuchado que acompañaba al escudo, realmente no sentía la necesidad de uno de esos objetos, pero aquel en especial seducía al aprendiz de una forma que no comprendía del todo.

Si respondía de forma afirmativa le daría una moneda de oro como agradecimiento por aquel objeto, realmente aquella moneda no tenía mucho valor, pero quería dársela de todas formas.
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Soul Eater » Dom Mar 22, 2015 2:34 pm

Un grito de rabia se alzó por el pasillo helando por completo la sangre de mis venas. Unos angustiosos arañazos se oyeron justo sobre mi cabeza, mientras el espectro intentaba retenerme en ese túnel maldito, incluso a costa de dejarse las uñas y los dedos en el intento.

Afortunadamente, me encontraba muy lejos de su alcance. Todavía convertida en una simple sombra, me deslicé hacia arriba a través de los escalones, sin volverme a mirar atrás. Podía sentir como el suelo temblaba todavía, indicando que se nos acababa el tiempo para salir de allí.

Pero la puerta estaba muy próxima. Recuperé mi estado normal solo para descubrir que era la primera que había alcanzado la salida. A mi espalda, pude comprobar como Enok y su compañera trataban de socorrer al aprendiz caído. No lo entendí, no podía entenderlo y ni siquiera aprobarlo. Esa clase de sacrificios iban en contra de mi naturaleza.

Con la adrenalina recorriendo mi sangre y todos los músculos en tensión, salté los pocos escalones que me quedaban de dos en dos y me precipité en la nueva habitación sin esperar a nadie. Las paredes eran blancas y frías, para no desentonar con el resto del castillo, y no había ninguna puerta. Sin embargo, nada más comprobar que tampoco había enemigos, me deje caer a cuatro patas y cerré los ojos, intentando recuperar el ritmo normal de mis respiraciones.

¡Da igual que os marchéis ahora! — resonó un nuevo chillido a mi espalda, proveniente del pasillo —Siempre hemos estado con vosotros. Jamás podréis escapar. ¡Jamás!

El sonido de unos pasos apresurados me indicó que mis compañeros de Bastión Hueco también habían escapado del peligro, y un frenético golpeteó fue prueba suficiente de que el portón estaba cerrado y había creado una muralla contra las criaturas.

Todavía sin levantar los párpados, escuché también el agradecimiento del chico con pendiente. No pude contener una breve mueca, sin entender por qué había sobrevivido. No es que me molestara en absoluto, no le deseaba particularmente ningún mal, y consideraba que cuántos más fuéramos, mejor… pero despreciaba a aquellos que tenían que depender de los demás. Y en ese grupo, aunque trataba de evitarlo, a menudo me encontraba yo misma.

Finalmente, con un suspiro de cansancio, abrí los ojos dispuesta a volver a levantarme y buscar una forma de salir de allí. Pero trastabillé hacia atrás con un grito ahogado de sorpresa al encontrarme con unos ojos salvajes que me miraban fijamente. El rostro moreno de una chica que me resultaba muy familiar mostraba una expresión de temeroso desconcierto. Sí, el suelo de la habitación se había convertido en un espejo… y eso me resultaba, cuanto menos, inquietante.

“¿Quienes sois?”


Me volví inmediatamente como si la voz hubiera activado un resorte, pero no había nadie a mi espalda. Sin embargo, sentía… no, sabía que alguien me estaba observando. Alguien o algo… o quizás incluso varios seres… pero no estaban por ningún lado.

“Ya veo… Portadores. En ese caso debéis someteros a mi prueba. Es la única forma de que pueda permitiros avanzar, de lo contrario solo seréis una víctima más de este Castillo, al igual que esos que habéis dejado atrás.”


Invoqué mi llave espada y golpeé bruscamente en diagonal, alertada por el roce que había sentido en mi hombro. Sin embargo, el arma solo hendió el aire. Y un así, yo lo había sentido. Me había tocado. Tenía que haber algo ahí.

¿Dónde estás?— grité a la nada, girando sobre mí misma para cubrir todos los lados a la vez —¡Deja de esconderte!

“El castillo ya os conoce, quienes sois y a donde vais. Vuestro pasado, todo. Pero… ¿Qué tal os conocéis vosotros mismos?”


Apreté los dientes, a sabiendas de lo irónico que resultaba hacerle esa pregunta a alguien que no recordaba por completo su pasado y cuyo corazón parecía rebelarse contra su cuerpo.

¿Y a ti que te importa?— hubo unos momentos de silencio mientras me mantenía en guardia mirando en todas direcciones. ¿Qué se suponía que pretendía esa voz? No lo sabía, pero tenía claro que no quería que supiera nada sobre mí. No quería que lo usara en mi contra.

“Decidme pues, aprendices de la Llave Espada. ¿De qué estáis más orgullosos? ¿De qué os avergonzáis? ¿Cual es vuestro mayor miedo? ¿Y vuestras virtudes? ¿Qué haríais por aquellos que queréis? No tenéis que decirlo, simplemente pensad en ello. Eso será suficiente.”


Los pensamientos son difíciles de controlar, y a pesar de mis esfuerzos las preguntas trajeron algunas sensaciones a mí mente. Orgullo por haber sobrevivido sola en las calles, humillación por cada vez que había sido derrotada (y especialmente recordé la paliza que recibí de Saeko poco después de llegar al Bastión), miedo a la muerte y a ser atrapada…

Pero me mordí los labios hasta hacerme sangre, tratando de controlarme por medio del dolor, y fijé mis ojos en las lisas paredes para dejar la mente completamente en blanco. Me negaba a dejar que descubrieran lo que guardaba dentro, que encontraran mis mayores temores y mis debilidades para que luego las usaran en mi contra.

¡Sal de mi cabeza y muéstrate!— solté al vacío, rebelándome contra la sala —¡No pienso decirte nada de mí! ¿Me oyes? ¡Nada! ¡Deja ya de jugar con nosotros!

Me revolví furiosa, como si me tratara de un animal enjaulado. No confiaba en la voz ni en su supuesta prueba. Nada nos aseguraba que si le dábamos lo que quería nos fuera a dejar avanzar.

¡Déjanos salir de aquí!
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Marioxulo » Dom Mar 22, 2015 8:59 pm

En fin, vayamos al tajo. ¿No?.

Observé como el encapuchado se dividía en cuatro iguales. Cada uno se encargaría de uno de nosotros.

Normalmente lo haría uno por uno, pero vuestra Maestra ya se dirige a la segunda planta, será mejor que nos demos prisa, ¿verdad?

Esperemos al menos que sea rápido...

