Por suerte para el alga, Ariel detuvo a Kairi antes de que pudiera arrancarla. La princesa la miró con lástima pero meneó la cabeza. Sin duda, la mataría en caso de arrancarla del suelo.
Poco después, la bruja apenas arqueaba las cejas ante las acusaciones de Fátima.
—
¡Vaya!—Úrsula estudió el rápido cambio que estaba sufriendo Dos con ligero interés. Se acercó a su pócima y volcó el contenido de unos pocos jarrones, que atrajo con sus tentáculos, provocando un desagradable borboteo—.
No tengo nada que ver con lo que está pasando, pececito, pero quizá te interesaría sacar a tu amiga cuanto antes de aquí. No creo que se le dé muy bien respirar bajo el agua si se convierte en humana.Miki ya estaba adelantándose como podía (y no era el movimiento más elegante del mundo) cuando Ryota levantó un brazo y negó con la cabeza en silencio. Se llevó un dedo a los labios, indicándoles que no hicieran ruido, y miró fijamente a Úrsula. La bruja del mar le dedicó una sonrisa siniestra pero que venía acompañada de una mirada de comprensión. Muy despacio, apuntó con la barbilla hacia el punto del que emergía la extraña masa oscura y luego señaló la poción.
—
Si no tenéis intención de negociar, creo que la princesa podría dejar de apuntarme con ese Tridente de una vez. No he hecho nada ilegal, ¿no es cierto? Solo soy una vieja marchita que quiere estar tranquila…Ariel, aferrando el Tridente, intercambió una mirada con Ryota, que asintió con la cabeza. Fátima también avanzó al lado de la princesa y, bajo las indicaciones del Maestro de Maestros, lanzó su hechizo congelante.
Apenas sí había empezado a hacer efecto cuando hubo un violento movimiento al otro lado y la cueva rugió a la vez que la esencia se precipitaba con furia hacia ellos. Ariel soltó un grito de alarma, apuntó con el Tridente y disparó un rayo tan poderoso que el mundo se tornó negro y dorado.
Entonces todo estalló.
AtlánticaDaian, Celeste y Kairi se espabilaron al cabo de una eternidad. Miki, entre gruñidos, aleteaba como podía sobre ellas y apuntaba con una varita a diestro y siniestro, levantando una especie de barrera bajo el coral en la que las había refugiado.
Frente a ellas, no muy lejos, se encontraron con un espectáculo dantesco; enormes torbellinos se elevaban hacia lo alto y conectaban con el fondo del mar. Pero se estaba levantando una tormenta de polvo y era muy difícil ver nada excepto rocas, riscos y los torbellinos sobre sus cabezas.
Además, se encontraron con que tenían otros problemas de los que ocuparse.
Como sus cuerpos.
Kairi fue la primera en darse cuenta porque los cambios eran muy evidentes, incluso si seguía siendo sirena. Bueno… ahora, un tritón. La tira que le unía las conchas del pecho se había roto, ahora que le había crecido la espalda, pero bueno, se podía sustituir con facilidad.
Lo de Daian y Celeste, en cambio, quizás las trajera por el camino de la amargura. Aparentemente nada había sido alterado. Nada… excepto sus perspectivas. Porque Daian de pronto notaba que era muy grande y con un pelo abundante y, por el contrario, Celeste se encontró con que era más delgada, pequeña. Y se estaban mirando la una a la otra en el cuerpo de la contraria.
—
¡Por fin despertáis! Creía que no lo haríais nunca. No es el momento para volverse locos, ¿de acuerdo? Hasta donde he podido ver a Kairi… ¿A vosotras también? Bueno, calma, calma. Creo que es el efecto del Caos. ¿Visteis la figura que salió de la cueva de Úrsula? ¿Creéis que podría haber sido la persona a la que estabais buscando?Ninguna recordaba mucho excepto la explosión, por lo que estaban bastante perdidas. Por otra parte, pudieron comprobar que ni Ryota ni Ariel estaban cerca, por no hablar de Fátima, Dos o Hiro. Miki apretó los labios.
