Recordó lo que había dicho él justo antes de abandonar la sala.
―Eso lo comprobaréis más tarde.Al oírle decir eso Nicoxa empezó a ponerse alerta. No eran palabras propias de Abraham, o quizás simplemente es que en realidad él estaba representando un papel y ni Coli ni ella se habían dado cuenta.
Pero ahora su alerta era completa. Las sonoras palabras de aquella mujer eran la causa.
Su amiga ideó un plan que podía salvarlas del apuro: consistía en fabricar un vestido nuevo a partir de trozos de los que había en la habitación donde se encontraban. Había tantos que si su dueña se acordaba de cada uno merecía un premio a la memoria.
―No es tan mala idea... lo importante es la intención, ¿no? ―pretendía auto convencerse, aunque le daba la impresión de que a esa fémina no le bastaría con intenciones―
Deberíamos hacerlo ya, antes de salir de esta habitación ―inclinó la cabeza y empezó a girarla haciendo círculos, moviendo su largo pelo como si fuera una hélice: podía parecer una chorrada, pero ese movimiento le proporcionaba viento en la nuca y la ayudaba a pensar fríamente y a tranquilizarse.
Colibritany empezó a coger tela de aquí y de allá. Las unía casi sin darse cuenta, sin apenas esfuerzo. Cuando entablaron amistad ella le confesó que hacía muchos años tuvo que trabajar mucho para su madre adoptiva; y uno de esos trabajos consistía en coser e hilar.
Nicoxa quería ayudarla aunque no se le diera bien tejer, así que se acercó a ella con paso firme.
―Deja que te ayude un poco, no es necesario que lo hagas sola ―sonrió. Fue cogiendo las cosas que Coli le ordenaba y se las acercaba o las cortaba como le indicaba.
No tardaron demasiado tiempo cuando ya les quedó algo medianamente aceptable. Se miraron y Nicoxa intentó poner una cara tranquilizadora ―no muy convincente― para relajar el ambiente.
Ambas se dirigieron hacia la habitación llena de mujeres, con el regalo bajo el brazo de Coli, sacando barbilla y con la espalda recta.
Las miradas de la mayoría cayeron sobre ellas: quién sabe si por los vestidos que llevaban puestos, por el que llevaban de regalo o si simplemente porque eran muy hermosas.
Mientras caminaban los temores de Nicoxa no hacían más que aumentar. Al pasar entre ellas reconoció a unas cuantas mujeres, y todas eran chusma: una vagabunda siniestra con la que coincidieron una vez, una fulana cleptómana, una camarera que trabajaba en un lugar marginal. ¿Qué estaba ocurriendo ahí?
Iba a decírselo a su amiga cuando se giró y comprendió al ver su preocupado rostro que ella también se había dado cuenta de todo.
«¿Qué pretenden haciendo una fiesta con esta clase de personas?» Nicoxa no se incluía en sus pensamientos, puesto que ella no tuvo más remedio que trabajar así.
Finalmente se decidió por comentárselo a Coli, aunque fuera para oírse a sí misma decirlo.
―Igual la fiesta es para divertirse, sea cual sea tu condición social, ¿no? ―intentaba ser positiva, pero entonces se acordó―
Aunque esos guardias de la entrada... y además, no tiene demasiado sentido traer a gente pobre e indecente y esperar que te hagan un regalo ―no terminaba de entender lo que ocurría ni el propósito de la fiesta.
Se dirigían al origen de la voz que las alertó en el otro cuarto: no había pérdida ya que la mujer en cuestión estaba sentada en un trono. Nicoxa la analizó con la mirada cuando la pudo ver por completo.
No era fea, pero no era tan bella como ella misma, para empezar. Debía ser algo más joven que ellas y tenía el pelo del color de la madera de los barcos de la ciudad. Todos sus rasgos eran muy comunes, pero había algo que hacía que se fijaran en ella: una corona y un vestido mucho más impresionante que cualquiera de los que habían visto desde que entraron.
