Abriendo las puertas que atravesaría para enfrentarme al destino que me aguardaba tras ellas, la conversación con Eileen volvió a inundar mi cabeza. Pero esta vez, de buenos recuerdos.
—No lo entiendes, Eileen.
» Podría cambiar mi nombre, dejar atrás todo lo que representa Nadhia Hoghes en mi existencia. Pero es injusto, pues ella me ha dado mi físico, mi pelo, mis ojos... los labios con los que sonrío, las preocupaciones que asoman por mi cabeza, la ira con la que me enfrento a los problemas, las lágrimas con las que expreso mi desolación. Las risas que he compartido contigo, mi personalidad. Puede que ahora seamos muy diferentes, pero seguimos siendo la misma persona. Mi corazón, aún siendo virtual, le pertenece a la auténtica Nadhia.
»» Es como ha pasado contigo. Eres una copia de Eileen, pero actúas como ella. Sonríes como la auténtica. Eso es lo que verdaderamente nos hace especiales. Pues aceptamos nuestra existencia, aun sabiendo que somos parte de una persona real.
Recordé la reacción de Eileen al preguntarle sobre el auténtico motivo de la creación de su Mundo Virtual. Sus ojos decantaban tristeza.
Pero ahora sé que sólo quería recuperar mis últimos días con Ryota. Pero él jamás encontrará a Eileen."
—¡Así que es eso! —me llevé la mano libre a la frente, sorprendida de haber descubierto algo importante.
Bienvenidos, Jugadores.
Comienza el Reapers' Game. Vuestra misión es sobrevivir 7 días. Cumplid las misiones encomendadas por el Game Master cada día, o investigad la ciudad a vuestro antojo. Fallad, y vuestra existencia será eliminada.
~ El Compositor
—¡Eso es! El Compositor, Eileen lo creó. Y a partir de ahí nació el Reapers' Game. ¿Quizás porque se le fue de las manos?
» Bueno, ¡eso no importa! Si consigo vencer lo que sea aquello que hay detrás de esa puerta... ¿podría acabar con esa locura de juego? ¡Podría salvar también a mis amigos!
Las copias de Light, de Ragun, de Xefil... todos y cada uno de los corazones digitales que habían acabado allí, de una forma u otra. No merecían ser eliminadas de esa manera. Y puede que yo tuviera la clave para vencerle.
Aunque no tenía mucha idea de lo que me esperaba.
—Eres como un ángel de la guarda para los niños de Villa Crepúsculo, entonces —reí, divertida.
Recordé como disfruté del helado de sal marina junto a Eileen, y por un momento las memorias de la auténtica Nadhia cruzaron mil y un imágenes. Desde que obtuvo permiso para subir a la torre, cuando le regalaba a su hermano pequeño un helado de sal marina... hasta haber contemplado el paisaje junto a Ragun... y Eileen.
También esbocé una sonrisa cuando un recuerdo poderoso inundó mi corazón de un sinfín de sentimientos reconfortantes. La sonrisa de Ryota. El recuerdo más preciado de Eileen. Me llevé una mano al pecho, a mi corazón digital.
Y entonces, antes de abrir el portón, abrí mi puño y contemplé el tan preciado presente que me había otorgado Eileen.
—¿Ganador, eh? —me pregunté a mí misma, esbozando una sonrisa llena de emociones al recordar como mi amiga había desaparecido, quizás para siempre. Y mis ojos decantaron desafío— Eso está hecho, Eileen.
—Hasta siempre.
Guardé con sumo cuidado el palo del helado de sal marina entre mis ropas. Un regalo de gran valor que no querría perder por nada en el mundo.
Atravesé las puertas agarrando con fuerza mi arco.
—Vamos allá.