por Nell » Mié Ene 07, 2015 2:59 am
Mientras terminaba las letras de su espectacular muestra de ingenio, Light pareció arrepentirse de sus últimos actos de vandalismo callejero:
—Dios mio… Quizás nos estamos pasando un poco, ¿no crees?
—Cááálmate, esta ciudad es así, no estamos haciendo nada fuera de lo habitual. —En parte era mentira, pero no quería que aflorara la vena de aprendiz justiciero de Light.
Por eso, en cuanto le vio dispuesto, le pasó el rotulador para que él también hiciera su pintada. ¿Quién había sido el genio que inventó el pergamino y les obligó a dejar una fabulosa vida de escribir en las paredes? Con lo bonito que debía ser levantarse por la mañana y ver la creatividad que desbordabas el día anterior. Y puede que aún no tuviera suficiente dinero para comprar la casa de enfrente para contemplar diariamente lo que estaban haciendo Light y ella, pero nada le impedía pasarlo a su cuarto en Tierra de Partida…
Por entonces, Light ya había empezado con un único nombre: Ragun. Ya solo con eso Hana se desternilló con la risa tonta, puesto que le conocía.
—Oye Light, hazle fotoooo —le pidió cuando estuvo más o menos serena de nuevo. Necesitaba la imagen para recrear el mural en su pared.
—¡¡Eh!! ¡Panda de sinvergüenzas!
—¡LA POLI! —exclamó estúpidamente, rebotando del susto.
Tardó en darse cuenta de que no había ningún guardia ni soldado, ni mucho menos sirenas (de las de ruido, no las otras) que les arrinconaran, y en seguir la mirada de Light para ubicar a la vecina molesta.
—¿¡Qué es eso de ir pintando las casas de los demás!? Esperad que baje y os dé una…
—¡A pastar, vieja!
Comenzó a devolverle toda la palabrería malsonante con las memeces que creía divertidas y que se le ocurrían, mientras Light terminaba su trabajito en el muro. Cuando le vio retirarse y le devolvió el rotulador (¿sabría cómo quitar la pintada la señora? Esperaba que no), contempló las grandes letras que había escrito.
Al principio, no reaccionó. Se quedó mirándolo con los ojos entrecerrados, pensando por primera vez que tal vez sí que estaba muy borracha y no leía bien, porque juraría que ponía RAGUN UHA.
—¿Qué coño, Light…?
¿Único y hermoso amante...? Sí, llegó a esa conclusión ella solita.
No le respondió, porque el aprendiz había vuelto a iniciar otra de sus carreras. Y como venía siendo habitual ya, Hana le siguió sin rechistar ni pensarlo. La vieja en sí, como todo lo demás, le importaba un bledo y no se había parado a reflexionar que quizá sí estaba bajando para meterles una zurra... y que lo primero que hallaría sería la meada de Light.
—No sé qué significa exactamente, pero una tal Queiri de Islas del Destino empezó a llamarle eso a Ragun cuando él y yo comimos de una fruta llamada paopu —le explicó durante la maratón— . Por cierto, ¿sabes que significa seme?
—Ni idea, tío… —Ella sí que estaba flipando de que no supiera el significado de lo que había escrito, y no estaba dudando entre explicárselo o no.
Pararon, y fue esta vez Light quien se alejó a vomitar un momento. Sí que había sido duro el jodido Bloody Ryota. Hana silbó con alegría, porque al final no era la única que echaba la papilla. Sin embargo, había algo raro con Light desde hacía rato… no paraba de correr, como si… como si huyera de algo.
—Light —le llamó, situándose a su espalda y hablándole mientras seguía a lo suyo—. Te noto tenso. ¿No estará algo rondándote por la cabeza, verdaaaad…?
Esperó a que terminara y a que él mismo le respondiera. Fuera lo que fuese lo que le dijera a Hana, esta ya había decidido qué hacer a continuación con él, para relajarle de una vez.
—Light —repitió, poniéndole las manos sobre los hombros y mirándolo de frente—. Voy a llevarte de rameras.
Si algo había aprendido Hana en su vida con los piratas, era que nada les contentaba más a estos que «irse de rameras», fuera lo que fuese que significara aquello. Salían una noche de mal humor y volvían frescos y felices. Siempre había tenido curiosidad y estaba dispuesta a descubrir de una vez por todas aquella noche qué diablos significaba.
Y si de paso ayudaba a Light, mejor.
—Conozco un sitio cercano. —Como tal, no lo conocía, pero había escuchado que ese lugar era al que se solía acudir de rameras—. Pero esta vez, vamos andando. Ya verás, te van a dejar como nuevo, aunque no sé si habrá rameros para pedir.
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