No podía ocultar que el que me fuesen a atravesar con mi propia llave espada era algo que me producía cierto rechazo, la verdad. Aun así, era lo que había decidido, y ya no había marcha atrás. Como si de un ritual, los cuatro realizaron los mismos pasos, atravesando en último logar nuestros corazones con ellas.

No puedo describir con palabras el dolor que sufrí. Cuando desperté, ya no estaba en el castillo del olvido. Me encontraba encima de una vidriera, donde aparecía yo mismo, durmiendo, sosteniendo la llave espada, rodeado de todas las cosas que me habían afectado en mi vida, para bien o para mal. Mike, mi mundo, la bruja de la maldición... De repente, la zona donde estaba la llave espada comenzó a agrietarse. La grieta se extendió rápidamente, hasta cubrir toda la zona donde se situaba la lave espada y hacerla desaparecer por completo.

Fue como si despertase de un sueño. Volví a ver las inmaculadas paredes del Castillo, y a mis compañeros, despertándose también. Parecía que cada uno había pasado por exactamente lo mismo. Me notaba muy cansado, aunque no era esa sensación la que me preocupaba. Era la de estar completamente vacío. Notaba como faltaba una parte de mi, y eso solo se podía deber a una cosa. Ya no tenía la llave espada.

¡Hola otra vez! —Levanté la vista, y vi a aquella figura ofreciéndome la mano para levantarme. La agarré y tiré con fuerza para levantarme—. Yo siempre cumplo mis tratos, así que aquí tenéis. Retroceded hasta la puerta cerrada que habéis visto antes, acercaos a ella. El naipe es la llave. No os preocupéis por Nanashi, es mejor dejar que os demostréis solos de lo que sois capaces, ¿cierto?

Tomé el naipe que me ofrecía. Pude ver el dibujo de una cadena en el. Vi a Bavol acercándose a la puerta, y decidí imitarle y seguir avanzando. No podíamos quedarnos atrás, aun teníamos una misión que cumplir.

L-lyon, vamos… —dijo el gitano.

Si Bavol, avancemos. Tenemos que encontrar esa llave.

Continuamos avanzando en completo silencio hasta llegar a la encrucijada anterior. No estábamos de animo para hablar, la perdida de nuestra arma había causado un gran vacío en nosotros, y aun teníamos que acostumbrarnos a ello.

Llegamos entonces, y el pasillo de antes, que se retorcía, había desaparecido por completo. ¿Que habría sido de los aprendices que fueron por aquel lugar? Sin embargo, sentía mas bien curiosidad por lo que hubiese pasado que pena por si les hubiese ocurrido algo malo. A fin de cuentas, no conocía a ninguno de ellos.

Llegamos entonces frente a la puerta que se encontraba al final de las escaleras. Gracias a aquel naipe que nos dio el vigilante, la puerta se abrió para nosotros.

¿Qué crees que habrá, Lyon? —preguntó el gitano. Se podía notar que estaba preocupado, y a mi me pasaba lo mismo—. ¿Crees que todos los pisos serán igual que éste… —calló un segundo antes de continuar— que tendremos que ir perdiendo todo lo que tenemos?

Esperemos que no. Suficiente creo que hemos pasado ya como para que nos hagan perder todo aquello que queremos —le dije. Pasé los brazos por detrás de la cabeza, mirando hacia aquella puerta—. Ahora tan solo nos queda seguir. Por nuestros amigos... Por la Orden.

Fui a pasar por la puerta, pero entonces me di la vuelta y me dirigí de nuevo a mi pequeño amigo.

Tu también notas ese vacío, ¿verdad? —me llevé una mano al pecho—. Nunca había sentido algo así... Es horrible. No se lo desearía nadie. Esperemos no tener que pasar de nuevo por algo así.

Dicho esto, avancé por la puerta.

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De nuevo, había dejado de estar en aquella vidriera de antes. La misma oscuridad se extendia allá donde miraba. Volvía a estar solo. Cada uno estaría pasando por lo mismo, pero aun así... ¿Cual era la finalidad de todo esto? Aquel castillo no paraba de llevarnos de un lugar a otro.

“¿Qué eliges?”


Una voz habló, y frente a mi aparecieron tres encapuchados junto a tres objetos, cada una distinta. Había un encapuchado muy delgado frente a una espada, uno musculoso y grande frente al escudo y por último, frente a un báculo, la figura de una mujer encapuchada.

¿La espada? Una fuerza sin parangón, sublevar a todo el que ose encararse a ella. La seña de aquel que no teme ni a la muerte.

¿El escudo? Un alma que nunca se rinde, ni se doblega ante los enemigos. Siempre levantándose para proteger aquellos que ama.

”¿O el báculo? El conocimiento, la búsqueda de aquello inimaginable, la verdad infinita. Aquel que decide las normas del mundo y se enfrenta a ellas.”

Eran sin duda alguna tres grandes objetos. Pero sin embargo, desde que escuché la descripción de la espada, supe que ese era mi objeto. Aquel que no teme a la muerte, ese era yo. Con aquella espada, podría defender todo aquello que quería, luchando hasta morir si hacía falta.

Me llevo esto —dije mientras me acercaba a aquel delgado encapuchado y tomaba la espada.
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Do u even heingue?

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To mi amol pa Aru por las lindas firmas
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Crystal » Dom Mar 22, 2015 9:46 pm

Los intentos de Simbad por liberarse, fallaron. Pese a ello, el ataque de Freya sirvió para despejar el camino, atravesando tres de aquellos seres y dejando que Enok asestara un golpe y liberase al aprendiz. La pelirrosa suspiró, aliviada, y sonrió al encontrarse con la mirada de agradecimiento de Simbad.

¡Da igual que os marchéis ahora! —gritó uno—. Siempre hemos estado con vosotros. Jamás podréis escapar. ¡Jamás!

Los tres corrieron hasta pasar por un portón que había al fondo, y una vez pasado, se cerró. Freya escuchó los golpes que venían del otro lado, y se le erizó la piel; no quería ni pensar en la posibilidad de haberse quedado allí encerrada. También se fijó en la otra aprendiz que había en la sala, la cual se las había apañado para salir del marrón sola. Mejor para ella.

Gracias, de verdad —dijo Simbad—.Pero podríais haberme dejado allí, ha sido muy valiente.

Ni de broma —Neguó con la cabeza—. Tú hubieses hecho lo mismo por nosotros.

Miró tanto a Simbad como a Enok con una sonrisa. Se sentía bien consigo misma por haber podido echar una mano con aquel problema, puesto que ese era su objetivo principal allí: ayudar en todo lo que pudiese. Sobre todo a Enok, al cual ya se lo había prometido anteriormente.

