[La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Hana, Saxor, Celeste, Matthieu + Saito y Simbad

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

[La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Suzume Mizuno » Mar Nov 22, 2016 3:24 am

Esta trama transcurre el 22 de febrero del 1013



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Los miembros de Bastión Hueco habían recibido una notificación en sus cuartos la noche anterior que los citaba en el despacho de Nanashi, preparados con ropa de la Cité. Allí les había explicado que tenían una misión conjunta con Tierra de Partida. Sin más, habían partido juntos.

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En cuanto a Lyn, fue ella misma la que se pasó el día anterior por las clases de los aprendices para señalarles que al día siguiente tenían una misión. Se había detenido en particular delante de Matthieu para decirle:

Soy Lyn, la Maestra de Fátima. Sé que esta es tu primera misión, pero Fátima me ha dicho que fuiste parte de la guardia de París y necesitamos a toda la gente posible que conozca el terreno. Querrás ayudar a la gente de tu mundo, ¿no?

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Independientemente de lo que hubiera contestado, Lyn le dijo que se presentara al día siguiente en el jardín de Tierra de Partida y que se preparara para partir. ¡Tan pronto de regreso, quién lo iba a decir!

El plan es sencillo—dijo Nanashi a los jóvenes—. Nuestro objetivo es localizar el origen de los Sincorazón, a quien los está manipulando. Quizás haya un jefe Sincorazón o se trate de un humano, no lo sabemos. Tenemos que descubrirlo.

La Maestra de Bastión Hueco se había puesto un vestido de burguesa y ocultaba su cabello albino bajo una cofia. Resultaba extraño verla ataviada con tan poca formalidad y elegancia. Por su parte, la Maestra Lyn también se cubría los reveladores rasgos bajo una capucha. Por lo demás, no se libraba ni a tiros de su inseparable armadura.

Se habían introducido en grupo desde Tierra de Partida con un Portal de Luz a las afueras de la ciudad, ya vestidos apropiadamente para pasar desapercibidos entre la multitud parisina. Ahora se habían reunido en un callejón destartalado y que olía, sinceramente, mal. Pero les venía bien para poder organizarse.

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas. El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.


Por si alguno preguntaba, Nanashi explicaría sus motivos con monotonía:

La Catedral es como un recinto sagrado y debe existir algún motivo. No creo que podías albergar dudas sobre su elección. El Palacio de Justicia controla a la ciudad desde hace meses, es allí donde encontraremos probablemente los verdaderos informes sobre lo que está pasando. En cuanto al Palacio, es otro sitio donde apenas sí ha habido ataques. Debemos averiguar el motivo.

»Recordad: nada de magia a menos que sea una necesidad vital. No podemos llamar la atención.


Dicho esto, las Maestras miraron a los aprendices, a quienes les quedaba por decidir cómo dividirse y actuar. Estaba claro que no había mucho tiempo para las presentaciones, pero ya tendrían tiempo para hablar con sus compañeros. El tiempo corría en su contra.

Cada uno tendría que elegir ir a un sitio u otro dependiendo de sus circunstancias personales. Quizás Matthieu podría llegar mejor hasta el Palacio de Justicia —aunque nunca había puesto un pie en él— pero corría el riesgo de que lo reconocieran, por ejemplo. Por otra parte puede que no fuera muy inteligente que un gitano como Simbad se aproximara demasiado a ninguno de los dos Palacios, pero era libre de elegir.

Por supuesto, siempre y cuando las Maestras no se enteraran o las convencieran de aprobar su decisión, cada uno podía escoger una ruta diferente.

Fecha límite: domingo 27 de noviembre


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¡Bienvenidos a Fuego Infernal! Como veis no hay tiempo que perder: nos ponemos en marcha de inmediato. Como ya he comentado, podéis elegir caminos diferentes a los marcados pero al menos un personaje debe dirigirse a cada uno de los tres objetivos. Vamos, que a tres os toca escoger Notre Dame, el Palacio de Justicia y el Palacio como mínimo. La Corte de los Milagros está abierta para los personajes de ascendencia gitana, así como se puede ir al cementerio o a cualquier lugar que se os ocurra.

Dependiendo de cómo os distribuyáis y quiénes necesiten más nivel —o si nadie necesita apoyo—, Lyn y Nanashi os acompañarán o irán por libre.

¡Suerte a todos!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Denna » Sab Nov 26, 2016 7:41 pm

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No digo que no me fíe de Nanashi. Es sólo que... que quizás ahora mismo no es la persona más indicada para llevar una misión.

«Una misión en La Cité».

Terminé de calzarme los zapatos y volví a alisarme la falda del vestido delante del espejo. El reflejo no revelaba nada raro: era yo. Normal y corriente. Una parisina más, puede que una un poquito pálida. ¿Y esos pelos de loca?

Agarré el cepillo y me senté en la cama.

Piensa en lo que pasó en Agrabah —le dije a Saito mientras sujetaba la goma del pelo con los dientes—. No dije nada porque al final ese djinn salvó el día, pero Nanashi la cagó y mucho. Y luego lo que me contaste, lo ocurrido con el tal Mateus... Por no hablar de las heridas que le causó Maléfica. ¿Y si no se ha recuperado del todo? ¿Eh? No sería raro. Charlotte murió a causa de una sola espina, y Nithael...

Quise pensar que dejé caer el peine adrede. Si no podía ni calmarme lo suficiente como para hacerme una trenza, esta misión iba a ser un desastre. No me molesté en recogerlo. En su lugar, dediqué toda mi concentración a recogerme el pelo y a escuchar la opinión de mi amigo. En cualquier otro momento habría sido una discusión muy divertida y no habría dudarlo en pincharle sobre su «enamoramiento» con Nanashi, pero esta vez no. Hoy no.

Tu forma de defenderla es adorable —me limité a decir—. Pero ¿podrías hablar con ella, por favor? —Aunque ya sería tarde para que otro Maestro ocupara su lugar—. ¿Y asegurarte? Yo no puedo. Me odia.

En realidad no estaba muy segura respecto al rencor de la Maestra. En Agrabah chocamos —y mucho—, y en Reino Encantado... bueno, si después de eso alguien todavía depositaba algo de confianza en mí, era para aplaudirle. En la cara. Por necio. Estaba convencida de que, si se me había hecho llamar, era por ser nativa de La Cité.

Lo cual me llevaba de vuelta a la misión. ¿Por qué ahora? ¿Qué había ocurrido, tan grave como para tener que convocarnos, como para mandar a Nanashi ahí? Para variar, no se me ocurría ni una sola idea positiva.

En el despacho de Nanashi nos encontramos con Simbad. Le saludé con la mano, no muy segura de cómo tratar con él a partir de ahora. Preguntarle por el golpe en la cabeza parecía una estupidez. Él, como siempre, ya iba vestido al estilo gitano-parisino, sin molestarse en disfrazar su identidad ni esas chorradas.

Verlo me frustró tanto, y me sentí tan estúpida que deshice la maldita trenza casi con rabia.

* * *


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El grupo de Tierra de Partida hizo que pusiera el grito en el cielo. Iban encabezados por la Maestra Lyn, la mujer loba más disimulada del Intersticio, que escondía sus rasgos animales bajo una capucha. Una. Simple. Capucha. «Ya está, hoy es el día en que las plazas de París arderán». Y, por si Lyn no fuera suficiente, uno de los Aprendices era Saxor. Pero ¿en qué pensaba esa gente?

Recé con todas mis fuerzas por que los otros dos —un chico y una chica más o menos de mi edad— fueran normales. Y si sabían moverse por la Cité, mejor que mejor. Quizás yendo con alguno podría asegurarme y...

El plan es sencillo. Nuestro objetivo es localizar el origen de los Sincorazón, a quien los está manipulando. Quizás haya un jefe Sincorazón o se trate de un humano, no lo sabemos. Tenemos que descubrirlo.

Me esforcé en mantener una expresión neutra. ¡Jesús, de entre todos los callejones de París habíamos ido a parar al peor! El hedor era casi palpable. Medio mareada, asentí —sólo había captado palabras sueltas como «Sincorazón» y «manipulando». Señalé al hambre como responsable. No quería pensar que me estaba acomodando demasiado a los lujos y al confort de Bastión Hueco. Estas calles, por apestosas que fueran, eran de mi mundo.

Procuré prestarle más atención a Lyn.

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos —explicó—. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas.

«Sorpresa, sorpresa».

El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.


Fruncí el ceño. ¿No se referiría a..?

La Catedral es como un recinto sagrado y debe existir algún motivo. No creo que podías albergar dudas sobre su elección. El Palacio de Justicia controla a la ciudad desde hace meses, es allí donde encontraremos probablemente los verdaderos informes sobre lo que está pasando. En cuanto al Palacio, es otro sitio donde apenas sí ha habido ataques. Debemos averiguar el motivo.

«¿Y cómo narices tenéis acceso al Palacio?», quise preguntar, pero me corté. No íbamos sobrados de tiempo, y tampoco sabía si quería conocer la respuesta. Además, si Nanashi conocía al sultán de Agrabah, ¿por qué no al rey de Francia? Cometí el error de mirarla mientras hablaba, y aparté la vista de inmediato.

Yo iré a Notre Dame. —Miré de reojo a Simbad, preguntándome qué haría él—. Sólo una pregunta, Maestras, ¿hay algún sitio en particular en el que los Sincorazón hayan atacado? Algún punto de la ciudad... quizás en las afueras... —Tanteé el terreno. No me atrevía a mencionar la Corte de los Milagros, pero también veía peligroso acercarme antes de ir a la catedral. Más que por miedo a atraer a los Sincorazón, tenía que recordar que la Corte ya no era un sitio del todo seguro para mí. Esperaba no oír malas noticias sobre el cementerio o los alrededores.

Supuse que de camino a Notre Dame daría con alguien conocido tarde o temprano. En el peor de los casos, podría hacer avisar a mi familia de que se refugiaran en la catedral hasta que todo pasara.

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Acciones acordadas con H.S Sora.

¡Un placer estar en la trama con todos! :3
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor H.S Sora » Dom Nov 27, 2016 2:08 pm

Salí de la Biblioteca bien entrada la tarde, con el sabor del amargo café en la boca y sin que el peso sobre mis hombros hubiera desaparecido lo más mínimo. Si bien no era muy difícil encontrar libros o pergaminos con conceptos que se hubieran estudiado en clase, a medida que hacías una búsqueda más exhaustiva y selecta te dabas cuenta de que era lo mismo que buscar una aguja en un pajar.

Sólo que a un pajar le podías prender fuego para encontrar una aguja, y a una biblioteca no. No sin no recibir un castigo ejemplar, al menos.

Aunque bueno, el primer paso es aprender a canalizar mejor la magia. Eso no debería ser muy difícil. Y para lo otro siempre puedo pedirle ayuda a Fátima…

Negué con la cabeza, lanzando un suspiro mientras subía a mi cuarto con «Cuentos y leyendas». No había manera de hacerlo sin desvelar mi secreto. Uno que no estaba dispuesto a compartir con nadie.

No desde que sabía lo que implicaba. Desde que había comprendido que nadie lo entendería, por muy cercano a mi que fuese.

Lo mejor será descansar, ya seguiré mañana…

Eso fue antes de entrar a mi cuarto y encontrarme con una sorpresa. Una que cambió mi semblante de golpe: Nanashi quería verme la mañana siguiente en su despacho. Con ropa de la Cité. ¿Eso significaba que iríamos de misión a París?

Había pasado un tiempo desde lo sucedido en Reino Encantado, pero aún así ella no podía estar bien… la visión de la Maestra en el Castillo de Maléfica me hizo llevarme las manos al rostro, y romper a llorar.

Pasaron un par de horas, hasta que logré quedarme del todo dormido, con la alarma puesta bien temprano. Iría a la misión, de esto no había duda, pero necesitaba avisar a Celeste. Estaba en todo su derecho a saberlo. Era su mundo al fin y al cabo.

No volveré a fallaros, no lo haré...

***


Me acabé de colocar la capa que había comprado en mi primera misión a París. A diferencia de esa ocasión, esta vez había acertado en mi vestimenta, utilizando la misma ropa que en la misión con Fátima Laforet.

Era pronto, pero esperaba que estuviera despierta. Toqué un par de veces, y su voz me respondió desde el otro lado. Alcé un poco la comisura de los labios, mientras le preguntaba si podía entrar para hablar con ella un momento.

La segunda sorpresa en la misión me la llevé al entrar en la habitación de Celeste y cerrar la puerta: mi amiga iba vestida también con la ropa de la Cité, y al verla fingí echarme a reír, sin disimular mi sorpresa.

Me imaginaba que ella estaría igual.

Así que a ti también te ha llamado Nanashi… qué tonto por no haber caído que tu también vendrías.

»¿Vamos juntos?

Un miedo helado desgarraba mi alma, un miedo a que todo saliera mal. A que se repitiera lo sucedido en Reino Encantado, solo que estaba vez Celeste no sería capaz de perdonarme. Ni yo mismo podría hacerlo si algo sucedía.

Lo disimulé apoyándome en el marco de la puerta, esperando una respuesta.

Celeste se estaba acabando de preparar, y todavía no sé como, acabamos en una pequeña charla que hacía que pensara que eso sólo sería el principio de algo más grande. Algo que nos estallaría en la cara tarde o temprano.

