La voz de Cagnazzo retumbó en el agua y Malik compuso una mueca. Enseguida se dio cuenta de que aunque no pudiera verle, sí que podía localizarle con otros sentidos como el oído o el olfato. La tortuga era un ser acuático, y como tal podría hacerle pedazos en cuestión de segundos. Malik se impulsó con las manos y los pies para avanzar entre las rocas y esconderse en algun punto diferente en el que el enemigo no pudiera seguirlo por un momento. No podía depender de Hana para que le ayudase, ella misma estaba en problemas. Sintiendo la falta de energía mágica, localizó su bolsa en el cinturón y extrajo un éter que se bebió el instante, guardando el frasco vacío de nuevo para que no cayese e hiciese ruido al chocar contra la piedra o el lecho de arena. Atemorizado por su desventaja se sintió estúpido por haber bajado a las profundidades del lago y volvió a desplazarse para evitar a Cagnazzo. No podría esconderse para siempre, el hechizo de Hana pronto se iría.
—¿Qué te parecería si corto a tu compañero en pedazos, pescadito? Lo huelo, es un hombre. No me gustan los hombres, están muy duros, pero su sangre podría llegar a saber bien. Un brazo por aquí, otro por allá… Por cierto, ¿no empezáis a tener frío?
«Pero será hijo de puta», pensó Malik para sí, indignado.
Apenas pudo esquivar la zarpa de la tortuga, que le rozó el pelo y a punto estuvo de alcanzarlo. Entonces, agarrado a la roca, dio cuenta del frío en el agua, no repentino, pero extraño, como si nunca hubiera estado ahí, pero ahora sí. Intentó avanzar, pero sentía los miembros pesados y entumecidos y no podía...
«¿Qué está... pasando?».
No podía quedarle mucho tiempo más, justo iba a terminarse el efecto de la invisibilidad y no podría moverse. Maldijo entre dientes y apretó los dedos contra la piedra. Casi por completo paralizado, Malik se fijó de pasada en que Cagnazzo llevaba un collar en la garganta, que parecía brillar con un color rojo no muy claro. Frunció el ceño, ¿era ese el motivo por el cual él estaba tan campante mientras Malik y Hana se enfríaban? No tenía modo de saberlo, pero ese collar no era natural, quizá si lo atizaba...
—Cuando te tenga, pescadito, no te voy a matar, no. Te voy a llevar con el profesor Hojo. Como a este dragón gigante. Te aseguro que desearás no haber nacido.—La risa hueca de Cagnazzo le heló aun más el cuerpo—.Quizás intente ver cómo crear más sirenas a partir de ti. Puede que vaya a por tus… ¡Uy, casi!—Su repentino movimiento pilló al aprendiz desprevenido, que recibió el profundo arañazo en el brazo. Malik gritó de dolor y las burbujas escaparon hacia la supericie. Estaba claro que le había descubierto. La sangre se mezcló con el agua del lago y Mali se llevó la mano contraria a la herida—. ¡Irá a por tus hermanas y las abrirá para ver cómo funcionan por dentro! ¡Les sacará todas y cada una de las espinas!
Aterido, herido y cas paralizado, intentó jugárselo todo a un golpe. Se echó un Cura y convocaría el escudo para lanzarlo con un Tiro Mortífero (de necesitar otro éter lo bebería) contra el cuello de Cagnazzo si podía apuntar para romper su collar. Si no podía apuntar de forma concreta se conformaría con darle a él y, siguiera invisible o no, recoger el escudo y gritar a Hana:
—¡El collar! ¡En el cuello! ¡Rompe su collar!
A la vez, si podía, intentaría moverse para alejarse de la tortuga y manterse fuera del alcance de sus garras, siempre agarrado a la roca.