GRACIAS POR TODOEl cuerpo de la Dewong cayó al suelo tras recibir la potente embestida del Pidgeot del rival. La llamé por su nombre para intentar que se levantase y hacer uso nuevamente de una poción para tratar sus heridas. Pero no hubo respuesta, nuevamente había dejado que uno de mis Pokémon viera su vida finalizada en mis manos.
—Lo siento, Jess. Tuve que haberlo previsto —murmuré más decepcionado con el fatal error que había cometido que dolorido con la muerte de Jess —. Es… es tu turno, no tengo otra elección que enviarte a luchar —le hablé entonces al Pokémon que se encontraba tras de mi sin llegar siquiera a mirarlo, no estaba seguro de si desviaba la mirada para no ver su rostro decepcionado o por miedo a que el corrupto Pidgeot de nuestro rival se abalanzara antes de tiempo.
Mi Pokémon dio varios pasos hacia adelante con la cabeza agachada y la mirada perdida. No era su primera perdida, siquiera la segunda, Jess había sido su tercera pareja y ahora ya no estaba. Pero tenía claro que al igual que yo, el Hypno no estaba dolido por la pérdida de la Dewong, no, llevaba en ese estado desde la muerte de Jeannie, sabía que ya no podía mantener el ritmo del resto, que iba quedándose atrás. El tapir había sido consciente de que Jeannie era la que le había mantenido con vida desde que nuestro encuentro con Erased Data. Todos lo habíamos sido, mas yo había querido seguir confiando en uno de mis más veteranos compañeros de equipo, creía que aun podía luchar y salir vencedor en las batallas.
—Intentemos la táctica de siempre, confúndelo y después sigue con Hipnosis —le pedí al Hypno cuando este se preparó para la batalla —. Sé que puedes hacerlo, Xefil, quizás no tengas el potencial de un Alakazam, pero sigues siendo un Campeón de Liga.
Xefil no me contestó, siquiera se volvió para al menos hacerme un gesto y dejarme ver que lo había entendido. Estaba cansado de todo aquello, harto de tanta batalla y tanta muerte, el Hypno no podía soportarlo más y su actitud lo demostraba. Y le entendía perfectamente, pero no iba a dejarle ahora, necesitaba que ganara aquella batalla, sería su última batalla lo tenía claro, pero al menos quería verle irse de forma triunfal.
Antes de que empezara la siguiente ronda una terrorífica risa silenció a todo el mundo consiguiendo que se me pusieran los pelos de punta. El Líder de Gimnasio Azul había estallado en carcajadas al ver la situación de Xefil, aunque tampoco es que pudiera decir que me encontraba peleando contra el propio Azul, desde que había sacado a su Arcanine, su tono, forma de hablar y aspecto habían cambiado al empezar a ser poseído por Erased Data y este deseaba verme muerto lo antes posible.
—Qué bonito es ver cómo ni tus Pokémon mantienen la esperanza para salir adelante en esta lucha —río el Líder cruzándose de brazos —. Pero tú puedes seguir creyendo en ellos, adelante, así la derrota será aun más amarga para ti y gratificante para mí.
—¡Aquí el único que va a caer eres tú, Erased! —bramé alargando el brazo para dar mis órdenes —. Xefil, Contoneo sobre su Pidgeot y sigue con Hipnosis.
—Ya has oído, plumífero, destrúyelo con Retribución antes de que pueda hacer nada.
El ave se lanzó contra Xefil a una velocidad endiablada consiguiendo golpearlo de lleno y obligándole a retroceder. Grité el nombre del Hypno en un acto reflejo justo para ver como este le sonreía al Pidgeot insistiéndole que le golpeara aun más fuerte, que aquella embestida no habría sido capaz ni de tumbar a un Sunkern. El Contoneo funcionó a la perfección ya que el pájaro no tardó ni un segundo en volver a lanzarse contra el tapir, pero su enfado lo llevó a fallar el golpe y acabar estampándose contra la pared más cercana.
—Estúpido, pajarraco ¡Deja de pegarte contra los muros y destruye a ese Hypno! —exigió Azul bastante molesto con nuestra táctica.
—¡Ahora, Xefil! ¡Duérmelo con Hipnosis!
El Hypno levantó la mano con la que sostenía el péndulo preparado para cuando el Pidgeot se girara para mirarlo y así poder atraparle con su Hipnosis, estando tan loco como estaba debido al Contoneo el dormirlo tendría que ser sencillo cuanto menos. Porque lo era, ¿verdad? No era la primera vez que usábamos esa táctica y siempre había llegado a funcionar, pero aquel pájaro se acercaba a gran velocidad y sus movimientos eran tan confusos que era imposible saber si miraba a Xefil o a otro lado.
—¡Xefil a un lado! —grité a la desesperada al ver que el enemigo estaba ya a un metro de mi Pokémon.