No digo que no me fíe de Nanashi. Es sólo que... que quizás ahora mismo no es la persona más indicada para llevar una misión.

Míralo de otro modo, ¿quién podría hacerlo si no?

Había tenido tiempo suficiente como para darle vueltas. Estuviera más, o menos recuperada, seguía siendo la indómita Dama de Hierro que yo conocía. Aunque todavía me preguntaba porque no era Ryota el que venía en su lugar, pero disipé ese pensamiento por la mirada que me dirigió Celeste por el rabillo del ojo mientras se peinaba.

Parecía que la persona que conocíamos era totalmente distinta para los dos.

Eres muy cabezona.

Piensa en lo que pasó en Agrabah. No dije nada porque al final ese djinn salvó el día, pero Nanashi la cagó y mucho.

Quise poner los ojos en blanco, pero no lo hice. Recordaba el choque que habían tenido la Maestra y mi amiga en esa misión. Entendía la postura de ambas, y aunque en un principio no me abstuve de defender la decisión de Nanashi, al final acabé apoyando también lo que creía Celeste.

Estaba en medio de dos de las personas que más me importaban, y no era capaz de decidir entre alguna de las posturas que defendían.

Y luego lo que me contaste, lo ocurrido con el tal Mateus... Por no hablar de las heridas que le causó Maléfica. ¿Y si no se ha recuperado del todo? ¿Eh? No sería raro. Charlotte murió a causa de una sola espina, y Nithael...

«Había una niña pequeña en el castillo. Se llamaba Charlotte. Sólo quería ver al ángel y, para variar, me porté como una imbécil con ella. Y ahora está muerta.»


Todo quedó en silencio cuando el peine tocó el suelo.

Quizá Nanashi lo hubiera hecho, al menos de cara a los aprendices, pero nosotros no habíamos superado lo sucedido en esa misión, y estaba seguro de que nos llevaría mucho tiempo hacerlo, si es que lo hacíamos. Aproveché el momento para hablar.

No puedes seguir culpándola por lo de Agrabah —dije mientras intentaba tantear a mi amiga—. Tenía que protegernos… Y en el fondo, estoy seguro de que tampoco quería aceptar una decisión como la que estuvimos a punto de tomar.

»Por eso quiero creer que si viene con nosotros a la Cité, es por que está recuperada. Quizá no sea un ángel, pero es la mujer más fuerte que jamás he conocido. Estoy seguro que está más que preparada para esta misión.

Más que nosotros.

Tu forma de defenderla es adorable.

¡¿Qué?!

Sentí que se me subían los colores a la cara, pero traté de serenarme. A pesar de decirlo con toda la seriedad del mundo, esperaba que me me estuviera tomando el pelo.

Pero ¿podrías hablar con ella, por favor? ¿Y asegurarte? Yo no puedo. Me odia

Me acerqué a ella, y recogí el peine para dárselo.

N-no te odia. Pero intentaré ver que puedo hacer, estate tranquila.

»¿Nos vamos? Más nos vale no llegar tarde.

***


Nunca creí que volvería tan pronto.

Antes de llegar a la Cité habíamos tenido que pasar por Tierra de Partida, dónde la Maestra Nanashi, vestida como una burguesa parisina cualquiera, nos había contado que el plan era descubrir quién o qué controlaba a los Sincorazón que no dejaban de asediar el mundo.

Viéndola así, empezaba a creer que quizá las palabras de Celeste no eran tan descabelladas. A pesar de aparentar absoluta normalidad, había algo en la Maestra Nanashi que me inquietaba. No era capaz de decir el qué, pero…

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios. —Me centré en la Maestra Lyn, esperando acostumbrarme pronto al olor—. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas. El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.

Me llevé la mano al mentón. En su día, Mateus Palamecia me había asegurado que él no era el responsable del controlar a los Sincorazón en París. ¿Podía fiarme de él? Desde luego que no, pero tampoco tenía motivos para mentir en algo así. ¿Y por qué habían dejado de aparecer en la Iglesia? En la misión con Fátima no habían dudado en atacarla.

Reprimí un gruñido de pura frustración. Sólo había una manera de descubrirlo.

La Catedral es como un recinto sagrado y debe existir algún motivo. No creo que podías albergar dudas sobre su elección. El Palacio de Justicia controla a la ciudad desde hace meses, es allí donde encontraremos probablemente los verdaderos informes sobre lo que está pasando. En cuanto al Palacio, es otro sitio donde apenas sí ha habido ataques. Debemos averiguar el motivo.

»Recordad: nada de magia a menos que sea una necesidad vital. No podemos llamar la atención.

Yo iré a Notre Dame. —La voz de Celeste me recordó nuestra conversación de esa misma mañana, y lo que debía hacer—. Sólo una pregunta, Maestras, ¿hay algún sitio en particular en el que los Sincorazón hayan atacado? Algún punto de la ciudad... quizás en las afueras...

Por mi parte, esperé a que el resto se hubiera decidido y que quedara la menor cantidad de Aprendices posibles.

Maestra Nanashi, ¿se encuentra bien? —musité, esperando no enfadarla ni molestarla—. Si quiere podría acompañarla.

Si la Maestra estaba conforme, iría con ella. De lo contrario, me dirigiría hacia la Catedral, quizá todavía a tiempo de alcanzar a Celeste.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Damocles » Dom Nov 27, 2016 11:58 pm

Aún no había acabado de acostumbrarme a mi nuevo hogar ni a la nueva dinámica con la que funcionaba aquel extraño lugar. Como era bastante tímido, todavía no había tenido ocasión de conocer con calma al resto de integrantes de aquel extravagante grupo, pero decidido como estaba a abrir mi mente y a alejar los prejuicios —así como a no llamar la atención, recordaba bien lo que podían llegar a ser las novatadas con los nuevos de cuando había entrado en el cuerpo de la guardia de la Cité— traté de adaptarme lo mejor posible a las circunstancias

Tampoco acababa de acostumbrarme a mi nueva espada —“llave-espada” la llamaban allí— que me habían entregado al llegar. No era ni de lejos tan espectacular como la que había visto usar a Fátima —¡menuda sorpresa me había llevado al enterarme de que “Vaan” era en realidad una mujer!— durante el encuentro con el sincorazón en el molino de la Cité, pero algo era algo. En ocasiones, cuando no tenía clases y podía disfrutar de unos momentos de tranquilidad en la habitación, me divertía realizando molinetes con aquel artefacto e imaginando el devastador efecto que podía causar en mis enemigos, pero lo cierto es que aún no había tenido ocasión de usarla… y no sabía si estar agradecido por ello.

Con todo, me impacientaba pensando cuándo pasaríamos a la acción. Por lo que me habían contado la orden se dedicaba a luchar contra los sincorazón en una multitud de mundos —me llevó un buen rato asimilar que no sólo estaba la Cité, sino que había decenas de otros lugares a los que sólo se podía llegar a través de una suerte de portales mágicos, a cuál más diferente, donde vivían gentes y criaturas de todo tipo y condición y donde las cosas y las situaciones que en París hubieran parecido una locura allí eran posibles—, pero creo que poco a poco iba logrando que mi atolondrada cabeza asimilara todas aquellas novedades.

En ocasiones no podía evitar pensar qué sería de mí si hubiera decidido dejar pasar la oportunidad que Fátima me había ofrecido, si hubiera seguido con mi trabajo de guardia y hubiera olvidado el incidente del molino. Quizá todo hubiera seguido siendo normal… o quizá no. Si un sincorazón había aparecido en la Cité, nada me aseguraba que tarde o temprano otro volviera a intentar sembrar el caos y el horror por allí. Aquello era una locura, pero sólo esperaba que fuese una locura que pudiera salvar mi ciudad.

Todo había cambiado la noche anterior: había recibido una notificación en la que se me citaba en el despacho de la tal Nanashi, preparados con ropa de la Cité. Recuperar mis viejas prendas de vestir me había llenado de nostalgia —se me habían entregado unas nuevas ropas al llegar a aquel lugar—, pero pronto aquella sensación quedó superada por una creciente inquietud. La Cité… Sólo se me ocurrían dos motivos por el que tuviera que vestirme con las ropas de mi hogar. O bien estaban preparando algún tipo de representación teatral, o bien iba a tener que volver por algún motivo que aún no se me había explicado. Pero dado como era a darle vueltas a las cosas, no podía evitar preguntarme si tendría algo que ver con los sincorazón y si éstos habrían vuelto a París.

Por suerte, alguien se había tomado la molestia de explicarme con algo más de detalle qué se suponía que debía hacer. Al acabar las clases se me había acercado una mujer de aspecto sumamente extravagante, con unas grandes orejas lobunas asomando por entre los mechones de su pelo y unos ojos grises y algo fríos. No obstante, una cándida sonrisa parecía querer suplir la falta de humanidad de sus facciones.

Soy Lyn, la Maestra de Fátima —se presentó con voz ronroneante.

En… encantado —balbucí, sin saber muy bien qué actitud adoptar ante aquella sorprendente criatura—. Yo soy Matthieu, de… París —posiblemente ella ya lo sabía, y además ya no estaba seguro de hasta qué punto podía considerárseme como “de París”. Traté de sonreír con normalidad y de hacer lo posible porque mis ojos no se desviasen hacia aquellas dos protuberancias peludas que asomaban en su cabeza.

Sé que esta es tu primera misión —continuó ella—, pero Fátima me ha dicho que fuiste parte de la guardia de París y necesitamos a toda la gente posible que conozca el terreno.

No pude evitar sentir una punzada en el estómago, mezcla de nostalgia y alarma. Así que estaba en lo cierto: la solicitud para que me ataviara como la gente de la Cité se debía a que iba a volver allí. Y si tenía que volver allí en una misión, no era precisamente para ir a saludar al capitán Febo y a tomarme unas cervezas con él. Que los miembros de la orden fueran enviados a un mundo significaba, por regla general, que los sincorazón habían aparecido allí y que había que tomar cartas en el asunto. Pues bien, no pensaba desaprovechar aquella oportunidad. Si tenía la ocasión de ayudar a defender la hermosa París y a sus habitantes, allí estaría.

Como si me leyera el pensamiento, Lyn me preguntó:

Querrás ayudar a la gente de tu mundo, ¿no?

Por supuesto, Maestra Lyn —respondí con resolución—. Por eso estoy aquí.

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El plan es sencillo —nos comentó la Maestra Nanashi a los que estábamos allí reunidos.

Hacía un día frío y poco apacible, y en cuanto llegué a través del portal de luz hubo algo, no sabría decir el qué, que me indicó que estaba de vuelta en casa. En mi verdadero hogar. En París, en la Cité. En cuanto abrí los ojos pude comprobar cómo se desplegaba la ciudad en la distancia, separada en tres por el amplio meandro del Sena que en aquel punto de la llanura permitía el surgimiento de una alargada isla en medio de su corriente. Y sobre la isla, abarrotada de casas de puntiagudos tejados y torreones, se alzaban majestuosas las dos torres hermanas de Notre-Dame. El repicar lejano de las campanas me puso la carne de gallina e inundó mi cabeza de recuerdos.

No nos habíamos demorado demasiado allí. Ataviados como sencillos burgueses parisinos, habíamos entrado a la ciudad junto con el incesante flujo de viandantes de todo tipo y condición que atravesaban las puertas de la ciudad. Aparentemente, no era la primera vez que la Maestra Nanashi venía por allí, porque se dirigió con paso seguro recorriendo calles ya atravesando plazuelas hasta llegar a un sombrío callejón apartado de las miradas indiscretas. Me habría gustado ir a ver a Alain y a todos mis viejos amigos, pero desde luego aquello quedó sólo en un desiderátum.

Tuve que hacer un soberano esfuerzo para centrarme en las instrucciones que se nos estaban dando. La Maestra de Bastión Hueco, que era quien llevaba la voz cantante, se había puesto un vestido de burguesa y ocultaba su cabello albino bajo una cofia. Resultaba extraño verla ataviada con tan poca formalidad y elegancia, especialmente a ella, que era una persona de tanto poder y tan altas responsabilidades. Por su parte, la Maestra Lyn también se cubría los reveladores rasgos bajo una capucha. No se libraba ni a tiros de su inseparable y extravagante armadura. Había sido ella quien me había indicado que siguiera las indicaciones y acudiera a la reunión a pesar de mi inexperiencia. No conocía a mis otros compañeros, y rogaba para mis adentros que fueran gente simpática y con quienes pudiera entablar una buena relación; la verdad es que no había podido evitar sentirme algo solo durante aquella última temporada. Por mi parte, había recuperado mi antiguo uniforme de guardia de la Cité.

Nuestro objetivo es localizar el origen de los Sincorazón —prosiguió Nanashi—, a quien los está manipulando. Quizás haya un jefe Sincorazón o se trate de un humano, no lo sabemos. Tenemos que descubrirlo.

Mis peores sospechas se confirmaron al oír aquellas palabras. Los sincorazón habían regresado a París. Ardía en deseos de pedir más información, pero tampoco estaba seguro de si mis preguntas serían bienvenidas; por otra parte, tampoco parecía que ni Nanashi ni la maestra Lyn, que estaba junto a ella, supieran mucho más al respecto. Precisamente por eso nos enviaban a París: para investigar y descubrir qué estaba ocurriendo exactamente.

