—
Me alegro de volver a verla, Capitana. Me imagino que lo ocurrido cuando nos conocimos en el Intersticio habrá quedado para ambos simplemente como un... "curioso" recuerdo. ¿No?―
Por supuesto, aprendiz Reru ―respondió ella, entornando una sonrisa pícara mientras hacía gestos a los demás para empezar el paseo.
Mientras Renata observala la columna central, algo extraño ocurrió. Su vista se volvió borrosa, y le invadió una desagradable sensación de mareo que la hizo tambalearse levemente en el sitio.
... yu... da...Aquella voz resonó en su cabeza, como si alguien o algo le hubiese hablado directamente en su cerebro. Ni siquiera pudo distinguir si se trataba de un hombre o una mujer, pero en cuanto la escuchó volvió a la normalidad. El mareo se había ido, y volvía a ver a la perfección. Alrededor de Renata, los demás no mostraban ningún signo de haber pasado por lo mismo, sobre todo porque fue entonces cuando Neru montó su escenita.
—
¿Perdón? ¿Acaso le conozco?Kuja mostró sorpresa ante los gritos y acusaciones del aprendiz, haciendo un aspaviento de indignación bastante exagerado.
—
¿Le conocéis por aquí? ―
Claro que le conocemos ―gruñó Amelia entre dientes, avanzando a toda prisa hasta ponerte entre Kuja y el joven airado―.
¡Aprendiz Neru!La Capitana desenfundó una pistola, de aspecto antiguo pero con toda la pinta de ser moderna por el interior, y apuntó a la cabeza de Neru a muy poca distancia.
»
Retrocede ahora mismo y deshaz eso ―ordenó, refiriéndose al aura de oscuridad que se acumulaba en el puño del chico―.
No toleraré estas actuaciones bajo mi supervisión, ¿queda claro?—
No sea tan dura con la criatura, Capitana. —Kuja avanzó hasta la mujer, sonriendo a los aprendices con complacencia—.
El pobre ha debido de confundirme con alguien, o ha sido víctima de viles injurias hacia mi persona.Amelia bajó el arma, pero sin llegar a guardarla ni a quitarle un ojo de encima a Neru. Dejaba bien claro que si el aprendiz intentaba algo, se llevaría un rápido balazo a bocajarro.
―
Este es Don Kuja, benefactor de la Federación y una de las mentes detrás de la nueva Central de Energía. ―Ante la presentación, el hombre de la melena plateada hizo una reverencia hacia los aprendices―.
Su ayuda en los últimos meses ha hecho posible la actualización de la seguridad en toda la nave.—
Por vuestro aspecto, debéis ser caballeros de la llave espada. Aprendices, diría. Es un placer. —Clavó su mirada en Keiko, Colibritany, Renata, y en Neru en último lugar, sonriendo con picardía—.
Me encantaría quedarme a charlar, pero tengo asuntos urgentes que aprender. Espero volver a vernos en una situación más... conciliadora.Se despidió con una nueva reverencia, y se marchó con los científicos con los que había estado hablando por la puerta opuesta a la que usaron los aprendices para entrar. Seguirle o evitar que se marchase resultó imposible, ya que Amelia se aseguró personalmente, pistola en mano, que ningún joven hiciera ningún movimiento extraño.
―
Sólo lo diré una vez. Si tienen algún problema o denuncia hacia Kuja, háblenlo con sus Maestras y que ellas se encarguen de comunicarlo. De lo contrario, si alguno de vosotros vuelve a hacer algo similar, os prometo que los cuatro pasaréis una larga temporada en la celda más fría y oscura de la nave. ¿Ha quedado claro? ―Esperó una respuesta de parte de todos, pero su vista estaba clavada en el origen del conflicto: Neru―.
Sigamos.La firmeza de la Capitana fue inamovible. Con un gesto seco, les indicó que volvieran a seguirla fuera de la central para continuar su camino. El conflicto con Kuja tendría que esperar hasta que volvieran las Maestras, pues quedaba claro que la Federación no creería la palabra de un aprendiz sin el apoyo de su superior. Hasta entonces, sólo podían seguir disfrutando de la visita.
