—¿Se puede saber cuánto tiempo me van a tener esperando esos inútiles?
Alexis Blackhood se recostó en el asiento principal de la sala del trono, apoyando su cara de hastío y aburrimiento en su palma derecha. Así llevaba desde hace media hora, gruñendo y soltando algún que otro improperio que tendrían como únicos oyentes a los otros dos aprendices que la acompañaban en la estancia. Una lástima para Simbad y Jhonny que la batería de la videoconsola portátil de la chica, lo único que la mantenía callada y entretenida en su mundo, no hubiese durado algo más que diez minutos.
¿Y a que se supone que estaban esperando? Pues a los tardones que faltaban por venir. Resulta que Alexis buscaba a gente para una misión, pero tan solo pudo hacerse con el gitano y el chico nuevo. Entre las demás misiones y las reparaciones en Tierra de Partida, el bastión no disponía de tantos candidatos libres como le gustaría.
Lo cual no le dejó más remedio que recurrir a la aborrecible opción de solicitar a los maestros del otro bando que le mandasen a alguien más. Se suponía que ahora ambas Órdenes colaboraban y tal… Claro que seguía sin hacerle ni pizca de gracia rebajarse a ese nivel.
De pronto, un Portal de Oscuridad se formó en pleno centro de la sala. Una figura femenina y envuelta en un kimono surgió del amasijo de zarcillos negros, presentándose ante los demás dando saltitos y con una voz cantarina.
La Maestra Yami.
—¡Holaaaa, chocobitos de Bastión Hueco! Perdonadnos por la tardanza, pero nos ha costado encontraros a más pajaritos libres para vuestra excursión. ¡Y no se la podían perder por nada en el mundo!
Alexis entornó los ojos y masculló entre dientes un «La que faltaba…» que solo Simbad y Jhonny llegaron a escuchar. Por otra parte, los tres “pajaritos” que acompañaban a Yami fueron saliendo del Portal para reunirse con el resto. Alec, Xefil y Lawrence tuvieron que cancelar todos sus planes para aquel día cuando el destino decidió que la alocada maestra se cruzase con ellos y se los llevase a rastras sin posibilidad de negociarlo.
—¿Podemos comenzar ya? —preguntó Alexis con cansancio, levantándose del trono.
—¡Uy, sí, sí! ¡Por nosotras no te demores!
Yami se deslizó hasta los escalones que rodeaban el trono y se sentó en ellos, acurrucando las piernas y apoyando las manos sobre sus rodillas cual niña impaciente por una función. Alexis prefirió ignorarla para centrarse en los aprendices y explicarles la situación de una vez.
—Tenemos trabajo por Ciudad de Halloween. Hace cosa de una semana que las cosas por allí están patas arriba por algún lío que se traen entre manos los habitantes con los preparativos de Halloween. A saber, todo eso me da igual. Hay un problema más gordo que nos ataña.
Se acercó al grupo y los escudriñó con la mirada.
—A ver, los que sois de allí: el de la cola y… el traidor chaquetero. —Señaló con el dedo a Lawrence y a Alec, dedicándole a este último unos ojos llenos de desprecio—. ¿Os acordáis de que los Sincorazón del mundo no hacen más que deambular y quedarse como unos pasmarotes sin hacer daño a nadie? Pues por alguna extraña razón, ya no. Ha habido casos en los que hay quienes confirman que les han atacado. Por el momento no ha llegado a más, pero nos toca investigar la causa de por qué ese cambio tan brusco antes de que se desmadre.
»¿Todo claro? Pues arreando, que nos…
—¡No, no, no! ¡Esperad, chocobitos! ¡No podéis iros todavía! —Yami se levantó de las escaleras de un bote y poco faltó para que se echase encima del grupo—. Cuando lleguéis, tenéis que hacerme un favor muy, pero que muuuy importante.
Alexis clavo una mirada de enervación en la maestra. Abrió y cerró la boca, quedándose en un relincho y haciendo un gesto desganado con la mano para dejarla continuar. Yami ondeó la manga derecha de su kimono con elegancia y sacó una hoja de papel en la que venía anotada una extensa lista.
—Castigar a los niños malos es muy importante, pero también necesito que os paséis un momentito por la tienda de una vieja amiga y le pidáis de mi parte estos ingredientes. —Agitó el papel muy cerca de la cara de los oyentes. Un poco más y se lo comían—. ¡Los necesito cuanto antes para elaborar más pociones! ¿Cómo si no voy a poder transformar a mis pequeñines en toda clase de criaturas divertidas? ¡O para encogerles! ¡Eso siempre es muy útil, ¿a que sí?!
Yami les ofreció la lista a los aprendices, dejando que cualquiera de ellos la cogiese. Si le echaban un vistazo no encontrarían más que nombres de plantas y hierbas de las que apenas habrían oído hablar, además de un sinfín de uñas, escamas, venenos y partes blandas de animales e insectos que terminarían por quitarles el apetito. Abajo del todo también figuraba una dirección.
Así pues, les tocaba a los aprendices hacer sus preguntas, aprovechando que Yami había frenado a Alexis con su capricho. Ya fuese para saber algo más acerca de los Sincorazón o del encargo de la Maestra, ahora era su oportunidad.
Fecha límite: Domingo 19 de junio.