por LightHelco » Jue Abr 06, 2017 11:25 pm
—Esto no es un juego, sino la vida real, así que espera un momento —le recordó el portador desplegando un mapa, Dos al verlo hizo lo mismo con el suyo propio sobre el visor —. Has tenido suerte. Hacia el otro lado no hay salida, así que vamos por tu camino. Pero ojo avizor ¿eh?
—Ya decía yo que debía haber una razón mejor para que yo eligiera un camino, ¡lo tenía archivado! —Dos se golpeó la cabeza con el puño de forma ligera —. Y no se preocupe, señor Simbad, tendré mis sistemas oculares listos para detectar cualquier amenaza.
Por detrás del hombre, la droide desfiló intentando imitar a su compañero de delante y tratando de hacer el menor ruido posible, aunque en ocasiones era difícil aunque sus pies estuvieran acolchados. Tras bastante caminar, llegaron a una sala abierta y cubierta por aquel moco que Dos no pudo impedir tocar y examinar.
—¡Ah! Perdóneme, ha sido la costumbre. ¡Vaya! ¡Menuda maquina!
El dedo de la droide señaló entonces a la extraña y terrorífica cabeza de carnero que había en el centro de la sala. Movida por la curiosidad, Dos fue acercándose a la máquina para inspeccionarla, colocando sus manos sobre ella mientras las cámaras de los ojos de la robot escaneaban el exterior.
—Que aparato más extraño, se parece a ciertos mamíferos con cornamentas, ¿cómo eran? Ah, sí, ¡carneros! —la droide recordó antes de meter la cabeza en el interior y darse de lleno con los centenares de cables que había dentro —. Por suerte parece estar desactivada, aunque si pudiera repararla y ponerla en activo nuevamente, descubriría su funcionamiento… ya que no paro de ver piezas que son desconocidas incluso para mí.
Mientras Simbad miraba por las camillas, Dos se dispuso a toquetear los cables del extraño invento y con la ayuda de su escáner, ir descubriendo dónde iba cada uno de ellos. Aunque en un momento, al agarrar un gran cable algo pelado y enchufarlo, recibió tal descarga que cayó redonda al suelo antes siquiera de poder gritar.
Las cámaras de los ojos de Dos se abrieron al máximo y la luz de ellas se apagó, al igual que lo hizo la de la nariz, dejando a su compañero en la completa oscuridad. La droide había caído de espaldas, con la tapa que ocultaba su panel de control a la vista.