Tras el incidente en la Central de Energía, continuaron por los pasillos interiores de la nave llegando a internarse más en la zona militar de la misma. Pasaron por las zonas de entrenamiento de los soldados de la Federación, e incluso entraron en una sala de tiro para practicar su puntería con pistolas de plasma contra dianas al fondo de la habitación.
Mientras continuaban la excursión, en teoría dirigiéndose hacia el área de contención de menor nivel, pasaron por una amplia dársena que Neru conocía bien por su última misión en la nave: fue allí mismo donde peleó junto a un aprendiz de Bastión Hueco contra un sincorazón
Armadura. Fueron a continuar, pero la llegada de una llamativa nave detuvo el paso de Amelia.
―
Venid conmigo.Las puertas de la nave negra se abrieron, y del interior surgió un enorme alienígena de al menos tres metros de altura (quizás más) con forma de una ballena bípeda, y encima cachas. Llevaba el uniforme de la Federación, y una pistola de plasma en el cinturón. Imponía con solo mirarle.
―
Capitán Gantu ―saludó Amelia, con un gesto de la cabeza que él devolvió―.
¿Lo ha conseguido?El ballenato, de nombre Gantu al parecer, echó un vistazo desconfiado al grupo de aprendices antes de volver a centrarse en la mujer. Asintió, hinchando el pecho de orgullo, y buscó algo acoplado a la parte trasera de su nave.
—
¡Por supuesto! ¡Yo, el Capitán Gantu, he conseguido capturar a la abominación! ¡Contemplad al Experimento 626, preso al fin!En la mano llevaba un alargado tubo transparente, al que abrió un extremó y lo agitó para obligar al bulto oscuro que había dentro a caer al suelo. Tardaron un poco en poder ver lo que era, ya que estaba tapado con una manta, pero cuando lo hicieron... No era el experimento que Neru conocía, esa criatura azul y endiablada de colosal fuerza.
Era una pequeña niña humana.
Con los ojos de par en par y la boca abierta, la pequeña se levantó despacio del suelo mientras observaba lo que le rodeaba en el más absoluto silencio. Nadie decía nada, demasiado sorprendido por la revelación. ¿Qué hacia esa niña allí? Gantu balbuceaba, incapaz de decir una palabra.
―
Capitán Gantu, ¿qué significa esto? ¿Dónde está el experimento? ¿Quién es esta niña terrícola? ―Amelia rompió el silencio, atravesando con la mirada al gigantón.
—
Y-yo no... No sé q-qué ha podido...No hubo tiempo para las explicaciones, para fortuna del Capitán. Nubes de oscuridad surgieron de repente en la dársena, y los aprendices sabían de sobra lo que eso significaba: sincorazón. En total, eran cuatro
Soldados, dos
Soldados Voladores y un
Grandullón. Todos rodeando a la niña.
La reacción de la pequeña fue instintiva: empezó a chillar con todos sus pulmones, con una fuerza impresionante, mientras echaba a correr por el primer hueco que encontró hacia una salida cercana. Los dos capitanes desenfundaron sus armas, dispuestos a enfrentarse a los sincorazón enemigos.
―
¡Que alguien la detenga! ―ordenó Amelia, refiriéndose a la niña.
—
¡Blitznak!El caos no tardó mucho en instaurarse. Los aprendices debían acabar con los sincorazón lo antes posible, pero tampoco podían dejar sola a una niña pequeña en medio de una nave alienígena. ¿Qué hacer, qué hacer?
Toca elegir: o quedarse en la dársena con Gantu & Amelia para luchar contra los sincorazón, o seguir a Lilo la niña pequeña. Recordad que lo ideal es que os repartáis bien, pero que en el fondo cada uno haga lo que más le guste (¡incluso elegir todos lo mismo sería posible!).
Faltas: James Bond (1).
Fecha límite: lunes 18 de enero.