Cuando los huevos quedaron bien batidos, dejé el bol sobre la encimera y cogí la levadura y la harina que acababa de tamizar Xefil.
—Cuando los huevos estén bien batidos, mezcladlo todo y metedlo dentro de un molde en el horno. Podéis ponerle las nueces troceadas si queréis.
—Gracias —dije concentrada mientras mezclaba el chocolate fundido con los huevos y los ingredientes que acababa de pasarme Xefil—. ¿Cómo vas? —pregunté a Hiro mientras me acercaba a él, y al llegar vi que ya había puesto el horno a precalentarse—. Muy bien, gracias a los dos.
Volví al lugar donde dejé el bol y, con mucho cuidado, comencé a verter la mezcla en el molde que había sobre la encimera. Preferí no meter nueces, la verdad es que no me gustaban demasiado. Cuando acabé, sonreí y, decididamente, cogí el molde y me acerqué al horno.
No obstante, cuando estaba a punto de abrirlo, me acordé de que iba a ser mejor coger una manopla, no fuera que me quemase. Así pues, dejé el molde con la mezcla en la encimera de nuevo y comencé a buscar una manopla por la cocina y después de un par de minutos de búsqueda, encontré una. Tras ponerla en mi mano derecha, introduje el bizcocho en el horno.
—¡Genial! —exclamé entusiasmada. Era la primera vez que cocinaba, pero, desde mi punto de vista, lo estaba haciendo realmente bien—. Ahora sólo queda esperar. ¡Hishaz... Higaw... Chef, por aquí ya hemos acabado! —grité intentando llamar la atención del cocinero con la mano—. Espero que me haya salido bueno... —murmuré mientras observaba cómo mi postre se calentaba dentro del horno.