No era lo que Xihn había calculado, pero le servía. Suspendida al borde del agujero negro, contempló con genuina curiosidad las reacciones de los Caballeros. Sorpresa, dolor, pánico. Ira. Unos huían. Otros atacaban. Lograron encerrar a Mateus en un pozo de oscuridad: el monstruo se hundió hasta las rodillas. Una andanada de Sombras se arrojó contra sus piernas, sumada a los múltiples golpes de aquellos que habían decidido quedarse.
Locos y suicidas. Puede que acabaran con Mateus, sí, pero ¿a qué precio? Ciudad de Paso no vería un nuevo amanecer. Ahora ellos tampoco. ¿De veras creían que sus patéticos truquitos servirían contra el mismísimo fin del mundo?
A varios metros por debajo del vórtice, Mateus dio un rugido ensordecedor. El líder caído de los Villanos Finales despedazaba Sincorazón sin esfuerzo. Su objetivo, sin embargo, era Ragun, al que había visto invocar el pozo que le impedía moverse. Trató de aplastarlo a él y a Kairi que, junto a su mascota, atacaban al corazón. El gatito salió volando de un manotazo de Mateus y fue Maya la que evitó que Maestro y Aprendiz terminaran igual: los hechizos impactaron en distintos puntos de su brazo con suficiente fuerza como para desconcentrarle unos segundos, tiempo suficiente para que Kairi y Ragun rescataran a Awa-chan y se alejaran.
Al mismo tiempo, Gabranth levantó la cabeza. Con fuerzas algo renovadas —y atraído, quizás, por el griterío de Nikolai—, lanzó una última mirada al Emperador y murmuró algo para sí. Su voz era un sollozo. Nadie pudo entender lo que decía, pero sí lo que se proponía hacer incluso antes de que se arrojara contra Mateus.
—Mantenedlo distraído —dijo mientras un aura dorada emanaba de su cuerpo y su espada—. No os preocupéis por la estrategia. Ya hace tiempo que ha dejado de oíros.
A Nikolai, sin embargo, poco le importaba nada de eso. Se situó delante de Mateus y empezó a atacarle directamente. El monstruo se centró en él, como si la rabia que sentía el Aprendiz le atrajera. Movió las piernas; el pozo empezaba a fallar, pero aguantó lo suficiente como para que Mateus desistiera. De su pecho nació una inmensa bola de fuego que arrojó contra Nikolai mientras éste descargaba su segunda Rotura planar, aunque la distancia jugó a su favor y sólo le alcanzó el brazo izquierdo.
La situación podría haber ido a más, pero Light y Saito intervinieron, cada uno atacando por un flanco. La suma de sus ataques más el daño que Nikolai ya le había causado abrió una pequeña brecha en el pecho de Mateus.
El Emperador volvió a gritar y, esta vez, nada pudo retenerle. Mientras un escudo mágico empezaba a rodear la herida, Mateus desapareció, sólo para transportarse de inmediato detrás de Nikolai y asestarle un tremendo golpe por la espalda. Antes de que nadie pudiera volverse contra él, repitió su ataque contra aquellos a los que tenía más cerca. Saito no tuvo la menor oportunidad; Light todavía podría haber reaccionado a tiempo de haber estado en posesión de sus facultades. Ambos acabaron en el suelo, y tuvieron que defenderse de los primeros Sincorazón víctimas del Caos, convertidos ahora en una masa negra que oscilaba hacia ellos.
Mateus se volvió hacia Nikolai, que yacía en el suelo.
Gabranth cayó del cielo, desatando un brutal ataque con su espada que hizo pedazos la barrera de su pecho. El Emperador se tambaleó hacia atrás. Cerró el puño, que brillaba de forma peligrosa. Gabranth no hizo ademán de moverse.
Y entonces, el disparo de Hiro le atravesó el pecho. La metralla quemó al Juez, que soltó una exclamación de dolor y se llevó una mano a la cara. A tientas, se alejó de la batalla. Mateus había caído hacia atrás, cerca de Nikolai, pero luchaba por ponerse en pie.
Light y Ragun atacaron a la vez. Quizás si podían evitar que se levantara... Efectuaron sus habilidades sin problema: Mateus estaba derrotado. Ni siquiera tuvieron que darle el golpe de gracia. El cuerpo del monstruo ya se veía arrastrado por la fuerza del vórtice.
Pero no iba a caer solo. En lo más profundo del Caos, la identidad de Mateus y su orgullo debieron despertar. Antes de que pudieran darse cuenta de lo que ocurría, sus garras se cerraron sobre los Maestros y Nikolai.
El suelo a su alrededor se partió con un gran estruendo. De pronto, Hiro no se veía anclado a nada, y Saito tuvo que utilizar su sombra para atarle a él y a sí mismo a una zona segura. Al sólo utilizar la suya, no pudo rescatar a nadie más. Gabranth, que había retrocedido hasta Maya y Kairi, levantó una barrera sobre los tres. Una barrera quebradiza. El Juez, exhausto, apenas se mantenía en pie.