El nuevo lugar volvía a ser blanco, cosa que no hizo mucha gracia a la aprendiza, pues lo encontraba demasiado monótono y repetitivo. Todo estaba vacío. Tampoco había puertas. No había salida. Cuando Freya miró hacia abajo y reparó en que el suelo era un espejo, se sentó instintivamente, avergonzada. Menuda desconsideración por parte de quien hubiese puesto eso ahí. ¿Nadie se preocupaba por las señoritas con falda?

“¿Quienes sois?”


Una voz resonó por la estancia. Volvía a ser fantasmal, como si penetrase en la cabeza de la aprendiz. Estaban siendo observados desde algún lugar. Se notaba la presencia de alguien, de miles de ojos... Pero no sabía donde se ocultaban. De alguna manera, Freya se notó tan frágil, tan débil, como si pudiesen estar leyendo todo lo que pasaba por su mente.

“Ya veo… Portadores. En ese caso debéis someteros a mi prueba. Es la única forma de que pueda permitiros avanzar, de lo contrario solo seréis una víctima más de este Castillo, al igual que esos que habéis dejado atrás.”


¿Los qué hemos dejado atrás? ¿Eso quiere decir que Bavol...?

“El castillo ya os conoce, quienes sois y a donde vais. Vuestro pasado, todo. Pero… ¿Qué tal os conocéis vosotros mismos?”


Silencio.

“Decidme pues, aprendices de la Llave Espada. ¿De qué estáis más orgullosos? ¿De qué os avergonzais? ¿Cual es vuestro mayor miedo? ¿Y vuestras virtudes? ¿Qué haríais por aquellos que queréis? No tenéis que decirlo, simplemente pensad en ello. Eso será suficiente.”


Freya cerró los ojos, serena, y se cogió ambas manos aprentándolas con fuerza.

¿S-Solo tengo que pensarlo, verdad? Veamos... —Hizo una pausa—. Estoy orgullosa de tener la oportunidad de blandir una Llave Espada y poder proteger a aquellos a los que amo. Creo que es una oportunidad que no desaprovecharé.

Después el corazón de la aprendiza se oprimió con fuerza, causándole un gran dolor. No tenía dudas a la hora de contestar la siguiente pregunta. Las imágenes le vinieron a la cabeza y la golpearon cual martillo.

Me avergüenzo... De no haber sido capaz de evitar la muerte de mi familia. Aquella que me acogió cuando yo no recordaba nada. Aquella que me cuidó cuando no tenía la necesidad de hacerlo. Y yo no fui capaz de hacer nada. Me limité a observar como todo aquello ardía. Y como yo me quedaba sola... Otra vez.

Rápidamente, se limpió la lágrima que resbalaba por su mejilla y continuó con las preguntas.

Mi mayor miedo es... Perder a los que más quiero ahora, porque son lo único que me queda.

Sin poder evitarlo, pensó en la primera vez que conoció a Simbad. Su bonito encuentro a las puertas de la biblioteca, un día de lluvia. Pensó en Bavol y en como se habían estado tratando últimamente. En Jeanne y la bondad de su corazón. Y pensó, sobre todo, en Enok. En como había ido evolucionando su relación desde que hablaron por primera vez en aquella misión. Le había cogido tanto cariño...

Desconozco mis virtudes. Saber tocar el piano o tener buena mano a la hora de solucionar misterios no me ha servido de mucho nunca. Y por último... Creo que es obvio: Haría cualquier cosa por ellos. Si llegara el momento, no dudaría en sacrificar mi vida...

Abrió los ojos. Sabía que haber sido tan sincera tenía sus peligros. Si aquella voz lo deseaba, ya podía jugar con ella a su antojo y hacerla sufrir. Se mordió el labio, esperando algún tipo de respuesta.
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Sheldon » Dom Mar 22, 2015 10:59 pm

Por fortuna, los cuatro aprendices de Bastión Hueco lograron liberarse de la infernal trampa a la que se habían enfrentado. El final de las escaleras daba paso a una nueva habitación, exactamente igual al resto aunque esta vez sin puerta o salida alguna. No obstante, se podía encontrar bajo los pies y recorriendo todo el suelo, un gigantesco espejo que creaba una peculiar sensación óptica.

Una vez más al grupo le sorprendió o más bien le asaltó una nueva voz esta vez acompañada con una sensación inquisidora. Por enésima vez, la palabras que emitía esa voz resultaban demasiado tópicas para el chico, como si la cosa no tuviese que ver con él.

Que el castillo les conocía, que era necesario hacer una prueba, que iban a ser pastos de aquellas cuatro paredes como se negasen. Sí, realmente y después de aquel chute adrenalina, Enok empezaba a cansarse. ¿No sería aquello la última atracción del Paraíso de los Bromistas? Era una posibilidad...

Uno por uno, Simbad, Gata y Freya fueron reaccionando hacia la voz. La única de ellos tres que no abrió sus sentimientos y sus recuerdos fue Gata, quien amenazó y se negó en rotundo. Enok permaneció absorto unos buenos minutos, sin escuchar la respuesta de sus compañeros. Cuando hubieron terminado y sin mediar palabra se agachó en el suelo y se sentó cruzando las piernas.

No era el momento de hablar con voces espectrales y contar confesiones en público.
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor H.S Sora » Lun Mar 23, 2015 12:03 am

Me sorprendió ver como nadie del grupo en el que me encontraba había rechazado aquella oferta tan extraña que el Guía nos había ofrecido y se había ido; aquello significaba que o todos resultábamos ser muy valientes, o simplemente éramos locos desesperados en busca de algo desconocido para salvar a aquellos que nos importaban.

Fuese cual fuese la opción, nosotros ya habíamos elegido por nuestra cuenta.

Tras burlarse de otro aprendiz y de mí — cosa que ni siquiera me inmutó a decir verdad, pues empezaba a aprender a ignorar el carácter de nuestro acompañante — este se empezó a dividir en lo que parecían ser copias exactas de sí mismo, una y otra vez, una y otra vez... hasta quedar parejo con el número de aprendices que estábamos en aquella sala, es decir, cuatro.

Normalmente lo haría uno por uno, pero vuestra Maestra ya se dirige a la segunda planta, será mejor que nos demos prisa, ¿verdad? —Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver como los cuatro hablaban a la vez mientras se acercaban a nosotros. Nos arrepintiésemos o no de aquella decisión, ya no había vuelta atrás.

Observé a la copia que se encontraba frente a mí. Esta tomó mi arma con una gracilidad que me pareció fingida, expresamente para tensar los nervios de cualquiera en una situación así; a continuación acarició el filo de esta, como si estuviese examinándola por algún motivo que desconocía. ¿Eran las Llave Espada capaz de transmitir algo más de lo que nosotros podíamos saber? Todo pensamiento cesó rápidamente, cuando antes de poder mediar palabra aquel bastardo clavó mí Llave Espada en mí propio corazón, tal y como había hecho con Nanashi.