—
La princesa y Ryota fueron detrás de la figura que se escondía. Sobre los otros, no tengo ni idea de qué sucedió. Os saqué con un hechizo de teletransporte y traté de coger a los demás pero no llegué a tiempo. Mirad, no queda nada de la guarida.Las invitó a asomarse al borde del risco en el que se encontraban y vieron lo que antes era el extraño cadáver en el que vivía Úrsula y que ahora era una suerte de… ¿agujero? Uno que se estaba tragando muchísima agua. De no ser por la barrera de Miki, la corriente las estaría arrastrando hacia el mismo.
—
Creo que la bruja estaba… intentando avisarnos. Creo que no hablaba de Aurora, sino de…Miki se puso blanco y miró hacia la derecha, hacia donde más o menos estaba el palacio de Atlántica, aunque desde ahí no podían verlo. Si las otras se fijaban, notarían que una extraña luz parecía provenir de algún sitio. Y, poco a poco, se iban formando más torbellinos.
Entonces se sucedió una explosión y, no muy lejos, vieron a un ser humanoide, azul y muy, muy grande que se debatía contra una forma oscura. Una con muchos tentáculos. El hombre tenía las de ganar e invocaba corrientes para empujar a Úrsula contra uno de los acantilados, rugiendo de rabia, aunque no entendían sus palabras.
Miki miró a las chicas, titubeante.
—
Esa mujer es la única que podría ayudarnos con la poción pero…¿Sería buena idea acercarse a ese desconocido? ¿Y qué pasaba con sus compañeras? O, peor aún, ¿con Ariel y Ryota que, en teoría, habían ido tras Xihn? Además, estaban los torbellinos. Tenían que moverse cuanto antes.
¿Qué debían hacer?
*La conciencia regresó a Fátima, Hiro y Dos poco a poco. Recordarían estar bajo el agua, aquel extraño elemento oscuro devorando las extremidades de Dos. Úrsula, Ariel y el Tridente...
El aire llenó sus pulmones de nuevo. Debajo de ellos, unas largas escaleras de mármol se estremecieron.
¿Aire? ¿Escaleras? ¿Dónde estaban?
El hogar de los Dioses quedaba a sus espaldas, cubierto de una luz dorada tan brillante que resultaba casi cegador. ¿Cómo habían llegado a Coliseo del Olimpo? El Tridente, el Caos... ambos habían causado esa explosión al chocar. Tan grande... como para mandarles a otro mundo.
Y no sólo eso. Enseguida se darían cuenta de todas las consecuencias de la magia de Úrsula, la del Tridente y la de Xihn.
Dos era una orgánica. Completamente, ya no se trataba sólo de tener dedos en los pies. Era una chica, con un corazón humano, una voz humana... no quedaba nada de su cuerpo robótico, aunque —por suerte par ella— sí que conservaba todos sus recuerdos y sus habilidades. Eso sí, ahora, para emplearlas, necesitaba algo más que accionar un comando.
Fátima también había cambiado, tanto como Dos. Además de recuperar su aspecto humano, ahora había rejuvenecido. Mucho. Su aspecto y su personalidad habían retrocedido en el tiempo, pero todavía conservaba su poder y, sí, los recuerdos de toda su vida. Pero ¿cómo se suponía que tenían que actuar ahora los tres, si la única Maestra tenía ocho años?
Los tres: dos niñas humanas... y Hiro, un gato. Un gato muy grande, lo bastante como para atacar y defenderse a sí mismo o a sus compañeras, pero un gato, al fin y al cabo. Cuadrúpedo, con bigotes y algún que otro maullido intercalado.
Y luego estaba el mundo de los humanos.
Desde ahí arriba estaban en una buena posición para ver lo que ocurría en la ciudad. Era como si Tebas fuese una isla y las olas intentaran devorarla. En aquel momento no parecía haber peligro, pero una tromba de agua había inundado las casas más bajas. Seguramente, Hércules ya habría llegado a rescatar a quienes lo necesitaran...
—
Tengo la sensación de que os estábamos esperando.Reconocerían a esa mujer inmensa como Atenea, acompañada por su búho y rodeada de un halo azulado. La diosa sonrió, pero interrumpió sus preguntas antes incluso de que pudieran pronunciarlas. Se acercó a ellos, se agachó y palmó las cabezas de los tres con gran suavidad. Luego hubo un pequeño resplandor y las dos niñas se encontraron vestidas con una túnica griega de su tamaño (a Fátima le quedaba su ropa corriente pero...un poco grande).
