La oscuridad se acumulaba alrededor de las manos de Cenicienta y no cesaba de crecer. Penetraba la cerradura tan rápido que parecía que estuviera vertiendo un mar en su interior. Y la Llave Espada que tenía en las manos fue cobrando consistencia, entre destellos de oscuridad y un resplandor metálico.
Algo terrible y poderoso se estaba manifestando.
Cenicienta vio venir a Alanna, por supuesto, y se defendió sin necesidad de volverse hacia ella, concentrada como estaba en su tarea. Alana esquivó, insistió. Un chorro de oscuridad casi la atrapó. De no haber sido porque Ryota disparó una flecha de aire, la habría aplastado contra una pared, pero logró desviarla en el último segundo. Entonces, Alanna empleó un espejismo. Y funcionó.
Alanna alcanzó a la princesa y la golpeó. Cenicienta la miró de reojo, con unos ojos tan amarillos y profundos, tan… poco humanos que harían estremecer a la joven mestiza. Aun así, la aferró de los brazos y trató de tironear de ella hacia abajo. Por desgracia para ella, Cenicienta se mantenía en el aire con el poder de la oscuridad. Quizás al ver sus alas decidió imitarla y a su espalda, desprendiendo jirones de oscuridad, crecieron un par, que superaban con mucho a las de Alanna. Se habrían terminado de manifestar de no ser por el impacto de Ban. La joven había estado tan ocupada con Alanna que no lo había visto venir por detrás, golpeando justo entre las dos alas.
Algo sonó. Un chasquido. Cenicienta se puso todavía más blanca de lo que ya estaba y se arqueó, con la boca abierta en un alarido mudo. Se llevó la mano libre al vientre, tomó aire, y solo entonces pudo gritar de puro dolor.
La explosión de aura catapultó hacia atrás a Ban —suerte para él que Quasimodo lo atrapó en plena caída y lo dejó bien en el suelo— y a Alanna, que pudo recuperar el equilibrio por su cuenta. Cenicienta se encogía ahora, protegiéndose el vientre entre sollozos. La oscuridad los aplastó a todos, les cortó la respiración y…
Ryota se arrojó sobre ella. Al fin y al cabo, también tenía afinidad a oscuridad.
Se estrellaron contra el suelo, en medio de un almohadón de oscuridad y viento. Cenicienta se retorcía y gemía, apretándose el vientre. ¿Había sangre? Era difícil decirlo, pero por sus gritos parecía que algo se le estuviera rompiendo por dentro, eso seguro.
Fue el momento para que todos apuntaran a la cerradura.
* Nanashi disparó contra Andrei y este evadió el golpe con un movimiento de agotamiento, pero sin borrar la irritante sonrisa. Entre tanto, los dos aprendices se elevaron en el aire y apuntaron a la cerradura.
* La Oscuridad comenzó a retroceder mientras todos se esforzaban por plantar los tobillos en el suelo —o mantenerse en el aire, dependiendo de cada cuál— y la luz envolvía a la cerradura. Igual que el agua trata de purgar la suciedad, removieron la envoltura del corazón del mundo. Y lo que encontraron dentro no les gustó.
Pudieron percibir cómo Cenicienta había implantado una semilla de Oscuridad en el corazón del mundo. Esta había germinado de inmediato, buscando corromperlo y también devorarlo. Buena parte de la energía consumida ya se había perdido y trasladado fuera. Todavía podían ver cómo fluía hacia el arma de Cenicienta.
Una Cenicienta que se debatía entre estremecimientos. Ryota luchaba con denuedo por desviar, con torrentes de aire, la oscuridad que emanaba de la joven como una hoguera en su máximo esplendor. Los brazos de la misma se precipitaron contra Celeste y la habrían decapitado de no ser porque Ryota cortó y diseminó la Oscuridad. Por el suelo, la oscuridad se arrastró hasta los pies de Alanna y Ban, que todavía andaban por ahí, y les penetró hasta el tuétano del hueso. Ryota maldijo. Si solo tuvieran a Garuda. Creó una esfera viento sobre Cenicienta, en un intento de atraer o atrapar la oscuridad que ahora se dirigía hacia Dos.
