El Portal de Luz se abrió al lado del río y, uno tras otro, los aprendices salieron. Dos en concreto iba cubierta por una tela muy apretada, con capucha y pantalones, y por una suerte de pintura que disimulaba su brillo metálico. Ryota le había añadido una braga de tela para la nariz y con una mirada helada que advertía que no estaba para jueguecitos. Si le daba problemas, le había prometido, la devolvería a Tierra de Partida.
Bitron, Simbad, Saito y Celeste casi no habían tenido tiempo para cambiarse ni ponerse guapos, pero tanto daba. No había ni un minuto que perder. De acuerdo a sus relojes, tenían hora y media para dar con Andrei antes de que decidiera poner fin a la vida de Esmeralda.
Ryota y Nanashi cuchichearon entre ellos y luego se volvieron hacia los Caballeros.
—No podemos saber qué pretende Andrei, de modo que hay que ser cautelosos. El corazón del mundo se encuentra en Notre Dame y si Andrei ha amenazado una vez con hacerlo caer, puede hacerlo dos veces. Un grupo nos acercaremos a negociar con Andrei y, en caso de fallo, intentar rescatar a Esmeralda. Dos de vosotros y yo.
—El resto vendrán conmigo a tomar la catedral. Andrei es experto en contrarrestar magia ajena, de modo que debemos andar con cuidado. Necesitaremos la ayuda de Quasimodo para acceder a Notre Dame, casi con seguridad. No pueden estar muy lejos, intentarán ayudar a Esmeralda, y hemos enviado un mensaje. Al menos él debería reunirse pronto con nosotros. Entonces veremos cómo actuar. En marcha.
Los Maestros se separaron sin esperar a que pudieran hablar demasiado. El tiempo corría en su cuenta. En realidad, su destino era prácticamente el mismo: Notre Dame o su plaza. Sin embargo, cada uno pretendía abordarla desde puntos diferentes para no ser localizados con facilidad.
Grupo de Nanashi
Una multitud se había acumulado alrededor de la plaza y nada de ello presagiaba nuevas buenas para los Caballeros. Con tanta gente, sería difícil pelear y Andrei podía liberar Sincorazón para emplearlos como sus rehenes.
En el centro había una pira ridículamente grande, guardada por numerosos soldados. Frente a la misma, a su vez envuelta por dos hileras de fuertes soldados que despedían un aura extraña, había una jaula. Esmeralda, vestida de blanco y sentada con la espalda erguida contra las rejas, contemplaba la madera con aire ausente. Al menos parecía que no le habían hecho mucho daño físico.
—Mirad dónde se encuentra Andrei—cuchicheó Nanashi.
No se encontraba en un sitio muy accesible, desde luego: frente a Notre Dame había una serie de edificios que cerraban la plaza. El joven general de Xihn se había sentado en uno de los tejados. Sin duda habría varios Sincorazón acompañándolo, aunque todavía no estuvieran a la vista. Solo los Caballeros o alguien como Quasimodo podrían llegar. El edificio estaba vigilado, pero no lo estaban… Todos. Podrían colarse por alguna ventana de la manzana.
Entonces los Caballeros se fijaron en una melena rubia que, quizá si eran oriundos de la Cité, reconocerían como la de cierto capitán. De lo contrario, no podrían darse cuenta de que se trataba de él.
Pero si estaba cerca, eso significaba que los gitanos también se encontraban en los alrededores, como había previsto Ryota.
—Hay que apurar hasta el último minuto para Ryota, pero debemos mantenernos cerca de Andrei y de Esmeralda. En caso de que Andrei se dirija a Notre Dame, debemos detenerlo. Así que tenemos la opción de atacar e intentar liberarla si se da la ocasión cuando falte poco o… Atacar a Andrei. No entregaremos rehenes.—Los contempló con seriedad—. [b]Medid vuestras fuerzas y hablad: ¿preferís enfrentaros a Andrei conmigo o quedaros a proteger a Esmeralda? Esos hombres son extraños… Yo que vosotros no los subestimaría.
No era buena idea que los Caballeros se separaran. Claro que siempre estaba la opción de llamar (con discreción) a algún compañero del grupo de Ryota y pedir que se les uniera. Pero se arriesgaban a que los descubrieran.
Grupo de Ryota
Supieron que algo malo pasaba antes de terminar de rodear Notre Dame. No solo no había guardias, sino que no parecía tan impresionante como antes. Como si una pieza de arte hubiera perdido su brillo, un ruiseñor se hubiera quedado mudo o… Algo hubiera perdido su vida. Era una sensación de sordera constante, como si faltara un elemento esencial.
Ryota y los magos en particular se darían cuenta rápidamente de lo que sucedía: la catedral estaba «sellada». Ryota probó a lanzar un pequeño golpe de viento y este fue rechazado. Chasqueó la lengua con frustración. Es más, a los dos metros de la catedral, la magia dejaba de ser efectiva. No podrían usar ni gliders ni magia en general para subir. Y, una vez dieron con la entrada trasera, se fijaron en que no solo no tenía cerradura, sino que la habían tapiado con rocas. Igual que las cristaleras que daban a la galería. La única forma de acceder era trepar.
Eso o arriesgarse a saltar desde lo alto, subiendo a algún edificio, o incluso usando un glider.
Pero entonces, casi con seguridad, Andrei los descubriría.
Ryota se pasó una mano por los labios justo cuando escucharon unos gritos no muy lejos. Venían del río, que bordeaba la catedral.
—Quizás sea Quasimodo. Que vaya una pareja al río. Necesitamos también algo para derribar esta puerta, no podemos ir al frente a riesgo de que nos vea Andrei y no tenemos herramientas aquí mismo.—Ni siquiera había grandes árboles cercanos que talar y usar para cargar contra la pared de piedra—. [b]Podríamos entrar sin más por lo alto, pero prefiero asegurarnos una salida.
Claro que ¿a dónde ir para derribar muros? Puede que algo les sirviera, aunque sería bastante ruidoso. Pero si lo dejaban preparado para cuando tuvieran que escapar…
Fecha límite: miércoles 11 de octubre.