—
¡Malik! ¡Es Ibid!Malik entornó la vista sin despegarla de la criatura que se hacía llamar nereida. No sabía exactamente l oque era una nereida, pero no se iba a parar a preguntarlo ahora. Se fijó en aquella esfera líquida, en cuyo interior flotaba dormido un pájaro.
—
El búho de Atenea —musitó.
Se dio cuenta de que ella les había oído y retrocedió un poco más tirando de Fátima. No le gustó la expresión de la nereida, que apretaba el tridente de piedra como si fuera a destrozarlo.
—
¡Sacrílega! ¡Cómo te atreves a traicionar a tu señor! ¡La maldición de Poseidón caerá sobre ti y…!Malik estuvo a punto de convocar su Llave-Espada al ver el tridente abandonar la mano de la criatura. No podía dejar que hiciera daño al anciano, pero por fortuna, no fue necesario. El arma de piedra se detuvo a centímetros del rostro arrugado, con la clara intención de asustar al hombre.
—
A callar, abuelo. Te perdono porque eres un hombre fiel a Poseidón, como juraste serlo cuando te ordenaste sacerdote, pero pronto obedecerás a otra señora. ¡El Mar merece una reina inteligente, y no ese ridículo y envidioso anciano!Se tensó ante la mirada de la nereida, serio. Sus palabras no dejaban dudas sobre lo que quería hacer: Derrocar al mismísimo Dios del mar y alzarse como su nueva reina. ¿Estaba así por culpa de tocar a Ibid y haber obtenido aquella gran Sabiduría? ¿No se suponía que alguien sabio sabría lo estúpido que era armar una guerra contra un dios, más ella que era su súbdita directa?
«
Ah, mier-da».
La corriente de agua que la nereida elevó del suelo formo un gran chorro con la que ascendió de igual forma y se precipitó hacia ellos. A Malik no le sorprendió que la nereida esquivara con facilidad el conjuro de Fátima. Sólo tuvo tiempo de invocar su escudo, con el que intentó detener el ataque...
Sin éxito.
El chorro impactó de lleno contra ellos. Malik sintió la fuerza del embate, que no se limitaba a un único choque, como una ola de mar normal y corriente. El agua empujó y empujó hasta que consiguió echarlos afuera en dos miserables segundos. El escudo se le escapó de la mano y se perdió en un cúmulo de agua y luz. Malik no supo nada más aparte de que estaba rodando por las escaleras hasta quedar tumbado boca arriba en el suelo, junto a pie de los primeros escalones. Tosió con violencia escupiendo agua y se incorporó.
—
¡Malik, ¿estás bien?!Miró a la chica, limpiándose el agua de la barbilla, y escupió otro poco más.
—
Eso creo, sí, ¿y tú? Iba a ayudarla a levantarse, pero no hizo falta. Ante su gesto tenso y alerta, Malik se terminó de erguir y miró hacia la puerta del templo. La nereida ya estaba saliendo, con el tridente en la mano y una sonrisa demasiado siniestra para una criatura en apariencia tan frágil.
—
Vaya, vaya, así que queréis jugar, ¿eh? —La nereida empezó a bajar las escaleras deslizándose sobre una pequeña corriente de agua. Tras ella, el resto del agua del templo empezó a reunirse y seguirla—.
Hace mucho tiempo que no veo humanos usando magia, me ha sorprendido —Miró a Fátima, con divertida curiosidad—.
Lástima que no tenga tiempo para divertirme, estoy ocupada.Mientras bajaba, el cúmulo de agua se hacía cada vez más y más grande y Malik sabía que ella les atacaría otra vez de un momento a otro. Y esa vez no se limitaría a golpearlos con agua, seguro. Un terrible escalofrío de miedo le estremeció al pensar que podía morir ahogado incluso tierra adentro. Despacio se movió junto a Fátima y colocó una mano en su hombro.
—
De acuerdo, sentimos haberte atacado. Nos asustaste y nos defendimos. —Estaba seguro de que no iba a creérselo, pero por probar no perdía nada. Además, necesitaba ganar tiempo para empujar ligeramente a Fátima hacia atrás—.
¿Podríamos saber tu nombre antes de que nos concedas tu benevolente perdón, futura diosa del mar?Los halagos hicieron sonreír a la nereida, pero no de forma demasiado halagüeña. Enseñó una dentadura perfecta y blanca antes de alcanzar la base de la escalera. Se apoyó en el tridente muy casual, mirándoles como si ellos fueran insignificantes.
—
Me llamo Arlea, humano. —Ensanchó su sonrisa al ver el gesto de Malik, de colocar a Fátima en una posición más protegida tras su cuerpo—.
Y no, no lo sentís. Todavía no. Sabéis demasiado.Justo entonces Malik dio un paso al frente e invocó la Llave-Espada. Arlea levantó el tridente y la masa de agua se precipitó por delante, para golpearles. Malik ejecutó un espadazo para dispersar la masa de agua y a ciegas levantó la llave. El choque del tridente de piedra contra su arma le hizo retroceder. Vio el rostro de la nereida a pocos centímetros del suyo. Sus pies resbalaron más hacia atrás. No aguantaría el embate. Enganchó los dientes de Viento del Atardecer en los del tridente, así Arlea necesitaría más de dos segundos para retirarse.
—
¡Ahora, Fátima! —exclamó.
Era su oportunidad, mientras él mantenía a la nereida ocupada. La tromba de agua ya se estaba reuniendo de nuevo y volvería a echarseles encima. Fátima tenía muy poco tiempo para atacar a Arlea.
«
Si la dejamos fuera de combate... podremos quitarle la burbuja».