Por poco habíamos acabado rodeados y asaltados por los Sincorazón, si no hubiera sido porque mi Onda Oscura los expulsó a todos. Para nuestra fortuna, nos abrió un camino por el que pasar. En esos momentos de prisas, no llegué a pensar que el inicio del cráter era demasiado vertical. Corté un pequeño grito de sorpresa al notar cómo la gravedad nos arrastraba más de lo que esperaba. Y no sólo eso, sino que acabamos rodando por la empinada cuesta del cráter durante un corto rato. Cuando noté suficiente inclinación, forcé las piernas a intentar frenarme.
Cuando pude recuperar el sentido de la orientación, observé la situación. La entrada al túnel estaba prácticamente al lado, y los Sincorazón que nos siguieron la pista no eran lo suficientemente listos como para frenar tan pronto como nosotros, acabando por despeñarse aún más. Eso logró resumir la pequeña carrera hasta la entrada en esquivar a los sincorazón y que siguieran cayendo algo más. Logramos entrar sin más contratiempos.
El Maestro Nithael nos dio un orbe de luz a cada uno. Instintivamente fui reticente a tomarlo en un principio, pero acabé haciéndolo. Tras tanto tiempo aún me costaba acostumbrarme a estar cerca de luz pura. Nos fuimos alejando de la entrada cada vez más mientras nos adentrábamos por el apestoso túnel. Hasta que llegamos a una zona mucho más abierta. Y lo que vi allí me sorprendió bastante. Unas cuantas tiendas de campaña, provisiones sin tocar, y marcas de pelea que no habían dejado ningún cadáver atrás. Aunque era posible que quienes se hubieran refugiado allí hubieran huido, la posibilidad de una masacre completa por parte de los Sincorazón era más probable a mis ojos. Y desde hacía bastante tiempo.
—Este mundo... ¿Qué le pasó? ¿Cómo llegó a ésto? Alguien tuvo que construir esta ciudad, no pudo aparecer de la nada. Los sincorazón deben haber sido los habitantes de éste mundo, ¿pero cómo es posible que una ciudad tan grande caiga?
—Ni idea. Teorizo que este mundo cayó en la oscuridad, los supervivientes se refugiaron aquí pero no pudieron con la avalancha de Sincorazón y estos les mataron a todos.
—Cuando una víctima se convierte en un enemigo, es normal que el bando contrario gane cada vez más poder...—recordé con amargura la caída de Villa Crepúsculo, pero sobre todo la de Vergel Radiante—. Pero tengo la sensación de que esta caída fue... demasiado rápida.
Había pruebas de que la caída no fue inmediata, sí, pero... Aquello parecía mucho más anterior que lo de Bastión Hueco. Algo fue mal en esa ciudad, y seguía terriblemente mal.
—Y sobre ese Castillo Flotante... Por lo que sé, intentaron muchas veces durante los últimos cuatro años contactar con quien sea que viva ahí e incluso se ha intentado entrar a la fuerza... Pero es imposible. Las puertas tienen un blindaje especial que incluso impide que sea posible crear un portal de luz dentro de la fortaleza, al menos estamos bastante seguros de que la señal no viene de ahí.—Empezaba a pensar que aquel castillo fuera una medida de seguridad muy avanzada... Una especie de arca o búnker. Pero en el peor de los casos solo habría servido para que se les acabaran las provisiones sin encontrar ninguna forma de escapar de su propio confinamiento... Solo retrasando su inevitable muerte—. Esa fortaleza es como si estuviese... Muerta.
—Muertos como vosotros.
—¿Eh?—lo siguiente ocurrió tan rápido que no pude ni pensar más en ello. Una figura apareció frente a nosotros junto con una distorsión muy similar a la de fuera. Cubría gran parte de sus rasgos con sus ropajes negros y la máscara, dejando solo visible unos ojos rojos y algo de pelo plateado.
Esa persona nos disparó con su fusil por medio de una bala que explotó a mitad de trayecto. Acabamos siendo empujados los tres por la onda expansiva, y provocó un derrumbamiento de toda la cueva.