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios —continuó Lyn, tomando el relevo de Nanashi—. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas. El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.


Como si nos leyera las mentes, Nanashi explicó sus motivos con monotonía:

La Catedral es como un recinto sagrado y debe existir algún motivo. No creo que pudierais albergar dudas sobre su elección. El Palacio de Justicia controla a la ciudad desde hace meses, es allí donde encontraremos probablemente los verdaderos informes sobre lo que está pasando. En cuanto al Palacio, es otro sitio donde apenas sí ha habido ataques. Debemos averiguar el motivo.

»Recordad: nada de magia a menos que sea una necesidad vital. No podemos llamar la atención.


Yo iré a Notre Dame. —dijo con resolución una de las muchachas—. Sólo una pregunta, Maestras, ¿hay algún sitio en particular en el que los Sincorazón hayan atacado? Algún punto de la ciudad... quizás en las afueras...

No pude evitar sentir un escalofrío al oír aquello, mientras recordaba lo acaecido en la casa del molinero, ubicada precisamente extramuros. No obstante, no era el momento de dejarse llevar por el temor. Consciente de que a pesar de que conocía bien la ciudad era todavía un novato, decidí intervenir cuanto antes. Carraspeé ligeramente antes de tomar la palabra con timidez.

Yo… yo conozco bastante bien la ciudad, puedo llegar a cualquier sitio sin problemas. Quizá incluso podría aprovechar mi antigua identidad como guardia de la ciudad para acceder en el Palacio de Justicia o en el Palacio real —informé, y luego añadí con voz queda—. Pero dada que no llevo mucho en esto, quizá debería ir junto con alguien con más experiencia…
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Nell » Lun Nov 28, 2016 1:37 am

La misión en la Cité puso de buen humor a Hana. Hacía tiempo que no visitaba aquel mundo y, después de haber saldado su deuda con él, le resultaba conocido y acogedor. Puede que París siguiera siendo un tugurio lleno de maleantes y mezquinos guardias, ¡pero a ella le encantaban los sitios así! Sobre todo cuando se sentía familiarizada y bien recibida.

Se arregló alegremente con el aspecto que solía emplear para ese mundo. Se vendó todos los tatuajes (como solía decirse, mejor parecer enferma que una delincuente) y se tiñó el pelo quedándosele con un color feo de rubio cenizo, que ató con un pañuelo. Luego, se vistió con blusa y falda larga, aunque se dejó unos pantalones cortos por si le hacía falta prescindir de discreción a favor de movilidad.

Iban a cooperar con otro grupo de Bastión Hueco, por lo que se reunieron con ellos en la Cité, en un callejón apartado donde podrían hablar tranquilamente de sus planes. Hana observó a la comitiva. Conocía a Saxor, Saito y a Simbad; los demás le eran completamente desconocidos. Ni siquiera estaba segura de haberlos visto alguna vez.

Las Maestras que dirigían la expedición eran Nanashi y Lyn. Ambas eran lo bastante estrictas como para incitar el deseo de la desobediencia en Hana. La primera había escogido un vestido de burguesa, mientras que la segunda se ocultaba con su habitual capucha. Le gustaba no ser la única en tener que esconder su condición «extranjera».

«Esta misión no va a acabar sin una señal de humo nuestra en el cielo», predijo.

El plan es sencillo—dijo Nanashi a los jóvenes—. Nuestro objetivo es localizar el origen de los Sincorazón, a quien los está manipulando. Quizás haya un jefe Sincorazón o se trate de un humano, no lo sabemos. Tenemos que descubrirlo.

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas. El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.


Una misión de lo más rutinaria. Puede que hubiera una persona que realmente estuviera controlando a los sincorazón desde las sombras, pero a Hana no le preocupaba. Aquella ciudad tenía problemas más graves y posiblemente todo estuviera relacionado. Si se enteraba de cuál era la situación allí, resolvería rápido su motivo inicial.

Por otro lado, esperaba que hubiesen dejado de buscar a la misteriosa joven que asesinó al pobrecito juez Frollo en el Festival de los Bufones. Se le escapó una sonrisa algo siniestra al recordar ese glorioso momento. Desde luego, no creía que con su muerte París hubiera mejorado demasiado, pero le había hecho un bien a la ciudad.

Yo iré a Notre Dame. Sólo una pregunta, Maestras, ¿hay algún sitio en particular en el que los Sincorazón hayan atacado? Algún punto de la ciudad... quizás en las afueras...

Hana recordó de pronto un lugar oculto del que le había hablado un gitano en su visita anterior. Se llamaba la Corte de los Milagros o algo así. De hecho, el chico le había dicho que sería siempre bienvenida. Habría sido un buen lugar donde recabar información si no fuera porque desconocía su ubicación.

Yo… yo conozco bastante bien la ciudad, puedo llegar a cualquier sitio sin problemas. Quizá incluso podría aprovechar mi antigua identidad como guardia de la ciudad para acceder en el Palacio de Justicia o en el Palacio real. Pero dada que no llevo mucho en esto, quizá debería ir junto con alguien con más experiencia…

Así que un novato. A Hana le hacían poca gracia los guardias, aunque se hubiese desligado de ellos, pero no le importaría que fueran juntos si así se daban las circunstancias.

Por su parte, ir al Palacio de Justicia era una forma de acabar rápido en la hoguera. En sus dos anteriores visitas se había relacionado lo bastante con los gitanos (y con los guardias, en el mal sentido) como para poder estar fichada. Además, había asesinado a un juez, por muy orgullosa que se sintiera eso tenía que constar en algún lado. En cuanto a la Catedral, nunca se había considerado demasiado creyente y ese tipo de lugares le hacían sentirse fuera de lugar. Su destino era claro.

Esta mal que sea yo la primera en decirlo, porque detesto las formalidades, pero mi nombre es Hana y estoy de acuerdo en que la magia es muy, muy mala en este mundo ―corroboró. Desconocía que había nativos en el grupo que podían asegurarlo más que ella―. Iré al Palacio real.

En cuanto hubieran decidido los grupos, se encaminaría en dirección al Palacio, sola o en compañía. Había tenido poco trato con la nobleza de aquel mundo, así que no sabía cómo esperaban las Maestras que se infiltrasen. Esperaba encontrar alguna forma.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Saxor » Lun Nov 28, 2016 3:40 am

Me estaba preparando para la misión que tenía ese día. La noche me la había pasado investigando sobre el mundo (tuve que hacerlo de pie para no caerme contra el libro). La Cité des Cloches parecía ser un mundo medieval donde practicaban fervientemente la religión cristiana. Pero lo más llamativo que había encontrado era su especial odio hacia los gitanos, a quien les achacaban todos los problemas. Eso, y que la magia era algo técnicamente desconocida o tabú para sus gentes, y el menor uso de ella podía hacerte acabar en la hoguera.

De ropa, me agencié de algo simple tradicional de aquel mundo: una simple camisa amarillo gastado y unos pantalones oscuros, y unas botas de cuero. Había conseguido unas lentillas para ponerme y respecto al pelo, no tendría ningún problema ya que era fácilmente confundible con el negro. Metí las cosas que necesitaba en la bolsa (incluyendo el móvil y, más importante, los termos de café) y me acerqué a la puerta.

Me voy a una misión, Guilmon. Pórtate bien.

Guilmon quiere ir...—se me oyó un suspiro en la puerta.

En ese mundo se volverían locos si vieran un dinosaurio por ahí.—me despedí con la mano y cerré la puerta.

Caminé hasta los jardines, donde la Maestra Lyn nos esperaba. Me habría preguntado cómo iba a ocultar sus... rasgos, si no fuera porque estaba yendo con una capucha (¿va a ser suficiente siquiera?). Del resto de aprendices que nos acompañarían solo conocía a una, Hana. De la misión que tuve con ella, podía recordar que su forma de actuar era un tanto... excesiva. Pero con el humor con el que estaba últimamente, no era quién para juzgar. El otro era un joven rubio, que no había llegado a ver nunca... Seguramente un nuevo aprendiz. Tomé varios tragos de café (ya que en ese mundo no podría tomar tan a menudo), algo que me dejó con una cara de asco.

Desde un portal llegaron los aprendices de Bastión Hueco junto con Nanashi (quien para mi sorpresa llevaba un vestido de burguesa). De los tres aprendices, solo conocía a dos, uno de ellos Simbad. Y la otra... si tragar café me dejaba con mala cara, que esa aprendiz fuera Celeste solo empeoraba las cosas. Cada vez que la veía solo ocurrían problemas, y nos llevábamos fatal. No pude evitar soltar un suspiro cargado al verla.

El plan es sencillo. Nuestro objetivo es localizar el origen de los Sincorazón, a quien los está manipulando. Quizás haya un jefe Sincorazón o se trate de un humano, no lo sabemos. Tenemos que descubrirlo.—resumió Nanashi antes de abrir otro portal. Entramos todos para llegara a lo que eran las afueras de la ciudad de París. Desde allí, caminamos unos minutos hasta llegar a un callejón, donde empezamos a organizarnos.

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas. El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.


¿Las Iglesias?

Era muy curioso. Me preguntaba cómo unas Iglesias podían mantener a la gente alejada. ¿Quizá fuera protección divina? Desconocía si realmente la religión tenía algo de verdad en ese mundo, ya que las creencias tendían a tener una veracidad distinta dependiendo de dónde se estuviera. En casos como en el Coliseo del Olimpo, los dioses no eran cosa de risa. Aquí no lo tenía tan claro más allá de su influencia. Respecto a lo de los gitanos, se me ocurrían dos cosas: O el verdadero culpable los usaba como chivos expiatorios, o las autoridades hacían lo mismo para justificar aún más su persecución.

La Catedral es como un recinto sagrado y debe existir algún motivo. No creo que podías albergar dudas sobre su elección. El Palacio de Justicia controla a la ciudad desde hace meses, es allí donde encontraremos probablemente los verdaderos informes sobre lo que está pasando. En cuanto al Palacio, es otro sitio donde apenas sí ha habido ataques. Debemos averiguar el motivo.

»Recordad: nada de magia a menos que sea una necesidad vital. No podemos llamar la atención.


Y dicho todo, cada uno empezó a elegir dónde ir. Celeste eligió ir a la Catedral (un sitio menos), mientras que Hana se dirigiría hacia el Palacio. En cuanto al nuevo aprendiz...

Yo… yo conozco bastante bien la ciudad, puedo llegar a cualquier sitio sin problemas. Quizá incluso podría aprovechar mi antigua identidad como guardia de la ciudad para acceder en el Palacio de Justicia o en el Palacio real. Pero dada que no llevo mucho en esto, quizá debería ir junto con alguien con más experiencia…

Entonces te acompaño. Creo que será mejor que vayamos al Palacio de Justicia—un soldado (o ex-soldado) nos ayudaría a acceder a los informes.
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Gracias a Ita por la firma~
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RolKHWorld: Cronología
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Primer Arco: Corrupción

1ª Saga
Prólogo: Sólo los más fuertes... [Bastión Hueco]
Encuentro: Recién llegado [Tierra de Partida]
Trama: Un paso atrás [Tierra de Partida]
Trama: Y digo ¡salta! [Coliseo del Olimpo]
Encuentro: La ciudad eterna [El Mundo Inexistente]
Encuentro: Persecución enmascarada [Villa Crepúsculo]
Encuentro: Un lugar al que regresar [Espacio Profundo]
Trama: ¿¡Es que nadie piensa en los niños!? [Islas del Destino]
Misión: Cuidado con los asteroides [Espacio Profundo]
Encuentro: Perros, lagartos y osos parlantes [Bosque de los 100 Acres]
Encuentro: Las apariencias engañan [Tierra de Partida]
Trama: ¡Se me ha metido placton en la nariz! [Atlántica]
Evento Global: Ocaso de una estrella (Primera parte) [Bastión Hueco]
Evento Global: Ocaso de una estrella: Ruta 3 (Segunda parte) [Bastión Hueco]
Evento Global: Ocaso de una estrella (Parte final) [Bastión Hueco]

Segundo Arco: Perdición

2ª Saga
Misión: Dulces olores [Monstruo] (Inconclusa)
Trama: Ángeles Caídos [Intersticio entre los mundos]
Encuentro: Laberinto Paranoico [Espacio Paranoico]
Trama: Alianza en las Penumbras [El Mundo Inexistente]
Encuentro: ??? [???]
Encuentro: Pasado olvidado [Ciudad de Paso]
Encuentro: Coincidencias alarmantes [País de Nunca Jamás] (Inconcluso)
Trama: Cada loco con su tema [País de las maravillas]
Evento Preglobal: The End Is Where We Begin (Day 0: The Introduction) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 1 - Sector 1: Crepúsculo) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 2 - Sector 3: Ocaso) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 3 - Sector 4: Túneles) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 4 - Sector 3: Ocaso) [Villa Crepúsculo Virtual]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 5 - Sector 2: Atardecer) [Villa Crepúsculo Virtual]
Evento Global: Datastream (Primera parte) [La Red]
Evento Global: Datastream - Ruta de la Eliminación (Segunda parte) [La Red]
Evento Global: Datastream (Parte final) [La Red]

Tercer Arco: Rebelión

3ª Saga
Trama: Crisis de tierras sin dueño [Ciudad de Paso]
Encuentro: Día de monos [Selva Profunda]
Trama: Asalto a la Torre [Torre de los Misterios]
Trama: De cero a héroe [Coliseo del Olimpo]
Trama: En busca del corazón [Espacio Paranoico]
Evento Global: El Esclavo del Olvido (Primera parte) [Castillo del Olvido]
Evento Global: El Esclavo del Olvido - Ruta del Caído (Segunda parte) [Castillo del Olvido]
Evento Global: El Esclavo del Olvido (Parte final) [Castillo del Olvido]
Secret Episode: Another Side, Another Story - The Last Twilight [Villa Crepúsculo]

Cuarto Arco: Colisión

4ª Saga
Trama: Leyendas se contarán [Tierra de Dragones] (en proceso)


No Canon
Especial libre: San Valentín [Tierra de Partida] [Corrupción]
Especial libre: Halloween [Ciudad de Halloween] [Perdición]
Especial libre: ¡Feliz Navidad 2012! [Bastión Hueco] [Perdición]
Especial libre: Historias de San Valentín [Bastión Hueco] [Perdición]
Especial libre: Venid, mis pequeños [Villa Crepúsculo] [Perdición]
Especial libre: ¡Feliz Navidad 2013! [Bastión Hueco] [Perdición]
Especial libre: La mansión encantada [Ciudad de Halloween] [Rebelión]
Especial libre: El laberinto de los corazones [???] [Rebelión]
Especial libre: ¡Los reyes han llegado! [Tierra de Partida] [Rebelión]
Especial libre: La Mansión Encantada II: La Venganza [Ciudad de Halloween] [Rebelión]
Especial libre: World War Christmas [Tierra de Partida] [Colisión]
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor xXOrbOOkXx » Lun Nov 28, 2016 10:12 pm

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Fue la peor noche de insomnio de mi vida.