El dolor me sobrepasó, noté como algo parecía romperse dentro de mí y como quería echarme a llorar allí mismo por todo el daño que aquel ser me estaba causando. Pero a pesar de que una lágrima disimulada se resbaló por mi rostro, no hubieron más como ella, pues un estallido de luz parecido a cuando el Castillo había cambiado aconteció entonces, cegándome por completo.

¿Qué es esto?...

Al abrir los ojos, pude ver como ya no había nadie a mi alrededor, ni la gente que me acompañaba en aquella ruta ni el tedioso Guía atravesándome el pecho. Solamente yo, en un lugar que definitivamente distaba de ser el Castillo del Olvido. ¿Qué había pasado?

Entonces me percaté de lo que estaba pisando no era nada más y nada menos que mi vidriera, aquel lugar que ya había visto con anterioridad en el pasado. En ella pude ver como no había habido grandes cambios desde la última vez que la había visto: Seguía encontrándome yo en el centro, durmiendo como si nada pasase con la Llave Espada en mis manos; a mi alrededor, de dentro para fuera, se encontraba por aquel orden la gente que iba de más importante para mí — como Saeko o el Maestro Ryota — a aquella que tan solo conocía de manera parcial — como podía ser Diana o Shinju —... el caso es que no sabía el motivo por el que había vuelto a aquel lugar, pues la última vez había sido para luchar contra una copia de mi mismo que casi me costó la vida vencer... pero algo me decía que mi instancia ahora se debía al hecho de que el Guía me hubiese arrebatado la Llave Espada.

Entonces caí en que había alguien a quién en su día no había podido ver. Me acerqué curioso, para ver como Alice y Louise seguían casi pegadas la una a la otra, pero en un desconocido se encontraba encima de ellas, más cerca de Louise que de Alice, cosa que había sido al revés la última vez que había visto aquellas imágenes. ¿Quién era aquel desconocido? Me acerqué, pues solo era capaz de distinguir unos ojos rojos que parecían mirarme directamente.

Crack. Crack. Crack.

Me giré repentinamente asustado, para encontrarme que en el centro de la vidriera se estaba formando una grieta en el lugar donde se encontraba la Llave Espada, este empezó a crecer, amenazando con devorar el dibujo de esta en la vidriera.

No...no...no... ¡DETENTE!

Caí de rodillas, destrozado, al tiempo que veía como aquella grieta se había tragado parte de mi vidriera, probablemente haciendo que esta se perdiese en aquel vacío de oscuridad que se extendía debajo de de la vidriera, que parecía flotar ajena a todo.

Entonces volví al Castillo del Olvido, pero la sensación que quedaba en mi cuerpo no era para nada agradable. Un cansancio y debilidad extenuantes se habían apoderado de mí, junto a una sensación completamente nueva que no sabía identificar, como si de un vacío se tratase. A pesar de no intentar materializar mi arma — pues ya había visto como Nanashi no lo había logrado — había una verdad que podía afirmar por desgracia, que se complementaba con aquel sentimiento de ausencia que notaba.

Sin duda, yo ya no tenía Llave Espada, estaba completamente seguro.

¡Hola otra vez! —todas aquellas copias, en las cuales se incluía el original, parecían realmente felices por lo que acababa de pasar. Incluso empezaron a ofrecernos ayuda a todos nosotros, ayuda que rechacé sin lugar a dudas.

Tras coger aire durante unos segundos, me puse en pie haciendo un esfuerzo que me pareció casi inhumano. Sin duda perder la Llave Espada afectaba a su portador a todos los niveles existentes... pero aquello no podía detenerme en aquel momento. Nanashi nos esperaba, y más me valía no llegar tarde pues quién sabía los peligros que podíamos correr sin ella.

>>Yo siempre cumplo mis tratos, así que aquí tenéis. Retroceded hasta la puerta cerrada que habéis visto antes, acercaos a ella. El naipe es la llave. No os preocupéis por Nanashi, es mejor dejar que os demostréis solos de lo que sois capaces, ¿cierto?

Este tío no tiene un pelo de tonto... está intentando separarnos de Nanashi, porque sabe que ella nos podría ayudar perfectamente en lo que sea que esté por venir. Pero no tenemos otra opción que aceptar y tratar de ir tras Nanashi por nosotros mismos.

Le arrebaté uno de aquellos naipes lo antes posible, y lo observé con curiosidad mientras volvía sobre mis pasos hacia la puerta por la que habíamos pasado anteriormente. El objeto en cuestión no tenía demasiada ornamenta, pues lo único que tenía era un particular color azulado y una cadena dibujada en una de las caras de este. Tenía la amarga sensación de que en absoluto había valido la pena cambiar mi Llave Espada por algo tan absurdo como eso... pero el cambio ya estaba hecho, y asumiría mi decisión con todas las consecuencias que esta tuviese.

Por lo tanto me acerqué sin vacilar a la puerta y usé el naipe de la misma manera en que había visto a Nanashi hacerlo, y este reaccionó de forma inmediata abriendo la puerta y dándome paso hacia la sala que ya habíamos visitado antes. Pero tal y como el Guía nos había avisado, el Castillo del Olvido iba cambiando constantemente y lo demostró de nuevo, pues el pasillo por el que había ido casi la mitad de nuestro pequeño grupo había desaparecido por completo, dejando tan solo una pared lisa que parecía haber estado siempre ahí.

Solo teníamos una opción, acercarnos a aquel portón que Nanashi había intentado abrir antes, pero de forma fallida. Si el Guía no había mentido, el naipe resultaba ser la llave de aquella puerta, así que nos gustase o no tendríamos que seguir aquel camino que parecía ser el único disponible en aquel momento.

Me pregunto si no será él quién contribuya a cambiar la distribución de este castillo...

Al acercarme comprobé como el naipe reaccionaba frente al portón, abriéndolo de par en par; mostraba una peculiar barrera, pero la pasé sin ninguna dificultad, cosa que me extraño ya que entonces no tenía sentido poner allí algo tan inservible como aquello. Al pasar por él, el Naipe empezó a desvanecerse y sentí como el esfuerzo de haber perdido la Llave Espada había resultado en vano al perder aquel objeto en tan pocos usos.

Pero poco tiempo tuve para lamentarme, pues antes de poder dar un paso sobre el nuevo pasillo que nos había abierto la puerta, me encontré transportado de nuevo en mi vidriera; pero esta vez no me encontraba solo. Se habían erguido tres plataformas con pilares blancos los cuales contenían respectivamente tres objetos que flotaban: un escudo, una espada y un báculo. Y junto a cada uno de aquellos objetos, se encontraba una figura encapuchada diferente entre sí, y que además distaban mucho de parecerse al Guía.

