Puerta payaso- Nicoxa
- Hiro
- Kairi
- Bavol
4 aprendices la cruzaron.
Dentro, ¡todo era un circo! Siniestro, por supuesto, pero un circo al fin y al cabo.
Pequeñas carpas, varias jaulas con tigres negros dentro que parecían dormidos, una cama elástica en mitad de la sala, pelotas gigantes por todas partes, ¡y por supuesto todo decorado con la cara de un payaso sonriente!
Entonces, alguien apareció. Iba montado en una pelota gigantesca, haciendo equilibrios en ella mientras hacia malabares con cuatro bolos. Vestía de payaso... De payasa, mejor dicho, con una gran peluca verde a lo afro, nariz de payaso y traje a juego. ¿Su nombre?
Ariasu, la payasa maníaca.
—
¡Habéis venido a verme! ¡Viva!La Maestra de Bastión Hueco había perdido su tan particular sombrero, pero seguía tan alegre como siempre. Quizás... demasiado alegre. Se bajó de la pelota de un salto, dejando que los bolos cayeran al suelo, y se acercó hasta cada aprendiz para estrecharles las manos con una efusividad que casi les arranca el brazo. Se apretó la nariz, haciendo sonar un alegre sonido, y empezó a correr a su alrededor.
—
¡Visita, visita, visita! ¡hacía mucho que no tenía ninguna! Los que vinieron antes murieron. Una pena. Estaban ricos —hablaba sin parar, ¡ni siquiera parecía que parase para respirar!—.
¿Queréis ver lo que puedo hacer?Dicho y hecho. Sin esperar siquiera a que ninguno dijera nada, dio un salto mortal hacia atrás hasta caer en la cama elástica. Un nuevo salto, y dio un salto todavía mayor hasta aterrizar de cabeza detrás de los aprendices. Se levantó, como si nada, aunque por la peluca salía un pequeño hilillo de sangre, y se puso a bailar a a su alrededor.
—
¡Juguemos a algo! ¡No, mejor, cantemos! ¡No, arranquémonos las orejas, sí, sí, sí!Se acercó corriendo hasta Bavol con intenciones obvias, pero solo había empezado a tirar de las orejas del gitanillo cuando pareció percatarse de algo.
—
Uy, es verdad, tenéis que iros. Una pena. Habría sido divertido —comentó, con voz triste.
Metió su mano en la peluca, y como por arte de magia de ella sacó un puñado grande de caramelos. Lanzó dos a cada uno, encestando con mucha precisión en las respectivas cestas.
La puerta se abrió, mientras Ariasu se metía en la jaula del tigre con una pelotita en la mano. Cuando los aprendices se marcharon, el minino había empezado a morder con saña la pierna de la mujer.
Pero eso era otra historia. Los aprendices tenían que avanzar.
Los cuatro habéis ganado dos caramelos cada uno. ¡Enhorabuena!

Puerta invisible- Fyk
- Malik
- Freya
- Aru
- Fátima
5 aprendices la cruzaron.
Dentro, no había nada. Literalmente. Ni muebles, ni decoración, nada. Sin embargo, todo estaba extrañamente bien iluminado.
Sería el primer aprendiz que avanzase un poco el primero en darse cuenta de que había chocado con algo. Si se paraba a tocar qué era, vería que era una silla... Invisible. La sala sí que estaba decorada, pero todos los objetos de ella eran transparentes. Y eso incluía, por supuesto...
—
Vosotros tampoco me veis, ¿verdad?Una voz, femenina, resonaba por la sala. Igual que unos pasos. Alguien caminaba hacia ellos.
—
Nadie lo hace. Nadie me ve.Fue apenas una décima de segundo, pero la anfitriona de esa sala se hizo visible para los ojos de los aprendices.
Rebecca, la Maestra invisible.
—
Nadie me hace caso. Nadie me recuerda. Todos me ignoran.Se acercaba cada vez más al grupo, y venía acompañada del sonido de objetos chocando contra la pared y haciéndose añicos.
—
Nunca más. No volveré a ser ninguneada. ¡¡Nadie me olvidará jamás!Cuando los aprendices se dieron cuenta de lo que sucedía, ya era demasiado tarde. Una afilada hoja se había clavado en el pecho de la más adelantada (llamémosla Aru), y su cuerpo había caído en el suelo. Los otros cuatro no tardaron en correr el mismo destino.
Nunca más.
Sala de eliminación. Sintiéndolo en el alma, se acabó el evento para vosotros.

