»Si tantas ganas tenéis de ir a jugar a los héroes, bajad y seguid el túnel. —Hojo tiró de una palanca y un pasadizo se reveló—. Va directo a la plaza del Distrito 2. Vosotros mismos. Por supuesto que no dejaréis la situación en manos del Emperador. Seguro que él... agradecerá vuestra ayuda. ¡Qué ganas tengo de ver...!
Los gritos de los esper le alertaron y Light se viró hacia la máquina.
—¿¡Qué estás…!? —Miró a Dos con los ojos muy abiertos, alarmado, y comenzó a caminar hacia ella.
Y justo cuando se disponía a ordenar que se alejara inmediatamente dos sucesos se produjeron. El primero: la máquina reventó. Y el segundo, que pudo llegar a notar Light: algo muy poderoso había impactado contra la casa de Merlín. ¿El resultado? La morada de Merlín se vino abajo.
En un acto reflejo se cubrió la cabeza con los brazos. Le latía el corazón frenéticamente; después de todo habían estado a punto de morir aplastados (o incinerados). Por suerte, Clío, Dos, Keiko y él mismo seguían vivos tras la destrucción de la casa del brujo, gracias a una barrera que les había protegido. ¿Pero quién…?
Pronto lo comprendió... o al menos lo intuyó. Light, algo aturdido, buscó la condenada máquina de la barrera, mas nunca la encontró. Ahora solo quedaban aquellas esferas, las famosas y condenadas magicitas, que brillaban en la oscuridad. Eran libres, y seguramente por eso les habían protegido, pero el precio había sido elevado de todas formas.
«La barrera…», se le aceleró el pulso. Ahora sí que estaban jodidos, pero de verdad. No había olvidado las hordas y hordas de Sincorazón e Incorpóreos; todos ellos tenían en este momento la vía libre para llegar a la plaza del Distrito 2. Y por ende al Corazón.
Light fulminó a su aprendiza con la mirada, tenso. No tenía tiempo para echarle la bronca, así que sería escueto y simplemente le diría:
—Entiendo que estaban sufriendo, pero espero que seas consciente de lo que acabas de provocar y pienses sobre ello.
Todas las esferas salvo una —que no tardaría en seguir a las demás— se elevaron al cielo. La restante que se quedó un rato contenía ni más ni menos que a Ifrit, el Djinn de Agrabah que tanto les había costado derrotar. Light sabía muy bien que el payaso había sido el responsable de su captura, así que no se sorprendió de lo que aconteció a continuación.
No bajó la guardia en ningún momento y se colocó delante de sus acompañantes, protector.
—Te recuerdo. Tú fuiste quien me encerró.
—N-no, no... Un momento... ¡ESPERA!
«Te lo mereces», y puede que en parte él mismo por haber querido mantener la barrera. Estaba preparado para defenderse del Djinn.
El demonio de fuego se abalanzó sobre el payaso y lo asesinó, sin más. No sintió ninguna pena por el fin de aquel monstruo, sino algo de alivio. Ya no les molestaría más. Y supuso que Hojo tampoco, seguramente había acabado aplastado.
Después de eso, el esper se marchó —menos mal que no les había atacado—, pero no sin antes dedicarle un gesto a Dos, de agradecimiento supuso. Light presenció la escena muy serio, sin olvidar la travesura de la androide.
Ahora, tocaba marcharse al Distrito 2.
—La barrera ha desaparecido, así que voy a adelantarme para llegar al Distrito 2 cuanto antes —expresó preocupado, dirigiéndose a todos (grupo de Hiro incluido), al mismo tiempo que se elevaba con sus alas—. La situación allí se va a poner muy fea, pensad donde seréis más útiles. Detener a Aaron es importante, pero ayudar a los civiles también.
Y se marchó volando. Abandonó la cueva y se dirigió directamente al Distrito 2.
Se mordió el labio inferior al comprobar que la cantidad de Sincorazón e Incorpóreos se había reducido: el camino estaba despejado. Era una mala señal, se imaginaba que todas las criaturas se concentrarían en un solo lugar.
«Joder, debo darme prisa», como siempre, no se entretendría liquidando enemigos.
Alcanzó la zona de los callejones que daba al Distrito 2 y desde las alturas oteó a Gabranth y algunos aprendices. Agudizó la vista. No parecía que estuvieran en combate.
—¡Venga, no hay tiempo que perder! —les vociferó, y luego ingirió un éter y se aplicó una Coraza divina+. Seguidamente activó su Estilo de Combate: Mandoble Celeste, y de nuevo volvió a tomar otros dos éteres. No se imaginaba qué demonios le iba a pasar ahí, pero más le valía ir protegido y con suficientes energías.
Entraría directamente en el Distrito 2, pasando por encima del hotel. Si por cualquier motivo no era capaz y no le quedaba otra que atravesar la puerta que custodiaba Gabranth, le exigiría que se apartara. Si no cedía, arremetería sin piedad contra él, para apartarle y entrar en el distrito. ¡No iba a perder el tiempo estando el mundo en peligro!
Una vez dentro, intentaría localizar la Cerradura que daba al Corazón desde las alturas para protegerlo, sin perder de vista las posibles amenazas.