Una vez me despedí de Exuy, Maya y de sus correspondientes compañeros, bajé por los escalones que nos llevarían hasta las Terrazas del Atardecer. Recordaba bien aquel sitio, donde las leyendas urbanas eran la moda oficial de la zona. Algunas eran algo estúpidas, pero de pequeña me fascinaba escuchar la mayoría con Dan e investigar juntos.
Sentía que Saeko me seguía por detrás, algo más alejada. Gengar se había ocultado bajo el suelo: supongo que no quería que llamásemos la atención como posible pareja de jugadores, así que no le dirigí la mirada. Para romper el hielo, decidí contarle alguna curiosidad, de espaldas a ella:
—
¿Sabes? Cuando era pequeña, se decía que el número de escalones de esas escaleras variaba según bajabas o subías —comenté, en medio de una pequeña risa, recordando viejos tiempos—
¡Al final resultaba que alguien había contado mal! La joven no respondió, así que pensé en no volver a mencionar nada. ¿Le habría resultado estúpido por mi parte? Me puse roja, quizás porque aquellas pequeñas anécdotas no le interesaban a alguien tan madura y seria como ella. Aunque no la culpo, ¿realmente había sido tan apasionante mi infancia en aquel atardecer sin fin?
Cosas de niños, pensé.
Tras llegar a las Terrazas, lo primero que hice fue mirar en una esquina de un lado a otro, algo nerviosa. A pesar de la tranquilidad que despertaba el lugar, no quería bajar la guardia. Sin embargo, el sol que se asomaba por cada rincón logró el efecto contrario que no deseaba, y a la vez sí: parecía que estábamos fuera de peligro. Todo aquello me recordaba a una tarde como cualquier otra, haciendo algún recado al viejo Sendh o jugando de pequeña con Dan. Ningún habitante se había dado cuenta de nuestra presencia... al menos, por ahora.
¿De verdad seguíamos en el Reaper's Game? Me costaba asimilar que mi hogar se hubiese convertido en un campo de batalla camuflado... muy bien camuflado.
—
Esa chica que nos atacó en los túneles se llama Shinju, es aprendiz de Ariasu y gracias a ella salí de lo que tú llamas Espacio Paranoico. Es bastante fuerte, Nadhia, y si nos vuelve a ver estaremos perdidas me temo, porque conociéndola... Yo tengo una revancha pendiente con ella, pues casi me elimina en los juegos del Comandante Sark —escuché en silencio todo lo que Saeko quisiera contarme. ¿Así que Shinju, eh? Todavía surcaba por mi cabeza la imagen de su sonrisa, diabólica y libre de buenas intenciones.
—
Entonces habrá que andarse con ojo.Eres aprendiz de Ariasu. Ella también. Pero Shinju por poco acaba con ella en los Juegos... y luego compañeras. Otra vez te intenta eliminar aquí. ¿A eso se le llama ser compañeros? No, no tiene sentido... Por supuesto que no. Entendía que Saeko hubiese pasado por una vida fuera de lo normal, encerrada en una celda al servicio del Comandante Sark. Que no conociese las costumbres de otros mundos, de una infancia lo que se puede decir corriente. Ni siquiera se acordaba de quién era antes de...
... je. Aquella situación me era extremadamente familiar. La amnesia era un recurso muy usado en el bando de Bastión Hueco para conseguir pupilos, engatusando con la Verdad Absoluta. Era inevitable que muchos se viesen atraídos ante la idea de recuperar su pasado, costase lo que costase. Una
laguna mental.
Idiota, dije, acordándome de alguien en concreto.
—
Nadhia, por lo que dijiste antes, parece que no te convence la Maestra Ariasu, y dijiste que tenías que hablar con ella, ¿podría saber por qué razón? ¿Te ha dicho algo que no debiera o que te haya convencido? Ayer mencionaste algo sobre bandos opuestos, yo pensaba que los únicos portadores de la Llave-Espada eran los de Bastión Hueco, excepto alguno que otro más que hubiese por ahí. ¿Por qué todos vosotros no soportáis mi hogar? No lo comprendo, ¿alguna guerra, ambiciones distintas? —la gran pregunta. Me la esperaba de lejos, y noté que Saeko se detuvo para que, esta vez, le contestara. Aunque añadió algo más—
Allí no había mucha gente, y la ciudad a diferencia de esta, era diferente, estaba destruida y llena de Sincorazón, aunque me gusta ese lugar, es relajante. Yo no podría soportar vivir en un sitio como éste.—
Saeko, tengo razones para odiarla —dije, apretando mi puño en mi arco, quien colgaba de mi cadera al compás de mis pasos—.
