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¿Cómo es posible que alguien se haya colado aquí sin que usted se diera cuenta? Quiero decir... ¿no se le ocurre ningún sospechoso que haya podido hacer esto, de verdad? Es que este lugar parece tan místico y seguro que... P-pero vamos que no le acuso de nada, de verdad... ¿Y qué objeto es el que se dejó atrás el ladrón?―
En el momento del robo, me hallaba fuera, visitando a un viejo amigo. No tenía nada que temer: la Torre siempre ha sido un mundo neutral, donde vivo mis días de retiro en paz. Y no hay muchas personas que conozcan su ubicación ni que sean capaces de llegar. Por ello, no se me ocurre nadie en concreto que quisiera robarme. ―Hizo una pequeña pausa―.
Sí es verdad que guardo muchas más cosas, algunas de ellas incluso peligrosas, pero están protegidas bajo potentes hechizos. El ladrón no se acercó a ellas. Si lo hubiera hecho, no habría necesitado llamaros.»
En cuanto a ese objeto, os lo enseñaré después de que habléis con vuestros Maestros.―
Yen-Yen Sid... No sé si me recordará... Ha-hace mucho nos vimos... O le vi ―El Maestro puso su atención en el aprendiz, haciendo memoria―.
¿Có-cómo consiguió ser liberado? A-Antes solo era una figura... Si recuerda...―
¡Ah, sí! Tienes mi agradecimiento por reportar el mensaje. Mas esa es una larga historia, y ahora mismo hay otro asunto que resolver. Quizás tu compañera ―extendió un brazo hacia Maya―
quiera explicártelo más tarde.—
Creo que debería plantearse aumentar la seguridad de la torre. La gente se dedica a pasearse por aquí como Pedro por su casa. —Yen Sid enarcó una ceja ante la expresión. Seguramente no solían dirigirse así a él—
¿Cree que el ladrón iba tras la partitura que yo toqué aquella vez y se llevó la otra por error? En ese caso, ¿para qué la querría? Para nada bueno, imagino. Ah, ¿y a qué mundo vamos?[/quote]
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Tomaré medidas, desde luego ―aseguró, acariciándose la barba―.
No lo creo. Escogió esta entre otras muchas, también inofensivas. Sabía perfectamente lo que estaba buscando. Y la última vez que lo rastreé, se hallaba en un mundo llamado «Paraíso de los Bromistas». ―Ariasu tosió.
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¿Por qué tanto rollo por una partitura? ¿Nadie se ha dignado a hacer una copia ni nada? ¿Cuál es el nombre de la Maestra a la que le perteneció? Es solo curiosidad.―
Como he dicho antes, la partitura no es peligrosa. Sin embargo, no puede ser copiada, ya que es uno de los portales que lleva a un mundo muy especial. Este portal, en concreto, conduce a una parte de él al que no podré acceder de ningún otro modo si no la recupero. Perteneció a la Maestra Awyr ―Hizo otra pausa―,
que murió hace algunos años.En cuanto se acabaron las preguntas, los Maestros dirigieron a sus aprendices hacia zonas separadas. Yen Sid no dijo nada, simplemente se levantó de la silla y se giró para contemplar el paisaje estrellado que mostraban sus ventanales, pensativo.
MayaKazuki cerró la puerta después de que Maya entrara, suspiró y se dirigió hacia ella.
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Siento mucho todo esto ―se disculpó de inmediato, rascándose la nuca como si no supiera muy bien qué decir―.
En cuanto Yen Sid nos dijo que quería que los aprendices hicierais una misión conjunta, solicité llamar a alguno más de Tierra de Partida, pero se negó. Te traje sola porque pensaba que iba a pedirnos algo referente a su despertar, ya sabes, a lo que ocurrió ese día… no sabía… Cree que eres capaz de valerte por ti misma… quiero decir, yo también lo creo, pero… Bastión Hueco… ―Hizo una mueca, incómodo, y cogió aire―.
Tenemos una guerra abierta contra ellos, quiera o no. No sé si respetarán el acuerdo. Me gustaría que tú lo hicieras, todo lo que puedas, hasta el final. Confío en ti. ―Esbozó una sonrisa torcida.
Probablemente estaba pensando en lo que había ocurrido la última vez que llevó allí a Maya, a la Torre. Eran hechos aún muy recientes, en los que varios aprendices de ambos bandos habían intentado colaborar para despertar a Yen Sid. La cosa no salió muy bien, y ahora tenía que volver a pedirla que no se peleara con los otros. No sabía cuál sería la opinión de su aprendiza sobre todo aquello.
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Si quieres ayuda, puedo ponerme en contacto con algún aprendiz... Yen Sid no dirá nada por alguien que casualmente estaba por allí y quiera echar una mano... Me parece que Derhe está hoy libre...De dar una respuesta afirmativa, Kazuki pensaría en el modo de que ambos pudieran encontrarse en el mundo. ya que apenas sabía nada sobre él. Por lo tanto, la ayuda llegaría, pero puede que con algo de retraso.
