La princesa no negó el obsequio que Celeste acababa de ofrecerle colocandose el abrigo. Tanto Badra como Yasmín se despidieron de ellas con preocupación y desconcierto por lo sucedido, pero no hicieron más preguntas de lo necesario.
Correr hasta el puesto de la guardia fue agotador. Nanashi podría haber abierto otro portal, pero como era evidente no podía hacerlo en plena calle para arriesgarse de que las vieran. El cuartel no era especialmente grande a simple vista y no tenía nada especialmente destacable.
Nanashi se adelantó entrando con total seguridad, y como si conociese aquel lugar al dedillo. Un guardia intentó detenerla, sin embargo la gélida mirada que la Maestra lanzó fue lo suficientemente imponente como para acobardar al hombre, que retrocedió muerto de miedo.
—¡Dónde está! —levantó la voz amenazadora. El guardia se acurrucó como si acabase de ver a la diosa de la muerte en persona.
Otro par de guardias corrieron hacia la mujer mientras desenvainaban sus espadas, sin embargo Nanashi sin siquiera girarse conjuró dos Morfeos que durmieron a los dos guardias en el acto.
—¿D-de quién habla buena mujer? —tartamudeó el guardia.
—Una mujer joven encerrada en éste lugar desde no hace mucho tiempo. Pelo castaño y parece tener orejas de animal en su cabeza.
—¡Ah! S-sí. La trajo una persona anónima... Está en los calabozos...
Los ojos de Nanashi se clavaron en una puerta al fondo del lugar, parecía muy segura... Y estaba cerrada a cal y canto. ¿Pero desde cuándo aquello era un impedimento para un portador? La Maestra lanzó un último Morfeo sobre el guardia y abrió la puerta empleando la Llave Espada.
...Justo a tiempo para escuchar el lejano aullido de un lobo.
Los pasillos de piedra de los calabozos bajaban mucho, de hecho parecía que el lugar no era parte del edificio exterior... Parecía como si aquel lugar llevase mucho más tiempo ahí.
Había multiples celdas, en su mayoría vacías aunque algunas estaban llenas de rufianes que se dedicaron a lanzar piropos bastante desagradables. Fue una suerte para ellos que Nanashi no estuviese por la labor de perder el tiempo con gente de aquella calaña. Algunos otros, muchos más sensatos parecían aterrorizados por el aullido que había sonado desde lo más profundo de aquella prisión.
Mientras más descendían por aquel oscuro pasillo más frío hacía... Pero finalmente llegaron al final.
Allí había una celda con los barrotes doblados y arrancados de cuajo. Había una puerta a pocos metros de la celda de hierro que había sido derribada a base de puñetazos y patadas (algo que se notaba gracias a las marcas de zarpas).
Lyn había escapado hacia unos misteriosos túneles... Los mismos que Malik había mencionado en su mensaje.
Pese a tener que ir a oscuras para no perder a los villanos, Malik tenía la suerte de que sí tenía aún la luz del Piro que Kefka llevaba en su mano iluminando bastante la zona. Solo estuvo a punto de ser pillado una vez, cuando un ruido metálico resonó en la distancia, en algún punto lejano de los túneles, aunque era imposible determinar el origen o la distancia exacta de aquello por culpa del eco. No tenía mucha importancia, sin embargo ambos varones se habían girado para ver lo que hubiese hecho aquello, aunque evidentemente no habían visto nada.
Tras aquel pequeño incidente sin aparente importancia, los dos villanos y Malik continuaron su marcha. Si el aprendiz tenía un buen sentido de la orientación tal vez pudiese deducir que estaban dirigiéndose al palacio.
El alcantarillado se estrechaba considerablemente y había unos barrotes que habían sido derretidos con magia ígnea previamente... Aquello solo podía significar que Kefka se había infiltrado por allí al castillo.
Los Villanos se adelantaron dejando atrás a Malik (si el aprendiz les intentaba seguir el paso tan de cerca lo pillarian) por lo que tuvo que ver desde la distancia como Kuja y Kefka subían por unas escaleras de hierro que daban a una trampilla dentro del propio palacio.
Tras dejarles un margen de varios segundos, Malik pudo apurarse en subir por aquellas escaleras, que daban al amplio Hall del castillo. Las escaleras estaban ocultas gracias a una losa de piedra que encajaba en el hueco a la perfección.