Una sonrisa asomó en los labios de Xihn. El transcurso de esa batalla era uno de los mejores espectáculos que había presenciado en años. Y la muerte inminente de Caballeros siempre, siempre lograba divertirle. Cómo forcejeaban, cómo intentaban escapar de su destino. Lo único que lamentaba era no ser ella la responsable de su sufrimiento.
Y, oh, parecía que aquello sólo acababa de empezar. Xihn apartó los ojos del corazón de Mateus, que palpitaba cada vez más débilmente, y fijó su mirada en Ronin. Todavía no la había visto. El pánico cruzó su rostro cuando vio a sus pequeños aprendices atrapados en el vórtice.
Le conocía. A pesar de tantos años, seguía siendo capaz de leer sus intenciones como un libro abierto.
—¡Maya, Kairi! —vociferó, echando a correr hacia Mateus—¡Salid de aquí de inmediato! ¡Llevaos a Gabranth y corred hacia el Distrito 1!
No se detuvo a comprobar si las niñas obedecían. Su prioridad era salvar a esos pobres desgraciados.
Incluso a su edad, Ronin poseía una fuerza admirable.. El agujero negro le afectaba más de lo que quería demostrar, pero aún así se las arregló para cruzar el Distrito sin problemas y, de un salto, llegar hasta Mateus. Invocó la Llave Espada, de la que saltaban destellos de luz, y golpeó los dedos del Emperador hasta romperlos.
—Light, maldita sea, ¡espabila o te retiro el título! Nikolai, ¿te encuentras bien?
En efecto. Ronin rescató a sus estudiantes y los dejó sanos y salvos. Mateus, destrozado como estaba, no pudo impedírselo. Con el pecho herido como lo tenía, Xihn sólo tuvo que acercarse a él y extraer el corazón.
Ronin la vio entonces. ¿Sabía quién era? Esperaba, de corazón, que sí.
—Ragun —susurró Ronin tras echarle un vistazo a Light, que sangraba por la barbilla por un corte que Mateus le había hecho al agarrarle—. Invoca un Portal y marchaos a Tierra de Partida ahora mismo. Yo me encargo de los demás. Es una orden —añadió con dureza, por si a alguno se le ocurría rechistar.
Cada vez quedaba menos de Ciudad de Paso. Debían darse prisa. Pero Xihn no estaba dispuesta a dar aquello por terminado. No sin un final digno, un recordatorio para todos y cada uno de los miembros de la Orden.
Levantó la vista al cielo. El agujero negro, el fin del mundo. No faltaba mucho para que arrasara con el Distrito 2, y si aceleraba un poquito su tiempo...
Ronin gritó. Levantó una barrera pero no le sirvió de nada: el ataque de oscuridad de Xihn le atravesó el costado. El Maestro de Maestros empujó a los chicos a un lado. Por encima de ellos, el vórtice crecía tanto y tan rápido que pronto terminaría de devorar el cielo.
Su Llave Espada se encendió. Un portal de luz apareció tras ellos. Con una mano en la herida, les gritó una nueva orden de retirada. Xihn sonrió. Y siguió haciéndolo, mirándoles directamente incluso cuando Ronin se arrojó contra ella y, de un corte certero, ambos desaparecieron tras el vórtice.
La característica luz de Tierra de Partida parecía más apagada cuando llegaron. Sanos y salvos, todos, incluso Gabranth, habían sido tragados por el portal incluso si no habían cruzado en sí. La presencia del Villano Final se ganó alguna que otra mirada por parte de Maestros como Nanashi que, a pesar de su desconfianza inicial, al verle flanqueado por los Aprendices se apresuró a ocuparse de él y los demás heridos, con Nithael pisándole los talones. Yami, Ariasu y Clío llevaban consigo a los antiguos residentes de Ciudad de Paso.
Los que se habían retirado de la batalla poco habían tenido que hacer. Lyn les había bombardeado a preguntas —¿qué había sido de Mateus? ¿Y del corazón del mundo? ¿Habían avistado a Aaron?— sin apenas darles espacio para respirar entre respuesta y respuesta. Malik y Keiko reposaban en la enfermería, así como los heridos más graves, pero Nithael había asegurado que todos se repondrían. Aeris se estaba encargando de ellos.
Pasó alrededor de un minuto mientras los últimos habitantes se dejaban acompañar por las Maestras. Entonces la ausencia de Ronin se hizo realmente notable.
—¿Dónde está? —Lyn fue la única que se atrevió a preguntar. Agarró a Hiro de la solapa de la gabardina; solo le había visto volver a él antes de que Ronin se separara de ellos—. ¡¿Dónde demonios está?!
Lyn empezaría a gritar, a exigir respuestas y a amenazar si nadie le contestaba pronto, pero era Ryota quien, desde la distancia, les miraba como si tuvieran su vida en sus manos.
Fecha límite: 23 de junio a las 23:59
Faltas:
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xXOrbOOkXx: 1 [Justificada]
James Bond: 3. Expulsado del global.
Tanis: 3. Expulsada del global.
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