La pregunta residía entonces, en que diantres hacían allí.

“¿Qué eliges?”


¿Se estaban refiriendo a mí? Miré a cada uno de ellos, esperando alguna clase de respuesta por su parte antes de siquiera decidir cual de aquellos objetos elegía.

¿La espada? Una fuerza sin parangón, sublevar a todo el que ose encararse a ella. La seña de aquel que no teme ni a la muerte.

¿El escudo? Un alma que nunca se rinde, ni se doblega ante los enemigos. Siempre levantándose para proteger aquellos que ama.

”¿O el báculo?” —Aquella voz resonó en mi cabeza, al contrario que las otras dos. La figura responsable de aquello se encontraba haciendo gestos en un lenguaje no hablado que no conocía—. “El conocimiento, la búsqueda de aquello inimaginable, la verdad infinita. Aquel que decide las normas del mundo y se enfrenta a ellas.”

Y ya no hablaron más.

Así que ahora me toca a mí elegir...

Suspiré, mientras me paseaba lentamente por cada uno de los pedestales. Empezando por el báculo, la figura del cual ahora que me encontraba más cerca, podía ver como pertenecía a una mujer; me planté frente a esta y observé, curioso, el arma en cuestión.

A pesar de que me interesa la búsqueda de aquello desconocido, nunca me he llevado demasiado bien con los objetos mágicos, lo siento.

Pasé entonces por el escudo. El tipo en cuestión era un hombre, sin duda alguna, pues su voz había resultado más potente que incluso la mía en cierto modo.

A pesar de lo que dices me parece correcto, no creo que con un escudo sea capaz de protegerlos, pues el escudo puede romperse al fin y al cabo.

Pasé finalmente por la ganadora: la espada. El ser que custodiaba este arma parecía ser un hombre, pero su figura no permitía diferenciar algún sexo concreto.

Elijo la espada, —señalé el objeto que flotaba allí, imperceptible— quiero comprobar cuanta fuerza es capaz de proporcionarme y la utilizaré para lograr aquellos objetivos que tengo propuestos. ¿Puedo cogerla ya? —esperé una reacción por parte de la figura en cuestión.

Si me respondía afirmativamente, no dudaría en cogerla y esperar a lo que fuese que tenía que llegar; si por el contrario la figura me impedía cogerla, protestaría pero lo aceptaría hasta que alguno de ellos me dijese que hacer.

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Saito elige espada~~
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Sombra » Sab Mar 28, 2015 4:49 am

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Gata, Enok, Simbad y Freya


Cada uno de los presentes tuvo su propia reacción ante las preguntas. Simbad y Freya contestaron, ya fuese pensando o diciéndolo mientras que Gata (aunque lo hizo inconscientemente) y Enok decidían hacer justo lo contrario.

¡Sal de mi cabeza y muéstrate! —gritaba Gata furiosa—¡No pienso decirte nada de mí! ¿Me oyes? ¡Nada! ¡Deja ya de jugar con nosotros! ¡Déjanos salir de aquí!

”Déjanos salir de aquí” bla, bla, bla —repitió una voz idéntica a la suya.

Si Gata (o los otros) miraban a su alrededor no verían nada en un principio… A menos que se fijasen en el suelo. El reflejo en el espejo se había separado de ella como si hubiese tomado vida propia y se había acuclillado, casi como si buscase acceder a donde ella estaba.

¿Vas a seguir comportándote siempre como una niñata o madurarás algún día? —Reprochó—. Con razón esa estúpida Saeko nos dio una paliza. Aunque te hagas la dura no eres más que una gata cobarde. Siempre estás quejándote por participar en misiones o escapando. ¿Pero acaso alguien te puso una pistola en la cabeza para que aceptases ir a Batión Hueco?

Lo mismo pasaba con el reflejo de los otros aprendices: el de Simbad sonreía altaneramente, y la de Freya mantenía una mirada fría y ausente que dirigía a su doble.

El de Enok hizo un gesto brusco y, de pronto, su mano surgió del cristal sin previo aviso atravesándolo como si de una capa de agua se tratase logrando agarrar una de sus piernas con fuerza y utilizándolo como apoyo para surgir del suelo a una velocidad increíble mientras le hincaba las uñas.

Los otros tres reflejos también surgieron del suelo alzándose frente a sus originales. No había ninguna diferencia aparente entre ellos y los cuatro aprendices. Eran copias exactas.

Mírate ahí sentado, tan patético —murmuró el otro Enok señalándo con una llave espada idéntica a la del verdadero aprendiz—. Siempre has dejado que se metiesen con nosotros. Por culpa de tu forma de ser hemos sufrido un dolor enorme… Pero, ¿sabes qué? Se acabó. Nunca me has visto, ni me has hecho caso a pesar de haber estado todo este tiempo dentro de ti gritando, pidiendo ayuda.

>>A partir de hoy yo seré real y quedaré liberado.

El Reflejo de Simbad también hizo aparecer su Llave Espada. En sus ojos ahora había furia, era como si estuviese enfadado con el aprendiz por algún motivo.

Claro que nunca podrías cambiar nada. Sólo te has guiado por ese velo de mentiras durante toda nuestra vida. ¿Cobardía? No, lo tuyo es egoísmo puro. Es mejor no hacer nada, es mejor no intentarlo. ¡Es más fácil, uno sale menos herido! Es mejor hacer daño a los demás a que te lo hagan a ti, ¿verdad? ¡Vete con tu ridícula música y tu paciencia con los niños! ¡No estás hecho para ser un Caballero ni para ayudar a nadie! ¡Nunca serás capaz de hacerlo! —acusó, amenazador—. Siempre he estado dentro de ti. Pero por fin tengo esta oportunidad de hablarte a la cara y soltar todo lo que siempre he querido decirte: Te odio, y pienso derrotarte.

¡Ya basta de jugar a la heroína de una vez por todas! —gritó la otra Freya, también hablando directamente con su original—. ¿Sacrificar tu vida para salvar a otros? Una mierda, si de verdad lo hubieses intentado, si de verdad hubieses intentado salvar a nuestros padres adoptivos no tendríamos una tonta cicatriz.

>>Solo eres una hipócrita. ¿Es que ya has olvidado que íbamos a hacer pagar a ese culpable? Claro que sí… Llevas todo este tiempo jugando, ni siquiera te has dignado a buscar pistas. Voy a acabar contigo para poder cumplir mis verdaderas metas.

Los cuatro Reflejos estaban preparados para pelear cuando una nueva voz ominosa resonó dentro de sus cabezas.