Al lado de ella se encontraba Abraham, ¿estaba bizco o simplemente se lo había parecido? En cualquier caso, eso no era importante en aquel momento.
―¿¡Cómo osas…!? ¡¡Lleváosla!!Una chica, que se encontraba ante ella, fue llevada por dos corpulentos guardias a la salida. Se quejaba y pataleaba como una perra herida, pero nadie movió un dedo por ayudarla. Nicoxa observó a los guardias, pensativa.
―Lo lameeeento, señoriiiita… Fueee una maleducaaada…―¡Cierra la boca! Era demasiado fea para estar en mi fiesta, nada más ―Nicoxa habría pensado lo mismo en su lugar, pero de ahí a expulsarla de forma directa había un margen―.
¿Y por qué hablas así? ¡Habla normal!«Oh, sí, por fin alguien se lo dice»
―Sí, señorita ―mantenía la sonrisa, pese a todo―.
Como le decía, han acudido dos nuevas invitadas…
Se dieron por aludidas, como es lógico, aunque aún no estaban del todo cerca de la muchacha del trono. Nicoxa se enderezó y prestó atención.
Y dónde están? ¿¡Por qué no se han personado aún ante mí!?Así que aún no habían sido vistas por esa joven. No sabía cómo tomárselo ya que precisamente se pusieron esos vestidos para llamar la atención.
―Señorita Flor, necesitaban…«Así que se llama Flor, bueno, es un dato...»―¡¡No me llames Flor!! ¡¡Soy Coli!! ―le gritó a Abraham.
―¿Ha dicho lo que creo que ha dicho? ―masculló Nicoxa con sorpresa.
Miró con los ojos abiertos como platos a su amiga para ver su reacción. ¿Se llamaba Flor, se llamaba Coli, o simplemente era un mote que había apropiado? También podía ser una simple coincidencia, pero fuera lo que fuera, todo lo que estaban viviendo hoy resultaba de lo más inusual.
―Sí, señorita Coli…―¿¡Y dónde están!? ―volvió a decir con mayor insistencia.
Abraham las vio y les hizo gestos que, al menos Nicoxa, ignoró para ganar tiempo y meditar qué decir a continuación. Al final se acercó él y pidió directamente que fueran y felicitaran a la mujer.
Ya estaban justo delante de ella cuando dirigió sus palabras hacia Nicoxa y Colibritany.
―¿Y bien? ¿Qué tenéis que decirle a vuestra reina?Tenía que pensar bien las palabras que diría para no acabar como la fea mujer de antes: la educación y la cortesía se le daba mejor a sus hermanas, ¿cómo actuarían ellas en su lugar?.
―Primero que todo, feliz cumpleaños ―se inclinó mientras la miraba directamente a los ojos―
Muchas gracias por habernos invitado a vuestra fiesta, hay gente muy... particular, ciertamente.Nicoxa siempre fue muy sincera, y tenía la imperiosa necesidad de averiguar más sobre algo que la atormentaba.
―Disculpad mi atrevimiento ―al oírse pronunciar esas palabras dedicó un pensamiento a Isasa y a Dora―
Pero, ¿conocíais a todas estas mujeres personalmente o están invitadas por un motivo más especial? ―preguntó sonriendo, con la voz más amable e inocente que pudo poner.
¿Le diría algo Coli relacionado con su nombre? Eso también le producía curiosidad, pero si alguien tenía que preguntarlo era su amiga.
También esperaba no haber ofendido a Flor, o "Coli", pero con lo raro que resultaba todo quería saber ya qué era lo que se tramaban. Entonces se acordó del regalo y se giró hacia un lado, donde estaba su compañera.
―Ah sí, bueno... te hemos traído un regalo ―instó a Coli a que se lo enseñara―.
Espero que este vestido tan especial sea de su agrado y sirva para agradecer tu generosidad.