Había sido solo un segundo, un miserable segundo. Pero estaba claro, aquella silueta no parecía de ningún sincorazón que hubiese visto antes ¿Podría ser otro ser humano?
Seguí observando la oscuridad unos segundos en dirección a donde aquella silueta se dirigía, a la fortaleza flotante.
Bajé del poste raudo y veloz provocando que casi cayese al suelo, aunque por suerte tuve los suficientes reflejos como para poder recuperarme justo antes de caer. Tiré el destornillador sobre la caja de herramientas y seguí calle arriba, hacia donde estaba aquel blanco castillo y hacia donde aquel ser se dirigía.
Observé nuevamente la silueta, si no era humana era bastante similar por su complexión aunque por desgracia con aquella lluvia tan intensa y la oscuridad que cubría la ciudad no podía distinguirse bien los rasgos suficientes como para saber si era humano o no, además por experiencias pasadas sabía que existían algunos tipos de sincorazón que tenían formas muy similares a las humanas. Sincorazón ¿Por qué les llamaba yo así?
Saqué de la funda de mi cinturón una daga bastante vieja que llevaba conmigo en todo momento para defenderme, contra aquellos monstruos no servía de mucho pero al menos podía mantenerlos a raya.
Comencé a seguir a la silueta ocultándome en las sombras y entre los huecos de los callejones. Poco a poco me fui acercando sin hacer el más mínimo ruido tratando de que aquella silueta no se diera cuenta de mi presencia ni sospechara que alguien la seguía.
El castillo flotante ya estaba cerca ¿Era posible que fuera un habitante de aquel lugar y fuera a entrar en él? ¿Quizás descubriría alguna manera de subir?
Recordé que en las primeras semanas, cuando desperté en frente de un gran rascacielos desorientado y asustado había tratado en vano de atraer la atención de alguien haciendo señales de todo tipo hacia el castillo aunque nunca nadie había dado señales de vida, cosa que finalmente hizo que acabase desistiendo.
Ya estaba cerca de la silueta, todavía no podía distinguir bien si era humano o no, pero me armé de valor y decidí hacer lo más seguro para descubrir que era realmente.
Salí de mi escondite y me planté tras la oscura figura con forma humana.
—
¡Hey!—Llamé, con una voz áspera. Hacía mucho que no decía nada en voz alta ya que, sin nadie con quien hablar no merecía la pena hacerlo, pero aquella ocasión lo merecía.
Sujeté la daga con fuerza y apuntando hacia aquel ser temiéndome lo peor.
Edito para poner color a mi diálogo.