No quería volver a la Cité a pesar de que en el fondo, muy en el fondo, anhelaba el olor de la ciudad y las ajetreadas personas yendo y viniendo, la música en los callejones y la arquitectura de Notre Dame; pero sobre todo echaba mucho de menos a Gédéon, y un poco también a Yerai. El miedo a encontrarles no era equiparable al que me producía la inquietud de volver a vivir una pesadilla como la última con Celeste.

Hice de tripas corazón y apechugué con los deberes de un Caballero. Ciudad de Paso me había demostrado cual era nuestro verdadero deber, pero ¿aun así valía la pena?

El callejón no era a las afueras pero tampoco era céntrico, simplemente estaba lo suficientemente apartado. El ramalazo de nostalgia fue como una flecha envenenada.

La multitud de Aprendices para la misión era concurrida, y reconocí a todos ellos excepto a uno. Saxor, Celeste, Hana y Saito. Algunos eran conocidos por primera mano, otros las sombras del Castillo del Olvido. Junto a ellos, una Maestra de cada bando se mostraba seria, preparadas para la misión.

El plan es sencillo —comenzó a hablar Nanashi en tono neutro—. Nuestro objetivo es localizar el origen de los Sincorazón, a quien los está manipulando. Quizás haya un jefe Sincorazón o se trate de un humano, no lo sabemos. Tenemos que descubrirlo.

Me vino a la cabeza las magicitas, pero no hice ningún comentario. Acababa de darme cuenta de que algo no iba bien. Era como una tensión en el aire, no tan densa como para partirla con un cuchillo pero si lo suficiente como para sentir su presencia. Miré de reojo al resto de Aprendices, intentando averiguar alguna pista en su mirada.

Por lo que hemos comprendido, los rumores son contradictorios. En general es difícil entender de dónde vienen los ataques y contra quiénes van dirigidos. Se dice que es cosa de los gitanos, pero buena parte de las víctimas son precisamente gitanas. El único lugar donde no han aparecido Sincorazón son las Iglesias. Así que este es el plan:

¿Las iglesias? Fruncí el ceño y me incomodé sin poderlo evitar. Había entrado a Notre Dame infinidad de veces y me maravillaba, me cautivaba como nada lo había hecho hasta el momento, pero a la vez los recuerdos de lo que allí sucedió me quemaban como un hierro ardiendo. Tan vívidos como si mi hermana hubiera muerto en mis brazos el día anterior, bajo la atenta mirada de un rosetón viciado.

»Dos de vosotros iréis a la catedral de Notre Dame a investigar. Otros dos iréis a investigar al Palacio de Justicia. El último grupo se infiltrará en el Palacio.

Ante eso, comencé a cavilar. Me rasqué la perilla cortando mis nefastos pensamientos y me centré en la misión. Iglesias y gitanos. Todo tenía un vínculo: alguien del clero atentaba contra mi pueblo, dominaba a los Sincorazón y mataba gente inocente para despistar. Una teoría sólida pero a la vez sin fundamento. Me sentía tentado a ir directamente a la mencionada catedral, pero prefería ir cuando la misión terminase.

La Catedral es como un recinto sagrado y debe existir algún motivo — explicó Nanashi. Lyn tampoco pareció querer terminar de hablar—. No creo que podías albergar dudas sobre su elección. El Palacio de Justicia controla a la ciudad desde hace meses, es allí donde encontraremos probablemente los verdaderos informes sobre lo que está pasando. En cuanto al Palacio, es otro sitio donde apenas sí ha habido ataques. Debemos averiguar el motivo.

»Recordad: nada de magia a menos que sea una necesidad vital. No podemos llamar la atención.


¿El Palacio? No dejé entrever ninguna emoción en mi rostro, pero la curiosidad me atenazó por un momento: ¿Cómo demonios íbamos a entrar en el Palacio? Estaba claro que yo no podía acercarme al de Justicia, pero a ese...

Yo iré a Notre Dame —sentenció Celeste. Sonreí de medio lado, era previsible—. Sólo una pregunta, Maestras, ¿hay algún sitio en particular en el que los Sincora zón hayan atacado? Algún punto de la ciudad... quizás en las afueras...

Cambié el peso al otro pie mientras los grupos se conformaban. Había pasado mala noche y no me apetecía demasiado hablar.

Yo… yo conozco bastante bien la ciudad, puedo llegar a cualquier sitio sin problemas —Desvié la mirada hacia el muchacho nuevo que había hablado, algo interesado—. Quizá incluso podría aprovechar mi antigua identidad como guardia de la ciudad para acceder en el Palacio de Justicia o en el Palacio real.

Entonces desvié la vista, pero aún así continué mirándole de reojo. Era joven, muy joven. Arqueé una ceja hacia Nanashi, preguntándome interiormente si creía que mezclar la Guardia con gitanos era buena idea. Podría poner el grito en el cielo, acusarle de asesino, censor y demás, pero no solo era un crío, sino que era un soldado. Un soldado que acataba las órdenes sin dudar, sin plantearse si lo que hacía estaba bien o mal. Un soldado al igual que yo. Hubiera sido muy hipócrita reprocharle nada cuando yo hacía exactamente lo mismo.

Esta mal que sea yo la primera en decirlo, porque detesto las formalidades, pero mi nombre es Hana y estoy de acuerdo en que la magia es muy, muy mala en este mundo ―coincidió Hana―. . Iré al Palacio real.

Bien Hana, yo iré contigo, si no te importa —intervine rápidamente. Me coloqué la capucha con aire conspirador—. Pero me surge una duda, Maestras, ¿cómo entraremos en el Palacio? ¿Alguna idea o improvisamos?

>>Soy Simbad—me presentaría a la chica una vez respondida la pregunta.

Nuestro Destino era incierto, y París el telón del teatro. Aquella misión iba a ser como una canción sin cuerdas.

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Bueno pues encantada de estar en la trama ^.^ Espero que nos lo pasemos muy bien.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Rol:

Ficha

Wiki

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Ronda 2

Notapor Suzume Mizuno » Dom Dic 04, 2016 8:06 pm

Si te refieres a la Corte de los Milagros, no, no han aparecido allí hasta donde sabemos, porque los gitanos siguen escondidos. Si hubieran atacado su hogar las cosas serían muy distintas. Y no, nunca atacan un sitio concreto, es muy… disperso—respondió Nanashi, ecléctica.

Cuando Saito terminó de hablar, Nanashi lo miró con una especial frialdad, si bien sus palabras fueron suaves:

Estoy perfectamente, no necesito que nadie «me acompañe».

Y se marchó sin más junto a Hana y Simbad, que se dirigían hacia el palacio. A la pregunta de último dijo «habrá que improvisar cuando lleguemos.». Lyn meneó la cabeza y le dio una palmada en el hombro a Saito.

Tus intenciones son buenas, pero menospreciar así a una persona orgullosa como Nanashi no es una buena idea. Una diría que a estas alturas de la vida ya lo sabrías. Vamos, Matthieu, Simbad. Iré con vosotros.

Lo cierto era que Nanashi parecía, al menos físicamente, estar bastante bien. Cómo, nadie lo sabía. Quizás la naturaleza de Nithael era mucho más débil a la Oscuridad que la de un humano. O puede que fuera fingido, pero era difícil decirlo. Lo único que había cambiado era la frialdad y distancia que la rodeaban últimamente, que se había incrementado. En resumen, no había sido la mejor manera de acercarse. A nadie le hacía gracia que le dijeran que necesitaba ayuda de alguien menos poderoso y experimentado.

Así, el grupo se separó en tres direcciones y dio comienzo la misión.


****
Hana y Simbad



El camino hacia el Palacio no les llevó mucho tiempo. Nanashi los acompañó con paso firme y, por el camino, les informó de un detalle interesante (en especial para Simbad):

Esta mañana he escuchado rumores de que el Rey piensa aprobar un decreto. No sé en qué consistirá, pero el juez Frollo y otros tantos notables han insistido en condenar abiertamente a los gitanos. Como es influencia directa de las apariciones de los Sincorazón, tenemos que intentar solucionarlo antes de que se expida ese decreto.—Nanashi se detuvo a la entrada de una plaza para que un carro rodeado de moscas y que olía a carne pasara por delante. Miró de reojo a ambos jóvenes—. Por si alguno piensa en una medida desesperada, eliminar un papel no serviría de nada. Siempre se puede escribir otro y solo despertaría más odio contra los aliados de los gitanos.

Luego continuaron caminando hasta que se perfiló la muralla interna del palacio que lo protegía incluso dentro de la ciudad. La entrada principal estaba protegida por guardias, así como probablemente lo estarían las traseras, por las que entraban guardias y sirvientes.

El palacio, por su parte, era tosco y no muy elegante, porque había sido construido como una fortaleza, tema que sacaba de quicio al rey y era un constante tema entre los nobles. Más allá de su estética, era un problema para los Caballeros.

¿Cómo iban a entrar en una fortaleza?

Nanashi se ajustó la cofia.

A veces el palacio contrata criadas. Se puede intentar llegar por una de las puertas traseras. Por otra parte, podemos pedir audiencia con el rey, pero es peligroso y deberíais intentar alejaros de la comitiva en cuanto tengamos una oportunidad.—Nanashi miró a los dos jóvenes—. No voy a entrar con vosotros. Yo voy a intentar reunirme con otra persona.

Respondería —quizá— a sus preguntas antes de marcharse y desaparecer por una de las calles.

Hana y Simbad se quedarían, por tanto, a solas. Nanashi les había dado dos formas de entrar. Claro que podía haber otras. Si conocían nombres o si tenían métodos para colarse, podían intentar usarlos. La muralla no era muy alta, pero había patrullas cada cierto tiempo. Las entradas principal tenía a siete guardias y las traseras tenían tres cada una. Pero no era imposible intentar librarse de ellos… Siempre que no hubiera mucha gente mirando. El problema era que estaban cerca de las casas. Quizás tendrían que montar un espectáculo para desviar la atención.

O puede que fuera demasiado arriesgado y fuera mejor intentar probar sin más. Puede que tuvieran suerte.

También podían ignorar (uno de los dos) el Palacio e ir tras Nanashi… si es que la alcanzaban, claro.

Si investigaban, con todo, se darían cuenta de que el palacio estaba al lado del Sena. ¿Merecería la pena intentar acceder al río?

****
Matthieu y Saxor


Lyn decidió acompañarlos, quizás porque Matthieu era nuevo o puede que por otro motivo. Cuán inteligente era que una híbrida como ella se acercara al Palacio de Justicia era difícil de decir, pero bueno. Nadie le decía que no a Lyn si quería seguir de una pieza.

A medida que se acercaban al Palacio de Justicia las patrullas de guardias de negro se incrementaban, a pesar de que en general no había muchos ataques de Sincorazón por los alrededores.

Entonces el oscuro Palacio de Justicia apareció cuando doblaron una esquina. Situado en medio de una plaza, era difícil llegar hasta él sin que nadie los viera. Un grupo de soldados formaba frente a la puerta principal, bajo las órdenes de dos tipos…

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Sobre todo a Matthieu le resultarían familiares, porque eran unos veteranos de la guardia y bastante irritantes: Bruto (el más alto) y Olaf (el más bajo). Les gustaba mucho quejarse, eran unos matones y siempre andaban pavoneándose frente a los reclutas más jóvenes… como fue el caso de Matthieu.

Parecía que el grupo partiría en un rato a patrullar, aunque dejarían, como siempre, a unos pocos detrás para vigilar la entrada.

Lyn se cruzó de brazos.

