Los otros se adelantaron a actuar mientras yo permanecí quieto y en guardia contemplando la enorme y pesada armadura.
Sí, Ello era la fuerza que había hecho que atravesara el portal, que por unos momentos mi miedo desapareciera... Pero era imposible que eso durase demasiado.
Gárland era el único enemigo que me había causado tanto terror, tanto que incluso tras vencerlo había sufrido pesadillas...
Aquella especie de temor me hizo sentir un escalofrío, no por el frío que había en aquella cueva helada. Sino por una peligrosa sensación. En todo momento, era como si tuviese el filo de una guadaña bajo mi garganta. Un sentimiento de peligro extremo.
El chico híbrido empezó a luchar contra el payaso que ya no era un prisionero, pero sus ataques fueron repelidos por otro que la armadura de color marrón metálico. Tenían que haberlo matado, ahora era un enemigo más en las filas contrarias y por tanto una nueva guadaña acechando, deslizándose hacia nuestros cuellos y rasgando la carne.
Kefka no dudó en atacar con una magia Hielo que parecía potenciada, por tanto deducí que era una magia "+". Aquel ataque mágico chocó contra la Maestra, que se vio lanzada hacia atrás aunque por suerte pudo reincorporarse en el aire cayendo de pie, lo que hizo que no recibiese ningún daño por una mala caída.
—
¡¡Detente!! ¡¡No sabes lo que haces!! —gritó entonces Diana haciendo que mirase hacia ella.
A su lado se encontraba Xefil, que la había liberado de sus ataduras. Éramos muchos, aquella era una buena señal.
Teníamos a Lyn la asesina de Gárland, a Diana que probablemente podría hacer mermar la voluntad de luchar de nuestros enemigos varones, el Híbrido que parecía bueno en ataques a distancia y Xefil, que aunque no parecía muy fuerte probablemente era bueno en magia. Si no podíamos ganar, al menos podríamos intentar destruir la armadura, aquella era nuestra prioridad. Tras aquello tendríamos que abrirnos paso para escapar.
El tipo extraño ignoró a la orden de Diana. ¿Acaso su habilidad no estaba funcionando? Era como si su voluntad no pudiese ser doblegada, ¿quizás no era un hombre realmente? No parecía muy masculino pero...
Justo entonces, al ver que el peliblanco rarito no obedeció a Diana Xefil decidió ir por las mañas. Corrió hacia aquel ser y se lanzó con la intención de derribarlo pero ocurrió algo extraño.
El cuerpo de aquella persona era como si estuviese allí, pero no a la vez. Como si fuese aire, imposible de tocar pero que estaba ahí. Como un fantasma.
—
¿Te ofreces voluntario, muchacho?Frente al joven de cabello castaño apareció una bestia de pelaje amarillo y con rayas negras recorriendo su cuerpo. Parecía un lobo, pero no sabía que animal era realmente. Una bestia enorme de grandes garras y aspecto peligroso sin duda. ¿Pero de dónde había salido? ¿Era una invocación? ¿Una ilusión?
La criatura dio un zarpazo con sus garras. El pecho de Xefil se abrió lanzando chorros carmesí que salieron de su cuerpo salpicando el suelo, la armadura y todo. El aprendiz cayó al suelo gravemente herido.
Cuando la armadura se vio manchada por aquel líquido rojo esta empezó a reaccionar absorviendo la sangre como si se nutriese de ella.
¿Es que ahora Gárland era un vampiro también?
Diana usó una de sus magias invocando unas zarzas que empezaron a envolver la armadura pero en cuanto parecieron amarrarla unas llamas envolvieron aquellas plantas y provocando que la joven gritase por el dolor, como si lo que sentían las plantas se transmitiesen a la joven semidiosa.
El peliblanco empezó a orar algo en voz baja, inaudible para mí. Parecía completamente sumido en sus rezos.
—
Despierta de tu temporal letargo. ¡Libera estas pobres almas en pena de su inquebrantable destino!—
¡¡No!!Diana se lanzó de la misma forma que Xefil había hecho hacia aquel peculiar hombre sin éxito y entonces... Sangre. Una daga se había clavado en un costado de la joven haciendo que esta cayese al suelo.
—
Es hora de devolverle el favor.—
¡¡DIANA!!Lyn corrió a toda velocidad hacia la joven. Probablemente todos reaccionamos sorprendiéndonos ante aquello. En todo caso, me lo habría esperado de Xefil.
La Maestra no dudó en ir de frente tirando al payaso e incluso esquivando el ataque del tipo de la armadura marrón.
El fantasma acercó la daga ensangrentada a la armadura volviendo a abserber la sangre. Un destello negro envolvió todo.
Todos los presentes en aquella caverna helada caímos al suelo cuando se inició un violento terremoto. Me quedé de rodillas utilizando a modo de bastón la llave espada para al menos mantenerme en guardia. El único que no cayó fue el fantasma, que no parecía sujeto a las leyes de la física normales.
Los fantasmas que habían estado flotando por la cueva y que había ignorado hasta aquel momento se dirigieron a la armadura que empezó a levitar siendo absorvidas también. ¿Estaba absorviendo almas para restaurar la suya?
Y en el interior de la armadura una figura empezó a formarse. Oscuridad, la sentía tan poderosa... Aquel era el poder de un Dios.
Un grito lastimero inundó todo el lugar, pero era tan fuerte que sentí como mi equilibrio se desvanecía. Cubrí mis oídos como pude con ambas manos, aunque de poco sirvió contra aquella potencia pulmonar que tenía que tener.
Pero... ¿Y el casco? Me di cuenta pronto que aquella criatura negra con cuernos y ojos blancos no tenía un casco. Más bien parecía una ilusión o algo así. Por suerte, recordaba la imagen de aquel ser muy viva en mi mente, al igual que todo aquel combate que tanto me había marcado.