Demasiado tarde, el ave arrolló a Xefil con tal fuerza que lo arrastró hasta el otro lado del gimnasio y dejándolo allí tirado sin fuerzas y con varias heridas sangrantes. Sin perder ni un segundo, saqué varias pociones y corrí hasta mi compañero para asegurarme de que aun respiraba. Suspiré aliviado al ver que el Pokémon seguía consciente y vivo, por lo que abrí uno de los espráis para empezar a aplicarlo sobre sus heridas cuando Xefil puso su mano delante del recipiente impidiendo de esta forma que el contenido llegara a su cuerpo.
—¿Qué estás haciendo? Si no te curo ahora en el siguiente ataque te matará —le reñí al Hypno apartando la Hiperpoción e intentando echársela en algún otro lado, pero nuevamente usó su mano para impedir que le curara —¡Xefil, por favor, esto es serio! ¡Podrías morir si no te curo!
Este se quedó mirando a la nada como si no me escuchase. Siempre me habían dicho que los Pokémon Psíquicos eran seres inteligentes y lo había comprobado en varias ocasiones con Xefil, pero no entendía aquel comportamiento. ¿Por qué no quería que le curase? Lo que estaba haciendo era una estupidez y no tenía ningún sentido.
—¿Cuántas pociones te quedan? —habló finalmente pillándome con sorpresa con aquella pregunta, aunque no tuve ningún problema respondiéndole que quedaban cinco Hiperpociones y tres Pociones Máximas —. Entonces ahórrate el usarlas.
—Que… ¡¿Qué estás diciendo?! ¡No voy a dejar que ese Pidgeot te mate!
—Fíjate en él —pidió mirando directamente al ave, algo que yo también hice para comprobar con horror el estado en el que se encontraba —. Ha recuperado la razón, ya es cuestión de tiempo que su Retribución acabe conmigo, es por ello que prefiero que te ahorres las pociones, ni usando todas podrías salvarme.
Me daba rabia admitir que el Hypno tenía razón, los ataques del Pokémon rival eran demasiado poderosos tras el Contoneo que había usado Xefil y nada me garantizaba que pudiese resistir un golpe lo suficiente para poder realizar un contraataque rápido. ¡Pero Xefil no podía morir! No era capaz de dejarle ir de vuelta al campo de batalla para que recibiera el golpe de gracia, ¿qué clase de entrenador sería si permitiera aquello? Xefil había pasado tanto tiempo en el equipo que ya era algo más que un compañero de viaje, era un amigo que todos queríamos y que en el caso de que se fuese echaríamos de menos.
—No creas que esto me hace odiarte —siguió hablando el tapir intentando sonreír en esta ocasión —. Porque al lugar donde iré también estarán ellas… Hana, Jeanne… me deben de estar esperando desde hace tiempo, después de todo un Hypno no debería haber aguantado siquiera la Liga —el Pokémon rió con voz cansada destrozándome por completo.
—¡No me importa como de potente sea tu especie, Xefil! —salté agarrándole el brazo para bajárselo y aplicar la condenada Hiperpoción —. Eres nuestro amigo y eso es suficiente razón para mantenerte con vida.
—Lo sé, es por ello que debo hacer esto —volvió a mostrar aquella sonrisa llena de tristeza a la vez que sus ojos brillaban.
Necesité varios segundos para darme cuenta de lo que Xefil estaba intentando hacer, pero para cuando me di cuenta todo mi cuerpo había dejado de responderme, estando totalmente controlado por el Psíquico del Hypno. Grité y supliqué para que me liberase de su ataque, no era yo contra el que debía de usarlo, si no el Pidgeot ¿Por qué lo estaba haciendo? ¿Por qué estaba tan empeñado en acabar con su vida? La poción se escapó de mis manos y fue cerrada por el Pokémon antes de caer al suelo. Una de mis Pokéballs también escapó a mi control y guiada por el poder de Xefil se abrió de par en par dejando así salir a un Ampharos que se sobresaltó al ver la escena que tenía delante.
—Sir Xefil ¿Qué está haciendo con el señorito? —preguntó alarmado el tipo Eléctrico al vernos.
—Impedir que cometa una imprudencia, Edge, una con la que intente salvarme. Pronto te tocara a ti luchar, compañero, es por ello que quería que estuvieses aquí —fue la excusa que dio Xefil antes de levantarse y poner su péndulo a pocos centímetros de mi cara —. Mi tiempo con vosotros ha terminado, es por ello que quiero pedirte que cuides bien de Master, ya que te necesitara a su lado a partir de ahora.
Hasta ahora había conseguido retener las lágrimas, pero ya me era imposible. Xefil iba a dormirme para que no viera como moría, sabía lo mucho que sufría al ver a todos y cada uno de ellos dejar de respirar y teniendo que sacarlos por mi propio pie del lugar para poder así enterrarlos. Quería librarme de todo aquello, de ver a uno de los más veteranos del equipo morir… salvarme de ser testigo de cómo un amigo desaparecía para siempre. Seguí luchando al Psiquico que retenía mi cuerpo con lágrimas en los ojos, no quería que Xefil se fuera para siempre, era un amigo y los amigos tenían que mantenerse unidos.
