Hora del desayuno. ¿Razones por las cuales no tenían entrenamiento intensivo ese día? Una misión. ¿Razones por las cuales Lyn no las había levantado de madrugada? Ronin.
—Subid al tercer piso, segunda puerta al final del pasillo, cuando terminéis.
Todavía les duraba la sorpresa. Después de lo que pasó en La Red, Ronin no se había dejado ver y los rumores sobre una creciente y densa depresión habían crecido como bolas de nieve que rodaban ladera abajo por la montaña. Sin embargo, por alguna razón que ninguna de las dos aprendizas llegaría a saber, el Maestro de Maestros había roto su voto de reclusión tras convocarlas expresamente para una misión importante en Port Royal.
Sólo se encontraban ellos en la sala de la citación: Ronin, Jeanne y Fátima. Ningún aprendiz más, ningún otro maestro. Fátima podría reconocerla, era dónde se habían llevado a cabo las investigaciones sobre la espada de Cortés durante todo el mes pasado.
La sala no estaba vacía: Una larga mesa, llena de mapas intrincados de mareas, ocupaba el centro. Diagramas colgaban de algunas paredes, también bastantes fórmulas matemáticas, por alguna razón. Ronin no prestó atención a ninguna de esas cosas y fue directamente al grano. Parecía que nada del antiguo maestro risueño, jocoso y guasón, quedaba en él. Era como si todo su buen ánimo, su carácter anterior, hubiera desaparecido con la declaración de guerra. Ronin las hizo sentarse en la cabecera despejada de la mesa y desplegó un mapa holográfico frente a ellas. Un mapa de Port Royal, con sus cientos de islas diseminadas por el Mundo. Varios puntos de color rojo parpadeaban en algunas, cada uno acompañado de un punto negro, salvo algunos que no lo estaban.
—Fátima se sabe la mitad de la historia, así que presta atención Jeanne —Ronin sonaba demasiado serio para ser él, incluso más serio que cuando en sus mejores tiempos estaba serio. Con una mueca añadió—. Intentad quedaros con todo, no tenemos mucho tiempo.
«Hace un mes, un equipo de búsqueda en el que estaba Fátima, trajo un objeto de Port Royal, la Espada de Cortés. Normalmente no haríamos algo como eso, pero en Port Royal, aún no sabemos por qué, existen ciertas cosas que generan una mayor cantidad y actividad de sincorazón. En el caso de la espada era una maldición. Rebecca y yo dirigimos una investigación para saber a qué se debe la existencia de dichos objetos, y si una vez neutralizadas las propiedades que invocan a la Oscuridad, pueden continuar usándose —Ronin señaló entonces el mapa y sus puntos—. Los puntos rojos son los ataques de sincorazón registrados en el último año. Los puntos negros son los objetos. Como veis, no todos los ataques de sincorazón son generados por un mediador ajeno, pero sí la gran mayoría.
Ronin amplió el mapa con un leve movimiento de dedos y ocultó los símbolos, dejando a la vista una isla, que por la forma, Fátima reconocería bien de haber viajado a ella recientemente: Tortuga. Dos pequeños textos de diminuta letra azul se escribieron solos sobre la isla, uno en la montaña que la coronaba, otro en el puerto. Si aguzaban la vista podrían leerlos:
Nombre: ???
Alineamiento: ???
Rey del Puerto:
Nombre: ???
Alineamiento: ???
—Esta misión es importante. No diré sencilla porque no lo es, pero espero éxito en ella. Rebecca ha comparado la frecuencia de las apariciones masivas de sincorazón con hechos pasados en Port Royal y encontrado una coincidencia. Hay un barco pirata que los manifiesta donde atraca durante sus incursiones y quiero eliminar ese punto negro. Así que iremos a Tortuga, recabaremos información sobre dicho barco y nos desharemos de él. O de lo que sea que vaya en él que genere a los sincorazón.
»Confío en que la experiencia de Fátima con esta situación y sus viajes complementen el conocimiento de su propio Mundo y la desenvoltura de Jeanne. Necesito que seáis un equipo.
El maestro apagó entonces el mapa.
—¿Preguntas?
—Quiero que seáis un equipo para esta misión, ¿me habéis entendido? —La voz de la maestra Nanashi resonó dura y fría en la más aún dura y fría sala del trono de Bastión Hueco—. Adam, ¿estás atendiendo?
Era de mañana y la maestra había convocado a los tres aprendices para algo importante. Algo importante en Port Royal. Parecía ser un asunto que producía cierto resquemor en la mujer, pero ninguno —Bueno, quizá Adam sí— se atrevería a preguntar. Nanashi no se detuvo con rodeos y fue directa al grano.
—Hay un barco pirata en Port Royal que está ejerciendo una influencia desmesurada sobre los sincorazón, los hace aparecer allí donde ataca y quiero saber por qué y cómo lo hace. Por eso quiero que actuéis como un equipo. Simbad es el más veterano de los tres aquí, quiero probar sus dotes estratégicas. Adam, eres muy fuerte, serás un buen apoyo en combate. Y Lastic... Puede que acabes de llegar, pero esto te servirá como experiencia. Cualquier habilidad que puedas ejercer en beneficio de tu equipo y la misión, úsala.
La maestra guardó un momento de silencio, como si pensara en algo que ellos no podían saber. Finalmente se irguió un poco más en el trono y continuó:
—Ahora bien: Si averiguáis quién o qué está detrás de los sincorazón y podéis acercarlo a nuestros intereses, hacedlo. Si no podéis, deshaceos de ello. —No parecía que la misión tuviera mucho problema más aparte de eso, lo cual podía ser fácil, o no, dependía del punto de vista de cada uno—. Una última cosa antes de que os vayáis —Añadió antes de despacharlos—. Si por algún casual os encontráis con miembros de Tierra de Partida, no dudéis.
»Eliminadlos.
Un gesto de su mano bastó para por finalizada la audiencia. Ella había dejado claro las directrices, no necesitarían preguntar nada más. Con la información de la misión en su poder, los aprendices podían ya prepararse y poner rumbo a Port Royal.
¿Serían capaces de tener éxito en la misión?