Funcionó. Más o menos. La loba (tras empujar violentamente a la gata y al ratón) utilizó la nueva magicita para volver a generar el velo mágico alrededor del gigante, que estaba distraído por los ataques de todos. El lince tuvo que salir por patas del lugar, por supuesto, para evitar que le aplastara. Poco después, la magia de la piedra funcionó del todo, y el coloso desapareció. Encerrado en el cristal, supuso Ban.
―Al fin eres mío, Titán. ―El aprendiz arqueó una ceja, mirando con desconfianza a la loba. ¿Su voz había cambiado o era impresión suya? Algo no iba bien―. En cuanto a vosotros, ya no os necesito para nada.
Pero nada bien. El primer afectado fue Simbad, que quedó paralizado en pleno vuelo. ¡Magia temporal! Y no se quedó ahí: una especie de brecha espacio-temporal se abrió casi a lado del guepardo, amenazando con tragarle. Mal asunto. Por suerte para todos, la aparición de una garza que atacó a la loba salvó al aprendiz de Bastión Hueco de su paralización.
Spoiler: Mostrar
―Tú no eres Iwashi. ¿Quién eres realmente?
Ban sí que reconoció esa voz: ¡Nanashi!
―Una bruja que ya conseguido lo que venía a buscar. No puedo arriesgarme a que me lo arrebates.
»Volveremos a vernos. Muy pronto.
Ninguno tuvo tiempo para detenerla cuando un portal se abrió a sus pies. Sin embargo, sí que pudieron ver su auténtica forma antes de desaparecer del todo: de una mujer vieja y fea vestida de forma extravagante. Ugh.
Spoiler: Mostrar
—Sabía que de Wix no puede salir nada bueno.
Nanashi invocó un portal de luz con el que volver a Bastión Hueco. Cuando ella regresó con Nicoxa, ya todos humanos y en la sala de los tronos, tocaba la charla de «qué demonios ha pasado».
―Contadme todo lo que sepáis. Qué habéis averiguado sobre los sincorazón, de dónde ha aparecido ese gigante y quién era esa mujer que se hacía pasar por Iwashi.
Ban contó a regañadientes su experiencia en las Tierras del Reino. Los temblores, los cachorros de león, la hiena loca, los sincorazón, la aparición del gigante, y lo poco que había dicho esa loba de la que sospechó desde el principio, pero se justificó con que no tuvo tiempo material para interrogarla al estar siendo atacados por el coloso.
―Era imposible prever que pudiera ocurrir algo así. Buen trabajo a todos; te has encargado bien de ellos, Simbad. Indagaré yo misma sobre lo ocurrido y os haré saber todo lo que averigüe. Ahora, id a descansar. He de suponer que después de lo de hoy necesitáis algo de calma. Pero mañana me traéis cada uno vuestro informe.
—Querido diario: hoy casi muero de nuevo, esta vez aplastado por un gigante. ¡Eh, sería una muerte nueva! —masculló Ban, arrastrando los pies de vuelta a su cuarto.
«Oh, venga ya. Ellos no.»
Ronin y Wix. O Iwashi, o como quisiera llamarse ahora. Nanashi les había llamado a los tres de la misión en Tierras del Reino para reunirse con ella en los balcones (primero en la sala del trono, donde Shinju les echó a patadas hasta allí) donde se encontraron a la maestra sentada en una mesa... Con ellos. Ban no pudo evitar que se le escapara una mueca de desagrado al verlos.
El idiota del parche y su ex-maestra que intentó matarle. ¡Genial!
―¡Ajá! Así que les estábamos esperando a ellos.
―Porque son los primeros interesados en conocer la verdad.
―Sentaos. He traído pastitas de té y magdalenas.
Ban tuvo que apretar mucho los dientes y los puños para no responderle una burrada. O para no coger una pastita y tirarla por el balcón. Sí, claro, después de que le envenenase en el pasado iba a volver a comer algo suyo. No estaba tan loco.
―¡Y yo el té!
―Eso no hacía falta, la reunión va a ser breve. Y ni siquiera sé por qué estás tú aquí.
―Me encontré con Iwashi en la cocina, haciendo las pastitas, y le pregunté «¿Adónde vas?» y me dijo «A Bastión Hueco», y le dije «¿A qué?» y ella «A ver a Nanashi». Y quise saber si podía acompañarla, y me dijo que no porque te ibas a enfadar. Así que me puse a hacer el té. Es té rojo, el que te gustaba, ¿no?
Se sentó, pero de mala gana y con los brazos cruzados. Aunque le llenaron el vaso y le ofrecieron comida, no probó ni un bocado. Estuvo tentado de alertar a los demás del historial con la comida de Iwashi, pero aquello habría levantado preguntas incómodas sobre cómo sabía él eso, y fijo que Nanashi se enfadaba. Así que prefirió guardar silencio, mordiéndose casi literalmente la lengua.
―¿Vas a explicarnos quién era esa mujer y de qué la conocías?
―Claro. Desperté hace… ¿cuánto? ¿Un mes? Algo así. No volví directamente a Tierra de Partida. Quería comprobar por mí misma varias cosas y prefería pasar inadvertida. Estuve varios días en Tierras del Reino. Por entonces ya habían comenzado los temblores. Investigando esa zona, el cementerio de los elefantes, me encontré con ella. Intentó engañarme usando a algunas de las hienas. Parece ser una bruja con el poder de adueñarse de las mentes y de cambiarse a sí misma de apariencia. Estaba examinando la zona, muy interesada en piedras como la que me mencionaste. El caso es que luchamos y se esfumó. Me quedé un tiempo más para esperarla, pero no volvió a aparecer. Y me fui.
―Y tu negligencia hizo que mis aprendices tuvieran que enfrentarse con una bruja y un titán. ¿Por qué no lo reportaste?
Esta mujer tenía más razón que una santa.
―Nanashi…
―Tienes razón. Debí suponer que solo la había ahuyentado durante un tiempo. Y supuse que me rencontraría tarde o temprano con ella, en algún otro mundo, después de que abandonara Tierras del Reino.
―¿Qué más sabes?
―Poco más. Se llama Ultimecia. Y forma parte de los Villanos Finales, aunque esa conexión la descubrí hace poco.
Un escalofrío recorrió a Ban de arriba a abajo al escuchar las palabras "Villanos Finales". Así que esa mujer trabajaba para el diablo...
―¿Cómo?
―Eso no puedo decírtelo.
―Por eso les reconoció como aprendices. Y usó tu aspecto a su favor.
―En realidad ni siquiera podrían haberme reconocido en ella. Ninguno me ha visto bajo mi aspecto animal ―Para sorpresa, se dirigió a los tres aprendices―. ¿Me queda bien, eh?
―Cuidado, suena a pregunta trampa.
—No —gruñó Ban, intentando no mirar demasiado a Iwashi.
―Me parece que eso es todo lo que queríamos saber. A menos de que queráis preguntar algo más
—¿Cómo podemos saber que esa Ultimecia no está suplantando a Iwashi ahora mismo? —La señaló, de forma acusadora—. O que no lo hará en el futuro.
No pensó demasiado la pregunta, pero o la decía o reventaba. Aceptó la respuesta, ya fuese positiva o negativa, con un simple gruñido, y esperó a que les dejasen irse para volver a su cuarto a toda prisa. Por supuesto, en ningún momento comió ni bebió nada.
De momento, prefería olvidar al gigante que casi le aplastó.
Spoiler: Mostrar