Suspiré mientras pensaba si quedarme llorando a la almohada o encerrarme a leer novelas de amor que acababan en fracasos para consolarme. Happy se quedó dormido en mi regazo, quizá se hubiese decidido a bajar mientras estaba dormida y se quedó dormido entre mis brazos, sonreí al verle. Él debería quizá estar alegre...
Cuando se despertó me miró y miró el calendario, con una cara de alegría subió a donde estaba su cama que colgué en el techo y cogió un paquete de galletas para gatos, quizá robado de mi escritorio y se bajó a darme una galleta...
—¡Aye! Tu regalo de San Valentín, espero que te anime...
—Ojalá lo hiciera... En verdad si salgo afuera quizá hasta me ponga tristona...
—¿Más de lo que estás ahora, aye?
—Quizá.
—¡Se acabó, hoy se lo dices! Aye, tienes que decírselo y punto, si te rechaza o lo ignora, peor para él, aye...
—¿Cómo que peor para él?
—Perderá a la chica humana más bonita que conozco, aye.
Me ruboricé mientras Happy andaba por la ventana, mientras llevaba en la boca la bolsa de galletas... La dejó antes de abrir la ventana y se giró a verme. En verdad quería animarme hoy...
—Yo voy a ver si conozco a alguna gatita que esté por aquí, si va bien quizá la invite a una lata de atún, aye. Tu sal y díselo, si va mal pues te vuelves a encerrar, punto y final, aye.
—¿Pero como voy a decírselo a Xefil sin...?
Se fue el gato volando, quizá a buscar a su gatita para compartir una lata, quizá es que es muy alegre y optimista, yo en el amor soy un fracaso...
¿No estará mal declararme hoy a Xefil? Quizá así me quite la carga de las ganas que siempre tuve de decírselo... Si las indirectas no sirven, tocará ser directa con él. ¡Aunque ella esté delante lo diré!
¡Le diré lo que siento!