Puerta diablo- Saxor
- Gata
- Ragun
- Gonax
- Simbad
- Lyon
6 aprendices la cruzaron.
Un elegante despacho. Eso fue lo que se encontraron los seis. Una habitación oscura, muy buen amueblada eso sí, decorada con los colores negro y rojo por todas partes. Un gran escritorio destacaba en mitad de la habitación, donde un sillón estaba girado hacia la pared, evitando que pudieran ver si había alguien sentado allí. Aunque ninguna cabeza sobresalía, por lo que no lo parecía.
Al otro lado del escritorio, seis viejas sillas de madera. Que, nada más se cerró la puerta tras el último aprendices, se abalanzaron a por todos ellos para obligarles a sentarse. En menos de un minuto, todos estaban sentados delante del enorme escritorio, y ninguno podía levantarse.
Fue en ese momento cuando el lujoso sillón se giró, y pudieron verle.
Akio, el pequeño diablo.
—
Vaya, vaya, qué agradable sorpresa.En aquella ocasión el Maestro vestía con un impoluto traje negro, corbata roja incluida, pero destacaba una pequeña perilla poco propia de su edad y unos cuernos que salían de su cabeza. Aunque su cara de pícaro cabrón era la misma de siempre.
—
Al grano. Ronin me obliga a dejaros pasar o a mataros, así que he optado por una opción intermedia —chasqueó los dedos, y seis hojas de papel y seis bolígrafos aparecieron encima de la mesa—.
Os dejaré marcharos, pero con una condición.»
Firmad esos contratos, donde declaráis que yo, el gran Akio, soy el mejor y más poderoso en todo el universo. Ah, y que me vendéis vuestras almas, bla, bla, bla. A cambio, os dejaré marchar y...Rebuscó en su bolsillo, sacando vagamente un pequeño montón de caramelos.
—
Os daré uno de estos —clavó su mirada uno por uno en los aprendices, sonriendo—.
¿Trato?Tarde o temprano, todos tuvieron que firmar para no acabar muertos. Al menos, una vez echaron su firma, el diablillo cumplió su parte del trato: les permitió levantarse de las viejas e incómodas sillas y cada uno recibió un caramelo.
La puerta se abrió, mientras Akio reía cual cabroncete comprobando los contratos.
Podían avanzar.
Ganáis un caramelo cada uno. Aunque habéis vendido vuestra alma a Akio, ouch.

TODOSPuertas payaso y diablo se abrieron, y los aprendices se encontraron de nuevo en un nuevo pasillo idéntico a los demás. Cuadros incluidos. En este volvían a estar los mismos retratos que en el segundo pasillo, de los que no habían llegado a salir de la puerta zombie, pero se habían añadido cinco a la colección.
Todos los que habían entrado por la puerta invisible no habían llegado a salir. Su cuadro colgaba junto a los de los demás, donde su cara de terror quedaba inmortalizada.
Descanse en paz, volvían a decir todos.
Así pues, lo importante era seguir avanzando. Y, a diferencia de ocasiones anteriores, ahora ya no eran tres las puertas a elegir. Eran dos.
Una puerta blanca, y otra puerta negra. El color volvía a ser la única pista a la que aferrarse para avanzar correctamente.
Dos nuevas puertas, dos nuevos destinos posibles.
¿Quieres saber cuál eligió cada uno...?
La próxima ronda será el martes 4 a las 23:59.
Estamos llegando a la recta final, ¡ánimo y suerte!
Registro de participantes:
Ragun [1 caramelo]
Saxor [2 caramelos]
Bavol Trené [3 caramelos]
Gonax [3 caramelos]
Lyon Stryfe [2 caramelos]
Gata [2 caramelos]
Simbad [4 caramelos]
Hiro [2 caramelos]
Kairi [2 caramelos]
Nicoxa Razor [2 caramelos]
Eliminados
Nikolai Everard [2 caramelos]
Neru [0 caramelos]
Light Hikari [0 caramelos]
Alec Ocus [0 caramelos]
Saeko [2 caramelos]
Colibritany [2 caramelos]
Jeanne Mars [2 caramelos]
River Nereid [2 caramelos]
Fykhjaal "Fyk" H'Gaajk [2 caramelos]
Malik [1 caramelo]
Freya [0 caramelos]
Aru Petrikov [1 caramelo]
Fátima Laforet [1 caramelo]