Había un montón de escombros sobre nuestros cuerpos, haciendo complicado moverse por no decir imposible. Si no hubiera sido por la barrera del Maestro habríamos muerto sepultados, y eso sin olvidarnos de las varas de acero que había cerca de nosotros. El ángel no tardó en apartar todo lo que teníamos encima.
—¿Podéis levantaros?
—Creo... que... sí...—aún mi cabeza estaba en shock tras el ataque repentino. A pesar de haber contestado afirmativamente, aún me costó intentarlo por el mareo residual. Al final tuve que recurrir a la ayuda de Nithael cuando estaba casi levantado.
Mi cabeza volvió a funcionar correctamente al poco de ponerme en pie. El principal problema era que no estábamos solos... Y nos quería (o en el peor de los casos, querían) muertos. Podría estar, incluso, relacionados con el motivo principal por el que estuviéramos allí.
Escalamos los escombros sin muchos, problemas, y tras eliminar unos cuantos sincorazón débiles que nos atacaron, llegamos a una calle aparentemente comercial antaño. Estaba llena de cristales rotos, que podían deberse a gente robando cosas en mitad de un caos. Sumando aquello y el campamento daba a entender que no había sido una transformación tan súbita como había pensado en un principio... No en todas partes, al menos.
—Estamos... A salvo... De algún modo. ¿Quién demonios era?
—Chihiro —oír ese nombre hizo que girara la cabeza hacia Simbad—. No estoy del todo seguro, pero sus ojos y el cabello la delataban. Además ella controla el tiempo y... Bueno, las distorsiones del espacio parecían justo eso. Si es ella tenemos un problema.
—...O más de uno—Era imposible haber vivido el ataque a Tierra de Partida y no haber visto a Chihiro al menos una vez. Había demostrado un poder cuanto menos preocupante, y justo al final Andrei se la había llevado... A Aaron.
—Evitemos los lugares demasiado abiertos y agachad la cabeza, podría dispararnos por sorpresa. Si supiésemos a donde lleva el túnel... Tal vez pudiésemos saber hacia donde se dirige y así descubrir quien es.
—Esperad un momento. Puede ser que ahora mismo crean que estamos eliminados. Tenemos que obrar con precaución, no sabemos de lo que son capaces.
Debíamos reagruparnos. Al igual que Simbad, intenté contactar con la Maestra Fátima, pero fue en vano... Por alguna razón estaba sin cobertura. Al final, acordamos reunirnos con Kairi y el otro en el rascacielos.
—Creemos que Chihiro está aquí. En el túnel nos ha atacado una figura enmascarada y creemos que puede ser ella. También habían tiendas de campaña y rastros de pelea.
Una vez llegamos, si ellos también se las habían arreglado para regresar, empezaríamos nuestra pequeña reunión.
—Necesitamos avisar a Fátima y la Maestra sobre lo que está pasando, porque es bastante más grave de lo que parece. Sus teléfonos no tienen cobertura, así que me voy directo a la zona por la que han ido. Alguien que me acompañe.
Myriddin pareció ofrecerse voluntario, así que no me metí más. Kairi, de paso, comunicó lo que encontraron ellos dos en el bar:
—Oh, en el bar hemos encontrado unos documentos bastante importantes. Básicamente habla sobre la creación de un virus y usar Portadores zombificados como armas biológicas—había una carpeta que leí por encima. Experimentos de los Villanos Finales... Pero no parecía tener relación con el tema actual—. También encontramos esta foto con una daga clavada. Somos nosotros.
Tragué saliva. Por cuestiones de tiempo, era complicado que en ambos casos hubiera sido la misma persona... Tampoco podíamos ser optimistas y pensar que ella (si realmente era Chihiro) estaba sola. Si Andrei estaba con ella la cosa empeoraría mucho.
—Podríamos ir a los túneles e investigar ese campamento. No me hace ninguna gracia ir allí después de lo que ha dicho Simbad, pero algo habrá que hacer.
—T-tampoco queda mucho más por mirar en el mapa... Y por mucho que no me guste, tampoco podemos ignorarlo para siempre.—di varios tragos más de café. Lo que más me preocupaba era otro derrumbamiento... Y obviamente, que no nos encontráramos con solo uno de ellos.