—No te culpes por esto, era algo que iba a ocurrir tarde o temprano —me habló con suavidad poniéndome una mano sobre la cabeza y manteniendo en la otra el danzante péndulo —. Es por ello que no quiero que veas esto, porque no quiero que tengas un recuerdo tan duro de mí, es mejor si me sigues recordando como el Hypno al que llevaste hasta la cima de la Meseta Añil y coronaste como Campeón.
—No, Xefil, por favor ¡Tiene que haber otra solución! No puedes dejarnos ahora que estamos tan cerca —mis ruegos no servían de nada con el Hypno y la hipnótica moneda ya me tenía completamente atrapado. Poco a poco mi voz fue perdiendo fuerza y mis ojos empezaban a cerrarse debido al sueño.
El control que había mantenido mi cuerpo inmovilizado desapareció en ese momento dejándome así caer en los brazos de Edge, o al menos supuse que debía ser él quien me agarró en ese momento. Casi no podía ver nada entre las lágrimas y el sueño, mas pude distinguir el rostro de Xefil. Quise imaginármelo sonriente, porque de esa forma quería que lo recordarse y era la mejor imagen que podía acompañar a las últimas palabras que recordaría de él para siempre:
—Gracias por todo, Master.
* * *Cuando desperté vi que me encontraba abrazado al Ampharos en un pequeño claro con lago. El Eléctrico bajó la mirada al moverme y aflojó su agarre para que pudiese sentarme con propiedad.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué estamos en la Ruta 22? —le pregunté confuso al Ampharos.
Este simplemente sonrió y me enseñó una pequeña medalla con forma de pluma blanca y verde, la Medalla Tierra del último Gimnasio, el que habíamos estado peleando antes de que me durmiese ¿La habían conseguido? Entonces podía ser que él estuviese vivo, si era nuestra lo más probable es que todo mi equipo estuviese sano y salvo.
Pronto cambié de opinión al fijarme en las marcas de sangre que cubrían a Edge, aunque en un segundo repaso me di cuenta que no tenía ninguna herida abierta, simplemente era sangre que le había manchado el cuerpo. Quizás fuese la de Jess, la Dewong había muerto en el combate contra el Pidgeot, seguramente el Ampharos se había encargado de llevarla fuera del Gimnasio.
—¿Dónde está Xefil? Está bien, ¿verdad?
El que Edge desviase la mirada en aquel momento fue suficiente para hacerme ver la cruda realidad, aun así necesite que me lo dijera para no seguir manteniendo mis ilusiones.
—Lady Rhía y los pequeños se han encargado de darles una ceremonia de despedida como se merecen, sobre todo a Sir Xefil —me contó Edge con tristeza, incluso él estaba dolido por la pérdida del Hypno —. No solo fue un admirable compañero de batalla, si no un honorable amigo al que ninguno olvidaremos. Siempre se mantuvo firme ante las desgracias como esta y creo que ahora a nosotros nos toca seguir su ejemplo.
No le deje más tiempo al Ampharos para hablar ya que inmediatamente me abracé a él con fuerza hundiendo mi rostro en su cuerpo. Las lágrimas volvieron a mis ojos cayendo sobre el suave pelaje del Pokémon, que no dudo ni un segundo en rodearme con sus brazos para que me calmase. Algo que dudaba que fuese posible.
—¿Por qué tiene que pasarnos esto? ¿Por qué no puedo simplemente llevaros sin tener que preocuparme porque muráis?… ¡No es justo! —sollocé casi de forma que no se me oía al estar tan pegado al Ampharos.
—Yo también desearía que las cosas fuesen más simples, señorito Master —Edge acompañó aquellas palabras pasándome la mano por la cabeza —. Pero es por esto por lo que luchamos, para que la injusticia de Erased Data no llegue a otros, para salvar este lugar al que llamamos hogar.
Erased Data. Él era el culpable de todo, el que me había corrompido de forma que todos mis Pokémon muriesen, el que había tomado a Game como prisionero para usarlo en la destrucción de Johto y Kanto. Por él estaba sufriendo de esta manera, él tenía la culpa de que Xefil y los demás no estuviesen con nosotros.
—Pienso acabar con él, no le dejaré escapar tras esto —declaré finalmente mirando fijamente a Edge —. Le haré pagar por todo lo que nos ha hecho, sufrirá por las muertes de nuestros amigos.
Me levanté con ayuda de Edge y quedé frente a la enorme montaña que se alzaba al otro lado de la Calle Victoria, el Monte Plateado. El solo mirarla ya hacía que me temblara todo el cuerpo, pero tenía que ser fuerte, prepararme para la batalla que libraría en la cima.
—Que el sacrificio de Xefil no sea en vano, venceremos a Erased y acabaremos con esta locura para siempre.
—Y yo estaré a vuestro lado, señorito Master —sonrió el Ampharos colocándose a mi lado —. Le doy mi palabra de que le acompañaré incluso al mismísimo Mundo Distorsión para hacerle salir victorioso.
Le devolví la sonrisa a Edge recuperando la confianza. Era el más veterano de mis Pokémon y si él veía que podíamos vencer, entonces es que venceríamos.