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De todas formas, hay algo más que quiero pedirte. Es sobre el ladrón. Ya sé que una de las condiciones de Yen Sid es que lo traigáis, junto con la partitura, pero… Estoy bastante seguro de que, sea quien sea, el Maestro se limitará a regañarle y a dejarle ir. Eso no podemos permitirlo. Alguien que viaja entre los mundos y no tiene reparos en robar en la Torre puede ser un peligro, y tenemos que tratar el asunto a fondo. En la medida que puedas, captúralo y llévalo a Tierra de Partida o retenlo en algún sitio. Luego, cuando regreséis, intercederé por ti ante Yen Sid. Supongo que no estará muy contento… aunque habrá recuperado la partitura…»
Sé que es algo difícil de cumplir. Si eso te pone en dificultades o tu corazón te dice que es incorrecto… está bien. No pasa nada. Lo entenderé ―aseguró, dándole un par de palmadas en el hombro (se notaba que no tenía la costumbre de Ronin en un gesto tan confiado como ese).
Kazuki no tenía nada más que decirle. Sin embargo, aquella actitud tan reservada y enigmática podía haber despertado dudas en Maya. Era obvio que se estaba guardando algo, pero sería cosa de la aprendiza intentar sonsacárselo o dejarlo estar. Al fin y al cabo, lo averiguaría durante la misión.
Nicoxa, Sheldon y FreyaAriasu chistó a Nicoxa al verla acercarse a uno de los espejos. Cerró la puerta tras de sí, echándole el pestillo, y se puso frente a los tres en jarras. Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, Nicoxa intervino:
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¿Todo este follón es por una partitura que él mismo ha dicho que no tiene nada de especial? ¿Seguuuuro? ―
¿Se ha notado mucho que estaba intentando contener la risa? Ese viejo no sabía disimular muy bien ―sonrió―.
¡Claro que tiene algo especial! Es uno de los portales que lleva a «Sinfonía de Brujería», un mundo de yupi donde todo es felicidad, arcoíris, bla, bla, bla. Tiene muchos más, pero este fue el lugar de nacimiento de Awyr, mi Maestra. Sí es cierto que no tiene nada de peligrosa. Solo es uno de esos trastos que guardan los abueletes para recordar buenos tiempos.»
Olvidaos de todo eso y hablemos del ladrón. A ver, chicos, pregunta sorpresa ―Rebuscó un momento en sus bolsillos y sacó un caramelo de limón que agitó en el aire―.
Quien acierte correctamente, gana un premio. ¿Qué sospecha ese viejo Maestro sobre el ladrón?Volvió a agitar en el aire el caramelo, como si la recompensa fuera lo suficiente jugosa como para que los tres aprendices compitieran desesperadamente por ella. Tras varios segundos, comenzó a dar pistas.
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Repasemos los hechos… El ladrón es una persona que, obviamente, viaja por los mundos. Eso reduce mucho la lista de sospechosos, creedme. Además, es alguien que conoce cuál es la condición de Yen Sid, quiero decir, el ataque se ha producido ahora, justo cuando ha despertado y tiene sus poderes a mínimos. Ni antes, ni después. Por no hablar de que habrá estado controlando sus movimientos para asegurarse de que estaba fuera de la Torre cuando cometiera el robo. Cualquier otra conclusión sería demasiada casualidad. Y por último, la partitura. El ladrón conoce su existencia y tiene un buen motivo para quererla. Diría que uno muy bueno, para meterse con Yen Sid. ¿Qué se os ocurre con eso?Miró a los tres, esperando que se formaran sus propias conclusiones. Dieran o no una respuesta, Ariasu no se contuvo durante mucho tiempo y lo aclaró ella misma:
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El ladrón solo puede ser de Tierra de Partida o de Bastión Hueco. Tan simple como eso. ¿Quién si no puede oír hablar de una Maestra muerta hace una década e interesarse por su partitura? ―Awyr sacó otros dos caramelos de su bolsillo y los repartió entre los aprendices, hubieran respondido correctamente o no―.
Aunque no me imagino cuáles pueden ser sus objetivos.»
Puede que Yen Sid fuera sincero cuando dijo que quería que ambos bandos colaborasen, pero no me cabe duda de que otra de sus razones para llamarnos ha sido esta. Al fin y al cabo, tenemos que controlarnos entre nosotros, entre los Caballeros, quiero decir. Puede que aún seáis demasiado jóvenes para ser conscientes del poder que tenéis a vuestro alcance, de la Llave, los mundos... Da igual, ese es otro tema. Tengo curiosidad por saber en qué estará pensando el viejo, porque el bando al cual pertenezca el responsable va a quedar mal, muy mal, sobre todo frente al otro.»