Quiero saber cuáles son sus objetivos, escucharlos de primera mano: eso de la Verdad Absoluta no me convence. Hay algo más... algo siniestro— me sorprendí de que mi compañera no tuviese ni idea de que existía otro bando, aunque, para qué engañarme: yo no sabía hasta hace unos meses de la existencia de Ryota y los demás—.
No, no es ambición lo que buscamos nosotros, sino equilibrio: entre luz y oscuridad. >> Hace tiempo, existía una ciudad, un mundo radiante de luz, con gente que vivía feliz, con su familia, amigos... todo. Sólo debían preocuparse por el transcurso de sus vidas, no por la amenaza de la oscuridad. Hasta que un día, su mundo quedó destruido por esas criaturas. Lo arrasaron todo. Acabaron con miles de familias, arrancando sus corazones para convertirlos en monstruos de oscuridad. La ciudad quedó en escombros, invadida por sus nuevos habitantes: los sincorazón. Alguien los liberó, un portador de la Llave-Espada abrió una puerta prohibida, sólo por encontrar esa Verdad Absoluta. Me di la vuelta hacia ella para mirarla a los ojos, sincerando mi historia.
—
El Maestro Ryota nos lo verificó hace unos meses, y parecía orgulloso de haber hecho sacrificios —dije, recordando mi estancia en la estrella destruida—.
Nos convocó a la fuerza, a los aprendices de Tierra de Partida. El Maestro Ryota, Ariasu, y puede que Shinju... antes eran todos del mismo ideal que Ronin, o Akio. Incluso Nanashi, me instruyó varias veces —acordándome de la Maestra a la que tanto admiré, le enseñé a Saeko una de mis muñecas, que llevaba a su alrededor una cinta blanca—.
Este lazo me lo regaló ella tras acabar una misión. Y, bueno, Ryota nos dio la opción de unirnos a él. Los que decidimos quedarnos en Tierra de Partida estuvimos a punto de ser aniquilados en sus manos.>> Si no fuese por Akio y los demás... Intenté no darle más vueltas al asunto y seguí respondiendo a sus preguntas.
—
Dime, ¿cómo es tu hogar? No soportaría vivir en un sitio tan lleno de gente o Usuarios, simplemente no podría. —
Supongo que no estás acostumbrada a tratar con la gente —le animé, llegando ambas a una fuente que se encontraba apartada en las Terrazas—.
Créeme, una de las razones por la que seguí al Maestro Akio es porque me ahogaba aquí, en mi mundo. Aunque sigo queriéndolo, sabía que mi lugar estaba en Tierra de Partida, desde que supe que podía volver a ser una niña con Akio. Bueno, e-esto... me refiero a la libertad, a vivir aventuras. Me sentía como un bicho raro aquí. Simplemente, no encajaba.La joven se acercó a la fuente decorada con flores. Miró su reflejo con curiosidad y, seguidamente, se refrescó la cara, bebiendo del agua también. Mientras se secó con la manga, me acordé de otra leyenda.
—
Esta fuente es muy especial —le dije, cuando ella se apartó, para refrescarme igualmente. En ese momento me di cuenta de lo que necesitaba un buen trago de agua—.
De pequeños solíamos asustarnos, pues su agua es tan cristalina que hace parecer que alguien nos observa desde su interior... aunque es sólo porque es capaz de reflejar nuestro propio rostro.—
Es mejor tener compañeros tranquilos como ese tal Ragun. Ahora que lo pienso, ¿podría él estar en el Reapers Game?Ese nombre. Precisamente ese.—
¿Ragun... suele ser tranquilo en Bastión Hueco? —pregunté, algo estupefacta. Conocía la personalidad de Ragun, por supuesto. Pero, desde que estaba con ellos... el
otro Ragun había aparecido varias veces frente mía.
—
¡Oh!Oyendo la exclamación de Saeko, vi que sacaba su bolsillo del pantalón. Alertada, fui a coger el mío. Nos había llegado un mensaje a ambas... no. Un informe. ¿Pero cuándo...?