Ese sitio es impenetrable….—Las pocas ventanas estaban realmente altas y solo había dos puertas controladas. No tenían forma de entrar a menos que hicieran magia y volaran con el glider, pero eso era una locura. Y para hacer magia deberían esperar a que se hiciera de noche y todavía faltaban muchas horas—. ¿Alguna idea de cómo entrar, Matthieu?

Bien, él conocía a guardias. Estaba la posibilidad de intentar hablar con ellos pero… Y Alain no andaba cerca, aunque era posible que estuviera en los barracones. O podía preguntar por su localización. Él debería poder echar una mano. Si es que estaba dispuesto.

También podían intentar entrar con Lyn, ofreciéndola como alguien que habían capturado y que ciertamente era extraña… Claro que había que preguntarse si la Maestra aceptaría y si no sería una idea que las granjearía más problemas que otra cosa.

Pero cualquier idea podía ser bienvenida. Lo ideal era actuar cuanto antes.


****
Celeste y Saito



Llegar a la Catedral no supuso mucho problema. Era una de las zonas más concurridas de la ciudad y, por tanto, resultaba muy sencillo mezclarse entre la multitud para pasar desapercibidos. Y como Notre Dame siempre tenía las puertas abiertas durante el día para que la gente pudiera pasar a rezar, a asistir a las misas y demás ceremonias, entrar a la nave principal fue sencillo.

El eco de las voces de los cristianos resonaba por doquier. La luz fría del invierno entraba por las cristaleras y creaba un ambiente casi mágico de colores fríos y cálidos dependiendo de si caminaban por un conjunto de colores rojizos o azules de santos y pasajes de la vida del salvador cristiano.

Había unos cuantos sacerdotes atendiendo a los penitentes y, seguramente, hacia el final de la Catedral podrían encontrar a más figuras de autoridad. Pero ¿qué iban a hacer? ¿Plantarse delante y decirles «por qué no entran demonios en este recinto»? La respuesta parecía bastante obvia para ellos, ¿no?

Así que quizás fuera más inteligente intentar preguntar a la gente sobre si algún demonio había intentado entrar a la Catedral. Probablemente lo que recordaba Saito no fuera más que una excepción a la regla, si se paraba a pensarlo, porque dos Caballeros estaban dentro de la Catedral. Pero quién sabía.

Así pues, podían dividirse o ir juntos a investigar. También era posible que hubiera algo en la Catedral que mantuviera a los Sincorazón alejados y no perderían nada por intentar comprobarlo. El problema era dónde buscar… Seguramente estaría en la zona de las reliquias, expuestas en los ábsides, o incluso guardado con los tesoros de Notre Dame. Puede que hasta fuera conocido. Siempre valía la pena preguntar.

Vieron unos cuantos niños y un par de niñas en un rinconcito, contemplando la estatua de la Virgen y cuchicheando entre ellos. También había un corro de mujeres mayores alrededor de un sacerdote y siseaban de tal forma que casi no se entendía qué decían, pero resonaba bien alto. Más al fondo había un sacerdote de túnica blanca… ¿Quizás el archidiácono? Y en los bancos más cercanos había un hombre rezando con aspecto bastante inquieto.

Podían buscar otros objetivos, solo tenían que encontrar a alguien que les pareciera apropiado. O también podían ir a algún lugar concreto que quisieran investigar.

¡Manos a la obra!



Fecha límite: viernes 9 de diciembre


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Muchísimas gracias a todos por entender el motivo de este retraso. Se me han acumulado muchas cosas y no tenía fuerzas para escribir. Pero ya volvemos a las andadas y continuamos con la historia.
Ya sabéis, si tenéis cualquier duda, me la comentáis sin problema.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor H.S Sora » Vie Dic 09, 2016 11:00 pm

La mirada de la Dama de Hierro fue suficiente como para saber que no lo había hecho bien. Suspiré para mis adentros esperando la respuesta, en forma de cubo de agua fría.

Estoy perfectamente, no necesito que nadie «me acompañe».

Asentí, tratando de no mostrar emoción alguna mientras Nanashi se marchaba sin mediar palabra. Estaba dispuesto a irme cuando noté una mano sobre mi hombro. La de Lyn.

Tus intenciones son buenas, pero menospreciar así a una persona orgullosa como Nanashi no es una buena idea. Una diría que a estas alturas de la vida ya lo sabrías. Vamos, Matthieu, Simbad. Iré con vosotros.

Gracias —musité antes de que se fuera.

Me froté la sien, ya empezaba a fastidiarla y no llevaba ni una hora en la Cité. Ahora que se había ido no podía arreglarlo, debía centrarme en la misión. Trataría de enmendar mis errores más tarde. Ya que por mucho que la Maestra pareciera estar bien… el frío que la envolvía era más intenso que de costumbre. Y eso no podía ser bueno.

Rodé sobre mis talones y puse rumbo a la Catedral de Notre Dame. Pero antes de eso me llevé una agridulce sorpresa.

¿Te importa que esté despierta y te acompañe en la misión?

¿Alice? Claro… ¿no sueles estarlo?

Normalmente sólo estoy alerta cuando estás en verdadero peligro como…

...Como en la Ópera. Claro, no te preocupes.

No tuve que andar mucho para encontrarme Celeste, parecía que esperaba que no acabara acompañando a Nanashi. Le dediqué una media sonrisa, sin muchas ganas.

Está bien, y no quería que la acompañara.

»Te lo dije. Vámonos.

¿Estás bien?

No quise responder.

***


No fue difícil llegar hasta la Catedral, ni tampoco mezclarse con los parisinos. Desde mi última visita al recinto sagrado no había pasado mucho tiempo, pero cada vez que iba me parecía que el lugar había cambiado, al igual que la cantidad de feligreses que se dirigían a él.

Quizá tuviese que ver hubiera ido en momentos poco oportunos: el festival que nadie se quiere perder, una madrugada en la que Notre Dame ni siquiera estaba abierta… pero por suerte ahora no había problema. Durante el día parecía que dejaban el acceso libre a cualquiera, lo que nos facilitó mucho la parte de infiltrarnos.

El verdadero problema residía en cómo investigar. Una vez dentro eché un vistazo rápido a nuestro alrededor, me permití detenerme en las imágenes de la vida del que era el hijo del Dios cristiano. Hijo, Padre y Espíritu Santo. El juego de luces era precioso, y eso acrecentaba el sentimiento de amor que tenía por el arte de la Cité.

Fuera un mundo más o menos desarrollado, seguía siendo de los mejores que había tenido el placer de visitar.

Le di un discreto codazo a Celeste, por si no se había fijado en el pequeño bullicio que había en la Catedral. Era algo sutil, pero el ambiente parecía un poco más inquieto que de costumbre. Una cosa que me llamó la atención fue un grupo de niños que parecía muy centrado en la estatua de la Virgen. Demasiado. Como si pasara algo.

Quizá sólo fueran imaginaciones mías y no sucediera nada, pero no perdía nada por comprobarlo.

Antes de comentárselo a mi acompañante, no pude evitar darle vueltas a la posibilidad de que hubiera algo que fuera lo que alejara a los Sincorazón de ahí. Pero no me podía imaginar algo como una barrera similar a la que había tenido Tierra de Partida en su día protegiendo Notre Dame… ¿el qué entonces?

Tendremos que investigar primero.

Voy a ver que averiguo con el grupo ese de ahí —susurré, inclinando la cabeza levemente hacia los niños—. Ten cuidado, y si te parece bien que ninguno de los dos salga de aquí. Así no hará falta un punto de reunión.

»Suerte.

Me dirigiría al rincón, santiguándome al llegar. Junté las manos, dispuesto a ponerme a rezar para mis adentros frente a la imagen de la Virgen.

Por favor, si existes, protege a la Maestra Nanashi.

Mi plan era sencillo: trataría de ver si había algo raro en ella, a la par que prestaría atención para ver si los niños decían algo interesante.

En el caso de no descubrir nada, o que el grupo se callara de golpe a mi llegada, me limitaría a saludarlos con una sonrisa para intentar entablar conversación.

Perdonad, estaba tan distraído que no me había fijado en que molestaba. ¿Ocurre algo?
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Nell » Vie Dic 09, 2016 11:59 pm

Ninguno más se presentó, salvo un chico que accedió a acompañarla al Palacio.

Bien Hana, yo iré contigo, si no te importa. —Se encogió de hombros por toda respuesta—. Pero me surge una duda, Maestras, ¿cómo entraremos en el Palacio? ¿Alguna idea o improvisamos?

>>Soy Simbad

Resultó que las palabras de Nanashi sobre «debemos averiguar el motivo» significaban en realidad que iría a palacio con aquellos que quisieran. Hana no tenía nada en contra de la Maestra, aunque había oído lo bastante de ella como para no querer tener nada en general con ella. Los demás parecían preocupados por algo en torno a su condición, cosa a la que no prestó atención, pues le importaba más que fuera a sufrirla.

Se separaron en tres grupos, aunque no acordaron ningún modo de comunicación. Hana supuso que las Maestras solo habían contemplado la observación y que esperaban que fuera un problema aislado posible de solucionar por separado. Mientras se dirigían al Palacio, Nanashi les informó de novedades:

Esta mañana he escuchado rumores de que el Rey piensa aprobar un decreto. No sé en qué consistirá, pero el juez Frollo ―A Hana se le pusieron los pelos de punta. ¿Frollo?― y otros tantos notables han insistido en condenar abiertamente a los gitanos. Como es influencia directa de las apariciones de los Sincorazón, tenemos que intentar solucionarlo antes de que se expida ese decreto. Por si alguno piensa en una medida desesperada, eliminar un papel no serviría de nada. Siempre se puede escribir otro y solo despertaría más odio contra los aliados de los gitanos.

Era bueno que lo matizara porque a Hana se le había pasado ligeramente por la cabeza. En Port Royal a veces se quemaban los papeles que recogían un decreto. Y al pregonero con ellos. Sin embargo, en aquel momento tenía una desagradable sensación. Nanashi hablaba de la influencia de Frollo como si fuera algo reciente. Eso era imposible, pues aún como firme opositor de los gitanos, ya no tenía boca para graznar.

Frollo murió hace meses ―dijo con seguridad, esperando una confirmación de Nanashi. Que nunca llegó.

Pero ¡ella lo había matado! Ninguna medicina de aquel mundo podría haber curado la puñalada certera que le propinó Hana al juez. Nanashi y Simbad podían decir lo que quisieran. No creería que seguía vivo hasta que lo viera con sus propios ojos.

Llegaron al Palacio, que estaba fortificado con una muralla y una vigilancia perfecta, como se espera de la residencia de un rey. Simbad ya le había preguntado con anterioridad a Nanashi cómo había planeado entrar, por lo que Hana esperó a su propuesta.

A veces el palacio contrata criadas. Se puede intentar llegar por una de las puertas traseras. Por otra parte, podemos pedir audiencia con el rey, pero es peligroso y deberíais intentar alejaros de la comitiva en cuanto tengamos una oportunidad.—La primera idea no le parecía mal. La segunda, ni hablar—. No voy a entrar con vosotros. Yo voy a intentar reunirme con otra persona.

¿Y dónde nos encontraríamos nosotros si averiguamos algo? ―le preguntó.

Por un lado, le gustaba la idea de perder de vista a Nanashi porque eso significaba que podría moverse a sus anchas. En cambio, y ante tanto guardia cerca, les abandonaba en el peor momento, pues tendrían que improvisar sus propios planes para solventar la barrera. Y podían acabar muy mal si daban un paso en falso.

Después de que se marchara, se dirigió a Simbad para plantearle una idea en la que había estado meditando.

Yo podría solicitar puesto de sirvienta, pero tú te quedarías fuera ―le dijo. Ni siquiera tuvo en cuenta su condición de gitano, pues Hana no sabía reconocerlos―. Hace mucho tiempo, vine a París y conocí a un noble llamado Raphaël. Si les damos su nombre a los guardias y fingimos ser nuevos sirvientes suyos, quizá le llamen y nos cuele en el Palacio. Le ayudé en su investigación y me lo debe. Además, no me quitaba ojo de encima e incluso me dio alojo. Tengo posibilidades ―añadió con picardía.

No sé si será tan fácil convencerle. ―Hana eso no se lo tomó bien. ¿Dudaba de ella?

Yo puedo manipular a quien me proponga.

Te propongo un trato: quien antes consiga «manipularle» ―Demasiada sorna creyó detectar―. [color=#BF0000]Se lleva 1000 platines.

Hecho. ―Le estrechó la mano con decisión. Iba a demostrarle de primera mano con quién se las traía.

La apuesta estaba en marcha y Hana no iba a perderla. Raphaël le había llamado la atención, aunque nunca se lo había tomado en serio porque le rechinaba su estatus social. Ella entendía mejor que nadie lo que significaba estar en lo más bajo y mirar a los de arriba. No había pensado en Raphaël como a un igual con el que pudiera flirtear. Pero flirtear en serio. No como había hecho con Lefou, a quien solo provocó para que le contara información.

Una vez pactado todo, se pondrían manos a la obra. Hana propuso intentarlo en alguna de las puertas traseras, ya que eran las que comúnmente usaban los sirvientes (sería raro que lo solicitaran en las delanteras). Se acercaría a uno de ellos, con toda la humildad que pudiera fingir.