Entre tanto, Cenicienta se había levantado entre resoplidos de dolor pesar del charco rojo que comenzaba a aparecer a los pies de la mujer, se debatía con una fuerza casi nacida de la locura. Era evidente que Ryota no quería dañarla más de lo que ya habían hecho y que casi parecía temer que se hiriera solo con la Llave Espada. Pero era imposible arrancársela.
Los Caballeros entendieron —incluso Saito y Simbad, que seguían fuera pero habían percibido lo que ocurría dentro gracias a la extraña conexión con el corazón del mundo— que si sellaban el mundo, la oscuridad continuaría dentro. Pero seguiría siendo mejor a que Cenicienta continuara drenando la Luz.
Solo que entre todos no eran suficientes. El germen de Oscuridad no dejaba de ser parte de una Princesa del Corazón infectada. Jamás podrían aspirar a un nivel como el suyo.
Al final Ryota gritó:
—
¡La llevaré a Tierra de Partida! Y abrió un Portal de Oscuridad para intentar llevársela consigo. Avanzó, vacilante, y miró a Alanna y a Ban, que podrían liberarse los pies a la fuerza.
—
¡Ayudadme a inmovilizarla! ¡Entonces…! Un nuevo Portal de Oscuridad se abrió en medio de la tormenta que ya lo envolvía todo. Una figura surgió de su interior, con la cabellera blanca flameando al viento de Ryota.
El Corazón del Mundo se estremeció de horror.
* Fuera, notaron de inmediato cómo algo estremecía al Corazón y de pronto la oscuridad se volvió mucho más fuerte. El hilo que los unía a la cerradura vaciló, a punto de quebrarse. Los jóvenes Caballeros, temblorosos y empapados en sudor del esfuerzo, tenían que concentrarse en mantener la conexión. Si se rompía sabían que todo el peso recaería en sus compañeros.
Si solo Nanashi y Ryota se unieran a ellos…
Andrei había decidido que lo más fácil sería acercarse a Simbad y Saito. Con ellos detrás, Nanashi no podía arriesgarse a realizar ataques a larga distancia. La mujer maldijo y trató de atraparlo en un combate de cuerpo a cuerpo, pero Andrei ya se estaba tomando un éter y algo más, sonriendo macabramente. Se puso detrás de Saito y cerró una mano sobre el cristal de fuego. Tenía un naipe afilado en la mano, dispuesto a cortarle el cuello a él o a Simbad.
—
¿Sabes? De no ser por ti, no habría tenido tantos fragmentos. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que los he usado. Espero que te guste la última vista de París. Todo gracias a ti.—Luego le acarició la mano y dejó el cristal en su sitio—.
Supongo que en el fondo te pertenece. ¿Qué opinas, Simbad? ¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a tu compañero? Quién habría dicho que serías una cucaracha tan resistente… habrías sido más útil si te hubieras muerto cuando me encargué de ti. Ups… Andrei fue veloz. Nanashi casi estuvo a su nivel, pero seguía incapaz de hacer nada por miedo de que matara a Saito y a Simbad. El joven disparó un rayo negro contra el Corazón del mundo y este casi soltó un alarido físico (que todos, incluso los de dentro de la Catedral, pudieron escuchar).
La conexión estuvo a punto de romperse y aplastarlos bajo su peso.
Andrei había ascendido y desafiaba a Nanashi con la mirada.
¿Él o la cerradura?
* Xihn estudió la situación y sus ojos dorados se fijaron en Cenicienta. Se catapultó hacia delante. Ryota retrocedió, agarrando a Alanna por un ala y a Ban por el cogote y se los llevó consigo unos metros. Acto seguido, espinas de oscuridad tan grandes como ellos se hundieron donde, unos instantes antes, se encontraban ellos. Xihn aterrizó al lado de Cenicienta y se puso a cuatro patas como un flexible felino. Con un gesto de su mano, la oscuridad de la princesa se reprimió o cortó de golpe y la chica se arqueó con el aliento atascado en la garganta.