¡Y por eso tengo una misión más para vosotros! Olvidaos de ese rollo de traer al ladrón a la Torre. Atrapadlo y llevadlo a Bastión Hueco. Sois tres, os será fácil esquivar a la otra niña para que no se entere de lo que hacéis. Yen Sid se tendrá que conformar solo con su partitura, porque del culpable nos encargaremos nosotros. Si es de Bastión Hueco, Tierra de Partida no se enterará; si por el contrario, es de los suyos… bueno, estamos en guerra y… ―Ariasu hizo una mueca de disgusto―.
¡Vale, vale, como caso excepcional, lo soltaremos sin más! Después de preguntarle por qué robó la partitura y qué quería de ella. Por una vez, todos salimos ganando.En conclusión, parecía que a Ariasu no le hacía mucha gracia que Yen Sid quisiera inmiscuirse tanto en los asuntos de los dos bandos. No quería que descubriera la identidad del ladrón, incluso si pertenecía al enemigo. Podían darle su opinión, quejarse o preguntar, porque Ariasu no tenía nada más que decir y aquella sería la última oportunidad que tendrían de hablar con ella.
TodosDespués de que terminaran sus respectivas charlas (con lo que los aprendices hubiesen querido añadir), los dos Maestros volvieron a la sala y se posicionaron en el mismo lugar. Yen Sid estaba de nuevo frente a su escritorio, aunque de pie, y había abierto la caja que había encima de la mesa.
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Esto es lo que dejó tirado atrás ―dijo, dirigiéndose especialmente a Nicoxa, puesto que lo había preguntado antes. Sacó de dentro de la caja una capa negra, atada a un cordel que se había usado para ceñirla a la espalda―.
De los nervios, no se daría cuenta que se le había caído o no regresó a propósito para poder marcharse cuanto antes. Cogedla.Uno de los cuatro tendría que obedecer y custodiar la capa. No tenía nada de especial, pero como había dicho anteriormente el Maestro, podían usarla para rastrear (si tenían algún medio para hacerlo) o localizar el ladrón. Podía ser un arma de doble filo, puesto que este podía reconocer su prenda e intentar recuperarla o huir.
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Tened cuidado. No sé mucho sobre el mundo al que partís, y vuestros Maestros tampoco ―Ariasu volvió a toser―.
Pase lo que pase, confiad en vuestro corazón.Yen Sid levantó ceremoniosamente los brazos, murmuró unas palabras ininteligibles y una deslumbrante luz los envolvió, enviándolos a otro lugar.
El portal, situado en la pared de una cabina, los condujo hasta un barco. La transición fue muy rápida, salieron los cuatro casi al mismo tiempo y se apretujaron y golpearon unos con otros, porque la distancia hasta la barandilla que les haría caer al mar estaba demasiado cerca.
Y más importante que eso, verían que estaban rodeados de niños (que rondaban la edad de Maya). Aparte de los inconfundibles y chirriantes gritos que se escuchaban por doquier, estos correteaban por todo el casco sin parar, como si estuviesen tan emocionados que no podían parar quietos. Algunos se habían puesto a hacer el tonto con las cuerdas, las velas e incluso había uno que estaba rompiendo la madera con un martillo. Otros, jugaban: a cuánto podían colgarse sobre el mar sin caerse, a golpear a uno con los ojos tapados hasta que te pillara, a apedrear gaviotas... Vamos, que se lo estaban pasando muy bien.
Una niña se detuvo a su lado, con los ojos como platos, y señaló la pared, que tras el cierre del portal había vuelto a la normalidad.
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¿De dónde habéis venido? ―les preguntó, sonriente.
Al parecer, nadie más que ella había notado su repentina aparición. De hecho, en ese preciso momento, el barco encalló junto a unas rocas. Acababan de arribar en el interior de una isla, a la que habían accedido por una caverna que podrían apreciar desde allí. Entre las rocas había un breve caminito que llevaba a una puerta doble de madera.
Un hombre gordo colocó una tabla para que todos pudieran bajar bien del barco. Acto seguido, se colocó a un lado de las puertas y accionó una palanca, que activó el mecanismo para que estas se abrieran.
Al otro lado, los cuatro aprendices verían sorprendidos que les esperaba ni más ni menos que una especie de parque de atracciones, en aquel momento vacío, a la espera de sus nuevos inquilinos. Los niños gritaron más, alterados.
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Bienvenidos a la Isla de los Juegos, niños…Fue el pistoletazo de salida. Todos los niños saltaron del barco en tropel, pisándose unos a otros, para entrar cuanto antes a ese lugar de ensueño, que debía de ser muy tentador incluso para los rectos aprendices de la Llave Espada. Para cuando quisieron darse cuenta, el hombre gordo había desaparecido y no había quedado ni rastro de él. Si no habían entretenido a la niña con alguna pregunta, ella también se habría ido, risueña.
Por el momento, podían ponerse de acuerdo e idear un plan. Parecía haber un tablero con un mapa del recinto cerca de las puertas, pero para verlo tendrían que entrar…
Fecha límite: 23 de julio.