Kefka y Kuja caminaron por el palacio dejando fuera de combate a todo lo que se les interpuso, si bien no llegaron a matar a nadie de milagro. Ambos entraron a una estancia en concreto dejando la puerta entreabierta.
Kuja y Kefka dejaron sus pertenencias 8guardadas en una especie de bandoleras) cerca de la puerta mientras se concentraban en hurgar en aquella habitación. ¿Estaría allí la medicina de Lyn?
Era arriesgado... Pero tal vez merecería la pena tratar de robar a aquellos malnacidos. Solo tenía que tener suerte de que no le pillasen y salir por patas en cuanto pudiese.
Nada impidió que entrase en aquella habitación. Estaba completamente vacía, a excepción de un sinfín de artilugios de laboratorios y líquidos de todos los colores resguardados en frascos de cristal. Algunos de ellos desprendían humo de colores variopintos. Los ojos de Saito se enrojecieron por un repentino escozor que invadió sus fosas nasales, lo que le obligó toser. No era veneno, pero el olor de aquel lugar era muy fuerte y desagradable.
No había nada más interés... Solo una cosa: Un libro.
Era un tomo grueso de leyendas antiguas de Agrabah, hablaban sobre el Rey Salomón y su hija, que había nacido de un mortal y un Djinn, dicha hija que tuvo se llamó Kamra.
El libro relataba historias similares a "Las mil y una noches", pero enfocado al misticismo que rodeaba a la familia real de la vieja Agrabah. En los últimos capítulos se hablaba de una estrella que cayó del cielo, que su poder abrasó la tierra convirtiendo todo el mundo en un páramo desierto, convirtiendo toda la tierra en arena y destruyendo casi toda la vida en el mundo.
Según el libro, la vieja Agrabah acabó sepultada, sin embargo las ruinas del antiguo castillo de Salomón sirvieron de sello para el demonio que casi erradica la vida del mundo. Para ello, Salomón sacrificó su vida mientras que Kamra utilizaba sus poderes místicos, dados por una espada legendaria y su parte de Djinn para sellar para siempre el castillo con el monstruo en su interior. Dicho sello solo podría ser abierto por aquellos que portasen la sangre de la sultana, sin embargo no solo se necesitaba sangre... También una "llave especial", oculta en una montaña donde el alma de Kamra descansaba. Aunque por desgracia, el libro no hablaba más de aquella llave.
—Espero que la lectura haya sido de tu agrado —escuchó Saito a su espalda.
Al girarse pudo ver a quien había dicho aquello. Se trataba de un ser rojo similar a Genio, pero con un rostro que imponía mucho más. Saito ya lo había visto en otra ocasión, sin embargo tenía un tamaño mucho más reducido... Aunque aquello no dejaba de hacerlo reconocible a simple vista.
Yafar.
—Ha pasado tiempo, Saito —sonrió mientras se acicalaba su perilla—. ¿Por qué no tomamos algo?
Antes de que Saito pudiese responder, una mesa con una silla de aspecto lujoso apareció. Saito ahora estaba sentado en la silla, frente a un suculento festín cuyo olor combatía el del laboratorio. En las manos de Yafar apareció una taza de té, que bebió a pequeños sorbos.
—Tú y tus amigos no tenéis ni idea de lo que estáis haciendo, ¿lo sabías? La fuerza que reside en aquel que será vuestro objetivo final, y que tiene que ver con lo que has leído... Se escapa a la compresión de los mortales.
>>Solo un genio como yo podría ayudaros... Sin embargo, eso es imposible puesto que ya tengo un amo.
Yafar sonrió de oreja a oreja.
—Verás, mi lámpara está encerrada en una caja fuerte en la tienda del mercader. Todavía me queda cumplir un último deseo de mi amo... Sin embargo él no quiere pedirlo, es más inteligente de lo que parece y prefiere tenerme cerca. —Yafar sirvió una copa de cualquier bebida que Saito imaginase, casi como si le hubiese leído la mente—. No tenemos que ser enemigos, Saito. Podríamos ser aliados una vez más, como en los viejos tiempos. Si consigues la lámpara tú serías mi nuevo amo, ¿y sabes qué significa eso? Que podrás pedir cualquier deseo... Incluso ser más poderoso que tus Maestros... ¿O por qué no pedir mejor convertirte en Maestro? La única condición es que tu tercer deseo debe ser obligatoriamente liberarme.