”Cada uno debe luchar contra su propio reflejo y ganar. De lo contrario seréis parte de las sombras que habéis visto en la sala anterior.”


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Los gastos de PH anteriores no se aplican al combate. ¡Buena suerte!


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Freya
VIT: 28/28
PH: 16/16


Simbad
VIT: 24/24
PH: 22/22


Enok
VIT: 36/36
PH: 22/22


Gata
VIT: 14/14
PH: 20/20


Hiro


Este escudo es todo tuyo pues —ofreció el hombre, no sin antes retirar su capucha para mostrar su rostro.

Se trataba de un hombre de mediana edad, no llegaba a los cuarenta, pero poco le quedaba, y algunas canas eran visibles en su revoltoso cabello castaño. Sus ojos eran de un intenso azul y una fina capa de barba cubría su cara dándole un aspecto fornido, que junto a su musculoso cuerpo le daba un toque ligeramente imponente. Sin embargo su expresión no era para nada dura. A simple vista Hiro podía saber que debía ser un bonachón del estilo de Ronin.

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Soy Rayim, aquel que siempre ha protegido a los suyos, te deseo buena ventura en tu camino.

***


Hiro despertó en su cama en Tierra de Partida. Había tenido un sueño extraño, algo de un castillo blanco… Pero lo olvidó todo de inmediato cuando se vio alertado por una serie de extraños sonidos que llevaban repitiéndose al menos unos minutos. El aprendiz no podría pegar ojo con tal molesto sonido chirriante así por lo que tarde o temprano acabaría desperezándose y dirigiéndose al lugar del que provenía aquel molesto ruido: la ventana.

¿Pero qué o quién demonios podía hacer tal ruido a aquellas altas horas de la noche?

Un demonio: no había otra definición posible para tal criatura. Enorme, de al menos treinta metros de altura, con dos cuernos retorcidos a ambos lados de su cabeza, unos ojos amarillos que daban escalofríos miraban directamente en dirección al castillo, de piel negra como la mismísima noche. Aquel monstruo estaba furioso, frustrado por el hecho de que no podía acercarse al castillo y aplastarlo con sus monstruosos puños. Él ansiaba los corazones de aquellos que moraban el precioso castillo, pero para ello necesitaba destrozar las cadenas que servían como protección del mundo, como un repelente contra las bestias de la oscuridad.

Su simple presencia era casi como la definición de lo diabólico. Aquel sincorazón no era uno cualquiera, eso estaba claro con solo ver su tamaño. Era la primera vez que el aprendiz veía algo así.

Las manos de aquel ser se cerraban en torno a las enormes cadenas que se sujetaban desde el castillo hasta los altos picos que se veían a lo lejos. Hiro pudo escuchar como los gritos de los demás aprendices de Tierra de Partida daban la voz de alarma de lo que él mismo veía ante sus ojos apenas veinte segundos después un moguri llamó a su puerta para pedirle que se fuese a la sala del trono, donde los Maestros parecían estar tratando de organizarles.

***


¡Aprendices de Tierra de Partida! —la voz de Ronin se alzó sobre los cuchicheos y las voces de todos los aprendices que se habían reunido.

Estaban todos allí, no faltaba ni uno solo de los habitantes del castillo, Maestros, Moguris… Todos. Los aprendices callaron al escuchar al líder de Tierra de Partida.

Nuestras defensas están a punto de ser penetradas. ¡Antes de que digáis nada, no sabemos si los causantes son los miembros de Bastión Hueco! Pero… Si los veis… Acabad con ellos.

Bien, eh… —Kazuki, con un sorprendente aspecto más despierto de lo habitual intervino tratando de que todo el mundo le prestase atención—. Ahora nos organizaremos en grupos de cinco, todos con un líder para...

Fue imposible que el hombre continuase hablando. Un perturbador sentimiento invadió a todos los presentes, no era algo normal, era verdaderamente desquiciante. ¿Pero qué iba mal? ¿Qué era aquello que les erizaba el vello?

Lyn corrió con todas sus fuerzas esquivando y apartando a todos los aprendices que había en medio a base de empujones, todo ello para ver a través de la cristalera cercana a la entrada. Se giró con brusquedad y gritó a pleno pulmón:

¡Al suelo!

Hiro pudo ver como todo el mundo se lanzaba hacia el suelo, tan rápido como podía y entonces pudo ver como algo de un absoluto tono negro se precipitaba contra las cristaleras. Un ensordecedor y molesto ruido dio paso a un enorme rayo de oscuridad que destrozó la pared del castillo lanzando escombros por doquier. Algunos aprendices salieron heridos, pero por suerte ninguno de ellos de gravedad. En cuanto el ataque finalizó dejando una espesa neblina pudieron comprobar con horror la escena que se presentaba ante ellos, vieron un agujero de más de cuatro metros de diámetro en un lado del muro… Y otro justo detrás de los tronos.

Pero lo peor todavía estaba por llegar. Unas enormes estrías aparecieron en ambos boquetes y se extendieron hasta el techo. Al cabo de unos segundos aquellas se convirtieron en grietas de las que caían pequeños trozos de mármol. Fue entonces cuando un gran trozo del techo se soltó precipitándose sobre una persona de las allí presentes.

Hiro sabía quién era esa persona, de hecho era alguien que él apreciaba muchísimo… Por algún motivo el aprendiz no podía utilizar ninguna clase de habilidad en aquel momento, solo tenía una opción si quería salvar a esa persona: Empujarle… Pero aquello significaba que sería Hiro el que acabase bajo aquel trozo de techo convertido en un mero cadáver.

¿Cómo debía actuar el aprendiz?

Saito y Lyon


Lyon y Saito vieron la misma escena al escoger ir a por la espada. La fina línea de los labios de aquella persona encapuchada se torcieron tomando la forma de una sonrisa un tanto burlona y con ambas manos retiró su capucha mostrando por fin su aspecto.

Se trataba de una persona de unos veintitrés años a lo sumo, guapo y con un rostro delicado, aunque su belleza se veía estropeada por su tez pálida hasta parecer enfermiza, algo que se acrecentaba al tener la cara un tanto “chupada”. El cabello del joven era negro y liso, no era excesivamente largo ni demasiado corto.

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Aaron es mi nombre, esta espada destruirá a todo lo que se oponga a ti. Aniquílalos a todos.

***


Era la guerra.

El olor a sangre y cenizas impregnaba toda la Necrópolis de las Llaves Espadas. Se encontraban en un yermo de tierra grisácea. Mirasen donde mirasen verían cientos de Llaves Espada tiradas por el suelo y a lo lejos se veían las enormes montañas llenas de cráteres. Al otro lado del baldío terreno verían un ejército.

Aquel era el enorme cementerio de los portadores, algo que todos sabían hubiesen o no ido a aquel lugar alguna vez.