El ser descendió y posó sus pies en tierra firme, se agachó posando su puño también en el suelo
—
Lord Gárland...El fantasma y el de la armadura marrón se arrodillaron ante la armadura cosa que también el payaso hizo tras unos momentos.
Aquel monstruoso ente que había resurgido de los muertos. Un aura mucho más poderosa que la última vez. Consideraba que en aquel momento podría luchar uno a uno contra el Gárland contra el que había luchado en el pasado... Pero contra ese sabía que no tenía ni una oportunidad sin necesidad de Libra.
Simplemente sabía que era extremadamente poderoso.
Nos miró con sus brillantes ojos que parecían dos bolas de fuego que salían del casco. ¿Tanta oscuridad tenía su cuerpo que incluso desbordaba por sus ojos?
Era... Increíble. Pese a que era mi enemigo, tal poder... Lo respetaba en cierto sentido.
Aunque más bien era un intenso miedo lo que en aquel momento sentía.
Mi cuerpo temblaba y me había puesto muy pálido ante la presencia de aquella criatura.
—
Ha pasado mucho tiempo... —dijo con una voz grave y profunda.
—
Lord Gárland —habló el otro que llevaba una armadura también—
. El Emperador Mateus ha facilitado su resurrección. Y os otorga un regalo: vuestra asesina, aquí presente.Gárland miró a Lyn, que se levantó invocando su llave espada. Ya había visto luchar antes a Lyn en aquel combate contra Cerbero, pero verla contra un ser como aquel... Estaba intrigado. ¿Quién saldría victorioso?
El monstruoso ser oscuro empezó a reírse.
—
Ella no es mi asesina. ¿Verdad...? —preguntó.
—
¿Qué? —dudé.
¿No era su asesina? ¿Qué quería decir? ¿Quién sería tan poderoso como para derrotar a Gárland más que la propia Maestra? Y si se suponía que el asesino se hallaba entre nosotros... No, no era posible que estuviese entre nosotros. Los demás éramos aprendices y lo más cercano a matarle había sido yo el año pasado.
Pero su mirada se dirigió a otra persona. Abrí los ojos como platos ante las palabras que tras unos instantes salieron de la boca de aquel monstruo:
—
¿... Diana Thorn?¡Mierda!Aquellas palabras hicieron que me levantase comprendiendo lo que iba a pasar si no hacía algo en aquel momento. ¿Habían atraído a Diana para matarla? ¿Una venganza?
—
¡Nyx! —llamé. El animal, sin necesitar más instrucciones lanzó una magia curativa hacia Diana.
—
Presento mis respetos a Lord Gárland —habló Xefil.
¿Pero este no estaba muerto?—
Traedor de, eh, Maldad y Dios Caído del Olimpo —su forma de actuar me repugnó. ¿Estaba acaso cediendo a convertirse en su esclavo después de todo lo que había hecho?
Fruncí el ceño. Era molesto, demasiado.
—
Tu... —miré a Gárland con odio. A pesar de estar asustado, a pesar de temblar cual flan me levanté—.
¿Que tal por el mundo de los muertos, Gárland? ¿Mucho sol? Se te ve moreno —pregunté con sarcasmo, al fin y al cabo, si Diana había sido su asesina yo de forma indirecta, que había impedido su regreso el año pasado era su cómplice.
Probablemente también querría vengarse de mí.
Y a pesar de que el sentimiento de miedo era mayor en aquel momento que el falso amor que Diana hacía que sintiese quería protegerla. Quería que no la dañaran más.
—
Gárland. ¿Y tu casco? —pregunté de pronto. Si no me hubiese enfrentado a él en el pasado jamás me habría dado cuenta de que aquello era solo una copia barata.
Se suponía que sin él no podía regresar, ¿no? Eso había dicho Kazuki. Que el Alma se concentraba sobretodo en la zona del cerebro y por tanto sin él sería imposible que reviviese. Entonces... ¿Por qué había vuelto? ¿Acaso se equivocaba?
Mejor dicho... El casco, lo recordaba. Aquel inocente había sido controlado por el casco que contenía los pensamientos de Gárland, su alma. También su armadura debía estar imbuida de su esencia, pero no de tal forma... Durante la lucha, la armadura había estado completa, pero cuando había vuelto a ver el cuerpo junto al Maestro del inocente este había desaparecido...
Lo que quería decir una cosa. Alguien lo había tomado. ¿Quién? No lo sabía, pero eso podía significar que tal vez tuviésemos aún una oportunidad de vencer. Tal vez Gárland no podía utilizar sus poderes al máximo o quizás no podría mantenerse en aquella forma mucho tiempo.
—
Yo...Tengo que proteger a Diana—
Gárland, enfrentate a mí —solicité sin saber lo que decía. Debía de haberme vuelto loco por hacer esa petición. Era una maldita sentencia de muerte—.
Esta vez seremos solo tu y yo.Eché una ojeada a Lyn "llevate a Diana mientras gano tiempo" quise decir sin palabras.
Ello pareció revolver mis pensamientos tratando de hacerse con el control de mi cuerpo. Parecía como si quisiese utilizar sus propios poderes para estar igualados pero no. No era eso lo que quería. No estaba dudando en aquel momento.
Apunté con mi llave espada hacia el ser de la armadura.
—
Electro.En cuanto la magia saliese hacia el poderoso ser trataría de esquivar sus ataques ya que dudaba que pudiese bloquear tan solo uno de sus ataques con la espada o cualquier ataque mágico. Gárland era demasiado fuerte.
Nyx también evitaría los ataques, pero no interferiría salvo para curarme en caso de necesidad extrema o que mi vida empezase a peligrar.