Informe 2
Creación y dominación
Para alcanzar mi objetivo, he creado un sistema con el que pronto dominaré Villa Crepúsculo.
Para su elaboración me he basado en mis conocimientos sobre una guerra, por denominarla de algún modo, que se disputaba cada cierto tiempo en un mundo inexistente ya: Shibuya. En ella, cientos de personas luchaban para recuperar su existencia y su vida, en un desesperado intento por encontrarse a sí mismos... O aceptar su muerte.
Aunque parezca cruel de primeras, la realidad de estas batallas es que tenían una razón de ser muy profunda, e incluso sus organizadores se permitían ser generosos al dotar de una segunda oportunidad a la gente cuando podrían dejarles abandonados a su suerte al llegar su hora. Sin embargo, este juego acabó corrompiéndose por la propia Shibuya y acabó siendo abandonado, a la vez que el mundo fue destruido para evitar que su veneno se extendiera a más mundos.
Pero no fue el final. Cuatro jóvenes decidieron seguir jugando, ya no por su existencia, sino por salvar su mundo. Las primeras veces que les vi no pensé en ello absolutamente, pero cuanto más y más soñaba con ellos, más creía en la realidad del juego. Sin embargo, estaban atrapados: por más que aceptaran el juego, por más que lucharan y derrotaran a sus demonios, Shibuya nunca volvía. El Compositor original se negaba a devolver el mundo a su existencia, como un dios enfurecido con su creación.
Sin embargo, yo puedo hacerlo. Puedo devolverles su preciada Shibuya, tal y como estaba antes de su destrucción, con un simple acuerdo: deben participar en mi juego. Deben ser el pilar que lo sostenga, la base que me permita extender mi palabra a lo largo de Villa Crepúsculo. Han aceptado, y así lo haré.
Hoy comenza un nuevo Reapers' Game, conmigo como su Compositor.
Lo leí con detenimiento. ¿Otro mundo había sido maldecido con este juego, infinitas veces? ¿Por qué sospechaba que quien había intentado revivir el juego era el mismo Ryota? Aunque no era una locura pensarlo.
—
Este informe me recuerda vagamente a mi vida pasada, la vida que llevaba en Espacio Paranoico, la diferencia está en que a mí no me daban segundas oportunidades. Parece que nos está contando la historia del Reapers Game, ¿estarán todavía esos cuatro chicos en el juego? Bah, qué más da... —suspiró, apoyada en la pared más cercana. Yo me senté en el bordillo de la fuente, mirando a ambos lados. Tenía que recordar a cada segundo que nuestras vidas podían estar en peligro si bajábamos la guardia.
—
¿No recuerdas nada acerca de tu pasado? Quiero decir, antes de lo ocurrido en Espacio Paranoico. ¿Ninguna pista? Me gustaría ayudarte a recuperar tu memoria. Como con Rag... —¡maldición! Miré hacia otro lado. Hablar de Ragun, precisamente en aquel momento, me provocaba dolor. No por todo lo que había sucedido, sino porque no había podido ayudarle a recuperar su memoria... y ahora andaba buscándola a las órdenes de Ariasu.
—
¿Se te ocurren lugares en los que pueda haber PowerUps? Tenemos que fortalecernos rápido, venga Nadhia, piensa. No me permitiré el perder contra Shinju, ni en un millón de Reapers Games —preguntó Saeko, cruzándose de brazos.
—
Por las Terrazas... hay una entrada hacia los túneles, pero definitivamente me niego a volver —dije, y seguro que Saeko me daría la razón—.
Antes de ir al centro comercial... mmm... ¡oh! —fue entonces cuando se me ocurrió una idea—
Podríamos pasar por la Colina del Atardecer. Se puede ver toda la ciudad desde allí arriba.>> Luego podríamos ir a las tiendas, en busca de PowerUps, pero... tengo la sensación de que te gustará contemplar el paisaje. Bueno, yo... ahora mismo, se me ha ocurrido algo. ¿Y si eres, por algún casual, de Villa Crepúsculo? Puede existir la posibilidad. La Colina es un sitio que, como dicen muchos habitantes de aquí, nunca se olvida. Pero si quieres ir a las tiendas...Nadhia y Saeko se dirigirán en la siguiente ronda a la Colina del Atardecer, PERO esperarán antes en la fuente, por si ocurre algo. Sobre la habilidad conjunta, a ver si hablo con Zx y lo decidimos.