Disculpe, somos criados del señor Raphaël y este es nuestro primer día. ¿Sabe usted adónde debemos dirigirnos? ―preguntaría, fingiendo estar perdida. Se presentaría si así lo pedían. Le costó un poco recordar qué identidad había ideado con el noble―. Soy Fiore, y mi compañero… ―Dejó a Simbad decidir su nombre.

En el caso de que no funcionara, se excusaría ante los guardias por su impertinencia (si es que no la arrestaban) y escucharía el otro plan de Simbad (la entrada por el río). Le obedecería para probar suerte, ya que como última opción sería acudir a otra puerta en la que preguntar por un puesto vacante de sirvienta, dejando atrás al chico.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor xXOrbOOkXx » Sab Dic 10, 2016 1:20 am

Nanashi, como tantas otras veces, decidió acompañarnos, aunque no me pasó desapercibida la tensión en el aire. Fuera lo que fuese, no le di más vueltas. Tierra de Partida y Bastión Hueco siempre tendrían unas diferencias inquebrantables al fin y al cabo. A esas alturas no podía importarme menos.

Hana demostró ser una Aprendiz despierta y confiada, fácil de tratar. Además no solo era atenta, sino que demostró tener muy buenas ideas y una imaginación bastante despierta, justo el tipo de Aprendiz con el que me gustaba realizar las misiones.

Esta mañana he escuchado rumores de que el Rey piensa aprobar un decreto. No sé en qué consistirá, pero el juez Frollo y otros tantos notables han insistido en condenar abiertamente a los gitanos.

Hana se estremeció y yo no pude evitar desviar la vista. Frollo. Todos los gitanos temíamos a ese hombre por su crueldad y dureza. Nunca me lo había encontrado personalmente y esperé nunca hacerlo.

Como es influencia directa de las apariciones de los Sincorazón, tenemos que intentar solucionarlo antes de que se expida ese decreto. Por si alguno piensa en una medida desesperada, eliminar un papel no serviría de
nada. Siempre se puede escribir otro y solo despertaría más odio contra los aliados de los gitanos.


Apreté los puños. La única solución y la que más de medio París se moría por efectuar...

Frollo murió hace meses

¿Cómo? ―La afirmación de la extrañada Hana me descolocó tanto que por un momento olvidé la furia que me estaba invadiendo. Muerto. La palabra danzó en mi mente por unos instantes. ¿Era cierto? ¿Podría ser que el asesino de cientos de nosotros pudiera estar bajo tierra?

Miré a mi compañera con un gesto entre confundido y esperanzado. Pero no podía ser tan fácil. Nunca era tan fácil. Solté todo el aire que se había acumulado en mis pulmones. No, claro que no. Hana podía haberlo visto con sus propios ojos, pero no era difícil que todo hubiera sido un engaño, una pantomima. No sería la primera vez que la magia estuviera involucrada.

A veces el palacio contrata criadas. Se puede intentar llegar por una de las puertas traseras. Por otra parte, podemos pedir audiencia con el rey, pero es peligroso y deberíais intentar alejaros de la comitiva en cuanto tengamos una oportunidad. —No negaré que la primera parte tenía algo de sentido, pero la segunda era casi un suicidio en mi caso—. No voy a entrar con vosotros. Yo voy a intentar reunirme con otra persona.

¿Otra persona? Arqueé una ceja, pero la mirada fría de Nanashi mostraba que no quería más preguntas, así que no insistí. En Port Royal (hacía casi una eternidad) había demostrado que sus contactos eran más o menos de fiar, así que la dejé estar.

¿Y dónde nos encontraríamos nosotros si averiguamos algo?

Yo tengo un dispositivo de comunicación. ―Se me ocurrió de repente, sacando el aparato disimuladamente―. Maestra, si quiere podemos intercambiar números.

Una vez realizado el intercambio (o no), dirigí mi vista al palacio. Era majestuoso y a la vez repulsivo. Para ellos ver a un gitano correteando por sus finos corredores era equiparable a observar una cucaracha sobre la superficie blanca de un pastel, comportamiento que había visto en la mayoría de la nobleza de París. Lo odiaba.

Yo podría solicitar puesto de sirvienta, pero tú te quedarías fuera ―sugirió Hana―. Hace mucho tiempo, vine a París y conocí a un noble llamado Raphaël. Si les damos su nombre a los guardias y fingimos ser nuevos sirvientes suyos, quizá le llamen y nos cuele en el Palacio. Le ayudé en su investigación y me lo debe. Además, no me quitaba ojo de encima e incluso me dio alojo. Tengo posibilidades

El plan no me pareció del todo mal, además iba a ser complicado que me dejaran entrar en el palacio siendo de condición gitana, así que yo podría buscar por otro sitio. Lo que no me convencía era la parte final.

No sé si será tan fácil convencerle ―argumenté. No me fiaba de los extraños en demasía, y aunque Hana dijo que ya le conocía, las apariencias a veces engañaban, y mi compañera quizás podría salir mal parada. La chica pareció ofenderse un tanto.

Yo puedo manipular a quien me proponga.

Reí con ganas. Su decisión fue innegable, y su sentencia fue como una promesa al Destino. Pero yo era actor. Oh, y se me acababa de ocurrir una idea, no solo para mejorar mis habilidades, sino para motivarla más en su empeño, realizar la misión con más rapidez, sonsacarle más información a nuestra víctima y si podía ganarme unos platines. Todo ventajas. Además, qué demonios, iba a ser divertido.

Te propongo un trato: quien antes consiga «manipularle» ―le dirigí una mirada elocuente, dando a entender mis intenciones―. Se lleva 1000 platines.

Hecho.

Y le estreché la mano. El pacto quedaba cerrado.

No era la primera vez. Cierto era que la última vez fue en una taberna de borrachos y yo iba disfrazado de mujer, pero anteriormente, antes de unirme a la Orden, usaba algún que otro método de seducción como último recurso para salir de algún apuro. Vale que nunca lo había probado a ver si funcionaba con algún hombre, pero solo necesitaba una buena actuación y tentar un poco a la suerte.

Definitivamente no era mi estilo, ¡pero qué demonios! No solo me iba a echar unas risas con Hana, sino que además, por una vez, me sentía dispuesto a darle con gusto mil platines.

Si no funciona el plan podemos intentarlo por el río ―argumenté señalando hacia el glorioso Sena―. Con algo de buenaventura podremos colarnos.

Asintió diligente y nos acercamos a la puerta. Rasgué mis ropas y me quité las botas y el pendiente para dar sensación de pobreza y dirigí mi vista al suelo.

Disculpe, somos criados del señor Raphaël y este es nuestro primer día. ¿Sabe usted adónde debemos dirigirnos? ―preguntó humildemente Celeste. Casi me lo hubiera creído.―. Soy Fiore, y mi compañero…

Ast, señor ―mustié mirando hacia abajo―. Por favor no preste atención al color de mi piel, soy mestizo pero tan parisino como usted. Nunca viví ni viviré jamás entre gitanos.

Si funcionaba, bien seguiría a Hana a través del Palacio. Si no... Me dirigiría hacia el Sena y bucearía hasta poder colarme.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Denna » Sab Dic 10, 2016 1:45 am

Traté de no parecer culpable cuando Nanashi mencionó la Corte. Bueno, suponer que no sabía de su existencia había sido un poco estúpido por mi parte. Me quedé con la información y me aferré a sus palabras: de seguro que, si hubiese habido algún ataque ahí, la noticia habría volado como la pólvora. Tenía que mantener la esperanza.

Yo… yo conozco bastante bien la ciudad, puedo llegar a cualquier sitio sin problemas. Quizá incluso podría aprovechar mi antigua identidad como guardia de la ciudad para acceder en el Palacio de Justicia o en el Palacio real.

Los nervios se esfumaron de golpe. «Perdón, ¿he oído bien?».

Atónita, clavé la mirada en el chico vestido de soldado. En un arrebato de inocencia había llegado a pensar que era un simple disfraz para colarse en el Palacio de Justicia. Vale, pues no. Pero lo que me sorprendió de verdad fue que a nadie le pareciera extraño. Y con extraño me refería a despreciable.

La otra chica, Hana, prosiguió como si nada. Saito y Saxor tampoco hicieron ningún comentario, al igual que Simbad. Podía entender que los demás no supieran hasta qué punto llegaba la crueldad de los guardias, pero que Simbad, que era tan gitano como yo, se quedara calladito, aprobando la decisión de quienquiera que hubiese adoptado al asesino en potencia...

Me crucé de brazos. No, no iba a ser la que montara el numerito delante de las Maestras. Pero tampoco iba a quedarme callada.

¡Un guardia! ¡Vaya! —exclamé con el tono más despistado y falso que conseguí—. Mira por dónde. Es bueno saber que hay alguien tan dedicado a este mundo aquí, con nosotros. Sólo espero que puedas apartar tus ansias de capturar gitanos un momentito para cumplir con la misión. Sé que debe de ser complicado pero, ¡ánimo! Tú puedes.

Sonreí tan irónica como abiertamente. Incluso me despedí con la mano en cuanto quedó claro que ninguno de los presentes () tenía más que decir.

Me daba igual que sólo fuera un chico o un simple recluta. Formaba parte de todo aquello. De ellos. Aunque no hubiera asesinado a nadie personalmente —o peor aún, viniera con el cuento de «oh, es que he cambiado, blablabla»—, habría sido cuestión de tiempo. Si se lo ordenaran, no vacilaría. De eso estaba segura.

Y no podía tolerarlo. Ni pensaba hacerlo.

* * *


El camino a la catedral fue silencioso. Ya me había olvidado de Nanashi cuando Saito me confirmó que estaba bien. Contesté con un gruñido, molesta con él y con los demás. ¿En serio veían bien que viniera esa clase de gente? Ya no sólo a esta misión en concreto, si no a la Orden. Fuera la que fuera. Si es que, ¡por favor! ¡Salvar a la gente iba en contra de la naturaleza de esa gentuza! A menos que se tratara de blancos, claro. Como lo debía de ser su Maestro, apostaría todo mi dinero a ello.

Tuve que hacer un esfuerzo para dejar de lado toda la negatividad antes de entrar en Notre Dame. No era ni el momento ni el lugar, por mucho que la situación me crispara los nervios. «No en la casa de Dios». Respiré hondo. «La misión es lo primero... y lo único que está en mi mano, al menos por ahora».

Volví a respirar hondo, esta vez con un incipiente dolor de cabeza. Una buena señal.

Averiguar por qué no entraban los Sincorazón a la catedral. Vale. Sencillo. Podía hacerlo. En cuanto supiera cómo separar a Dios, los demonios y la fe en general del auténtico problema.

Crucé las puertas con el corazón a mil. Mi confianza era una montaña rusa y se acercaba a un momento crítico. Si esto no salía bien, no sabía qué iba a ser de mí.

Por favor, por favor, por favor —musité cerrando los ojos con fuerza. A Dios, a María; daba igual quién me escuchara—. No permitas que me aleje del buen camino.

«No quiero fallar otra vez. No aquí».

Voy a ver que averiguo con el grupo ese de ahí —dijo Saito entonces, dándome un codazo—. Ten cuidado, y si te parece bien que ninguno de los dos salga de aquí. Así no hará falta un punto de reunión.

¿Eh? Ah, ya. Vale —contesté distraída. Entrecerré los ojos mientras trataba de acostumbrarme al cambio de luz. Saito señalaba a un grupo de niños alrededor de una estatua—. Yo... daré una vuelta, supongo.

Suerte.

Lo mismo digo.

Eché a andar en dirección contraria. «Que tuviera cuidado». Reprimí las ganas de resoplar. A medida que avanzaba, pero, parecía como si la catedral me insuflara seguridad y calma. Estaba en casa. Y todo saldría bien. El primer paso era empezar a creerlo. Ahí estaba a salvo...

Capté una figura de blanco a lo lejos, al fondo del edificio. Costaba distinguirle pero, ¿podía ser el archidiácono? Creía recordar que vestía de ese color, al contrario que la mayoría de sacerdotes. Era una persona amable, y quizás tendría alguna idea de lo que ocurría. Ahora bien, ¿me reconocería? Había pasado mucho tiempo.

Por probar no perdía nada. Intenté acercarme y, si le reconocía, buscaría la forma de llamar su atención. De lo contrario, si se trataba de otra persona, supuse que podría preguntarle por el archidiácono y me llevaría hasta él. Entonces le diría:

Disculpad, archidiácono. Os... ¿Os acordáis de mí? —pregunté—. Soy Celeste... Hará cosa de un año traje unas medicinas para un amigo vuestro. —Con un gesto inseguro, señalé hacia arriba, a la espera de que reaccionara o algo—. A-a Quasimodo —susurré.

Desvié la mirada, sintiéndome ridícula y culpable a la vez.

Veréis, me preguntaba si... si podríais ayudarme. Anoche, cuando volvía a casa, me atacó uno de esos demonios —improvisé a toda velocidad mientras componía una expresión desolada—. Y... ¡no entiendo por qué! ¡N-nunca he hecho nada malo! Pasé tanto miedo, apenas pude despistarle y escapar... —Me sorbí la nariz.

Dios Santo, esperaba de corazón que mentir bajo esas circunstancias no fuera un pecado muy grave. «Bueno, qué diablos», me dije. «Al cielo no voy a ir, así que qué más da»

Me preocupa que pueda volver a ocurrir. ¿P-podría quedarme aquí un tiempo? Sólo serían unos días como mucho, lo prometo. He oído que Notre Dame es el único lugar en el que no se atreven a entrar, pero estoy tan asustada...