Entonces Xihn le arrebató la Llave Espada de entre los dedos, casi arrancándoselos de lo fuerte que la apretaba. Cenicienta soltó un quejido y farfulló algo que sonó a «Karel». Xihn le hizo caso omiso. Su rostro, más consumido que nunca, resplandecía de una forma extraña y siniestra. Sus labios se retorcieron en una mueca de triunfo.
—
¡Aquí está...! En sus manos, la Llave terminó de cobrar forma.
Sonrió a Cenicienta y luego apuntó a la cerradura con la punta de la Llave Espada.
* Nanashi maldijo y se situó entre los dos jóvenes. Andrei abrió un Portal de Oscuridad y desapareció al mismo tiempo que un poderoso rayo de luz convergía con los otros dos en el Corazón.
* Ryota se levantó y el viento rugió alrededor de su mano, listo para atacar. Justo en ese momento, a toda la energía de los Caballeros se sumó la de Nanashi.
Y la cerradura expulsó con un estallido la oscuridad que la envolvía y empezó a desaparecer. Xihn, burlona, se volvió hacia los Caballeros y se permitió dar unas palmadas de ironía. Su mirada rezumaba victoria.
—
Quedaos este mundo. Ya está sucio. Para curarlo, tendréis que traer a las Princesas. Y esta pequeña—levantó la Llave Espada—
está sedienta. Claro que… la Luz de un mundo será su mejor alimento. Uno… a uno. Cruzó de nuevo el Portal de Oscuridad, llevándose consigo la Llave Espada. Cenicienta gritaba y trataba de levantarse, con un charco rojo a sus pies. Ryota parecía tan rabioso que sorprendía que no se hubiera lanzado detrás de Xihn, pero al final bajó la mano y deshizo el viento.
La catedral quedó, al fin, en silencio mientras la oscuridad se posaba con lentitud, como si lloviera polvo negro.
—
Buen trabajo. Lo habéis sellado a tiempo. Que diga lo que quiera. Ahora… Cuando sellemos este lugar con las Princesas del Corazón, ya no podrá alcanzar el Corazón. Probablemente no. Sin embargo…
¿Y si perdían a las Princesas?
* Una hora más tarde, todo se había acabado. Los Caballeros todavía temblequeaban de cansancio por el esfuerzo y hacía un calor insoportable. La lava envolvía a Notre Dame y seguramente necesitarían magia para deshacerse de ella y de los restos de los cristales que todavía permanecían en el mundo.
Pero se había terminado. Por el momento.
Ryota se había llevado a Cenicienta, en medio del parto, directa a Tierra de Partida; Andrei había escapado, Xihn ya no parecía interesado en aquel lugar… Los reyes podrían volver pronto, al menos una vez se limpiara el mundo de la mayor parte de los Sincorazón que iban a aparecer, atraídos por la oscuridad que infectaba el núcleo.
Pero lo habían hecho. Increíblemente, en pocas horas habían logrado acabar con años de dolor y sufrimiento.
Quizás tuvieran algunas palabras que decir. Nanashi, exhausta, les dijo que mientras fueran al menos en parejas, podían salir de la catedral. Luego tendrían que regresar a Tierra de Partida y ponerse a trabajar cuanto antes. En especial porque recibió una llamada de un Nithael muy, muy histérico que pedía ayuda para cierto parto repleto de oscuridad.
Pero se merecían unos momentos para sí mismos.
Última ronda! Con esto se cierra la Cité, así que es el momento de despedirse y de decir todo lo que queráis, que luego no podréis.
P.D.: el cristal de fuego se va a destruir sí o sí.
Faltas:
-Astro 1
Fecha límite: jueves 30 de noviembre.