>>Y no caeré otra vez en el mismo error que cometí con el Mercader.
Un pergamino apareció frente a Saito. Era un contrato en el que decía que debía utilizar sus tres deseos obligatoriamente antes de irse de Agrabah y el tercero sería forzosamente inmediatamente después del segundo, en el cual liberaría a Yafar.
Si lo firmaba, Saito aparecería inmediatamente fuera de la mansión del mercader (para ir a la tienda de éste) y de lo contrario Yafar simplemente se esfumaría.
La decisión era suya.
El subsuelo de la ciudad era oscuro, demasiado. La linterna del teléfono ayudaba mucho. Algunas veces, la aprendiz podía ver sombras de sincorazón que pululaban por las cercanías del subsuelo, pero en ningún momento llegaron a atacarles.
El problema fue que aquel lugar era un completo laberinto, había cientos de marcas por todas partes, casi como mensajes dejados por la gente para guiarse, pero como había tantos... Era imposible saber a donde ir.
En un momento dado acabaron perdidos, vagando sin rumbo por los intricados túneles. Era como si todo aquel lugar hubiese sido erigido solo para hacer que la gente se perdiese.
—Saeko, mira ésto —llamó Aladdín.
Estaba frente a una pared con una losa de piedra antigua, con un agujero de cerradura grande, uno en el cual la llave espada encajaba convenientemente bien.
"Algo" al otro lado llamaba a Saeko, como si la obligase a abrir aquello si o sí. Era un ansia extraño y mágico, casi como si tuviese la certeza de que al otro lado había algo que merecía la pena ver.
Antes de que pudiese darse cuenta, la Llave Espada de Saeko apareció en su mano libre y de alguna forma, la propia aprendiz fue quien apuntó a la ranura y encajó su arma allí.
Click.
La pared empezó a hacerse a un lado dejando espacio a un lugar un poco fuera de lugar. Se trataba de una cueva subterránea, aunque su forma era similar a un cráter cubierto por un techo falso sobre el que se erigía algún edificio, probablemente.
Aquel crater era enorme, debía tener casi un kilómetro de rádio, aunque era imposible determinarlo con solo la linterna del móvil.
En el centro del cráter había un montón de piedra pómez y varios cristales luminiscentes que dejaban ver algo más.
Se trataba de un cofre que si Saeko decidía abrir mostraría un papiro con una serie de frases que parecían un hechizo... Aunque si Saeko lo recitaba no ocurriría nada, sin embargo. Un gran poder mágico parecía salir de dicho papel, sin duda recordaba a... Magia Arcana, como la del pasado.
¿Pero por qué estaba ahí?
No había nada más por allí, por lo que pudieron seguir su camino.
Saeko y Aladdín en unos callejones, no demasiado lejos de La Joya del Desierto. Ya era noche cerrada cuando...
Una figura lupina apareció frente a ellos. Se trataba de un monstruo de aspecto furioso, tenía rasgos tanto humanos como de lobo, aunque sus ojos no mostraban nada de humanidad, aquella cosa era una bestia con todas las de la ley.
La criatura, sin mediar palabra corrió contra la aprendiza, sin embargo una barrera se interpuso entre el monstruo y ella.
Nanashi y Celeste (la primera con la Llave Espada invocada y con su otra mano manteniendo la barrera) salieron por el mismo lugar por el que Aladdín y ella habían salido momentos antes. Nanashi dedicó una mirada arisca a Saeko y no dijo nada.
—Lyn —nombró la Maestra de Bastión Hueco.
La respuesta de la mujer lobo fue golpear la poderosa barrera una vez más, haciéndola añicos y golpeando a Saeko y a Aladdín de un placaje que los lanzó volando contra una pared como si fuesen muñecos de trampo. El joven de Agrabah se retorció de dolor en el suelo, sin embargo se levantó nuevamente recuperando el aliento.
—Ya habrá tiempo para las presentaciones, debemos detenerla —apresuró la mujer esperando que Celeste y Saeko luchasen a su lado. Aladdín se colocó junto a ellas con su sable curvo en ristre y una mirada desconcertada y asustada.
Fecha límite 20/03/2016