»¿Hay algún sitio en el que pueda rezar? Es decir, algún sitio en especial donde sepa que Él me ampara. No quiero pensar que me ha abandonado, p-pero... Desde ayer... todo es tan...


Tuve que interrumpirme, fingiendo que me costaba respirar y sollozaba. Por triste que fuera, tenía mucha práctica en ambas cosas, de modo que podía quedar convincente.
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Saxor » Dom Dic 11, 2016 12:10 am

Celeste preguntó sobre otro lugar sin decir específicamente cual, aunque Nanashi pareció entenderlo. La Corte de los Milagros... El hogar de los gitanos. Si no habían atacado allí todavía, era quizá porque aún no conocían su paradero. Los sincorazón estaban probablemente comandados contra ellos, al fin y al cabo.

Que hablando de Celeste, su expresión cambió mucho cuando Matthieu dijo haber sido soldado. Tomé otro trago de café, extrañado por la reacción, ya que no era de curiosidad precisamente. Si se sumaba eso a lo que leí de la persecución que tenían los gitanos, quizá la guardia fuera mucho peor de lo que esperaba. E iba a tener que lidiar con ella... Esperaba que tener a alguien reformado de los suyos ayudara las cosas (porque esperaba que no compartiera lo mismo que ellos si le habían convertido en aprendiz).

Tras una fría conversación con el aprendiz de Bastión Hueco que no conocía, Nanashi se marchó con Hana y Simbad. Lyn se acercó para darle un consejo:

Tus intenciones son buenas, pero menospreciar así a una persona orgullosa como Nanashi no es una buena idea. Una diría que a estas alturas de la vida ya lo sabrías. Vamos, Matthieu, Saxor. Iré con vosotros.—me extrañó que ella precisamente quisiera acompañarnos, pero no era alguien con la que se pudiera tener una discusión. Me resigné a tratar el tema con otro trago de café, y nos marchamos en cuanto guardé el termo.

***

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Llegamos hasta la plaza donde se encontraba el Palacio de Justicia. Que siendo sincero, parecía una fortaleza más que un palacio. Todo estaba alto, desde las ventanas hasta la entrada (aunque ésta era accesible gracias a las escaleras). La entrada estaba llena de guardias, que parecían bajo las órdenes de otros dos, uno alto y otro bajito. Tenían pinta de que iban a marchar en unos minutos.

Ese sitio es impenetrable… ¿Alguna idea de cómo entrar, Matthieu?

Mientras esperaba la respuesta del chico, yo mismo pensé también en alguna forma. Con tanto guardia, era mejor ir por la noche para evitar ser vistos, pero eso nos llevaría mucho tiempo perdido de espera.

Lo único que se me ocurre es que entremos al menos uno de nosotros como prisionero... En el peor de los casos se puede escapar con la llave espada... Si no nos ven usándola. Aunque si se pudiera abrir por mera fuerza bruta...—miré a la Maestra Lyn de reojo. Que era una bruta no era una novedad, y precisamente por eso tampoco me atrevía a hacer la proposición de forma directa.
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Gracias a Ita por la firma~
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RolKHWorld: Cronología
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Primer Arco: Corrupción

1ª Saga
Prólogo: Sólo los más fuertes... [Bastión Hueco]
Encuentro: Recién llegado [Tierra de Partida]
Trama: Un paso atrás [Tierra de Partida]
Trama: Y digo ¡salta! [Coliseo del Olimpo]
Encuentro: La ciudad eterna [El Mundo Inexistente]
Encuentro: Persecución enmascarada [Villa Crepúsculo]
Encuentro: Un lugar al que regresar [Espacio Profundo]
Trama: ¿¡Es que nadie piensa en los niños!? [Islas del Destino]
Misión: Cuidado con los asteroides [Espacio Profundo]
Encuentro: Perros, lagartos y osos parlantes [Bosque de los 100 Acres]
Encuentro: Las apariencias engañan [Tierra de Partida]
Trama: ¡Se me ha metido placton en la nariz! [Atlántica]
Evento Global: Ocaso de una estrella (Primera parte) [Bastión Hueco]
Evento Global: Ocaso de una estrella: Ruta 3 (Segunda parte) [Bastión Hueco]
Evento Global: Ocaso de una estrella (Parte final) [Bastión Hueco]

Segundo Arco: Perdición

2ª Saga
Misión: Dulces olores [Monstruo] (Inconclusa)
Trama: Ángeles Caídos [Intersticio entre los mundos]
Encuentro: Laberinto Paranoico [Espacio Paranoico]
Trama: Alianza en las Penumbras [El Mundo Inexistente]
Encuentro: ??? [???]
Encuentro: Pasado olvidado [Ciudad de Paso]
Encuentro: Coincidencias alarmantes [País de Nunca Jamás] (Inconcluso)
Trama: Cada loco con su tema [País de las maravillas]
Evento Preglobal: The End Is Where We Begin (Day 0: The Introduction) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 1 - Sector 1: Crepúsculo) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 2 - Sector 3: Ocaso) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 3 - Sector 4: Túneles) [¿Villa Crepúsculo?]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 4 - Sector 3: Ocaso) [Villa Crepúsculo Virtual]
Evento Global: The End Is Where We Begin (Día 5 - Sector 2: Atardecer) [Villa Crepúsculo Virtual]
Evento Global: Datastream (Primera parte) [La Red]
Evento Global: Datastream - Ruta de la Eliminación (Segunda parte) [La Red]
Evento Global: Datastream (Parte final) [La Red]

Tercer Arco: Rebelión

3ª Saga
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Encuentro: Día de monos [Selva Profunda]
Trama: Asalto a la Torre [Torre de los Misterios]
Trama: De cero a héroe [Coliseo del Olimpo]
Trama: En busca del corazón [Espacio Paranoico]
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Evento Global: El Esclavo del Olvido - Ruta del Caído (Segunda parte) [Castillo del Olvido]
Evento Global: El Esclavo del Olvido (Parte final) [Castillo del Olvido]
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Cuarto Arco: Colisión

4ª Saga
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Re: [La Cité des Cloches] Fuego Infernal

Notapor Damocles » Lun Dic 12, 2016 10:52 am

¡Un guardia! ¡Vaya! —exclamó una de las jóvenes, Celeste creo que se llamaba, con un tono con el que dejó claro que acababa de ganarme a una enemiga nada más abrir la boca—. Mira por dónde. Es bueno saber que hay alguien tan dedicado a este mundo aquí, con nosotros. Sólo espero que puedas apartar tus ansias de capturar gitanos un momentito para cumplir con la misión. Sé que debe de ser complicado pero, ¡ánimo! Tú puedes.

Se largó sonriendo con ironía e incluso sacudió la mano para reforzar sus palabras, sin darme tiempo siquiera a reaccionar. Pues vaya un espíritu de compañerismo. En cuanto mentó a los gitanos, y consciente del tono de su piel que la delataba, casi con total seguridad, como una de ellos, supe que el odio colectivo de aquella raza por los guardias de París acababa de concentrarse en sus palabras y golpearme de lleno. La verdad es que desde que había llegado a aquel extraño lugar todo había cambiado mucho. No hacía tanto que patrullaba por París siguiéndoles la pista a los gitanos, pero eran otros tiempos. No tenía ni idea de lo que pasaba en realidad, y a pesar de que desde mi encuentro con Fátima todo había dado un giro de ciento ochenta grados, aún había muchas cosas que resultaban novedosas para mí.

Maestra Lyn… —pregunté—. Supongo que lo que Celeste ha dicho… —no sabía muy bien cómo enfocar aquello—. Supongo que tiene sus motivos, pero yo… No quisiera que surgieran problemas en el grupo por mi procedencia. —concluí.

Demonios, aquello sonaba estúpidamente irónico. Aquella tipa me odiaba por ser guardia parisino, y precisamente estaba reproduciendo el mismo comportamiento del que nos acusaban. Menudo panorama... En cualquier caso, esperaba que las palabras de la Maestra Lyn contribuyeran a aliviarme, aunque fuera un poco. En un futuro —aunque, claro estaba, dudaba que Celeste fuera a acercarse a más de un par de metros de mí salvo para escupirme a la cara— me gustaría tratar de explicar las cosas y, si era necesario, pedir disculpas. Aunque yo, en los meses que había servido en la guardia, no había capturado, ni mucho menos matado, a ningún gitano, no podía evitar sentirme responsable, hasta cierto punto, de la cacería que se llevaba a cabo contra ellos.

La Mastrea Lyn, en efecto, había decidido acompañarnos, y posiblemente aquello se debía a que, por mucho que conociera París y a sus gentes —lo que me convertía en alguien valioso, traté de consolarme—, no dejaba de ser un novato. No había dejado de sentir aquel cosquilleo nervioso en mi estómago desde por la mañana y, ahora que se acercaba el momento de entrar en acción, aquella desasosegante sensación iba in crescendo. El hecho de llevar a mi lado a una criatura híbrida como la maestra Lyn, con sus extrañas orejas —por mucho que éstas se ocultaran bajo una capucha—, nos acompañara sólo incrementaba mi aprehensión. Pero, desde luego, yo no era quien para llevarle la contraria, ni mucho menos. La maestra Lyn era célebre por su genio y sentía cierto apego por mi pellejo. De todos modos, aquella era sólo una de tantas preocupaciones que me rondaban por la cabeza en aquel instante. ¿Qué ocurriría si me encontraba con alguien a quien conocía? ¿Y si se ponía a hacer preguntas incómodas? Preferí apartar aquellos pensamientos de mi mente por el momento. Ya habría tiempo de preocuparse si algo de aquello ocurría.

En cuanto dejamos aquel sombrío callejón no tardé en orientarme y en empezar a reconocer los edificios entre los que había crecido todos aquellos años atrás. Aquí y allá aparecía una casa, un tejado, una ventana, en suma, una silueta familiar, y notaba que mi corazón, por unos breves instantes, dejaba de latir acelerado a causa del temor y lo hacía por la emoción de regresar a casa. Trataba, no obstante, de caminar con la mirada gacha, sin que los numerosos viandantes —y en especial las patrullas de guardias, claramente reconocibles por sus negros uniformes— tuvieran ocasión de inspeccionarme el rostro. Más valía prevenir… A medida que nos acercábamos al Palacio de Justicia la vigilancia se incrementaba, al igual que mi inquietud.

Justo al doblar una esquina de una de las callejuelas que discurrían en dirección al Sena, la imponente mole de piedra ennegrecida por el tiempo del Palacio de Justicia apareció ante nosotros. Una gigantesca estructura gótica cubierta de torres, arbotantes y pináculos que se alzaba amenazadora contra el cielo matutino, envolviendo con un aura amenazadora la alegre vida urbana que acaecía a pocos metros a sus pies. Dominaba una plaza y sólo se podía acceder a él, tal y como recordaba, subiendo por una larga escalinata de piedra. Situado en medio de una plaza, ya era difícil llegar hasta él sin que nadie nos viera; pero, para darle más emoción al asunto, me percaté de que un grupo de soldados formaba frente a la puerta principal, bajo las órdenes de dos tipos…

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Demonios, me resultaban terriblemente familiares. Después de examinarlos durante un instante, caí en la cuenta de quiénes eran y torcí el gesto. Si aquellos dos rondaban por allí, lo iban a tener complicado. Eran unos veteranos de la guardia y bastante poco agradables: Bruto (el más alto) y Olaf (el más bajo). Les gustaba mucho quejarse, eran unos matones y siempre andaban pavoneándose frente a los reclutas más jóvenes…, cuando no directamente se dedicaban a hacerles novatadas o a golpearlos para divertirse. Por suerte, durante mi etapa en la guardia había conseguido evitarlos la mayor parte del tiempo, pero aún recordaba alguna de las jugarretas que habían tenido que soportar muchos de mis compañeros. Sintiendo como me hervía la sangre al reconocerlos, pensé que informar a Lyn y a Saxor de cómo las gastaban aquellos dos individuos sería lo mejor.

Maestra Lyn, Saxor… —susurré mientras hacía un gesto hacia el grupo de soldados que se agolpaba a los pies del Palacio—. Conozco a esos dos, por desgracia. Se llaman Bruto y Olaf, son dos tipos de la peor calaña. No son muy listos, pero la maldad les dota de cierta inteligencia cruel en las situaciones más inesperadas. Por no hablar del grupo de guardias que tienen bajo sus órdenes. —sacudí la cabeza—. Si no queremos problemas, haríamos bien en evitarlos.

Se me ocurrió que lo más plausible era que el grupo partiese en un rato a patrullar, aunque dejarían, como siempre, a unos pocos detrás para vigilar la entrada. Además, verlos a todos allí reunidos podía ser una mala señal. Hacía ya mucho tiempo que no pisaba París, y había perdido la noción de las fiestas y eventos que se celebraban de forma regular. Quizá aquel grupo estuviera allí reunido con motivo de alguna festividad y, en ese caso, no se iban a mover de allí. La Maestra Lyn parecía contrariada, a juzgar por su pose con los brazos cruzados.

Ese sitio es impenetrable… ¿Alguna idea de cómo entrar, Matthieu? —comentó con fastidio.

