—
Alguien tiene que saber algo de lo que ha pasado. En ese caso, iré contigo. Si te parece bien, claro. —le sugirió Celeste.
Saeko le dedicó la mirada por unos momentos, y asintió. En realidad no tenía ningún problema con tenerla de compañera. Un sentimiento de nostalgia le invadió el pecho, todavía se sentía como la aprendiz veterana de Bastión Hueco que tenía que cuidar de los novatos. Luego Celeste se puso a cuchichear algo con Saito, palabras que no logró escuchar con todo detalle por estar más adelante y atenta al resto de las calles, pero ver cómo Saito ponía sus ojos sobre ella mientras le daba una palmada a la novata fue suficiente para saber que algo había dicho sobre ella misma.
Frunció el ceño, desde el principio la actitud de Saito le había parecido distante, que ahora se pusiese a criticarla por haberse pasado al bando contrario... Miró a otro lado, incómoda. No le iba a decir nada, no tenía ganas de discutir con una persona así, tan hipócrita y fría. Saeko recordaba bien todas sus misiones y aventuras con el chaval, le parecía increíble que se comportara así después de todo. Simplemente no lo reconocía, y le estaba pareciendo una persona bastante inmadura. ¿De verdad se había llevado bien con él alguna vez?
Con aquel sentimiento tan incómodo encima, anduvo con el resto del grupo, procurando mantenerse cerca de su enorme compañero —al menos comparada con ella— y la maestra Lyn. Seguía mirando de reojo de tanto en tanto a la maestra Nanashi, como si su sola presencia supusiese un martirio, o una carga pesada sobre su conciencia. Pero demonios, solo se sentía así por la forma tan brusca de marcharse que tuvo, nada más.
Saeko resopló, exasperada, cuando encontró el tercer pozo cubierto de arena. Empezaba a estar cansada de dar vueltas en círculos por aquellas calles, en silencio, con gente como Saito o Nanashi al lado, aislados y rodeados de sincorazón que vagaban por las calles sin aparente rumbo, como si hubiesen invadido esa zona de la ciudad y se negaran a dejar su territorio. Estaba claro que algo pasaba, pero su sola presencia le impactaba. Recuerdos le vinieron a la mente, de cuando tuvo que atravesar media Tierra de Partida de noche y a ciegas, con la presión sobre sus hombros de poder morir en cualquier instante. Niños, Caballeros y familias siendo asesinadas delante de sus narices, y por último, el sacrificio que ella misma estuvo dispuesta a llevar a cabo, cuando casi perdió el corazón. Un escalofrío le recorrió de arriba a abajo al recordar aquel amarillo tan intenso de sus ojos. Desde el incidente en el Castillo del Olvido se había intentado mantener aislada de todo. Y claro, como antiguamente los sincorazón eran simples criaturas nunca se tuvo que enfrentar al dilema que cruzaba ahora su cabeza. Aquellos seres estaban siendo controlados, eran peones de un ejército, temibles piezas de ajedrez que pensaban; Saeko tenía miedo.
Al cabo de unos minutos alcanzaron la calle principal y la muralla que conectaba una zona de la ciudad con la otra. Pudo escuchar en la lejanía el eco de muchas personas, y por un momento se sintió aliviada de salir de aquel páramo macabro que era ahora el mercado y la zona pobre de Agrabah. Sintió los labios resecos y los intentó humedecer con su propia saliva. En su última visita tampoco había explorado la ciudad con todo detalle, pero recordaba bien el desfile en el que la había colado, irónicamente la que era ahora su maestra oficial, para acceder al Palacio. Supuso que siguiendo esa enorme calle podría orientarse.
«
Es igual... Está pasando otra vez».
La situación en esa zona de la ciudad le recordaba muchísimo a la Tierra de Partida del Pasado. Con el único inconveniente de que allí no todos sabían luchar, y los pocos que sabían hacerlo estaban protegiendo las puertas o persiguiendo niños que necesitaban comer para sobrevivir. Se le encogió el corazón al ver semejante escena, y por una vez en su vida estuvo dispuesta a buscar a aquel hombre y darle una paliza, desahogar con él toda la frustración y desasosiego que estaba sintiendo. Pero no fue capaz por la gente que se interpuso delante, y ella sabía que de aun haber podido, no hubiese sido capaz.
Al final prefería evitar líos, como estaban haciendo las maestras.
Saeko se limitó a bajar la cabeza y a continuar caminando, escuchando de fondo los llantos y las exclamaciones de la gente. Le parecía terrible. Se sentía acorralada, como mil años atrás. Estaban atrapados ante un ejército de Sincorazón. Lo que dudaba mucho de que Gabriel fuese el culpable esta vez. Se mostró indiferente ante el hechizo que aplicó Nanashi sobre los guardias, así que cruzó la puerta algo intranquila. Se preguntó si alguien más aprovecharía que estaban durmiendo para colarse también.
