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Bien... Bien hecho —pues finalmente lo había conseguido—.
No te preocupes, las eh... Las primeras veces suele ser complicado invocar la Llave Espada. Después se hace tan... Tan fácil como respirar.Jaden ya había encontrado el pequeño truco de todo esto, si es que se puede llamar así. La Llave Espada se centraba en su corazón, en sus sentimientos, parecía ser la materialización de estos. No era algo que se le daba muy bien, pero había encontrado la forma de mostrar su interior a aquel objeto.
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Bueno, la siguiente lección es sobre como eh... Nos movemos de un mundo a otro. Solo tienes que hacer lo mismo que yo.El chico supuso que sería algo fácil, pues aquella frase parecía indicarlo. Kazuki tiró su espada al aire, que a medio camino empezó a brillar valientemente impidiendo ver que ocurría durante aquel lapso de tiempo. Entonces apareció un curioso vehículo, parecido a una bicicleta pero sin ruedas y con color a escala de grises. Aquello paró a unos cuantos centímetros del suelo y se quedó flotando. Se quedó boquiabierto, aunque se mostró serio e impasible nuevamente. A Jaden le parecía de todo menos fácil, ya le había costado hacer aparecer su Llave Espada como para ahora transformarla. Aunque recordó nuevamente que la clave de todo se encontraba en su interior, era tan fácil como desearlo, y esto sí que era sencillo.
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Es realmente... —Jaden no tenía muy claro qué decir—,
admirable.—
Invocae el eh... Glider viene a ser casi lo mismo que invocar la Llave Espada. Cuando... Cuando la lances imagina un vehículo y nada más. También... —Kazuki lanzó a Jaden de su túnica un pequeño objeto metálico.
Aquel objeto tenía un botón central y podía adaptarse a cualquier forma, aunque parecía tener aspecto metálico estaba claro que era mucho más que eso. Otra de las cosas a las que Jaden no podía dar una explicación, no le gustaba mucho esto, pero era parte del encanto.
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Eso es una Armadura Mágica. Eh... Para viajar entre los mundos necesitas una... Es peligroso no tenerla puesta porque... Bueno, porque la Oscuridad podría devorarte... O algo así. Coloca donde quieras la Armadura y presiona el botón para activarla. Es muy... Fácil.A Jaden le resultaba gracioso que ni siquiera Kazuki tuviera una explicación detallada del objetivo de esta armadura, pues el “podría devorarte o algo así” no le resultó muy convincente. Kazuki llevaba aquel objeto como cinturón, lo presionó y su cuerpo centelleó en miles de luces haciendo aparecer una armadura de placas, la cual iba a juego con su Glider ya que mantenía la escala de grises. Sin ni siquiera un atisbo de color, Kazuki parecía estar sacado de una película en blanco y negro. Era increíble lo bien que tenía pensado toda aquella parafernalia.
Kazuki se montó en aquel vehículo y se elevó unos cuantos metros tirando de una especie controlador.
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¡Puedes hacerlo, es completamente seguro! —le dijo.
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Sí, eso espero —contestó Jaden haciendo una mueca de preocupación.
Lo primero que Jaden hizo fue reducir el tamaño de aquella placa metálica, la convirtió en un pequeño circulo donde únicamente se veía el botón central. Aquel objeto ahora no tenía más de cinco centímetros de diámetro, y se lo colocó en la palma de la mano izquierda, que rápidamente quedó adherido a su piel. Ahora debía pensar en cómo sería su Glider. Pensó en algo de aspecto futurista, algo que le permitiera ir mayormente tumbado para su mayor comodidad.
Lanzó su Llave Espada que se elevó dando vueltas e hizo aparecer su Glider. El vehículo, como ya había pensado antes, mantenía ante todo un aspecto futurista. Se trataba de una moto de color gris metalizado, la cual tenía un pequeño núcleo esférico que brillaba y despedía luz azul, así como en varias partes de su estructura. Cuando la moto se movía dejaba una fina y fugaz estela de este mismo color.