Lo único que se me ocurre ...—mencionó Saxor— es que entremos al menos uno de nosotros como prisionero... En el peor de los casos se puede escapar con la llave espada... Si no nos ven usándola. Aunque si se pudiera abrir por mera fuerza bruta...

Olvida la fuerza bruta —deseché aquella propuesta de inmediato—. Llamaría demasiado la atención, por no hablar de que son puertas reforzadas que no resultan tan fáciles de echar abajo —me acaricié la barba, pensativo, mientras me exprimía el cerebro en busca de alguna solución. La opción del prisionero no acababa de convencerme por los riesgos que entrañaba si se descubría el pastel, pero por otra parte yo era un guardia—. ¡Un momento! —acababa de ocurrírseme un plan que no era tan descabellado—. Tengo aquí a un antiguo amigo, Alain, que no debe de andar muy lejos. Podemos tratar de econtrarlo y hablar con él; estoy seguro de que nos echará una mano. Él conoce mejor que yo el Palacio, y si hay alguna entrada oculta habrá oído hablar de ella. ¿Qué os parece?


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Edito que me he liado con un par de nombres; sorry, hasta que me adapte al sistema de rol espero no meter mucho más la pata...
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Ronda 3

Notapor Suzume Mizuno » Mié Dic 14, 2016 3:00 am


Hana y Simbad


Nanashi miró de reojo a Hana.

Frollo goza de una salud excelente para alguien de su edad y está al frente del Palacio de Justicia y de los asuntos del gobierno desde hace meses—respondió, sin interesarse en el motivo del malentendido. Más tarde aceptó la propuesta de Simbad de intercambiar números—. Si necesitáis algo, mandadme un mensaje. Os indicaré dónde reunirnos cuando haya terminado con mis asuntos.

Dicho esto, Nanashi dejó a solas a los jóvenes, que discutieron la mejor forma de entrar al palacio.

Al final se plantaron en una de las puertas traseras. Los guardias, que estaban discutiendo algo sobre un asunto de dados, se quedaron mirándolos con algo de suspicacia.

Criados del señor Raphaël pero vestidos así, ¿eh?—dijo el más mayor—. ¿Creéis que hemos nacido ayer o qué?

¿Por qué iba a contratar a uno que tiene toda la pinta de gitano? Por raro que sea el señor Raphaël, no es tan idiota.

P-perdón...—dijo una voz tímida.

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Era una chica jovencita, vestida con ropas bonitas aunque no especialmente caras. Por sus manos se notaba que había trabajado desde hacía mucho y había algo en su porte que gritaba que no era ni por asomo una noble. Miraba de reojo a Simbad, nerviosa, pero el foco de su atención era Hana.

¿Fiore? ¿Ese es vuestro nombre? He oído al señor Raphaël hablar de vos…

Los guardias se miraron entre ellos, de pronto sorprendidos. El mayor se inclinó hacia la chica:

Jovencita, ¿estás segura de lo que dices?

S-sí, mi señor. Si les parece… ¿pueden acompañarme y los llevaré hasta el señor Raphaël?

El hombre se rascó la barba y le dio una patada al más joven del grupo.

Escóltalos y asegúrate de que no le hacen nada a la pequeña Marie. Y si resulta que es una confusión… o que están molestando al señor Raphaël, ya sabes qué hacer con ellos.

¡Señor! Vamos, moveos.

La tal Marie sonrió con timidez a los dos muchachos y los precedió hacia el interior del palacio. El guardia los seguía muy de cerca, fulminándolos con la mirada.

Por dentro el palacio contrastaba con su tosco exterior. Era elegante, cálido, con tapices, blasones, alfombras y una sensación de grandeza incluso si el espacio no era muy amplio. Los sirvientes iban bien vestidos y no les dedicaron atención; era normal que entraran pobres al palacio para pedir audiencia.

Los aposentos del señor Raphaël están al otro lado del jardín—informó Marie con una sonrisa—. ¡Luego iré a decirle a la princesa que estáis aquí, dice que quiere conocer a la chica de la que tanto habla el señor Raphaël!—Soltó una risita y luego les echó un vistazo a las ropas. No hizo ningún comentario pero se acercó a Simbad y bajó la voz—: Señor… ¿Ast? ¿Os gustaría que os dieran… nuevos pantalones antes de ver al señor Raphaël?

Marie era una doncella tímida, pero al menos les había ayudado a entrar y puede que fuera buena idea interrogarla sobre la situación… o incluso pedir un cambio de ropa. Claro que también podían guardar silencio para no despertar suspicacias en el joven guardia que iba tras ellos.

****
Matthieu y Saxor


Estás aquí porque tienes conocimientos y quieres ayudar—dijo Lyn, tajante, ante las dudas de Matthieu—. No dejes que sus palabras te hieran. Lo que importa es lo que hacemos, no tanto lo que decimos. Prueba que tus intenciones son buenas y no habrá ninguna clase de problema. Y si la hay, para esto estamos las Maestras.

Luego llegaron a la plaza inmediata al Palacio de Justicia. Lyn asintió ante la advertencia sobre Olaf y Bruto —y los dos llegarían a ver cómo arrugaba la nariz, como si olfateara en su dirección—. Escuchó la propuesta de Saxor, pero no parecía muy convencida. Entonces Matthieu dijo:

¡Un momento! Tengo aquí a un antiguo amigo, Alain, que no debe de andar muy lejos. Podemos tratar de econtrarlo y hablar con él; estoy seguro de que nos echará una mano. Él conoce mejor que yo el Palacio, y si hay alguna entrada oculta habrá oído hablar de ella. ¿Qué os parece?

Lyn, cruzada de brazos, entornó los ojos. Su voz sonó profunda y algo inquietante:

Te das cuenta de que vamos a arriesgarnos mucho, ¿verdad? Si tu amigo es un guardia, ¿por qué iba a ayudarte a entrar? Te marchaste de este sitio, eres un ciudadano corriente. Además, meterás en problemas a tu amigo… —Lyn se rascó por encima de la capucha—. Con todo, no hay muchas más opciones. Si tu amigo no nos ayuda, tendremos que encontrar una forma de entrar… Aunque sea ofreciéndome a mí para que os dejen. Cualquiera pensaría que soy un demonio con esta cara—dijo con una sonrisa de amargura.

Dio una palmada a cada chico en la espalda y la verdad es que dolió más que un poco.

En marcha, llévanos hasta donde esté tu amigo. Si es que lo encontramos.

Después de preguntarle dónde podrían encontrarlo, Lyn decidió que se dirigirían a los barracones donde dormían los soldados. Estuviera (o no) Alain, Matthieu podría preguntar por dónde andaba o incluso averiguar algo de sus antiguos compañeros.

El sitio en cuestión no estaba muy lejos. Era un edificio grande y no muy alto; si no fuera por la cantidad de hombres de armadura negra que había por los alrededores y de los pendones que colgaban frente a la entrada, podrían haberlo ignorado en medio de la increíble variedad que había en medio de París.

A primera vista, Alain no estaba por ninguna parte. Quizás estuviera dentro todavía, o puede que anduviera por una de las tabernas cercanas, coqueteando con alguna chica o jugando a los dados.

No podemos perder tiempo,¿cómo es?—preguntó Lyn.

Mientras escuchaban a Matthieu, este o Saxor quizás se percataran de una capa azul que resaltaba una armadura dorada. Destacaba bastante en medio de tanto negro.

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El capitán Febo parecía a punto de entrar en una de las tabernas. Vaya, si alguien sabía cómo entrar al Palacio, sin duda sería él. Claro que las posibilidades de que les ayudara entrar no serían altas. Por no decir que rozaban el cero absoluto. Pero quién sabía, puede que algo pasara o que consiguieran pulsar las cuerdas adecuadas…

Podían dividirse; Lyn en cualquier caso tomaría un camino distinto al de ellos para encontrar cuanto antes a Alain. Señaló que se encontrarían en una pequeña fuente que había en una plaza cercana, donde unas cuantas mujeres se habían reunido a charlar.

Sin embargo, cuando la Maestra se hubiera alejado, notarían algo extraño. Una figura encapuchada, al final de la callejuela que habían seguido para llegar al hogar de los guardias. Había muchos encapuchados por París, pero pocos se quedaban mirando fijamente en su dirección, casi con aire desafiante.

Y de pronto se marchó, sin más.

¿Valía la pena seguirla… o mejor seguir con la misión?

****
Celeste y Saito


La Virgen no tenía nada extraño a primera vista, más allá de que era una estatua bastante bien hecha y realista. Los niños estaban muy emocionados con sus cuchicheos:

…sí, sí, yo también lo he visto.

Pues yo no me lo creo. ¿Por qué iba el Demonio a pasearse por la ciudad?—respondió una niña algo más mayor, de unos once años, cruzada de brazos.

Los chicos fruncieron el ceño y cuando uno fue a responder, otro le detuvo con un gesto y siguió hablando animadamente:

—Si ella no se lo cree, vale, no pasa nada. Pero eso no quita que el Demonio está cerca.

Seguro que has vuelto a escuchar al gitano ese…

No deberíais hablar mal de Clopin, es muy buena persona. Y cuenta historias divertidas. Ojalá pueda volver pronto…

Era una de las niñas pequeñas, de familia tirando a pobre por su ropa. Y por la cara que pusieron sus amigos, debía tener tendencia a meterse en líos, porque todos se estremecieron al escuchar el nombre «Clopin».

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¡No seas tonta, Chloé, si hablas de gitanos…!

En ese momento todos se dieron cuenta de que Saito se había acercado y se sumieron en un tenso silencio.

Perdonad, estaba tan distraído que no me había fijado en que molestaba. ¿Ocurre algo?

Se miraron entre ellos, nerviosos. ¿Era posible que no les hubiera escuchado…? La tal Chloé dio un paso al frente cuando comprobó que sus amigos no se atrevían a seguir.

Lo sentimos, señor, sabemos que no hay que hablar en la iglesia. Pero sólo aquí se puede… hablar de él.

La niña mayor soltó un bufido, algo que sonó a «pamplinas«pamplinas», y se marchó. Los otros niños poco a poco pusieron también los pies en polvorosa, de tal modo que Saito se quedó a solas frente a Chloé, que se balanceaba sobre los talones.

¿Usted también lo ha visto, señor? Dicen que tiene unos cuernos enormes… Pero aquí no puede entrar. Estamos a salvo—añadió con una sonrisa de confianza.

Entre tanto, Celeste alcanzó al archidiácono, que estaba paseando con una Biblia en la mano mientras susurraba instrucciones a un clérigo más joven. La reconoció, a pesar de que había llovido mucho desde que se encontrara con él. Esbozó una cálida sonrisa de bienvenida.

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¡Me alegra ver que estás bien, hija mía! Aunque debo decir que no es muy… inteligente estar aquí. No en estos momentos. Te recomiendo que regreses pronto a tu casa; los guardias del juez Frollo se aseguran de venir cada noche—dijo, contrayendo el rostro con indignación.

Veréis, me preguntaba si... si podríais ayudarme. Anoche, cuando volvía a casa, me atacó uno de esos demonios. —El gesto del archidiácono se trocó de comprensión, aunque no de sorpresa. Debía de escuchar historias así muy a menudo, lo cual era algo alarmante—. Y... ¡no entiendo por qué! ¡N-nunca he hecho nada malo! Pasé tanto miedo, apenas pude despistarle y escapar...

Me gustaría poder darte una explicación, hija mía, pero los caminos del Señor son inescrutables… Y todavía más los del Oscuro.

Me preocupa que pueda volver a ocurrir. ¿P-podría quedarme aquí un tiempo? Sólo serían unos días como mucho, lo prometo. He oído que Notre Dame es el único lugar en el que no se atreven a entrar, pero estoy tan asustada...

»¿Hay algún sitio en el que pueda rezar? Es decir, algún sitio en especial donde sepa que Él me ampara. No quiero pensar que me ha abandonado, p-pero... Desde ayer... todo es tan...


El archidiácono tampoco pareció sorprendido por aquella petición.

¿Quieres acogerte a sagrado? Si es así, debes decirlo y tendrás la protección de la Iglesia.—Sonrió con amabilidad y le acarició la cabeza—. El Señor te ha protegido, si hoy has podido llegar aquí. No te ha abandonado. Puedes rezar donde más te guste, porque toda esta es Su Casa. Pero quizás te sientas más segura… arriba.—El archidiácono amplió su sonrisa—. Es una zona tranquila, donde nadie excepto Quasimodo podría verte. Incluso podrías hablarle de Esmeralda.—La sonrisa desapareció de sus labios—. Espero que siga escondida, Frollo no deja de preguntar por ella…

El archidiácono no dio más detalles, seguramente pensando que Celeste sabría tan bien como él de qué estaba hablando, pero parecía muy preocupado. Hasta había empalidecido un poco.

No parecía que fuera a sacar mucho más de él. El archidiácono atribuía la protección de Notre Dame a Dios… Pero siempre podía cotillear un poco si se acogía a sagrado y decidía pasear por la catedral. Podía ir a las capillas a examinar las reliquias… O subir a ver a Quasimodo. Quién sabía, quizás una persona que no tenía nada mejor que hacer que escuchar y que además era amigo de Esmeralda supiera algo.


Fecha límite: lunes 19 de diciembre
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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