Aquel era el quinto día desde que había empezado la guerra y los enemigos se acercaban, una vez más, a toda velocidad. Saito había visto cómo algunos de sus mejores amigos habían caído en combate contra Tierra de Partida. Habían segado muchas de sus vidas, pero aún podían ganar a pesar de tener pocos efectivos en comparación a sus enemigos.

Lyon contemplaba una escena similar, pero desde el otro lado, poco a poco ell ejército de Bastión Hueco estaba más cerca. A pesar de ser muchos menos, lo cierto era que estaban dando muchísimos quebraderos de cabeza. Amigos y conocidos habían muerto en los enfrentamientos de los últimos días, ¿quienes morirían en aquella ocasión?

Tanto Saito como Lyon habían estado ensimismados, por algún motivo habían pensado en un castillo de paredes blancas, ¿pero por qué? Aquello era un misterio. Cuando saliesen de su propia imaginación se verían cara a cara con los enemigos. Dos ejércitos, dos bandos de Portadores enfrentados por sus ideales. Ninguno de los dos parecía estar dispuesto a detenerse hasta que una de las dos partes hubiese sido exterminada por completo.

Entre las miradas de odio que se lanzaban entre todos Saito pudo ver a una mujer que le resultaría extrañamente familiar. Estaba enfundada en una armadura sin casco, con una Cadena del Reino en una de sus manos. Su pelo y sus ojos rosados… Era imposible confundirla con otra persona. A quien tenía delante era a Louise.

Los ojos de la muchacha se cruzaron con los de Saito, pero no había rastro de cariño ni nada similar en su mirada. Su resolución era clara solo con verla; pelearía a muerte contra Saito, las palabras no servirían para detenerla… E iba a ir a por él.

¿Matarla o morir?

Lo mismo ocurría por el lado de Lyon. Mike su amigo estaba allí, con los de Bastión Hueco. Llevaba una armadura de placas y en sus piernas parecía llevar algún tipo de artefacto que le permitían caminar a pesar de haber perdido esa capacidad. Al igual que Lyon, Mike portaba una llave espada. El muchacho no tenía ni un ápice de bondad en sus ojos. Solo odio, enfado… Sí… Su amigo era un enemigo y si Lyon no peleaba, si no acababa con él moriría.

No había palabras que valiesen. Tenía que escoger.

Bavol


La mujer hizo rápidos movimientos con sus brazos hacia el aprendiz a la par que los otros dos encapuchados se desvanecían fundiéndose con la oscuridad del vacío más allá de la cristalera. Ella se quitó la capa y miró directamente al aprendiz con sus ojos azules. Se trataba de una chica de no más de veinticinco años. Su cabello era largo y azulado recogido en una trenza que caía sobre su hombro. Su piel era blanca y fina dándole un rostro casi angelical.

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"Soy Awyr, joven Bavol" —aquella voz resonó en la mente del aprendiz nuevamente—. "Coge este báculo, y buena suerte..."

***


Bavol despertó en la cama de su viejo hogar en París. Había tenido un extraño sueño en el que era una especie de héroe mágico con una espada con forma de llave. Sí, de llave. ¡Qué tontería!, podría llegar a pensar el joven.

Sobre la mesilla de noche de su habitación le esperaba su querido báculo, un objeto con el que había logrado aprender magia... Aunque claro, sabía más que de sobra que la magia era algo penado con la muerte y desconocido para el público normal, por lo que sus habilidades estaban verdaderamente limitadas. ¡Lo que daría por poder utilizar sus poderes de verdad y entrenar sin miedo a ser visto! ¿Cierto? Además, cuando le habían regalado aquel bastón había hecho un juramento inquebrantable: Nunca revelar sus poderes en público.

Así pues, el joven cogió sus cosas y acabó por abandonar su hogar. Aquel día se iba a celebrar una feria, frente a la preciosa catedral por lo que las calles estaban abarrotadas de gente. Bavol se abrió paso por la zona hasta llegar a la plaza. Una turba de personas se arremolinaban alrededor de un palco de madera donde un guardia custodiaba a un gitano que había sido atado a un poste, posiblemente de manera injusta.

¡Que arda! —Gritó un viejo que estaba cerca de Bavol—. ¡Que esos gitanos se marchen! ¡Que las llamas divinas purifiquen su alma corrupta!

A los gritos del viejo se sumaron cincuenta más apoyando aquello, el guardia cogió una antorcha encendida con una sonrisa prepotente en sus labios ante todo el gentío y la lanzó a la pira, que empezó a arder con violencia acercándose poco a poco al pobre hombre. El gitano gritaba pidiendo auxilio y clemencia… Pero aunque muchos escuchaban su voz pocos se compadecían de sus palabras.

Bavol sabía que de quererlo podría rescatar al gitano. Su magia podría apagar el fuego fácilmente, el problema era que la magia era un secreto muy bien guardado y legado a un grupo muy pequeño. Hacer magia frente a gente era alta traición, por no hablar de que quedaría a descubierto. Y la gente sabría que los gitanos de verdad hacían magia.

¿Merecía la pena salvar a aquel hombre y sacrificar al resto de su gente...?

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Por si no ha quedado claro. Hiro, Saito, Lyon y Bavol NO recuerdan nada sobre el castillo del olvido más que es algo que imaginaron/soñaron. Creen que el lugar donde están es real.

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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Tidus Cloud » Mié Abr 01, 2015 11:32 pm

La mujer se quitó la capucha y ambos se miraron a los ojos directamente durante unos segundos. Se trataba de una joven de piel blanquecina, intensos ojos azules y pelo trenzado del mismo color. Bavol escudriñó aquel rostro angelical preguntándose quién sería exactamente aquella mujer.

"Soy Awyr, joven Bavol". —Se percató de que la mujer no había movido la boca, sino que su voz había sonado directamente en su cabeza—. "Coge este báculo, y buena suerte..."

Finalmente, tras echarle una última mirada a Awyr, el Aprendiz tomó en su mano el objeto que había escogido.

***

¿Q-qué? —musitó el gitano aún medio adormilado.

Abrió lentamente los ojos mientras sus pensamientos iban poniéndose en orden. Todo había sido un sueño. Se giró hacia el otro lado de su vieja y destartalada cama procurando reunir las fuerzas necesarias para levantarse de una vez por todas. Tras unos segundos meditando sobre aquel extraño sueño, no pudo evitar acercarse la mano a la cara y observarla con detenimiento.

Ser adiestrado por un hombre con pintas de pirata, convertirse en animal, montarse en un barco, ser envenenado en un teatro, luchar contra demonios… Y todas aquellas historias estaban vinculadas al mismo objeto, una espada con forma de llave, un arma que era capaz de convocar en su mano cuando quería.

