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Fuera cual fuese la intención del destino, estos tres fueron los novatos que coincidieron en coger una absurda misión referente a buscar un perro por las calles de Islas del Destino, de la isla principal. Acordaron un punto de encuentro, fuera en Bastión Hueco o en Islas del Destino, y se reunieron a continuación con Licu, el niño del anuncio.
Era un chaval de unos cinco o seis años, de pelo cano y corto, y ojos azulísimos. Tenía una actitud más reservada que el de su conocido amigo Solo, pero se le notaba triste por la pérdida de su perro.
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―Se llama Miki. Tiene dos años y nunca habíamos pasado tanto tiempo separados ―les relató, pasándoles una foto que tenía de él―. Hace una semana que nadie le ve. Y la isla no es tan grande... No sé dónde puede estar.
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―¿Le encontraréis? ―pidió, con ojos suplicantes.