—Así que… ¿eres una mercenaria?
La otra Fátima… No. Clío asintió con una sonrisa. Fátima dirigió la vista al frente, sorprendida. La verdad era que no se había esperado que la chica encontrara un trabajo tan rápidamente, y menos uno tan peligroso. Pero, si lo consideraba, había pasado la mayor parte de su escasa vida peleando y no conocía mucho del mundo real, a excepción de los recuerdos falsos que Andrei le había proporcionado.
No dejaba de pensar en lo asombroso que era el hecho de caminar al lado de una copia suya. Jamás se le habría ocurrido pensar que viviría algo así. Claro que tampoco habría imaginado que existían otros mundos, que llegaría a formar parte de una Orden de Caballeros que luchaba contra criaturas de oscuridad o que tendría un dragón como mascota.
La vida estaba llena de misterios, desde luego.
—¿Estarás bien?
Clío, que caminaba a buen paso a su lado por las calles del Segundo Distrito de Ciudad de Paso, asintió y con un gesto le indicó que torcieran a la derecha.
—Un hombre llamado León me ha admitido como aprendiz, así que voy a aprender a defenderme mejor con esta arma—señaló el sable pistola que llevaban al cinto a la pierna, y que cubría con un largo abrigo—. No quiero depender sólo de la magia, ahora que he perdido mis... habilidades del Juego.
—Pero continúas teniendo magia.
—En mucho menor nivel.
Igualmente, sin duda superaba Fátima. La chica trató de reprimir su incomodidad y apartó la mirada de Clío una vez más. No podía evitar repasarla de arriba abajo, envidiando su cuerpo de mujer, por mucho que se esforzara.
Clío se daba cuenta de que su original no dejaba de observarla y tampoco se sentía muy a gusto. No porque no comprendiera que sus diferencias físicas no llamaran la atención de Fátima, sino porque no podía dejar de pensar cómo había sido Andrei el que la había cambiado para que se aproximara más a sus «gustos». Viendo la violenta reacción que había tenido Fátima ante él en la Red, no creía que le gustara demasiado obtener aquella información.
Sin embargo, a pesar de la tensión que latía entre ellas, se alegraba de que Fátima estuviera allí. Nunca había pensado que la conocería o que caminarían juntas, convencida como estaba de que no iba a salir viva del Juego. Pero no sólo la había conocido, sino que estaba… interesada en ella. En ayudarla. Era conmovedor. No sabía cómo habría actuado ella en su lugar, pero se alegraba muchísimo, porque no era fácil vivir en el mundo real.
Dejar atrás la Red había sido todo un alivio, pues era un mundo que la agobiaba hasta extremos inimaginables. Pero enfrentarse por primera vez a la realidad había sido duro, más de lo que esperaba después de tantos días luchando por la supervivencia. Primero, decidir el mundo donde quería vivir. Le había explicado a Fátima que terminó por decidirse por Ciudad de Paso porque le parecía un buen lugar donde recabar información y dinero. Después, buscar un lugar donde vivir. Y, claro, ganar dinero. No sabía hacer nada excepto pelear, así que se dijo que algún trabajo relacionado con ello, mientras no fuera actuar como matona, le convendría. Pero hasta entonces debía buscar otra forma de comer, así que consiguió que la emplearan de camarera en un bar. Con ese dinero pudo alquilar una habitación.
No podría haberlo conseguido sin Neku.
Se sentía un poco estúpida porque, cuando le pidió a Joshua que le pidiera perdón a Neku de su parte, pensó que tardarían mucho en volver a verse. Y ahora resultaba que podía verle casi en cualquier momento, cuando no estaba demasiado ocupado cumpliendo con sus misiones en su nuevo Juego. No iba a mentir: si se decidió finalmente por Ciudad de Paso, tuvo mucho que ver con Neku. Quería pedirle perdón en persona. Quería decirle que no dejó de arrepentirse desde el mismo momento en que apretó el gatillo. Que no tenía excusa, aunque hubiera sido por su bien.
Quería pedirle que no la odiara.
Cerró los ojos y experimentó una dulce calidez al recordar cómo Neku no la había rechazado. En realidad, la había llamado estúpida, y ahí se había acabado. La ayudó desde ese momento a encontrar un lugar donde dormir. Recordó que tuvo que reprimir las ganas de llorar de alivio; le aterrorizaba quedarse sola. Más sabiendo que Andrei estaba suelto por ahí…
Chasqueó la lengua. ¡Era una imbécil! ¿Cómo le había dejado escapar?
Pero no tenía sentido darle vueltas en ese momento. Le encontraría, tarde o temprano. O él la encontraría a ella. Una de dos.
Apretó un puño en torno a la empuñadura de su nueva arma y sonrió al pensar en el seco joven que le estaba enseñando a utilizarla.
—La verdad es que te las has apañado muy bien—dijo entonces Fátima, intentando romper el hielo—. Me alegro mucho, de verdad. Pero si hay algo que pueda hacer por ti, no dudes en decírmelo. Aunque… Bueno, creo que debería comprarme un móvil de una vez por todas. Así… si quieres, podemos estar en contacto.
Clío rió suavemente y sacó de un bolsillo su propio móvil: había tenido uno en el Juego, pero a aquel ya no llegaban siniestros mensajes de los Reapers. Ese era suyo por completo. Tenía los números de Neku, León y algún compañero más.
—Podemos ir a comprar uno, si quieres. Me encantará poder hablar contigo
Fátima sonrió, más relajada.
—¡Claro!
—Pues, esta noche, cuando haya terminado el trabajo, vayamos a por uno—se ofreció, animada por poder ayudar con algo a Fátima.
La chica frunció el ceño y se detuvo un momento en medio del callejón.
—¿Estás segura de que no necesitas ayuda?
Enternecida por la preocupación de Fátima, Clío meneó la cabeza y se mostró firme.
—Si quiero hacerme cierto nombre, he de aprender a hacer las cosas por mi cuenta y con eficiencia. Pero muchas gracias. En serio. Significa mucho para mí.
Fátima se retorció un mechón de pelo, nerviosa, y terminó por asentir y retomar el paso.
Las dos suspiraron ligeramente, preguntándose si algún día podrían comportarse con normalidad la una con la otra y si desaparecería aquella incomodidad.
—¿Cómo decías que se llamaba el que te había pedido el trabajo?
Clío se pasó una mano por el pelo, haciendo memoria. Sonaba a algo como monte, que ella recordara.
—Montblanc, o algo así. ¿Te suena de algo?.