El gitano tenía la cara llena de lágrimas, lo que provocó que su captor dijera algo sobre sus éstas y golpeara la pared de enfrente mientras se inclinaba para incomodar más al muchacho.
—¿Dónde se encuentra? —Preguntó. ¿Dónde se encuentra? ¿El qué? Me moría de la curiosidad.
Tras un breve silencio, el otro encapuchado se acercó y tomó del hombro al gigante que tenía agarrado al niño. Me sorprendió que se apiadara:
—Eh... Puede no saberlo. Mírale la cara, es un crío....
—Eres más blando que un bollo recién horneado —no se por por qué, pero me esperaba esa reacción—. Esto es algo personal. No puede ocultarlo por mucho tiempo.
¿Algo personal...?
El gitanillo comenzó a insultarle tan infantilmente como el Sábado pasado. Gédéon me hizo la seña, disolviendo cualquier duda que tuviese y la lluvia de cacharros descendió en picado hacia los encapuchados. El esbelto se tapó la cabeza, pero el otro sin inmutarse, recogió uno de las cazuelitas y dijo mientras extendía su mortífero brazo hacia nosotros:
—Este no es el respeto que merece un instrumento de cocina. ¡Esquirla!
Sin saber aún cómo, la fachada de Gédéon se vino abajo. ¿Magia? ¿Brujería? No me dio tiempo a preguntarme nada más cuando vi el cuerpo de mi amigo precipitándose hacia el suelo. Noté como sus huesos crujían y alguno se rompía, de su nariz brotaba sangre grotesca. El matón volvió con sus quehaceres con el niño, estampándolo de nuevo contra la pared.
Piensa rápido y vivirás más, me decía mi madre. Recordé sus gritos cuando llegó la Inquisición, los llantos de mi hermana, la suave voz de mi padre... y vislumbré a Gédéon muerto en el mismo callejón donde estaba. No dejaría que eso sucediera, ojalá fuera mucho más fuerte. Todo por un mísero puñado de platines.
Rompí una cacerola contra el suelo y me quedé una de las partes afiladas. ¿El plan?: Precipitarme al vacío. Si tenía suerte y caía sobre el sujeto larguirucho sin menos daños que algunas costillas rotas (salté de forma que ojalá así fuera), me precipitaría con el puñal en ristre y mataría a aquel hijo de mil padres "asesino de fachadas y mejores amigos".
Cerré los ojos, tomé impulso y el viento me azotó la cara.