—
Enseguida resolveremos vuestras dudas. O eso espero, porque lo que está pasando aquí... no tiene precedentes. —Se levantó, y el búho ululó con amargura—
. Seguidme. No tengáis miedo, mortales, el Olimpo y sus dioses os dan la bienvenida.Tras las puertas doradas del Olimpo, doce grandes tronos les recibieron. A excepción de uno, todos estaban ocupados por sus dioses, que discutían entre ellos a gritos. El único que parecía mantenerse al margen era Hades, aburrido, que jugueteaba con su pelo de fuego. Por ello, fue el primero en darse cuenta de su entrada.
—
¡Ja! Ahora sí que la habéis hecho buena, ¿eh? —inquirió, alzando la voz por encima de las demás. Podría decirse que intentaba contener la risa ante sus aspectos, pero para ello habría tenido que hacer un mínimo esfuerzo.
—
Ahórrate los comentarios inútiles, Hades. Estamos en un consejo de guerra.—
Pues acabas de entregarnos en bandeja a los culpables...Hera chasqueó la lengua.
—
¡Son niños, Hades, y humanos! —Hera echó un vistazo a Hiro y luego recapacitó—
. O... mortales, al menos. Atenea, ¿para qué los has traído? El Olimpo no es sitio para... Oh, no, Zeus, abre la boca y te juro que te arrepentirás.—
Con permiso —habló Atenea, antes de que Zeus pudiera contestar—
, deberíamos dejarle explicarse. La Orden es aliada nuestra desde hace muchos años, y es nuestra responsabilidad como dioses de este mundo ayudarles. —De nuevo, volvió a dirigirse a ellos, pero esta vez no hincó la rodilla—
. Decidnos, pequeños Caballeros. Vuestro Maestro ya nos advirtió del plan de rescatar a las Princesas del Corazón. Asumo que todavía no... no habéis terminado.—
¡Claro que no han terminado, si todavía les queda esa pobre bella durmiente! —exclamó Afrodita con un suspiro. Desde que habían entrado, había estado mirándolos con gran atención a los tres—
. ¿Sabéis cómo solucionaría yo eso? Con un beso de amor verdadero. Nunca falla. Pero la magia de esa hada horrorosa está fuera de mis competencias y no me metería. Oye, Hera, ¿no tienes tú cierto jardín con unas manzanas que les ayudarían...?—
Esto es absurdo —interrumpió Zeus—
. Su misión es importante, sí, pero ¿qué hay de Poseidón? ¿Eh? ¿Cómo explicáis que haya desaparecido de nuestro propio mundo cuando vosotros habéis llegado? Comprenderéis que no podemos defender nuestro hogar si nos falta el dios del mar, ¿verdad?Diez dioses estallaron en otra discusión, y Hades volvió a acomodarse en su trono, dispuesto a ignorarles. No dedicó una segunda mirada al pequeño trío de Caballeros.
Que, sin duda, habían recibido mucha información de golpe. Pistas. Quizás, aquel cambio de mundo podía convertirse en un golpe de suerte. Afrodita parecía dispuesta a ayudarles, y puede que Atenea también. Unas manzanas del jardín de Hera... ¿A qué se referiría? ¿Podía de verdad ayudar a Aurora?
El problema sería llamar su atención otra vez, y mantenerla el tiempo suficiente como para dar explicaciones y preguntar. Los dioses eran muy volubles, y se ofendían con suma facilidad; eso lo sabían todos. Iban a tener que proceder con cuidado, sobre todo con Zeus y Hera.
Y luego estaba lo de Poseidón... Habían visto lo que ocurría en el mundo de los humanos. Toda esa agua entrando golpe... ellos apareciendo de repente...
Si podían adivinar qué había ocurrido con él —y qué estaba ocurriendo en Tebas en ese mismo momento—, seguro que los dioses les escucharían, ¿verdad?
Todos mantenéis vuestras habilidades originales (siempre que podáis justificarlas en vuestro nuevo cuerpo. Es decir, no os compliquéis mucho y tirad para cosas básicas, en especial Dos. Es una putada pero ¡Caos!
Fecha límite: viernes 26 de enero.