Y por fin, la última zona de la ciudad, la que daba al colosal y gigantesco Palacio propio de un sueño. Se fijó entonces que ya estaba reparado y como nuevo, porque recordaba bien a Yafar derribando uno de los torreones con su magia. Si eso estaba bien, esperaba que Yasmín y Aladdín también.
La zona rica, en cambio, le resultó más agradable y reparadora. No se sentía asfixiada, ni presionada por la desesperación de la gente. Le vino bien para aclarar sus ideas y hacerse a la idea de qué estaba pasando en general. Tampoco lo pensó dos veces cuando vio a Malik bebiendo de un pozo, se llevó un par de tragos a la boca y resopló, extasiada. Por otra parte las vestimentas de algunas mujeres de por allí le recordaron a las propias de Yasmín, y se preguntó que todavía tenía pendiente comprarse un bonito conjunto.
Respecto a los comentarios despectivos de sus habitantes, prefirió no comentar ni opinar nada. Compartía la opinión de Lyn de que eran unos cerdos, poco más podía hacer en su situación actual.
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Bien, ya habéis decidido los grupos, ¿verdad? Yo rastrearé esta zona de la ciudad. Mis habilidades tendrán mejor uso en espacios abiertos. Malik y... ¿Saito? En marcha.—
Perfecto, yo me dirigiré hacia el palacio. Celeste, Saeko —pegó un respingo al escuchar su nombre—
. Vayamos también. Si tenemos cualquier problema o lo tenéis vosotros usaremos los dispositivos de comunicación, pero con discrección.Saeko escuchó todo con atención y luego miró a sus compañeros de bando. Malik le hizo un gesto a modo de despedida, y ella se limitó a levantar la mano derecha y despedirse. Le hizo gracia que un desconocido tuviese con ella más confianza que su antiguo amigo.
Luego apuntó los números de teléfono de ambas maestras y los guardó. No creía que fuera necesario utilizarlos a menos que le quedara otro remedio. Esperaba no tener que llamar a Nanashi y pedirle ayuda.
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Podéis separaros e investigar por vuestra cuenta, pero dentro de los límites del palacio. No salgáis sin avisarme bajo ningún concepto. Entraré al palacio, en los jardines no se nos va a perder nada. Si alguna se quiere separar quiero que a la más mínima señal de peligro avise.
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¡Entendido! —exclamó Celeste. Por un momento envidió semejante optimismo.
La entrada al Palacio era tal y como la recordaba desde la última vez. Pudo ver en la lejanía a una chica de cabello negro y ropas azules, que por alguna razón estaba segura de que se trataba de Yasmín. La conoció por primera vez en ese punto, ¿no? Encaró a la aprendiz de Bastión Hueco, bajando su capucha y dejando el rostro al descubierto, atenta a sus palabras. Se intentó mostrar protectora con ella, pese a todo.
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Bueno, ¿qué opinas? ¿Jardines o interior? No parece un sitio muy peligroso, pero quizás deberíamos abarcar terreno hasta que la Maestra Nanashi vuelva. Creo que pasaré dentro. Quién sabe, los nobles tienden a tener secretos sucios... ¡a lo mejor hay algo de interés y todo!Saeko ya tenía claro de a dónde dirigirse. Y si no se trataba de Yasmín, bueno, siempre podía entrar dentro del Palacio.
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No tengo buenos recuerdos del interior del palacio, así que supongo que me quedaré por aquí fuera. Suerte buscando esos secretos.En primera instancia se negaba a entrar dentro del palacio. Los recuerdos de su reunión con Yafar la ponían enferma, el cómo la había utilizado y engañado estando sola, todo ante semejante víbora. Porque encima era eso, Saito estaba en la cárcel cuando todo sucedió. No, no quería entrar de primeras, a menos que no le quedara más remedio.
Celeste puso rumbo a donde tenía pensado, y Saeko por su parte se acercó con una leve sonrisa a los jardines, buscando a Yasmín. Por unos momentos pesaron en su conciencia las personas que murieron en el desfile aquel día, y todo por un desgraciado como Yafar. Se convenció de que lo importante era el presente e intentó poner su mejor sonrisa, que tampoco era gran cosa.
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¿Yasmín? Soy Saeko. —se presentó.
Esperaba que fuese la princesa, de lo contrario no tenía nada que hacer allí fuera.
Edit: siento la tardanza, han sido unas fechas complicadas con tanta fiesta D:
¡Me muero de ganas por saber qué pasará en la próxima ronda!