Jamás había tenido un sueño tan extraño en toda su vida… ni tan intenso. Quizás se trataba de alguna secuela después de haber estado entrenado tanto tiempo con magia demasiado poderosa. O a lo mejor simplemente era un sueño sin más y no tenía que darle más vueltas. Fuese lo que fuese, se sintió listo para abandonar la cama, de manera que tras levantarse, se puso su querida capa y agarró el báculo que había dejado sobre su mesita.

Aquel día se celebraba una famosa feria delante de la imponente catedral de Notre Dame y como ya era lo suficientemente mayor, había conseguido que su madre le permitiera ir a verla solo. Sin perder más tiempo, decidió encaminarse rápidamente hacia el lugar.

Tal y como se esperaba, la plaza estaba atestada de gente deseosa de ver los espectáculos que se montaban, de manera que el niño tuvo que ir haciéndose hueco poco a poco. Sin embargo, no se esperaba en absoluto lo que estaba a punto de ver. No se trataba de una feria, sino de la ejecución de un gitano al que estaban a punto de quemar vivo.

¡Que arda! —Bavol fulminó al anciano que había gritado aquello—. ¡Que esos gitanos se marchen! ¡Que las llamas divinas purifiquen su alma corrupta!

El problema era que no fue el único en reclamar la muerte de aquel desgraciado gitano. El niño observó horrorizado con las manos colocadas sobre la boca cómo el guardia prendía fuego a la pira mientras el prisionero gritaba agonizante en busca de piedad. No podía permitir que aquel inocente muriera, tenía que actuar.

Apretó con fuerza el mango de su báculo. Podía extinguir el fuego con un simple hechizo acuático y seguro que con los múltiples poderes mágicos que poseía no le costaría liberar al condenado y ahuyentar a los espectadores; sin embargo, la magia era un secreto. En numerosas ocasiones le habían advertido que no podía hacer magia en público porque de hacerlo, las consecuencias serían terribles, sobre todo para los gitanos.

Quería obedecer a todos los que le habían adiestrado en aquel arte y no quería poner en un compromiso a su gente, pero aquella situación también era muy importante. ¿De qué servía tener todos los poderes del mundo si cuando había gente necesitada, no podías ayudarles? Sabía que era un riesgo, que estaría infringiendo las normas, pero era su decisión y estaba dispuesto a enfrentarse al mundo entero si con ello podía ayudar a todo el que estuviese necesitado.

Sin dudarlo ni un segundo más, apuntó con su báculo a las llamas y conjuró un conjuro acuático para apagarlas. Seguidamente, si la gente no se apartaba, utilizaría más hechizos para asustarlas y poder así liberar al gitano.
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Tidus Cloud
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Re: [Evento Global] Ruta de los Perdidos

Notapor Sheldon » Sab Abr 04, 2015 4:04 pm

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”Déjanos salir de aquí” bla, bla, bla —fue la respuesta de una voz idéntica a la de Gata, que resonó a través de toda la estancia.

Enok miró hacia el suelo, desde donde la Gata tras el espejo se desdobló y tomó conciencia de si misma, desligándose del cuerpo de su contraria. Se mordió el labio débilmente, asustado y retrocedió unos centímetros apoyando las palmas de sus manos.

¿Vas a seguir comportándote siempre como una niñata o madurarás algún día? —Volvió a hablar—. Con razón esa estúpida Saeko nos dio una paliza. Aunque te hagas la dura no eres más que una gata cobarde. Siempre estás quejándote por participar en misiones o escapando. ¿Pero acaso alguien te puso una pistola en la cabeza para que aceptases ir a Bastión Hueco?

¿Había pegado Saeko a Gata? Realmente había tantas cosas que Enok desconocía sobre ella.

Paralelamente a la revolución del reflejo de la desaliñada chica, los reflejos tanto de Simbad como de Freya tomaron una nueva perspectiva. Del mismo modo, un brazo atravesó el cristal y tomó con fuerza la pierna de su némesis, Enok, impulsándose y consiguiendo atravesar la capa de vidrio.

Mírate ahí sentado, tan patético —susurró la contraparte de Enok mientras se recomponía y esgrimía una queja de dolor—. Siempre has dejado que se metiesen con nosotros. Por culpa de tu forma de ser hemos sufrido un dolor enorme… Pero, ¿sabes qué? Se acabó. Nunca me has visto, ni me has hecho caso a pesar de haber estado todo este tiempo dentro de ti gritando, pidiendo ayuda.

Enok se mordió el labio y agachó la mirada, no por sentirse avergonzado de sus palabras sino por el simple miedo que aquella ilusión le estaba provocando.

>>A partir de hoy yo seré real y quedaré liberado.

El chico levantó al mirada, frunciendo el ceño y observando a su alma gemela con aire apagado. Era evidente que no podía ser su contraparte, que no podía compartir con él más que el aspecto, que tan solo debía conocer una parte de sus recuerdos, un pasado determinado. ¿Realmente tenía tanto poder el castillo como para bucear tan profundamente en la mentalidad de las personas?

Lo dudaba y había que barajar todas las posibilidades. Puede que incluso aquellas palabras fuesen predefinidas y con ello todo se reducía a una copia tan solo física. Debía haber algo más, algo que hiciese a Enok creer que el ser que estaba frente a él era el verdadero Enok, la parte de Enok que deseaba existir. Si aquello ocurría, el Enok tímido, el que existió desde el principio, estaba dispuesto a retirarse y dejar que el auténtico Enok que se ocultaba en el fondo de su interior acabase con él.

Pero hasta el momento aquello no estaba ocurriendo. Miró a sus compañeros uno por uno mientras escuchaban el soliloquio de sus iguales. En el fondo dibujó una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

Al fin y al cabo simplemente eran reflejos.

Invocó su llave espada mientras se abalanzaba hacia el falso Enok, buscando un ataque cuerpo a cuerpo que le provocara un par de golpes iniciales. Lo consiguiese o no y tras haber meditado una serie de pensamientos retrocedería en cuanto pudiese, hubiese recibido o no contraataque. Intentaría alejarse lo mayor posible, aprovechando su propia debilidad, la puntería.

Esperaría unos segundos, aguardando al ataque de Enok y tras cerciorarse de que no hubiese demasiado peligro en volver de nuevo a la carga, se lanzaría disparado hacia su enemigo alzando el arma e engañando a su oponente fingiendo lanzar algún hechizo. A escasos metros, haría desaparecer su arma y le asestaría golpes con sus puños, tantos como pudiese.

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Siento si mi acción es un poco desproporcionada pero me da la impresión de que la lucha será solo de una ronda así que he condesado un poco.
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