Era el momento de vestir su armadura. Debía de tener cuidado con el aspecto elegido, pues la armadura sería algo realmente significativo. Pensó en que sería una armadura oscura, imponente y que hiciera aflorar algún sentimiento. Preferiblemente terror. Jaden golpeó la palma de su mano con su puño y se resplandeció por unos instantes. La armadura tenía un color azul oscuro, estaba llena de salientes y en su cabeza hondeaba una larga cinta de color eléctrico. Aquello parecía haber sido de un gran guerrero, de alguna leyenda ya fallecida, quizás Jaden la había visto en los libros de historia.
Vacilante, Jaden montó en su moto y se puso a la altura de Kazuki.
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Todo listo —la armadura de Jaden le modificaba la voz, haciéndola mucho más ronca—.
Estoy preparado.¿Pero estaba realmente preparado? ¿Quería de verdad salir de aquella jaula? Porque aun oprimiéndole, aquel estado le protegía. Eran como unas vendas que no te dejaban mover el brazo, aunque únicamente sólo lo estaban curando. No estaba seguro, no tenía nada claro, dentro suyo no hacía más que dudar y eso no era nada propio en él. ¿Había cambiado de ayer a hoy? Por supuesto, todo había cambiado, ahora se dirigía un mundo difícil, a un futuro incierto, porque sobre todo sería eso: incierto. No sabía exactamente a dónde se iba a dirigir, pero sin embargo quería huir, quería irse aunque aquí estuviese seguro. Esa era su voluntad y siempre lo había tenido claro, ¿por qué entonces se preguntaba tantas cosas? ¿Qué es lo que le había hecho dudar? Sí, lo sabía. En su interior lo sabía. No iba a ser un viaje feliz, no al menos una despedida alegre.
Cuando Jaden se marchaba en su moto tan sólo pudo escuchar una cosa. Miró a su espalda, y abajo, allí, frustrado, apresado por las cadenas que él había acabado de romper se encontraba Quartz. Desconsolado, histérico, gritando su nombre mientras tragaba sus lagrimas. Chillaba al cielo que volviese, le pedía que no se fuera, que no debía dejarlo solo. De rodillas, con la cabeza en el suelo dándose numerosos golpes hasta que la sangre le cayó por ambas mejillas, allí se encontraba Quartz. Maldiciendo cielo y tierra, quejándose del destino, solitario, sin nadie que pudiera consolarlo, tan sólo la fría y oscura noche, allí se encontraba Quartz. Todo esto podía sentir el pobre chico, que sin culpa alguna veía como el ser que más quería se alejaba rápidamente de él, pero por encima de todo esto sólo hacía una cosa: prometer. Prometía que volvería a encontrar a Jaden, prometía que jamás volvería a irse de su lado, que sería lo suficientemente bueno para que no tuviera que cambiar, prometía que no le dejaría ir nunca más.
Y lo peor de todo era que, sin saber la razón, a Jaden le dolía igual o más que a Quartz. Porque ahora al fin lo recordó todo. Su mente se inundaba de recuerdos, como un tsunami que devastaba todo lo que en aquel momento pasaba. Él era su amigo, desde que escapó de casa de sus padres, él había cuidado de Quartz. Jamás pasaban un momento a solas, era imposible verlos por separado. ¿Y por qué entonces se le había olvidado algo tan importante? Algo fallaba en su mente, pero ahora no podía saberlo, ahora sólo sentía el terrible dolor y el vacío. Aquel vacío del que todo el mundo hablaba. Aquel vacío tan temido. Aquel vacío del que usualmente él se burlaba. Nunca había querido a nadie, pensaba. Sin embargo, ahora encontraba que había querido a alguien incluso más que a él mismo. Bajo el imponente aspecto de su armadura, tenebrosa y oscura, Jaden lloraba. Lloraba más que nunca como un niño. Un niño que huye de casa. Un niño al que no le estaba permitido arrepentirse ahora.